sábado, 1 de julio de 2023

El antiguo templo de San Pablo Apóstol de La Puerta

El antiguo templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.

Por Oswaldo Enrique (*)

<<el recuerdo de la torre que antaño presidía la comarca y que tímidamente demoraba sobre un valle de flores, al pie de inmensas montañas>> (Abreu Burelli, Alirio.  En: Abreu, José Rafael. La Puerta un pueblo. pág. 178. 1969).



 El breve resumen que aquí se comparte, fue extraído de una  parte, de la investigación documental e historiográfica sobre la incidencia ejercida por la Iglesia Católica en el proceso de evolución de La Puerta, como pueblo colonial de indios y luego, como expresión oligarca. De forma concreta, se escogió como referencia socio-religiosa, el Templo de Nuestro Señor San Pablo, y de forma particular la actividad y entusiasmo de los Curas, en una línea de tiempo, marcada por su empeño en construir, remodelar, reparar, reconstruir o reformar dicha edificación. 

Curas desde el siglo XVII al XX, involucrados en la construcción, remodelación, reparación, reconstrucción o reforma del antiguo templo de Nuestro Señor San Pablo Apóstol de La Puerta.

Ya era una comunidad indígena, desde tiempos inmemoriales, las viviendas y tupidos bohíos dispersas en el lado de la montaña por donde sale el sol, para protegerse del ventarrón y el frío que dispensa el serrano abra y poder observar la  altivez y el alegre sonido del río Bomboy.

Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta, construido por el esfuerzo y dirección del Pbro. Pedro Santa Anna Vasquez de Coronado, en 1790. 

Para la creación y establecimiento institucional y eclesiástica de La Puerta como Pueblo de Indios y Pueblo Cabecera de Doctrina, una de las exigencias principales al igual que para las ciudades, fue que el sitio escogido estuviera poblado por aborígenes con el fin de adoctrinarlos, en este caso moraba un grupo de Indios Timotes, específicamente Bomboyes, como lo afirman los documentos de Encomiendas, y esto lo fija la Ordenanza, así:   “Que sean  poblados de indios y naturales a quien se pueda predicar el evangelio, pues este es el principal fin para el que mandamos hacer los nuevos descubrimientos y poblaciones.”  (Ordenanza: art. 36). Para nosotros, eran aborígenes Bomboyes, Xaxoes, Mukutís, Kombokos, Bicuyes y Xikokes, del señorío de los Timotes, los que se convirtieron en la mano de obra esclava,  para el enriquecimiento de los invasores europeos.

En el año de 1608, el Obispo fray Antonio de Alcega, organiza y ordena la conformación de la Séptima Doctrina, teniendo como Pueblo Cabecera de la misma, San Pablo de Bomboy (hoy La Puerta); el gobernador Alquiza, había confirmado la “Encomienda Valle de Bomboy”; Quebrada de Comboco” y Lomalla de Busandi”, al capitán Juan Álvarez Daboin, constituida por 408 indígenas que se hallaban en el valle del Bomboi, para su explotación y catequización (Briceño Perozo, Mario. Historia del Estado Trujillo. Pág. 57. ANH. Caracas. 1984); eso significaba concentrar los aborígenes en un solo lugar, se induce que a partir de este año, comenzó la conformación del Pueblo  de Indios de dicha  Doctrina, en la parte sur del valle de Bomboy, en lo que en parte es hoy el área urbana de La Puerta, y que luego pasaría a ser el Resguardo Indígena de La Puerta, hasta 1891.


1608. Pbro. Antonio Montero y la primera edificación religiosa: una capilla doctrinera “enramada”.

El proceso de construcción de una capilla, hecha de horcones y bahareque con  techado  de carruso, adosado con barro, y cobertura de paja paramera, para llegar al Templo que hoy tenemos en nuestra parroquia, comienza con los repartos de tierra y encomienda del pueblo originario de indígenas bomboyes del señorío de los Timotes, algunos años antes de 1601, tiempo en que hace dejación de la “Encomienda Valle de Vomboy” y la de “Quebrada de Comboco”, el encomendero Tome Dabuyn, capitán portugués, luego le fue otorgada a su hijo el capitán Juan Álvarez Dabuyn, que aparece en el registro organizativo del Obispo Fray Antonio de Alcega y el teniente gobernador Diego Ruiz Graterol; congregándolos en el sitio del resguardo, lo que hoy es el área urbana de la Puerta.  La vieja y  limitada ermita,   levantada en los comienzos del siglo XVII, y concluida en 1620, para tener un espacio donde sentarse los noveles feligreses a celebrar la santa misa y los sacramentos, eran de las criticadas “ramadas”, que el Obispo Martí consideraba indignas e indecentes. La primera fue una Capilla de este tipo, una especie de casucha de horcones y paja, de una sola nave, estaba ubicada en toda la esquina donde está hoy levantada la Casa Cural, avenida Bolívar, diagonal a la plaza, esquina frente a la casa de la familia Rodríguez. Con el avance económico de las plantaciones de los primeros encomenderos y sus indígenas avasallados, habría sido hecha con troncos de tirindí y guadua, con techo de paja, que con el tiempo sería sustituida por una construida de bahareque y techo de tablas y teja; era un sitio en el que la feligresía aborigen acudía a escuchar las misas, las noticias sobre los curas, mayordomos de fabrica y sacristanes, las visitas de los Obispos, y la preparación de las celebraciones, bautizos y confirmaciones. 

El padre Antonio Montero, fue quien acompañó al Obispo fray Antonio de Alcega, en su recorrido por el valle de Bomboy a finales de 1607, en su jornada de exploración y organización de las Doctrinas; al ser designado primer cura doctrinero, se distingue que fue el encargado de la construcción de la primera Capilla de San Pablo Apóstol (Briceño, 60). Se desconoce si asistió al II Sínodo Diocesano de Caracas, en 1609.

Esta Séptima Doctrina, ordenada por el Obispo Fray Antonio de Alcega, aunque se ve hoy irregular y contradictoria en su conformación,  tenía un objetivo de orden estratégico y geopolítico. Hasta el sitio Timotes (hoy del Estado Mérida) formaba parte del territorio del Virreinato de Santa Fe  (Colombia), y el lado colindante, La Puerta, correspondía a la  Capitanía General de Venezuela, aquí se iniciaban los lindes de la provincia, y se fue desarrollando el comercio e intereses fronterizos entre las dos jurisdicciones.  Para 1620, ya estaba construida la modesta Capilla, de barro, y techo de horcones de madera, cubierta de paja paramera.

1629. Pbro. Salvador de Carmona, sustituyó al padre Montero, fue de los más interesados en la desconcentración de los indígenas del valle, que habitaban en el Pueblo Cabecera de la Séptima Doctrina (La Puerta), lo  que dio origen al nacimiento del Pueblo San Antonio Abad (hoy Mendoza) y a San Pedro de Jajó, por decisión del gobernador Francisco de la Hoz Berrío, en 1620, lo que coherentemente cumplía con las disposiciones reales de concentración de los aborígenes.


La hermosa torre campanario del viejo templo, se conserva con modificaciones; desde hace varios años permanece muda, porque una "mano bendita" arbitrariamente se llevó las centenarias campanas, y no las ha devuelto.

