domingo, 30 de abril de 2023

Guillermo Simancas, el de la farmacia

Guillermo Simancas, el de la farmacia.


Por Oswaldo Manrique (*) 

En donde está encendida la luz roja, vaya que está de turno. Eran las palabras que recomendaba el vecino al turista o al visitante que llegaba con males o que los adquirió llegando o estando en nuestra Parroquia. Pregúntele al de la farmacia, que él le recomienda algo, para que se le quiten los males; tos, fiebres y hasta el “tuntún” y  la “chimbombera” las curaba. En tiempo de lluvia, sobraban los que acudían por las “caniculares” o el aventurero que bajaba solo por los páramos merideños con el hielo en la sangre y hacia alto en La Puerta, encontraba el remedio.


Las familias de nuestra comarca, mantienen en sus acostumbrados comentarios de fogón, los remedios que nos dio, o lo que aconsejó para curarnos o cuando con su mano experta ponía las inyecciones, se referían al de la farmacia. En todo pueblo andino, existe un particular afecto por el señor de la botica, farmacia o expendio de medicinas, una especie de salvador, en momentos difíciles. 

El señor que estaba en la farmacia, la mayor parte del tiempo, proporcionando soluciones de salud, para mejorar al enfermo o para su cuidado. Ese es Guillermo Simancas, el de la farmacia.

Guillermo Simancas nació en 1939, en la ciudad de Maracaibo, porque lo llevaron a allí. A los días de nacido, sus padres lo trasladan a Valera, donde la madre había cumplido su embarazo y estaba residenciada. Era María Encarnación Simancas, mujer dedicada al hogar, quien murió joven, en 1952, con  27 años de edad. El padre de Guillermo, es Ramón Viloria, quien era empleado del Banco Venezolano de Crédito, cuya sede quedaba en la calle 11 con Av. 12, de la ciudad de Valera.  

Fallece la madre, Guillermo tenía 13 años, estudiaba en la Escuela Padre Blanco, ubicada en la calle 13, donde  cursó hasta el 4° grado. Su crianza y cuido, la asumieron sus abuelos maternos: José Simancas, de los Simancas de Escuque, familia de agricultores, y Carmela Paredes de familia oriunda de  Mérida. Sus hermanos son Gilberto Enrique, pintor, Maritza Simancas, dedicada a su hogar.

         Su infancia y parte de su adolescencia transcurrió en el caluroso ambiente de la entusiasta ciudad de Valera, en donde va percibiendo los más elementales conocimientos del mundo del comercio. Es uno de esos hombres levantados por esfuerzo propio, desde su humilde crianza por los abuelos maternos, hasta su logro personal en el campo farmacéutico.  Desde los 15 o 16 años de edad, demostró su vocación por el mundo mercantil, recuerda que alternando sus estudios, <<comencé en bicicleta, en el despacho de una carnicería, una especie de delivery de aquellos años. Después, trabajé en un molino de café que era de unos italianos, en la bajada del Bolo, al frente del famoso negocio Gato Negro>>. (Conversación con Guillermo Simancas, en La Puerta, sábado 15-04-2023).  Este negocio, era una gran bodega, y adyacente estaba la señora Melania, que vendía el mondongo que la hizo famosa. Se acuerda de su amigo de esa época, de Trino Simancas, que vendía café y prensa, y en los ratos libres, salían de paseo y a jugar en el terreno cercano a la laguna de los patos, donde se jugaban unas alegres caimaneras de beisbol.

Cuando se decidió abrazar los estudios, ya andaba abrumado de compromisos de trabajo, pero con la misma resolución, interrumpe los estudios, porque se fue al Cuartel a cumplir el Servicio Militar Obligatorio, y luego, hizo un curso de Policía Militar. Los humildes abuelos lo apoyaban, contentos ante las perspectivas de avance del nieto.

Trillando esos caminos de Dios, en más de una oportunidad, tuvo que demostrar su verticalidad de propósitos y la fuerza de su  personalidad. Después que salió del ejército, regresó a Valera y prosiguió sus estudios, en el Liceo Rafael Rangel nocturno, hasta cuarto año de bachillerato. De esa época se acuerda de su amigo Arturo Palomares, compañero en el Rangel.


Un hombre de mucha voluntad y esfuerzo.


Con los conocimientos elementales del comercio, se puso a trabajar en la Farmacia La Popular, que estaba ubicada en la calle 11 con Av. 11, y allí comienza, lavando frascos para aceites, parafina, glicerina, para venderla al detal, la compraban en galones de la Droguería Valera, luego pasó a trabajar adentro, en el despacho, atendiendo a la clientela, bajo el esplendido movimiento que se daba a diario en la cálida meseta rodeada de las siete colinas, demostrando su inobjetable vocación para el comercio.   

Allí se hacía <<directamente el lamedor, para la tos,  remedios para la gripe, para los dolores fricciones que elaborábamos con alcohol, guayacol, glicerina y la pintábamos con amarillo de aceite>> (Ídem). En ese tiempo, va fijando su mirada en las formulas y composiciones básicas. Dedicado a la preparación de medicamentos y otros productos medicinales para la sanación de los enfermos. La influencia de un tío de apellido Viloria, era jefe de laboratorio de una farmacia, ubicado cerca de Radio Simpatía. En este ambiente de labores, conoció a la joven Esperanza Losada, con quien se casó.

Guillermo Simancas el de la farmacia. 


Su enorme esfuerzo y deseo por aprender todos los pormenores de aquel oficio, le granjeó la benevolencia de los  principales de la farmacia, y fue valorado. Recuerda que los dueños de la farmacia, viendo que le gustaba ese trabajo, <<me mandaron a Maracaibo, donde trabajé en 2 farmacias, la  Dr. Echeto la Roche, y la de la Avenida  La Limpia, trabajé durante 15 años, y ahí pude obtener mi titulo de Auxiliar de Farmacia. >>. Seguramente el ambiente algo parecido de esta ciudad, ayudó a mitigar la nostalgia por su tierra nativa, pero convencido de su capacidad para lograr mejorar y avanzar en la vida, aguantó y obtiene su diplomado en el campo del trabajo farmacéutico, su logro, en las mismas dependencias de los cinco locales que constituían el grupo farmacéutico para el cual laboraba, asi, se reveló sus instinto sanitarista, su voluntad de servicio, y a la vez, su inteligencia. Guillermo Simancas, el aficionado al tango,  estaba encaminado, pero pensaba en el regreso a su ciudad mientras bajo el burlón mirar de las estrellas, tarareaba Volver, de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera:

Yo adivino el parpadeo.

De las luces y a que a lo lejos

van marcando mi retorno

 volver con la frente marchita

 y aunque no quise el regreso

siempre se vuelve al primer amor.

