sábado, 25 de noviembre de 2023

Los secretos del Templo San Pablo Apóstol de La Puerta (1ª. Parte).


Por Oswaldo Manrique (*)

En el tiempo de nuestras abuelas, al referirse a este lugar, se persignaban y decían “el Santo Templo”, otras, más involucradas en la religión lo señalaban como  “La Puerta del Perdón”; los indígenas lo llamarón “kachuta”, todos se referían al templo de Nuestro Señor San Pablo Apóstol de La Puerta. Una duda  nos planteaba el testimonio dado por Víctor Delgado “El Gordo Víctor”, en relación a quién diseñó el templo actual, si fue el arquitecto Graziano Gasparini o fue el Padre Ramón de Jesús Trejo, y si hubo diferencias de concepto cuando decidieron a comienzos de los años 60, dar los remates para concluirlo, lo que nos llevó a requerir el Libro de Anales y el de Fabrica de la Parroquia, resultando infructuosa la búsqueda. Recientemente, seleccionando viejas fotografías, la profesora Belkix Villegas, me facilitó varias, que sorpresiva e inmediatamente dieron respuesta a mis inquietudes sobre el modelo arquitectónico original ideado por el padre Trejo, para el templo. 

El templo de San Pablo Apóstol de La Puerta y el concepto arquitectónico religioso del padre Trejo.

La idea que guiaba al promotor y proyectista del nuevo templo, que lo fue expresando en la medida que avanzaba la construcción, hasta su  conclusión  a  finales de la década de los 50, resulta  muy interesante para la historia local. Su concepción arquitectónica,  estética y artística que como talentos aportó a la obra, además de su conocimiento de la realidad y valoración de la feligresía propia y extraña, su religiosidad, cultura, costumbres, el devocionario de las Sociedades y grupos carismáticos que hacen vida en la Parroquia, y la gente que acudía a esta  iglesia, y algo muy peculiar, la significativa incorporación al Templo de nichos especiales para dos expresiones y cultos populares, el de san Benito de Palermo, y el del recién declarado  Siervo de Dios Dr. José Gregorio Hernández,  que para finales de la década de los 40, apenas comenzaba su proceso canónico de beatificación. Todos estos elementos, configuran a mi juicio, una concepción arquitectónica y estética del recordado Padre Ramón de Jesús Trejo, basada en las nociones filosóficas catolicistas sobre estos temas, y con mayor acento, en la tradición Pablista, en la historia y en la misma realidad devota y sus circunstancias, para conceptuar su sueño: el aspirado nuevo Templo de Nuestro Señor San Pablo Apóstol de La Puerta, en el estado Trujillo.

Los detalles ocultos en el concepto arquitectónico religioso de Trejo y su obra el templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.

Edificada sobre un amplio terreno, donado por los indígenas Bomboyes, en el siglo XVIII, la construcción del templo actual, se inició según el testimonio de uno de sus trabajadores, en 1948 (Ver articulo Víctor Delgado “el Gordo Víctor”, en: lapuertaysuhistoria.blogspot.com), por iniciativa, y bajo la dirección del padre Ramón de Jesús Trejo, con recursos de la comunidad, en tiempos de una de las más crueles dictaduras, fue levantando esta edificación religiosa. Se descartan aportes de gobierno, toda vez, que el Padre participaba en la resistencia opositora y fue en un momento detenido.

Dicen que las imágenes hablan y aclaran más que mil palabras. Las que compartimos, corroboran que el templo actual de nuestra Parroquia, encierra dos concepciones arquitectónicas, dos esfuerzos distintos y dos épocas distintas de ejecución, una de mayor y largo esfuerzo y sacrificio, y otra de fácil y corto aliento. Cuando  fue iniciada la obra religiosa con la colaboración comunitaria y privada, se invierte muchos años en construirla, Trejo era demócrata y al llegar la dictadura en 1952, comenzó a tener obstáculos para continuarla, y otra de fácil aliento,  que contó con el presupuesto del gobierno nacional en 1963, cuando la obra estaba terminada, faltando acabados, remates y detalles decorativos, estaba en funcionamiento y se recibía misa y otros actos litúrgicos en ese recinto religioso. Las  fotografías que describen y testimonian el hermoso proyecto del recordado Padre Trejo, que acompañan este artículo, es una composición de 4 imágenes, con parte del simbolismo oculto del templo San Pablo Apóstol de La Puerta. 