Se tiene como otro dato importante de los inicios del proceso de adoctrinamiento católico de nuestros nativos Bomboyes, el año 1636, en el que ratificado el padre Salvador Carmona, como cura doctrinero del Pueblo San Pablo Apóstol del Bomboy (hoy La Puerta), fue quien sustituyó este año a su antecesor, el padre Antonio Montero (Briceño Perozo. Mario. Historia del Estado Trujillo. Págs. 56 y 57. Biblioteca Academia Nacional de la Historia. 1984). Fueron el abnegado padre Montero y luego el padre Carmona, los que asumieron la responsabilidad de construir y mantener en las limitadas condiciones de infraestructura la Capilla, durante la primera fase de la misión eclesiástica y evangelizadora con los indígenas Timotes y Bomboyes de este Pueblo de Doctrina, bajo la jurisdicción del Obispado de Venezuela, cuya sede estuvo primeramente en la ciudad de Coro hasta 1638, en que se trasladó a Caracas, con el Obispo Mauro de Tovar.  Dos años después, Carmona permanecía como Cura doctrinero (Documento de Encomienda de Cristóbal Hurtado de Mendoza, otorgada por el gobernador Francisco Núñez Melean. En: Zambrano, 16). Fray Juan de León, lo suplía en la Doctrina (Briceño, 60). 

1670. Pbro. Nicolás de Reyna y su fundación cartular.

El historiador Amílcar Fonseca, en Orígenes Trujillanos, en referencia a este Cura, señaló que junto con el encomendero Mateo de Párraga, fundó un pueblo llamado San Pablo de Bomboy, a orillas del rio de ese nombre; esto nos lleva a pensar en dos hipótesis, una, que se refería a la aldea San Pablo que fue creciendo en el área de Mendoza (zona norte del Valle), en los alrededores de la posesión San Pablo de Bomboy, verdaderamente cercana al cauce del río (Fonseca, T1, 313), o que fue una fundación cartular de reorganización espacial del Pueblo de Indios Cabecera de la Séptima Doctrina (zona Sur del valle, hoy La Puerta), que tuvo como centro de ella, la antigua Capilla, puesto que este, ya tenía varias décadas de constituido.

1687. Pbro. Licenciado Juan Buenaventura Cabrita Losada y su contradictorio status.

El padre Cabrita, era a la vez, encomendero y cura doctrinero. (Relación de un viaje por las tierras de los Cuicas); desempeñaba el rol de explotador y el de protector de los indígenas.

1760. Pbro. Fernando Paredes Barriga, Cura doctrinero. Al parecer, era descendiente de un pariente del capitán Diego García de Paredes, fundador de Trujillo (Fonseca, T2, 195). 

1777. Pbro. Pedro Santa Anna Vásquez  de Coronado, el  constructor del viejo templo de San Pablo Apóstol de La Puerta. De templo de indios a templo de  oligarcas.

El padre Coronado,  fue quien recibió al Obispo Mariano Martí, en la primera Capilla de techo enramado. Dicho Prelado anotó en su Informe de visita pastoral, lo siguiente <<13. San Pedro de Bomboy (La Puerta). Pueblo de Doctrina. Libro más antiguo: 1720. Almas; 349>> (Briceño, 92); era una comunidad indígena de lento crecimiento, que se mantuvo casi totalmente pura, según las añosas Relaciones Geográficas.

Duró bastante tiempo al frente de este pueblo; en 1782, aun era Cura Doctrinero de La Puerta y Mendoza (Partida de Bautismo de Antonio Nicolás Briceño, el coronel patriota).  Coronado, fue el constructor del viejo templo de San Pablo Apóstol de La Puerta, actividad que habría iniciado en 1790 (Partida Defunción del Dr. Antonio Nicolás Briceño, padre del mártir independentista, 1804).

Bien avanzada la segunda mitad del siglo XVIII, Pedro Santa Anna Vásquez de Coronado, preocupado porque la comunidad, no contaba con un templo adecuado y “decente”  para la feligresía católica del valle, emprendió su periplo para la construcción del mismo, en el lote de terreno que se le había asignado cerca de la plaza. Poca gente se prestaba a colaborar, pero eso no lo hizo desistir. Solicitó la anuencia del Obispo y a las autoridades de Trujillo, quienes le otorgaron la licencia para construirlo. Pidió limosnas y colaboraciones, y un domingo, luego de la misa habló del proyecto y colocó la primera piedra del templo y comenzó la obra, asi, fue obteniendo la colaboración de toda la comunidad católica, destacando un aporte que superaba el que dieron los españoles, los blancos criollos y los mestizos: los indígenas, que persistían en sus propias creencias, donaron un lote de terreno cuyo valor era altamente significativo, y esto facilitó la obra dedicada a Nuestro Señor San Pablo Apóstol del Bomboy. Esta negociación, era jurídicamente improcedente, no podían ser cedidas ni  enajenables, porque eran tierras comunitarias  asignadas a los aborígenes Timotes de este valle, pero quien tenía el deber de oponerse no se podía oponer: era el mismo cura Vásquez de Coronado. En los primeros folios del Libro de Fábrica de la Parroquia, se encuentra el primer inventario de bienes realizado  en 1931, aparece la donación de dicho lote de terreno, el Mayordomo Pedro González, registra que el templo parroquial tiene dentro de su patrimonio “Un terreno de San Pablo que fue donado por los indígenas valorado 1.200 bolívares” (Acta de Inventario del año 1931. Libro de Fabrica del templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.  Archivo Histórico de la Diócesis de Trujillo).  Este curioso dato, nos hace pensar que la vieja donación, para los indígenas, tenía como objetivo, lograr la construcción de un  templo más adecuado.

El cura Vásquez de Coronado, logró levantar una edificación sencilla, pero que reunía lo que aspiraba la comarca, un templo católico andino, con espacio suficiente para el encuentro litúrgico, su altar, el presbiterio, sus bancos de madera, su campanario, su sacristía, el bautisterio, con suficiente terreno para cementerio;  posteriormente se haría la casa cural. Había logrado este sacerdote terminar, la construcción más importante de este nueva comarca, había logrado avanzar en la trasformación de esta aldea indígena, y abría el campo de perspectivas para la fusión de ambas culturas, de la cual derivaría nuestra conformación como pueblo. 

Dicho templo, fue construido en el mismo sitio y terreno de la primera capilla, la “enramada”, no hemos encontrado el contrato de construcción, por lo que se desconoce quiénes fueron los maestros de obra, albañiles y artesanos, carpinteros, alarifes y ayudantes que asumieron la construcción del sencillo templo, ni los cálculos y costos de obra, ni planos de ejecución,  lo que si se pudo determinar en esta indagación  fueron los materiales utilizados. Desde los inicios de la etapa colonial en Venezuela, las construcciones y obras, arrastraban la influencia de la arquitectura e ingeniería castellana, optando los colonos, por adaptar el estilo mediterráneo colonial a las características y materiales de construcción, en nuestro caso, de la zona andina. El gusto de los gobernantes, encomenderos, hacendados, mantuanos y de los sacerdotes, influyó mucho en las obras religiosas desarrolladas en la provincia, predominando el estilo español. 

La data de culminación del templo de San Pablo Apóstol del Bomboi, se  estima para finales del siglo XVIII, es decir, cerca de 1795, que es el año de la llegada como cura párroco de La Puerta y Mendoza, del sacerdote Francisco Antonio Rosario; considero que  estaba recién construido el templo de San Pablo Apóstol, por lo que el nuevo párroco se dedicó a fomentar la construcción de la capilla anexa al templo de San Antonio Abad, en la vecina parroquia Mendoza, obra que comenzó en el año 1796. En cuanto a esto, encontramos una nota curiosa, en  el acta de defunción del Dr. Antonio Nicolás Briceño, padre del coronel Antonio Nicolás Briceño “el diablo”, de fecha 21 de septiembre de 1804,  suscrita por el padre Francisco Rosario, se lee que,   hizo memoria testamental  ante testigos, en la que “…instituyó y ordenó a sus herederos y albaceas que de sus bienes le diesen a la Iglesia de San Pablo Apóstol de La Puerta, la suma de cincuenta pesos, pertenecientes a la fábrica de dicha iglesia, por cuenta del Presbítero Don Pedro Santa Ana, cura que fue de este pueblo..”  (Rosario Tavera, Huma. Trujillo, epicentro de la campaña admirable. Pág. 64. Imprenta del Estado Trujillo, 2010). Esto pudiera entenderse, que para este año,  ya estaba construido el templo en forma para los feligreses  y pagaba de esa manera su deuda. Lo interesante de este dato, es que  confirma que para finales del siglo XVIII, se tendría un primer templo decoroso y digno en esta Parroquia, gracias a la labor y emprendimiento del sacerdote Pedro Santa Ana Vásquez Coronado.

