sábado, 11 de mayo de 2024

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta. 


Por Oswaldo Manrique (*)


Un sitial destacado ocupa Agripina Burelli García de Parra, en el seno del magisterio regional, por ser pionera y baluarte de la educación en el Municipio, hoy parroquia La Puerta. Abnegada maestra y formadora de las primeras generaciones de puertenses, quien destacó por su vocación y méritos.


Vino al mundo en los tiempos en que el “León de la Cordillera” cuando ordenaba tocar las campanas de Jajó, bajaban cientos de indios y mestizos de los Páramos, armados de machetes afilados por los dos bordes a cortar cabezas, era propiamente el Presidente del Antiguo Estado Soberano y jefe único de los godos  en Trujillo, el terrateniente y general Juan Bautista Araujo y además, representante del gobierno nacional liberal gusmancista. Asi, eran las cosas.

Al detallarle su físico en uno de sus retratos, se notaba el cabello grueso y natural, acostumbró usarlo largo y arreglado. Hermosa figura que atraía la mirada de muchos. De andar pausado y elegante. Su peso y contextura física le permitió desplazarse a su conveniencia en el área urbana del pueblo, como en el campo. Su soberbio aspecto físico, combinó hasta en las más apretadas situaciones y contingencias, con sus reacciones, siempre amable, comprensible y demostrando seguridad para los suyos. No se dejó arrebatar el control de la situación ni las perspectivas, ni siquiera cuando Antonio su esposo, y Américo, su hermano, no lograron la toma revolucionaria de Timotes y comenzaron  a ser perseguidos por las fuerzas del gobierno, y para colmo a este, le pusieron precio a su cabeza.  

Agripina Burelli García, también nombrada como la maestra Agripina o doña Agripina, nació en 1879, en el fresco y vecino pueblo de Mendoza del Bomboy, estado Trujillo, Venezuela, en el seno de una familia de hacendados andinos, cultos, varios de ellos educadores: los García, a la que se integró un inmigrante italiano, que quería ser marino, oriundo de la Isla de Elba.

Hija de “ponchos” cultos, se crió en un ambiente de saberes y de ideas oligarcas nacionalistas. En el hogar de la terrateniente Petra Cantalicia García, mujer fuerte, educada en el mas calificado colegio de Trujillo, quien tocaba piano, de amplia y selecta lectura, abnegada y amorosa madre, y de un inmigrante italiano de nombre Giuseppe Zenone Burelli Raffaelli, luego venezolanizado como José Burelli, recibió Agripina una esmerada formación en valores cristianos y morales, al igual que sus hermanos, y con ellos compartió los afectos y vicisitudes de su crianza. La casa ubicada a pocos pasos de la Plaza Real de Mendoza y el templo San Antonio Abad,  aun existe.  Sus hermanos, primera y desconocida generación de los Burelli trujillanos: Américo, el Coronel nacionalista y antigomecista; Umberto, productor trigalero, Pedro Mario, el comerciante y Cristino Burelli García, el célebre molinero de La Puerta, son recordados por muchos de nuestros mayores y abuelos de Timotes, Mendoza  y La Puerta, como laboriosos hacendados y también, como insurrectos ante las injusticias; esto nos dice que ella tuvo las condiciones de gente con bienes de fortuna, que le dispensó atención, cuido y afecto, y a la vez, formación rebelde.

Transcurrió su infancia y juventud, en la casa familiar de la vieja aldea de Mendoza del valle de Bomboy, con casas de tapiales y tejas rojas; de la misma forma, pasaba días en “San Martin”, donde podía hacer muchas excursiones a una zona relativamente cercana, donde existía un pueblo de indígenas Timotes, en la margen derecha del rio Bomboy,  llamado La Puerta, y adyacentes a este sitio, estaban los grandes trigales de su mamá Petra Cantalicia y su abuelo Roque García, en las  posesiones “Quebrada Seca”, “San Martin”, “El Censo” y “El Portachuelo”, en este último sitio, donde había una muy pequeña laguna, y hoy está un bonito estanque natural, conocido como La Lagunita.

Para comprender cómo era La Puerta, a comienzos del siglo XX, ciclo vital de Agripina, la más detallada descripción la tenemos escrita por el acucioso don Mario, quien la incorporó en su única novela Los Ribera, asi: <<entre sembradíos de trigo y maíz, el camino del estrecho y delicioso valle de La Puerta>> (Briceño Iragorry, Mario. La Puerta a través del estrecho y delicioso valle. Novela Los Ribera. En: La Puerta, un pueblo, José Rafael Abreu. Caracas. 1969);  se refería al paso estrecho que había desde El Portachuelo de La Mocotí, tierras de los padres de Agripina, para llegar a la plaza de La Puerta.

Igualmente, de la descripción hecha por don Mario, tomo: <<Las casas son sencillas, las aceras están a medio hacer, la iglesia es pobre, la plaza es solo un solar abierto, sembrado de menuda hierba. Sus vecinos son buena gente agricultora, que vive de la molienda del trigo, de la fabricación del queso y de la saca de panela. Apenas había una escuela primaria y el Cura  poco cuidaba de sus feligreses, pues tenía que atender, también y en forma principal, a la feligresía de Mendoza>> (Ídem). El molino de trigo al que hace alusión, es el de Petra Cantalicia García, madre de Agripina. (Briceño Valero, Américo. Geografía del Estado Trujillo. pág. 123. Editorial Cultura Venezolana. Caracas. 1920). Tenía este pequeño pueblo, por aquellos días, 38 casas y 260 habitantes. 

Como es generalmente aceptado, los símbolos, entre ellos, el nombre de pila, nos ayudan a comprender y en muchos casos a contextualizar los hechos y los personajes del remoto pasado, mujeres bellas vinculadas con el poder y con la apasionante historia de Italia. Haciendo  una aproximación  afín, es probable que las características físicas, de la recién nacida, hayan sido las de tener sumamente blanca su piel,  con pelo claro ensortijado y de reacciones y lloriqueos fuertes, que los llevaron a pensar en ponerle dicho nombre.

El nombre de Agripina, significa nacida de un parto pedáneo, es decir, salió de pies, lo que antiguamente se conoció como parto difícil; pero también es posible que se lo haya seleccionado el papá, como reminiscencia de la célebre y poderosa dama del imperio romano, “Agripina la  mayor”,  bella mujer del imperio romano.

Un rostro serio y a la vez, encantador, con ojos oscuros y cejas arqueadas, de mirada impenetrable, fue la expresión física en su mayoridad. Sus finos labios, sensuales, libraban una enigmática sonrisa, cuando quería y lo creía prudente; de ahí, brotaban palabras y un aroma propio de sensibilidad femenina. 

Al detallarle su físico, en uno de sus retratos se notaba el cabello grueso y natural, acostumbró usarlo largo y arreglado.  Hermosa figura que atraía la mirada de muchos. De andar pausado y elegante. Su peso y contextura física le permitió desplazarse a su conveniencia en el pueblo, como en el campo. Tenía la costumbre de pasar a menudo sus delicadas manos por el vestido, para sacudir cualquier hebra o polvo de los montes y camino o para alisarlo y no se le arrugara. 

