domingo, 25 de abril de 2021

El Padre Trejo, el gran devoto


El Padre Trejo, el gran devoto del

Dr. José Gregorio Hernández.


Oswaldo Manrique Ramírez.





Contenido:


1.- Nota introductoria.

2.- Comienzo de la devoción por el médico de los pobres en La Puerta

3.- La historia del primer Vitral en honor a José Gregorio Hernández. 

4.- El gran devoto del Dr. Hernández.

5.- A manera de Conclusión.

6.- Tabla cronológica.

7.- Consultado.



           Nota introductoria.


Este 30 de abril, los católicos y los devotos de José Gregorio Hernández, celebrarán solemnemente su beatificación. Es importante el momento en que se desarrolla este magno acto, en medio de una pandemia mundial y el estado de limitaciones económicas y sociales que está viviendo la población venezolana. Es en este contexto y se comprende, que el Papa Francisco lo haya decretado, como una forma de mitigar espiritualmente los estragos a  que esta sometida.

Es La Puerta, uno de los primeros pueblos del mundo en expresar su devoción por el Santo médico, y nos atrevemos a señalar que es el lugar donde se manifestó una de las iníciales devociones más entusiastas por este Venerable,  por su beatificación y por supuesto,  guiado ejemplarmente, por quien hay que considerar históricamente el principal devoto de José Gregorio Hernández, el padre Ramón de Jesús Trejo.

Aun cuando ser devoto no es obligatorio y menos, en un antiguo pueblo de tradición mariana, ocurrió algo especial en la feligresía local. Fue este ilustre y abnegado cura, el que fomentó el amor, la veneración y el fervor religioso por este médico trujillano de los pobres, en un tiempo en que apenas se estaban conociendo aspectos generales de su existencia y luego la lamentable muerte, como suceso que aturdió a la sociedad capitalina venezolana. Trejo, en su actividad pastoral hablaba de la vida caritativa y de entrega por el necesitado, de este laico piadoso,  y también de los favores y milagros que se comenzaban a difundir. Inclusive, en una de sus más admirables obras, el nuevo templo de la Parroquia La Puerta (anteriormente Municipio) del estado Trujillo en Venezuela, apartó y asignó un lugar hermoso, para que fuera rezado y adorado por sus fieles. Fue una labor callada, pero constante. Manifiesta la tradición oral local católica, que el Santo médico, había realizado varios milagros y favores a pobladores que se vieron abatidos por graves enfermedades y hasta de fuertes problemas personales.

Esta es una pequeña reseña histórica, de tan ilustre levita y excelso devoto del Beato trujillano, que se considera interesante dar a conocer.


        Comienzo de la devoción por el médico de los pobres en La Puerta.


        Se habla de un siglo de fe, que se ha desarrollado en Venezuela a partir de la fecha de muerte del Beato trujillano, en 1919.  En la población de La Puerta, comenzó esa devoción a partir de la llegada como párroco, del padre Trejo, quien organizó el grupo de devoción y también pro beatificación del médico de los pobres, y estimuló y guió lo relacionado con lo que es hoy esta viva fe y creencia espiritual católica, participando de sus distintas misas de reconocimiento y gratitud por favores, ceremonias, procesión y celebraciones; a raíz de peticiones, y así, se fue expandiendo la fama de milagroso del nativo de Isnotú, atribuyéndole favores recibidos por algunas personas.

Antiguo Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.

         Con su respetada firmeza de carácter y profundidad en sus convicciones, expresaba en lo personal, del mismo modo, su inclinación caritativa, era un hombre incansable, de mucho tesón, cumplidor de sus deberes, en cada casa de familia que visitaba, allí llevaba el mensaje josegregoriano, y a los enfermos, les llevaba palabras de aliento y consuelo, advocando y orando al médico de los desamparados. Desde el púlpito del viejo templo, enfilaba su afable y cultivada oratoria, como constante tributo al sanador de los necesitados, con lo que se fue gestando esta incipiente expectativa de fe, que se fue arraigando en nuestra comunidad.

Recordaban nuestros mayores, que el cura Trejo, al hablar de José Gregorio, notaban que profundizaba en su ser, sensibilidad y generosidad piadosa, desbordando un sentimiento puro que devolvía la fe, animaba y entusiasmaba el alma y la bondad del más escéptico de los católicos, por quien en la posteridad de su vida, iría a los altares y su devoción trascendería nuestras fronteras. Posiblemente, asumió por virtud teológica, esa causa de devoción, con dinamismo y disposición para cumplir con lo que consideró era la santa voluntad de Dios.

Cómo no sentirse entusiasmado y conmovido, al escuchar a uno de los Sacerdotes más ilustrados y cultos, a quien querían como su apóstol y conductor durante muchos años en la Parroquia, hablando apasionadamente del futuro Santo, por supuesto, fue algo novedoso para el catolicismo local. Hoy que se eleva al Dr. Hernández, a la condición de Beato, es pertinente reconocer a ese otro ser humano que tuvo la iniciativa de  fomentar la devoción por el excepcional trujillano ¿cómo podemos ser indiferentes ante este Sacerdote que fue capaz de despertar en todos los niveles de la población, ricos y pobres, ese sentimiento de respeto y devoción por quien en aquel tiempo era solo un respetado filántropo católico seglar franciscano? Fue esencialmente un ser de carne y hueso y se le conoció como el padre Ramón de Jesús Trejo. 

         La manifestación adoradora por el hoy Beato, en nuestra comarca, según la memoria oral, se inició en la década de los años 40 del siglo pasado, cuando se comenzaron a difundir noticias de él, de sus intercesiones, favores y milagros por la prensa regional y por las noticias radiales; esto, 20 años después de su trágica muerte; asimismo, en templos, como en el caso local, en que un joven Sacerdote se preocupaba desde el pulpito, hablar de este trujillano benefactor y profundamente cristiano. Se fue constituyendo, estimulado por el padre Trejo, un grupo fraterno, que aun existe, de este Santo, que le realiza sus misas y celebraciones y lo venera como Beato de Dios. Pareciera que había hecho suya, como causa de vida y consagrado a aquella promoción espiritual entre su grey, del que con el tiempo seria Siervo de Dios. De esa forma, se convirtió en el gran devoto de este Santo, que apenas –en aquel tiempo-, iniciaban su causa de beatificación.  

Cuando comienzan a realizarse desde Caracas y otras partes del país, las peregrinaciones a Isnotú, el padre Trejo organizaba participaciones y caminatas de la feligresía parroquial hacia el Santuario, al punto que ya contaba con una sociedad devota, que fue dinámica en las distintas celebraciones litúrgicas. Asimismo, será el gran devoto que diseñó y creó el sencillo y hermoso vitral que se encuentra como entrada de luz celestial, en la fachada del Templo parroquial San Pablo Apóstol; estaríamos pasando las 8 décadas de devoción. 


La historia del primer Vitral en honor a José Gregorio Hernández. 


Fue en el año 1948, cuando se comenzó a construir lo que es el actual templo de San Pablo Apóstol de La Puerta. Como promotor y constructor de la obra, había contratado a un ingeniero italiano de nombre Mazeud, lo llamaba la gente del pueblo, señor “Masó”. La idea del padre Trejo, era construir un templo amplio y moderno, con capacidad y comodidad para la feligresía que iba creciendo y los visitantes y peregrinos que estaban llegando. 

En 1949, ocurrió un hecho que le dio mayor entusiasmo e impulso a la labor del párroco de La Puerta y Mendoza, cuando se dio comienzo formalmente al proceso de beatificación para reconocer su poder divino, y en señal de ese fervor cristiano, decidió al planificar y proyectar lo que sería nuestro actual Templo, incorporar simbólicamente en forma permanente al Santo trujillano, lo que atendió el maestro y artista italiano Salvatore, encargado de realizar los vitrales de la fachada del templo San Pablo Apóstol, logrando así, una de las joyas valiosas de nuestro patrimonio artístico, cultural y religioso.

Primer Vitral dedicado al Dr. Jose Gregorio Hernandez, templo San Pablo Apóstol, Parroquia La Puerta, Municipio Valera del Estado Trujillo, Venezuela. Gráfica cortesía de la profesora Adriana Manrique. 

El señor Víctor Delgado, a quien afectivamente le decían “el Gordo Víctor”,  que trabajó en esta obra desde 1948, relató que el Padre Trejo, estaba atento en la creación del vitral, asesoraba al maestro Salvatore en cuanto a las cualidades y características del Santo, le suministró fotografías, le entregó una pequeña biografía, para la elaboración del boceto general del Dr. José Gregorio Hernández, en laminas de cartón grueso, que sirvió de modelo, al que podemos disfrutar hoy en la fachada del Templo Parroquial, y estuvo en todo corte, color, trazo de vidrio duro, y lo acompañó en la labor de armar aquel rompecabezas, unir, probar y soldar las piezas de vidrio, luego en el enmarcamiento, labor de más detalle (Manrique, Oswaldo. El “gordo” Víctor Delgado. 2019. En: lapuertaysuhistoria.blogspot.com). El cura aportó parte de su conocimiento, todo un legado iconográfico muy propio de su sabiduría.

 En su fachada principal, como imágenes de luz, hay cinco vitrales, uno de ellos está dedicado al Dr. José Gregorio Hernández.  Este sería el primer Vitral que se habría elaborado en Venezuela y por un artista italiano, bajo la dirección de un Sacerdote venezolano, en tributo a este Santo, es decir, dedicado a un seglar franciscano, que para aquel tiempo era catalogado como un filántropo de vocación religiosa, que se conocería después, como el Siervo de Dios (1972), luego Venerable (1986). Por falta de recursos, tuvo que paralizar la obra, el personal italiano que había contratado  tuvo que ir a construir casas de vecinos, en la misma Parroquia, mientras el Padre lograba algún aporte para continuarla. Realmente, del gobierno no iba a conseguir nada, siendo como era enemigo declarado de la dictadura perezjimenista. Esa imposibilidad de obtener recursos para terminar la edificación, quizás fue, lo que le generó la enfermedad, que le fue abrumando su salud.

A mediados de agosto de 1963, el Obispo de Trujillo, Monseñor Dr. José León Rojas, llamó al Padre Trejo, que tenía muchos años cumpliendo labor como párroco de La Puerta y Mendoza, y le informó que había destinado para atender a  aquella  Parroquia a un cura español, que estaba en Cuicas, que se le presentaría en los siguientes días. En efecto, el 16 de ese mismo mes y año, se le presentó el Padre Mario Castillejo, lo invitó a cenar y lo llevó a conocer el pueblo, igualmente el viejo templo de San Pablo, con su hermoso campanario, que quedó en pie pero modificado. Fueron a la construcción avanzada del templo nuevo, de lo que hablaron largo rato.

En una remembranza, el nuevo cura, afirmó que al encargarse de la Parroquia, le << preocupaba mucho la terminación del templo del pueblo, que años antes había empezado el padre Trejo… un domingo, después de los oficios religiosos, me encontraba  yo a la puerta de la iglesia junto a la baranda, y se me acerca un señor…después de saludarme me dice: “padre, yo soy Miguel Ángel Burelli.  Estoy al tanto de la gran obra que viene realizando en el pueblo y ni qué decir, estoy a su entera disposición. como hijo del pueblo he querido presentarle mi agradecimiento>> (Fragmentos del discurso dado por el cura Mario Castillejo (ex-párroco de la Parroquia La Puerta en los años 1963/1975), con motivo de la celebración del 25 aniversario de la inauguración del templo parroquial de La Puerta). El Dr. Burelli, era en ese momento Ministro de Justicia.  