Esta edificación de solida construcción, duró en pie 175 años aproximadamente y fue sustituido por el Templo actual, construido por el padre Trejo, inaugurado en 1965. La escritora Ligia Burelli, la describió asi: <<Del techo de tirantes de la vieja iglesia, se desprendían dos columnatas formadas por listones de madera y que dividían el recinto en tres angostas naves. Los reclinatorios ocupaban las naves laterales, pero solo desde la Puerta del Perdón hasta las escalinatas que llevaban al altar>> (Burelli, Ligia. Un día volver. Pág. 33. Gráficas Franco. Caracas. 1992).

En la gráfica, se puede observar cómo era la parte interna del viejo templo de San Pablo Apóstol de La Puerta, construido por el Pbro. Pedro Santa Anna Vasquez de Coronado, en 1790. esta solida y modesta obra, fue demolida, al ser inaugurado el actual templo, en 1965. 

De igual forma, nos asoma el carácter elitesco que había adquirido el Templo, en las primeras décadas del siglo XX, al describir cómo se debía estar en este recinto, << En este espacio debían situarse las mujeres y los niños. Los hombres tenían que permanecer atrás, de pie o hincados en el suelo de ladrillo, durante las ceremonias>> (ídem); se refería a la nave central y las laterales. Agregó que, los hombres podían <<de acuerdo a su status social, llevar una silla –que otro cargaba por supuesto- y, sobre todo, un cojín en forma de anteojos: un redondel para cada rodilla>>(ídem); eran los convencionalismos propios de la pequeña oligarquía municipal, que se estaba conformando de un pueblo “sin indios y sin negros”, luego del despojo de las tierras del Resguardo indígena, en 1891.  

Mi recordado profesor, el  Dr. Alirio Abreu Burelli, en sus memorias contempla esta estampa: en <<la pequeña iglesia…moraban San Pablo, la Virgen de la Paz…y San Isidro eran parte de nuestras gentes…habían venido de lejos, pero estando entre nosotros, eran solo nuestros>> (Abreu Burelli, Alirio.  En: Abreu, José Rafael. La Puerta un pueblo. pág. 178. Caracas. 1969); eran de manufactura española.

1795. Pbro. Francisco Antonio Rosario, el protector de los indígenas. Este  sacerdote patriota,  llegó a ejercer su apostolado al Templo recién construido por el padre Coronado. Asumió el Curato en este año, según los primeros Libros Eclesiásticos de San Pablo de Bomboy (La Puerta), que hemos revisado y reposan en el Archivo Histórico de la Diócesis de Trujillo. Fue constructor de la hermosa Capilla de Mendoza y del Oratorio de la Virgen de Guadalupe de Indios, ubicado en la entrada norte de La Puerta (donde hoy se asienta el Hotel Guadalupe), y fue destruido a raíz del fraudulento Juicio de Partición del Resguardo Indígena, de 1891. Murió en 1847.

1847. Pbro. Zoilo Troconis, era Vicario de Escuque, fue amigo y confesor del padre Rosario y le tocó realizar los oficios de la sepultura eclesiástica de este. Ofició misas y otros servicios litúrgicos en este antiguo templo. Nació en Maracaibo en 1813, fue diputado por Trujillo. Murió en 1883, a los 70 años de edad.


1860. Pbro. Dr. Enrique María Castro, biógrafo del padre Rosario. 

El padre Castro fue párroco de La Puerta y Mendoza, desde este año y  pudo realizar el estudio concienzudo de los papeles y archivos personales del padre rosario, con lo que pudo rescatar gran parte de su vida y obra. También estuvo de párroco en Valera (1871-1873). En 1877, viaja al exterior.

El cronista José Rafael Abreu, menciona a cuatro Curas que oficiaron en este siglo,  en el Templo de San Pablo, sin embargo, no hemos encontrado ningún indicio ni elemento documental de su existencia, ellos son: Padre León;  Padre Flores; Padre Figuera; y el padre Florencio A. Paredes (Abreu, 67).

1882. José Asunción León, quien sin ser indígena, y participando de la componenda para despojar a los aborígenes,  obtuvo varios lotes de terreno en la fraudulenta Partición de  posesiones del Resguardo Indígena, en 1891. Para este tiempo, el Templo había cumplido más de cien años de construido y conservaba sus características fundamentales, que son las siguientes:

El diseño y distribución del espacio interno del templo, responde a la tendencia arquitectónica católica aplicada a las edificaciones religiosas en las colonias americanas. Planta rectangular, semejante al estilo basilical, que se describe en el acta de inventario   de 1882, cuya acta describe: “En el cuerpo de la Yglesia de La Puerta a trece de abril de mil ochocientos ochenta y dos el cura encargado de ella presbítero José Asunción León, asociado del Mayordomo de Fabrica, ciudadano Miguel Aguilar y los testigos, avaluamos Natividad Aponte y José Miguel Bustos se procedió hacer en debida forma el inventario de propiedades de la Yglesia. Primeramente. 1.- Caserón (o Cañón)  de tapias que constituye la Yglesia y a la espalda un cuarto que sirve de sacristía y otro a un costado del presbiterio que sirve para guardar…” (Libro de Fabrica del templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.  Archivo Histórico de la Diócesis de Trujillo).   El inventario indica que era una construcción simple, sin ningún aditamento u ornamento arquitectónico que lo asemejara a un templo formal dentro de los cánones eclesiales tradicionales europeos. Suscribieron  el inventario el 16 de mayo de 1882: José Asunción León, cura párroco; el Mayordomo Miguel Aguilar; el jefe civil de la Parroquia José Natividad Aponte, quien no firma y lo hace a su ruego, Sebastián Alvarado.


Fueron Curas de esta Parroquia, desde comienzos del siglo XX, hasta 1965, en que se inauguró el Templo actual.

1900. Pbro. Juan Carrasquero, escuqueño. Abreu se refirió a él, como un <<virtuoso levita>> (Abreu, 67); fue el creador de la <<Sociedad de la Virgen Nuestra Señora de la Paz>> (Abreu, 58). 

1908. Pbro. Br. Eloy González Moreno y la reconstrucción del Templo.  González, oriundo de Santiago del Burrero (Trujillo). Formalizó la <<Sociedad San Isidro Labrador> de nuestra Parroquia (Abreu, 59). En el programa de fiestas de enero de 1909, el coronel Américo Burelli, lo llamó <<Venerable y progresista Cura Párroco>> (Programa de enero de 1909. La Puerta).  

Durante la gestión de este cura, el templo fue reconstruido por el gobierno del general Juan Vicente Gómez (Libro de Fabrica de la Parroquia la Puerta. 1882. Archivo Histórico Diócesis de Trujillo).

