lunes, 28 de marzo de 2022

El reventón de La Lagunita, La Puerta, 1965.

El reventón de La Lagunita, La Puerta, 1965.

Oswaldo Manrique.


Recopilamos de la memoria oral de nuestra localidad, que una joven de apellido Ruz Carrizo, que pasaba por una lomita del Portachuelo, día de lluvia, se puso las manos en la cabeza y dijo, - ¡María Santísima, líbrenos! Veía aquello y no lo creía, y comenzó a temblar. Otros de los agricultores que también pasaban, vieron con sorpresa y los abrumó el miedo.

- El agua nos inundará las cosechas y hasta las casas -murmuró la muchacha, y comenzó a llorar. Ninguno, tenía respuesta para aquello, podía ser castigo de los espíritus malignos, nadie sabía, pero todos tenían miedo de que el agua siguiera brotando. Rápidamente, se comunicó la novedad de la inundación, por todo el pueblo de La Puerta y las señoras más católicas, en el templo de San Pablo Apóstol, rezaron pidiéndole perdón al Señor Misericordioso. Corría el año 1965.  


Ella, estaba viendo el pedazo de tierra de un señor de nombre Miguel Romero, oriundo de Jajó, muy trabajador de la agricultura, y además  emprendedor, quería sacar una vía de penetración agrícola, hasta el sitio de Isnabús. Le metió máquina, tenía su pequeño tractor, con  el movimiento de tierra por donde había una pequeña naciente de agua, al primer invierno se conjugó con el reventón de un acuífero, por supuesto, al ver que se estaba anegando, y salía más y más agua, tanto el señor Miguel, como varios agricultores que veían aquello, fueron presas del pánico y algunos se fueron retirando a sus casas.

Cuando se difundió la noticia, las señoras de San Martín, Quebrada Seca y San Pedro, y hasta las de La Puerta, rezaban y pedían que no fuera un castigo de Dios que pudiera llegar a inundar sus caseríos. El agua seguía cubriendo más espacio.

Al día siguiente, subieron las autoridades, Prefecto y funcionarios policiales, técnicos forestales. Uno de los funcionarios que acompañó al Prefecto, a ver lo que ocurría, se le escuchó: 

- ¡Ahhh qué charca tan grande! Cuando se estabilizó la salida de agua, hasta cierto nivel, hubo mayor tranquilidad, pues fue una inundación,  generada por el movimiento de tierra y resultó ser una laguna tapada y protegida por la misma tierra y la vegetación. 

Ya en 1920, en su estudio sobre cuencas hidrográficas, el geógrafo e historiador trujillano Américo Briceño Valero, ratificando los estudios del siglo anterior del geógrafo italiano Codazzi, señaló esta pequeña laguna, en la hermosa depresión de la Mocoti-Páramo de las Siete Lagunas, en jurisdicción de  La Puerta, estado Trujillo, asimismo, la registró el geógrafo francés Bennet, en su Geografía General de Venezuela, 1929.

Según la versión de Antonio Lino Rivero, cronista de estos lugares,  el papá de Francisco Villarreal, le vendió a Miguel Romero, el pedazo de tierra en el Portachuelo. Miguel se casó con Blanca Villarreal, pariente de aquel Francisco. Hombre de mucho trabajo,  recordó Rivero, que “Miguelito”, asi lo llamaban,  <<tenía un tractor y se propuso sacar desde ahí, un camino agrícola hasta Isnabus. Comenzó a abrir el hueco; pero se enfermó y no pudo seguir, a los meses cuando fue, ya había el estanque de agua natural, que hoy se conoce como La Lagunita>> (Conversación con Antonio Lino Rivero, el 18 de enero de 2022, La Puerta); y este nombre se puso en uso, y fue desplazando el topónimo original del lugar, que era El Portachuelo.

Señor Manuel Romero, emprendedor y laborioso comerciante y agricultor de La Puerta; fue la persona que tuvo la iniciativa de adquirir esta tierra de EL Portachuelo, para abrir una carretera, y resultó que se anegó y se convirtió en un estanque, que hoy es un punto turístico del país.  

La versión del señor Alberto Romero, hijo de Miguel Romero es que, en <<el año 1963, cuando Miguel Romero compra un terreno al señor Francisco Villarreal, con la finalidad de hacer una carretera hacia el sitio conocido como Ysnabús, sitio donde el señor Miguel Romero nació...para ese momento no existía la laguna>> (Notas que me envió Alberto Romero, sobre La Lagunita. Febrero de 2022). Igualmente anotó que, la laguna emerge en todo el espacio que hoy podemos ver, <<debido a que el movimiento de tierra generado por la construcción de la carretera al primer invierno generó una creciente y el agua llenó la cañada existente que solo había una naciente de agua y una canal por donde corría el agua hacia Tafallés>> (Ídem). Esta naciente de agua, es la que observaron Codazzi y Briceño Valero, como la <<pequeña laguna del Portachuelo>>. La posesión del Portachuelo, en nuestra investigación comienza desde la posesión de los Burelli García, hasta la Casa de Teja, en las inmediaciones de la entrada del Paramito; recuerda el mismo Romero, que para esa época, existían unas 7 casas alrededor de la lagunita.

Posteriormente, el antiguo Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), desarrolló un programa para arreglar y estabilizar el estanque y drenar los terrenos cercanos a ella. Fue entonces que a través del MAC, se ejecuta el cercado del estanque, que hoy denominamos de La Lagunita.

En 1975, después que fue asfaltada la vía La Flecha- La Lagunita, el señor Miguel Romero, observando que su terreno, se convirtió en un estacionamiento de carros, de los que iban a visitar  el estanque los fines de semana y de fiestas, le dijo a los hijos, tenemos que hacer algo en este sitio; fue cuando decidieron montar un <<pequeño negocio familiar, una cafetería y una venta de pastelitos que fue creciendo hasta ser lo que hoy es…transformándose en un sitio turístico>> (Ídem); surgiendo el primer negocio de comidas, que posteriormente se convertirá en la posada.  La carretera asfaltada y luego el surgimiento del estanque, le dio un impulso de crecimiento al caserío, y así, fue abandonando el uso del antiguo nombre de El Portachuelo, y consolidando el nombre de La Lagunita, como topónimo del lugar, y de hecho, el estanque se convirtió en algo atractivo y se fue tornando en un pequeño destino de paseo y esparcimiento, aunque, con el paso de los años y la avaricia de algunos comerciantes, han levantado anarquizadas construcciones, bardas y cercados, formándose un irregular mercado, que ha hecho impacto ambiental, en nombre de una anárquica "actividad turística". 

La Puerta, marzo de 2022.

omanrique761@gmail.com 

 

 

miércoles, 9 de marzo de 2022

La galopa de Cesáreo Parra, 1915.

 

La galopa de Cesáreo Parra, 1915.



Oswaldo Manrique

El joven y aguerrido Coronel, sentado en una butaca de cuero de vaca, sintió que malos augurios se le acercaban, cuando escuchó el sonido veloz de los cascos de una mula fina de algún cristiano amigo o compañero. Se calzó las polainas, tomó su revólver, se puso su lanosa carpeta encima, su sombrero y esperó a que terminara de llegar el desesperado jinete.



De Jajó a Palmira.