Su soberbio aspecto físico, combinó hasta en las mas apretadas situaciones y contingencias, con sus reacciones, siempre amable, comprensible y demostrando seguridad para los suyos. No se dejó arrebatar el control de la situación ni las perspectivas, ni siquiera cuando Américo, no logró la toma revolucionaria de Timotes y comenzó a ser perseguido por las fuerzas del gobierno, y le pusieron precio a su cabeza.  

Hija de “ponchos”, se crió en un ambiente de cultura y de ideas oligarcas nacionalistas;  a su padre  Giuseppe Zenone Burelli Raffaelli, quien fue conocido como “El Jurungo”, por no saber hablar bien el español, no obstante bien relacionado políticamente, lo visitaban con frecuencia personajes enviados por los generales Leopoldo Baptista y el mismo general Juan Bautista Araujo,  jefes militares y políticos del conservadurismo andino, asimismo, personalidades del mundo de la cultura y las letras. Consentida por ser la única hembra entre sus hermanos, se forjó un carácter fuerte, de decisiones y compromisos, pero a la vez, era cariñosa, atenta y afectuosa.

Junto a ella, se criaba un aguerrido caudillo andino, que con el tiempo seria destacado militar nacionalista y defensor de la Patria, su hermano el coronel Américo Burelli García, uno de los varones de la Sierra de la Culata, quien luego de un levantamiento contra el dictador Juan Vicente Gómez, cayó prisionero de la dictadura y pasaría más de 10 años en las mazmorras del Castillo San Carlos del Zulia, y luego, unos años más en el Castillo de Puerto Cabello, ambas tenebrosas y sombrías fortalezas venezolanas.

En el hogar de la terrateniente Petra Cantalicia García, mujer fuerte, educada en el mas calificado colegio de Trujillo, quien tocaba piano, de amplia y selecta lectura, abnegada y amorosa madre, y de un inmigrante italiano de nombre Giuseppe Zenone Burelli Raffaelli, luego venezolanizado como José Burelli, recibió Agripina una esmerada formación en valores cristianos y morales, al igual que sus hermanos, y con ellos compartió los afectos y vicisitudes de su crianza. La casa ubicada a pocos pasos de la Plaza Real de Mendoza y el templo San Antonio Abad,  aun existe.  Sus hermanos Américo, el Coronel nacionalista y antigomecista; Umberto, productor agrícola, Pedro Mario, el comerciante y Cristino Burelli García, el célebre molinero de La Puerta,  son recordados por muchos de nuestros mayores y abuelos de Timotes, Mendoza  y La Puerta, como laboriosos hacendados y también, como insurrectos ante las injusticias; esto nos dice que ella tuvo las condiciones de gente con bienes de fortuna, que le dispensó atención, cuido y afecto, y a la vez, formación rebelde.

Transcurrió su infancia y juventud, en la casa familiar de la vieja aldea de Mendoza del valle de Bomboy, con casas de tapiales y tejas rojas; de la misma forma, pasaba días en “San Martin”, donde podía hacer muchas excursiones a una zona relativamente cercana, donde existía un pueblo de indígenas Timotes, en la margen derecha del rio Bomboy,  llamado La Puerta, y adyacentes a este sitio, estaban los grandes trigales de su mamá Petra Cantalicia y su abuelo Roque García, en las  posesiones “Quebrada Seca”, “San Martin”, “El Censo” y “El Portachuelo”, en este último sitio, donde había una muy pequeña laguna, y hoy está un bonito estanque natural, conocido como La Lagunita.

Para comprender cómo era La Puerta, a comienzos del siglo XX, la más detallada descripción la tenemos escrita por el acucioso don Mario, quien la incorporó en su única novela Los Ribera, asi: <<entre sembradíos de trigo y maíz, el camino del estrecho y delicioso valle de La Puerta>> (Briceño Iragorry, Mario. La Puerta a través del estrecho y delicioso valle. Novela Los Ribera. En: La Puerta, un pueblo, José Rafael Abreu. Caracas. 1969);  se refería al paso estrecho que había desde La Mocotí hasta la plaza de La Puerta, esos sembradíos de trigo que vio en El Portachuelo (hoy llamado La Lagunita), luego los de San Martin, Quebrada Seca, El Censo, inclusive en lotes de la cabecera de La Puerta, eran posesiones de los Burelli García, cuyo elemento dinamizador fue el hermano de Agripina, Américo.  Éste, es uno de los notables siete hacendados que existían para aquel tiempo en todo el Municipio La Puerta (Bennet, 376).  

Igualmente, en la descripción hecha por don Mario, señaló: <<La pequeña población se ha mantenido pese a su antigua data en escaso desarrollo. Las casas son sencillas, las aceras están a medio hacer, la iglesia es pobre, la plaza es solo un solar abierto, sembrado de menuda hierba. Sus vecinos son buena gente agricultora, que vive de la molienda del trigo, de la fabricación del queso y de la saca de panela. Apenas había una escuela primaria y el Cura  poco cuidaba de sus feligreses, pues tenía que atender, también y en forma principal, a la feligresía de Mendoza>> (Ídem). El molino de trigo al que hace alusión, es el de Petra Cantalicia García, madre de los Burelli García. Tenía este pequeño pueblo, por aquellos días, 38 casas y 260 habitantes (Briceño Valero, Américo. Geografía del Estado Trujillo. pág. 123. Editorial Cultura Venezolana. Caracas. 1920). Era el nuevo comienzo, el tercer poblamiento en lo que eran las tierras del núcleo de viviendas indígenas, ahora área urbana, rodeada de los viejos campos de trigales. 

La formación magisterial de Agripina, comenzó con las lecciones que le dio su madre Petra Cantalicia, quien había estudiado en colegios de Trujillo y Valera.  Hizo estudios Agripina, en la escuela de niñas de Mendoza, bajo la guía y orientación de viejos maestros y maestras valeranas y particularmente sus tías y primas  educadoras.

 Ese Municipio, de clima saludable, con carretera a Valera, un hotel y varias casas mercantiles e importadoras, allí, en una amplia casa de ventanales, que aun se mantiene en pie, ubicada frente a la esquina nor-este de la Plaza Bolívar. Aprendió a hablar algunas expresiones en italiano con su padre “el Jurungo” Giuseppe, su tío Luigi, y sus tías, y también a cantar. Agripina, estuvo dotada de esas virtudes y principalmente, la vocación por la pedagogía.  

Sus hermanos abrieron un importante establecimiento comercial denominado Burelli Hermanos (Bennet, 374); en dicho Municipio, caracterizado por sus extensas posesiones de café, caña de azúcar y por hatos de ganado vacuno, caballar y lanar, contaban asimismo, con buena influencia de su gente, en conocimientos de historia Patria, la tierra de los patriotas coronel Antonio Nicolás Briceño y sus hermanos, igualmente, del cura patriota y santo Francisco Antonio Rosario.