Llegado el siglo XX, la población de La Puerta, iba aumentando, el uso y  necesidades de un templo con mayores condiciones, fue preocupación del gobierno andino, al designar al Mayordomo de Fabrica de la Parroquia eclesiástica de La Puerta, en el año 1931, se realizara un inventario del patrimonio, que efectivamente se elaboró, en el que describe la edificación,  como sigue:  “…Ynventario   de la Yglesia Parroquial de San Pablo Apóstol de La Puerta, diez de abril del año mil novecientos treinta y uno…1.- El edificio reconstruido…tres naves sobre tapias de los lados y por el medio sobre pilares de madera, con una pieza después del Presbiterio que sirve de sacristía; al lado izquierdo un cuarto para el…al pie del mismo lado, otro que es Bautisterio y al lado derecho el edificio del campanario en dos pisos, todo está cubierto de tejas…” (Libro de Fabrica del templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.  Archivo Histórico de la Diócesis de Trujillo).   Reseña una reconstrucción de este templo que fue erigido el siglo anterior, es decir, más de 140 años antes, bajo la dirección del padre Vásquez Coronado. Igualmente, describe que para 1931, la planta que eran de un cañón, pasó a tener tres naves, con la central conectada al altar principal, es decir, hubo una importante ampliación del vetusto Templo. Sus medidas generales aproximadas, eran 15 metros de frente (fachada principal), por 30 metros de fondo, con la posibilidad de ampliación hacia el terreno trasero. Este terreno, sirvió de cementerio (calles Sucre y Los Jumangues hoy), y el del lado derecho, era un cambural. Tanto el altar, el presbiterio y sacristía, se encuentran ubicados hacia el lado este del templo, que es la zona funcional de los curas y sus ayudantes durante los faenas litúrgicas; en lugares específicos de cara hacia los feligreses, se encuentran las imágenes de San Pablo Apóstol, San Isidro, la Purísima y la Virgen de la Paz, como joyas y cuarteto sagrado de esta Parroquia; se dice que esta orientación responde al símbolo sol, como se estila en los templos paganos. La entrada queda en su lado oeste, desde donde se extienden las bancas o asientos de madera, en dirección al altar.

Típico de la construcción andina colonial, la utilización de tapiales de barro como paredes, en lo interno, acoplaron pilares de madera, en calidad de columnas en la nave principal, que la diferenciaba de las laterales en el conjunto del templo.  Estaban totalmente techadas de tablones de madera traída del páramo y teja criolla elaborada por nuestros alfareros, tanto sus naves como el campanario, sacristía, bautisterio y el resto de sus ambientes. De fachada sencilla, estilo barroco, con puerta central de madera arqueada, que conjugaban con la entrada de piedra, en la sencilla fachada y sus paredes internas y externas totalmente pintadas de blanco, en contraste con el rubor de su techo. La torre del campanario, como se estilaba en esa época en Venezuela, de dos pisos, con hermosa cúpula en forme de diamante. Son las características de la antigua capilla, rural, pequeña, sin ínfulas de suntuosidad, pero igualmente solemne y cargada del misticismo religioso. Era el espacio de regocijo y encuentro,  querida por los fervientes feligreses, a la que le daban el calor humano y el cuido necesario propio del entusiasmo cristiano. 

El altar mayor levantado rectangularmente, cumplía las especificidades para colocar el cáliz, sus corporales, el misal y las hostias que se utilizaban en las misas.  Detrás de ese altar, se ubican las imágenes del Patrono, la Virgen de la Paz, la Purísima y San Isidro. Más atrás, -describen los inventarios-, se encontraba la sacristía, para ponerse los curas su hábitos, sotanas, estolas y bandas sagradas de acuerdo al acto litúrgico, allí, también están los escaparates y roperos, y también el mueble donde se guardan los objetos pertenecientes al culto.   Lo que se denomina en el inventario de 1882,   “…a la espalda un cuarto que sirve de sacristía y otro a un costado del presbiterio que sirve para guardar…”  , o señalado como “…una pieza después del Presbiterio que sirve de sacristía; al lado izquierdo un cuarto para el…” en el inventario realizado en 1931, es el lugar del templo donde está el Sacristán y a la vez, es usado por el Párroco y los otros curas para revestirse o cambiarse   antes y después de la misa, igualmente,  se guardan las hostias y el vino sin consagrar, el cáliz, las casullas, el agua, incienso, velas, y otros materiales. Para esa época, se llevaba el registro de bautismos, matrimonios  y defunciones de la parroquia.  El espacio de los curas, el respetado presbiterio, se diferenciaba como hasta hoy, por unos peldaños que dan acceso al altar, es el objeto de la mirada de los fieles  que encuentran sentados o parados en el amplio espacio central para los fieles presentes en la misa.

Esta capilla, guardaba y exhibía en su interior algunos tesoros como son las bellas y antiguas imágenes de sus santos. El mobiliario inventariado el día 13 abril de 1882, se encontraba en buen estado; en relación a las reliquias e imágenes, José Asunción León, cura párroco; el Mayordomo Miguel Aguilar y el jefe civil de la Parroquia José Natividad Aponte, registraron lo existente en el templo, entre eso, las  “…Imágenes: 1.- La imagen de la Virgen de la Paz. 2.- La Virgen Purísima. 3.- La imagen de San Isidro. 4.- El patrono San Pablo…” (Ídem). Asimismo, dan cuenta en dicho inventario de la existencia de nueve (9) alhajas o grupo de pequeñas joyas de plata del patrono, valoradas en total por más de 700 bolívares, que a los pocos años, desaparecerían.  

Panorámica tomada desde la torre campanario, cuando no la habían despojado de sus campanas.

1915. Pbro. Manuel Antonio González, era oriundo de Capacho, estado Táchira. Se le recuerda como Hijo Ilustre de aquella población, orador consagrado y pastor en Betijoque y Montecarmelo; sus últimos años, estuvo en la Arquidiócesis de Caracas.

1930. Pbro. Ernesto de Jesús Méndez, oriundo de Zea, Mérida.

El padre Méndez,  era un  <<ilustrado y virtuoso Presbítero>> (Abreu, 59); en nuestra Parroquia, fundó la “Sociedad de la Purísima”; a partir de este año, siendo párroco de La Puerta y Mendoza,  <<puso toda su energía espiritual en revivir desinteresadamente, la tradición de Carmania, el culto patriótico al Padre Rosario. Ese hombre, olvidado e incomprendido, fue por encima de todo un gran venezolano y un sacerdote según el corazón de Dios>> (Burelli, Regulo. El Patriota y el Santo. 1987).

La  historiografía al referirse a él, lo describe como un hombre excepcional, tanto, que en torno a su memoria se tejieron hechos, anécdotas y leyendas durante los años de labores pastorales en la ciudad de Trujillo, pues le tocó testimoniar el sonado caso que conmovió a todo el país, de la niña de los milagros Rosario Almarza, nativa de dicha ciudad, entre los años 1914 y 1917, que la tradición oral recuerda con especial bondad.

El tiempo que estuvo al frente de la Parroquia La Puerta, se identificó con su feligresía, y su labor cural se caracterizó por sus actos de piedad y caridad. De forma anecdótica y simpática lo recuerda la escritora Ligia Burelli, por <<el colepato del padre Méndez>> (Burelli, Ligia. Un día volver. Pág. 122. Gráficas Franco. Caracas. 1992), los muchachos de esa época soñaban con pasear por la polvorienta carretera en el convertible de este Cura. Murió en 1987. 

1935. Pbro. Rafael Ernesto Monsalve Citraro, oriundo de Tovar, Mérida 18-06-1903. Se ordenó como sacerdote el 29 agosto de 1926. En 1933 fue párroco de Montecarmelo. Estuvo un tiempo encargado de La Puerta, y era párroco de Escuque, fue uno de los curas que junto con el padre Trejo, fueron excomulgados por el padre Verde, cuando fundó la Iglesia Católica latinoamericana. 

1937. Pbro. Francisco José Verde. Nuestro amigo y Cronista de Valera, recientemente fallecido Don Luis González, se refirió a este cura como un <<personaje de antología>>. El polémico Padre Verde, nació en Carora, en 1899, murió en Caracas, fue párroco de La Puerta y Mendoza desde finales de los años 30. Andaba armado de su revólver, porque era Capellán del Ejército, y tenía enemistad con los oligarcas de la región. Vivió durante muchos años, en una casa grande frente a la plaza Bolívar de La Puerta, con vista a la Iglesia. Fue fundador y Obispo de la Iglesia Católica Venezolana.