La mula a toda galopa, se deslizaba por entre riscos y empinadas montañas parameras, así como, por matorrales, arbustos y todo lo que pudiera parecer un mal paso. Andaba si se puede decir, por instinto y recuerdo, tenía sus años. Su jinete llevaba el apremio y el miedo a la vez, pues las condiciones políticas y militares que imponía Gómez el dictador, no le eran favorables; casi infranqueables, él iba con Dios y la Virgen, madre de éste. Conocía como la palma de su mano, el camino, sus ríos, quebradas, trochas, voladeros, zanjones, pasos, la maraña de pajonales, descampados de día y de noche, en lo claro y bajo niebla y lluvia.

Según nuestro dilecto amigo y colaborador Antonio Lino Rivero, hijo del maestro Martín Rivero, admirador del Coronel y amigo de Cesáreo, éste se encontraba en Jajó, porque fue a realizar diligencias en el sitio donde nació, y se quedaría el tiempo necesario. Aquel día, en la plaza del pueblo, después de saludar a viejos amigos de infancia y algunos familiares, se dirigió a donde el Jefe Civil del Municipio, pero ve un movimiento inusual de tropa del gobierno nacional y de policías. Llegó al Despacho, sintió una atmósfera represiva, cargada de olor a violencia, de cacería de hombre, que impedía respirar el aire en ese lugar y momento. Le preguntó a un conocido, la razón del operativo y le dijo el nombre de a quién iban a capturar y el sitio a donde se dirigía la tropa cazadora de hombres.

Cuando regresó a la plaza, se quitó el sombrero, se rascó la cabeza con preocupación, repitiendo en silencio el nombre de la presa de caza. Miró al cielo, como buscando una señal en ese momento de consternación interna. Sacó del bolsillo del pantalón la cajeta de chimó y se metió en la boca su peyita viajera. 

- ¡Mi amigo el Coronel! -pensó-. Y volviendo a mirar el rostro de aquellos “chácharos" infernales y bien armados con máuseres y rifles, buscó su briosa y pretenciosa mula, la montó, era buen jinete, ella comenzó a lucir sus hermosos pasos,  entonces su alterado dueño le dijo: - Apúrele ligero, que vamos pa’ Palmira avisar al Coronel. Una mula en ese tiempo, de acuerdo a las compras del general Araujo, podía llegar a costar unas doce morocotas. Mientras Cesáreo se retiraba al son del bello pasitrote del animal, los “chácharos", no le quitaron la vista, a su precipitada marcha.

 Era el año 1915, de entre el Zanjón de los Muertos, en la cima de La Mocotí salió Parra, por el pedregoso, angosto, sinuoso y empinado camino cercano a la Lagunita del Portachuelo, de allí surgió el jinete en una desesperada y ciega galopa. En él se notaba el amarillo de la tierra caminera, el sudor de la franela, junto al hambre y la sed de aquella larga carrera.

Entró en la casa de San Martín, buscó al Jurungo, padre del Coronel, conversó con él y salió rápido. Cesáreo entró a su casa en la Media Loma, buscó su carpeta de lana, algo de avío y continuó su apretada marcha. 

José Américo, estaba refugiado en la casa de su hermano Pedro Mario, en Palmira, << pues las fuerzas del gobierno lo perseguían de día y de noche>> (Rivero, Antonio Lino. Notas sobre Américo Burelli. S/N. En fotostato. Maracaibo. 2011).  El joven militar, se había convertido en uno de los enemigos más buscados por el largo y terrorífico gobierno de Juan Vicente Gómez, tras su levantamiento militar en la Sierra de la Culata y el sitio de Timotes, junto con otros oficiales, en lo que la memoria oral de nuestra comarca, llama “la guerra de los 15 días”.  

Cuando estuvo a punto de " tiro de cachito", el Coronel se dio cuenta quién era y desistió de disparar.  En efecto, la galopa, a pesar de su edad, no la sintió Parra, ni en lo físico, ni en el tiempo, eran momentos de preocupación por uno de sus amigos más admirado, en que el cuerpo se vuelve insensible, privilegiando el valor y el culto a la amistad, así lo aprendió y lo demostró, aún al costo de lesionar a su fiel animal.

Mula y jinete traspasaron la entrada de la finca y frenó en seco, en el patio. Se bajó de su fiel bestia que soltaba baba blanca en su pelambre,  y llamó al Coronel, quien lentamente al conocer la voz, salió a verle el rostro toteado por el sol y el viento, a recibirlo, aquella tarde de calor y frío. Era la figura con 58 años de edad, curtida, viril y alterada del buen amigo Cesáreo Parra. 

Cuando le informa que viene una columna de "chácharos" para capturarlo, entró rápidamente a la casa, y ordenó llamar a Pedro Mario, su hermano, poniéndolo al tanto, para la huida y evadir el cerco policial militar; también, o hizo con Umberto, su otro hermano, que andaban tras él para capturarlo, por estar involucrado en el movimiento de resistencia contra la dictadura. Con un gesto firme, le agradeció a Cesáreo aquel sacrificio de alertarlo frente a la cacería montada por el tirano enemigo. 

En la lacónica referencia de Rivero, apuntó que,  << De La Puerta, llegó un jinete (Cesáreo Parra), a todo galope para avisarles que venía una comisión para hacerlos presos. Los hermanos Burelli, tuvieron que salir huyendo por las montañas de San José de Palmira y Monte Carmelo>> (ídem); al no encontrarlos, la decepción la pagó un joven de La Puerta, José Antonio Pabón  a quien se llevaron detenido y amarrado, que trabajaba con Pedro Mario. 

Antonio Lino, agregó en relación a este hecho, que,  <<Dos días después llegó la tropa a la casa de doña Adela al mando del general Olegario Salas... alto y arrogante se adelantó y le dijo: - Señora, tiene que salir de aquí, necesitamos la casa para la tropa del gobierno>> (ídem); habían comenzado los saqueos a los bienes y fincas de los Burelli García. Evidentemente, Cesáreo le frustró la cacería a la Comisión del Gobierno, pero no, el ladronazgo.  

Parra, que lo vieron los militares en Jajó, sabía las consecuencias de su acción, montó nuevamente su mula, en rápida marcha se dirigió por un estrecho camino, y se regresó a su casa en Los Manzanos, donde lo esperaban con cierta impaciencia Mercedes su mujer y su familia. No estuvo seguro de su suerte ni de los riesgos que le venían, pero siempre estuvo pendiente de la suerte del Coronel. Así, logró salvar de la captura a ese caudillo pujante, en aquellos primeros episodios de la resistencia contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.  

Otra versión de este episodio, que no varía en lo sustancial del asunto, es la de una pariente del coronel Américo, que escribió lo siguiente: <<Al pasar la comisión por Timotes, el padre Buenaventura Vivas –enterado de lo que sucedía- envió a un baquiano llamado Cesáreo Parra, conocedor de atajos por la montaña, para avisar a sus amigos que habían sido descubiertos y que gente del gobierno iba ya en camino para sorprenderlos>> Burelli Rivas, Ligia. Humo de higueras. Capitulo X. Pág. 66. Editorial Arte. Caracas. 1979). 

En la continuación de su relato, anotó: <<En la tarde de ese mismo día los hermanos conversaban en la casa con dos o tres personas más y algunos peones que se habían convertido en guardaespaldas, cuando vieron llegar a Cesáreo Parra fatigoso y asustado con aquella noticia>>.  Ante esta reunión y conversación, les dijo: <<-apúrense que ya los Nacionales deben estar llegando al pueblo –les gritaba el hombre impaciente para que el gesto de aquel gallardo Padre Vivas y su propio cansancio no resultaran inútiles>> (Ídem).