Ya no se estaba bajo la bota de la dictadura militar, que hostigaba al Padre Trejo; el nuevo cura, tuvo más suerte, en conseguir la colaboración de nativos de la localidad en funciones de gobernantes, para la culminación del templo, Castillejo contó, que  << Con la diligencia del caso preparó la solicitud de obra de parte de la Parroquia y demás documentos pertinentes y ya el Dr. Miguel Ángel se había conseguido al mejor arquitecto del momento, Dr. Graziano Gasparini, quien proyectó en la forma más bella la remodelación. Y a los pocos días vimos invadida nuestra iglesia por el extraordinario equipo del constructor Giacomo Spera, especialista en ese tipo de trabajos. El y su gente, les hacían rendir a los días trabajando horas extras, suspendiendo únicamente su actividad en días domingo para que pudiéramos celebrar los oficios religiosos>> (Ídem). Sin embargo, se respetó un poco el concepto arquitectónico original del padre Trejo, entre ellos, los Vitrales de la fachada de la iglesia, y principalmente el del Dr. José Gregorio Hernández, de quien el nuevo Párroco, llegado de España,  tendría alguna información.  En los doce meses siguientes, ya habían efectuado los frisos y  remates que faltaban de la obra, para finales de noviembre de 1964, existía nuevo templo parroquial.

         El año 1965, será de gran júbilo para la colectividad católica trujillana, y también para el padre Trejo, el día 23 de enero, fue inaugurada su obra, y dentro de esa hermosa edificación, estaría para siempre, el hermoso vitral dedicado a José Gregorio Hernández.


Gráfica de un aspecto de la inauguración del actual Templo Parroquial; se observa de derecha a izquierda, al primer Obispo de la Diócesis de Trujillo, padre José León Rojas Chaparro, a su lado, el Dr. Miguel Ángel Burelli Rivas, y al cura párroco Mario Castillejo. Cortesía del profesor Beltrán Briceño.  

Es cierto, que el Templo fue inaugurado en 1965, sin embargo, no se puede esconder, que fue construido su mayor parte en la década de los 50 del siglo XX, cuando tuvo que paralizarse la edificación por falta de recursos económicos, no así los vitrales, que ya los había hecho el maestro vitralista y artista italiano Salvatore.  Su obra dotó de gran luminosidad el interior de este sitio religioso. La combinación del vitral de José Gregorio, con el de San Benito, el Patrono San Pablo Apóstol, San Isidro, patrono de los agricultores y la Virgen, le da a la fachada, una carga importante de simbología católica (Manrique, Oswaldo.  El primer vitral de José Gregorio Hernández. 2019. En: lapuertaysuhistoria.blogspot.com), que era la aspiración de su creador, el padre Ramón Trejo.


El gran devoto del Dr. Hernández.


Una prueba hermosa de la devoción y culto por el beato trujillano, que seguramente desconoce la mayoría de la población, es lo ocurrido en La Puerta, estado Trujillo en Venezuela. A comienzos de los años 40 del siglo XX, fue designado Párroco de nuestra localidad, un hombre con virtudes extraordinarias, dinámico, laborioso de obras religiosas, estudioso, reflexivo, intelectual, culto, amante del arte, que venía de ejercer el sacerdocio en Isnotú y en  los pueblos aledaños a éste, llamado comúnmente el Padre Trejo.  Lo curioso es que cuando comienza su actividad pastoral, cotidianamente dedicaba palabras con mucho fervor  y teniendo como Santo de su devoción, a uno que no era Santo, a un médico nativo de Isnotú, muy caritativo, que había tenido una trágica muerte en Caracas, el Dr. José Gregorio Hernández, y les decía que era su devoto.

Ramón de Jesús Trejo, nació en el 25 de mayo de 1907, en la bonita población de Mucurubá, localizada en las imponentes cumbres que constituyen la Cordillera del Estado Mérida. Integrante de una familia trabajadora, decorosa y católica, como cualquiera de las numerosas que viven en aquellas serranías. Fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1929, en la catedral de la ciudad de Mérida, con Humberto Corredor  Tancredi, acto que presidió Monseñor Acacio Chacón.

El padre Trejo, hombre culto y de reflexión. Amante de las letras, la poesía, del arte, de un nivel intelectual envidiable y con una sorprendente cualidad oratoria, fue profundo conocedor de la cultura andina, e investigador de la espiritualidad de estos pueblos; fue el que descubrió el talento artístico innato de nuestra pintora Josefa Sulbarán, a la que visitaba frecuentemente en su trabajo pastoral y protagonista de la historia del famoso cuadro del paisaje de Los Cerrillos, que ella elaboró en un pedazo de caja de cartón. Dijo su primera misa el 8 de septiembre de 1929, en Mucuchíes, y predicó en ella el Presbítero José Humberto Quintero, nativo de este lugar, quien con el correr de los años, será Arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Mérida, con Monseñor Acacio Chacón y primer Cardenal de Veneciuela. A este acto litúrgico, asistió también Monseñor Chacón.

Contando 22 años de edad, tuvo su primer encuentro con un pedazo del idílico paisaje tierra donde pasó su niñez nuestro insigne coterráneo Dr. José Gregorio Hernández. Trejo, se desempeñará como Teniente  Cura en la iglesia de Betijoque, en la época en que estuvo el padre Moncada; aquí comenzó a escuchar en varias ocasiones del “médico de los pobres”, lo que le despertó la sed de información sobre la vida del excepcional laico católico; pasó luego  en su apostolado a la población de  Santiago.

Tuvo una dilatada labor pastoral, desempeñando lo siguiente: en el Libro del Clero, está asentado que antes de ir a Santiago, en calidad de  Párroco, donde estuvo por 4 años, fue ayudante de Monseñor Estanislao Carrillo, en la Iglesia Matriz de Trujillo (Libro del Clero 1 de la Diócesis de Trujillo, página 219); el humilde, sabio y compasivo pastor trujillano.

Cuando tiene 28 años de edad, tiene su segundo contacto con el ambiente Josegregoriano,  le tocó desempeñarse como Párroco en el apartado pueblo de Isnotú, cercano a Betijoque, cumpliendo también labor en El Alto y Sabana Libre, en ese proceso de adaptación y conexión con las creencias y costumbres de los pueblos trujillanos, recogió de la oralidad aldeana, familiares de Jose Gregorio, información sobre la vida, y de miembros de esta comunidad datos de los favores y la obra piadosa del hombre blanco y bondadoso nativo de aquella parroquia, que era medico, el Dr. José Gregorio Hernández; este sería su segundo contacto con ese ambiente espiritual del sitio y de la gente creyente en su prodigioso apostolado.  En 1888, para cumplir con su deuda de servicio con la tierra nativa, ejerció en Isnotú, Betijoque y en Valera, también en Mucuchíes y Mérida,  por unos 7 meses, luego se fue a Caracas, a seguir estudiando e investigando, pero de su actividad caritativa y desprendida en favor de los más necesitados, llegaban siempre noticias a estos pueblos rurales andinos. Todo eso, lo fue valorando el Padre Trejo. 

Comienza así, una de las más preclaras labores pastorales de la región andina, pero no solo eso, sino que comenzó una de las gestiones espirituales extraordinarias, asumiendo como propósito fomentar la devoción por  aquel hombre bondadoso y de fe cristiana.   

Estuvo un tiempo de Párroco en Montecarmelo. Enfermó y se fue a vivir a la ciudad de Mérida, pasó a  Timotes, también como Párroco que lo fue por espacio de 14 años. En La Puerta y Mendoza, fue Párroco durante 26 años.

En virtud de su relación de formación y amistad, tuvo ocasión de analizar la profundidad del pensamiento de Monseñor Chacón, su mentor y guía espiritual, quien expresó en una Conferencia, dictada en el Palacio Arzobispal, denominada “La Iglesia y la Civilización”, en la que entre otras ideas, planteó que, el “Progreso material es el bienestar razonable del cuerpo, el mejoramiento de las condiciones de vida”. Asimismo, que “El progreso intelectual consiste en la difusión de la verdad, de las ciencias y de las artes”. (Guerra Zambrano, Nilson. Monseñor Acacio Chacón Guerra, patriarca de los andes. pág. 64. http://nilsonguerra.com.ve/documentos); y Trejo, junto con estos postulados, a los que honró, en su mensaje, iba incorporando la mención a la vida piadosa del Siervo de Dios.

En 1957, avanzando poco a poco, en su empeño de construir el nuevo templo de San Pablo, recibe la información de Monseñor Chacón, que también da a los feligreses trujillanos, que por decisión de su Santidad Pio XII, se había creado el Obispado del Estado Trujillo, que se materializará en ceremonia a la que asistirá el día 4 de junio de 1957. Esto, por supuesto, le abriría una nueva etapa en su vida pastoral, luego de haber estado por unos 30 años, bajo la guía de Chacón. El primer Obispo de Trujillo, fue Monseñor Antonio Ignacio Camargo.

El padre Trejo, era un hombre de sencillas costumbres, de buen trato, en La Puerta, vivió en la denominada “Casa de Teja”, subiendo por el sector El Viso, ubicada en el lado este del río Bomboy, a pocos metros de La Flecha, punto carretero para continuar a la población de Timotes. La vivienda amplia, cómoda, construida con paredes de tapia, la típica casa andina, en la que el comedor estaba bien iluminado, mesón ancho y rectangular de madera, varias sillas, y un aroma general de fogón y arepa, que invitaba a entrar. Una sala grande donde leía el Padre y recibía las visitas; al frente el patio central con variadas plantas medicinales y ornamentales, cuyas fragancias se complementaban con el calor del sol y el aire fresco y puro de la serranía.   

La entrada, abierta a todos, a pobres y ricos, campesinos y hacendados, caudillos y civiles, donde acudían a procurar consejo u orientación espiritual, o sencillamente necesitados de socorro material, o a compartir de su mesa y sus bienes; así fue el Padre Trejo. Sus días como Párroco de La Puerta concluyeron el 16 de agosto de 1963, cuando fue sustituido por el cura español Mario Castillejo; pero lejos de calmarlo y darle sosiego, le incitaron sus deseos de volver y reencontrarse con su gente. Se fue a vivir a Mendoza, del que no se separaría, y contando con 77 años de edad, tal  como se indica en la página 219, del Libro del Clero 1 de la Diócesis de Trujillo “Descansó en la paz del Señor en la primera hora de la tarde del 17 de julio de 1984, en Mendozael cura emprendedor, y precursor en el Valle del Bomboy, de la devoción popular por el Beato Dr. José Gregorio Hernández.


A manera de Conclusión:


Próximo a la beatificación de nuestro coterráneo, y cumplidos 56 años de la inauguración del hermoso vitral al que nos hemos referido, es oportuno recordar a su creador, y al promotor de la devoción  por el Beato de Isnotú, valorando, difundiendo y exaltando la vida y obra de tan importante personaje y símbolo religioso de nuestra Parroquia.

El 25 de mayo próximo, se cumplirán 114 años del nacimiento del Padre Trejo; confiamos que las autoridades civiles y eclesiásticas organicen el homenaje y recordatorio que tan amplia y justicieramente se merece este Sacerdote ejemplar, admirado ciudadano, quien fue pionero de la devoción por el Beato José Gregorio Hernández, en nuestro valle del Bomboy. 


Nota: mas información, en articulo completo, disponible en PDF, a través de nuestros contactos. 

Portada: fotografía y composición gráfica de Prof. Adriana Manrique.  


La Puerta, abril 2021.

omanrique761@gmail.com 




jueves, 15 de abril de 2021

Adalberto Martínez, el zurdo guerrillero.


Oswaldo Manrique Ramírez.

