sábado, 13 de abril de 2024

El complejo gobierno tribal en el Bomboy, siglo XV.

El complejo gobierno tribal en el Bomboy,  siglo XV.

          Por Oswaldo Manrique


Cuando escribo sobre estos temas, tan sensibles para los que son ansiosos por conocer y descolonizar la historia local, me viene a la memoria aquel viejo regaño de nuestras abuelas, cuando éramos niños:   -¡Parecés un indio!  para calificarnos de sudorosos, malolientes, desaseados, incultos  y perrerosos; asi, repetían la falsa idea que les había inculcado la vieja escuela, la vieja iglesia y la historia oficial.

En la imagen al fondo panorámica de la serranía del Pitimay (La Puerta), al frente figura precolombina de cacique, elaborada en arcilla. 

Al contrario de la historia lavadora que nos han contado sobre la génesis del pueblo de La Puerta, como consecuencia de la “bondadosa” llegada de un “fundador anónimo” en 1620, que trataba con “dulzura” y “curaba” a los indígenas encomendados, se ha pretendido hasta el momento, silenciar, invisibilizar, borrar o desconectar los miles de años de existencia de una sociedad india, que pobló las tierras de nuestra Parroquia, y <<estableció las bases humanas y materiales>> sobre las cuales avanzaría el proceso de conformación como comunidad de gente, primeramente, dentro del proceso de ocupación de tierras por la nación Timotes, generando diversos grupos, aldeas y comunidades de diferentes magnitudes territoriales y demográficas (Mario Sanoja, Iraida Vargas-Arenas, 2007).

Para aquel tiempo, nos referimos al siglo XV de la era, la etnia Timotes, derivada de la Chibcha-Mucu, había consolidado <<la  formación de extensos y complejos señoríos…sociedades muy jerarquizadas con un locus de poder centralizado>> (Sanoja y Vargas Arenas. Ideas sobre el Origen de la nación venezolana.1992); la mayoría de los investigadores e historiadores coinciden en que la nación Timoto era poderosa como sociedad organizada, en lo cultural, en su modo de producción económico, avance tecnológico y la etnociencia, que facilitó la imposición del modelo colonial hispano. El  Bomboy (San Pedro de Bomboy o San Pablo de Bomboy), como consta en antiguos documentos y titulo de encomienda de 1600, fue un Valle de Indios Timotes.    

Igualmente en lo político, hubo un grado de madurez, para crear y establecer un sistema de poder e instituciones, para dirigir, regular y gobernarse, lo que  han denominado <<sociedades políticas y socialmente muy complejas que culminarían, en el siglo XVI, en extensos señoríos>>  (Juan José Salazar. Sociedades Complejas Período de Contacto en el Nor Occidente de Venezuela.  2002). Esta importante  afirmación, nos da la idea de la entidad del desarrollo socio histórico alcanzado por esta nación, y del señorío tribal de gobierno, de los que formó parte la Comunidad Indígena Bomboy, primera pobladora de las tierras que hoy conforman la Parroquia La Puerta.

Dentro de esa idea general,  de una sociedad jerarquizada y territorial, con un sistema de  poder,  gobierno y espiritualidad centralizado o señorío tribal, el poder lo ejercían los caciques: tabiskey, maviskey, pitimay, chacoy, chegué, mohanes, los ancianos consejeros, entre otros, aunque la centralización del poder  no era absoluta ni despótica, en virtud de ser una sociedad colectivista,  la territorialidad era compleja porque existían zonas estratégicas como la vía entre la Sierra Nevada y el lago de Coquivacoa, como salida al mar, y también por la itinerancia y  nomadía de los  grupos, era necesario que ese Señorío y dominio tuviese caciques o jefes principales indígenas que rigieran y gobernaran en sus lugares o localidades de vida.

El objeto de esta nota, es lograr una aproximación, a esa estructura y organización territorial de poder tribal originario, en La Puerta.

La Puerta, del Estado Trujillo, lo he señalado en diferentes notas, es un interesante y excepcional lugar, en donde lo real, paisaje, topografía, recursos naturales, lo meteorológico, y particularmente por tener zona paramera, zona fría y zona templada, determinan un patrón cultural andino, que se confunde con lo místico y lo ancestral; por eso, la necesidad de ir despejando aspectos básicos relacionados con nuestra conformación temprana, como antiguo pueblo, entre ellos, la organización y distribución territorial del poder tribal originario. 

El progresivo asentamiento de los Timotes, alrededor de 3.000 años antes de ahora; como parte del proceso de desplazamiento y ocupación de tierras por la civilización Chibcha-Mucus, en el denominado Valle de Bomboy y en el trayecto intermontano desde la Sierra Nevada hacia el lago de Maracaibo, contó con una estructura organizativa precolombina de poder político y social o señorío tribal, que sin lugar a dudas guió la germinación y el asentamiento de esta comunidad aborigen originaria Bomboy, con sus peculiaridades sociales, económicas, costumbres, espiritualidad y desarrollo cultural, que van a ser, el sostén de la transición a lo que se conocerá como "pueblo de indios" Cabecera de Doctrina Nuestro Señor San Pablo Apóstol de Bomboy  (7ma. Doctrina), en el modelo colonial esclavista, establecido por el gobernador Sancho de Alquiza y el Obispo fray Antonio de Alcega en 1608 (Briceño Perozo, 57), como consecuencia de la invasión europea de que fue objeto a finales del siglo XVI. La historiadora Magaly Burguera, sostiene que tendría una antigüedad de 1.400 años aproximadamente, <<aldeas situadas a lo largo del rio Miquinú>> (Burguera, 49), en nuestro Estado Trujillo, aldeas que permanecieron hasta el 900 D.C.

En el referido proceso de expansión, no solamente para tener control sobre la vía hacia el lago de Maracaibo, sino que es propiamente parte de las relaciones de intercambio de productos, culturales y políticas que venía estableciendo con grupos indígenas del mar Caribe y de otros sitios del mundo; igualmente, es interesante desde el punto de vista de la construcción histórica y de lo cultural de estos grupos humanos, el arraigo que ellos tenían de su sistema político territorial, que según algunos historiadores y etnólogos han dado en llamar señoríos tribales tanto locales como regionales. 