Volver con la frente marchita

Recordaba en esos momentos de nostalgia, a sus hermanos, la familia, los amigos de parranda, los del beisbol, los compañeritos de estudio, su ambiente social, su Valera a la que estaba acostumbrado y era parte de él.


Montar la farmacia, su proyecto. Expendio de Medicinas Corazón de Jesús. 


En 1983,  viviendo nuevamente en Valera, decide buscar  otros horizontes y se muda a La Puerta. Consigue una vieja casa, con una sala espaciosa  que daba a la calle principal, que convirtió en su negocio, y el resto, en el hogar de su familia, ubicada en la avenida Bolívar, y ese mismo año, monta el Expendio de Medicinas Corazón de Jesús, casa donde estuvo 7 años.

La población de La Puerta, lo recibió de forma generosa, apenas instalado su local de medicinas. Su forma de aconsejar y orientar en asuntos de medicamentos y formulas de sanación, su actividad como practicante en asuntos de inyecciones, trascendió en toda la comarca, y bien pronto Guillermo el de la farmacia, fue consolidando su propia clientela, y desde el más humilde campesino de los páramos, hasta el más emperifollado hacendado o comerciante, acudía a él, con sus dolencias o sus parientes enfermos. Considerado el farmaceuta del pueblo, madrugaba para ir a Valera a buscar medicamentos para surtir el expendio. Siempre contó con la invalorable ayuda de su esposa Esperanza, que llevaba la administración del negocio.

Guillermo Simancas el de la farmacia. 

Nuestros vecinos, comentaban que, curaba hasta los males más extraños. Guillermo lo que hacía era sonreír. Sin embargo, su ética y objetividad la sostenía, cuando llegaba una persona con males clínicos o verdaderamente fuertes, los mandaba al dispensario, en eso es serio y responsable. La mayoría de sus horas, del día y de la noche, estaba en la farmacia; por su experiencia ya sabe al verlo entrar, qué males tiene el paciente.

Estudioso, en el tiempo libre, lee las publicaciones actualizadas del campo farmacéutico. Dice que el que trabaja esto, siempre está aprendiendo.  En aquellos tiempos (los 80), tenía al frente de su negocio a la Radio Comunitaria de La Puerta, al lado de esta,  había una venta lotería. En el 90, se mudó a la esquina Calle 6 con avenida Bolívar. Tenía Guillermo, debido a su bien ganada popularidad, la visita diaria de vecinos y amigos, y él tenía en la farmacia las sillas prestas para las tertulias, en su mayoría peloteros, era habitual ver a “Camello”, “la Yuca”, “la Papa”, entre otros de sus contertulios, estos tres ya cambiaron de paisaje. Hablaban de temas sencillos y de viejas luchas y de personajes o de esfuerzos y por supuesto, de enfermos y enfermedades. 

Fomentó su familia con la señora Esperanza, y procrearon sus cuatro  hijos Yosmari, Guillermo, Luis Gerardo, Carlos Luis; y en este siglo al de la farmacia le vino: Guiandri, la más pequeña. Por su don de gente, se ha ganado el respeto y admiración de la colectividad, y por eso, goza de la amistad de muchos amigos.  Tenía Guillermo a diario, la visita de sus vecinos y amigos, y tenía en el local, las sillas prestas para las tertulias, en su mayoría peloteros,  Rafael Moreno “Camello”, el profesor Briceño “la Yuca”, y “la Papa”, fueron algunos de sus contertulios, estos tres ya cambiaron de paisaje. Hablaban de temas sencillos y de viejas luchas y de personajes o de esfuerzos y vencidas o de enfermos y enfermedades.  

Recuerdos valeranos.

Del servicio militar, se acuerda de los ratos nostálgicos, en los que ponía como ambientador de vida, una canción muy rodada: Reloj, la que cantaba con su Tío Juan Simancas, acompañado de la guitarra. 

Vivía en la calle 10 de Valera, recuerda que se reunían con su tío Trino, un gran jodedor, a jugar baraja y dominó en la bodega de Héctor Estrada; inclusive, iban Ñio Hernandez  y Oscar Linares, después exitosos profesionales del derecho, amanecían jugando en la acera.  Con otro tío, de nombre Juan Simancas y su guitarra, salían a reuniones a degustar de la música tanguera y de la época 

También se acuerda de su afición por el deporte, en Valera jugó beisbol en varios equipos, en el estadio El Milagro. En softbol, jugó con Los Antaños de La Puerta, equipo en el que participaba Rafael Moreno el popular “Camello”; La Papa, el profesor Briceño “La Yuca”, el pitcher Marco Terán y otros tantos buenos jugadores de esta comunidad. 

El esfuerzo y la dedicación de Guillermo Simancas, al trabajo farmacéutico, y al comercio, llegaron a convertirlo en un hombre de mucha utilidad entre sus vecinos.  A pesar de la crisis económica del país, que ha afectado al sector farmacéutico y al comercio, Guillermo sigue al frente de su local de medicinas. En todo momento ha estado atento al enfermo, al familiar que busca un remedio o medicina, su profesión él la ha considerado la manera más eficaz de contribuir con su comunidad, es decir, en el campo de la salud; eso merece que se le  reconozca como un personaje destacado de La Puerta.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

 La Puerta, abril 2023.

Omanrique761@gmail.com


sábado, 22 de abril de 2023

El primer nacimiento en el neopoblamiento de La Puerta.

            El primer nacimiento en el neopoblamiento de La Puerta.


  Por Oswaldo Manrique (*). 


1898.

El  pequeño valle de La Puerta, vigilado por las celosas serranías y refrescado permanentemente por el Bomboy, exponía en los últimos años del siglo XIX, paletas de verdes alegres y productivos, en hermoso contraste, con los altivos celestes de su cúpula. En uno de sus laterales, como paraje desolado y pobre, donde solo se ve declive y acequias, hay una de las escasas viviendas, con techumbre de fajina de caña y paredes de barro, cercada de guadua que la protege del pertinaz ventarrón de la Sierra mayor, en la que se observó algo fuera de la cotidianidad. 


Adentro, tendida sobre un catre, está acostada una mujer con cara llorosa y en pose de dificultad. En la entrada, está un hombre, nervioso y en estado de incertidumbre. Era Carmen Mendoza. Al parecer Carmen estaba emparentado  con Felipa y Petronila Mendoza, dos hermanas mestizas, que pelearon y lograron les reconocieran en algo sus derechos ancestrales indígenas. El Tribunal Municipal de La Puerta, les adjudicó el lote de terreno N° 53, con 100 metros de frente, colindando por el norte y el sur, con el terreno de Eulogia Abendaño y familia (Documento de Partición del Resguardo Indígena de La Puerta. 1891. Registro Principal de Trujillo). Ellas, se mantuvieron bregando el valle, trillando sus montañas y las riveras bajo el puntualísimo sol, el frío y la niebla. 