Después de la carrera, en calma, le dio el íntimo saboreo de un sentimiento de satisfacción, espumante, sonoro y altivo como las aguas del Bomboy, que llenó su estampa, al haberle cumplido de esa forma, al mozo comandante de la Sierra de La Culata.  Esta  bondadosa acción, de aquel jinete y su mula, fue tema obligado en las casas de las familias puertenses, incluso, las de Jajó y Palmira.

¿Quién era el hombre de la galopa?

El hombre de la galopa, es José Cesáreo (o Cesário) Parra Castellanos, quien nació en la población de Jajó, estado Trujillo, en 1857. Su padre José Francisco Parra, agricultor y su madre María Isabel Castellanos. Compartió los afectos y crianza en su hogar familiar con seis hermanos, Hipólito, Genaro, Juana, Felipa, Petronila y Paula Parra Castellanos (Datos suministrados por Antonio Lino Rivero. 2022); parte de la extensa familia Parra, de Jajó. 

Desde la batalla campal de 1892, convertido Jajó -patio propiedad del general Juan Bautista Araujo el “León de la Cordillera”-, en un campo de guerra, por los "ponchos y lagartijos", dejando centenares de muertos, según Fabricio Gabaldón,  quedó abandonado (Gabaldón, Fabricio. Rasgos biográficos de trujillanos ilustres. pág. 120. Edición Presidencia de la República. Caracas. 1993); las víctimas de los saqueos de los Araujistas, formaron grupos armados de venganza y recuperación de bienes, creando más zozobra y violencia. 

Esta localidad, donde los amigos en confianza se dicen "zambo", unos a otros, cuyos temas de conversa eran los gallos, las bestias y las sementeras, quedó desierta. La mayoría de los jóvenes huyeron, otros se ocultaron, algunos se unieron a los caudillos regionales y locales, que hacían justicia por su cuenta. Eran tiempos de mucha violencia y hambruna. Cesáreo, antes de esto, había tomado otro rumbo: hacia La Puerta, donde se comenzaba a reconstruir un pueblo, sobre el destierro de los indígenas.

Parra, en su búsqueda de nuevos horizontes, se vino a La Puerta, y comenzó a trabajar unas tierras de don Audón Lamus, un prospero hacendado y un sagaz y dinámico comerciante de la localidad y del occidente del país. Éste hizo una enorme fortuna, adquirió mucha propiedad inmobiliaria, que incluyó, el lote de terreno y lo que quedó del Oratorio de la Guadalupe de indios de La Puerta, que construyó el padre Rosario, de su propio dinero en 1827; Lamus  lo adquirió del señor Giacopini y su esposa, el 23 junio de 1922, lo que produjo innumerables leyendas y narraciones extraordinarias.  

Lamus, era propietario de la posesión denominada “La Media Loma”, alguno considera que esta era la antiquísima e indígena “Lomalla de Busandi”, camino a La Lagunita del Portachuelo; Lamus se entendió con Cesáreo y éste comenzó a hacerla producir. Las otras fincas de Audón, como  El Pozo, eran muy productivas con buen ganado lechero y producción de quesos; así, fue adquiriendo otras propiedades, que lo convirtieron en terrateniente y en el hombre más rico del pueblo, pero Cesáreo se la llevaba bien con Audón, y sembraba parte de esas tierras.

En la posesión del padre Rosario, donde levantó el Oratorio de la Virgen de Guadalupe de indios, con mucha sapiencia comercial inmobiliaria y con visión futurista, en 1922, este comerciante se va a vivir a ese zona, a la entrada norte del área urbana de La Puerta y establece su casa, allí mismo, con varias puertas en la fachada, abre su negocio de telas, ropa, zapatería, sombreros  y mercadería seca, como en los tiempos coloniales, mientras más puertas tenía el local, era señal de gran prosperidad. 

En el costado norte  y lado izquierdo del negocio, montó una bomba de gasolina, era la entrada del pueblo y del hotel. En el costado Sur, tenía un solar donde criaba gallinas, puercos, pavos, gansos, quedaba una casa abandonada,  que se presume era para dar posada a los peregrinos, y al final de este patio estaba el portón que da al zanjón de la caraota amarilla; este zanjón se lo vende al tiempo, al señor Carlos Jaeger, del Hotel Guadalupe, después que le vendió el terreno donde se construyó el hotel. Este sector, después fue llamado el “Topón”.

Al asentarse como productor y estando en un sitio, que le permitió trabajar las tierras de Audon Lamus, con el que mantuvo buenas relaciones personales y de negocios, por muchos años, conoció a una joven de la Media Loma, con la que contrajo matrimonio en La Puerta, el 13 de noviembre de 1897, la novia, su nombre: Mercedes Paredes, de 18 años de edad, hija de Francisco Paredes y de Casimira Hoyos. La novel pareja se residenció en la Media Loma, fomentaron familia, procrearon cuatro hijas: Luisana, Blasa, Teodora y Sixta, y cuatro hijos: Daniel, Humberto, Jesús y Ricardo; este último, murió en el 2012, a la edad de 110 años, en La Puerta. 

Allí, muy cercano al caserío donde le tocó vivir y trabajar, Parra conoció a un joven Coronel oligarca, habitante de la posesión San Martín, próspero hacendado y valiente guerrero, de nombre Américo Burelli García. Es bastante probable, que en 1899, cuando era seguidor del joven coronel Américo Burelli, participara bajo la comandancia de éste y del general Leopoldo Baptista, en la acción de La Mocoti, que salvó a las tropas oligarcas de ser despedazadas por los liberales, y posteriormente, haya acompañado a éstos, en la famosa División Trujillo, contra los banqueros de la “Revolución Libertadora” en 1903. 

El ocaso del viejo roble de los Parra.

En la década de los años 30 del siglo pasado, el legendario Cesáreo Parra, gustaba de alternar con sus amigos. La consolidada y demostrada amistad con los Burelli García, dejó al fallecimiento de estos, empatía con algunos descendientes. Cuando Regulo Burelli Rivas, que estudiaba en el Seminario de Mérida, y luego al cursar Derecho en la universidad de dicha ciudad, regresaba en vacaciones a La Puerta, el viejo Cesáreo, con más de 70 años encima, lo iba a visitar, a conversar con él. Se llegaba a  la casa del molino de trigo, aquel que fue movido por el agua de la acequia hecha de mampostería, donde conversó muchas veces con Américo y con Pedro Mario, alrededor de una ruma de arepas de trigo y el exquisito mojito, o en una tarde, para compartir una taza de la sabrosa postrera; esa residencia rodeada de árboles de pomarrosa, matas de durazno, moras, limonero y una de naranjón, ubicada en lo que hoy es la calle 4 de La Puerta y cercana al río Bomboy.   

Esa aura que seguía al poeta, la literatura, el arte, la lírica, atraía al viejo roble de los Parra, quien al enterarse de la llegada de su joven amigo, se acercaba a su casa, con algunos frutos de su huerta, y se los llevaba más que como ofrenda al amigo, como una manera de conversar y escuchar sus entretenidas disertaciones culturales y religiosas, o escuchar sus canciones y poemas o que le hablara del Eminentísimo padre José Humberto Quintero. Ada Abreu Burelli, lo evocó en una remembranza, así: <<el patriarcal Cesáreo Parra -ese viejo señor de la hermosa barba blanca y conversación pausada y sabia- traía desde Chucumbete, para agasajar al tío Regulo>> (Abreu Burelli de Rodríguez, Ada. Reencuentro con una infancia. pág. 83. En: Abreu Burelli, Alirio. Un valle, una aldea, un río. Caracas. 2007). Quizás para Cesáreo, de los Burelli de la segunda generación, quien tenía cierta semejanza ideológica con el Coronel Américo, fue Regulo, por eso, su predilección amistosa.

