Oswaldo Manrique R.
A
propósito de celebrarse en pocos días, 206 años del paso del Libertador Simón
Bolívar por estas tierras, en su Campaña Admirable, es propicio que les
comparta el siguiente episodio. Para el año en que se produce la muerte del
último caudillo de Venezuela, 1935, la plaza Bolívar, con su fuerte inclinación topográfica, estaba
internamente empedrada, tenia arboles muy altos de eucaliptos, luego sembraron
de otra clase, y finalmente pinos. No
existían negocios de comidas en su alrededores; lo que consumían los arrieros y
visitantes, eran empanadas, que vendían los muchachos ambulantes, en horas de
la mañana y en la tarde. Ubicado este céntrico
lugar de esparcimiento y reencuentro de los pobladores, entre las avenida Bolívar (para aquel tiempo
Calle Real) y la Páez (Calle Abajo), en
el lado Oeste, existía un muro de piedra
como de 1,80 metros de alto, a todo lo largo de la cuadra, que servía de
contención. En el lado sur, en mayor parte varios locales de la escuela del
pueblo. Las calles del casco urbano del
Municipio, incluyendo todas, eran de
tierra. Como en todo pueblo rural, en las esquinas había donde amarrar a las
bestias.
En
la cuadra norte, al lado de la Prefectura, estaba la casa de la señora
Saturnina, quien daba posada a la gente del páramo, y le llevaban en
agradecimiento alguna bolsa de papas,
arvejas, ramas u hortalizas; al lado de
la vivienda había un zapallal, y contiguo a la Capilla de San Pablo, que
quedaba en la esquina este, un cambural.
Lo inauguran –según los más antiguos
vecinos-, en la década de los años 30, lo pusieron siempre mirando hacia el este, obligado a observar permanentemente el Callejón de los Muertos
(hoy Los Jumangues) y la fachada del
Templo, como para que no mirara lo que ocurría en los alrededores del pueblo;
así estuvo por muchos años, en el centro de la inclinada y empedrada plaza, que
anteriormente se conocía como plaza real. Algunos recuerdan que la inauguración
fue en 1933, para la celebración de los 150 años del nacimiento de Bolívar; y
otros, que fue tres años antes, en 1930, por la conmemoración del centenario
de su muerte. No se cuenta con
información fidedigna, porque los archivos que se encontraban en la Junta
Parroquial, se le ocurrió a un funcionario –iniciando este bolivariano siglo
XXI -, para despejar su oficina,
llevarlos en cajas de cartón a la terraza descubierta de la Prefectura, y allí
fueron desapareciendo por el deterioro, al solo cobijo de la lluvia, la
intemperie y del sol; convirtió la
historia de su pueblo, en indigente.
El holgado busto, tiene
características interesantes, el verdoso metal con que
está elaborado deja observar nítidamente un erguido pecho militar, revelando
autoridad. En su hombro derecho, su charretera
de Brigadier General, pechera adornada
de laureles y una discreta medalla saliendo de su cuello. En su hombro
izquierdo, colgando, un grueso sobretodo para climas invernales. La cara
ovalada, pelo ensortijado con entrada propias de la edad; ojos profundos, expresión
de lánguida y meditabunda mirada, casi llegando al suelo; ya asomaba
pronunciadas arrugas en su amplia frente, producto de sus largas horas de encomiable
lucha; nariz alargada señal particular de las personas con audacia y cautela; cejas
pobladas, quijada gruesa, que se hunde
entre la abertura del cuello alto de su uniforme. Ese es el busto, que funge como centro significativo
y trascendente de la principal plaza de nuestra
comunidad.
Se observa el
busto de Bolívar, de cara a la fachada de la Iglesia Parroquial. Cronografía propia de este blog.
Desconocemos el mes
y día, de alguno de aquellas dos oportunidades, en el que se inauguró el busto del Libertador, ni tenemos
datos de quién lo elaboró, ni su costo, aunque
podemos asegurar que fue sufragado con
dineros provenientes del gobierno del general Juan Vicente Gómez y de la
novedosa renta petrolera.
Al llegar la democracia representativa,
durante el gobierno de Rómulo Betancourt, se decidió mejorar y acondicionar la
plaza para los propios y visitantes. La Puerta se encontraba en pleno
crecimiento urbano y ya daba muestras de un incipiente turismo. Los funcionarios encargados de la obra, bajaron el sobrio y templado busto y lo guardaron en
un oscuro cuarto de la Prefectura. Su base, la recuerdan nuestros mayores, era
de granito pulido, un trabajo hecho por expertos en este material. La
remodelación duró dos años, tiempo este, que estuvo encerrado el busto del
Libertador. Encierro que consideramos
trato inaudito de preso o al menos contradictorio, para el paladín de la libertad.
Al culminar las obras de remodelación
o renovación de la plaza, con sus jardineras, y
con una luneta para los actos públicos,
culturales y las actuaciones musicales, se rescató el cautivo busto de bronce. Entre
varios obreros, lo llevaron al centro del lugar y lo montaron nuevamente sobre el muñón de la base, ahora de mármol
vináceo, el tributo solo de la parte superior
del padre de la Patria, quien volvía aunque con retardo, a ser el vigilante
del civismo de nuestra plaza central, aunque lo volvieron a poner a andar con
cien ojos sobre el templo y el mismo Callejón de las sepulturas.