Fue a instruirse luego, al colegio de Trujillo, donde estudio Petra Cantalicia, su madre. Andaba el tiempo, y estudiaba más que un didáctico normal, sentía la necesidad de formarse adecuadamente. Se convirtió en una mujer de muchos conocimientos, en varias disciplinas, y era una rigurosa investigadora para sus lecciones y enseñanzas. En los relatos de La Puerta, es considerada como una de las  primeras maestras preparadas que dejó huella en la educación de esta comarca. Quienes la conocieron y trataron, la recuerdan como una dama delicada e intensamente estética, le desagradaba ver a sus alumnos desarreglados y usando vocablos vulgares. Profesaba sus valores cristianos y familiares, acerca del ser humano, y no compartía las injusticas, sobre todo cuando se maltrataba a algún niño de sus escueleros.

Los estudios de pedagogía en instituciones especializadas o creadas para ello, eran casi nulos, pero Agripina, tuvo que  prepararse como maestra, y además, tuvo que demostrar su reconocida moralidad para dar clases, exigencia, a la que se sumó la de demostrar con exámenes médicos, estar indemne de tuberculosis (Revista Pedagógica, 40), y de cualquier otra enfermedad contagiosa. 

Américo, su hermano, el valiente representante de La Puerta, destacado en batallas militares de los “Ponchos”, estando sus copartidarios en el alto mando del gobierno nacional, entre ellos, su amigo Leopoldo Baptista, Secretario de la Presidencia de la República, intercede para la creación de una escuela formal, pública y subvencionada por el gobierno. Al haber aprobado el examen de suficiencia en el Ministerio de Instrucción Pública, para ejercer como Preceptora de escuela, como se decía en aquellos tiempos, inició su labor docente en nuestro Municipio, en la escuela creada por el gobierno, ya bajo el modelo liberal gratuito y público.

La historiografía local, al referirse a los planteles educativos en La Puerta, registra que, <<Para el año 1907, solo había en todo el Municipio una escuela para varones, con sede en la población de La Puerta y a cargo de don Lucio Viloria…esta escuela fue eliminada pocos años después; en su lugar fue creada una Escuela mixta bajo la dirección de doña Agripina de Parra>> (Abreu, José Rafael. La Puerta: un pueblo. pág. 71. Editorial Arte. Caracas. 1969); se dio el salto de la escuela selectiva y excluyente, a la nueva escuela liberal, que inició en septiembre de 1909; también dieron clases allí, doña Concepción de Salinas, la señora Adriana Gabaldon de Mora, y su hija Elvira Mora Gabaldon, Edilia Carrasquero Bello y doña Juanita Archila; institución que continuó el desarrollo de la instrucción pública primaria en nuestra comarca, es decir, 1°, 2° y 3° grados. Hubo algo maravilloso en esa escuela, enseñaban además de primeras letras, canto, guitarra y la elaboración de la deliciosa dulcería criolla.  

En la publicación del Centro de Historia del estado Trujillo, sobre anales de la educación en esta región, aparece que, para el 2 de julio de 1911, estaba creada la nueva Escuela Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22, de carácter mixto, para dictar clases a niñas y a varones, siendo su primera preceptora doña Agripina, luego serian preceptoras la maestras Srta. Sofía Ramírez, como Directora y la Srta. María Teresa Heredia, suplente, con la responsabilidad de impartir el programa de primeras letras; siendo el Intendente de Instrucción Pública de ese Municipio, el señor Ignacio González  (Revista Pedagógica. Órgano de la Instrucción Primaria Federal del Estado Trujillo. Publicación del CHET. Trujillo. 1981). Este González, fue Jefe Civil, Juez y otras veces Secretario. Las escuelas del vecino Municipio Mendoza, eran las Nros. 20 y 21.

Fue tanta la aspiración de las familias campesinas de los distintos sectores, caseríos y páramos, de poner a estudiar a sus hijos en la escuela nueva del pueblo, dirigida por Agripina, que, fue poca la capacidad de la institución para aceptar e impartir enseñanza a la amplia matrícula de aspirantes. En 1912, el Superintendente de Educación de Trujillo, en comunicación de 1° de febrero de dicho año, dirigida al Ministro de Instrucción Pública, le plantea la urgente necesidad de crear una escuela de varones para el Municipio La Puerta (Revista Pedagógica: 117); eran tiempos de la nueva escuela, como concepto democratizador de la enseñanza, pero también aunque parezca contradictorio, tiempos del gobierno del general Juan Vicente Gómez, la crearían muchos años después.

El año escolar, de acuerdo al Código de Instrucción Pública, se iniciaba el 16 de septiembre y concluía, con el último examen en julio. Nuestros mayores y abuelos, recordaban que utilizaron el antiquísimo libro Mantilla y el de Mandivel, para aprender a leer, luego los maestros lo sustituyeron por el oficializado Libro Primario y el método de Appleton, para enseñar a leer, igualmente el texto del padre Francisco Labastida, descendiente de la familia Labastida de este valle, sobre Lenguaje Nacional, para lectura y pronunciación castellana.

En la Escuela Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22 de La Puerta, Agripina hizo todo el esfuerzo por establecer y ajustar las directrices del Código de Instrucción Pública, impartiendo como materias obligatorias de enseñanza, lectura, escritura, ejercicios de lenguaje, geografía de Venezuela y universal, las cuatro reglas aritméticas, el sistema métrico decimal y doctrina cristiana, así lo había establecido el Ministerio (Revista Pedagógica, 39). Al iniciarse el régimen gomecista, este quiso caracterizarse como bolivariano, y estableció entre otras cosas, la celebración obligatoria en todas las escuelas, del onomástico del Libertador, es decir, el 28 de octubre, día de San Simón, como manera de reconocimiento a la magna obra independentista (36); quizás la celebración de mayor prosapia escolar.  

La maestra Agripina, sabía muy bien que la grandeza de los pueblos, están sostenidas en sus valores y virtudes, así como, en la cultura y la intelectualidad de sus integrantes, por eso, su amplio esfuerzo a lograr ese objetivo de progreso. El hacendado y escritor José Rafael Abreu, al referirse a Agripina Burelli, y las otras maestras de este tiempo, señaló: <<antes que servir por la paga, dijerase que pagaron por servir, por educar a quienes, levantándose, pudieran elevar de nivel la existencia del pueblo>> (Abreu, José Rafael. La Puerta: un pueblo. pág. 62); Abreu, fue también maestro de primeras letras, hacendado y era casado con una sobrina de doña Agripina.

Comenzando  el siglo XX, Agripina como se le decía respetuosamente en el pueblo, se casó con un señor que le duplicaba la edad, de nombre Antonio Parra, quien nació 1852, en Mendoza del Bomboy, Trujillo, Venezuela, y fue uno de los voluntariosos productores de caña dulce en nuestro valle, con el que procreó varios hijos y tuvo algunas pérdidas, que seguramente la obligaron a desistir de continuar al frente del plantel educativo.

Ella se casó  muy joven,  con Antonio Parra, procreó 13 hijos, Sandra Lozano Barone, hija de Dulce Barone Parra, a su vez, hija de María Emira del Carmen Parra Burelli,  hija de la  Preceptora, nos explica que,  <<Su abuela Agripina tuvo 13 hijos de los cuales murieron 3 y quedaron 10, todos hijos de Antonio Parra, sus nombres de mayor a menor: Elide, Nestor, Enriqueta, Mario, OIiva, Mirian , Edmundo, Juan de Dios, María Emira del Carmen y  Luis. De ellos, solo Elide la mayor  y Oliva se quedaron viviendo en Mendoza>> (Datos suministrados por Sandra Lozano Barone, bisnieta de Agripina Burelli de Parra. Diciembre 2023). 