En nuestra investigación documental, localizamos el acta mortuoria de nuestro personaje, que consideramos importante y la compartimos a continuación.

Partida de defunción de Cesáreo Parra. Transcripción del original.

<<N° 36. Francisco Miguel Delgado, primera autoridad civil del Municipio La Puerta, hace constar que hoy veintitrés de octubre de mil novecientos cuarenta se presentó a este Despacho el ciudadano Ricardo Parra de veintiocho años de edad, soltero, agricultor, vecino de este Municipio y manifestó que ayer a las dos de la tarde falleció en el Caserío “Media Loma” de esta jurisdicción, su padre Cesáreo Parra, de ochenta i tres años de edad, agricultor y vecino de de este Municipio, quien al acto de su fallecimiento estaba casado con María Mercedes Paredes, vecina de este Municipio.-  de las noticias adquiridas aparece que la causa del fallecimiento fue de Fiebre y duró enfermo quince días y no dejó bienes de fortuna. Los testigos presenciales de este acto fueron Luciano Moreno y Bernardo Ocanto, mayores de edad y vecinos de este Municipio.- Leída la presente acta al presentante y testigos manifestaron su conformidad y no firman por decir no saber. El jefe Civil (Fdo.)Francisco M. Delgado. El secretario (Fdo.) A. Burelli R. >> (Libro de defunciones año 1940. Unidad de Registro Civil Parroquia La Puerta).

Cesareo, vivió siempre en la Media Loma, fue un campesino sin tierra, la trabajó toda su vida, conocido por la calidad de sus cosechas y por sus buenas acciones. En el año 1940, aquejado de una enfermedad que no pudo vencer, su bien ponderada familia y sus amigos, vieron apagar la señera vida del legendario Don Cesáreo Parra, el de la frenética y nacionalista galopada de 1915. Murió sin haciendas, y sin bienes de fortuna. El rescate y recuerdo de este personaje local, debe mantenerse en la conciencia de los puertenses, porque fue un varón ejemplar, de trabajo tesonero y honesto, buen padre de familia, y por su lealtad a la amistad, a los principios y valores humanos, y particularmente por su actitud en defensa de los intereses nacionales. 

La Puerta, marzo 2022.

Omanrique761@gmail.com

viernes, 4 de marzo de 2022

31 años de la tragedia aérea en el Páramo de La Puerta.

 

31 años de la tragedia aérea en el Páramo de La Puerta.


Oswaldo Manrique. 


Se cumplen por estos días, 31 años,  de la tragedia aérea sucedida en el Páramo de La Puerta, lo que consternó por mucho tiempo a los habitantes de nuestra Parroquia, así como a la sociedad venezolana. en recordatorio de este hecho, debo mencionar que el amigo Antonio Lino Rivero, en el año 2009, realizó un foto-reportaje de la tragedia aérea del 5 de marzo de 1991, para lo cual recorrió la zona del siniestro, tomó gráficas, entrevistó a los dos primeras personas que dieron con el paradero del avión y los cadáveres, y  participaron a las autoridades, igualmente, conversó con gente del área urbana de  La Puerta, que prestó el auxilio a los familiares de las víctimas; fue un trabajo muy detallado, que merece que lo compartamos. 



El relato a que me refiero es el siguiente:

<<Eran las 3:50 de la tarde del día martes cinco (5) de marzo de 1.991 cuando “El Oriental” como llamaban al avión DC-9-30 YV-23C de la línea Aeropostal, salio del aeropuerto “La Chinita” de Maracaibo, con destino a Santa Bárbara del Zulia. Donde debía aterrizar 30 minutos después. 

En la gráfica, a la izquierda, Antonio Lino Rivero, quien hizo un fotorreportaje sobre el accidente de aviación de 1991,  a su lado, Oswaldo Rivero (QEPD), con el brazo alzado, quien fue de los que primero avistó y llegó al sitio donde impactó el avión de Aeropostal. Gráfica 2562, cortesía de Antonio Lino.

A las 4:05 minutos de la tarde la tripulación del avión se comunicó con la torre de control donde informaban que todo iba bien. Pero hubo un cambio de frecuencia y se perdió el contacto con la aeronave. Esta desapareció de los radares del territorio venezolano. 



A las 8:30 de la mañana del día seis de marzo el aeropuerto “La Chinita”, estaba repleto de periodistas, familiares, amigos y usuarios. Por el alto parlante del aeropuerto se anunciaba la llegada de un vuelo nacional. Los familiares de los pasajeros del avión desaparecido se levantaron de sus asientos emocionados, pues creían que sus seres queridos venían de regresos sanos y salvos. Sin embargo en ese vuelo  no venía ninguno de sus familiares. La angustia siguió durante toda la mañana 


Eran las 12:40 del día seis de marzo, cuando anunciaron que el avión DC-9-30 de la línea Aeropostal que estaba desaparecido se había estrellado contra una montaña en el páramo Los Torres a varios kilómetros de La Puerta Edo. Trujillo.

         Un joven campesino de 17 años de nombre Aníbal Rivero, fue el primero en reportar a las autoridades de La Puerta, lo ocurrido con el avión que se estrelló en el páramo Los Torres sector “La Aguada” a cierta distancia donde vivía con sus padres Oswaldo Rivero y Natividad Villarreal…

         Mientras tanto en La Puerta Edo. Trujillo. Las autoridades de la región y el Sr. Pedro Peña, Presidente de la Junta Comunal organizaron un grupo de búsqueda con personas de La Puerta que se pusieron a la orden.

         Tras cinco horas de viaje por un camino angosto y húmedo a causa de las lluvias llegaron al sitio del accidente donde el frío es intenso. Al observar el lugar se consiguieron con un cuadro desolador.


El avión se partió en varios pedazos, había cuerpos por todos lados. El área de desastres era de unos dos kilómetros aproximadamente.

         Un grupo de rescate de la región zuliana se trasladó inmediatamente hasta La Puerta y se incorporó enseguida al grupo de rescate de la Zona Andina.

El total de los grupos era de unos cien hombres que se encargarían de la búsqueda, recolección y traslado de los cadáveres.


En la gráfica, Oswaldo Rivera (QEPD), primera persona que llegó al lugar del accidente y dio parte a las autoridades; aquí en compañía de su familia, quienes viven en el sector San Rafaelito.


         Tras tres días de intenso trabajo, los rescatistas ubicaron los restos de unas 30 personas. Faltaban 15 que no conseguían a pesar de haber revisado varias veces el sitio del desastre.

         Los familiares de las victimas se trasladaron hasta el páramo y contrataron a varios baquianos para recorrer los cerros que están al lado de donde ocurrió la tragedia.

Estos, junto a un grupo de rescatistas que estaban en el lugar del desastre peinaron de nuevo toda la zona. 

El día viernes 8 de marzo en horas de la tarde en un zanjón del cerro “San Felipe” como a 700 metros del lugar donde se estrello el avión, fueron encontrados diez cuerpos completos que estaban en sus asientos aun atados con su cinturón de seguridad. Desde el mismo zanjón lograron divisar los restos de los otros cinco pasajeros completamente destrozados 

         Las labores de rescate y traslado de los cadáveres duraron 20 días aproximadamente. Los rescatistas a veces soportaron temperaturas de cuatro a cinco grados centígrados debido a las intensas lluvias de ese mes.