Aquella noche escucharon, como en las anteriores, el ruido del hilo de la acequia, bajando hacia el Bomboy. Esperaban. Estaba la luna blanquecina, perturbada de niebla y del silbido del frío viento. Ella no podía dormir, estuvo ratos sentada en la vieja silla de cuero de res y apenas lograba percibir cuando le decía: -¿cómo te sentís?,  que le dedicaba Carmen, bajo la iluminación del mechurrio, y llegó un momento en que se apoderó de la pieza, la oscurana.

El mestizo Carmen Mendoza, un hombre de labor, acostumbrado al trabajo del campo y a la cría de animales. Curtido por el inclemente sol y el feraz viento de estos páramos, no se le había borrado la cordialidad y acostumbraba a visitar a sus distantes vecinos. Los caseríos que por su belleza paisajística o por asuntos de trabajo eran recorridos por los pobladores, eran el Portachuelo, Mesa Alta, Kukuruy, los Páramos, Tierra de Loza, Agua Fría, las Delicias y el Rincón.

La familia de María Gracia era de los lados de Jajó, se fueron asentando entre el caserío La Lagunita y La Flecha.  En una de las recorridas de Carmen, por esos sitios, campesino y combatiente ocasional de la época, ejercitando su espíritu para todo lo que significara trabajo, temple y fortaleza varoniles, de pronto, vio en una de esas fincas a una joven con cara fresca, piel blanca, ojos de mirada penetrante, que acariciaba su larga cabellera, se le quedó viéndola mientras continuaba su paseo, y todavía volteó varias veces a verla. El resto del camino, pensó en ella, entusiasmado, quizás ansiando tenerla en sus brazos y huir con ella, como estilaban muchos en aquellos años. En la noche, fumó su cigarro descansando en una piedra, desde donde contemplaba la luna y las pléyades de los tiempos. 

A pesar de su timidez, con o sin motivo, procuraba pasar por donde podía observar y acercarse a María Gracia. Ella, aunque se hacía la timorata, pensaba que el hecho que la haya visto de esa forma, era porque alguna voluptuosidad existía. En toda la comarca había menos de 300 habitantes y en el pueblo cabecera unas 55 familias nuevas, muy pocas con casa, otros porque podían vivir en alguna pieza prestada, arrendada o enfeudada. Mucha pobreza, a pesar de las nuevas haciendas que fomentaron los terratenientes con las tierras de la reserva indígena. En los alrededores del pueblo cabecera del Municipio <<sus moradores son agricultores y en sus campos se cultiva el trigo, las papas, las arvejas y todas las demás producciones de tierra fría. También tienen sus pobladores algunos hatos de ganado vacuno y lanar y cultivan la caña de azúcar>>, (Briceño Valero, Américo. Pág. 123). Esta era la realidad económica de la zona. 

Carmen conoció a María Gracia, de la familia Araujo, descendiente del general Araujo, el moteado "León de la Cordillera". Se gustaron y al poco tiempo, decidieron y se fueron a vivir juntos. 

Cuando llegó la hora de la nacencia, movieron a María Gracia, al mesón que habían preparado. Ahí estaba la partera para sus labores. Carmen se fue al patio y con mucho nervio sacó la cajeta y se metió la pellita de chimo en la boca, para la espera.

Estaba lluvioso el tiempo. El cuerpo le decía a María Gracia, que el nacimiento está cerca, que estaba llegando. Ella rezaba mucho para que todo saliera bien y la criatura viniera al mundo sin problemas. A la medianoche, comenzó a sentir ciertos dolores, diferentes a los que percibió como normales los días anteriores. Eso le decía que era la hora de la verdad. La criatura ya estaba lista para venir al mundo.

Salió la partera a buscar al fogón más agua tibia y le dijo: - Metéte vos a ver el chino.  Como no se movía, le repitió: - Andá Carmen antes que le salgan barbas al muchachito.  Se acercó y la emoción de aquel momento para Carmen con mucho temor por lo pequeñito tomó al niño, quien tenía los ojos bien abiertos y para el padre era como si se los clavara de alegría.  El cuerpo de Carmen, se abrumó de alegría, y así estuvo hasta que llegó la mañanita, llegando el sol. Habían pasado los miedos y también, los nervios.

La Puerta ubicada en medio de una zona rural agrícola y ganadera, en el área despojada a los indígenas, que se había adjudicado en 1891, no habían casas, ni servicios ni centros donde adquirir los consumos, apenas existía el templo y la Casa de Corregimiento que después pasó a ser la Casa Municipal, entre varias acequias y una plaza tobogán, era un terreno desolado, es en 1898, cuando nace el primer niño en el proceso de neopoblamiento, su nombre José Lucio Mendoza Araujo, hijo legítimo del campesino Carmen Mendoza y María Gracia Araujo.

Como no había Libro de Nacimientos, en la Jefatura Municipal, lo presentaron e inscribieron para su existencia en la vida civil, al año siguiente de nacido. Quizás sin entenderlo pero fue así, era el primer nacimiento de La Puerta, en aquel tercer poblamiento, tan singular. El primer puertense de los nuevos tiempos.

1899.

Este año 1899, se registraron como nacidos en La Puerta, 16 niños, de los cuales siete eran varones y nueve hembras. La primera partida del Libro de Nacimientos de 1899, corresponde al niño José Lucio quien había nacido el año anterior, el 8 de septiembre de 1898, el texto de este documento histórico es el siguiente:

<<Enero. Miguel Aguilar primera autoridad civil de esta Parroquia,hago constar que hoy día diez de enero de mil ochocientos noventa y nueve, me ha sido presentado por Carmen Mendoza, un niño que nació el ocho de septiembre próximo pasado, tiene por nombre José Lucio hijo legítimo del presentante y María Gracia Araujo, vecinos de esta parroquia. Fueron testigos de este acto Miguel Briceño y Andrés Andrade, mayores de 21 años y vecinos de esta parroquia.  Leída que fue la presente acta al compareciente y testigos, manifiestan estar conformes y no firman por no saber. Miguel Aguilar (fdo) Ign° González (fdo)>> (Libro de nacimientos, 1899. Archivo Registro Civil de La Puerta). 

Imagen de la partida de nacimiento del primer puertense, de nombre José Lucio Mendoza Araujo.  Libro de nacimientos de la parroquia La Puerta, año 1899. Archivo de imágenes de este blog. 