Un dato fundamental y de inicio, es que para 1600, ya se había concedido la "Encomienda Valle de Bomboy", al Capitán portugués Tomé Dabuyn, quien la desiste en 1601, y se la otorgan junto con otra, denominada "Encomienda Quebrada Comboco" (Komboko), prolongación de aquella, con más de 400 esclavos, a su hijo capitán Juan Álvarez de Dabuyn (Zambrano, 42); documento valioso del que se desprenden datos interesantes sobre la vida precolombina en este lugar. Después de la del capitán Juan  Pacheco Maldonado, en Burbusay, esta es la encomienda con mayor cantidad de indígenas.  Este Dabuyn, fue el exterminador de Nigale, los aliles, zaparas y otras tribus del lago Coquivacoa (Maracaibo). 

Para lograr esta aproximación, muy básica, del poder tribal, hemos seguido la orientación metodológica de la profesora Erika Wagner, en el uso de los topónimos Timotes existentes, sobre el mapa geográfico de nuestra Parroquia, tras ese mapeo y recorrido hemos logrado una aproximación de la localización de los elementos y figuras principales de la estructura de poder tribal en el valle de Bomboy, hoy La Puerta. 

Llama la atención, que de Sur a Norte, se despliega el topónimo trascendental del Valle, que es el rio Bomboy, del cual obtiene su nombre, (Documentos de “Encomienda Valle de Vomboy),  tenía tres  principales, se entiende que uno era cacique, o tabiskey o sub-rango de este, con aquel mismo nombre. A mediados del siglo XX, fue hallado un peto de maviskey (jefe de 9 rangos o poderes), en el Páramo de La Puerta o Siete Lagunas, que aún conservamos. 

De la lectura del señalado Documento de "Encomienda Valle de Bomboy" y "Quebrada de Comboco",  que forman parte de la 7ma.  Doctrina, de 1608, encontramos al principal o cacique Bomboy o Bombas, y a los caudillos Jasepe  y Guara, que constituían la dirección del gobierno indígena. No se incluye los indígenas de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, localizada en la zona norte del valle (Mendoza), también mudados de este su sitio de origen y concentrados en la Cabecera de Doctrina, ya que en 1620, son trasladados al Pueblo de Indios San Antón Abad (Mendoza).

Las primeras encomiendas otorgadas en Trujillo, trata de indios con poder e influencia sobre su tribu, como los <<principales, sus sugetos y aliados>> (Cédula de “Encomienda de Carache”, 20-01-1575. En: Fonseca, T1, 31); aparte de los llamados  indios ladinos y sumisos.

Para el recordado historiador Arturo Cardozo, <<En el cacique (Chacoy) se centraba la autoridad tribal>> (Cardozo, 11); cumplía un rol de gobierno dentro de su comunidad y espacio territorial. 

Para Briceño Perozo, toda  comunidad originaria, tenia <<como cabeza de gobierno, a un jefe, que denominaban tabiskey, que significa diez plumas. Con ese penacho se distinguía el jefe de los súbditos. Esas plumas eran arrancadas al paují. Al caudillo también se le llamó “Chacoy”>> (Briceño Perozo, 25); para ascender a tabiskey, además de ser fuerte, se requería tener talento y experiencia.

Al mismo tiempo de los caciques, existieron con poder e influencia, otros principales, por su certero juicio eran <<varios ancianos constituían un consejo…sus fallos eran acatados>> (Briceño Perozo, 26).  Se suma a esta estructura de poder, el médico, también conocido como mohán, especie de hechicero, brujo que aparentaba tener poderes sobrenaturales para curar.

Uno de los cargos de mayor importancia era el Chegué, <<sacerdote, administrador del culto de los dioses, casi igualaba en importancia al tabiskey>> (Briceño Perozo, 29), podía disponer de varias esposas. De sus hijos salían los futuros sacerdotes y tabiskeyes.

Ahora bien, del mapeo realizado y la ubicación de los topónimos indígenas, se localiza hacia el suroeste de la parroquia, el topónimo Mukuti, cerca del Portachuelo de la Lagunita, donde funcionó el espacio de frontera entre el Virreinato de la Nueva Granada y la Provincia de Venezuela, que llamarán en los siguientes siglos como: La Puerta.  Este grupo de aborígenes Mukutís o Mocotis, fueron los que desarrollaron posterior a la llegada de los europeos, la agricultura del trigo entre el Portachuelo, San Martin, Quebrada Seca, el Censo, San Pedro y la Cordillera, en el siglo XVII y XVIII. Amílcar Fonseca, afirma que Mucutí es el lugar de residencia del cacique del mismo nombre. 

         Así con el mapeo, podemos buscar un tipo de organicidad lineal, entender que en donde está ubicada la famosa Cordillera, del lado este de La Puerta, se ubicaba en una posición importante que es precisamente la Serranía del Pitimay y las áreas circunvecinas un jefe o caudillo  con este nombre, es decir, jefe de cuatro rangos, de cuatro buenos; igualmente, está otro, más al norte, que es el cacique que ocupaba lo que hoy es “Las Aletas”, contiguo a la hacienda “Las Delicias”, una posesión de tierra Bomboy, que es el cacique más importante de todo el valle de La Puerta.

Equivalentemente, al sureste, está Komboco, que mantiene oficialmente este topónimo, que como grupo humano, tenía un guía o jefe, que se distinguía o se le llamó por el mismo nombre del lugar. Este grupo de Kombocos, está cercano a los Jajoes o Xaxoes, también de nación Timotes, grupos de estos,  que fueron encomendados, pertenecieron a la misma Doctrina de San Pablo Apóstol (7ma. Doctrina). 

Hacia el este, se mantiene el topónimo Pitimay, en la Serranía de Pitimay, gran parte de lo que se conoce como Carorita, lindero oficial con la parroquia Mendoza. Documentos de venta de terrenos han desfigurado el topónimo, usando la “Cima”, la “Cordillera”, y hasta “Cima Encantada”.  Pitimay, significa en lengua indígena, Piti = cuatro, más May = poder, rangos, es decir, cacique o jefe indígena de cuatro rangos o poderes.

Igualmente, Kukuruy, antiguo nombre de Carorita, la tierra colorada, fue en este sitio donde se fabricaban utensilios de uso domésticos en arcilla, y las más hermosas y coloridas piezas, chorotes, sonajeros e imágenes mágico religiosas, en cerámica, evidenciadas sus muestras en museos nacionales y de otros países. 

Hacia el oeste, encontramos al Xikoke, un lugar y posesión en el Páramo de La Puerta (los Torres), donde existen restos de las plantas en piedra de 4 casas indígenas. Según la memoria oral, fue habitada en tiempos remotos por un pequeño grupo de estos indígenas de nación Timoto.