Imagen de la Virgen, instalada por los familiares y amigos, en el páramo de las Siete Lagunas,  en recordatorio de las víctimas de este accidente de aviación. Gráfica  2571, cortesía de Antonio Lino Rivero. 

         Después de cierto tiempo tras rigurosas investigaciones, se conocieron lo que realmente ocurrió y provoco el accidente de la aeronave de Aeropostal la tarde del 5 de marzo de 1.991.

         La caja negra demostró que se trató de un error humano que no dio tiempo de corregir y fue lo que provocó la tragedia.

         El avión “El Oriental” era el orgullo de la empresa porque allí viajo el Papa Juan Pablo II cuando vino por primera vez a Venezuela en el año 1.985

         El piloto del avión era el capitán José Dávila, veterano aviador con mas de siete mil horas de vuelo. Como copiloto iba el capitán Vicente Calicchio, otro excelente aviador.   

Las aeromozas eran Emperatriz Salas, Alosbay Varsovia y Alis Velásquez. Alis, reemplazó a última hora a una compañera que no llegó a tiempo.

La gran solidaridad del pueblo de La Puerta fue unánime con los familiares de las victimas de esta tragedia. Sin esperar nada a cambio.

En la gráfica, aspecto de la consternación producida en la comunidad de La Puerta, por el accidente de aviación

En el cementerio de La Puerta, donde enterraron a dos ataúdes con restos (menores) de algunos de los fallecidos en este trágico accidente. Develaron una placa con el nombre de las 45 victimas>> (Rivero Paredes, Antonio Lino. Recorriendo el Páramo Los Torres. Fotoreportaje. Digital. Maracaibo. 2009). 

Queda este hecho, registrado como uno de los más dramáticos y trágicos eventos, ocurridos en nuestra Parroquia.

Nota relacionada: Mas información en nuestro artículo <<La tragedia aérea de 1991>>, en este mismo blog.

La Puerta, marzo 2022.

Omanrique761@gmail.com

domingo, 27 de febrero de 2022

Don Santiago Ramírez, testigo del tiempo.

Don Santiago Ramírez, testigo del tiempo. 


Oswaldo Manrique Ramirez. 


Ante él, el Valle y el río Bomboy exhibieron sus ramas y espuma batientes. Las ventiscas frías y sonoras del abra serrano, las sintió pasar, y los hechos y personajes de este pueblo, también los presenció como luciérnagas cromáticas encendidas por el tiempo. Lo llamaron el hombre de los 3 siglos. 

Don Santiago Ramírez


Nació en La Puerta, en 1896, falleció en 2009.  Don Santiago, fue un hombre del campo, laboró durante su juventud en la agricultura de este municipio trujillano, hoy Parroquia de Valera,  fue capataz muchos años , en el trapiche de la calle 4 de La Puerta hacia el río Bomboy, del señor Luis Ignacio Araujo, antes funcionó allí el molino de trigo de doña Petra Cantalicia García de Burelli. Este simpático personaje dejó una prolija descendencia familiar, que algunos estiman en más de cien, entre hijos y nietos, gente de bien, la mayoría vive en nuestra comarca. Fue además de un padre maravilloso para sus hijos e hijas, una persona colaboradora y muy respetada en la comunidad puertense.  Ejemplo de longevidad, quizás tomaba mucho díctamo real amarillo, murió cuando tenía 113 años de edad, por eso se le reconoce como el hombre de los 3 siglos. 

La Puerta, febrero 2022.

omanrique761@gmail.com 


domingo, 20 de febrero de 2022

El Peto sagrado de las Siete Lagunas

 El peto sagrado de las Siete Lagunas.


Oswaldo Manrique R.

Sacamos de nuestro yurúre, una reliquia de la época precolombina, elaborada sobre restos fósiles de la concha de un molusco testaceo impreso en este bloque de roca terciaria, con figura de ángel, que utilizaban colgados como peto los sacerdotes y los principales o tabiskeyes indígenas en sus ritos y celebraciones mágico-religiosas en el santuario Maen Shömbuk (Páramo Siete Lagunas, La Puerta, Trujillo en Venezuela). Fue llevada por mí, en el año 1984 a la Escuela de Antropología de la UCV, para su estudio, y según los expertos, no se le podía practicar la prueba de Carbono 14, porque había sido muy lavada la pieza; sin embargo, este objeto, perteneció a nuestros primeros pobladores Timotos.     

                                                                                                      

La reliquia, fue salvada por Tulio Rivas, de las manos de unos investigadores o arqueólogos extranjeros, que se metieron en 1961, en las cuevas de las Siete Lagunas y se llevaron gran parte del patrimonio de los difuntos Bomboyes; su referencia forma parte de nuestro artículo <<Cerámica: Memoria indígena de La Puerta>>.

En el aspecto religioso, el sacerdote indígena era el <<administrador del culto de los dioses, casi igualaba en importancia al Tabiskey>>  (Briceño Perozo: 29). El ilustre investigador, doctor Lisandro Alvarado, basado en la hipótesis del Profesor Gillioli, escribió: <<que estas figuras, así modeladas, parecen ser peculiares a las de los indígenas precolombinos de la región central de Venezuela, y que en cuanto a su significación representan ellas de un modo más o menos convencional un murciélago con las alas extendidas. Al establecer esta hipótesis recuerda al dios Murciélago, venerado antes por no pocas tribus Mayas de la América Central>> (Lisandro Alvarado.-Objetos prehistóricos de Venezuela. Revista Técnica del MOP. pág. 312.1912); las dos opiniones, nos dan una idea, del simbolismo de poder, que  representaba este tipo de amuletos.

En el páramo de las Siete Lagunas, existió una comunidad indígena de Xikokes y Mukutis, muy avanzada en comparación a su entorno. Allí se  hallaron trabajos artesanales, que no se han visto en otro lugar. Trabajaban el hueso molido y con él hacían vasijas muy decorativas con figuras acabadas muy precisas, con contornos difícil de realizar, las figuras o muñecos grandes como de un metro de altura, solos y en par, piedra demasiada negra en forma de panela de jabón por ambos lados con relieves y tallados que parecían escritos o símbolo; también en el cementerio indígena de Quebrada Seca y en Los Aposentos.

Peto de las Siete Lagunas. en su anverso, se puede observar los trazos finos y artísticos. Cronografía propia de este blog. 


Molestaba mucho a los curas doctrineros Antonio Montero, Salvador de Carmona y fray Juan de León, que llegaron a nuestros páramos y al valle de Bomboy, el que a algún indígena le encontraran un peto (pectoral) de estos, propio de los mojanes en sus ceremonias mágico-religiosas; consideraban los curas que esto era pecado de idolatría y cosas del demonio. La sensible figura de representar las alas blancas de los ángeles, la consideraban sacrílega, y por eso, arremetían y castigaban ferozmente a los mohanes.

Los pectorales en forma de alas de ángel o en forma de dos alas, que parece un ave o un vampiro esbelto, fueron usados por los sacerdotes originarios, simbolizando el sol, cuatro cortes perfectos en pirámide con rayos al contorno y dos orificios. En la parte frontal, que se observa en la gráfica, están los canales o formaciones naturales de la concha marina, asemejando medio Sol, con marcas que simbolizan los dos rectángulos en su parte superior y dos orificios muy pequeños. Detállese, extrañamente en su parte inferior, la letra épsilon. El material en que elaboraban estas piezas, al parecer son de roca pulida, figura hecha sobre restos fósiles de la concha de un molusco testáceo impreso en este bloque de roca terciario, que imita a un sol en su disco; cuando la vieron en la Escuela de Antropología de la UCV,  observaron que fue tallada en forma de concha de caracol marino. 