Indudablemente que el día de la
inauguración de la renovada plaza y la reinstalación del busto de Bolívar, hubo un acto solemne que se inició con una
oración del cura párroco, seguido de la interpretación de las gloriosas notas
de nuestro himno nacional. Era el acto de reenganche del busto sobre el
muñón. El Prefecto, ofreció las palabras
de bienvenida a los que asistieron y destacó las obras que se estaban haciendo
para mejorar la calidad de vida de los habitantes de La Puerta. Aplausos.
Cuando le tocó el derecho de
palabra, el invitado especial, ante las
autoridades y las fuerzas vivas de la parroquia, destacó el
esfuerzo que se estaba haciendo en crear y construir obras para las
comunidades, en democracia, y haría alguna referencia a Bolívar y su gesta
independentista. Que el Libertador, nos dio con su entrega y lucha, la libertad
política, la liberación de nuestros pueblos y soberanía del imperio español,
quedando por cuenta de nosotros y de las demás generaciones, conseguir la otra
libertad.
No se habló del
retardo en los trabajos. La actividad contó con la presencia de las autoridades
regionales, del Concejo Municipal del
Distrito Valera; el
Intendente de educación municipal, y los estudiantes y profesores de la
escuela, así como, los representantes de las fuerzas vivas del Municipio y
otros distinguidos invitados especiales.
Aguantó las inclemencias
del movimiento de cautivo en una esquina del frío piso de un depósito de
trastos viejos en la citada oficina pública municipal, porque de todos es
conocido que el bronce
es más resistente y duro que cualquiera otra aleación común, menos el acero,
que lo supera en cuanto a resistencia a la corrosión, la lluvia, sol e
intemperie. Protegiendo este metal, la belleza y los detalles de la obra que
salió de la fundición artística, lograda por el escultor desconocido. Purgó de esa forma, aunque fuera Simón Bolívar,
como les dije, dos años de obligado cautiverio; por algo tuvo como convicción
que era el hombre de las dificultades. Así
es La Puerta.
Busto de Bolívar
de la plaza de La Puerta, desnudo, sin la placa de mármol y la inscripción
conmemorativa de cuando lo reinstalaron en los años 60. Obsérvese las
condiciones en que está, en tiempos de pleno auge de las ideas bolivarianas.
Cronografía nuestra.
Como se puede ver en la gráfica, la placa de mármol con la
inscripción del tributo al Padre de la Patria, se desprendió, afirmo que se
deprendió porque no es de metal ni de bronce, si lo fuera ya estaría en una
fundición. Ahora se ve rustico y escarapelado el pedestal del busto, sin la
placa conmemorativa. Pregunté el viernes 31 de mayo del 2019, en la Prefectura
del gobierno bolivariano por la suerte de esa placa y no la saben. Así son las
cosas. Quizás algún día aparezca. No se
diferencia mucho de lo que ocurrió en Italia, en el Monte Sacro, con otro busto
de Bolívar, que le reseño a continuación.
Gráfica
de MPCC. Se observa el busto del Libertador en Monte Sacro en Roma, Italia,
después del ataque violento de que fue objeto por personas inescrupulosas en
los primeros días de mayo del 2019.
Un
concejal del Municipio de Roma III, de nombre Francesco Pieroni, publicó
denuncia en las redes sociales, sobre el vandálico derribamiento del busto del
Padre de la Patria, del lugar donde hizo
su histórico juramento por la Independencia de nuestros pueblos. El concejal
Pieroni, agregó el siguiente señalamiento:«¿Es divertido destruir la historia? Este busto
recuerda el lugar donde Simón Bolívar juró por la libertad sudamericana del
colonialismo español el 15 de agosto de 1805. El mismo lugar donde Menenio
Agripa había pronunciado su disculpa. Lo pondremos de nuevo con la Embajada de
la República Bolivariana de Venezuela en Italia>>. Loable y
acertada actitud de este munícipe romano; ojalá esto lo leyeran nuestros concejales criollos.
Ese hombre sencillo y feo, porque no se puede
decir que era agraciado, de mirada
profunda y ojos grandes, con frente ancha, cabello crespo, nariz amplia y de
labios gruesos, reseñado por los historiadores contemporáneos con él, que era
pequeño de estatura, el Bolívar humano; debemos rescatarlo del planeta de los
dioses y darle sentido histórico, con
toda su carga ideológica en el presente. Considero que los tres hechos que he señalado en los párrafos anteriores, son reprochables por parte de la comunidad, las autoridades tienen la palabra. Vivifiquémoslo como inspiración y
fuerza movilizadora para los objetivos colectivos, solidarios y libertarios.
Bolívar, como lo han señalado algunos escritores no es solamente un genio o
una época o una guerra multinacional, es realmente un pueblo, una
nacionalidad y una América.
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