         Otro de los excéntricos personajes que llegó a La Puerta, en la segunda mitad del siglo XX, fue Adalberto Martínez, a quien apodaban el “Zurdo” o “el Oso” Martínez.  Nació el 24 de abril de 1938, en San Genaro, Municipio San Rafael de Carvajal, Estado Trujillo. Fue criado en Valera por su abuelo Baldomero Rodríguez, un negro con ojos azules,  dueño de muchas casas,  un hombre de ciertas posibilidades económicas, quien le dio comodidades en su residencia de la avenida 6 de Valera, muy cerca de la plaza San Pedro y de la denominada "esquina caliente".

Adalberto, de  joven, asumió la pose de un dandy de los años sesenta en Valera, vestía elegantemente como los mejores galanes de la época, con fluxes Montecristo y usaba zapatos Corfan o los afamados mocasines Tom Mackan.  Eran tiempos de exiguas alternativas culturales, se dedicó a jugar barajas y al billar como distracción y de la forma como le encontraba emoción: apostando. Tenía gusto por el cigarrillo, solo fumaba Viceroy. Estudió la primaria en la escuela Padre Blanco y bachillerato en el Liceo Rafael Rangel, de dicha ciudad.

Adalberto Martínez, el popular “Zurdo”, tomándose un capuchino, año 1970. Adalberto estuvo casado con la señora Flor Rivas, eficiente y preocupada enfermera, colaboradora de la comunidad; procrearon dos hijos: Mary y Carlos. Imágen colaboración del señor Norberto Sánchez. Cronografía N° 3696.

Contó el mismo “Zurdo”, que en una oportunidad, su abuelo Baldomero, buen creyente católico, fue a misa en la Iglesia San Pedro, y escuchó al cura decir que aquellos que no colaboran con la iglesia van a parar al infierno; el viejo siempre mandaba una morocota de oro con Adalberto, quien desviaba la moneda y se iba para los lenocinios de moda como El Dandy, Siboney, Bar Roma y El Hijo de la Noche, éste ultimo, era propiedad del padre de Jorge Méndez, el vecino y abogado; el viejo Baldomero se enteró del destino que le dio el nieto a la morocota, lo agarró, amarró y le echó lo que recordó toda su vida como  “la madre de las pelas”, como hacían antes, para enderezar a los muchachos. Era un joven de la noche, bohemio, enamorador, y siguió visitando a sus enamoradas, lo que en una oportunidad casi le cuesta la vida, cuando el hijo de una de estas damiselas se enteró y le puso un revolver en la cabeza. 

La guerrilla en La Puerta. Detienen al “Zurdo Martínez. 

Preocupado lector, conversador, sarcástico en el debate, inquieto; estudiando en el Rangel, se relacionó con la efervescencia revolucionaria de los adolescentes de Valera, lo embelesaron las ideas marxistas, y se encausó por la lucha popular.

Fue militante de izquierda, en una de las épocas históricas más emblemáticas del país,  la década de la lucha armada en los años sesenta, incorporándose a una de las Unidades Tácticas de Combate (UTC) de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN); ideas y acciones  por las que estuvo preso en la Digepol, policía política del régimen,  al ser  involucrado en una operación expropiatoria realizada por la célula a la que pertenecía, en la población de La Puerta, en la que participaron otros guerrilleros urbanos  trujillanos. Según los planes de la organización guerrillera, la acción financiera, se ejecutaría en un establecimiento mercantil ubicado en la entrada norte de este pueblo, el negocio de mayor bonanza económica, el de un señor descendiente de judíos, terrateniente, dedicado al préstamo agiotista y la comercialización y distribución  de telas y otros rubros en el occidente del país. Un hombre de mucha fortuna, don José Audón Lamus Briceño.       

 Sobre este hecho, recordó Jesús Pacheco, el fontanero de La Hoyada, que él, se la pasaba donde Audón, lo ayudaba y allí comía, también se la pasaban los González, Pablo Enrique “Pipo” y Oswaldo (+), padre del sacerdote Oswaldo González, primer cura nativo de La Puerta; eran jóvenes, ellos vivían en una casa ubicada al frente de donde hubo la irrupción armada. A las siete, se fue a su casa donde su tío Tolentino Pacheco, en la misma avenida Bolívar, como a 150 metros de distancia y al rato, como a las 8, oyó los tiros y la gente se fue acercando donde Audón y éste, salió a la calle con su revolver en la mano, y dentro de su nerviosismo, les decía lo que había ocurrido.

Los guerrilleros llegaron en un vehículo que pararon cerca del hotel, otros iban a pie;  ingresaron en horas de la noche, con mucha dificultad por el garaje donde Audón metía su camioneta; luego cuando estaban todos los complicados, se metieron a la casa y se llevaron la sorpresa que Audón se les enfrentó armado, comentarios señalan que tenía su famoso revolver enchapado en oro y hubo disparos cruzados. Se escucharon varias detonaciones, las familias vecinas de La Hoyada, comenzaron abrir las ventanas para saber qué estaba pasando. Audón no se dejó robar, y los asaltantes le dispararon en la mano para tumbarle el arma, y él les contestó con varios balazos. Ante aquella eventualidad, asustados los guerrilleros, salieron y huyeron, unos se montaron en el vehículo que los esperaba y cogieron en dirección a Valera; quedaron dos, el herido de bala en la pierna, auxiliado por una muchacha, huyeron a pie, como pudieron, saltaron una tapia alta, y fueron a dar al gallinero de una casa vieja contigua abandonada, del antiguo Oratorio de la Guadalupe de indios, del padre Rosario, después fue la casa del coronel Ontiveros; allí se escondieron.

Audón salió a la calle, y los vecinos se fueron acercando; le estaba sangrando la mano, en la que tenía el revólver, pero con el nerviosismo no se dio cuenta y al rato comienza a sentir un dolor en el abdomen, también ahí recibió disparo. Llamaron con  urgencia a Pedro Rodríguez, su chófer, quien vivía en el sector El Molino. Al llegar lo metieron a la camioneta y se lo llevaron a curar a Valera.

La guerrillera que tenía una falda color ladrillo, la rompió, le quitó un pedazo e hizo una banda, poniéndole un torniquete al compañero. Al rato, la joven, abre la ventana de la casa, y la ve un hijo de Esteban Briceño, el de la bodega de la esquina de la Calle 2 con Bolívar. La alarma era colectiva, en eso llegó Ernesto Barrios, que era un hombre alto y fortachón, músico por cierto, y se fue hasta esa casa y de un solo golpe tumbó la puerta de madera. La joven asustada y desesperada, le dijo: - No me vayan a matar,  que ustedes también tienen hijos. El otro guerrillero estaba temblando y herido, escondido en el baño, uno de letrina, donde había un enorme hueco, sin embargo, no les agarraron ningún arma. Los detienen y los entregan a la policía.

Audón, salió herido en la barriga, lo trasladaron a la clínica, y cuentan los viejos vecinos que le pusieron “tripas plásticas”. Sanó rápidamente y volvió a estar al frente de su negocio, lo hacía sentado en un sillón de cuero, en el lado más oscuro del negocio, tenía una mesa, y sobre ella, su revólver dorado. Era su señora Aminta Briceño, quien atendía directamente a la clientela.

Uno de los guerrilleros detenidos “cantó”, y en las investigaciones capturaron a varios de los jóvenes implicados, y particularmente a los directivos de la célula guerrillera, entre ellos, al “Zurdo” Martínez, que estuvo vinculado a esa UTC de Valera, cuando eran unos muchachos estudiantes. 

Posteriormente -según narró Pacheco-, el Tribunal, realizó un acto de reconocimiento judicial y la misma joven detenida fue detallando su versión pormenorizada del hecho. En ese tiempo, las FALN, se dividieron y el PCV, dejó de enviar dinero al Frente Guerrillero José Antonio Páez, comandado por el comandante Fabricio Ojeda. La Comandancia decidió desmontar el frente en las montañas de Trujillo, Portuguesa y Barinas, y los combatientes los  trasladaron a las ciudades, a la lucha política. El primer escollo que tienen que sortear es el que no tenían ingresos económicos para sostener la lucha armada contra el gobierno de Leoni. Concibieron un plan de varias acciones expropiatorias de carácter financiero, entre ellas una en La Puerta, pueblo desasistido policialmente, la vieron fácil.     

Se descubrió, que la joven guerrillera, estudiante, integrante de buena familia, había llegado días antes a La Puerta, por instrucciones de las FALN,  explorando la Jefatura Civil, el puesto de policía y reconociendo el sitio donde se ejecutaría la acción guerrillera, las vías de escape, sitios para enconcharse; al parecer, era quien dirigía la célula subversiva.   

Entre vecinos y amigos, preparando la comilona colectiva, sentados de izquierda a derecha, quien fingió ese día como Chef,  Monche Carrillo, secretario del Tribunal de La Puerta, echando algunos “chirganos” al caldero; atento Enrique Paredes “Montero”, transportista por muchos años  en el Hotel Guadalupe; observando el firmamento el “zurdo” Martínez; atrás, de lentes oscuros,  Benito Suarez, el popular “Guache”,  uno de los más dinámicos exponentes del tenis local.  Imagen colaboración del señor Norberto Sánchez. Cronografía N° 3701.  

La acción financiera en la tienda de Audón Lamus, planificada y ejecutada por células del MIR y PCV, FALN de Valera, había fracasado, no se llevaron nada. A la tienda de Audón, solo le dañaron unas cuantas chaquetas de cuero colombiano, de las que se vendían a 30 bolívares cada una, que era un dineral, fueron perforadas por las balas del enfrentamiento; él las traía del hermano país, cuando enviaba a San Cristóbal la lana que obtenía de su cría de ovejos, que poseía en la finca El Pozo, ubicada en la carretera a La Lagunita,  y aquí las distribuía. En esa misma finca, en la que tenía como encargado al señor Rafael Abreu,  y en otra que tenía cerca de San Pedro, jurisdicción de esta Parroquia, sembrada paja de primera calidad, que enviaba a Barquisimeto, a la fábrica para la elaboración de colchones. La parte agrícola del antiguo Oratorio, zanjones detrás del hotel Guadalupe, mantenía los arboles de caraota amarilla grande, sembradas por los indígenas del padre Rosario; era la caraota que comían en comunidad.

La memoria oral, le agregó, que aquel suceso, no dejó pérdidas graves, porque la presencia de la Guadalupana y del Santo Padre Rosario, amparó a ambas partes, en su antiguo Oratorio.

En La Puerta, El Zurdo” Martínez, encontró lo que quería.  

El estilo elegante, su experiencia citadina y el entusiasmo que le ponía a sus ocurrencias, lo transmitía a los jóvenes de su edad y aun a los mayores, que lo vieron como un maestro, en cuanto a gustos y expectativas. Ya estudiando en la Escuela de Peritos en La Puerta, se fue amoldando, aunque con cierta elegancia, al nuevo entorno, a la aldea que escogió para vivir y hacer familia, como lo hizo. A comienzos de los años sesenta estudió en la Escuela de Peritos de La Puerta, vivió  en una residencia en la calle 2, La Hoyada,  junto a otros estudiantes. Cierto día, en esas excentricidades de Martínez, hizo del cuerpo en una bolsa roja oscura de las que daban en los Automercados CADA, y la guindó en una de las puertas. Llegó el amigo Eccio, vecino y también estudiante, a saludarlo y al ver la bolsa llena, le preguntó:

- “Qué tenés ahí Martínez”. Éste le dijo:

- Son unos camburitos, ¿quieres? El amigo metió la mano, agarró y no fueron cambures, era la pura miasma, imagínense la calentera que cogió   y la enorme carcajada del zurdo.

Impartió clases de inglés en la Escuela de Peritos de La Puerta. Al decir del abogado Jorge Méndez, quien lo conoció desde joven,  realizó curso de este idioma en la isla de Jamaica. Graduado de Perito Agrónomo, se fue a trabajar al INCE de la ciudad de Mérida, donde está un tiempo y regresa a Valera a trabajar en  el Instituto de Capacitación Agrícola (Inagro), y finalmente al IAN, con el que se inserta en el medio rural trujillano, en los asentamientos campesinos creados por la novedosa Reforma Agraria a proveer asistencia y capacitación técnica como mecanismo de desarrollo rural.