Además, el documento de la señalada “Encomienda Valle de Bomboy”, indica que hubo un jefe denominado Guara, vocablo que en lengua Timotes, significa hombre de la zona alta, del frío, es decir, jefe en el páramo de La Puerta o Siete Lagunas, ubicado en la zona oeste. Es pertinente señalar que dentro de la colección etnográfica del Museo de Ciencias de Caracas, hay un objeto ritual de los Aguayú del estado Zulia, que fue obtenida en intercambio realizado con los Tayrona de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, que eran grupos indígenas que dominaban las aleaciones con oro, este elemento ritual lo denominaron Guara y es el símbolo de un caudillo o jefe indígena al cual se le ven cintas en la cabeza, indicativo de su poderío, de su  mando de gobierno, es decir, que este nombre tiene relación con caudillo o cacique que puede ser un maviskey o un tabisquey. 

En dicho sistema político se incluye una especie de chamanismo ancestral, que incide en la esfera de los jefes criollos por lo de su aparente gran efectividad. Al oeste de la parroquia, y en lo más alto está el sitio desde donde ejercía su poder el sacerdote Chegué que es la figura simbólica del chamanismo ancestral aquí en esta jurisdicción, del que por su importancia y simbolismo durante el periodo precolombino, publicamos un artículo reciente. Coincidentemente con la oralidad y en estrecha relación con lo expuesto anteriormente, se puede observar que, define tanto por el topónimo, la localización, altura, clima, fenómenos naturales, que el lugar cumplía una función utilitaria, quizás de santuario, en la estructura y señorío de poder tribal de la Comunidad indígena Bomboy, luego Resguardo indígena de La Puerta. Chegué era el sumo sacerdote, ejercía un rol fundamental dentro del señorío tribal y la comunidad indígena Bomboy. 

En  el Norte de la parroquia, encontramos los Bicuyes o Vicuyes o Vacuyes, grupo o familia indígena, posiblemente  parental o desprendimiento de la pequeña comunidad de Estovacuy o tierra de las cocuizas (Municipio Carvajal).  Según las escrituras de “Encomienda Valle de Bomboy” de Juan Álvarez Daboín, terrateniente de este Valle, también junto con los antes señalados, hubo otro jefe principal llamado Jasepe, en su jurisdicción.

Al frente de la hacienda Las Delicias (también zona norte), encontramos un sitio denominado la "Vega del Cacique", en dónde llaman Las Aletas (documento de Partición Posesión Las Delicias). Todos los puntos geográficos, a los que se ha hecho referencia, en nuestro criterio, tuvieron su nativo dirigente principal, no solo por lo del topónimo, sino porque esta comunidad se conformó con grupos y familias provenientes de sitios distintos al Valle de Bomboy, durante el proceso de reducción y evangelización, que contemplaba el modelo colonial de encomiendas. 

La anterior, sería de acuerdo a la señalización toponímica y simbología, la estructura de poder territorial y gobierno tribal de la Comunidad indígena Bomboy, asentada en el espacio geohistórico, que hoy constituye La Puerta. 

La importancia del conocimiento y difusión de este tema, radica en que dentro de la obligación que tenemos todos de descolonizar la historia local y desenmascarar la versión sesgada contada por los hacendados y gamonales, quitándole el oscuro velo racista y visibilizar este periodo hermoso de nuestra formación como comunidad, debemos reivindicar además, los topónimos auténticos y criollos, para su uso en tradiciones y costumbres culturales y educativas, y con fines de su conservación.

(*) Portador patrimonial histórico y cultural de La Puerta.

La Puerta, abril 2024.

omanrique761@gmail.com

 

sábado, 6 de abril de 2024

El bautizo de sangre La Mocotí, 1892.

El bautizo de sangre La Mocotí, 1892.

Por Oswaldo Manrique (*)


Fueron cuatro días de machetazos y tiros, a diestra y siniestra. Cuatro días de barbarie, que revolcaron a las familias trujillanas en un infierno.  Trujillo, <<Se puso casi todo en armas, la prolongación de más de veinte años de mando de los Araujos y Baptista permitía que casi todos sus habitantes fueran adictos a aquel nepotismo>> (Crespo, 27), el ejército godo era de tamaño considerable, de campesinos sin tierras, mezclado con terratenientes y caudillos codiciosos.


Durante esos días, los devotos no pudieron disfrutar en el templo de San Pedro Apóstol de Jajó, ni en la capilla de Durí, la celebración litúrgica de los  Pasos de Jesús, ni la procesión, ni los cantos, ni la semana santa,  al contrario, lo que el pueblo pudo conocer en carne propia fue el camino a la muerte, sin estaciones, fue cuando los conservadores vivieron su propio calvario. En esas horas los curas, sacristanes, seminaristas, novicios, las devotas, las cofrades  y el pueblo campesino tendrían su propio vía crucis.

Fue una revuelta promovida por la ambición de los caudillos del bando “Lagartija” y el de los “Ponchos”,  particularmente estos, que se resistieron a la ascensión de los liberales locales a las posiciones de gobierno, aun siendo producto de los métodos de selección legal, de ese momento.

Ganando el general José Manuel Baptista, la Presidencia del Gran Estado de los Andes, en las elecciones de 1890, el clima de inestabilidad política, se fue acentuando cuando en Caracas eligen al Dr. Raimundo Andueza Palacios como Presidente de la República. Al vencer su periodo de gobierno y dar a conocer que seguiría en el poder, los llamados “ponchos” o “godos” trujillanos  rechazaron su decisión continuista.

La violencia era el pan de cada día en todos los lugares y hogares de Trujillo. La gran mayoría de los reclutados en los páramos de nuestra comarca y las vecinas, fueron a integrar las tropas oligarcas, defensoras de los  gobiernos regionales conservadores de la familia Araujo-Baptista, los llamados “Ponchos”, pero en esta ocasión, éstos, se alzaron contra el continuismo del Presidente Andueza, aliándose a la rebelión del general Joaquín Crespo, “TaitaCrespo, valioso dirigente político liberal.  

La coyuntura nacional, también sirvió a los molestos habitantes trujillanos  y a la dirigencia de los liberales “lagartijos”, para emprender una guerra contra la hegemonía de los terratenientes oligarcas en el poder y el gobierno regional. La pelea, con fachada nacional, envolvía un asunto provincial, entre los terratenientes conservadores (Ponchos), y los terratenientes liberales (Lagartijos); eso se traduciría en un enfrentamiento de los caudillos del clan Araujo-Baptista, y los del clan de los González Pacheco.

