martes, 26 de noviembre de 2019

TRUJILLO CIUDAD HISTÓRICA DEL DERECHO UNIVERSAL HUMANITARIO”.



Bicentenario de la firma de los Tratados de 1820 y las aclaratorias trujillanas.



Oswaldo Manrique R.

“Los Tratados de Trujillo, aunque han surgido en medio de la guerra, “no son hechos de armas”, son nobles actos jurídicos nacidos al amparo del Derecho de Gentes”. (José Jesús Cooz. 1970).


Recientemente, el amigo Wilmer Viloria, alguacil del Poder Judicial en Valera, me llamó para mostrarme uno de sus recientes hallazgos, acostumbrado como está a localizar antigüedades. Me permitió leer y fotografiar un ejemplar original medianamente conservado del Diario El Tiempo, edición del día miércoles 25 de noviembre de 1970, N° 2.827,  me llamó la atención la primera plana que tenia a media página, el siguiente título: “TRUJILLO Y LA CONMEMORACIÓN DEL SESQUICENTENARIO DE LA REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA”, y como parte de la ampliación de la información, lo siguiente: “la historia hizo gigantesca a la pequeña ciudad del Castán. Ahí se formó el primer registro de una violencia justificada en aras del nacionalismo de la Independencia. Allí se amasó la paz entre dos continentes y se echó a caminar a la “Gran Colombia”. Aun cuando es polémica dicha afirmación sobre la “Violencia Justificada”, la nota es síntesis de un gran entusiasmo y contenido nacionalista y bolivariano para ese año. En dicho ejemplar, me encontré un tema de bastante interés para los historiadores, cronistas y los curiosos e interesados en  la historia.



Gráfica 1.-  Primera plana del Diario El Tiempo, año 1970. Se observa a mitad de página, panorámica general de la ciudad de Trujillo, bajo el titulo: Trujillo y la Conmemoración del Sesquicentenario de la Regularización de la Guerra. 

En las páginas internas del citado ejemplar de periódico,  el antiguo cronista de la ciudad de Valera, padre Juan de Dios Andrade, hizo una referencia sobre la obra ARMISTICIO, REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA, ENTREVISTA DE SANTA ANA, un trabajo de 370 páginas del abogado trujillano Dr. José Jesús Cooz, quien lo llamó una “magnífica interpretación jurídica sobre los Tratados de Trujillo, publicada en la celebración del sesquicentenario”; anotando que el escritor de esta obra, se afincó en el terreno firme del documento, excluyendo de su labor “la fantasía, la mitología y las vidas paralelas”. Se estaba celebrando también en la ciudad, ese mismo año,  la Asamblea Nacional Bolivariana. 
El padre Andrade, advertía en relación a este asunto, que  “Sobre los Tratados se encuentra frecuentemente inexactitudes o confusión lamentable de conceptos de textos de historia y artículos de prensa…es “un cuerpo orgánico de Doctrina, profusamente documentado, “Cooz a la vez que expone las causas, las diversas etapas del proceso, su culminación y vigencia, esclarece los aspectos oscuros y los equívocos que han girado en torno a los Tratados. Podría tomarse como ejemplo en esta cota volandera el tema del “Reconocimiento” del Estado Colombiano por el gobierno Español”, que se encuentra en muchos textos. El Dr. Cooz, estudió la Constitución de Cádiz, con la que el gobierno de España tenía la idea de recuperar sus colonias en América, y este documento, “no permitía celebrar convenios que pudieran significar desmembración o creación de nuevos Estados. De modo que legalmente no podía llegar más allá de lo que mediante los Tratados ocurrió en la Gran Colombia”. Más adelante, el comentario del cura, señala que, “las instrucciones del Rey español, que también estudió el Dr. Cooz, y que fueron dadas de acuerdo con la Constitución de Cádiz, circunscriben el objeto de las Comisiones en la negociación exclusiva de la Paz. Aunque los comisionados hubieran reconocido la independencia de la Gran Colombia, ese reconocimiento habría sido nulo. Solo hubo un reconocimiento de beligerancia y nada más” (Diario El Tiempo, edición del día miércoles 25 de noviembre de 1970, N° 2.827). Este importante criterio y aclaratoria jurídica e histórica debe ser difundida, a propósito del bicentenario, porque en la actualidad he escuchado a cronistas y curiosos de la historia que insisten en incurrir en el desliz de expresar que con dichos Tratados, hubo el reconocimiento tácito de la naciente República Gran Colombina, es decir, se llega a confundir Armisticio con reconocimiento de la República.    