En el primer Libro de Nacimientos, que se encuentra en el Archivo del Registro Civil de La Puerta, correspondiente al año 1899, aparecen registrados 16 niños estos son: José Lucio Mendoza Araujo, José Antonio Salas, María Antonia Rivero, María Julia Salas, María Melania Rondón, María Dovanciana Rivero,  Salustiano de Jesús Araujo, María Lucía Ramírez, María Elvira Araujo, Juan del Rosario Uzcátegui, Marcial de Jesús Villarreal, José del Rosario González, Juana Blaza Delgadillo, José Armando Villarreal, Epifanio González y Antonio José Carrasquero, este último hijo del hacendado Ciriaco Carrasquero. Estos son las primeras personas nacidas en la parroquia La Puerta, durante el tercer poblamiento, iniciado en 1891.

Imagen del indice del Libro de Nacimientos de La Puerta, año 1899. Archivo de imágenes de este blog

Este dato del Registro Civil, además de que prueba el hecho histórico de que trata, nos sirve para ir determinando las familias pioneras e integradas al neo-poblamiento (tercer poblamiento), que dieron origen al proceso de construcción de La Puerta como pueblo.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

 La Puerta, abril 2023.

Omanrique761@gmail.com

sábado, 15 de abril de 2023

Jacobo Senior, Un Municipalista Ejemplar.

 Jacobo Senior, un Municipalista ejemplar. 


Por Oswaldo Manrique. 


Era habitual verlo en la vía La Puerta -Valera, manejando su viejo Volkswagen escarabajo. A  mediados de los años 90, en compañía del lagunitense Mario Paredes (+), lo visitamos, luego de brindarnos un café criollo, preparado por la señora Toña Briceño, pudimos conversar sobre la situación político social del país, de lo que estaba bien informado. En su residencia enclavada en la montaña de Santa Bárbara, cercana a La Puerta, donde me llamó la atención, que la casa contrastaba con el verdor del entorno, porque estaba rodeada de un hermoso jardín de grandes flores amarillas, que allí mantenía y que cuidaba personalmente. Se enorgullecía de su comarca de vida, que expusiera su hermoso, natural y mágico paisaje; quizás como buen odontólogo, deseaba que mostrara su sana y natural sonrisa, que es la imagen del alma. Fue un destacado ecologista.



El doctor Jacobo Senior Carrasquero, uno de los más eminentes odontólogos de nuestro país, es recordado en los anales de la Escuela de Odontología de la ULA, donde está inscrito en la lista de maestros, que dejaron huella en profesionales que se formaron en esa casa de estudios. Nació en Valera el 26-9-1920.

El Ejemplar Municipalista.

Fue un ciudadano en todo el sentido de la palabra. En la década de los sesenta demostró sus dotes de administrador. En su apostolado de servicio, dedicó gran parte de su vida al municipalismo militante, en Valera llegó a ser Presidente del Concejo Municipal y revolucionó la ciudad, convirtiendo su gestión en referencia nacional de eficiencia, debido a la positiva prestación de servicios públicos, y se le llamó a Valera, la ciudad más limpia de Venezuela, recibiendo el Premio Fundacomún. Tuvo posiciones dirigenciales en el partido Acción Democrática. Fue amigo personal del artista Salvador Valero.

Esta fase histórica orgullo de la ciudad, no duró mucho, el editor Eladio Muchacho que fue su amigo, recuerda que, <<Valera se proyectaba como una referencia nacional bajo el liderazgo de un gran municipalista, el Doctor Jacobo Senior Carrasquero. Renunció el Doctor Senior, por las presiones por cargos y contratos de dirigentes de Acción Democrática, que por dignidad y honestidad Jacob Senior no podía aceptar. Los grandes perdedores fuimos los valeranos y Valera>> (Muchacho, Eladio. Nota Fría. Diario de los Andes, edición del 18 octubre 2021), sin duda alguna. 

En la lucha contra el desaforado desarrollismo urbanístico.

 Don Jacobo, se distinguió no solo por su competencia profesional, sino por su sensibilidad social, su decoro, competencia y dignidad como municipalista, ambientalista y por su acrisolada honestidad. Son varios los ámbitos en los que sobresalió el eximio doctor, muy dilatada su obra, entre la que destaca la fundación de la Clínica Anticancerosa de Valera, sin embargo, voy a referirme a la pelea que dio, con alta precisión y conocimiento, en la lucha histórica del pueblo de La Puerta, contra el macro urbanismo impulsado por un grupo de empresarios zulianos,  y la empresa INTURESA, en la década de los 80 del siglo pasado.

Como vecino y habitante del sector Santa Bárbara, de La Puerta, se integró a la lucha de su comunidad. El hombre, proactivo, decididamente asistió y participó en las reuniones, cabildos y eventos de este conflicto de carácter ambientalista para unos, para otros, un conflicto de carácter social, económico y político, debido a los intereses que estaban en juego intereses empresariales y grupales.

En el Cabildo Abierto, realizado en Valera, en 1980.

La participación del doctor Jacobo Senior en el Cabildo Abierto realizado en Valera, para discutir  en torno al macro proyecto que se pretendía desarrollar en La Puerta, tuvo cobertura de prensa, a través del Diario El Tiempo, edición del día lunes 21 de julio de 1980, página 7, que registra la intervención del doctor Senior, dando lectura a un extenso documento en el que fijó su posición y dejó claro que no dudaba <<de la capacidad de los proyectistas, pero advirtió que lo que estaba en discusión era el aspecto humano y ecológico, manifestando que el desarrollo sin tomar en cuenta al hombre y el medio ambiente no era desarrollo>>; de igual forma,  denunció al Ministerio del Ambiente  por <<haber violado descaradamente las normas que regulan el hombre-naturaleza al haber otorgado este permiso, agregando que eso de la zona verde es para agarrar incautos y al referirse al Concejo dijo que el permiso otorgado era sospechoso>>; esta era una de las vetas más importantes del conflicto.



 En este Cabildo ocurrió algo anecdótico, se presentó un señor de nombre Diomedes Barrios, como Presidente de la Federación de Juntas de Vecinos,  quien hizo uso de la palabra para defenderse de los ataques que se le hacían y acusó a un grupo empresarial del Estado, de manipular la campaña en su contra; pero cuando Barrios hablaba, algunos de los que adversan el proyecto, le lanzaron medios (monedas de 0,25 centimos) y monedas de un bolívar, en señal de que se había vendido. Sin embargo, dijo que esta acusación era incierta, acusando a un diario local, de colocarse al lado de los más oscuros intereses, como el grupo que se considera dueño del Estado Trujillo;  pero finalmente Diomedes Barrios,  es abucheado por los asistentes y es objeto de palabras obscenas por parte de algunos de los adversarios del proyecto (Diario El Tiempo. 21-07-1980); también acusaron a los Concejales de haberse vendido, y haber perdido el tiempo del Cabildo cuya mayoría de oradores utilizaron un lenguaje más de crucero que técnico, se prolongó por más de 4 horas, sacando la conclusión los observadores, que a nada en concreto se llegó.