Pbro. Ramón de Jesús Trejo, y su obra: el templo actual de nuestro señor San Pablo Apóstol de La Puerta.

El padre Trejo, era oriundo de Mucurubá, estado Mérida. Estuvo al frente de esta comunidad católica puertense, desde mediados de la década de los años 40. El 23 de enero de 1965 (aunque en la placa marmolea que está en la fachada se lee 25 de enero de 1965), fue día de celebración eclesiástica y popular del Santo Patrono, al ser inaugurado con la presencia del primer Obispo de la Diócesis de Trujillo, padre León Rojas Chaparro, el nuevo y actual templo, construida su última fase durante el gobierno del Dr. Raúl Leoni, que hizo el aporte económico para construir dicha obra, era cura párroco el Pbro. Mario Castillejo. 

Pbro. Ramón de Jesus Trejo. 

La iniciativa y desarrollo de su construcción se le reconoce al sacerdote Ramón de Jesús Trejo, preocupado por el crecimiento de la población y la visita constante de feligreses  de otros lugares de la República. La nueva edificación religiosa, grande y moderna para la época, fue levantada en el terreno contiguo, lo que era el cambural, que está en el lado derecho de la vieja capilla, que fue demolida para edificar la casa cural. Está construida en adobe de ladrillo quemado. La torre campanario que culminaba en su parte alta tipo diamante,  fue modificada al hacerla en forma redonda, quizás para que se viera mas esbelta y garbosa. 


1963. Pbro. Mario Castillejo, y la remodelación de la obra construida por el padre Trejo.

En la noche del 16 de agosto del año 1963, se presentó en Mendoza, el cura español Mario Castillejo ante el padre Trejo; él lo invitó a cenar y terminada ésta le dijo: <<Padre ahora lo llevo a La Puerta>>. 


Después de enseñarle la iglesia del pueblo, a cien metros estaba su futura residencia, y, <<dirigiéndose a  mí, me dijo “estas son las llaves de la iglesia” y ya sabe padre Mario, Ud., queda aquí como Párroco residente>>(Castillejo, Mario. Discurso con motivo de la celebración del 25 aniversario de la inauguración del templo Parroquial de La Puerta. 1990).   El padre Mario, en este discurso habló de remodelación del templo, porque en efecto, ya estaba construido casi en su totalidad. 

 

 (*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

 La Puerta, junio 2023.

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sábado, 24 de junio de 2023

La generosa y realista catadura de Doña Cata (2ª. Parte)


La generosa y realista catadura de Doña Cata (2ª. Parte). 

Por Oswaldo Manrique (*).


Continuando en nuestra línea de investigación, en esta 2ª entrega, se comparte una aproximación sobre el papel de la mujer encomendera durante los siglos XVI y XVII, en la geo-historia de Trujillo, para lo que se ha tomado el caso de la viuda Catalina Fajardo, una de las más ricas terratenientes y encomenderas, información que hemos encontrado en fuentes históricas documentales de la época colonial, como el Archivo General de Indias, de Sevilla, recientemente paleografiadas  y documentos del Archivo Nacional de Historia de Venezuela, datos que nos permite ir confrontando las reseñas historiográficas e ir perfilando y describiendo su conducta y obra, para la reflexión acerca del rol jugado por las encomenderas en esa época.

 

La economía del Valle del Bomboy, para el siglo XVII, en la que incidió con tesón y constancia doña Cata, lo que dio la estabilidad y sustento al proceso de colonización, se centró en la actividad agropecuaria destacando en el área Norte la explotación ganadera, donde se desarrolló la cría de vacunos, ovejos y mular debido a lo favorable que eran estos suelos como potreros, hatos y pastizales, no obstante se mantenían los sembradíos de caña de azúcar, de trigo y otros rubros agrícolas.

Las grandes posesiones de Catalina, fueron altamente productivas y eje de la prosperidad de la zona. Igualmente, ocurrió con las de "Sabana de Mendoza", al ser indiscutiblemente, un personaje fundamental en el proceso de formación de dicho pueblo, y los de La Puerta y Mendoza. 

A pesar de las subidas, que se encuentran en sus extensas posesiones, las cargaba en vertiginosa carrera, y cuando le tocaba frenar ante el "falso" de la entrada, lo hacía como cualquier chalán con su animal, y se podía contemplar su femenino físico y el contrastante carácter que le hacía fama para mandar, la domadora del Valle del Bomboy.  Con más edad que Cristóbal, el “Gran Cacao” en lo económico, en lo político y en lo religioso, Catalina, en el ocaso de su vida, lo observaba, y reflexionaba que poco a poco, las cosas se fueron resolviendo favorablemente, inclusive el largo litigo contra la Corona, por la Encomienda de San Pablo de Bomboy, pues su patrono, el Apóstol San Pablo, el que si sabe de religión cristiana, la iba inspirando, la dotaba de humildad y la seguía protegiendo.

Demostró en el terreno que le tocó pisar, mucha dignidad y delicadeza, fortaleza espiritual y dominio. Ella misma, a veces con don Shulian el cacique, supervisaba las vegas y sementeras, así como, el trabajo en el hato, anduvo con sus culateros, punteros y capataces moviendo y rotando el rebaño para aliviar los pastizales, aunque tuvo reclamos de los hacendados de Valera. Era infatigable, y no dejó de visitar a su hermano Juan Fajardo, en Santiago del Burrero, que también era encomendero y ganadero. 


1620, tiempo de avanzar en medio de las dificultades. 


Doña Cata, ha sufrido intensas penas y soledades durante su vida, eso le ayudó a moldearse un ánimo de hierro, sobreponiéndose al dolor o al duelo y se ha armado de optimismo dominando el feraz y violento valle. Con su facilidad de palabra, con el conocimiento de la historia viva que tenía como protagonistas a su legendario abuelo <<símbolo permanente de los valores de la nacionalidad>>, según lo expresó Mario Briceño Iragorry, y a su padre el capitán Blas Tafallés, armada con nociones de política, de armas, comercio y también de religiosidad, su amena conversación, con esa chispa que la hacía lucir su ingenio, estuvo protagonizando cuando el gobernador de la Hoz Berrío en 1620, se decidió a autorizar la creación del pueblo cerca de su posesión de San Pablo, en Mendoza, y con toda seguridad incidió con ese conocimiento católico para que se le bautizara como pueblo de San Antón Abad, el patrono de la ganadería, protector de los animales. 

Ante las dificultades y desgaste físico que sufrían los indígenas que tenía a su cargo, debido a la distancia existente entre San Pablo, donde ella tenía el asiento de sus tierras, es decir al norte del Valle del Bomboy, y el pueblo de Doctrina, llamado San Pedro y luego Puebla de San Pablo (hoy La Puerta), al sur del valle, sitio este donde fueron trasladados sus indígenas encomendados y tenían que vivir recluidos; tuvo en 1620, en la visita que hizo el gobernador de la Francisco de la Hoz Berrío a Trujillo, la oportunidad de promover que se construyera hacia la Cañada de Mendoza, un pueblo de indios que le evitara a estos, desgastarse tras varias jornadas de camino a pie, para ir a cumplir con sus trabajos en las sementeras y hatos y también con sus familias. El gobernador, ordenó la creación del pueblo de San Antonio Abad, hoy Mendoza, para lo que le quitó tierras al encomendero Juan Álvarez Davoín, a cambio, en 1621,  le quitó varios lotes de tierra a la misma Catalina Fajardo, e igualmente le quitaron los potreros al cacique Aymaro y las tierras que poseían los indígenas de Doña Francisca de Segovia, las que dieron en compensación a Dabuyn. 