Por motivo de trabajo del marido, aceptó el cambio y se trasladó por un tiempo a un pueblo del estado Mérida. Fue a dar, a un sitio entre montañas, cercano a la zona sur del lago de Maracaibo, de temperatura variable, inclinada más a lo caluroso, diferente a lo que había disfrutado hasta ese momento, a Torondoy, hoy cabecera del Municipio Justo Briceño, estado Mérida, donde la agricultura y la ganadería eran las actividades económicas principales. Se desconoce, si de su madre, heredó alguna propiedad en este sitio. Allí llegaron, al emprendedor pueblo de Torondoy, con la familia y realizó también obra docente. Su esposo Antonio Parra, hacendado en Mendoza, también tenía un trapiche ubicado en el sitio denominado "Los Barriales", en el área urbana de La Puerta (Abreu, 44), hacia el lado oeste del rio Bomboy. Murió  en Torondoy, Municipio Justo Briceño, estado Mérida, el 25 de julio de 1917,  tenía entre 64 y 65 años de edad (Geni.com), al parecer, luchando contra la dictadura.  

En mayo de 1913, cuando Leopoldo Baptista, oficial superior de Américo Burelli García,  abandona el país y va a exilarse a la isla de Curazao, para algunos historiadores, como protesta ante la intención reeleccionista del general Juan Vicente Gómez en la Presidencia de la República, Américo quien había tenido responsabilidades como jefe de armas en varias ciudades de la República,  muestra su solidaridad con Baptista y se suma al movimiento conspirativo anti reeleccionista nacional, que pasaba por el alzamiento de todas las tropas regionales en pro del derrocamiento del Dictador. . Su cuñado Antonio Parra se sumó a la conspiración.      

Al año siguiente, en la casa de los Burelli, en La Puerta, hubo mucho movimiento y hasta visitas de gente extraña, todos buscaban conversar con Américo.  El  día fijado para el levantamiento armado y la invasión por la costa, era el 24 de julio, fecha de nacimiento del general Gómez. Al enterarse de este nuevo plan, esa nueva experiencia que se proponían, desconcertó a toda la familia; Agripina fue solidaria, quería que derrocaran al dictador, pero  quería a sus hermanos vivos y sanos. Para  Américo, Umberto y Pedro Mario,  la conspiración se convirtió en el centro de su pensamiento y de sus propias vidas, los tres hermanos Burelli, así lo decidieron, al costo que tuviere, no importaban los riesgos, ni las correrías azarosas que seguramente se presentarían, ni las acciones inciertas o caídas que pudieran tener, era el costo del poder, ellos cabalgarían esa aventura,  participarían y serian protagonistas en la mas revolucionaria causa de inicio del siglo XX en Venezuela, harían historia, Américo los había convencido.

Américo a finales de 1916, logró burlar el cerco militar y se refugió en Mendoza donde todos los vecinos lo protegían. Con su hermano Pedro, tomó el control de sus tierras  en Quebrada Seca y El Portachuelo. De La Puerta a Mendoza  se hacía en una jornada de camino, de 8 horas a pie. 

Un día del año 1917, estando como presidente del estado Timoleón Omaña, le envió una carta al Coronel Américo pidiéndole una entrevista, garantizando su libertad; este aceptó, se presentó en la ciudad de Trujillo y antes de entrar al despacho, lo capturan, es esposado y enviado a la cárcel de la isla de San Carlos,  en el Zulia, donde estuvo por espacio de 10 años.

Comienzan sus sufrimientos, Américo, el militar, su hermano protector, fue capturado y convertido en prisionero en el castillo de San Carlos del Zulia, esto le causó un profundo dolor, allí, pasado un tiempo, iba a visitarlo. Eran los hermanos menores de la familia Burelli García, y esa especial condición los había convertido en cómplices solidarios y de protección. La casa de familia que tenían en su posesión “San Martin” (La Puerta), donde vivía su padre y Américo, fue quemada y destruida totalmente, y saqueada la finca por las fuerzas policiales y militares del gobierno; de ese calibre eran las represalias, en tiempo de caudillos.

Era imparable, el despojo y saqueo de los bienes del coronel y de sus hermanos,  los hubo, y quemaron y destruyeron la casa de Américo en San Martín, Sandra Lozano Barone, bisnieta, nos comenta que en su familia comentaban  <<que la dictadura les había quitado todo>> (Datos citados).

Ese mismo año, recibe otro duro golpe, su esposo Antonio Parra, fallece en Torondoy, cuando este contaba con 64 años de edad (Datos tomados de Geni.com). Al enviudar se comentó la historia que, Antonio Parra <<contada en familia, había muerto en el levantamiento contra Gómez>> (Notas citadas).  Posterior a esto, el 11 de abril de 1920, muere en La Puerta, su padre Giussepe Zenone Burelli Raffaelli, tenia éste, 78 años de edad.

El amor y predilección  de Agripina,  por su hermano Américo era de tan alta magnitud, que cuando la visitaba y éste salía de paseo o a realizar diligencias, ella hacía que lo acompañara un joven de nombre Edmundo, algunos le decían “Mundo”. Un día del año 1931, entró a las montañas de La Puerta, una comisión a caballo, buscando a un enemigo del gobierno, que no era otro que, Américo Burelli García, al Coronel nacionalista, lo persiguieron y le dieron alcance, tenía unas 5 décadas de edad, enfermo y con el estigma de haber soportado muchos años de cárcel; cuando lo detienen los policías lo golpean y junto con él, golpeado en la cara, por la culata de los máuseres de los “chácharos” de “La Sagrada”, iba Edmundo. Los bajaron al pueblo, sus amigos y compañeros los pudieron ver, iba amarrado de los brazos, sobre su caballo blanco, flanqueado por la tropa del gobierno,  y detrás iba con una fuerte herida en su cara, Edmundo Parra, su sobrino, el hijo de la maestra Agripina.  (Burelli Rivas, Miguel. Prologo a la edición de 1969, del libro La Puerta, un pueblo. José Rafael Abreu. pag.12). El hostigamiento y la persecución contra José Américo Burelli eran permanente; ahora, el Coronel, vuelve a la cárcel, esta vez a las mazmorras del Castillo de Puerto Cabello.   