En este cabildo participó el doctor Guillermo García Méndez, principal promotor del proyecto, también el bachiller Carracciolo León, presidente de la Federación de Centro Universitarios de la ULA, quien censuró el proyecto, igualmente estuvo presente el señor Joaquín Padilla, presidente del Concejo Municipal de Valera. 

Su visión crítica y certera del proyecto macro urbanizador.

El doctor Senior, en carta dirigida el 5 de diciembre de 1980, al Concejo Municipal de Valera, expuso lo siguiente: "la razón que nos asiste a todos los que adversamos ese proyecto, pero me preocupa sobre manera...que solo se le da prioridad al hotel, instalaciones comerciales y recreacionales, olvidándose de la infraestructura urbanística: calles, aceras, brocales y drenajes y de los servicios, acueducto, cloaca, planta de tratamiento de aguas negras, energía y las eléctricas, que son imprescindibles y obviamente deben ser construidas con anterioridad a las viviendas o por lo menos simultáneamente" (Diario de los Andes, edición del jueves 11 de diciembre de 1980); sin tapujos, fue directamente al grano. 


De esta forma, con su conocimiento y autoridad moral que le precedía, emplazó al Concejo Municipal, a que cumpliera con eso, y esta fue su respuesta a una comunicación que le hizo llegar el Ministerio del Ambiente de los Recursos Naturales Renovables (MARNR), a sus críticas consideraciones y reparos  presentadas por escrito, sobre el proyecto del macro urbanismo denominado "Parque Residencial La Puerta",  del 3 de diciembre de 1980, al Concejo Municipal (Ídem), y que tuvo como resultado que fue modificado el proyecto original, reduciendo la densidad. 


Senior: <<La Puerta, debe ser declarada zona no urbanizable>>

Senior ex presidente de Corpoandes, quien dirigía uno de los Programas más importantes del país, como fue el de riego de las zonas altas, con una posición especifica y bien fundamentada ante el Concejo Municipal de Valera, los emplazó directamente con lo siguiente, que, "en esa población lo que debe ejecutarse es un plan de ordenamiento territorial y no la posibilidad que planteó el señor Joaquín Padilla, Presidente del ayuntamiento valerano", de seguir construyendo (Diario de los Andes, edición domingo 2 de noviembre 1980, página 19), se refería a su comarca de vida, y propuso en concreto que <<La Puerta debe ser declarada una zona no urbanizable>>; idea que sigue teniendo vigencia.


Murió en el año 2015. Instituciones privadas promovidas o creadas gracias a su esfuerzo, perpetúan su memoria, entre ellas, la Sociedad Anticancerosa del Estado Trujillo (SADET), cuyo auditorio lleva su nombre, por ser uno de sus legionarios principales, en 1982.

 Como emprendedor incansable en beneficio de la colectividad, el recordar al Dr. Senior, debe perdurar en la memoria de los puertenses, porque en todas sus actuaciones como funcionario, como catedrático, como en sus acciones voluntarias en favor de la comunidad, ofreció el ejemplo de una conducta apegada al cumplimiento del deber y a escrupulosos procederes, cuando tuvo a su cargo el manejo de recursos concernientes al interés de la República; pero además, porque fue un varón que demostró disposición y solidaridad inalterables en la defensa de los intereses de nuestra Parroquia.


(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

omanrique761@gmail.com

La Puerta, abril 2023 

 

sábado, 8 de abril de 2023

Las Escaleras ancestrales del Maen Shombeuk


Las Escaleras ancestrales del Maen Shombeuk.

Por Oswaldo Manrique (*)


Confieso que titubeé al darle el sentido que aspiraba a esta nota, para que no cayera en mera curiosidad y publicidad para turismo. Falta la investigación necesaria que aborde este sitio aunque esté relacionado con el aspecto espiritual e histórico, específicamente del Gran Santuario Indígena Maen Shombeuk, Páramo de las Siete Lagunas, La Puerta, Estado Trujillo, en Venezuela, que encierra ciertas cosas, entes y formas extrañas del relieve, aparte de su misticismo natural, sus elementos, su flora y fauna, su entorno energizante, pareciera algo mágico, quimérico, pero es realidad, existe,  y sé que algunos lo considerarán simples especulaciones, mientras que para otros será de interés conocer y que se corra la cortina sobre estos “enigmas” tan fascinantes, de esta realización tan antigua, que pudiese generar respuestas y conocimientos sobre el mundo e inclusive sobre creencias religiosas; pero lo que nos mueve sencillamente, es la búsqueda de la verdad histórica. 


Se llega a La Puerta desde Valera, por una carretera negra de unos 21 kms., de largo. Al ir subiendo, se va sintiendo el cambio del clima y del paisaje custodiado por el río Bomboy y el fresco verdor que se encuentra como borde de la vía, allí verán sembradíos, matorrales, montañas, casas, que hacen placentero el viaje. Está localizada en el lado sur-oeste de La Puerta. Desde la Plaza Bolívar de esta población, se asciende a las llamadas Siete Lagunas por cuatro caminos parameros o alternativos como la senderista Cuesta de los Rondones, frente al área urbana de dicha Parroquia; existe el más antiguo, a través de lo que se conoce como el derrame de La Maraquita; otro por El Paramito, pasando el punto turístico de La Lagunita del Portachuelo; y el de Los Bicuyes, que cuenta ya con carretera agrícola para vehículos de doble tracción. Al llegar a la Cruz Colorada, símbolo del comienzo del camino hacia este Santuario Natural Maen Shombeuk, uno de los más hermosos del  planeta, se va a encontrar una formación hecha de piedras rústicas que pudieron haber estado apiladas o formando otras de mayor volumen en época remota. 

Maen Shombeuk, es uno de los monumentos naturales más hermosos de Venezuela y del planeta, posee gran valor espiritual, paisajístico, ecológico, arqueológico e histórico. La memoria oral paramera, lo considera el Santuario más importante de la nación Timotes y del occidente del país, por su tamaño, y por su especial ubicación, sirviendo como una especie de punto de la correa transmisora, que une a dos espacios naturales distintos, la Sierra Nevada, y los mansos depósitos de la navegable Laguna de Coquivacoa (hoy Lago de Maracaibo), acceso al Mar Caribe y a los pueblos antillanos. También fue, la vía de intercambio de productos, asi como, de escape de los aborígenes en su época de esclavización; fue la ruta del tabaco, que salía de Barinas; luego se convertirán en los caminos de la estirpe legendaria de los Varones de la Sierra de La Culata, encabezados por el coronel Sandalio Ruz, el coronel Américo Burelli, Mitrídates Volcanes, Cesáreo Parra y el Macho Palomares, en sus revoluciones nacionalistas en  los finales del  siglo XIX y las primeras décadas del XX.