Fotografía N° 1.- La fachada original trejiana.

En la fotografía se puede apreciar, la fachada tal cual como la concibió el Padre Trejo, mostrando en su diseño una correspondencia con las más antiguas fachadas mediterráneas, como la clasifican algunos especialistas en arquitectura renacentista, ejemplo como la que aún se conserva en La Asunción (1571), isla de Margarita, en el estado Nueva Esparta, joya desde donde se irradió la evangelización. Con columnas y vértice con especie de claraboya u ojo de buey en la parte alta y central; con escalera al frente, especie de protección en su entrada típica del arte renacentista, herencia colonial del siglo XVI, atemperada en estos fríos, con materiales de construcción aquí encontrados.

Se observa la regia, pero a la vez, sencilla  fachada religiosa, que le da un encanto a la vista. Su entrada, distinta a la actual, es de dos puertas rectangulares, asemeja las grandes y pequeñas casas de familia y fraternidades; se ingresaba desde los niveles de la calle, por normales escaleras, sin ostentosos escalones y barandas versallescos o afrancesados. En el frontis amplio y alto, un círculo espacioso de luz, asemejando al sol, diferente a lo que se percibe en el actual. Toda esta fachada del templo San Pablo Apóstol en su conjunto, representa arte y religiosidad, pero además, una definición arquitectónica.

De igual forma,  aparecen los nichos y vitrales como expresiones de la fe, uno de ellos dedicado a José Gregorio y otro al Negro San Benito, que son emblemáticos y de significado y culto popular. El padre Trejo quería solo tres vitrales, al mismo nivel, quizás porque merecían el mismo rango y sitial; también, para la mayor iluminación y calidez en su interior, totalmente diferente a la ubicación actual. Son detalles muy básicos, de belleza y sencillez en la ornamentación, que se deben destacar. Véase, la claraboya grande enmarcada en la parte alta de la fachada, estilo neogranadino, debajo del vértice, proyectada, para la entrada de los rayos de sol, la iluminación celeste, ese detalle fue eliminado.

         La torre campanario desde 1790, símbolo por más de 200 años del valle de La Puerta, la torre ideada y construida por el padre Pedro Santa Anna de Coronado, influencia del virreinato de Nueva Granada, torre única de varias plantas, con acceso por el templo, que culmina en forma de diamante, del antiguo templo y la misma del templo actual, se puede apreciar que en el concepto de Trejo, nada había qué rebajarle ni cambiarle, sin embargo, lo que quedó de la antigua, en la actual,  fue que agregaron una claraboya, que se había proyectado en la fachada, sustituyendo una de las ventanas. Trejo mantenía la idea que en la parte culminante siguiera con su punta de diamante, como símbolo del pueblo, y el arquitecto Gasparini la cambió a forma totalmente distinta a la que tenemos hoy, de media naranja o forma redonda. En líneas generales, se nota la diferencia de criterios entre la actual fachada voluptuosa del arquitecto Gasparini, y, la sencillez colonial andina, del padre Trejo. 

Esta fotografía fue tomada por Rafael Antonio Rivas, a  finales de los años 50 del siglo XX. Imagen cortesía  de la profesora Belkix Villegas.

Fotografía N° 2. Las bases estructurales del nuevo templo San Pablo Apóstol.

Se puede observar, la parte interior del templo en plena construcción. El espacioso centro litúrgico, recinto de oración y oficios divinos, consta de tres naves, divididas por anchas columnas de concreto y friso, la central, guiada por el altar principal, con doblez y entrada visible por la derecha y la izquierda a la Sacristía; es la de mayor amplitud y longitud, porque conecta con el presbiterio, a pesar de diferenciarse por los escalones para llegar a él.