Adalberto Martínez, el popular “Zurdo”, en compañía de su pariente Antonio “Toñito” Torres, haciendo pruebas hidrológicas en las aguas de Piedras Negras, en Monay, Estado Trujillo. Martínez, fue durante muchos años perito del Instituto Agrario Nacional (IAN); año 1970. Imagen cortesía del señor Norberto Sánchez. Cronografía N° 3694.  

Según el mismo Méndez, al “zurdo” le gustaba la poesía, apreciaba escuchar la Desiderata en la voz de Luis Gerardo Tovar. Las tardes de los sábados y domingos también, era asiduo escucha de la música del argentino Sandro y de Julio iglesias. Contó que en una oportunidad se fueron a Maracaibo, con Rubén el agüero; el hermano de este, le había dado unos cobres para que le comprara unos interiores o boxer (ropa interior), los tres en la noche salieron a festejar y visitar varios centros nocturnos y se bebieron también la plata de comprar los interiores. Rubén al otro día, muy preocupado le dice a Martínez:

-         ¿y ahora qué hago, qué le digo a mi hermanito? El zurdo que estaba fumándose un Marlboro, le respondió rápidamente:

-         Tengo la solución, le vas a decir cuando llegués a La Puerta, que cuando íbamos pasando el puente sobre el lago, la Guardia Nacional te decomisó los interiores, porque eran material de contrabando.

Tenía afición por la novelística policial, sobretodo la norteamericana, de las cortas, y también las vaqueras de Manuel La Fuente Estefanía, que portaba normalmente en el bolsillo trasero de su pantalón.

En un alto y descanso de la excursión, tres apreciados colaboradores de La Hoyada,  de izquierda a derecha, sentados el gordo Martínez,  y Norberto “Kiko” Sánchez, enseñando la de Chequers, y en la parte de atrás, centro, Enrique Paredes “montero”, año 1970.  Imagen colaboración del señor Norberto Sánchez. Cronografía N° 3697.

Quienes conocimos y compartimos alegres tardes con El “Zurdo” Martínez,  fuimos testigos además de sus bromas y fina jocosidad, de la atención que daba a las personas que lo solicitaban para que fuera a ver sus animales enfermos, mascotas o partos de animales, para vacunarlos, para detectar enfermedades, prepararles formulas, en fin, para asistirlos o para dormirlos cuando sufrían sin posibilidad de curarlos. Un hombre útil, que se requiere en todo pueblo campesino. Estuvo casado con la señora Flor Rivas, nuestra apreciada y diligente enfermera comunitaria, con la que tuvo dos hijos. Murió el 7 de diciembre del 2007, y como costumbre de todo jodedor, cuando lo fuimos a enterrar, se puso tan pesada la urna que hubo que regañarlo y levantarla entre muchos, para poderlo sembrar; esto no me lo contaron. Así era el “Zurdo” Martínez.

La Puerta, abril 2021.

 Omanrique761@gmail.com

jueves, 1 de abril de 2021

Rebelión en San Lázaro, 1831.

Rebelión Bolivariana en San Lázaro (Trujillo, Venezuela 1831).


Oswaldo Manrique Ramírez.


Contenido:

1.- Generalidades. 

2.-  La Rebelión Bolivariana de San Lázaro (Trujillo), en 1831.

3.- Protagonistas

4.- Tabla cronológica:

5.-  Propósito de este articulo.



<<yo considero al Nuevo Mundo como un medio globo que se ha vuelto loco y cuyos habitantes se hallasen atacados de frenesí y que, para contener este flotamiento de delirios y de atentados, se coloca en el medio, a un loquero con un libro en la mano para que les haga entender su deber>> (Simón Bolívar. Carta al General Briceño, 15 de mayo 1828; Obras Completas. Vol. II, pág. 350).


1.- Generalidades.

La intención de este artículo, es rescatar un hecho histórico excepcional, raro, casi desfasado con su época, tratado con profunda indiferencia por los historiadores y cronistas, pero totalmente  cargado de convicciones y buenas ideas, las de nuestro constructor de utopías: Simón Bolívar. En momentos en que ninguno de las relucientes cabezas de la clase política, apostaría nada ni por Bolívar, ni por sus seguidores ni por su ideario, se dio este hecho vinculado al proceso de desintegración de la Gran Colombia. Muchos creyeron que la libertad era salir del yugo español,  que eso era todo, que se había conquistado todo y eso los indigestó, al punto que lo primero que se les ocurrió, fue desconocer al Padre de la Patria, irrespetarlo, desterrarlo y destruir uno de sus mayores esfuerzos estratégicos y libertarios: la creación de la Gran Colombia.

En un apartado pueblo del Estado Trujillo, que ni siquiera una buena carretera tiene, a pesar de su relativa cercanía a la ciudad capital y ser parroquia del mismo Municipio, gobernando la “Godarria” con el general Páez, tiempo en el que nadie defendía las ideas, ni la obra, ni la imagen del magno prócer,  en  San Lázaro, en abril de 1831, desafiando el poder de los desleales, un grupo de campesinos voluntarios se levantó en armas, en favor de mantener la integración de la Gran Colombia y consolidar la <<Reina de las Naciones>>.   

Además de apartado, es uno de los pueblos más antiguos, fundados en calidad de Doctrina de indios.  Conservan sus casas y edificaciones con sus fachadas y arquitectura colonial andina; con calles empinadas, de laja y tierra; algo que lo caracteriza es que su área urbana se encuentra dividida por el río Jiménez, en dos parcialidades o barriadas. Su templo dedicado a la Virgen Nuestra señora del Rosario. San Lázaro, es la capital o cabecera de la Parroquia Andrés Linares, perteneciente al Cantón (hoy Municipio) y Estado Trujillo, en el occidente de la República Bolivariana de Venezuela; su altura es de 810 m.s.n.m. su superficie es de 104 Km2, y la temperatura media de 26°C.,  queda en la parte baja de una de las estribaciones del ramal de Piedras Negras de la denominada Cordillera de Trujillo; a una distancia de 7 kilómetros de Santiago, y unos 22 kilómetros de Trujillo capital.

 Rodeado de montañas, es un pueblo dedicado fundamentalmente a la agricultura. Es la cuna de héroes y gallardos independentistas como Andrés Linares, y su evolución como pueblo ha estado marcada por haber sido escenario de varios hechos caudillescos, heroicos y audaces.  Su héroe epónimo, Andrés Linares, llamado el “Hércules de San Lázaro” y el “Sansón Trujillano”,   aguerrido combatiente, murió a los 26 años, fusilado en Bogotá; fue jefe del legendario <<Batallón Barlovento>>, en la Batalla de La Puerta.


2.- La Rebelión Bolivariana en San Lázaro (Trujillo 1831).


El maestro Prieto Figueroa, escribió que Bolívar tuvo una visión geo -histórica que trasciende mas allá de <<su época y su tierra, porque pensó con la vista fija en el porvenir. Soñar una América unida en el esfuerzo para conquistar libertades, y unida también para el progreso y bienestar de sus pueblos….pensando en el desino común...a fin de que América unida pueda llamarse <<la Reina de las Naciones y la Madre de las Repúblicas>> (Prieto Figueroa, Luis B. El magisterio americano de Bolívar. UPEL. 2002). Era su gran sueño, luego de la independencia, en su concepción multipolar, que obviamente, serviría de equilibrio de poder en el mundo. Este descomunal esfuerzo, que comenzó a materializarse en 1819, de crear una gran potencia latinoamericana y caribeña, como una opción unitaria de nuevo tipo no cuajó en el seno de las oligarquías de los 3 países involucrados en el proyecto unionista o <<construcción de la Nación Colombiana>>.

Templo de la poblacion de San Lázaro, donde se fue concentrando gran parte de los conspiradores de abril de 1831, por el restablecimiento de la Gran Colombia. 


Sobrevino, la disolución de la experiencia integracionista.


Años antes, el mismo Bolívar lo había profetizado,  en comunicación a Vergara, su secretario de Relaciones Exteriores, predijo: <<No pudiendo yo continuar por mucho tiempo a la cabeza del gobierno, luego que yo falte, el país se dividirá en medio de la guerra civil y de los desórdenes más espantosos [...] Para impedir daños tan horribles, que necesariamente deben suceder antes de diez años, es preferible dividir el país con legalidad, en paz y buena armonía>> (Bolívar, Doctrina de El Libertador, 245. Carta a Estanislao Vergara escrita en el Campo de Buijó, frente a Guayaquil, el 13 de julio de 1829). Los oligarcas que detentaban el poder, tanto de Venezuela como de la Nueva Granada, nunca fueron partidarios de la creación de la República de Colombia y mucho menos del sistema de gobierno centralista, propuesto por el Libertador. 

Para el prócer independentista y político trujillano Domingo Briceño “el Negro”, la situación del país y descripción de Venezuela era también pesimista, pues ella era: “… una nación, inerte, lánguida y desfallecida.”; expresión que sustentaba  en los padecimientos y vejaciones del régimen colonial, por las secuelas del terremoto del 26 de mayo de 1812 y por las oscilaciones políticas de los ensayos desde el inicio de la lucha independentista (Rojas, Aura. Insumisión 1830-1848. Pág. 80. CNH. Digital). Esta es la apreciación, de un socialista utópico.

Esa misma situación la describe el historiador Germán Carrera Damas: <<En 1830 Venezuela es, desde el punto de vista de las provincias forzada a confluir en 1777, en un ente tan desintegrado o desarticulado como podía serlo a mediados del siglo XVIII. Las guerras de independencia no hicieron avanzar el proceso de integración nacional. Por el contrario, robustecieron y esclarecieron los movimientos autonomistas locales>> (Carrera Damas, Germán. Una nación llamada Venezuela. págs. 80-81. En: Rojas: 87).  El proyecto de Confederación, parió varias republiquetas provinciales.

*

En el año 1830, hubo en Trujillo un gran movimiento de la oligarquía regional, impulsando la división de las naciones bolivarianas;  las Municipalidades y vecinos de varios Cantones  dieron pleno respaldo al general Páez, para apartarse del proyecto unionista de la Gran Colombia. El 25 de enero,  el gobernador, varios terratenientes, los curas, algunos oficiales de baja graduación y 190 trujillanos más, proclamaron la separación de Trujillo, de la Gran Colombia; en opinión del historiador  Arturo Cardozo, esta sublevación estuvo  <<directamente influida por la presencia en su seno del prócer Coronel Pedro  José Maya, los Pbros. Francisco Barrios, José Antonio  Rendón, Juan de Dios Briceño, Juan Evangelista Duran; los comandantes Pedro Alcázar, José María González; los capitanes Juan Carrillo y Altagracia Baptista; los Tenientes Lorenzo Tirado, Juan de la Rosa Martínez, Juan Antonio Gil, Andrés Carrillo, Rafael Henríquez, Antonio Roth Briceño>> (Cardozo: pág. 47),  y otros militares y civiles, que tuvieron actuación importante en la guerra independentista, que comandó Simón Bolívar.

 Se daba como un hecho, que el proyecto integrador había fracasado. Las hegemonías enemigas del Libertador, con el caudillo Páez a la cabeza en Venezuela, Juan José Flórez, en Ecuador y Santander en Colombia, fueron la fuerza para lograr, la desintegración de Colombia, la grande; junto con ello,  la Confederación Centroamericana y la Peruano-Boliviana desaparecen.  Lo que se consolidaría con el fallecimiento de Bolívar en 1830.