No sabían los pocos habitantes de La Puerta, luego de la expulsión dada a los indígenas Bomboyes, que en la última década del siglo XIX, con sulfurante conflictividad política,  en su tranquilo espacio de sementeras, se desarrollaría como parte de un esquema preliminar de enfrentamiento entre hermanos, entre familias, una batalla campal, que lo dejaría ensangrentado.  

El martes Santo 12 de abril de 1892, comenzó a desarrollarse una devastadora y sangrienta batalla contra la Reelección Presidencial y a la vez, contra la hegemonía regional de los “godos”.   

Las fuerzas nacionales, legalistas y anduecistas, al mando del general Diego Bautista Ferrer, tomaron las ciudades de Trujillo, Boconó y Valera. Contando con unos 800 hombres, confiando en superioridad numérica y mejor armados, se fue a atacar a los “ponchos” alzados, en su propio patio. Las tropas de ambos bandos rompieron fuego en la Mesa de Jajó, la vanguardia de los liberales sufre una grave derrota al tratar de desalojar a los godos de su propia tierra. Varios pueblos vecinos, como Durí, La Mesa, Jajó y Timotes, fueron hostigados y sitiados por las fuerzas liberales del general Diego Bautista Ferrer y el general Rafael González Pacheco.

Ordenó a sus tropas de gobierno  que estaban  en Valera y Trujillo, y la que él traía del estado Lara, avanzar por el camino que bordea el río Motatán, cruzarlo y dirigirse a atacar a Jajó, el sitio símbolo del poder de los Araujo y donde estaban concentrados los rebeldes, y es derrotado. Pareciera que el plan de combate era tenacear a los “Ponchos”, con el grueso del ejército de gobierno que partiría de Valera, otra falange de refuerzos vendría desde Mérida, y el tercer frente, tomaría “El Portachuelo de La Lagunita”. Habían llegado tropas liberales de Lara, del Centro y de Coro comandadas por los generales Diego Bautista Ferrer, Rafael Planas, Pedro Arteche y Antonio Zuleta, armados con fusiles Remington lo más avanzado de la época.  Sus compañeros liderados por Pedro Linares, Francisco Paredes y Rafael Montilla Petaquero, tomaron el camino del páramo de La Puerta como una posición estratégica. Ferrer y su ejército días antes, lograron vencer a las montoneras de los oligarcas en Carache, gracias en gran parte a la acción valiente de Montilla Petaquero.


El miércoles Santo 13 de abril de 1892, los "Ponchos", liderados por el general José Eliseo Araujo, el coronel Sandalio Ruz y otros, se concentraron en Jajó para enfrentar a los “Lagartijas”.  Ferrer ordena a sus subordinados echar el resto, pero hubo un asalto final de los "Ponchos" sobre las fuerzas del gobierno, sangriento hecho que dejó varios oficiales muertos.

Los enardecidos araujistas, se estrellaban contra las trincheras liberales, y su jefe el general José Eliseo Araujo, que también lo era de la revolución contra el continuismo, les gritaba <<echen pa’lante muchachos, un tiro y al machete>> (Gabaldon: 110). Las tropas de Ferrer en su mayoría eran de Mérida y Lara  y uno de los motivos de los oligarcas, era que enfrentaban << a los imprudentes que se han atrevido a hollar con sus plantas su suelo regional>> (Gabaldon: 110). Seguramente, los liberales,  pensaban someter en dos fuegos a los alzados trujillanos.

Los araujeros,  responden batalla disparando; con el conocimiento del terreno, bien emboscados y en constante movilización de grupos, sus horas de tiros lograron ventaja, cuando van al remate de los “lagartijos”, persiguiéndolos desaforados, unos por la Joya, en El Horno, y en Tafallés, se encontraron con las trincheras y tiros de los liberales.


El jueves Santo 14 de abril de 1892, se retiraron los gubernamentales por la Cuesta de la Mocotí,  subida intrincada, boscosa y sinuosa.

Entre Tafallés y La Mucutí, se echaban 2 horas a pié y 1 hora en bestia. El general José Eliseo Araujo, hombre de campo, sabía muy bien que había que acabar de cuajo con el problema y  les insiste a su escuadra de indios macheteros, que fueran sobre Ferrer, con eso se acabarían las aspiraciones de los liberales por tomar el poder en la región y no se dejarían dudas del triunfo de los “ponchos”, los triunfadores en la persecución le dieron unas cargas a machete, pero la acometida resultó infructuosa.  

En horas de la tarde, Ferrer  mas aliviado por los refuerzos de Montilla, se mete en una de las viviendas de bahareque, para protegerse, casa del liberal “Maese” Felipe Uzcátegui, campesino en La Mucutí.


El viernes Santo 15 abril 1892, a eso de la 1 de la madrugada se produjo un asalto a la casa de Uzcátegui, donde está resguardado Ferrer y sus oficiales. En la oscuridad de la noche, el Comandante es sorprendido; le llegan a su campamento y un indio de Jajó, le da un severo machetazo y de un  tajo le hiere la mano; tuvo suerte que uno de los jóvenes de su guardia logró salvarlo y lo puso en lugar seguro; por lo que el general liberal, viendo el salvajismo de sus perseguidores y que no había posibilidades de resistir el ataque oligarca, decidió la rendición.

El   general Pedro Linares que también está herido de machetazo pero en el abdomen, en medio de un dantesco cuadro de sangre, se molesta ante la orden de rendición. Presencian esto, los generales Francisco Paredes, Pedro José Maya y el oficial Montilla. El Dr. Gabaldon  en su narración de los hechos, señala que  <<Ahí se le unieron cómodamente sus reservas venidas de Trujillo y Valera y con la ayuda que le presentaron…Rafael Montilla, mejoró su dificultosa situación >> (Gabaldon: 110).  Desde Valera,  Montilla y otros oficiales, habían tomado como puesto  de importancia estratégica del ejército liberal, un lugar conocido como “El Portachuelo de La Lagunita”, jurisdicción de La Puerta,  desde donde observan las fuerzas  oligarcas y deciden también atacar, bajan a la Mucutí, donde descargan sus armas. 


Y llegó el Tigre para la matanza final en La Mocotí.