Siendo dueña de derechos sobre las posesiones y bienes dejados por su madre, entre ellos, el molino de trigo de La Puerta,  en el año 1922, Umberto con su salud deteriorada, le transmitió por venta a Agripina y a sus otros hermanos, el derecho de tierra que tenia sobre la posesión “San Martin y Loma del Senso”; el documento correspondiente autenticado el 8-2-1922, contiene lo siguiente:   “folio 69. Febrero 8 1922. Yo Humberto Burelli vecino del Municipio La Puerta, mayor de edad, agricultor y en capacidad legal para todos los acto de la vida civil declaro: que he vendido irrevocablemente a mis legítimos hermanos Cristino y Pedro Mario Burelli, José Américo Burelli y Agripina Burelli viuda de Parra,  los dos primeros y la ultima vecinos de este Municipio y el tercero detenido actualmente en el Castillo  San Carlos, representado este por su apoderado Pedro Mario Burelli, todos vecinos mayores de edad y agricultores y la ultima con los oficios domésticos y capaces para contratar, el resto del derecho de tierra que poseo en la posesión “San Martin y Loma del Senso” en jurisdicción de este Municipio, o sean tres cuartas partes por haber vendido una cuarta parte al señor Carmen González. Este terreno que hoy vendo lo hube por herencia materna y linda por el pie con Ciriaco Carrasquero, sucesión de Antonio Sierra y Rafael Abreu; por un costado posesión de Carmen González y Juan Domingo Araujo; por otro costado con Rafael Abreu y por cabecera con derrames para Montecarmelo y por el este el filo de la montaña>>. (Encontrado en: Libro Documentos Varios1900-1916. Registro de Poderes Juzgado Municipio La Puerta, julio 28 de 1900. Juez Rafael Monreal. Ignacio González. Secretario.  Archivo Juzgado Primero de Municipio Valera, estado Trujillo); se hizo constar en este documento que José Américo Burelli, para ese tiempo, se encontraba detenido en el Castillo  San Carlos, y en esa negociación estuvo representado por su apoderado Pedro Mario Burelli, su hermano.

Otro dato interesante es, que legalizada esta venta, estando su hermano Américo preso, muerto Pedro Mario y muerto Umberto, viviendo ella en La Puerta, extrañamente le da Poder especial ante el Tribunal de La Puerta, el 21 de abril 1922, al señor José Abel González, Jefe Civil del Municipio, para que la representara en el inventario liquidación y partición de la herencia quedante al fallecimiento de su  hermano Umberto, que era propietario de otros bienes. El día 17 de marzo de 1922, efectivamente dejó de existir su hermano Umberto, en La Puerta, el pueblo de donde nunca se fue, como bien lo dijo Pedro Mario Burelli García.

La maestra Agripina, vivió en La Puerta, con su familia hasta el año 1923, después de que se celebró el matrimonio de su hija Josefa María Parra Burelli, con Gerónimo González, oriundo de Jajó, la novia tenía 28 años de edad  y fue tan formal este acto que en el acta especifican fue realizado <<en la casa de habitación de la señora Agripina Burelli de Parra>>, en La Puerta, siendo jefe civil el mismo José Abel González, quien fungía como apoderado de la maestra. Fueron testigos del acto Emilio Ibarra, quien fue Jefe Civil de este Municipio y su esposa Juana Rumbos, estos son personas reconocidas en Mendoza, el señor Aquilino Azuaje, era un personaje de aquí, fue Jefe Civil de La Puerta, y la señora Anita Parilli de Ribera.

Lozano Barone, en su  narración explica que, Agripina Burelli << llegó a Caracas con sus hijos sin nada, Juan Vicente Gómez les había quitado sus propiedades como represalia a los Burelli>> (Notas citadas); es posible que ese fuera una de las formas del general Gómez, para quitar los bienes a sus opositores.

Agripina, murió en 1948, en la ciudad de Caracas,  a los sesenta y nueve años de edad, su bisnieta nos refiere: << mi mamá Dulce Barone Parra, hija de Maria Emira del Carmen Parra Burelli, me dice que ella tenía 5 años cuando murió su abuela Agripina, ella asistió al funeral, la fecha de su fallecimiento debe ser 1948, en Caracas>> (Notas citadas); murió a los 69 años de edad, evocando siempre en sus recuerdos, la hazaña inmortal del coronel Américo Burelli, su hermano, sobre las montañas trujillanas y merideñas, en defensa de la Patria.

La vida de la única hembra, de los hermanos Burelli García, tiene sentido trascendental, no solo por ser hermana de uno de los grandes caudillos andinos del siglo XIX y comienzos del XX, sino por su destacada actuación como educadora y primera directora de una institución educativa pública y de carácter mixta, es decir, para hembras y varones, la Escuela Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22, que sustituyó el viejo régimen de escuela solo para varones, que constituye una notable contribución a la educación de nuestra Parroquia. Por eso, es justo que La Puerta, la reconozca y recuerde  con respeto, entre sus mejores motivos de orgullo, en homenaje a su labor pionera de la educación en esta comarca. Expreso mi  agradecimiento a  Sandra Lozano Barone, por su generosidad al aportarnos datos sobre este personaje.   

 (*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

Omanrique761@gmail.com

sábado, 4 de mayo de 2024

La "Chiche" Manaure, en la lucha histórica de La Puerta (1982)

La "Chiche" Manaure,  en la lucha histórica de La Puerta (1982).

Por Oswaldo Manrique (*)


En la búsqueda de apoyo a la causa del pueblo.

Los comienzos de la lucha de La Puerta, en lo que se refiere a la concienciación y participación de la gente, los factores de solidaridad, los apoyos externos y la misma organización de eventos, para los puertenses era algo nuevo, desconocido, fueron aprendiendo sobre la marcha. Una de las primeras motivaciones, según Laura Sulbarán, fue cuando se enteran que, <<Alí Primera, estaba interesado en el problema de La Puerta. Que tratara de asignar comida a los distintos grupos culturales y musicales, para lograr un perfecto desarrollo del acto de la plaza, como darle mejor acogida o incentivarlos para que se quedaran más tiempo en el pueblo>> (Entrevista a Laura Sulbarán), estas palabras denotan la necesidad del Comité, en ese momento, de obtener apoyo y solidaridad. 

En aquel tiempo comenzaba a escucharse su nombre por su hermosa y delicada voz,  pertenecía a aquel movimiento rebelde en la música y el arte latinoamericano. De esas heroínas del canto autóctono y bolivariano, que nos sugería algo asi como, la fusión de una mujer de la lucha en el campo, con una beldad armada de guitarra y canto de las aulas universitarias, es decir, una maravillosa expresión mestiza de lo nacional. 

Una mañana del mes de agosto de 1982, en el más fuerte momento de la lucha ambientalista, por la tierra y por la vida de La Puerta, llegó a la plaza Bolívar de nuestra Parroquia, donde se reunía un grupo de jóvenes del Movimiento Pro defensa de La Puerta. Una joven hermosa, sencilla y encantadora, con su pelo afro venezolano, que expresaba aires de lucha libertaria, y que  adorna su rostro. Unos ojos vibrantes y sonrientes, alumbraban sus facciones; felizmente sorprendida del clima, paisaje y la gente que la recibía. Se encontró con otros músicos, los saludó y preguntó por los organizadores del evento, porque  llegó para participar en el Canto Solidario con La Puerta. Se congregaban grupos de estudiantes, de la música, culturales, de jóvenes campesinos de Los Aposentos, La Lagunita, La Flecha, Páramo de los Torres, El Molino, Alto de San Juan, Caroríta, Las Delicias y de pueblos vecinos. 

Ella una de las voces militantes por los humildes, en favor de los combates librados por este pueblo. Después que su mirada hizo un recorrido por los alrededores de la Plaza, vio a su hija y a su esposo, que la acompañaban, y se entendieron, revelando que era un sitio digno de conocer. Aquella mirada de los tres, indicaba que, había una afinidad interesante con el lugar, y con su gente. 