 Venezuela,  el 6 de mayo de ese mismo año,  aprobó una Constitución como nación independiente, Trujillo, retoma nuevamente su posición de Provincia; el 22 de septiembre de 1830 se separó definitivamente de la Gran Colombia. Trujillo, había perdido su condición de Provincia, pertenecía al Departamento del Zulia, según la Ley de División Político Territorial de 1824.  Quedaría solo el sabor de la ilusión unionista. 

         Miguel Vicente Cegarra, era coronel del ejército libertador; fue gobernador de Trujillo y luego Jefe de Armas; Santiago Mancera, primer oficial, en la gobernación y subordinado de Cegarra; Agustín Aldana, en esta época era primer oficial, ocupaba el cargo de Secretario General de la Gobernación, llegó al grado de Coronel; Pedro José de Maya, oriundo de Valencia,  oficial, hacendado, pudo llegar posteriormente al grado de general, como se le ha mencionado en algunos escritos.

Hubo dos comandantes militares, de cierto prestigio en las campañas del Libertador en Colombia, como fueron el Comandante Pedro Alcázar, y el comandante Tomás María González; también convalidaron la desintegración de la República gran colombiana, los Capitanes Juan Carrillo, Altagracia Baptista; Tenientes Lorenzo Tirado, Juan de La Rosa Martínez, Juan Antonio Gil, Andrés Carrillo, Rafael Enríquez, Antonio Roth Briceño, José Rafael, Francisco y José de Jesús Gabaldón, Miguel de La Peña; Ayudante Manuel Mendoza, que si bien participaron en forma decidida en la libertad de las nuevas repúblicas, no tuvieron la resonancia de sus nombres, como consecuencia de su acciones libertarias.



Silueta tributo al Comandante Pedro Alcázar.


Los curas trujillanos, siempre estuvieron al lado de la godarria, inclusive fueron firmes propulsores de la independencia. En la separación de Colombia,  se inscribieron los Presbíteros: Francisco Barrios, Juan de Dios Briceño,  José Antonio Rendón, Juan Evangelista Durán; estos dos últimos sacerdotes  patriotas, destacaron en los inicios del movimiento independentista, en 1812,  el cura José Antonio Rendón, convocaba a los feligreses de Carache, a rebelarse en contra del Rey Fernando VII, así como Durán y sus hermanos José Martín y Joaquín Durán, en los primeros alzamientos en la población de Burbusay, cercana a Boconó. Estas fueron a groso modo, algunas de las personas civiles y militares, de las más de 200, que proclamaron la separación de la Gran Colombia, el 25 de enero de 1830.

Seguidamente este hecho separatista, va a tener un rechazo en el resto de la población bolivariana. Poblaciones como Santiago del Burrero, la Quebrada, San Lázaro y en sectores del mismo Trujillo, el 28 de enero de ese mismo  año, iniciarán protestas contra la decisión que promoviera la godarria y que ejecutarán los soldados de la libertad. El movimiento insurgente organizó una Columna de Voluntarios, y fue de cierta importancia, que desde el gobierno nacional, tuvieron que enviar recursos para aplacarlo.


Fotografía antigua de la Plaza y Catedral de Trujillo. Al frente, estaban apostadas las fuerzas divisionistas leales a la oligarquía, sitio de enfrentamiento con los bolivarianos integracionistas. Cronografía 3307.


San Lázaro alzado por la Gran Colombia. 


¿Hubo alguna posibilidad de rehacer el proyecto unionista con Urdaneta y otros próceres bolivarianos? ¿Fue el sueño integracionista de Bolívar, línea ideológica de aquel momento político? ¿Existió el Partido Bolivariano? ¿Existía y se compartía en la práctica el proyecto Bolivariano? Realmente, por la evidente inclinación de la balanza,  no, los ideales del Libertador no tuvieron fervientes seguidores, exceptuando dignas y patriotas individualidades.  Entres esas personalidades, contamos al Comandante Pedro Alcázar, jefe de la rebelión popular de San Lázaro. 


Panorámica de San Lázaro (Parroquia Andrés Linares, Municipio Trujillo); pueblo dividido en dos franjas urbanas, por el río Jiménez, desde donde partió la tropa bolivariana en 1831. Cronografía 3308

         En dato aportado por la investigadora Aura Rojas, el escritor Francisco González Guinán, en su obra Historia Contemporánea de Venezuela,  fecha esta rebelión en abril de 1831, especificando que fue en el Pueblo de San Lázaro, Cantón de Trujillo; que tuvo como objetivos luchar por: la integridad de Colombia, la grande, o como le decía Miranda: por la <<Colombeia>>, el soberbio proyecto histórico de América y el mundo; el reconocimiento de la autoridad suprema de Bolívar, por lo menos de su legado y memoria (aunque ya había muerto), y restitución de fueros militares y el liderazgo de los héroes de la independencia. Fue el Comandante Pedro Alcázar, el cabecilla de la insurrección en el pueblo de  San Lázaro, Cantón de Trujillo (Francisco González Guinán). La investigadora Aura Rojas,  reproduce el comentario de Antonio Arraiz, <<parecida a esta fueron la insurrección de Alcázar en San Lorenzo (San Lázaro) cerca de Valera…en el mismo año de 1831>>; y señala que este levantamiento popular armado, fue comandado por  individualidades que participaron en la gesta independentista, pero que “no tenían los atributos suficientes para que su manifestación de desobediencia tuviera el impacto de “revolución>> (Rojas, Aura. Insumisión Popular 1830-1848. Pág. 59. CNH. Caracas. 2009); puede entenderse que  no habría en este caso, la contundencia y resonancia del nombre, calidad legendaria, alto rango militar y capacidad de convocatoria, entre otros atributos.

El historiador y prócer colombiano Dr. Restrepo (Envigado 1781-1863), apuntó sobre ese acto de desobediencia y contra la desintegración de la Gran Colombia,  que <<a pesar de que juntaron algunos partidarios y que en la parroquia San Lázaro Cantón de Trujillo, se le vaya también el comandante Pedro Alcázar bajo del mismo pretexto, no pudieron sostenerse. Alcázar fue reducido a prisión, Castañeda y Cegarra, así como sus partidarios, salvaron sus vidas por un indulto que les concediera el gobierno; mas perdieron sus grados y empleos>> (Restrepo, José Manuel. pág. 515. Historia  de Colombia. Tomo 4. Publicada en 1858.  Digital). Al contrario de lo dicho por González Guinán, el mismo Restrepo, refiere que Alcázar, fiel a Bolívar, fue un Comandante reconocido por su participación en las campañas colombianas, peleó en Gamesa y Boyacá.

Mientras en Trujillo, se congregaron las fuerzas de los oligarcas y las del gobierno divisionista, el comandante Pedro Alcázar, pudo listar unos 200 voluntarios en su marcha guerrillera por la reunificación de la Gran Colombia. Cronografía 3305.


El historiador contemporáneo a estos hechos, educador y oficial del ejército español (Caracas 1781-1853), Montenegro Colon, comenta sobre el  evento en referencia, lo siguiente:  luego, el 18 de abril, <<varios vecinos de la parroquia san Lázaro,  Cantón de Trujillo, a declararse en favor de la integridad y en contra de la expulsión del Arzobispo de Caracas, capitaneados por el comandante Pedro Alcázar…El provocado en San Lázaro, en el cual tomó parte el coronel Cegarra, designado en el acta como jefe de las armas, se contuvo mucho con la prisión de Alcázar, pero duró algunos días más el principiado en Carora, por haberse unido Cegarra y Castañeda, quienes al fin hubieron de sucumbir, salvando no obstante las vidas en virtud  del indulto que en 19 de junio expidió a su favor>> (Montenegro Colon, Feliciano. Geografía General para el uso de la juventud de Venezuela. Pág.564. Colombia. 1837. Digital). Este autor, repito, contemporáneo de  aquellos sucesos de insubordinación popular y militar, circunscritos a la Provincia de Trujillo, describió con detalles, que fueron vecinos de una parroquia del occidente del país: San Lázaro los que se alzaron por mantener la integridad de la Gran Colombia.    En nota biográfica sobre el prócer Segarra, se lee lo siguiente:   <<Segarra en 1831, proclamó en Trujillo la República de Colombia como fiel seguidor de la doctrina bolivariana>> (Archivo del Libertador. Oficio 5364, del Coronel Pedro Briceño Méndez.  En: archivodellibertador.gob.ve). 


*

Iban llegando del Parchal, en pequeños grupos de dos o tres, con sus carpetas de lana puestas, se aguaitaron los de la Manga bajando por sus inhóspitos caminos y cuestas, se vieron bajar por el lado derecho, a  muchos del páramo con sus bestias, burros y chopos, también de la montaña de El Rosal, y hasta del caserío  La Guardia bajaban con sus mujeres, soltaron sus aperos, garabatos y escardillas, abandonando por un tiempo sus pequeños conucos y sembradíos de apio, papa, maíz, trigo, caraota y cambures, estaban decididos a sumarse entusiasmados con su pasión bolivariana, a la novata tropa del comandante  rebelde.  Se fueron  congregando en la plaza principal de San Lázaro, escucharon atentos, las instrucciones del líder de esta asonada, estando todos de acuerdo en los riesgos que iban a correr, les tomó el juramento, entusiasmados, se abrazaban unos a otros, estaban listos para la pelea. Tenían un héroe: Bolívar, un ideal: el resurgimiento de la Gran Colombia, y un comandante que los guiaría: Alcázar.

Tomaron el pueblo, la jefatura civil, el puesto de policía, la plaza, las entradas al pueblo, las cuestas, y montaron emboscadas mientras se resolvía la partida sobre Trujillo.  Marcharon desde la madrugada, animados en la oscuridad, cuando llegaron a Carmona, para entrar a Trujillo, se vieron y se contaron, y comenzaron a bajar apretando las muelas, al verse tan pocos y saber que enfrentarían a muchos; ellos apenas eran unos doscientos. Uno que otro, se echaba un trago de sanjonero, para robustecerse de valor o una pellita de chimó, productos que no podían faltar a los de los páramos, a la hora de tomar decisiones. El comandante práctico y habilidoso, los fue  ubicando en posiciones y sitios claves de la ciudad, y fueron tomando las sedes de las principales sedes de gobierno y el cuartel. No fue fácil, porque hubo disparos de ambas partes.

Tomada la ciudad, centro político y espacio residencial de la oligarquía terrateniente,  era jefe de armas de esta plaza el coronel Miguel Vicente Cegarra, quien estuvo comprometido con esta insurrección, y es quien refuerza al movimiento de Carora  y Barquisimeto, comandado por el Coronel Castañeda. El gobernador desde el año 1829, era el Dr. Ricardo Labastida Vethencourt, eminente jurista y provincialista, líder de la “godarria”.

En Trujillo, se mantuvo la toma militar por espacio de un mes; los bolivarianos recorrían en sus bestias de trabajo y con sus disímiles armas, las calles y zonas urbanizadas, gritando << ¡Bolívar vive! ¡Carajo! >> Los mantuanos desde sus casas, apenas echaban sus maldiciones, que acallaban cuando escuchaban cerca el relincho de las sudadas bestias; esperaban que llegaran las fuerzas del general Páez, para liquidar a los alzados. Ninguno de la “godarria”, se sumó al movimiento insurgente, los moradores no colaboraron con los alzados, esto desalentaba, pero así fueron conociendo lo que era la guerra; con cara risueña y la alegría de izar ideas y convicciones justas, sintieron el rechazo de sus vecinos, moradores y paisanos, aprendiendo la primera lección del desprecio racial y de clase, en tan corto tiempo.  