Gráfica 2.- Dr. José Jesús Cooz, en reseña periodística de edición especial Diario El Tiempo, año 1970,  página interna S/N, del corresponsal Salazar.

Según la nota del corresponsal Salazar, el trabajo de Cooz, contiene algunos Capítulos polémicos como: la Referencia a la Constitución de Cádiz. La situación de España obliga al Armisticio. Las instrucciones dadas por el Rey. El Armisticio Provisional y la posición de los dos ejércitos. Tratado de armisticio. El Pronunciamiento de Maracaibo. Y Armisticio y Reconocimiento, que confrontó y  despejó documentalmente las dudas y equívocos de varios historiadores.


El histórico abrazo entre el capitán español Pablo Morillo, Conde Cartagena y el Libertador Simón Bolívar, en el pueblo de Santa Ana, luego de los acuerdos firmados el 26 de noviembre de 1820, en la ciudad de Trujillo, para el cese de la Guerra a Muerte. Gráfica de este lienzo, en plbolivia.bo.

Por mi parte, a casi 200 años de aquellos hechos tan ejemplares para la civilización, he elevado ante la Presidencia del Consejo Legislativo del Estado Trujillo, una comunicación en la que expongo la propuesta formal y las razones para que la capital de nuestro Estado, sea declarada “TRUJILLO CIUDAD HISTÓRICA DEL DERECHO UNIVERSAL HUMANITARIO”. A continuación, el texto de la propuesta:

                                                    Trujillo,  16 de  septiembre 2019.
Ciudadana
Lic. Luz del Valle Castillo
Presidenta del Consejo Legislativo del Estado Trujillo.
Su Despacho.-