Reverso del peto hallado en el Páramo de las Siete Lagunas.Cronografía propia de este blog. 

La pieza está perfectamente pulida y con delicados detalles y trazos, hacen pensar que los Bomboyes, profesaban devoción por los cuerpos celestes;  tiene 24 centímetros de ancho, y de altura 11 centímetros y 2 centímetros de espesor. Al golpearla produce un sonido semejante al metálico. En el anverso, la pieza tiene en el rectángulo, perfectas incisiones, realizadas con finos trazos y cortes, como de instrumentos de alta tecnología y precisión que dan a entender, la importancia del que lo usa. Se percibe fácilmente el juego de líneas paralelas, igualmente, los conos incompletos, en combinación de vértices. También, se puede ver, dos diminutos orificios para los cordeles y guindar el peto en el cuello, o para suspenderlo y tocarlo como campana, que en conjunto significa parte de su simbología.

En la parte inferior, se puede detallar un rectángulo, con 9 pequeñas líneas paralelas, al parecer, indicativo de rango (mavis huent: nueve plumas), el máximo jerarca es el Tabiskey (diez plumas). Los finos y artísticos dibujos, trazos y figuras geométricas, números, rango, paralelas, hechos sobre este peto, indican en cierta forma, que nuestros primeros pobladores, tenían un sistema de comunicación escrita de definidos caracteres gráficos.  

         Esta pieza de mucha edad y de gran valor arqueológico e histórico, que aquí comentamos, nos ayuda a comprender cómo vivían los primeros pobladores de esta zona del Bomboy, sus costumbres, orden social,  los ornamentos que usaban, los símbolos de poder, y sus ritos de importancia, dedicado a sus dioses de la naturaleza, la lluvia, el sol, la luna, a sus jefes y guerreros.


Nota: articulo relacionado <<Cerámica: memoria indígena de La Puerta>>; publicado en este  mismo blog.


La Puerta, febrero 2022.

Omanrique761@gmail.com  


lunes, 7 de febrero de 2022

El Molino de Mimbom (La Puerta).

 

El Molino de Mimbom de La Puerta.


Breve reseña histórica. 


Oswaldo Manrique R.



Desde antes de la invasión europea y la llegada de los encomenderos, El  Molino fue antiguo y disperso caserío de los indígenas Bomboyes. Está ubicado en plena rivera del río Bomboy, por eso, su antiguo nombre de Mimbóm, así llamaban los primeros pobladores a este sitio, en las cercanías del Resguardo Indígena o Pueblo de indios San Pablo de Bomboy.

De clima fresco, tierra de mucha actividad agrícola, sus pobladores disfrutan de su hermoso paisaje, ya que está enclavado entre dos serranías, la del Pitimay, por su lado este, y la cordillera de La Culata, los Rivas, por el lado oeste, y asimismo, bañado de gracia, al ser surcado por el mágico río Bomboy.  Altura 1.758, temperatura 15 °.

En sus orígenes, se le llamó Mimbóm, es decir, sitio de río grande,   Caserío ubicado en jurisdicción de la parroquia La Puerta, Municipio Valera del estado Trujillo, Venezuela; el río Bomboy, por el vocablo indígena, fue muy caudaloso en la antigüedad. Junto con la hacienda Las Delicias, el sitio de Mimbón, fueron heredades fomentadas desde el siglo XVII, con grandes trigales y luego cañaverales y otras sementeras, por las familias Labastida y los Briceño, Álvarez De Buyn, Hurtado de Mendoza entre otras encomenderas y colonos; tenían su atractivo natural, paisajístico, fauna y buen clima, propio del Valle y del río Bomboy, que en vista del empuje económico y prosperidad fueron asentando colonos que llegaron en busca de tierras para explotar agrícolamente granos como trigo, maíz, arvejas, caraotas y otros.  

Panorámica de la entrada norte al caserío El Molino, obsérvese el enorme paredón de concreto y la via angosta y sinuosa. Gráfica propia de este blog.


Al empuje de los encomenderos, hacendados y los colonos, se fue rodeando de sementeras de trigo y frutos menores; inclusive, allí se llegó a  producir excelente trigo para elaborar el mejor y más sabroso pan.

Para moler el trigo hermoso y de alta calidad que se sembraba allí y en Los Llanos, así como, en el Portachuelo, Quebrada Seca, San Pedro y en la Cordillera, como lo observó Bompland y lo escribió el sabio Humboldt en 1800; <<este hecho es bien digno de atención, el trigo se cultiva... en medio de cultivos de café y de caña de azúcar>> (Viajes a las Regiones Equinocciales)sin duda, una tierra favorecida. 

 Los La Bastidas, Briceños y Debuyn, además de terratenientes, fueron  industriosos y progresistas en este valle, diversificando los cultivos en esta tierra llamada por los aborígenes: sitio de río grande (Mimbón).

Aunque hubo periodos económicos del café y la caña de azúcar, se estima que también de tabaco, la molienda harinera duró con fundamento, hasta mediados del siglo XX; posteriormente, las tierras fueron sembradas de variadas  hortalizas.  Hoy, solo queda de aquella factoría, las ruinas y el torrejón del viejo trapiche, por el viejo camino a esta heredad; igualmente, se conserva la piedra grande del molino, marcada por su año de elaboración: 1821, que era movida por el agua fuerte y permanente del río Bomboy, que nace en una laguna del Portachuelo (La Puerta), corriendo su cauce de sur a norte, regando las feraces vegas del Molino, siendo sus afluentes cercanos, la quebrada El Pozo, la de los Rivas y una de nombre  Mimbom; fue considerado por Briceño Valero, un río de cuarto orden, que desemboca en el Motatán.   

Debe este sitio su nombre a que en 1823, luego de la guerra de independencia, en Venezuela, se abre cierto periodo de estabilidad política por la derrota y destrucción de la flota realista en el Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, con la consiguiente salida de la derrotada tropa hacia Cuba y otros países; el hacendado Ramón Briceño, de la estirpe guerrera de los Briceños del valle de Bomboy, instaló un Molino para beneficiar el trigo sembrado en sus tierras y en las de los alrededores; su antiguo nombre es Mimbón, que en lengua indígena, se refiere a rio de agua grande. Los aborígenes llamaron al sitio del molino, como Molino-Mimbom ó Molino de Mimbom (Briceño Valero, Américo. Geografía del Estado Trujillo. pág. 123. Caracas. 1920),  combinación de la palabra hispana molino, con el topónimo y vocablo indígena Mimbóm, que por su terminación significa río de aguas mayores o fuertes (Fonseca, Amílcar. Orígenes Trujillanos. Tomo I. pág. 310. FEAC. Trujillo. 2005);  se refiere precisamente  al Bomboy, afluente del Motatán, que serviría no solo para el riego de las tierras, sino como fuerza impulsora de las ruedas pétreas del molino. El sitio Molino de Mimbom, como lo registró el geógrafo Briceño Valero en el siglo XIX,  significa: molino de río grande; luego, solo quedó como topónimo el símbolo económico, como El Molino, como actualmente se le distingue en lo político-administrativo. 