Los curas desde los púlpitos, y en las puertas de sus templos, les echaban pestes verbales, conjugadas con castigos de Dios, y los jóvenes montoneros, les respondían: ¡Viva la Gran Colombia! ¡Viva Bolívar!    En las  noches siguientes, se escuchaban algunos tiros desde zonas cercanas, sin embargo, los bravíos campesinos, aunque tranquilos, solo esperaban algún desenlace, después de haber combatido tan férreamente, como si algo iba a ocurrir en los días siguientes. Esta situación y confrontación duró por espacio de un mes, según lo registran los añejos historiadores colombianos y connacionales. 

La ciudad fue evacuada, al advertir que con la disposición y ánimo de pelea de los insurrectos campesinos, podía haber mayor confrontación y pérdidas humanas, con la llegada de los refuerzos militares.  Entró una columna del ejército, bien armada y uniformada,  enviada por el general Páez, que se subordinaba al gobernador. También estaban todas las montoneras de los oligarcas. Labastida, no quería victorias sobre los cadáveres de sus paisanos, ni muertes en su conciencia. Hombre inteligente, de buen trato, caballeroso, amigo del Dr. José María Vargas y de Manuel Gual, buscó una salida conciliadora, ordenando solo la captura de Pedro Alcázar, sin pérdida de vidas innecesarias.

Por esta calle colonial  de piedra y tierra de San Lázaro, fueron bajando los campesinos, peones, arrieros,  comerciantes, criadores,   enjalmeros, molineros,  zapateros, carpinteros, herreros,  panaderos,   albañiles, para sumarse a la tropa del comandante Alcázar en 1831. Cronografía 3311


 Con la superioridad del ejército del gobierno, Alcázar es brutalmente enfrentado, quedando sin pertrechos,  sin recursos, y sin posibilidad de ayuda, no podía sostener su posición de lucha, por lo que tuvo que llamar a retirada, y él, salir de la región,  lo que significaba la frustración del movimiento, porque era uno de los impulsores del neobolivarianismo, en la prédica de la reconstrucción de la Gran Colombia.

Cardozo, refiere el episodio, así <<en los mismos días en que Castañeda y Cegarra están realizando sus escaramuzas militares en tierras barquisimetanas, es decir el 18 de abril, el Coronel Pedro Alcázar, quien también había sido separatista y miembro de la Junta formada en la ciudad de  Trujillo el año anterior, se levanta ahora en San Lázaro, esgrimiendo el lema de la integración, hostigado por las fuerzas del gobierno trujillano, abandona la provincia>> (Cardozo: pág. 51).  Arrinconado a pocos espacios de la ciudad, no le quedó otra opción que la retirada.

Sin embargo, los más aguerridos de la tropa insurgente, esperarían, noticias del coronel Cegarra, que andaba por los predios de Carora.  El doctor Cardozo, explica que <<el coronel Miguel Vicente Cegarra, el mismo que doce meses antes, con gran euforia había intervenido en los primeros pronunciamientos de la Provincia de Trujillo en pro de la separación, ahora llega a Carora al frente de unas tropas>> (Cardozo: pág. 51); se presumen que eran tropas trujillanas, posiblemente caracheras.

El valiente Castañeda, que llega a ser con los años General de la República, pese a su bravura en el combate y al respeto que se le tenía, vio frustradas sus intenciones integracionistas, porque su heroicidad, más allá del temor que imprimía en los contrarios, la cifró en la defensa del proyecto unificador bolivariano, que muy pocos dirigentes respaldaban,  de lo que solo quedaría, su dignidad heroica; Cardozo, lo reseñó así:  <<En Carora el coronel Castañeda toma las armas en respaldo del movimiento oriental, denominado “integrista”. Este militar durante el año anterior había insurgido contra la separación de la Gran Colombia; derrotado en tierras barquisimetanas, es detenido>> (Cardozo: pág. 51). Fue un autentico seguidor del liderazgo y de las ideas de Bolívar.

         A los días, Cegarra y Castañeda, también son capturados; pero << Un destino diferente le corresponde al coronel Miguel Vicente Cegarra. Al derrumbarse la causa insurgente, el veterano Prócer Trujillano, se ve obligado a huir a las montañas de La Ceiba; hasta ahí llegan comisiones enviadas por las autoridades betijoqueñas con instrucciones de detenerlo. En plena selva, en el camino al Puerto, un piquete de caballería logra darle alcance>> (Cardozo: pág. 93); al ser capturado Cegarra, fue sometido a Consejo de Guerra, y le aplicaron la Ley de Conspiradores, pero salvó su vida porque le  concedieron indulto.

         Al  haber escapado el comandante Alcázar y sus lugartenientes, luego capturados y presos, los humildes jóvenes que lo siguieron, enterados también de la suerte de Cegarra,  sin vocerío y sin dirección, se fueron muy lastimados, por el fracaso de su protesta, y también, porque varios iban lesionados, heridos que no podían andar, la mayoría hambrientos, aunque armados de mucha dignidad, por defender la causa bolivariana. 

Así regresarían a San Lázaro, aquellos valientes campesinos, y los  de Santiago de El Burrero por sus caminos de recuas (hoy, Santiago de Trujillo, Municipio Urdaneta, Estado Trujillo), a recordar y comentar a sus descendientes, sus heroicos combates en la ciudad de Trujillo. Aunque, para los más jóvenes, no existían derrotas definitivas, sobre todo por ser su primera experiencia; en este sitio, años después, nacerá el importante hombre público Dr. y general Rafael González Pacheco, líder del movimiento liberal.

*

 Las calles de lajas y piedra, adornadas por la maleza natural y la tierra, estuvieron opacadas por la hermosa neblina  y la sombra de sus inquietos caminantes.  Desde la margen derecha, de la Vega de los Toros, hasta los del lado izquierdo del río, se fueron congregando, bajo las órdenes del comandante Alcázar, aquellos quijotes andinos, para luego emprender la marcha por el ramal montañoso y transitar el camino  sinuoso para llegar a Trujillo, donde se encenderían los tiros bolivarianos.

Por esta otra calle levantisca de San Lázaro,  de antiguos portones y balcones, se apresuraban los moradores para ir a pelar por la Gran Colombia. Cronografía 3309

El 18 de abril de 1831,  partieron de la plaza principal de San Lázaro, frente al templo, donde se persignaron y pidieron el favor del triunfo de su causa a la Virgen del Rosario.  Hasta la ciudad de Trujillo, les esperaba unos 26 kilómetros aproximadamente, que tuvieron que recorrer los milicianos bolivarianos, unos armados con fusil, otros con chopos caseros y los más sencillos con sus machetes de labor. Se le unieron también, campesinos y soldados y voluntarios que desde Cabimbú y de Santiago, que consideraban justo, a pesar de la muerte del Libertador, reinstaurar el proyecto de la Gran Colombia. Estos anduvieron unos 6 kilómetros para sumarse a la tropa comandada por Alcázar.

Habrían quedado en el imaginario popular, las palabras de preocupación de los paecistas trujillanos, al enterarse de la protesta popular  que surgía de una de sus parroquias foráneas:   - Es cierto, le confirmaría Francisco Labastida a su tío Ricardo; sin embargo, le recordó que el pueblo mayoritariamente estaba a favor de la “separación” y que lo que estaba ocurriendo era un triste espectáculo de un oficial con unos pocos campesinos, atacando las fuerzas del gobierno legitimo de Páez, en la ciudad. Especulaban que en cuestión de horas, se sometería esta protesta. A pesar de todo, esa frase asertiva formará parte de la historia mitológica de nuestros pueblos.

La situación del país, la observaba Páez, tranquila, muy buena para sus propósitos, hasta que le informaron que los próceres Monagas y Mariño, también se habían alzado; inmediatamente, llamó a su Estado Mayor y se puso en campaña militar. Se conocía que  en la ciudad de Trujillo, luego del pronunciamiento de los sectores de poder en los Cantones, se habían reunido los Briceño, Labastida, Chuecos, Araujo, Carrasquero, Terán, Carrillo, Roth, y Baptistas, la crema de la “Godarria”   organizando sus tropas de las haciendas de su propiedad, para defender la disolución de la Gran Colombia.  Fueron las primeras horas, de un alzamiento que reactivaba algo peligroso, el sentimiento bolivariano, que les mermaba sus privilegios y la posibilidad de seguir ejerciendo el poder.

El letrado, que junto con el tribuno Domingo Briceño, el “negro Briceño”, bregaba en los estrados nacionales e internacionales, por el reconocimiento a Trujillo de su condición de Provincia en la nueva República, estaba absorto y confundido con lo que estaba pasando en su terruño, pensó que se avecinaba otra guerra. El Dr. Ricardo Labastida,  lo habían  designado gobernador de Trujillo, un civil ilustrado, en el mundo pretoriano. 


Santiago del Burrero se sumó a la rebelión popular. 

Se ha escrito, no con suficiencia, sobre el acto vivencial, inclusive, lo anecdótico que lo enaltece y lo eleva espiritualmente como acto bolivariano de insumisión y rebeldía popular, como acto de valor a toda prueba.  En cambio,  no escapó al pueblo de Santiago, hermano histórico del de San Lázaro, dejar huella de sus vivencias, narrando este hecho, a través de la oralidad, así iría construyendo su aporte historiográfico.

Desde este páramo de Cabimbú, bajaron campesinos para enlistarse en la jornada por la Gran Colombia en 1831. Cronografía 3318.


Relacionado con esta asonada,  el escritor trujillano, Dr. Manuel Andara Olívar, comentó en una de sus crónicas, que el año anterior  hubo una protesta parecida, con agilidad y apasionamiento, con mucho de lo que pudo obtener de la memoria local, del pueblo de Santiago del Burrero, de la jurisdicción de la Quebrada, a unos pocas leguas de San Lázaro, narró en nota volandera, que  hubo solidaridad total con el separatismo y señaló  que,  << … luego de tenerse noticia de la separación definitiva de Venezuela de la Gran Colombia, el pueblo de Santiago reaccionó en contra de aquélla medida. Privó para no estar de acuerdo con los pronunciamientos separatistas, dados en la región de Trujillo por Boconó y Carache, muy seguramente aquél sedimento acumulado durante los años de su formación, en el que afloraban los sentimientos y actitudes de sus fundadores y primeros pobladores. Estaba allí grabado en el légamo que forma la tradición y modela el alma de un conglomerado, los caracteres idiosincrásicos de Juan Caymito, personaje casi mítico del Santiago de 1682, de aguda malicia, jefe de fugitivos, y poco inclinado al sometimiento; el espíritu de solidaridad de Pablo Cabrero, el hombre que compartía la leche de sus cabras y ayudaba con su trabajo físico al grupo de indios refugiados en las montañas por rebeldía contra los encomenderos; la abnegación del Padre don Joseph de Olivares; el patriotismo de don José Ignacio González; el amor a su tierra del cacique Vicente Blanco; y el sueño de libertad de Pedro Ignacio, el negro guineo que se murió soñando con su África>> (Andara Olívar, Manuel. Por la Gran Colombia En: saber.ula.ve). Fue la forma estética de este cronista para describir este apasionante pasaje de historia local, una protesta de 1830, con iguales ribetes a la de San Lázaro. 

Seguidamente, ese mismo compilador, afirmó que sin estos antecedentes, el comandante de la insurrección  <<no hubiera podido lograr asidero para su cometido de respaldo a la obra del Libertador entre los moradores del pueblo, para poner en pié y sobre las armas a un grupo de milicianos con el elevado propósito de impedir se produjera la separación de la Gran Colombia, fomentada por Páez y secundada por el grupo de caudillos de la independencia>>; indudable, estaban mal armados, sin formación militar,  mal alimentados, con poco parque y en desventaja numérica, no se puede concluir otra cosa como motivación.