Al enterarse de la rendición, observando esta dramática situación, Montilla y sus mestizos e indígenas, salen de la casa refugio de Ferrer no aceptando pasar por la vergüenza de la sumisión y viendo  al general Pedro Linares, que también herido se encontraba  en el suelo, sin vacilación ninguna decidió asumir la jefatura de la batalla y en lugar de acatar la orden de rendición,   dio una decidida y corajuda contra orden y se fue con su columna de campesinos e indios sobre los macheteros araujistas y en un encierro los encallejonaron, piquete que llegaba, piquete que liquidaban; le faltó tiempo para seguir quebrando cabezas oligarcas con su fusil, lo que sorprendió a éstos, huyendo los que quedaron con vida,  en el  contraataque logró derrotar  a los “Ponchos”. 

En su acción, dejaron escuadras de hombres heridos y asustados,  otros muertos. La sangre y pedazos de manos, brazos, cabezas surcaban las curvas y los bordes de aquel  decimonónico camino de los Timotes. Algunos lograron salir del encierro y alcanzar “El Portachuelo”, desesperados por escapar de la matanza y subir al Páramo de las Siete Lagunas, pero también fueron víctimas del encarnizado combate, allí quedaron sus restos, junto con caballos y bestias heridas, pedazos de fusiles, bayonetas,  machetes, espadas, lanzas,  espuelas, tabaco, cajetas de chimó, casquillos, riendas, enjalmas, y los sombreros de los caídos.

Montilla, mañaneando, inteligenciado en que la lucha es a fondo contra los oligarcas, y empoderado con lo que repitió varias veces en su vida, que, los mestizos como él, <<no se retiran nunca cuando tienen la victoria en la mano>>, lanzó la feroz y encarnizada orden a su piquete,  de carga a plomo y machete.  A él, no lo motivaba el hecho de la guerra ni adquirir charreteras, sino que el triunfo de los oligarcas, era el triunfo  de la continuidad  opresiva de los terratenientes, lo que produciría graves consecuencias para los campesinos trujillanos.  En su avanzada, les gritó a sus macheteros: “A pelear muchachos, rendirnos es la muerte”,  fue el suficiente y oportuno aliciente para aquella tropa campesina para arrollar y triunfar sobre las fuerzas de la oligarquía araujista, reconociendo al autentico comandante de los campesinos: el indio Rafael Montilla Petaquero.

Las tropas legalistas y godas, integradas en su mayoría por humildes campesinos trujillanos, sorprendidas, fueron cayendo, algunos decapitados,   los que se salvaron retrocedieron y huyeron ante aquel brutal contraataque de los “Lagartijos”.  El maestro trujillano D’Santiago, escribió que en el contraataque, ordenado por este novel comandante a sus hordas de asalto, de embestir al enemigo a machete, con mayor arrojo, se abalanzaron sobre sus coterráneos en feroz y sangrienta lucha, cuerpo a cuerpo y con la decisiva herramienta. Montilla <<se vio precisado a utilizar la culata de su Remington como arma contundente>> (D’ Santiago, Págs. 216 a 223); en la circunstancia la usó para aplastar cabezas. Su ejemplo, guió a sus guerrilleros campesinos, a convertir en victoria,  una clara derrota.   La Batalla fue decidida por esa carga a machete ordenada por Montilla. Sabía que rendirse era la muerte segura, porque los  “Ponchos” no iban a dejar vivo a ninguno de ellos.

En la acción campal de Jajó-La Mucutí-El Portachuelo, las tropas afectas al “León de la Cordillera”, comandadas por sus hijos, pusieron en práctica fingir la retirada para obligar a las fuerzas del gobierno liberal a que los persiguieran, para luego aprovechar, virar, retroceder y cargar a machete cuesta arriba y liquidarlos. Una adaptación andina, de la táctica paecista de “Vuelvan Caras” usada en las “Queseras del Medio”, que hizo mucho daño a los ejércitos realistas, y  que practicó el general Juan Bautista Araujo (padre) y el coronel Sandalio Ruz, en su tiempo.  Pero eran tropas no preparadas militarmente, montoneras reclutadas en las montañas, que no acataban las ordenes de retirada y lo que sobrevino fue el espontaneo “Sálvese quien pueda” y salieron en desbandada, presos de terror, huyendo hacia la Vega de Timotes y se escabulleron hacia Mérida, incorporándose a las fuerzas de la revolución contra el continuismo en Los Andes.

Montilla, había cerrado cualquier  posibilidad de escape por las dos rutas, La Cañada, Los Pavones, Garabulla  y Las Mesas de San José o hacia las Siete Lagunas;  a los “Ponchos” solo les quedaba como vía de escape, regresarse y coger el camino de la Joya, hacia Timotes, para refugiarse en Mérida.  El escritor trujillano Emigdio Cañizales,   apuntó en su trabajo sobre esta batalla, lo siguiente: <<las fuerzas de Baptista le hacen frente a Ferrer. En el viejo camino de Trujillo a Timotes, esta la Cuesta de la Mucutí>>, se refiere al angosto, sinuoso y largo camino que en aquella época, conectaba desde La Puerta  al Portachuelo de la Lagunita, tomando  hacia la izquierda está la Mucutí, vía por donde se llega a Tafalles, al Horno y la Joya, a pocos minutos de Timotes.  

En su particular exégesis, Cañizales biógrafo del general Gabaldón, agregó este dato interesante: la utilización de una pieza de artillería de fabricación alemana,   <<El cañón “Continuista” tronado por el general Francisco Paredes, ayuda a decidirlo en favor de los Lagartijos. El nombre de Rafael Montilla…lo requiebran los páramos y comienza la leyenda del “Tigre de Guaitó”>> (Cañizales Guedez,  102). Arturo Cardozo, escribió: <<empieza a ser disparado un pequeño cañón en las filas nacionales>> (Cardozo, 238). Sobre este punto, el montillero Dr. Fabricio Gabaldón, en su narración de  esta batalla,  no mencionó el uso de esa arma, ni esa circunstancia,  en la  batalla; considero que era difícil el acceso y transportar ese tipo de armas, por esa Cuesta.     

Finalmente, las tropas de Ferrer lograron vencer a los "Ponchos"  en una batalla que causó numerosas bajas en ambos bandos.

Desde el amplio espacio de “El Portachuelo de La Lagunita”,  el Estado Mayor de las fuerzas legalistas liberales, convirtieron a “La Mucutí” en un lugar de muerte, allí quedaron tendidos más de 200 seres, expuestos como festín de las aves y demás animales de rapiña (Gabaldón, F, 112 y 113). 