Una mujer que tenía aún la alhucema en el maruto.


Mientras, Don Cristóbal, el “gran cacao” trujillano,  atendía la administración del Puente que había construido sobre el Motatán, y veía por la enorme plantación de cacao, en Pocó,  producido  para la exportación, y comercializaba y negociaba  en Maracaibo, a su vez, promovía el pueblo en la Sabana de Mendoza, zona baja de Trujillo, ella, en medio de la crianza de sus hijos, y la atención de sus chinitas indígenas, incluyendo a Yeguenda la princesa Jirajara, planificaba todo; se pudiera pensar que jugaba al cálculo, pero a su mente ágil y sobre la misma realidad,  le llegaban las ideas.  Atendía todas sus posesiones, y las del marido, en el Valle.

Con Don Shulián, el cacique de sus encomendados, mantuvo buena relación de trabajo y de cuido, respetándoles sus derechos, actuando con nobleza activa en la sangre, es decir, dentro de lo que cabía en aquel injusto régimen de explotación esclavista. Tuvo cañaverales dulces, algodonales, trapiches, molinos, tejidos y telares, hato de ganado vacuno, y  curtidora de cueros, que comercializaba. En el transcurso de su nueva vida conyugal y societaria, confirmó que sus planes al lograrse, reafirmarían su recia personalidad sobre el alma de aquella incipiente  como racista comarca que con el tiempo se convertiría en Mendoza del Bomboy, cuya característica laboriosa de sus integrantes, sin dejar de ser  responsable, espiritual, se condensaba en el suyo.


El largo y costoso litigio por la Encomienda San Pablo de Bomboy, 1629.


Siendo viuda regentaba la Encomienda San Pablo de Bomboy, heredada de su esposo el capitán Francisco Botello, quien habría muerto en 1617. Catalina su mujer, al enviudar, para no perder la “Encomienda San Pablo Bomboy”, según la legislación española, debía casarse dentro de los 3 años siguientes (Recopilación de Indias. Ley XXXVI, Titulo IX, Libro VI), de no hacerlo perdía la encomienda, el usufructo, sus estatus y su patrimonio; lo que tuvo que realizar en 1620. Los bienes de su dote, eran cuantiosos, sobre todo en tierras, por lo que comenzó a  asumir un rol de importancia en la sociedad.  

Cuando ella cultivaba con sus encomendados tierras y preparaba potreros, hatos, cuido y pastoreo del ganado, que era su actividad económica principal, estando embarazada, dos meses antes de que naciera su hija Josefa de San Francisco, que con los años seria monja en el Convento Regina Angelorum, el 25 de enero de 1629, el gobernador Juan de Meneses, en la revisión de títulos, a pesar de que ella demostró que era la viuda y única heredera del capitán Botello, sus títulos no tenían la certificación real, es decir, no había sido llevada al Consejo de Indias en España, y la encomienda fue declarada vacante.

Al año siguiente, el mismo gobernador Juan de Meneses otorgó al esposo de Catalina,  dicha encomienda, mediante un documento de fecha 24 de abril de 1630, en el que hay una nota interesante acerca de ella y de los indios que tenía como principal al Cacique Julián <<que viven y están mandados poblar en el pueblo San Pablo Bomboy, según y de la manera que los tuvo y poseyó la dicha Cathalina Faxarda... para que como libres vasallos del Rey nuestro Señor, los curéis en sus enfermedades, ayudéis y favorezcáis dándole la doctrina que les está repartida, procurando su conversión y conservación>> (Zambrano 11); de la lectura de este párrafo se desprende que hubo la fiscalización a los indígenas de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”,  comprobó que su encomendera doña Catalina, les dio el trato adecuado.  

Ahora bien, en cuanto a la conversión al catolicismo seguramente ella cumplió y colaboró con el padre Salvador Carmona y con Fray Juan de León, para la doctrina de sus encomendados y protegidos; sin embargo, hay algo que llama la atención y es que en 1777, en el Informe de la visita pastoral del obispo Mariano Martí, indica que en el pueblo de indios San Pablo de Bomboy (alias La Puerta), las mujeres siendo ladinas, no hablan español ni practican la religión católica, esto es, que, hablaban su lengua indígena y practicaban la mojanería y sus ritos y costumbres mágico religiosos; esta situación pudo ser derivada de una especie de complicidad y negociación entre la encomendera y sus indios encomendados, es decir, entre su primera encomendera Catalina Fajardo y la gente del cacique Julián;  reseña que devela la generosidad de esta matrona y la lealtad a los valores que heredó,  desarrollados por su abuelo Alonso Andrea de Ledesma, lo que era excepcional en aquellos tiempos de violencia, tortura y crueldad a que fueron sometidos los aborígenes, virtud demostrada en el trato dispensado a sus encomendados, así como, el de anteponer y sacrificar tierras y bienes para favorecer a sus indígenas, dice mucho de su generosidad y nobleza. 

Luego de varios años de litigio contra la Corona española, el 14 de marzo de 1647, el Consejo de Indias, en la ciudad de Sevilla, decidió no otorgarle la confirmación a Cristóbal Hurtado de Mendoza ni a Catalina Fajardo de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, la que pasó a poder del Rey de España, y perdieron el puente construido sobre el rio Motatán, ordenando le pagaran al Capitán Mendoza, lo que gastó en la construcción de esta obra (Zambrano, 38 a 40); hechos estos, que irían acentuando el sentimiento por los valores de la nacionalidad, en ellos y en sus descendientes.

 

Construyen el puente de madera entre el Virreinato de la Nueva Granada (hoy Colombia) y la Provincia de Venezuela, en 1642.



Para salvar la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, y siendo sus patrimonios individuales, dotales y de economías compartidas en abierta sociedad,  los esposos Mendoza Fajardo,  propusieron al Rey, construir un puente sobre el río Motatán, es decir, un puente que permitiera pasar en tiempos de invierno las mercaderías, animales, cargas y las personas, lo que efectivamente construyeron, trayendo alto beneficio a Trujillo y a la Provincia. 

El experto Baltazar de Aguilar, en su informe del 12 de abril de 1638, señaló que <<vi el dicho puente…y en mi conciencia está muy bueno, fuerte y alto de la lumbre de el agua, de maderas incorruptibles y fuertes vigas, de terraplenada…para mi será perpetuo>> (Zambrano, 20).  El gobernador Ruí Fernández de Fuenmayor, certificó que ante las pérdidas ocasionadas por el río caudaloso en invierno <<el paso que por él se hace desde esta provincia al nuevo reino de granada y, del nuevo reino a esta, con que se aumentó el trato y comercio... está el paso seguro y por mucho cuidado y vigilancia>> (Zambrano, 31). En una proyección sobre tierras de los Mendoza-Fajardo, se estima que el puente sobre el Motatán pudo haber sido construido a la altura del sitio Quebrada de Cuevas, un poco más al norte, coincidiendo con la entrada de la Cordillera El Humo, en la hoy parroquia Mendoza, que fue un paso indígena y colonial, que conectaba con el camino hacia la vía intermontana al Puerto de Gibraltar, en el lago de Coquivacoa (Maracaibo). Esto nos da una idea de lo visionaria que fue esta pareja.  



La pujante Sabana de Mendoza, erigida en tierras de Doña Catalina Fajardo.


Un buen grupo de historiadores coinciden, que, fue la encomienda la formula organizativa que dio inicio al modelo socio económico de los primeros pueblos esclavistas coloniales. De donde surgen los principales sujetos sociales: los capitanes conquistadores, convertidos en encomenderos y hacendados y colonos, construyendo sus casas de habitación, en los sitios a poblar, y los indígenas, trasladados y convertidos en esclavos o protegidos, y los curas doctrineros, en su misión de adoctrinamiento y transculturidad de éstos.