Los preparativos del acto de Alí y la Trova Bolivariana, motivó a mucha gente, aquí  y en los pueblos vecinos,  <<A comienzos de 1981, elaborábamos un discurso ecológico y campesino, era algo nuevo para nosotros; y organizando lo del acto en la plaza. Alfredo nos confirma que venían con Alí Primera, Los Guaraguao, el grupo Ahora, Antonio Acosta Márquez, Canto a un Pueblo, el Tepuy, grupo de Tamunangue y el declamador Balbino Blanco>>, eso los entusiasmó más. 

Cuando van llegando al pueblo, unos en grupos, otros solos, vemos que el asunto iba en serio, lo que llamaban la Trova Bolivariana, se apersonaba en La Puerta. En uno de los grupos, llegó una muchacha de pelo ensortijado, simpática, me la presentaron como La Chiche Manaure, su esposo y su hija.

Fue enfática Sulbarán, al decir que en aquel momento de tanto nerviosismo por nuestra inexperiencia, funcionó la solidaridad de la Trova, y funcionó la acogida fraterna de los puertenses. Los organizadores del acto, muy motivados, les palpitaba sus recios corazones, la lucha avanzaba y ahora no estábamos solos, <<después del acto, la mayoría de los que participaron en el evento se quedaron en el pueblo, Alí, en casa de la Nena Vargas, ya había estado en La Lagunita>>, quedó encantado de tanta belleza natural.

Laura era una militante de la juventud católica y de la cultura, de firmes propósitos cuando se trataba de la lucha social, destacaba su esfuerzo y tenacidad.  Participó en primera línea, siendo muy joven, en toda la lucha ambientalista, por la tierra y por la vida que se libró en La Puerta, en los años 80 del siglo XX, desde antes de la creación del Comité Pro Defensa. Por eso y por su actitud perseverante y trabajadora en cuanto a hechos y personajes, tenía fama de extrema y radical en los planteamientos. Es Laura Sulbarán, alfarera social, cultural y religiosa. Entre sus recuerdos de la lucha ambientalista, que le brotan inmediatamente, está la visita solidaria de varios artistas que vinieron con Alí Primera, <<la mayoría en el movimiento aquí en el pueblo, éramos jóvenes>>; con deseos infinitos de luchar por su tierra, contra el macro proyecto de urbanismo salvaje.  



<<Todos querían estar en la casa>>. La "Chiche" Manaure en La Puerta.

Se refiere a su casa materna, la de los Sulbarán, en la avenida Bolívar con calle 3 de La Puerta, <<Aquí se quedó el destacado arquitecto y ambientalista Fruto Vivas, porque aquí mismo se hizo un foro, estuvo José Manuel Cabral, primer ecologista del país, también se quedaron los del grupo Ahora, el gordo Páez>>, eran reuniones importantes y fundamentales, por las exposiciones de los conocedores de la lucha ambientalista, tenían experiencia,  y los jóvenes puertenses, aprendiendo y formándose.


A los andinos, les gusta silbar en señal de conversa con los animales, o en la faena, algunos dicen que también con los espíritus, tienen ciertas exclamaciones que simbolizan el interrogatorio a la soledad, como el gritar ¡Hipa! , para decir ¿No hay nadie? 

Laura se acuerda que en Boconó se realizó un canto, en favor de los damnificados por las lluvias y deslaves. Se pagó entrada al concierto, todo lo recaudado era para los damnificados. Cuando íbamos en el carro, vimos bajando a un grupo de motorizados haciendo ruido y maromas con sus motos, nosotros nos asustamos. Los motorizados gritaban: "ijiiie"; luego escuché a Alí usar este grito en una de sus interpretaciones.


Recordó la solidaridad de aquella joven mujer, muy comprometida con la causa ambientalista y con las ideas políticas que profesaba el Cantor del Pueblo, se le conoce como La Chiche Manaure,  <<En las actividades en Trujillo, La Chiche cantó con él. Lo acompañaba en dúo>> (Entrevista citada),>>, era como una fraternidad lo que hubo entre los artistas y músicos que lo acompañaban y él, y todos fraternizando con el pequeño pueblo de La Puerta.


La profesora Belkix Villegas, del grupo de jóvenes organizadoras del evento de agosto de 1982, en La Puerta, por su parte  recordó que en el local del Comité Pro Defensa, <<Alí nos la presentó  como su hermana. Cuando la escuchamos cantar, quedamos sorprendidos con su voz y con el mensaje de sus canciones>>;  (Conversación con Belkix Villegas); Manaure, es una de las voces militantes por los humildes, en favor de los combates librados por los pueblos. 

Sin duda fue poca la estadía de la Chiche, en este apartado y cercano pueblo trujillano, pero fue intensa, <<lo recorrió y le encantó>> (Entrevista a Laura Sulbarán);  fue suficiente ese tiempo, para que ella percibiera la realidad y recogiera el sentir de esta pequeña población. 

En la oportunidad que vino La Chiche al canto solidario con La Puerta, <<Ella se quedó en esta casa, en la parte de arriba, con el esposo y su niña. Estuvieron una semana, salían a pasear y mi mamá encantada con la niña. La Chiche es una mujer resteada con Alí y con la lucha>> (Entrevista citada); lograron conocer y disfrutar del pueblo, eso fue en agosto de 1982.

La Chiche, una mujer sencilla, sin ínfulas de artista y su familia, se  franquearon con nuestra gente campesina. Su canción de la esperanza y por la Patria digna, fue arma enaltecedora de este pueblo. Impulsora de nuestra cultura popular, del derecho de identidad y pertenencia, y la descolonización de nuestra historia. 



Nuestra amable interlocutora,  relató que, <<En esta casa, mi mamá muy atenta con los que llegaban, además se convirtió en sitio de información, se hacían reuniones, en el salón que era grande, se hicieron foros>> (Entrevista citada). 


Alí Primera, el Cantor de la Patria Buena, la describió en una corta pero intensa frase: <<Allí estábamos La Chiche Manaure con la forma tierna de plantear su entusiasta arrechera>> (remitido 28-5-1984); asi es ella, según Laura Sulbarán. 

Su nombre es Aleydys (la Chiche) Manaure, esta mujer encantadora nació en 1955, en Paraguaná, Edo. Falcón, desde muy joven ha sido activista social y cultural, quien se podía imaginar que está catalogada como una de las principales Cantautora revolucionarias latinoamericanas. Sencilla como lo es, es cofundadora, junto a Alí Primera, del Movimiento de la Nueva Canción Venezolana. Mujer de convicciones, es dinámica impulsora de las “Cinco Vertientes de la Canción Revolucionaria” (Estrategia político- cultural por la Unidad Popular hacia el Socialismo: 1980-85. Activa participante de la lucha ambiental y social en Venezuela, dentro de su larga lista de  acciones  de apoyo se encuentran: la “Canción Solidaria”: Por Paraguaná, Por la Defensa del Cerro Galicia,  por la Defensa del Río Tocuyo y por supuesto, de la Defensa de La Puerta; en fin, activista de primera línea en las causas y luchas populares, locales, nacionales e internacionales. 

Igualmente, fue participante del denominado canto de compromiso, como la “Canción Militante”, y la “Canción Bolivariana”. Locutora, ha hecho trabajos importantes de Producción y Programación de radio.