Una de las hermosas Siete Lagunas; se puede observar, restos de rocas, de la misma clase de las que componen las Escaleras. 


En tiempos antiguos, los nativos llamaban  Maen Shombuk a este lugar, significa en lengua Timoto, los simbólicos siete maravillosos ojos de agua, las Siete Lagunas parameras, importantes en la cultura, espiritualidad e historia de la Comunidad Indígena de los Bomboyes, pobladores precolombinos de La Puerta. Cuentan que siete (maen), significa naturaleza, armonía y belleza, es el día de la Luna y de la Princesa Dorokokoe, de la espiritualidad y la devoción, dedicado a los Dioses, pero principalmente, fue el místico día en que la Princesa de las Aguas, partió en la noche larga y de tormentas, hacia el sacrificio personal, por su pueblo. Según ellos, las quebradas, cañadas y derrames, que se desprenden de esas montañas que nutren al Bomboy, son los hilos de la hermosa cabellera de su inmolada Princesa. Por eso, en el acervo local de mitos y leyendas, se tejen las referidas al respeto y cuido de este Santuario natural, por los soplos y los espíritus.

Para llegar a este sitio paradisíaco, se transita por algo fascinante que encontraremos en el conjunto de los siete ojos de agua: las llamadas Escaleras indígenas, suerte de obra vial, hecha al borde de un farallón, paso con el que se ahorra media hora aproximadamente de camino a pie, a ese espacio integrado por los ojos de agua (Siete Lagunas), montañas, vegetación de la que destaca el famoso díctamo real, alargador de la vida y el útil y venerable frailejón, su fauna con más de 100 variedades de pájaros; y varias cuevas templos y mortuorias saqueadas en las primeras décadas del siglo pasado, cuyo patrimonio indígena (que se debe repatriar), se exhibe en museos de Francia y Estados Unidos; tiene en lo más alto, en la cima, un templo, constituido por una enorme roca denominada Piedra del Muñeco o de los Chorotes, también llamada Piedra Kchuta (Piedra de Dios), en lengua Timoto. Es el altar, en el que los mojanes y sacerdotes, realizaban las ceremonias y ritos religiosos de la Comunidad Indígena de los Bomboyes, primeros pobladores de La Puerta. Veneraban y ofrendaban a los Dioses de su devoción, con ovillos de algodón, telas, frutas, además de ramas aromáticas, platos con esencias y aceite de cacao que quemaban. Además, hay otras de más reciente  elaboración como: la capilla San Francisco Javier, con un hermoso mural de cerámica, construida a un lado de la Laguna Negra, o  reliquias como: el Cristo tallado en madera, y la  imagen de la Virgen de la Purísima Concepción, colocadas por los familiares y amigos de las víctimas de los accidentes aéreos.  

Las escaleras ancestrales del Maen Shombeuk.

Ahí, vamos a descubrir una singular obra producida de las posibilidades hermosas de la misma naturaleza, que es objeto de leyendas, una suerte de peldaños de roca formando una escalera, que conduce a las lagunas, que pudo ser consecuencia de las erosiones provocadas por los glaciares y para otros, es obra del Gran Arquitecto del mundo en tiempos en que las bondades del cielo hicieron presencia en este hermoso y mágico lugar.

Las Escaleras de las Siete Lagunas (Maen Shombeuk), obsérvese el tamaño de las piedras,  su inclinaciónpiedras entrecruzadas, y otras como soporte lateral. 


Los remotos orígenes de esta realización.

El lugar llamado Páramo de las Siete Lagunas (Maen Shombuk), forma parte de la Sierra de La Culata, vecino a continuación del Páramo de la Sal, ambos del ramal septentrional de la Codillera de los Andes venezolanos (Briceño Valero, Américo. Geografía del Estado Trujillo. págs. 16 y 17. ECV. Caracas. 1920); por supuesto, al formar parte del espinazo, deriva del proceso de glaciaciones que se dio en épocas muy remotas en dicha Cordillera. 

Aparte de lo que dejó escrito el maestro Briceño Valero, se desconoce mayor precisión en el origen de las Siete Lagunas, por supuesto a falta de investigación la memoria oral señala que los aborígenes la utilizaban para ceremonias mágico religiosas, es el lugar de mayor altitud  (3.500 msnm), para hablar con el cielo, con Kachuta (Dios), y para ello, iban cubiertos de coloridos plumajes para asemejar a los pájaros, que fácilmente se elevan y se encumbran en las alturas.

Pero, lo que nos llama más la atención y se nos muestra con evidentes enigmas, son  Las Escaleras de las Siete Lagunas, que conforma el Santuario Indígena Maen Shombeuk; el visitante detallista que las observe, se preguntará inmediatamente: ¿Quién o quiénes las construyeron? ¿Para qué las construyeron? ¿De dónde extrajeron esas piedras, si no se encuentran en los alrededores, ni ahí? ¿Cómo las trasladaron hasta este sitio? ¿Quién humano, medio, poder, o agente o ente o fenómeno físico la hizo o la produjo? ¿Cómo se determinó la carga y firmeza necesarias en su ejecución? ¿Quién fue el artífice que le dio ese orden o la compuso? ¿Qué tiempo se requirió para su ejecución? ¿Quien le dio ese destino de ser parte del camino, que ciertamente es de interés y utilidad general? Es obvio, que asimismo se especule, ¿si fueron construidas o colocadas con el objetivo de poder realizar tributos o ceremonias indígenas mágico religiosas de ascenso, a la consulta del cielo?

Indudablemente, que la respuesta inmediata y más fácil es, que desconociéndose quiénes fueron sus eximios ingenieros, técnicos y obreros, fue creado con recursos de la misma naturaleza, como  realización u obra para facilitar el acceso hacia ese maravilloso y mágico lugar inexplicablemente distinto, tan diferente en belleza, humor, espiritualidad y energía especiales.

El otro dato, tiene que ver con la presencia humana en este lugar, sus primeros usuarios y transeúntes, según serias investigaciones data de 3.000 años antes de ahora, 1.000 AC, (Sanoja, Mario y Vargas, Iraida. Orígenes de Venezuela.1999);  eran aborígenes pertenecientes a la gran nación Timoto, que fueron ocupando coetáneamente el valle del Bomboy, en su proceso de expansión.