Derivan de la encomienda, nuevas relaciones de poder, elevando al encomendero a la cima de la escala social; los enlaces matrimoniales habitualmente los concertaban los padres de los futuros contrayentes, tomando en consideración los intereses económicos, de estirpe social y el poder, lo que no sería una excepción en el caso de Catalina.

Los Conquistadores  y sus descendientes, elevados a la categoría de clase privilegiada de acuerdo con la Cédula Real datada en el Bosque de Segovia el 13 de julio de 1573, mediante la cual se hacían "Hijosdalgos de solar conocido a ellos y sus descendientes legítimos para que en el pueblo que poblaren y otras cualesquiera partes destas Indias sean Hijosdalgos e personas nobles de Linaje y Solar conocido y por tales sean habidos e tenidos e gozen de todas las honras e primicias e puedan hacer todas las cosas que todos los hombres Hijosdalgos y Caballeros destos Reinos de Castilla según fuero Leyez y costumbres de España pueden y deben haber y gozar". (Briceño Iragorry, Mario. Los fundadores de Trujillo. 1929); en la práctica fueron una casta social privilegiada.

En la concepción del invasor europeo, colonizar era poblar; una de las principales obligaciones del encomendero era construir casa o estancia y conservar y adoctrinar a sus encomendados, dando estabilidad al modo de producción y consolidando la jurisdicción de poder colonial; inclusive, siempre prestos a salir con sus armas a defender el régimen que se implantaba. Quizás se perciban diferencias, con ritmo y forma diferentes en el proceso histórico de formación económica colonial impuesto por España en Trujillo, que por supuesto no llegó a expresarse de forma paralela y coetánea en cuanto al inicio y evolución de la organización social de los distintos pueblos de indios y los de blancos,  tanto los de zonas altas con los de la zona baja, lo que pudiera imputársele a la producción mercantilista.

El historiador Arturo Cardozo, dentro de lo que llamó período de La Conquista, data el comienzo de los cultivos de cacao en el valle de Pocó, en 1620, destacando la labor de  los Jesuitas (Cardozo, 14); sin embargo, solo fue el 17 de septiembre de 1629, cuando el Cabildo de Trujillo, otorgó a estos religiosos, 30 fanegadas de tierra de montaña en el mencionando Valle, hasta el punto de La Arenosa, para sembrar arboledas de cacao (Fonseca, TI, 26-27). Con la llegada de los Jesuitas, fue adquiriendo este valle, cuerpo de comunidad, al contar con actividad litúrgica y religiosa, transculturamiento y adoctrinamiento de los naturales y todo lo que representaba esta institución en la formación de pueblos y del comercio. 

Antes de ese tiempo, en el que llegan los Jesuitas, los vecinos, encomenderos y productores de esta zona eran, según el Dr. Fonseca: los Ledesma, descendientes de Alonso Andrea de Ledesma, entre ellos, Catalina Fajardo; los Pacheco Maldonado, Osorio y los Gómez Carrillo.

Alonso Andrea de Ledesma fue -según Briceño Iragorry-, el Capitán de las hazañas admirables del siglo XVI en Venezuelaferviente defensor de los aborígenes y respetuoso de estas comunidades", y su hermano Tomé de Ledesma. El Capitán Alonso, padre de Marina Ledesma, madre de doña Catalina Fajardo, nuestro personaje principal.    

El Capitán Gonzalo Osorio Pimentel, sobrino del conquistador Diego de Losada,  participó con Francisco Ruiz, en la conquista de los Cuycas.  Ingresó a la Gobernación en 1550, con el  cargo de Veedor de Minas y acudió con Villegas a la fundación de la Nueva Segovia, donde recibió indios en encomiendas. Se radicó en el Tocuyo definitivamente.

El Capitán Pedro Gómez Carrillo, entró -según Oviedo-, en compañía de Francisco Ruiz el año de 1558 y recibió indios en el primer repartimiento. En 1608, le confirman la “Encomienda en Pocó”, con 86 indios (7ª. Doctrina); apuntó el historiador Briceño Valero que <<en el punto llamado El Tapón echaba el Motatán un brazo hacia la izquierda que iba a desaguar sobre el pueblo de Moporo: este caño se llamaba Rio Carrillo>> (Briceño, 31); posiblemente el topónimo le venga de este encomendero. Fue Regidor el año de 1569 y posteriormente Alcalde Ordinario de la ciudad. Su hermano el Capitán Cristóbal Gómez Carrillo, recibió del Gobernador Sancho Alquiza, el año de 1610, en encomienda los "principales e indios de nación cuycas que viven en la quebrada llamada de San Sebastián, cuyos principales se llaman don Pedro y Diego Hernández y Buscuy y el principal Diaguito hijo del principal Bohote con todos sus sujetos de nación Timotes que viven en el asiento llamado Exambux y Niriquajar" (Briceño Iragorry, Mario. Los Fundadores de Trujillo. Caracas. 1929).

El Capitán ALONSO PACHECO, en 1568, siendo Teniente de Gobernador de la viajera ciudad de Trujillo, efectuó el traslado final al valle de los Mucas. En Trujillo recibió indios en encomienda del Gobernador Chávez. Fue  fundador original de la actual ciudad de Maracaibo. Fueron estos cuatro guerreros españoles, los encargados de impulsar la economía, en aquel valle de ciénagas, cargado de enfermedades y rodeado de tupidas selvas del Pocó.

Uno de los más antiguos Cronistas de Indias, escribió que por la labor de estos, Trujillo <<llegó con brevedad a ser una ciudad muy opulenta, por el mucho trato de sus frutos, principalmente del cacao a cuya labor se dedicaron sus vecinos plantando en los Valles de Pocó cuantiosas arboledas de este género que conducidos por la laguna de Maracaibo a Gibraltar los hacía poderosos, por las grandes proporciones de plata que producía sus retorno>> (Oviedo y Baños, 139). La actividad cacaotera, le dio fuerte impulso a la economía y asentamiento social en este Valle, y en general a  Trujillo.

Pocó, como se les llamaba a estos valles desde tiempos prehispánicos, palabra compuesta de la silaba po, que significa en lengua indígena caminos, tierra,  y la partícula co, que como sonido gutural, atendiendo a las reglas de origen onomatopéyico del Dr. Amílcar Fonseca,  se asemeja a agua, es decir po+co: tierras o caminos de agua, lo que nos lleva a ubicarnos físicamente, como  lugar de  aguas, que sería lugar de ciénagas, para los indígenas (Fonseca, T1, 290-292). El río, que caracteriza y da nombre al valle, el historiador trujillano Briceño Valero, lo clasifica asi: Rio Pocó de mucha importancia por su caudal de agua y por las tierras que riega, también porque <<es limite del Estado desde su nacimiento en el paramo de la Sal, hasta su desagüe en el Lago de Maracaibo, ciénagas de la Dificultad>> (Briceño Valero, 34).

Hacia 1670, las inundaciones producidas por los ríos y quebradas, destruyeron gran parte de las arboledas de cacao; igualmente ocurrió con los fundos de ganado, que pasaron a ser montaraces y cimarroneras, y los productores de ese tiempo, con tanta perdida, no se preocuparon por mejorar las crías. 