Imagen de portada: Mango de una  bayoneta usada en esta batalla, cortesía del vecino Ramón González Carrizo, descendiente del general Federico González y pariente del coronel Sandalio Ruz, es  habitante de La Mocotí. 

Venideros el 12, 13, 14 y 15 de abril, que conmemoran el 132 aniversario de lo que se puede denominar como el bautizo de sangre humana de La Mocotí, justo es el recordatorio de este verdadero acto de fratricidio en nuestra historia regional;  fueron cuatro  días de continuo plomo y machete, luego de esto, se impuso algo de orden y estabilidad. La Puerta, espera la erección del monolito conmemorativo de este y otros hechos de sangre ocurridos en este sitio. Los gobernantes tienen la palabra.  


(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

omanrique761@gmail.com

La Puerta, abril 2024

sábado, 30 de marzo de 2024

Chegué, histórico, fenomenológico y místico.


Chegué, histórico, fenomenológico  y místico.

Por Oswaldo Manrique (*)


Contenido.  

1.      El espacio geohistórico.

2.      Algo de Historia: Chegué, gélido, histórico y mítico. 

3.      Páramo de Chegué y su fenomenología natural o atmosférica.

4.      Tierra de indígenas, caudillos, mitos y leyendas.

5.      Chegué, el topónimo indígena y el sumo sacerdote.


         El espacio geo histórico.

Desde los primeros años de expansión y desplazamiento de la civilización Chibcha - Mukus desde Tunja, y la nación Timoto hasta las inmediaciones del  lago de Coquivacoa (Maracaibo), como salida al mar Caribe, este lugar de paso intermontano, tuvo y tiene su importancia. Nuestro vecino Ángel Alfonso Araujo, ex Prefecto de la Parroquia La Puerta y nativo de Chegué, nos reveló que <<Chegué queda cerca de "Los Asientos", donde se origina el agua que va a dar a la Quebrada de San Martín, cerca de La Lagunita,  forma parte del Parque Nacional Sierra La Culata. Para llegar a Chegué, desde El Paramito, a pocos pasos de La Lagunita, a pie, se pueden gastar unos 40 minutos, esos eran antiguos caminos de caudillos, que se trasladaban en mulas>> (Conversación con Ángel Alfonso Araujo en La Puerta, 3 enero 2024), caminos construidos, andados y usados por los indígenas para el traslado de carga a pie, desde los pueblos andinos hasta el Lago de Maracaibo.  

Como  complemento Araujo  nos explicó  que, <<es un sitio por donde se llega a la Cañada Grande, donde hubo el accidente en el año 51 y se ve la Cruz Colorada, desde este punto se ve también parte de lo que es el Lago de Maracaibo. Cañada Grande queda frente a la Laguna Negra a una hora y 20 minutos a pie>> (Conversación citada), se cumple una jornada de camino, tanto a pie, como en bestias para trasladar los productos, los viajeros lo tenían como sitio de paso y de durmienda, para continuar la marcha al día siguiente. 

Por su parte, Esteban Quintero, nuestro baqueano y conocedor, agrega que,  <<de la Cruz Colorada hay un camino que lleva a la Cañada Grande y a Monte Carmelo y la otra que va a las Escaleras de Piñango>>. (Conversación con Esteban Quintero. La Puerta. 17 marzo 2024); nos ubica en el Páramo de La Puerta,  Siete Lagunas, a más de 3.500 msnm.

Igualmente Araujo nos  indica que,  <<hay sitios cercanos ahí, que se llaman la Laguna El Perol, otro sitio se llama Los Chorotes, otro se llama La Gallera, otro se llama El Purgatorio, donde realmente lo que hay es cría de ovejos y las famosas vacas lanudas, que es muy escasa. Se sembraba en mi época de infancia mucha papa del tipo “Negra”, la “Carraca” y la denominada “Acema”, además, del trigo que se sembraba para el alimento de nuestras familias>> (Conversación con Araujo), esta producción se da, a pesar de la debilidad de su suelo y el severo clima que allí abruma.

Se puede apreciar que los caminos, incluyendo las famosas “Escaleras” de piedra bruta, tanto las que dan a las Lagunas, como las dirigidas a Piñango, obra precolombina, su ubicación  cercana  al Santuario Indígena Maen Shombuk (Siete Lagunas),  se  condensa  en un sitio aislado, como protegido tanto por la naturaleza con el torbellino del viento, la oscuridad y el arcoíris, como por la poca afluencia de los seres humanos, como si fuera la divina providencia, por eso, me atrevo a señalar que en Chegué pareciera que lo místico y fenomenológico y sus características reales y atmosféricas,  se confunden con lo místico y lo ancestral. 

El geógrafo trujillano, Francisco González Cruz, en su trabajo sobre geografía del estado Trujillo, indica que, dentro de los tres grandes relieves, de esta entidad, se encuentra la Sierra de La Culata, que precisamente,  <<penetra por el sur del estado en el páramo Chegué o Malpica (3.894 msnm) y va descendiendo paulatinamente en dirección noreste a través de los páramos Siete Lagunas (3.724 msnm), de La Puerta (3.331 msnm)>> (González, 250). Este importante dato, nos responde varias interrogantes, que existen en relación a este interesante y excepcional lugar.

Algo de Historia: Chegué, gélido, histórico y mítico. 

Los primeros pobladores se asentaron y vivieron en dichos páramos y en el valle de Bomboy, alrededor de 3.000 años antes de ahora, como parte del proceso de expansión de los Chibchas-Mukus, de donde se desprende la nación Timoto, tomando en consideración el espacio que conduce al lago de Maracaibo  (Coquivacoa) como salida al mar Caribe.

Sobre noticias de vida prehispánica en este lugar, existe una interesante referencia, en la investigación del arqueólogo Kider, al encontrar una reliquia o figura de barro, de  <<Cabeza ovalada, cuerpo hueco, un espécimen tosco del Páramo Alto Chequé, Distrito Valera, Trujillo, tiene patas, muy juntas y otras características no inusuales. PL XVIII es probablemente andino, aunque se dice que proviene de Maracaibo>>. (Alfred Kider. Arqueología del noroeste de Venezuela, Vol. 26. Pág. 133. 1944); muy posible que, si no fue elaborada allí, haya sido usada y dejada en este sitio de paso, por algún transeúnte venido de algún pueblo del Lago de Maracaibo o de la Sierra Nevada o Tunja. Otros investigadores como Vellard, han encontrado más vestigios de ese periodo, pero localizados en el Páramo Siete Lagunas (cercano a Chegué, La Puerta), como los que se encuentran en exhibición en el “Museo del Hombre”, en la ciudad de París, y en el “Tulene Bertoni”, de Valera.