La Chiche Manaure, en la actividad política fue cofundadora, junto Alí Primera, de los “Comités por la Unidad del Pueblo” (CUP), ha sido diputada a la Asamblea Nacional.

Su canción de la esperanza y por la Patria digna, fue arma enaltecedora de este pueblo andino, al que le dio fortaleza para luchar por la vida y la tierra, ánimo para la defensa de nuestra cultura popular, del derecho de identidad y pertenencia. Canto y mensaje de conciencia.

 Con motivo de cumplirse 42 años, de haberse cumplido aquella jornada de lucha por la vida en La Puerta, recordamos y reconocemos, a quien con su canto tierno, luminoso y solidario, ayudó a despertar la conciencia en torno a la lucha de un pequeño pueblo serrano, que defendía su tierra y su derecho a la vida y también, a la esperanza.  Justo el reconocimiento a Aleydys (la Chiche) Manaure, por su esfuerzo, su canto de combate, su presencia activa, el afecto, solidaridad y el compromiso que asumió en la lucha histórica de los años 80 y 90 de la población de La Puerta.  


(*) Portador Patrimonial histórico y Cultural de La Puerta.

Omanrique761@gmail.com 

 

 

domingo, 28 de abril de 2024

Santos Paredes, un juglar parameño.

Santos Paredes, un juglar parameño.

Por Oswaldo Manrique (*)

 

Habían sido convidados los poetas de la Serranía de La Culata, don  Teodoro Torres, el del inmenso repertorio; don  Concio Rivas, el cantor de las Siete Lagunas; Carmelito Salazar; con todo, el cuadro lo complementaba indudablemente don Santos Paredes, quien le daba a aquellos encuentros –sin saberlo- el carácter de autentico y digno arte musical: la décima serrana.  


A pesar de las décadas transcurridas, en las viejas montañas del Páramo de La Puerta, no se podrán olvidar los cantos y contrapunteos, de aquellos trovadores curtidos por el férreo sol de las sementeras, ataviados de sus franelas, sacos y calzando sus alpargates domingueros, y de amoldados sombreros de cola e burra, que atrajeron a tantos buscadores de entretenimiento y de risa.

Ni con aquellos suculentos hervidos o terneras, cuyo aroma y humo viajaban con la neblina libre para que todos lo disfrutaran, preparados por las sanadoras y sazonadoras manos de las señoras, que restituían la realidad al más empapado de cucharadas, los hacía abandonar las coplas graciosas y burlescas de aquellos pintorescos cantores serranos. 

Cada comunidad campesina tiene sus características y rasgos culturales propios, que va trazando y fomentando en el tiempo, que se va afincando en su memoria colectiva. Su tiempo libre, lo encausa hacia determinadas inclinaciones y tradiciones festivas y religiosas. Alegría y espiritualidad general, pero que se diferencian en cuanto a sus cantos y bailes. La serranía o parameñidad  es una marca que identifica esa cultura colectiva, en lo que se incluye el arte, el toque personal que le aportan excepcionales integrantes de esa comunidad, son capacidades naturales, dentro de su medio y condiciones campesinas donde habitan.  Debo referirme al caso de Santos Paredes, quien aparte de lucir su talento como poeta, como ejecutante de un viejo arte, ya casi desaparecido el de decimista, y su buen canto, desde el punto de vista de su espiritualidad, encauzó su tiempo libre para organizar los Chimbangueles de San Benito del Páramo de la Puerta.

El Páramo histórico y musical: las Siete Lagunas (Maen Shombuk).

Páramo arriba, en un sitio que llaman “San Rafaelito”, hasta los confines del Santuario de las “Siete Lagunas”, es zona gélida, donde el paisaje y la vegetación dota a sus habitantes de una especial dureza y espiritualidad. En aquellas soledades, el agricultor para trabajar se las arregla con su familia como pueden, cerca sus barbechos, huertas y más allá bajando o subiendo sus sementeras de papa, trigo, maíz, hortalizas, caraota y arvejas. Y, a la vista, su encierro de vacas, gallinas, cochinos, burros y mulas, lidiando con eso, transcurre su día a día, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar.

Cargan agua, ordeñan, cortan leña, alimentan a los animales. Santos no era de los que se paraba en el portal de la vivienda con las manos en  las faltriqueras, a mantener un cigarrillo en la boca o a vivir “jumo”, entre “cuellito y cuellito” de sanjonero, apenas un tantico chimó para observar el degradé de azules que relucen en la franja horizontal del lago de Maracaibo, la línea del navegante, en la que sumergía sus pensamientos.

Santos Paredes y su  familia, vivieron en San Rafaelito, Páramo Siete Lagunas, jurisdicción de la Parroquia La Puerta, estado Trujillo; se puede decir que son de las primeras familias que vivieron en este Páramo. También vivieron  Mario Paredes y familia de quien he escrito en otra oportunidad,  y  Sandalio Villarreal y familia. Una zona difícil, agreste y gélida. La principal actividad económica es la agricultura. Hasta la primera mitad del siglo XX, lo que se cultivaba eran caraota, arveja, trigo, maíz y fundamentalmente la papa, en diversas tipos y variedades.  La alta producción de papa, llamó la atención y fue llegando  gente de Monte Carmelo, Palmira, Piñango, Pueblo Llano y de las Mesitas, de Niquitao a trabajar y algunos se quedaron a vivir. 

         Cuando recogían las cosechas, sus productos eran transportados desde los distintos sectores del páramo a lomo de bestia. Por caminos inclinados, zigzagueantes y peligrosos, como la Cuesta de los Rondones, La Maraquita y el camino de los Bicuyes, trasladaban sus productos  hasta el pueblo (La Puerta), donde eran vendidos en un Centro de Acopio que tenía el señor Rafael Villarreal, cerca del río y diagonal a la Prefectura del pueblo.

          La mayoría de los agricultores se ayudaban entre sí, mantenía desde sus ancestros, la cultura del trabajo colectivo. Era común, llamar a los vecinos agricultores, a jornadas como las “mañanitas”, “tardecitas”, “cayapas”, “vueltas de mano” y los denominados “Combites”. En estas labores los participantes no recibían ningún pago en efectivo solamente la comida y a veces el “Avío”. Los momentos libres y de descanso, los convertían en un rencuentro grupal musical y esparcimiento, ahí estaba incluido el contrapunteo y la décima.

                     A pesar de los pesares, las familias sabían sobrellevar la subsistencia dedicadas a su trabajo, algunas, disponían de un macho, un buen caballo o una buena mula, para trasladarse de un lugar a otro. Vivían en casas de bahareque y una que otra de tapial, pocas familias disfrutaban de comodidades. Todas, tenían en sus hogares un Buen “Fogón”, “La Churumba”, “Las Topias”, El “Barril” para buscar el agua en el zanjón y la “Máquina” de moler maíz, que conformaba el espacio cálido de la cocina. La vida en las montañas del  Páramo Siete Lagunas, de la Parroquia La Puerta, en esa época no disponía de los servicios de energía eléctrica, acueductos, escuelas, carreteras para sacar sus productos, ni siquiera un pequeño centro de salud para atender una emergencia que se les presentara a sus familias.