Reciba fraternos y bolivarianos saludos, en la ocasión de molestar su atención para hacerle el siguiente planteamiento:
 El próximo año, se cumplirán 200 años de la firma de los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, en la ciudad de Trujillo, ratificados por Bolívar y Morillo el 27 de noviembre de 1820, lo que representa a nuestro entender el primer antecedente escrito de lo que hoy se conoce como Derecho Internacional Humanitario, que sirvió como antecedente a la formación del Comité Internacional de la Cruz Roja y de Convenciones como el Tratado de Ginebra  de 1864, y a su vez, paso útil y trascendental en el glorioso proceso de la Independencia de Venezuela, al sustituir los términos extremos de la Guerra a Muerte, por un clima de benignidad, clemencia y humanismo. 
Que fue en esta ciudad de Trujillo, donde se celebraron desde el 21 de noviembre de 1820, las reuniones y encuentros diplomáticos entre los representantes del Imperio español y los de la República de la Gran Colombia, con el objetivo de humanizar la guerra en marcha y  limitarla  a reglas de gente civilizada.
Antecedentes históricos, de Trujillo ciudad forjadora del Derecho Humanitario.
1560.- El primer proceso judicial.
Nuestra <<Ciudad Portátil>> se cimbra en el firmamento histórico, como una de las ciudades más hermosas de Venezuela, y a la vez, dando vida y enrumbando el mundo del Derecho, al celebrar el primer proceso judicial del que se tenga conocimiento en Venezuela; esto lo afirmo, en los resultados de las investigaciones realizadas en los Archivos de España, por el Reverendo Hermano Nectario María,  sobre la fundación de Trujillo, ordenadas por el Ministro de Justicia Dr. Luis Felipe Urbaneja, en 1955;  la referencia que hizo el escritor trujillano Don Pedro De Santiago, “A comienzos de 1560, Diego de Osorio siguió un juicio a Alonso Pacheco, en el que actuó como Juez el Capitán Diego García de Paredes. Es este el primer proceso judicial realizado no solo en Trujillo, sino en toda la Capitanía General de Venezuela…” (De Santiago, Pedro A. Biografías Trujillanas, pág. 41. Editorial Mediterráneo.  Madrid. 1956).  Esto es indicativo, de la voluntad y del ideal de justicia de aquellas autoridades de Trujillo, de revisar la conducta y someterlo a juicio y dar derecho de defensa al reo o transgresor, concluyendo con una sentencia de juez imparcial con jurisdicción y competencia, frente a la arbitrariedad y el poder del más fuerte que se vivía. Con esto, se califica a nuestra ciudad como la primera que sometió a juicio a un conquistador español sospechoso de delito, y le respetó sus derechos procesales.  
1561.- El primer Asilo Político en Venezuela.
 Debemos reivindicar otro antecedente histórico, que da inicio al Derecho Humanitario, con el atrevimiento y desconocimiento a una orden de captura internacional de uno de los más notables conquistadores españoles como lo fue el capitán Juan Rodríguez Suarez, el fundador de Mérida; el ilustre maestro De Santiago, basado en las investigaciones del Hermano Nectario María,  lo narra el episodio en la siguiente forma: “ En 1561, el Teniente Gobernador de Trujillo, Maestre de Campo Diego García de Paredes, concedió Asilo Político al Capitán Juan Rodríguez Suarez, fundador de Mérida, quien llegó a la tierra de los cuycas como prófugo de las cárceles de Nueva Granada. García de Paredes rechazó la extradición del referido exilado, solicitada por la Audiencia de Santa Fe. Este es el primer Caso de Asilo político concedido en el continente americano…” (Ídem).   Juan Rodríguez Suarez había logrado evadirse por segunda vez de la cárcel de Santa Fe (hoy Colombia), donde iba a ser condenado a muerte y tomó la ruta del Río de Oro, buscó ayuda de Juan Román y partió con varios oficiales y 20 indios toneros. Cruzaron el rio Zulia y el mismo Táchira, pasaron por Mérida, y en octubre de 1560, llegaron a Trujillo donde pidió protección, la que le fue dada por Diego García de paredes, el alcalde Diego de la Peña, el escribano Francisco Graterol y efectivos de la Guardia Real.
 Con esa respuesta del gobierno, haciendo valer el poder de su jurisdicción y de la Ley, negándose a entregar al prófugo político y militar, se   ubica a Trujillo, potencialmente como la primera provincia que adopta y aplica la protección dicha y da refugio y asistencia a un fugado y perseguido político, en un clima de violencia (época de la Conquista) y de inseguridad jurídica y política,  protección esta, que se considera como parte del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.
            Desde la primera edad de la República, los venezolanos y venezolanas han consagrado su empeño patriótico en promover la paz internacional (Art. 1 de la Constitución Bolivariana), reconociendo en el art.  2 del mismo texto, como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida,  la libertad, así como,  la preeminencia de los derechos humanos, lo que nos caracteriza como un Estado y sociedad defensores de la dignidad de la persona humana, igualmente, como justo reconocimiento histórico a la ciudad donde se gestó y dio nacimiento documental a esta disciplina jurídica universal defensora de la persona humana,
 Con estas razones, hechos relevantes y documentos históricos, no se puede catalogar de otra forma a nuestra ciudad, sino como “TRUJILLO CIUDAD HISTÓRICA DEL DERECHO UNIVERSAL HUMANITARIO”, así debe ser declarada por las autoridades nacionales,  en el bicentenario de la firma de los Tratados señalados, y elevada la solicitud correspondiente ante la UNESCO; y   es por lo que solicito a usted, que como representante del pueblo trujillano  ante esa digna corporación legislativa, proponga como homenaje a los forjadores de la Patria, la Paz y el Derecho Internacional Humanitario, lo siguiente:
PRIMERO: la declaratoria de “TRUJILLO CIUDAD HISTÓRICA DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO”, todo el año 2020, para promover y celebrar con toda la solemnidad popular y por cuantos medios sean posibles, tan importante documento y fecha históricas,  realizados  en nuestra ciudad capital.
SEGUNDO: La creación de una Comisión Preparatoria de los actos del Bicentenario de la firma Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, así como de la declaratoria del particular anterior, y elevada la solicitud correspondiente ante la UNESCO.
TERCERO: Se promueva la  realización del Primer Congreso Internacional del Derecho Universal Humanitario,  en nuestra ciudad en el 2020.
CUARTO: Exhortar a la Gobernación y a las Municipalidades, escuelas, universidades, Colegios profesionales a incorporarse a la digna celebración del Bicentenario de la firma de los Tratados de Armisticio y regularización de la Guerra.
QUINTO: Cooperar con los festejos con una sesión solemne, según el programa que se elabore al efecto con anticipación y difusión.  
SEXTO: abrir un Concurso interno, con el fin de estudiar y seleccionar los distintos trabajos, obras y ensayos relacionados con este tema, a los fines de su premiación y reconocimiento.  
Me despido con el agradecimiento de antemano, por el interés que merece este asunto nacional y patriótico, su atención y  la sabia decisión que sé,  usted tomará  al respecto, me despido.  Atentamente,