Por la poca información existente, recurrí al testimonio de personas vinculadas con este sitio. Nos relató Ángel Alfonso Araujo, ex prefecto de la Puerta, y nativo de Chegué, que a comienzos del siglo 20, de forma rápida,  comenzaron a aparecer casas de tapiales, construidas por la familia Araujo, en su ancestral técnica de barro, con la intención de poblar el sitio y de explotar la agricultura y la cría; <<La familia Araujo fue de las pocas y más antiguas  que compraron algunos pedazos de tierra, quizás a finales del siglo XIX, compró el señor Fernando Araujo mi bisabuelo y se mudó con su señora María Fermina Salcedo de Araujo, allí establecieron sus espacios de hogar,  siembra y de cría>>. (Conversación citada); este Fernando, fue adquiriendo otros lotes de tierra adyacentes.

Recuerda que cuando era niño lo llevaron <<al matrimonio de Crucito Villarreal, en Cañada Grande, que fue a todo dar porque hubo música de violín, cuatro y a pesar del sitio que es muy templado, muy frío, allí hubo grandes mesones de comida, baile, pasteles, ovejo guisado, que al ser servido en el plato se congelaba, dieron café, a los mayores les daban sanjonero, y bailaron,  mucha gente que llegaba de Monte Carmelo>>. Fernando Araujo, de los primeros pobladores de Chegué, bisabuelo de Ángel Alfonso Araujo, nació en 1889,  murió en 1971, a la edad de 90 años.

En otra conversación, con nuestro vecino Antonio Araujo,  el popular "Cuyusa", nativo de esa zona, y pariente de Ángel Alfonso Araujo,  nos ratificó que allá, apenas se levantaron 15 casas, que hoy están en calidad de ruinas, se cayeron las tapias, producto de que los animales las empujaban y se fueron demoliendo y destruyendo.

Por su parte, el vecino y ambientalista Esteban Quintero, buen conocedor de esa zona, nos relató que  << La Casa y  los llamados “Los Asientos” (tapias),  solían funcionar como sitio de paso para los viajeros que venían de Piñango, rumbo a Montecarmelo>>, como sitio para dormir, pasar la noche, y continuar la marcha al día siguiente.

Agregó el mismo Quintero que, <<allí se conocen como pobladores de ese Páramo, a la familia Araujo, y a la familia Toro>>. Se le preguntó acerca de la importancia histórica y paisajística de Chegué y rápidamente respondió: <<es que allí están las legendarias “Escaleras”, obra indígena milenaria prehispánica, el antiguo camino de recuas, ajustado ancestralmente con piedras, que conducía a Palmira, Timotes y los Aposentos>>; muchos de nuestros caudillos de finales del siglo XIX, lo usaron como vía de escape, ante sus perseguidores.  

Los datos proporcionados por los Araujo y Quintero, nos sugiere que además de la difusión de este excepcional y hermoso lugar, se debe proteger y conservar como patrimonio natural del estado Trujillo y particularmente de La Puerta.

Los habitantes de este lugar los venció lo inhóspito, lo gélido del sitio y la mayor parte, se mudó a La Puerta y otros lugares, buscando mejores oportunidades de vida.

Hoy, en estos menesteres de descolonización de la historia y la cultura local, comprendo lo que quería decir mi abuelo Concio Rivas, hace varios años, sobre el “joven viejo” y el “viejo joven” Chegué, que vigilaba el cauce de los acontecimientos de su gente, según él,  y en efecto así lo entiendo, que en la ruta hacia las Siete Lagunas, existía este sitio agreste, casi glacial llamado Chegué, a quién se le sumaban características superiores en los primeros pobladores, y  luego por los grupos de indígenas trasladados al pueblo de concentración y esclavitud llamado Pueblo de Indios Cabecera de Doctrina Nuestro Señor San Pablo Apóstol, hoy La Puerta.

Dicen nuestros mayores, que el personaje indígena Chegué vivió unos 150 años, en ese Páramo se alimentaba de díctamo real amarillo y de pasta de frailejón.  Hoy en Chegué, sitio abandonado hace más de medio siglo, existen solo unas 15 casas totalmente en ruinas. 

Páramo de Chegué y su fenomenología natural o atmosférica.

La  elevada ubicación de este Páramo, explica lo de las aguas cristalizadas o espejos de hielo que allí se acostumbra ver.  Solo los que han habitado en ese lugar pueden dar fe de un fenómeno natural meteorológico concurrente,  como lo es el remolino de viento que allí se produce, por eso algunas personas lo llaman “ventisquero”, quizás con desdén, para no hablar bien del sitio.

En esa zona se forma un remolino muy curioso y  persistente, porque llegan vientos de los dos lados y se encuentran y abrazan en este punto, es decir, uno que viene de Monte Carmelo y otro que llega de Piñango, formando un torbellino o el denominado Remolino de Chegué, que se alza en dirección al cielo, de forma maravillosa, combinando la pureza del blanco con los afectivos azules, todo un espectáculo.

También se observan los momentos de oscuridad en pleno día, especie de curiosos eclipses. A raíz de  estos fenómenos naturales y meteorológicos, se comenzaron a comentar los famosos encantos, mitos y leyendas de que era un sitio de mucha penumbra y crepuscular, como defensa y protección, es decir, que cuando llegaba gente nueva, extranjera, forasteros y caudillos a quedarse, aquello se ponía oscuro, todo el lugar en penumbras, y también surgían los famosos arcos iris, entonces salía el sol nublado.

Es precisamente en Chegué, donde se produce además del torbellino del viento, la oscuridad en el día, el fenómeno de la lluvia parcelada y selectiva, que cuando está molesto, llueve en un sitio y en el que está a pocos metros, no  llueve, permanece seco, esto, como ambiente fenomenológico natural, y hasta como creencia o superstición, es interesante.

         Tierra de indígenas, caudillos, mitos y leyendas.