Los enmohecidos documentos de encomiendas y los Informes Pastorales de los Obispos, entre ellos el de Mariano Martí, señalan que este valle fue conocido desde tiempos remotos como <<valle de indios Timotes>>. Alrededor del año 1608, en lo que hoy se conoce como el área urbana de La Puerta, se estableció una posesión de tierras de concentración, agrupamiento y nucleamiento de aborígenes, que provenían de otros sitios, Mendoza, Jajó y La Quebrada, del estado Trujillo, que significó una amplia jurisdicción política religiosa, pero que en su mayoría eran familias, grupos y comunidades pertenecientes a la gran Nación Timoto. Se han encontrado vestigios de la presencia de Xaxoes, Esnujaques, Xicokes, Kombokos, Bicuyes, Mukutis, Xikokes y por supuesto, Bomboyes. Con estos grupos, se constituyó el denominado Pueblo de indios Nuestro Señor San Pablo Apóstol de Bomboy, como Cabecera de Doctrina, luego Resguardo Indígena de La Puerta, con lo que el régimen colonial mantuvo el control social y de explotación sobre los indígenas, castigando y ejerciendo un clima de violencia, para adoctrinarlos en catolicismo y hacer desaparecer sus creencias mágico religiosas, que solo pudieron mantener en vigencia ejerciéndolas y practicándolas en lugares alejados como este santuario.


La curiosa colocación, orden y forma de los escalones de piedras.


Aquí, se puede observar y  transitar por un conjunto de gruesas piedras, coordinadas y sostenidas unas con otras, en forma de vértice, son peldaños de piedras entrecruzadas, ordenadas y en correspondencia una con otra, que soportan cualquier peso, como una obra de expertos ingenieros viales, que permiten bajar hasta las  lagunas entre ellas la Corva o Corcovada, la Negra y luego, la bella Gata.

Las Escaleras de las Siete Lagunas (Maen Shombeuk), obsérvese el detalle de las piedras entrecruzadas, y otras como soporte lateral. 

Las escaleras de roca, frías y ásperas, sirven para facilitar bajar o subir a los visitantes y transeúntes, por el borde de un precipicio, y se ahorran media hora de camino, para llegar a las lagunas y también para luego subir, cuya forma parece haber sido diseñada por los fuertes vientos y los cambios de las nevadas y la temperatura.

Si las detallamos, se pueden observar los cortes y el tipo de piedra rústica en que están elaboradas estas escaleras, que facilitan el paso para llegar al Santuario Indígena Maen Shombeuk, en el Páramo de las Siete Lagunas. Los peldaños, son bordeados por esas piedras, que sirven de pasamano o agarre. Según Tulio Ramón Rivas, llamado el “último Xikoke”, reconocido baquiano de la zona, esas piedras, no se encuentran en el páramo, él consideraba que fueron traídas por los indígenas, desde la zona baja, posiblemente de Arapuey ¿Pero cómo las trasladaron? 


Las curiosas Escaleras ancestrales, uno de los componentes de ese espacio, asi como, los monumentos naturales, hermosos, nobles y curiosos, que constituyen el Maen Shombeuk, son prueba de la característica artesanal y espiritual de la Comunidad Indígena Bomboy, asi como, de sus personajes y hechos relevantes de nuestra evolución como pueblo, y otras de importancia histórica y cultural de nuestra Parroquia, Estado y País; sin embargo, persiste el desconocimiento de ellos.

Regresar de allí, de esa indescriptible belleza natural, significa estar cargado de una energía, aunque sea temporal, que ayuda a obtener una sensación, de casi total congruencia emocional, mas allá de las explicaciones y razonamientos que se puedan dar.  Para quien esto escribe, este lugar, merece una metódica y penetrante investigación. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, abril 2023.

omanrique761@gmail.com 

 

sábado, 1 de abril de 2023

Cuando callaron al Predicador de La Flecha

 

Cuando callaron al Predicador de La Flecha.


Por Oswaldo Manrique (*)


- Que cosas tan extrañas se ven en estos tiempos - Dijo el paisano al leer la última página del Diario de los Andes, que estaba sobre el mostrador, para que los clientes y amigos pudieran leerlo. 



Luego de observar y tocar algunas hortalizas de las estanterías, se reanuda la conversa: 

- Lamentablemente es así. Esto es un lugar de poca fe, y quizás como usted le llama le venga como anillo al dedo, un lugar de suicidas. Le comentaba Pablo Rivas a su cliente, mientras le iba surtiendo los víveres que le iban pidiendo. 

El establecimiento de venta de comestibles, ubicado en el caserío La Flecha, entre el restaurant San Miguel y la panadería de los Valero,  jurisdicción de la parroquia La Puerta trujillana, hoy hay una funeraria,  era muy visitado por su cercanía a la estación de gasolina, pero además, por la esmerada atención de su propietario y el personal. 

- Lo dije porque van varias personas de aquí, que han tomado esa fatídica decisión de terminar con su vida. Los problemas, depresión, la falta de cobres, las desilusiones ¡Qué baja autoestima, señor! 

- Si, pobre gente. Le digo algo, yo creo que en el fondo la causa no es otra que la poca elevación espiritual, le agregó Rivas Rivero.

- ¿Cómo así? Preguntó el cliente.

-  Es que no se reconcilian con el Señor de los cielos, viven aquí mismo, pendientes de las supersticiones, del juego y una total indiferencia a los compromisos religiosos, porque en algo superior debemos créer. Son almas que no se han elevado por encima de la cotidianidad espiritual.

- Amigo, siento que usted vive y tiene mucha fuerza mística. ¿Cuánto le debo?

- ¡gracias a mi Señor!, respondió el Predicador de La Flecha, al momento de sacarle la cuenta. 

Pablo de la Cruz Rivas Rivero, luego de sus labores como comerciante, se entretenía en leer las santas escrituras.  Había logrado vencer a la muerte y a las enfermedades, con su fuerza espiritual, enfrentándolas en su propio terreno: en los quirófanos. Se quemó terriblemente siendo niño.

Era un hombre joven, pero fue objeto de ocho intervenciones quirúrgicas de trasplantes, como consecuencia de las quemaduras. Una de esas veces que fue operado, pasó once meses recluido en el Hospital. A pesar de esa limitación física, que le impedía el uso normal de sus brazos, salió adelante y fue venciendo esas secuelas. 