Abg. OSWALDO MANRIQUE RAMIREZ





jueves, 21 de noviembre de 2019

Regulo Burelli Rivas, el poeta.



Oswaldo Manrique R.

Caminando por las calles del pueblo, subiendo por la avenida Páez,  con mi tío Tulio Rivas,  época de mis comienzos universitarios,  éste de pronto me dice <<Allá va el poeta Regulo, apúrele para que lo conozca>>.  En efecto, mi pariente creyó que era una bonita oportunidad y logré conocerlo en casa de Alberto, su hermano, donde había entrado, que vivía en una vieja casa, a unos pocos metros  de la Prefectura de La Puerta;  siendo el presentado primo de mi abuelo Concio Rivas, noté un buen trato de su parte y en su culta y diáfana conversación, se centró en inquirir  mi opinión, respuestas o lo que en mi  repaso me parecía esta pequeña y hermosa comarca con la que él se sentía muy identificado. Hombre ya mayor, alto, de contextura fuerte, de trato comprensivo y amable, pedía permiso para interrumpir la corta conversación y poder atender y saludar con expresivo afecto a todo el que iba a saludarlo. Fue la única vez que lo vi, hablé y traté, hecho éste, que ha quedado fresco en mi memoria. El nombre del poeta Regulo, como le decían en este pueblo, es Regulo Burelli Rivas. 

El próximo 21 de noviembre, se cumplen 35 años, de la desaparición física de unos de nuestros más destacados escritores y enaltecedores valores coterráneos, me refiero al Dr. Regulo Burelli Rivas.  Murió en 1984, en la ciudad de Caracas, donde estaba radicado desde hace muchos años, sin embargo, no dejaba de visitar constantemente a La Puerta, y de pasar temporadas en su bella y  amplia estancia en La Lagunita.  Había nacido el 8 de enero de 1917, en el no menos tranquilo y hermoso pueblo de Monte Carmelo. 

Dr. Regulo Burelli Rivas

La Lagunita fue su escenario vital, fuente inagotable de sus energías poéticas. Asiento familiar en el que sus padres Pedro Burelli García y su madre Adela Rivas Monreal, fijaron las esperanzas de vida económica  para sus hijos, allí estuvo su heredad mayor, junto al trapiche de la calle 3 de nuestra parroquia;  llegó muchacho a estas tierras, las que aprendió a querer, disfrutar, a observar su belleza, lo que sería motivo fresco en su destacada pasión de bardo. Fue este sitio, La Puerta, el que le abrió sus fríos-cálidos naturales, el que marcó su cauce de vida, del que no podía separarse mentalmente, era el sitio de reposo y descanso en su inacabable labor de la República, recorriendo distintos lugares del planeta, como la de su pasión personal:  la literatura. 