Escribió Eliazar Montilla que el capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, hizo su testamento en 1657 y 10 años después, cuando ya había ocurrido su muerte, su hijo y albacea Hernando Hurtado de Mendoza (también se hizo llamar Fernando de Ledesma, su casa en Trujillo, fue incendiada en 1678, por el corsario francés Granmont), pidió la ejecución del mismo, pero en el mencionado texto legal no consta la propiedad de ninguna extensión de tierras relacionada a las “Sabanas de Mendoza” (Montilla, página 4). Aseguró este autor que las posesiones "Pedro Felipe", "Sabana de Mendoza" y "Zaragoza", que se unieron y pasaron a llamarse "Pedro Felipe", así como, otras tierras vendidas en 1709, por Buenaventura Hurtado de Mendoza, las heredó de su abuela Catalina Fajardo, dueña original de estas tierras, porque el capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, su esposo, al morir solo poseía encomiendas y doctrinas, ubicadas hacia el Valle del Bomboy y Timotes  (Montilla Abreu, Eliazar. Perfil Histórico, Geográfico y Humano de Sabana de Mendoza. Página 5); el mismo Montilla se pregunta << ¿cómo llegaron estas tierras a ser propiedad de Catalina Fajardo? lo más probable es que su primer propietario haya sido su abuelo el capitán Alonso Andrea de Ledesma>>.

Es conveniente agregar que, cuando se producía un enlace matrimonial entre gente de elevada escala social, generalmente eran acordados por los padres de los contrayentes, priorizando los intereses económicos, de estirpe social y el poder, mediante un contrato denominado Dote o Carta dotal, con el cual, aquellos aportaban al marido para que lo administrara mientras durara el matrimonio, tierras, propiedades, ganado, dinero, granos, ropa, lencería, vajillas, obras de arte y joyas (Leyes de Partidas. Alfonso El Sabio. 4ª. Partida). La dote, era patrimonio propio de la mujer, eso significaba prestigio y poder social y económico en la sociedad, para las familias y beneméritos, muy a pesar que, la mujer protagonizaba en su círculo familiar, porque en lo social su incidencia y reconocimiento era prácticamente nulo, no obstante su desempeño social, su linaje y su patrimonio. Se estima que el capitán Cristóbal, murió entre los años 1666 y 1667.

Concluye Montilla, en que, las posesiones que conforman "Pedro Felipe", llegaron a pertenecer a los Hurtado de Mendoza a través de Catalina Fajardo y no del capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza (Montilla, 7); es decir, la mayoría de las tierras de Catalina, fueron heredadas de su abuelo Alonso Andrea de Ledesma, como hija que era de Mariana de Ledesma, y otra parte, como hija del capitán Blas Tafallés, en el contrato de dote matrimonial. En el Valle del Bomboy, también poseía una  importante propiedad territorial. Un capitán Cristóbal de Mendoza, el 2 de marzo de 1669, aparece entre los contratantes de servicio médico del Dr. Espina, en la ciudad de Trujillo, es posible que sea el séptimo hijo de Catalina Fajardo, nacido en 1635. El hijo mayor fue Jacinto Hurtado de Mendoza y Fajardo, quien nació en 1621, heredó la encomienda de San Pablo de Bomboy, según Briceño Iragorry.     

El hijo de Catalina, Pedro Márquez de Mendoza y Fajardo, bautizado el 5 julio 1632, sustituyó a su padre Cristóbal, en la dirección de  la plantación de  cacaotales en Pocó y en su comercialización y exportación. Se le consideró a mediados del siglo XVII, al igual que sus antecesores, un fuerte comerciante de esta especie llamado "Gran Cacao", en Trujillo. Es bastante probable que este Mendoza, sea el mismo "Pedro Felipe", del que perpetúa la memoria oral de Sabana de Mendoza, y cuyo nombre se mantuvo como topónimo. 

Es interesante conocer que documentos de tierras vendidas en 1709, por Buenaventura Hurtado de Mendoza, las "Sabanas de Mendoza", donde hoy está asentada la población de este nombre, era propiedad de su abuela Catalina Fajardo (Montilla, 1); es precisamente en esta enorme posesión, en la que con su esposo Cristóbal, quien disponía de una encomienda de 174 indígenas útiles de la Séptima Doctrina, en 1608, organizada por el Obispo Alcega, desarrollaron grandes cacaotales y hatos cerca del Pocó, lo que fue generando con el asentamiento colonial, nuevas relaciones sociales de producción y comerciales, alrededor de este impulso económico dado por la tierra de Doña Cata y la labor de la mano indígena, que significan aportes primarios,  para lo que hoy conocemos como la ciudad y población de Sabana de Mendoza.  

Se debe acotar que, la conformación de la Séptima Doctrina, localizadas las encomiendas en lo que hoy están las poblaciones de La Puerta, Mendoza (Valle de Bomboy), Urdaneta y el Valle de Pocó, respondían a un elemento geopolítico y estratégico del gobernador Alquiza y el Obispo Alcega, seguramente concertado con los mismos encomenderos, para crear la correa de transmisión entre el fluido comercio “reinoso”, del Virreinato de la Nueva Granada, Venezuela y la salida al Mar, por Gibraltar o Maracaibo, para conectar con las islas del Caribe, colonias de Holanda, Francia e Inglaterra,  por lo que las grandes plantaciones de caña de azúcar y cacao, se fomentaron en dichos valles y sitios que permitían su exportación al menor costo tanto en la producción, como el transporte, impuestos de transito, y en su comercialización, lo que fue altamente rentable para los encomenderos, terratenientes y los descendientes de éstos, por lo menos hasta que se instaló la Compañía Guipuzcoana, que monopolizó el  mercado de dichos productos.

El historiador y geógrafo Américo Briceño Valero, en 1920, describió a “Sabana de Mendoza”, como pueblo cabecera, y a “Zaragoza” y a “Pedro Felipe”, como caseríos del Municipio Sucre; <<hallase este pueblo en una sabana que se extiende al pie de las ultimas faldas de la serranía de “El Palmichero”, a diez kilómetros de Betijoque, cerca de la quebrada Vichú>> (Briceño Valero, 97). Acerca de sus suelos, señaló que es zona de pastos naturales y espontáneos <<de excelentes condiciones para la cría y ceba de ganados…y en esas mismas sabanas, alternando con estos pajonales, se cultiva sin mayor trabajo y prosperan admirablemente, plantas de cultivo mayor, como cacao, caña de azúcar, tabaco>> (Briceño Valero, 28).

 

En el ocaso de sus días.

Ya avanzada en edad, seguía en sus negocios de tierras, de ganadería, agrícolas, talleres e industria. En escritura de Composición, hallada por Amílcar Fonseca, Catalina y su esposo Don Cristóbal, adquirieron la enorme posesión Dorokokoe, que abarca Castril de Reina, camino de los Timotes, Cucharito y linda con el rio Bomboy (Registro Subalterno Trujillo,  folio 17 del Protocolo: Antonio Ruiz de Segovia, año 1665.  En: Fonseca, T2, 39), Se estima que Catalina para esta negociación tenía unos 76 años y Cristóbal 66 años de edad,  cuando adquieren estas tierras reales.

Justo es, que se haga  el reconocimiento histórico que se merece Doña Catalina Fajardo, como ilustre matrona que cimentó larga y digna estirpe en la que figuran libertadores, como el Dr. Cristóbal Mendoza, primer mandatario republicano de Venezuela, también como mujer progresista, en clara sociedad económica con su esposo, fue adquiriendo y desarrollando tierras en la zona norte del valle, hasta colindar con la meseta de Valera,  y como forjadora de pueblos, por su aporte a la consolidación del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy” (hoy La Puerta), y a la formación desde sus inicios, de esa hermosa e histórica comarca, que es el <<Pueblo San Antón Abad>>, hoy Mendoza del Valle de Bomboy, topónimo este, que obviamente refiere al apellido del marido, en tiempos de esa sociedad patriarcal, siendo ejemplo y símbolo del temple y espiritualidad de la mujer trujillana; igualmente, lo que le corresponde en cuanto a la hoy ciudad de Sabana de Mendoza (Municipio Sucre), en la zona baja del estado Trujillo, pero fundamentalmente, como  constructora de nacionalidad.

La Puerta, junio 2023.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

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