Según este mismo cronista, <<…la suerte de Venezuela estaba definitivamente echada. La oligarquía del país se había agrupado alrededor del caudillo llanero y, en las ciudades de Trujillo, Boconó y Carache, los hombres de abolengo, de sonoros apellidos ilustres habían constituido juntas para respaldar los propósitos separatistas. Los pueblos trujillanos se desbordaban entonces, arreados como rebaños por los generales de la independencia, al grito de "Separación y Libertad", lema del General Santiago Mariño, quien en aquéllos días iba camino del Táchira, por las trochas de Boconó… >>; por el hecho de  que, fue una asonada local, no dejó de convertirse en un fuerte campanazo para el gobierno separatista; en efecto, este hecho y los semejantes, van a demostrar las diferencias y confrontación entre los militares oligarcas, y el pueblo sencillo de Venezuela, con su sentimiento bolivariano. Se expresaba de esa forma, un gran debate sobre el destino de la Patria, que a la vez, exteriorizaba las contradicciones de clase, entre los terratenientes  que detentaban el poder y el campesinado mayoritario, que estaba excluido de él,  debate que fue neutralizado por el peso de las armas, el verdadero poder. 

Esto lo corrobora, el recordado amigo e historiador Arturo Cardozo, quien escribió: <<todos estos pronunciamientos acaecidos en los pueblos trujillanos, se suscitan prácticamente en presencia del general Santiago Mariño, quien viene hacia los Andes a reforzar la frontera ante una posible reacción grancolombiana. Este hace entrega de 300 reses al coronel Cegarra, como ayuda del nuevo gobierno nacional a los separatistas trujillanos>>. (Cardozo, Arturo. Por el cauce de un pueblo. Tomo 1. pág. 48. FEAC. Trujillo.2001). Mariño, en el año 1830, se suma a los divisionistas, y al año siguiente, respalda el proyecto oriental del general Monagas, en su sublevación “integracionista”.   Al parecer, cambiaron de posición políticas e izaron las ideas y el legado de Bolívar, con fines y aspiraciones presidenciales, o cuando menos, también separatistas, para crear la República de Oriente.

Reveló igualmente Andara Olivar, quiénes fueron esos corajudos campesinos, que marcharon con chopos y machetes de labriegos a reclamarle a la godarria trujillana, la inconsulta separación de Trujillo y Venezuela de la Gran Colombia, la respuesta: <<Gentes anónimas de Santiago: los Juanes Garcías o Pedros Pérez del lugar, obscuros y sin nombres, se agruparon solidarizándose con Alcántara para salir en defensa de las ideas de El Libertador, moribundo ya en Santa Marta.  Se alistaban con lo único que podían llevar a la guerra: Su hambre, su pellejo y sus huesos>> (Ídem).  Con seguridad se alistaron como voluntarios, agricultores, peones, arrieros,  comerciantes, criador, conuquero, enjalmero, molinero,  zapateros, carpinteros, herreros,  panaderos, jornaleros, albañiles y hasta el sastre, gente sencilla, enarbolando el ideal bolivariano y llevando con mucha dignidad su  rango de tropa, soldados, cabos y ayudantes.

Sobre el tiempo que duró este alzamiento popular bolivariano, coincide con el estimado por los historiadores anteriormente citados,   <<fue breve. Apenas treinta días logró mantenerse con sus ciento cincuenta milicianos sobre las armas. Durante este corto tiempo se hizo fuerte en las poblaciones de Santiago y San Lázaro. Su grito de guerra fue la reincorporación a la Gran Colombia>> (Ídem).  Si bien la vida en campaña del comandante sanlazareño, andando con Bolívar, por Venezuela y Colombia, fue dilatada, a ella se le sumará su corta intentona, aunque heroica, de Trujillo en abril de 1831.

         Es de destacar que el general Mariano Montilla, hijo del trujillano Dr. Juan Pablo Montilla Briceño y de la primera dirigente política del país, Doña Juana Antonia Díaz Padrón (Juana Montilla), en 1831, durante esta insurrección, también se alzó  en Cartagena de Indias,  pretendiendo restaurar la Gran Colombia, pero el movimiento fue sofocado por el General venezolano José Ignacio Luque, y este Montilla, como era el comandante de la plaza y líder de los revolucionarios, capituló para mantener la paz, el 23 de abril de 1831.

Por esta larga, empedrada y solitaria calle de Santiago, se apresuraron los milicianos para sumarse a la causa del comandante Alcázar que esperaba en San Lázaro, en 1831.  Cronografía 3316.

El desenlace de esta jornada heroica previa, la resume el Dr. Andara Olivar, en la siguiente forma: <<El Coronel Miguel Vicente Cegarra, Jefe Militar de la Provincia de Trujillo, decidió no atacar a Alcántara (Alcázar), para obligarlo a tomar una decisión. Fue así, brevemente, casi sin pensarlo, por lo que Alcántara (Alcázar),  decidió marchar sobre la capital provincial. Y una mañana de mediados del mes de mayo, el fuego de los hombres del Comandante Pedro Alcántara Valencia (Alcázar), atronó con sus disparos las calles de la vieja ciudad. Cegarra les había tendido una trampa. Inútil fue el sacrificio. Pero grande e imperecedera la lección>> (Ídem).  Al parecer, el coronel Cegarra, al seguir primero al general Páez, en la fase de desintegración, y luego apoyar a los generales Mariño y Monagas, en el alzamiento “integracionista” estaba apostando a  la doble parada, posturas muy propias de los caudillos de la época; en cambio, los humildes campesinos, los defensores de la Gran Colombia, llevarían sus intenciones hasta el final; haciendo respetar el legado del Padre de la Patria.

La incidencia de la rebelión de 1831, causó serias consecuencias en la sociedad trujillana, confusión, rupturas, quizás por disconformidad con la campaña difamatoria contra Bolívar. El recordatorio del proceso mancillador y fragmentario de la República, va acorde con lo que escribió Arturo Cardozo, en relación a lo que ocurrió el año anterior, que <<En medio de la rebelión “integrista” se instaló en Valencia el primer Congreso Constitucional de la República. No asisten representantes por la Provincia de Trujillo, porque ésta aun no ha terminado de organizarse política y administrativamente>> (Cardozo: pág. 52). La godarria tenía el gobierno y las fuerzas vivas de los Cantones, el clero, los terratenientes y  la fuerza militar en sus manos, y no había ajustado y ordenado las instituciones, es decir, no se habían puesto de acuerdo en cómo se repartirían el gobierno de la Provincia, en la que pretendían seguir ejerciendo la hegemonía del poder, hasta que pactan ponerse bajo la dirección política del “Cojo” Labastida.  

Del acervo documental encontrado de esta jornada popular de insumisión de San Lázaro y Santiago, se pudiera considerar que fue el único acto de insumisión popular armada del occidente andino del país, de rechazo concreto a la destrucción del sueño de Bolívar: la unión de las naciones recién liberadas. Así fue, el 19 de abril de 1831 y los días subsiguientes, en Trujillo.


3.- Los Protagonistas.

Las contradicciones generales en este proceso de desintegración del proyecto unificador de naciones,  se vieron envueltas en las posiciones de los llamados federalistas, encabezados por el general Francisco de Paula Santander (en la Nueva Granada), el controversial general José Antonio Páez (en Venezuela) y Juan José Flórez (en Ecuador), y los centralistas, con Bolívar liderizando este bando.

Ricardo Augusto Labastida Vethencourt, primer gobernador de Trujillo.

Fue el líder de los entusiastas secesionistas trujillanos. Le tocó enfrentar el alzamiento popular de San Lázaro y Santiago del Burrero, en 1831.  Ricardo Augusto Labastida Vethencourt, hijo del procer independentista Francisco Antonio La Bastida Briceño y Fernandez, y de Asuncion Vetancourt, la legendaria mantuana patriota del “vientre esplendido”, nació en Mendoza del Bomboy, el 6 de enero de 1800, en la hacienda “San Francisco”, en la Cañada de Mendoza del Bomboy (hoy Parroquia Mendoza, Municipio Valera, Estado Trujillo);  murió en Betijoque, en 1876.  Doctor en Derecho Civil de la Universidad de Caracas. Ejerció el cargo de Gobernador de Trujillo desde 1829 hasta 1832 (La Riva Vale: 112). Escritor, rico hacendado, diplomático, fue designado plenipotenciario para tratar los asuntos de Venezuela con Inglaterra en 1858. Cuando Trujillo es despojada de su salida al Lago de Maracaibo (La Ceiba, la Ceibita y Moporo), perdiendo su condición de estado ribereño, fue Labastida, quien dio la batalla en los estrados políticos y jurídicos, así como en el parlamento nacional, para recuperar lo que le había pertenecido por siglos a esta Provincia. Igual pelea dio, cuando anexaron Trujillo al Departamento de Zulia, reclamando la autonomía de su pueblo, lo que logró con su inteligencia y con su atronador verbo. Le decían el “Cojo Labastida”, por su pierna lesionada en el terremoto de 1812.  

Miguel Vicente Cegarra, el aguerrido prócer de Burbusay.

Miguel Vicente Cegarra (en algunos documentos históricos aparece: Segarra).  Nació en Burbusay,  24 septiembre 1790. Se casó con Rosalía Caro, luego, en segundas nupcias con Dolores Briceño Valbuena, sobrina del Dr. y coronel Antonio Nicolás Briceño “El Diablo”, prócer Libertador. Fue un oficial bolivariano y legalista, con el rango de Coronel obtenido por sus servicios en la Guerra de Independencia; peleó en las batallas campales de 1813, Niquitao y Agua de Obispo;  batalló  junto a José Antonio Páez desde 1816; finalizada la Guerra fue designado gobernador de Trujillo, en 1827. Luego jefe de armas en los cantones de Trujillo, Escuque y Betijoque.  <<En 1831 se unió al Coronel Castañeda, que en Carora se alzó en armas para secundar la proclamación de Colombia, que el general José Tadeo Monagas promovió en Oriente. Habiendo fracasado ésta, cayeron prisioneros en Valencia los coroneles Cegarra y Castañeda, pero fueron amnistiados poco tiempo después>> (D’Santiago, Pedro. Biografías Trujillanas. Edime. Madrid. 1956); se refiere al Coronel Juan Estanislao Castañeda, nativo de Arenales, Estado Lara; se debe destacar que este prócer independentista larense, fue el primer Presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.  Cegarra, tuvo participación  en el levantamiento de San Lázaro, imbuido en el proyecto impulsado por el general en jefe Santiago Mariño y José Tadeo Monagas, en Oriente de Venezuela.

Pedro Alcázar, el comandante de la insurrección campesina.

         Siguiendo el criterio de algunos historiadores, entre ellos, los que mencionamos anteriormente,  conjugado con las referencias de la memoria local, en alusión a sus características, para este año 1831, cuando a la cabeza de un puñado de jóvenes campesinos, salió de San Lázaro en plan de guerra, pudo haber tenido unos 35 años de edad.  No se cuentan con mayores datos biográficos del comandante Alcázar; se presume su nacimiento en San Lázaro, por su influencia sobre la población campesina de esta zona; posiblemente, siguiendo la cartilla colonial de identidad y el modelo social endogámico impuesto por el imperio de España, usaba el nombre de bautizo católico, con el apellido de su madre o de su padre que en la mayoría de los casos, eran varios y era potestativo escoger y usar uno o varios de los de sus progenitores, y por eso, lo  del apellido.   Fue un oficial, con  rango de Comandante,  obtenido por sus servicios en la Guerra de Independencia, según lo registran los viejos historiadores colombianos y venezolanos, que mencionamos anteriormente; había batallado en el ejército de Bolívar, en las campañas de Colombia. En 1831, avecindado en el pueblo de San Lázaro (Trujillo),  organizó una tropa de 200 voluntarios bolivarianos desde los lugares recónditos y montañosos más alejados, como Cabimbú, y  Santiago, y estando involucrado el coronel Cegarra, se dirigió a tomar militarmente  la ciudad de Trujillo, y la atacó, haciendo valer su rechazo a la desintegración de la Gran Colombia.  Acusado de haberse sublevado contra el orden establecido, es capturado y encarcelado.