La economía agraria del café, cacao, caña dulce, y el trigo, que sustentó la vida de los valleros del Bomboy, volvió a coger impulso, al culminar la guerra de independencia.  El rupestre triturador hidráulico, permanece durante varias décadas funcionando y fue la fuente principal de la economía de este caserío El Molino, y surtirá de harina a las familias de La Puerta, Mendoza, Valera y Timotes, hasta que dichas tierras fueron compradas por Macrobio Delgado, quien comenzó a sembrar y explotar la caña dulce y se instaló el trapiche. Macrobio, era médico pediatra en Valera, graduado en la ULA, nació el 20 de abril de 1879.

Existe dentro de Las Rurales, un pequeño monumento civil, como huella y símbolo de lo que significó su antigua factoría harinera, es la enorme piedra circular que perteneció  al viejo molino, que en su parte superior, tiene la inscripción: 1821; y que se encuentra ubicado cerca de la Casa Comunal y del comedor popular,  

 Se ha tomado ese año 1823, como la data de inicio de este caserío, casi contemporáneo con la  erección de Valera como parroquia eclesiástica, gracias al impulso de otro vallero de la familia Briceño, el Dr. Gabriel Briceño de La Torre.

En 1920, de acuerdo al cálculo del geógrafo Américo Briceño Valero, tendría unos 150 habitantes y algunas 20 casas o bohíos dispersos. Se cultivaba trigo, caña de azúcar, papas, arvejas y todos los demás productos de zona fría. Tenía como autoridad un jefe de Aldea, dependía en lo político-administrativo del Municipio La Puerta.


El Trapiche del Molino


En la revisión histórica del caserío El Molino, no podemos obviar a un personaje a quien debe considerarse el Decano de este sitio. Hoy tiene 95 años de edad, y conserva en su privilegiada memoria gran parte de la  trayectoria constructiva de El Molino, el señor Encarnación Briceño, quien nos ha sido de mucha utilidad en la reconstrucción de hechos y personajes para esta breve reseña histórica del lugar.  


En la gráfica, se puede observar a la izquierda ruinas, y en el centro el torrejón del  viejo Trapiche; igualmente, el antiguo camino de la hacienda y El Molino. Imagen propia de este blog, tomada en diciembre de 2021.


En relación a  sus tiempos de juventud, de uno de los pocos sitios de trabajo en el caserío, dijo: <<El Trapiche del Molino, lo hicieron en el año 35, aproximadamente, estaba yo muy pequeño. Eso era propiedad de doña Eloísa Delgado y su esposo el Dr. Macrobio Delgado, eran los dueños, y se lo venden al señor Zacarías Araujo. En los años 50, había entre "Los Llanitos" y "Santa Barbará", apenas 14 casas, ranchos de bahareque, esto era monte y caña>>; sin duda, pocos habitantes y pocas casas entre 1935 y 1950.


Monumento civil Piedra de El Molino, ubicada cerca de la Casa Comunal de Las Rurales. Puede observarse la gran piedra trituradora del antiguo molino de trigo que existió hacia la entrada sur de este caserío. Cronografía propia de este blog.  


Trapiches y haciendas.

 En relación a las fuentes de empleo, en los tiempos de su juventud, Encarnación Briceño, dijo, <<en esta zona, no había trabajo, solo las haciendas y los trapiches.  Desde San Luis hasta La Puerta, existían 20 trapiches>>. Explicó, que en su caso particular no fue peón de hacienda, pero, <<el trabajo es compañero del hombre>>; asi se lo enseñaron en familia, desde pequeño.  Reveló,  <<yo no trabajé en haciendas, trabajé en la tierra de mi papá, tenía caña, la que sacaba y yo la llevaba en dos bestias, hacía 8 viajes hasta el Trapiche de Hilarión Gutiérrez, para la molienda, me pagaba un Bolívar por cada carga;  sembraba también maíz, caraota, arveja>>. El trapiche de Gutierrez, estaba ubicado casi en términos de Los Cerrillos, parroquia Mendoza. Su padre Zoilo Briceño, trabajó su tierra, pero la caña la pagaban muy barato.  Fue jefe de aldea, que era un cargo de mucho respeto en aquella época. 


Panorámica parcial de Los Llanitos, tomada desde las Rurales de El Molino. Cronografía propia de este blog. 


Se refirió a otra hacienda, Los Llanitos (de el sector El Molino, parroquia La Puerta), de Pío Tori, <<recuerdo cuando llegaron los franceses a trabajar esa hacienda, las mujeres trabajaban descalzas recogiendo piedras y también araban, preparaban la tierra, gente de mucho trabajo y de sacrificio. Se vestían con los fardos de harina del norte, una tela gruesa, de eso hacían los vestidos y pantalones, también los calzones>>. Gente muy sencilla, que vino a hacer cobres honradamente. Los Tori, son una familia emparentada con los La Bastida y Briceño, descendientes de los encomenderos de este valle, y capitanes fundadores de Trujillo, 1570 (Rengifo: 59).

Las Rurales, un logro comunitario.

En nuestros pueblos andinos, se ha dado, una dispersión y anarquía de viviendas humildes, conformando barrios en los alrededores de las fuentes de empleo, específicamente cercanos a las haciendas o factorías, trapiches, talleres y molinos, que se combina con las denominadas disparidades sociales y de tenencia de tierra, sin servicios públicos, sin infraestructura, carreteras, sin atención en salud, educación y hasta en lo espiritual.

Detalle de la piedra de El Molino de Trigo, que estaba ubicado a la entrada sur de este caserío, cerca del puentecito.Se puede observar la inscripcion: 1821, la fecha en que transformaron la piedra bruta en instrumento de moler y triturar. Por eso, se toma el año de 1823, como data de origen de este sitio. Cronografía propia de este blog. 


150 años después de la instalación del molino de trigo, el gobierno nacional presidido por el Dr. Rafael Caldera (1969-1974),  comienza un proceso de construcción de viviendas, en un área donde se pudo desarrollar un asentamiento social, con servicios, carretera interna e infraestructura básica.  El promotor principal, fue el señor Rafaelito Rivas, quien era el Presidente de la Junta Comunal de La Puerta, preocupado funcionario por resolver los problemas sociales, quien junto con Ramon Araujo, Encarnación Briceño, Juan Mendez "Chico Juan", Rafael Méndez, que después fue Prefecto de la Parroquia, y el señor Ramón Espinoza, conocido popularmente como "mascahierro", tuvieron la iniciativa de impulsar este proyecto urbanístico

Así, se construyó un desarrollo habitacional de carácter social, denominado Urbanización La Paz, popularmente conocida como Las Rurales, que le cambió la manera de vivir a los molinenses, y le ha dado mayor estabilidad a este asentamiento poblacional. Entre las familias más antiguas de este sitio, se anotan los Briceño, Espinoza, Rivas, Olivares, Jerez.

Don Encarnación, el popular “Canita”,  vive con su familia, en una de las casas del desarrollo habitacional El Molino, que denominan Las Rurales, dijo <<Las hicieron en el 70 y las entregaron en el 71>>, fueron 37 casas, posteriormente, construyeron otras, con las mismas características de las anteriores. Narró que,  <<el terreno un pedregal, entre monte y caña, era de Tobías Briceño, y lo vendió a Isaías Rivas, este lo vendió a Zacarías Araujo, quien lo vende a Ramón Araujo, que a su vez, lo vendió a la Gobernación. Era Gobernador el Dr. Sánchez Cortés y la secretaria, la Dra. Dora Maldonado, que nos ayudó>>; efectivamente, al señalar que los terrenos eran un pedregal, es una sencilla descripción de la estructura geológica del sitio, surcado por el rio.