A mediados de febrero de 1983, enamorado y contando 27 años de edad, contrajo matrimonio con la joven Eliberta Ramírez, con quien se propuso fomentar familia y prosperar con su negocio. Eso, lo convirtió en un ser humano servicial, colaborador, solidario y de virtud espiritual, atraído por su religión, salía con sus correligionarios a llevar la palabra de Dios a las casas de familia del municipio, lo que emprendía bien ataviado y pateando las calles y mayormente la carretera Trasandina. Al fin y al cabo, de alguna manera había que retribuir el placer de seguir viviendo. 

Pablo de la Cruz Rivas Rivero y su esposa Eliberta Ramírez, bailando en su boda. 

Un día, se rompió la tranquilidad en la que se desenvolvía Pablo. Era el miércoles 21 de septiembre de 1983, a eso de las 2 y 30 de la tarde. Escuchó cuando dos hombres armados, vestidos con el uniforme de la Guardia Nacional, tocaron fuerte e intimidatoriamente en el mostrador, él los atiende, le dicen unas palabras, se meten a su vivienda dizque buscando garrafas de sanjonero para decomisar, no encontraron y montan al Predicador en un vehículo de la FAC y se lo llevaron detenido, sin dar explicaciones. 

La última página del Diario de los Andes, de su edición del día 23 de septiembre de 1983, da cuenta que, Pablo <<trató de despojar de su arma de reglamento (a los guardias) y fue entonces cuando recibió un balazo en el tórax>>; según esta versión, esto ocurrió en el interior del vehículo de la FAC, a la altura de Los Cerrillos.  Pablo, el Predicador, nunca se imaginó que aparecería en la página roja de la prensa. 


El hecho criminoso creó alarma, confusión y consternación en la tranquila comunidad rural andina. 

El destacado y acucioso periodista Graterol Vargas, no permitió que pasara al olvido uno de los hechos criminales, mas reprochables y aborrecibles del siglo pasado en el estado Trujillo, tampoco el amigo Benito Rivas, residenciado en Maracaibo, quien me suministró la crónica de prensa. 

 <<Honda manifestación de duelo sepelio de comerciante de La Puerta>> (Diario de los Andes, última página, edición domingo 25 septiembre de 1983). De la información recopilada por el periodista, obtuvo que,  <<Pablo Rivas Rivero,...era prácticamente un invalido porque había sido sometido a varias operaciones que le impedían cualquier esfuerzo físico>> (ídem); su comunidad conocía muy bien a la víctima. 


El Manifiesto de la indignada comunidad de La Puerta.

El día jueves 29 de septiembre, la pequeña comunidad rural andina, sintiendo <<en ese momento dolor, inseguridad e indignación>>, se pronunció mediante un manifiesto publicado en la prensa regional, en el que solicitó <<se abra la necesaria, escrupulosa y exhaustiva averiguación del asesinato el día 21 de los corrientes, en la persona más inocente, inerme y apreciado del pueblo: Pablo Rivas Rivero>> (Diario de los Andes. Edición 29 septiembre 1983); los pobladores testimonian y describen las virtudes de este joven Predicador.  

Realizadas varias diligencias de investigación, se llegó a determinar el hecho, la última página de la edición del lunes, muestra <<Secuestro y crimen caso del bodeguero de La Puerta>> (Diario de los Andes. 26 de septiembre de 1983); así, quedó descartado el supuesto forcejeo y resistencia a la autoridad.


El periodista Graterol Vargas, entrevistando a Nestor Valero, ayudante del Predicador.

Al día siguiente, aparece destacado este otro titular <<Detenidos Guardias Nacionales acusados de crimen a bodeguero. Los dos efectivos serán puestos hoy a la orden del Juzgado Militar de Primera Instancia de Maracaibo>>; esta declaración la dio el Mayor (GN) Oswaldo Faría  Barboza, comandante (e) del Destacamento 15 de Valera, motivado a que <<habitantes de la pintoresca población de La Puerta emitieron una serie de declaraciones repudiando el trágico hecho>> (Diario de los Andes. Última página. Edición 27 septiembre de 1983). 

Al parecer, todas las pruebas, daban fuertes y directos elementos de convicción de la culpabilidad de los dos funcionarios en el crimen, pero,  intervino la fuerza del Poder Militar, poder real y verdadero, que con descarad complicidad tomó la investigación bajo su jurisdicción, para beneficiar con la impunidad a los presuntos perpetradores. 

La investigación del crimen la arropó un total velo de reserva y de misterio.

El viernes 30, la prensa regional publicó lo siguiente: <<Trascendió en fuentes judiciales que en el caso del Predicador Pablo Rivas Rivero, ocurrido en la vecina población de La Puerta, podía plantearse un conflicto de competencia en virtud de que el expediente relacionado al sonado hecho será remitido al Tribunal Militar de Maracaibo, cuando el suceso pueden ventilarlo los tribunales ordinarios de la jurisdicción regional>> (Diario de los Andes. Edición del 30 de septiembre de 1983); efectivamente así ocurrió.


Los presuntos responsables del crimen. 


El Cuerpo de investigaciones, ya había concluido la averiguación, <<Fiscalía del Ministerio Público se avocó a las averiguaciones correspondientes en torno a los pormenores de la muerte de un tiro en tórax del comerciante Pablo Rivas Rivero, en donde aparecen involucrados dos efectivos de la Guardia Nacional, adscritos al Destacamento 15 de Valera, Ernesto Rojas y otro de apellido Linares...no estaban en cumplimiento de misión de esa índole (militar) el día que falleció a consecuencia de un tiro el Predicador Pablo Rivas Rivero... tampoco se ha dicho qué tarea efectuaban en la población de La Puerta el día de los acontecimientos>> (ídem). Este Linares, el GN, es recordado en la Parroquia, como un individuo corpulento, de esos que llaman “kilúos”, camisa trenzada, tipo Hércules, acostumbrado a usar camisas ajustadas, entraba a los restaurantes a comer y beber e irse sin pagar. Maltrataba a las personas. Retirado de la GN, al parecer se fue volviendo loco y murió de cirrosis hepática. Rojas murió en la cárcel, a dónde fue parar, por otro crimen. 

Entre ayudar al prójimo y la muerte no existe tregua.

Así se dio, en este repugnante caso, reprochado por todo el pueblo, una demostración de contención entre la denominada fuerza espiritual, la de Dios, de la que hizo gala Pablo,  y la fuerza real del Poder Militar, de la Guardia Nacional. De esa forma, culminó la vida y callaron la palabra del Predicador de La Flecha.

Sus recordadas palabras, en la memoria del caserío de los suicidas,  quedaron  impregnadas del triste aroma de lo contradictorio. 


 (*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, abril 2023.

Omanrique761@gmail.com

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.  Por Oswaldo Manrique (*) Un sitial destacado ocup...