Los anteriores, son algunos de los nombres de los personajes, que junto con el grupo de sanlazareños,  estuvieron involucrados en esta peculiar  jornada guerrera, en favor del restablecimiento de la Gran Colombia.


4.- Tabla cronológica:

1819.          Fue fundada a instancias del Libertador Simón Bolívar, el 17 de diciembre de 1819, por el Congreso de Angostura, la República de Colombia, conformada por los territorios de Venezuela, Nueva Granada o Cundinamarca, Ecuador y Panamá.

1821.          Se reunió el Congreso Constituyente de Colombia, el 6 de mayo de 1821, en el Rosario de Cúcuta. Asistió como representante Domingo Briceño (el negro Briceño), nativo del valle del Bomboy (Trujillo), hermano del “Diablo” Antonio Nicolás Briceño; también, el panameño  Obispo de Mérida Dr. Rafael Lazo de la Vega, y los maracaiberos Manuel Benítez, José Ignacio Valbuena y Bartolomé Osorio. En la sesión del 7 de octubre, Domingo Briceño no aceptó que Bogotá fuese la sede del gobierno de la Gran Colombia, ni provisional ni definitiva, protesta que hizo por escrito. Fue el primer reproche de la delegación venezolana contra el gobierno central, luego se sumaran nuevos pronunciamientos hasta la separación definitiva (Dávila, Vicente. Próceres Trujillanos. págs. 279 a la 283. Imprenta Bolivar.1921).

1826.                   Para 1826 y como consecuencia de las constantes contradicciones y disputas entre Bogotá y el eje Valencia-Caracas, entre el vicepresidente Santander y el intendente y el jefe militar de Venezuela, Soublette y Páez respectivamente; la situación en Venezuela era cada vez más delicada, en especial porque ya se estaba gestando un movimiento con intenciones claramente separatistas, “proclamando lo que a la postre sería la base en la que se sustentó el surgimiento del nacionalismo venezolano” (González, A., 2000, http://servicio.bc.uc.edu.ve/postgrado/manongo14/14-5.pdf);  el 30 de abril de este año, estalló en Valencia, la Revolución de los Morrocoyes, mejor conocida como La Cosiata;  movimientos político promovido por el general Páez, y el letrado Miguel Peña, que tenía por objetivo la separación y disolución de la Gran Colombia, en los que mediaban intereses individuales o colectivos que se fueron produciendo desde 1826 y culminarían con la total desintegración de la República Grande, en 1830. Bolívar, marchó sobre Venezuela a aplacar este movimiento.

1828.                   Entre el 9 de abril y el 10 de junio de 1828, se realizó una Asamblea Constituyente, que se conocería como  la Convención de Ocaña, Colombia , convocada para  reformar la Constitución de Cúcuta y resolver los problemas fundamentales que tenía la República.  El enfrentamiento de las tendencias Federalistas y Centralistas, que se mostraron irreconciliables, la convirtieron en  una confrontación de ideas entre Bolívar y Santander, lo que llevó al fracaso dicha convención. De esa manera,  se produjo un quiebre de la constitucionalidad, que dejaría sin efecto el Congreso de Colombia,  y la Constitución de Cúcuta prácticamente quedó derogada.

1828.                   El 27 de agosto de 1828 el Libertador emitió un Decreto Orgánico, que llamó "Ley Fundamental" por medio del cual asumió las atribuciones del Poder Legislativo, suprimió la Vicepresidencia y de hecho, instauró  la dictadura, y asimismo, dejó sin vigencia la Constitución de Cúcuta; esto,  le permitió organizar el Consejo de Estado y dividir la República en 4 jefaturas superiores. Este acto tuvo respaldo popular.

1828.                   Fue convocado, mediante decreto por el Libertador Presidente, el 24 de diciembre de 1828, el Congreso Constituyente de Colombia.

1829.                   En las ciudades de Valencia y Caracas, días antes de desarrollarse el Congreso Constituyente, se concentraron los días 23 y 25 de noviembre de 1829, varias asambleas populares destinadas a expresar la opinión sobre la forma de gobierno que debía tener la República, el tipo de Constitución y la forma de elecciones para escoger el Presidente de la Nación. Dichas asambleas se unificaron en la idea de la separación definitiva de Venezuela del gobierno de la Gran Colombia, con sede en Bogotá y el desconocimiento de la autoridad de Bolívar.

1829.                   A finales de este año, es designado el Dr. Ricardo Labastida, como gobernador de Trujillo, cargo en el que estará hasta el año 1831. 

1830.                   El 13 de enero de  este año, Páez  formó  gabinete como jefe civil y militar,  desobedeciendo al Poder central; ya que en noviembre de 1829,  las autoridades del Departamento de Venezuela,  habían desautorizado el mando de Simón Bolívar, al frente del gobierno.

1830.                   Se reunió entre el 20 de enero y el 11 de mayo de 1830 en la ciudad de Bogotá (Colombia),  el Congreso Constituyente de Colombia (llamado Congreso Admirable). Su resultado fue nulo, al no poder acordarse en la unión de las regiones en torno al mando de Bogotá.

1830.                   El 4 de junio de 1830. Bolívar hizo renuncia del cargo y el Congreso nombró Presidente de la República a Don Joaquín Mosquera.

1830.                   El general Páez, el 13 de enero de 1830, define la separación definitiva de Venezuela, de  la Gran Colombia; disuelta ésta, produjo el nacimiento de tres entidades estatales distintas: Colombia, Ecuador y Venezuela.

1830.                   El 29 de enero de 1830, en el Congreso Admirable se tomó la decisión de separar definitivamente a Venezuela de la Gran Colombia.

1830.                   El Cantón de Escuque,  conformado con los pueblos de Mendoza,  Escuque, Motatán, Valera y La Puerta, reunidas su fuerzas vivas y representantes en la Plaza Pública de Escuque, el día 3 de febrero de 1830, decidieron 1) apoyar la desintegración de la Gran Colombia; 2) dar pleno respaldo al general Páez; y 3) desconocer la autoridad del Libertador, pero rechazaron los epítetos infames que se le imputaban a éste, en el formulario de la consulta nacional.

1830.                   Páez convocó al Congreso Constituyente de Venezuela  y éste se instaló el 6 de mayo de 1830, en la ciudad  de Valencia.  Elaboró una nueva Constitución que sentó  las bases que dieron validez legal y jurídica a la separación de Venezuela de la República de Colombia, e igualmente, designó al general José Antonio Páez, como Presidente de la República de Venezuela, teniendo gran influencia en la conducción de la fase de refundación.

1830.                   Trujillo, retoma nuevamente su posición de Provincia, que había perdido en 1824, mediante la Ley de División Político Territorial, pertenecía al Departamento del Zulia. Pudo haber privado este objetivo (rescatar la condición de provincia), para haber asumido el separatismo,  en algunos de los involucrados,  en la toma de tal decisión. 

1830.         El 13 de mayo, Quito, se separa definitivamente de la Gran Colombia. El 23 de septiembre promulga su primera Constitución y designa al general Flores, como Presidente de la República de Ecuador.

1830.                   En la montaña de Berruecos, en el viejo camino de Popayán  a Pasto, el 4 de junio de 1830,  fue emboscado y asesinado el mariscal Antonio José de Sucre, potencial sucesor político de Bolívar y leal al proyecto de la Colombeia.

1830.                   En octubre 14 de 1830, se sancionó la “Ley sobre Delitos de conspiración o traición, su juicio y penas”, llamada coloquialmente como  Ley de Conspiradores, que sustituyó la aprobada el 20 de febrero de 1828, cuando todavía Venezuela formaba parte de la República de Colombia. Una ley aprobada, para ser aplicada a los bolivarianos, propulsores de la Gran Colombia.  En ella  se establecía una gradación para la conspiradores según la clase de los actos perpetrados: “Art. 2° Son traidores o conspiradores de primera clase, y sufrirán la pena de muerte: 1° los que residiendo en el Estado de Venezuela tomen las armas voluntariamente para hacerle guerra a favor de sus enemigos, o por destruir o trastornar las bases del Gobierno establecido por su Constitución”; con  esto, se contaba con el instrumento de intimidación y persecución a los adeptos al proyecto bolivariano. Se lo aplican, pocos meses después, al héroe de San Lázaro, Comandante Pedro Alcázar, al coronel Miguel Vicente Cegarra, y al coronel Castañeda.

1830.                   El Libertador Simón Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830, en San Pedro Alejandrino, de la ciudad de Santa Marta, Colombia.

1831.                   El Congreso de la República, el 24 de marzo de 1831, elige al General José Antonio Páez, como Presidente de la refundada República de Venezuela.

1831.                   El general Urdaneta, trató de restablecer la unidad gran colombiana, pero fracasó y renunció a la presidencia, el 30 de abril de 1831.

1831.                   En  San Lázaro y Santiago del Burrero, Provincia de Trujillo, en Venezuela, en abril de 1831, un grupo de 200 campesinos voluntarios,  bajo el mando del Comandante Pedro Alcázar,  izando la bandera bolivariana, se levantó en armas, por el restablecimiento y  la reintegración de la Gran Colombia.

1831.                   A finales del mes de mayo, es capturado y enjuiciado el comandante Alcázar y un grupo de sus oficiales campesinos subalternos.

1831.                   El 19 de junio, es dictado indulto en favor de los Alzados en San Lázaro. El coronel Miguel Vicente Cegarra, también salvó su vida.

1831.                   El presidente Páez, el 24 de junio de 1831,  en Valle de la Pascua, logró un acuerdo con el principal caudillo de los sublevados de Oriente, el general José Tadeo Monagas, y éste se somete al imperio de la Ley.

 

5.-  Propósito de este articulo.

Adelantamos al comienzo, que con esta crónica,  nos mueve rescatar un hecho histórico excepcional, raro, casi desfasado con su época, tratado con profunda indiferencia por los historiadores y cronistas, pero totalmente  cargado de convicciones, buenas ideas y enseñanzas, las de nuestro constructor de utopías: Simón Bolívar.  Esto fue, en un momento en que la mayoría de los dirigentes políticos y militares venezolanos, rechazaron al Libertador, tanto físicamente, como a su gobierno, su ideario y uno de sus sueños magistrales: la consolidación del proyecto de la <<Colombeia>>. Bien merece este hecho ser mas investigado y asimismo, recordado, con una obra, placa o monumento, en honor al Comandante Pedro Alcázar y los bolivarianos desconocidos, que participaron. 

A la encumbrada  “ciudad letrada”  y los escritores de la historia regional, no les interesó registrar este episodio, sus protagonistas sin nombre, alpargatados y descamisados, humildes campesinos, no podían aparecer como desafiantes en lo que se consideró y difundió como el “apoyo total” de Trujillo a la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Este episodio, no podía comentarse en los libros de historia, había que silenciarlo, no convenía darle relevancia, porque los protagonistas, eran seres anónimos, no fueron miembros de la “godarria”.    

Al rescatar este hecho histórico,  estamos recordando que andando las primeras décadas del siglo XXI, a pesar de algunos esfuerzos fallidos, la obra de Bolívar continua inconclusa, el sueño libertario e integracionista latinoamericano esta aun pendiente, las ideas vigentes de éste, siguen a la orden de los pueblos, para que las conviertan en instrumento insuperable de lucha de liberación y soberanía.   

 La Puerta, junio  de 2020.

Omanrique761@gmail.com





 

 

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