Don Encarnación Briceño, el decano de este sitio, por sus conocimientos históricos de El Molino. 
Cronografía propia de este blog. 


El Molino, orográficamente forma parte de la hermosa estribación de La Puerta;  Briceño Valero, prefirió llamarla de La Mocotí, pues nace del páramo de las Siete Lagunas (Maen Shombuk, en lengua indígena), y se va deprimiendo lentamente, para dar paso al mismo río Bomboy, que se lanza sobre el Motatán (Briceño Valero: 16 y 17).

La Escuela.

Hay un dato interesante, que da cuenta del ingreso de este caserío  al progreso y a la modernidad o su intento de salir de la oscuridad, cuando por gestiones realizadas por dos preocupados  vecinos: Zacarías Araujo y Quintilio Espinoza,  ante los organismos públicos, principia en 1935 a funcionar la primera Escuela con una matrícula de 30 alumnos, que saldrían liberados de la ignorancia que encerraba la negación de sus derechos elementales. Hemos leído en una breve reseña escolar que fueron estudiantes de este plantel educativo, el amigo Juan Olivares y Encarnación Briceño. En 1936, se abre oficialmente la escuela pública de este caserío, denominada Escuela Mixta N° 51, El Molino, La Puerta, se designó como su regente a la señorita  Josefa  R. Jeréz (Memoria y Cuenta del Dr. Trino Baptista, Secretario General de Gobierno, año 1936). De las principales docentes que han dado su aporte y sus conocimientos en la Escuela de El Molino, reconocen a la maestra Josefa Olivares, quien en aquel entonces, era esposa del señor Juan Olivares. Recuerdan también con mucho afecto, a las maestras Clemencina Araujo y  Aura Ismelda Briceño, todas forjadoras de la educación en esta comunidad.  


         Capilla San Pablo Apóstol, San Judas Tadeo y Virgen de la Paz.

Después de estar en la piedra del Molino, Don Encarnación, nos llevó a conocer por fuera la Capilla, que estaba cerrada, y comentó: <<Después de haber hecho Las Rurales, proyecto de viviendas, se construyó la Capilla San Pablo Apóstol y San Judas Tadeo>>. Su padre Zoilo Briceño, muy devoto de la Virgen de la Paz, participaba de todas las celebraciones religiosas, allí siempre estuvo presente. 

   La Capilla de El Molino, tiene tres advocaciones o nombres, que son: San Pablo Apóstol, San Judas Tadeo y Virgen de la Paz.Cronografía propia de este blog. 


Vialidad y servicios.

La carretera trasandina tramo Mendoza-La Puerta, parte en dos, este Caserío, ubicado a pocos kilómetros del área urbana de la Puerta, con la que colinda por su lado sur y sector Santa Bárbara de por medio; por el norte con el sector Las Delicias, por el este con parte de la cordillera de La Culata, páramo de los Rivas, y por el oeste, con la serranía del Pitimay y Carorita, en jurisdicción de la Parroquia La Puerta, Municipio Valera del estado Trujillo. Tiene una vía de acceso asfaltada, que conduce a Las Rurales, antiguamente se entraba por el camino de la hacienda, donde esta el puentecito ( aquí estaba instalado la piedra del molino, que sirve de símbolo al urbanismo), y salia a Los Cerrillos; todavía se puede ver una parte donde esta el torrejón y las ruinas del trapiche. El torcido torrejón está todavía en pie, soportando la inclemencia del tiempo y la intemperie, junto con las ruinas del añoso molino, gracias a que se le hizo muro que los protege, como parte del patrimonio cultural e histórico local.

 Posee un Dispensario o ambulatorio medico popular. Por su bello, paisaje y saludable clima, ha venido cogiendo auge el turismo, hoy posee buenas posadas, hoteles y restaurantes; igualmente, talleres y comercios en distintos rubros. Código Postal 3106.

Bodegas populares.

Para los molineneses, las bodegas y negocios principales son: la Bodega de  Gonzalo, en la calle final de Las Rurales; la de “Mascahierro”, en la entrada del mismo urbanismo, y la Bodega de Olegario Rivas, situada en la carretera que conduce a La Puerta.  

Cuenta esta comunidad con su escudo, elaborado en 1973, por varios educadores, entre ellos el profesor Antonio Luis Siervo,  y su canto-tributo a El Molino, con letra de Horacio Baptista y música del maestro Franco San Germano.

Personajes Populares. 

Los Promotores.

Esta comunidad, por ser relativamente de reciente data, se debe comenzar por reconocer a los promotores del proyecto de urbanismo, que dio origen y consolidación a esta comunidad. Entre esos baluartes de la iniciativa, están: 

Rafaelito Rivas el promotor del urbanístico y presidente de la Junta Comunal de La Puerta, a quien conocimos pendiente de resolver los problemas de la comunidad. En ese proyecto lo acompañaron Ramón Araujo, Encarnación Briceño “Canitas”, “Chico” Juan Méndez, Rafael Méndez, el Prefecto; Ramón Espinoza “Mascahierro”

Pata e’ Queso. Jesús Alberto Espinoza, nació en El Molino, atleta de sacrificio, sin apoyo de nadie, maratonista nato, participó en cuanto maratón y competencias similares se realizaban en el estado Trujillo. De extracción humilde, sumamente fornido, de aspecto violento. Sus facciones estaban moldeadas, principalmente su piel por el sol, se tronó morena; fortachón, tenia  frente con entradas pronunciadas. Trabajó como ayudante en la construcción, luego albañil, se recuerda que era cabillero en la obras del Hospital de Seguro Social en Beatriz, Valera; el contratista era su coterráneo Germán Briceño. Desde muy joven. Fue aficionado al atletismo,  entrenaba por los alrededores del área urbana de La Puerta, hasta los predios de Valeralta. Al parecer, era un hombre violento. Acabó con su vida en Valera en  1975.

Manonegra.  Su nombre Manuel González, nació en El Molino; al parecer hijo del señor  Juan Olivares, de los viejos fundadores de esta comunidad. Manuel era un hombre fuerte contextura, curtida su piel por el trabajo y el sol; se distinguía físicamente porque tenía un lunar en una de sus manos. Trabajó mucho tiempo como caletero en el Trapiche. Cuando estaba libre, alegre, gustaba de su michito, pero a veces se ponía “perreroso”. Otras veces, se iba a Caracas, con algún camionero a vender verduras.

Todavía en estos pueblos, hay personajes a quienes se les conoce por algún apelativo, por sus características físicas o por los oficios que desempeñan, en éste, podemos señalar entre ellos: el popular “Saro”, diminutivo de Alejandro Araujo, hombre que trabajó la agricultura; “El Topo”, hijo de Rafaelito Rivas, trabaja en la construcción, su oficio es maquinista; “La Rola”, comerciante, se le ve en las carreteras conduciendo su  Volkswagen rojo. 

Al escribir esta reseña, sobre el espacio geohistórico, sus sitios, monumentos, recursos naturales, al igual que el estudio de sus personajes y hechos, recuerdo que aquellos son los valores de la tierra misma, su riqueza, sus creaciones civiles y económicas, con su don particular de dar alimentos y de formar hombres, junto con la formación de esta comunidad histórica, social y cultural denominada El Molino.  



Panorámica del Molino, hacia su lado oeste, sector Las Rurales, se puede distinguir la pequeña meseta sobre la que están construidas estas viviendas, y destaca la blanca Cruz.  Gráfica propia de este blog.







La Puerta, enero 2022.

Omanrique761@gmail.com


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