Fue obra precolombina para el intercambio de productos, y además, camino de caudillos; a raíz de lo agreste, altitud y lo apartado del sitio, nos dijo Ángel Alfonso Araujo, <<se comenzaron a comentar los famosos encantos, mitos y leyendas de que era un sitio de mucha oscuridad, es decir, que cuando llegaba gente nueva, forasteros y caudillos aquello se ponía oscuro, todo el lugar en penumbras, y también los famosos arcos iris, entonces salía el sol nublado>>; asimismo, las historias y versos relativos a nuestros caudillos de la Cordillera de La Culata, el coronel Sandalio Ruz, que decían tenia pacto con el demonio, porque desaparecía, y el coronel Américo Burelli García, que en su huida hacia Palmira, le tapó los ojos a los “chácharos” del dictador Gómez. Los amparó Chegué.

Indagando sobre el período prehispánico de La Puerta, que tanto nos entusiasma, recordé una noche en la que estábamos alrededor del fogón, en nuestra casa en el Xikoke, Páramo de La Puerta, viendo todos los movimientos y escuchando los decires de mi abuelo “Concio” Rivas, que nos transportaban al mundo de la leyenda y de lo mágico. En esa oportunidad, nos dijo que,  <<así como existían los cuidanderos de las Siete Lagunas, viejitos que viven en las lagunas, también en la antigüedad, hubo personas que vigilaban y estaban pendientes de los asuntos del pueblo>>; fue cuando nos habló de Chegué, el joven viejo o el viejo joven, que según mi taita había durado vivo más de 150 años, y  había peleado en la guasábara contra el conquistador García de Paredes. Yo, el único nieto, en esa conversa, solamente me entretenía con lo que nos decía de los cuidanderos de las lagunas, que son mucho más de siete lagunas, de diferentes colores, altitudes y tamaños. Y le pregunté: - ¿Abuelo antes qué había en esas montañas? El taita con su pie montado en el borde del fogón, se quitó el sombrero y parsimonioso, señalando con el dedo índice hacia arriba: contestó: - Lo que había antes, solo lo saben los que están en el cielo. De modo que con su respuesta, nos dejó todo un mundo de explicaciones por conocer. Solo nos miramos, y le sonreímos la salida.

 Chegué, el topónimo indígena y el sumo sacerdote.

El término Chegué, de origen muisca, de donde deriva la lengua de la nación Timoto, de acuerdo a su transcripción fonética y las antiguas versiones ortográficas, significa dignatario religioso. La investigadora colombiana María Stella González de Pérez, ha indicado que historiográficamente, tanto Chegué, chiqui, chuque, xeque, ieque y jeque, se refieren a sacerdote o mohan muisca. 

Los primeros cronistas españoles entre ellos fray Pedro Simón, nos dan una orientación para interpretar este asunto, particularmente para la historia temprana de La Puerta y la estructura de poder tribal existente al momento de la invasión europea.

Fray Simón, en su <<Tabla para la inteligencia de algunos vocablos",  define con toda claridad el significado del chyquy o jeque: «leque, es el sacerdote de los Ídolos, el que ayuna, y haze las ofrendas· es vocablo corrompido por los Españoles, porque en su propiedad, se llama cheque, es lo mismo que mohán en otras prouincias>> (María Stella González de Pérez. Los sacerdotes muiscas y la paleontología lingüística. PDF. Colombia. 1996).  

En su estudio, María Stella González de Pérez, señala que, en buena parte de fuentes históricas, <<se siguió usando chyquy para designar al sacerdote o chamán indígena>> (Ídem), onomatopéyicamente Chegué.  

Aparece en los documentos doctrinales, particularmente en los Autos por Juicios de Idolatría, que ha destacado Amílcar Fonseca, en su obra Orígenes Trujillanos (Tomo I, págs. 43 a 47), cuando se caracteriza al mohán o mohana, su rol en el señorío tribal, su vestimenta con plumas de guacamaya, sus utensilios: sonando el caracol y quiteros, sus ídolos y chorotes, los ritos bendiciendo conucos, bestias y ganado, curaciones de enfermos, castigo a los  amancebados  <<y en la tarde hacía la mojanería, según las necesidades del tiempo, a oscuras>>,terminando con un festín,  nos sugiere que se trata del sabio anciano, el sacerdote, guía o maestro ave.    

Según lo anterior, Chegué significa una especie de sumo sacerdote y personaje que expresaba la religión indígena, así como, guía y maestro en los símbolos y ritos diversos del temor a sus deidades, y según los demás seres y los astros silbando y cantando al cielo.

Chegué, es una especie de deidad para los indígenas, a la que le rendían culto en ese realismo mágico de nuestros ancestros. Al sitio, quizás respetado y solemne,  acudían y salían en procesión para realizar los rituales de la lluvia y en el tiempo de las cosechas y sus rendimientos. Chegué, era el representante de Kachuta (Dios) en la tierra, lo más alto y sagrado para los indígenas. Dentro de su tribu gozaba de autoridad y dignidad para abordar problemas generales de religiosidad y cosmovisión, así como, de su gente y costumbres mágico religiosas. Era el sacerdote dedicado y consagrado por Kachuta para celebrar, hacer y ofrecer ritos y rezos, inclusive, sacrificios.  

Los caminos tan antiguos como las enigmáticas “Escaleras” indígenas, hechas de rocas traída de otros lugares, la altura de su ubicación, la cercanía al santuario aborigen Maen Shombuch (Páramo Siete Lagunas), nos indica que el nombre Chegué sirvió y sirve de topónimo indígena de ese lugar, y a la vez, nos indica, nos induce a pensar, que fue el espacio natural de ese Sacerdote, dentro de la composición de poder y el señorío tribal de esta zona indígena.

Conclusión.

Más que un topónimo, Chegué es un  espacio significativo dentro del universo simbólico de los indígenas.

El lugar, sin duda, tiene una importancia fenomenológica, científica, paisajística, espiritual, cultural e histórica para la humanidad.

Del mismo modo, reúne las condiciones para considerarlo un espacio fenomenológico y único, es decir, aquel en el que todos los elementos señalados, tangibles, reales, naturales, perceptibles, constatables, se mezclan con las imaginarios, ideales, místicos, leyendas, historias, conformando un tipo especial de realidad, de vida y cotidianidad andina. Los trujillanos que tenemos el privilegio de poder disfrutar y tenerlo, debemos promover su estudio y conservación como lugar excepcional.

La fotografía que se acompaña, es colaboración de la ingeniera Yadira Rivas. El peto sagrado (reverso), que se observa en la parte inferior, es de un sacerdote o maviskey; fue encontrado a mediados del siglo XX, en el Páramo de las Siete Lagunas, colección privada.

(*) Portador Patrimonial Cultural e histórico de La Puerta.

La Puerta, marzo 2024.

omanrique761@gmail.com  

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