Estudió en La Puerta, seguramente con la maestra Juanita Archila, aquella docente de verdad, recordada por su hermano Miguel Ángel, que exhibía a diario entre sus discípulos como didáctica particular la de que letra entra con verso, poesía y canto, en lugar de la muy marcada y arcaica metodología “la letra entra con sangre”. Pudo ser éste, el primer influjo en su dilatada vida poética. También estudió en Valera, Mérida, Caracas y Bogotá.  Estando en Mérida, pudo  vincularse a intelectuales, escritores  y poetas de la talla de  Mariano Picón Salas, Alberto Carnevali, y el destacado Luis Spinetti Dini entre otros.
Algunos biógrafos han señalado que parte de su infancia la pasó en el pueblo de Mendoza Fría,  que ha destacado su figura, enalteciendo con su nombre a un liceo de esa parroquia, consolidándose el epónimo,  apropiado como modelo ciudadano para las nuevas generaciones trujillanas. El escritor José Rafael Abreu, afirmó sin cortapisas que,  “Vivió su infancia en este pueblo (La Puerta)” (Abreu Burelli, Alirio. Un valle, una aldea, un río. Página. 36).   
Habiendo obtenido su título de Bachiller en Filosofía y Letras, en el Colegio Mayor del Rosario, en Colombia, asumió con entereza su vocación  de educador; en 1939, daba clases en la Escuela Normal Federal, ubicada en carrera 5 con calle 10, en San Cristóbal, Estado Tachira,  dirigida por el docente merideño Teodoro Ramón Rincón, formando maestros junto a los profesores Luis Felipe Ramón y Rivera y Raúl García Hurtado.
Perteneciente a una generación de jóvenes y estudiantes que  sintieron y enfrentaron a una de las más brutales dictaduras venezolanas, la del general Juan Vicente Gómez, se sumó a las luchas estudiantiles y por los derechos civiles. Posteriormente y con esa sensibilidad que lo caracterizó, no podía faltar al llamado de la Patria, para también rebelarse desde las fuerzas de la resistencia a otro episodio funesto, como fue  la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez; tiempo en que se vinculó desde las aulas universitarias con la dirigencia que le daría un rumbo democrático al país, allí entró en  contacto con el líder estudiantil Jóvito Villalba, gallardo y consecuente demócrata,  vinculándose luego a las luchas impulsadas por el partido de éste, URD,  ocasionándole esa posición  ir a parar a las mazmorras de la cárcel del Obispo, lo que lo hizo madurar en sus ideas y colaborar con esta organización política de centro izquierda, afrontando el peso de la persecución del gobierno militar.  

Poliglota, estudioso, humanista, fue destacada su labor diplomática al servicio de la República, representándola en su oportunidad, en países como Portugal, Alemania, fue  embajador ante la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y en la República Popular China, e igualmente resaltó su labor, como representante plenipotenciario de Venezuela ante el Mercado Común Europeo.
La labor literaria de Burelli, dilatada por más de  50 años, trasciende desde que escribiera «Calendario en abril»,   en 1942, Trifilo, Ediciones del semanario Presente;  pasando con «Huellas en el agua», publicada en Madrid en 1962; entre otras, que lo convirtieron en eximio poeta. Sin embargo, es de destacar y rescatar que fue un acucioso historiador, son interesantes sus ensayos sobre Bolívar y don Andrés Bello en el marco de la diplomacia y el mundo geopolítico internacional.

El poeta Regulo,  escribió con su fina pluma un hermoso tributo a La Puerta, que denominó “Puerta del Paraíso”, un poema al paisaje de San Pablo del Momboy, el maestro José Rafael Abreu, al rememorarlo en su obra, señaló: “Su voz parece rumorear, ahora, en la tarde” (Abreu Burelli, Alirio. Un valle, una aldea, un río. Página. 36).   bueno es rescatar dicho tributo. 
Además de ello, hago un punto de inflexión en su escritura, en relación a dos ensayos que me parecen deben ser divulgados por la interesante información que contienen y porque se refieren a asuntos pendientes de los trujillanos y trujillanas con nuestro cura párroco y venerable, me refiero a “El Padre Rosario, patriota y santo”, cuyo proceso de  beatificación se mantiene engavetado  y  la “Vida de Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno”, el prelado natural de Niquitao, filántropo y filósofo impulsor de obras educativas y sociales en el país, lo que le hizo merecedor que sus  restos reposen en el Panteón Nacional desde el año 1998;   son dos trabajos de carácter histórico religioso, que tocan comprometedoramente causas justas y aun pendientes de nuestra religiosidad y regionalidad.   

Valga la ocasión, para reivindicar y rescatar este valor que toca lo local, cuya  figura permanece  enhiesta, en lo más alto del horizonte de las letras venezolanas.  

La Puerta, noviembre 2019.



Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.  Por Oswaldo Manrique (*) Un sitial destacado ocup...