Según los datos que nos suministró Antonio Lino Rivero, sobrino de este personaje, José de los Santos Paredes Toro, nació el 02 de Noviembre de 1917, era hijo de Pablo Paredes y Lucía Toro, desde muy joven se dedicó a la agricultura, a los años se casó con la señorita Ramona García, (Antonio Lino Rivero. Datos sobre Santos Paredes. 27-1-2024).

En su transitar, buscando tierras  para trabajar, <<Vivió recién casado en “El Censo”, después se trasladó al Páramo Los Torres, donde vivió varios años,  hasta que se mudó al sector San Rafael Parte alta de “El Censo”>>. Finalmente se residenció en el sector “Pueblo Nuevo”, en La Puerta. Tenía un hermano de nombre Matías Paredes, que fue uno de los fundadores de Pueblo Nuevo y Leonor, madre de Antonio Lino Rivero.  Fue un hombre muy trabajador y colaborador con su comunidad.

El alegre contrapunteo serrano.

Sin ínfulas de pertenecer a algún movimiento literario o catalogarse como artistas de la lírica y el canto, cuando Santos Paredes y sus comarcanos poetas, salían a batirse al ritmo del cuatro y las maracas, soltaban su voces y palabras melodiosas para expresar y confrontarse simpáticamente sus críticas y comentarios a la realidad social de su tiempo, con fino humor y música dedicándolas a la mujer o insinuante al amor, a la religión, a la siembra, a los bueyes,  a los pulperos, a la comisión que incautaba el alambique, a los curas, a la sequía, a los infaltables espantos,  fenómenos naturales, largos inviernos, rayos y  torbellinos de los vientos, en fin, a la cotidianidad rural andina. Aquel antiguo arte de la décima, era auténticamente espiritual, natural, solidario, alegre, podía ser chistoso, sátiro y burlón, pero también su tema podía ser de queja o de halago chispeante.

Coinciden muchos que este arte, pudo haber llegado a nuestras tierras con la guitarra española del siglo XVI y siglo XVII, siendo asimilado por el mestizaje con el indígena Timoto, que gustaba del canto, la fiesta y el teatro. Sin embargo, algunos especialistas señalan que el canto de décima es influencia caribeña y se originó en Panamá, otros dicen que en Cuba se formó la corriente folclórica que fue influenciando los países de Sudamérica. Contrapunteo es el nombre que se le da a la confrontación de la décima cantada, y la de su típica armonización con el sonido del cuatro como instrumento. Ha desaparecido casi totalmente este tipo de expresión musical,  igualmente, su versión del contrapunteo, es decir, el desafío, la contienda que es una especie de trova dialogada hispana. Los otros cantores, destacados en décima son Carmelito Salazar y Teodoro Torres.  

El talento y las dotes para cantar se llevan por dentro, es propio e intrínseco de ese ser que lo puede desarrollar, de esencia y espíritu personal; por eso cuando es natural como el de Santos Paredes, un hombre de la Serranía,  aislado de esa “civilización globalizada ", sin mayores aspiraciones que la de hacerlo bonito y disfrutarlo con sus amigos y comunidad, debe ser objeto de reconocimiento histórico y cultural. Las condiciones innatas en Santos Paredes para la rima, para improvisar el verso ante el desafiante, articulada a su cualidad para cantar con gracia, son difíciles de superar. Sus poemas no los escribió, sus décimas tampoco, sus canciones menos, porque eran producciones espontáneas, innovaciones verbales, ritmos y cadencias que se llevan en la memoria, y es un recurso natural, que acaso, algún hijo o pariente pudiera tomar nota.

Un interesante aporte nos dio y lo recitó  Jesús Paredes Salazar, nieto de este poeta, <<le voy recitar la décima que entonaba mi abuelo Santos Paredes junto a su abuelo Concio Rivas y Carmelito Salazar. No la recuerdo muy bien porque esos escritos los perdimos en los cuadernos donde lo anotamos, porque también mi abuelo nos dictaba muy rápido>>, Rivas es el abuelo del autor de esta nota; la décima es la siguiente:

A todo momento están

Las damas y las coquetas.

Haciendo mil mofetas

A ver si cae Adán.

 

Cuando las mujeres van a una fiesta

no hallan como sentarse.

Unas se sienta jibadas

y otras en buena firmeza.

 

Llega un mozo que les guste y quieren irse huidas.

Para mejor lucir se ponen zapatos y medias.

Llevan unos camisones que brillan como forros de linterna.   

Fin de la décima.... 

Narra el nieto de Santos Paredes, que esas, << eran las formas sanas de expresar los sentimientos de aquellas épocas donde la imaginación hacia real muchos sueños, recordemos lo que implicaba enamorar a una joven de aquella época y más aún los zapatos, cualquier joven ni usaba zapatos, eran las hijas de pudientes>> (Jesús Paredes Salazar, por Facebook nota que envió el 6-1-24, a mi cuenta @lapuertaeshistoria); insinuantes y provocativas señales de enamoramiento.   

La historiografía local, se ha referido a ellos, << Los poetas populares hoy desaparecidos físicamente: Santos Paredes, Concio Rivas y Teodoro Torres, nativos del campo donde vivieron hasta la hora de su muerte. Santos Paredes era de “Medía Loma” y Concio y Teodoro del Páramo de los Torres; estos poetas natos se batían en contrapunteo con cuatro y maracas. Amanecían cantando. Cuentan que los más encarnizados rivales eran Santos Paredes y Concio Rivas, pero jamás le pudieron ganar a Teodoro Torres, porque el hombre tenía un repertorio inmenso e improvisaba muy rápido>> (González Rivas, Ángel. Humor y versos. Pág. 56. La Puerta. 2007). Amaron su tierra, su páramo,  con trabajo, alegría y música, hasta sus últimos días.

Los Chimbangueles de San Benito del Páramo de la Puerta.

En los caseríos de los páramos, se celebraban fiestas en honor al santo de su devoción.  Desde el punto de vista de su espiritualidad, Santos, encauzó su tiempo libre para organizar el grupo de vasallos, para ambientar y darle el toque a la fiesta de San Benito de Palermo, una de las más importantes devociones de estos pueblos andinos, una de las más populares.

El mismo Antonio Lino, nos refiere que Santos Paredes, <<en las décadas de 1930 a 1960 fue capitán de los Vasallos de San Benito y tuvo la oportunidad de visitar varios pueblos como Montecarmelo, Palmira, Piñango y Pueblo Llano>> (Antonio Lino Rivero. Datos sobre Santos Paredes. 27-1-2024); así mostró su espiritualidad.

         Cada cierto tiempo se reunían los Vasallos y su capitán y responsable del grupo, para llevarlo a otros pueblos vecinos. Uno de los capitanes de esa época fue Santos Paredes, y uno de los sitios donde les tocó presentarse fue en Pueblo Llano, en el estado Mérida.

Murió  en La Puerta, el 18 de Diciembre del año 2013, Don José de los Santos Paredes Toro, el juglar de nuestros páramos.  

*

Qué se habrá hecho la décima de los Páramos, no se sabe si queda algún poeta y cantor, que nos permita escucharla en alguna tarde de estas, para volver a gozar de nuestro simpático y hermoso canto serrano. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta. 

omanrique761@gmail.com 

 

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