El vecino y amigo Michel González Villegas, ha tenido la gentileza de colaborar con esta gráfica que corrobora nuestra hipótesis, con su rotulada fotografía de las Bases de la nueva iglesia.  González Villegas, explica que un amigo francés de su familia, de nombre Edmund, actualmente en Canadá, con el que intercambia fotografías, se la envió con el siguiente comentario: <<un italiano que sabía que tomaba fotos me pidió que le sacara una de él, trabajando. Aproveché de la oportunidad para sacar dos fotos más, hacia La Lagunita  y hacia El Molino>> (en digital); imágenes tomadas desde la Torre Campanario, el más antiguo símbolo de La Puerta (1.790), aún en pie y muda, una "mano bendita" la despojó hace pocos años, de sus campanas centenarias. En la grafica se puede detallar además, lo siguiente:

Los escalones corridos, para subir al presbiterio. Se observan 6 de las 12 columnas,  con base cuadrada, más altas que las laterales. La calidad de la construcción que se percibe a través de la gráfica, es de materiales propios para la obra, como ladrillos quemados y columnas de base cuadrada y sobre ellas vigas, de concreto.

En el lateral o nave izquierda, se observan dos escalones, vigas de carga del techo  más baja que la central.   En el lateral o nave derecha, se observa, semejando una especie de dos pequeñas capillas, una de ellas cerrada, donde hay un tanque. Montado en rústicos andamios, el contratista o albañil de la obra, presumiblemente el italiano Masó, al que se refiere “El Gordo Víctor” (artículo citado). Otro testimonio y  ejemplo de cómo se construyó con la mano de obra voluntaria, con niños y jóvenes de la comunidad, como lo recuerda Benito Rivas, cofundador del Comité Pro Defensa de La Puerta,  que, <<yo siendo niño trabajé allí, cargando en mi carrucha de madera, pacas de cemento>>. De igual manera explicó que, <<al llegar los materiales para la obra, por ejemplo los ladrillos, la arena, los vecinos colaboraban sobre todo los muchachos, los jóvenes y los menos jóvenes, me acuerdo que yo tenía una carrucha y en ella cargaba pacas de cemento cuando estaba en plena construcción, y como éramos niños pues ahí nos las arreglábamos, para llevarle a los obreros y a los maestros, los materiales>>, organización espontanea y comunitaria para el trabajo.

El “Gordo” Víctor expresó, que el maestro Masó el italiano, se notaba que conocía mucho de ingeniería y de construcción y se reunía con el padre Trejo que le hacía sugerencias y él las aplicaba técnicamente, algunos visitantes que llegaban al apreciar los trabajos hacían comentarios sobre lo grande y bonito que iba a ser el templo, quizás la ambiciosa obra impulsada con recursos solo aportados por la comunidad y los amigos del Cura,  únicamente se le podía ocurrir a un soñador o a un genio, pero lo que se puede decir, es que el padre Trejo, fue un hombre de mucha fe, de trabajo, de mucho esfuerzo, un sacerdote excepcional, hoy olvidado por la pesadez interesada de la pequeña oligarquía parroquial.

El aspecto que se observa en su totalidad, en la fotografía,  nos induce a pensar en una obra de aspiraciones y corte renacentista, pero igualmente, en esa observación y comparación se puede obtener, un concepto arquitectónico, como recinto religioso, de oración y de paz, formidable e incomparable, el que proyectó el padre Trejo, hombre culto, inclinado por las artes plásticas, fue quien descubrió e incentivó a Josefita Sulbarán nuestra extraordinaria pintora, a continuar con su vocación artística.

La fotografía N° 2, fue tomada por un joven francés de nombre Edmund, quien en los años 50 del siglo XX, vivió con su familia en La Lagunita. Imagen cortesía  del amigo Michel González Villegas.

Fotografía N° 3. Detalles de una fachada sencilla y maravillosa.


Ubicada en todo el frente de la vieja Plaza Bolívar, se observa un vehículo, el acceso al templo se cumple  directamente de la calle. No se observa escalinata ni barandas como la actual de concreto, permite a los concurrentes y transeúntes, mayor visibilidad hacia el templo.  El pórtico de entrada o puerta. a diferencia de la vieja Capilla de 1790, así como del templo actual, redonda y enmarcada, la de Trejo era rectangular, símbolo sencillo de la Casa de la Madre Iglesia, un pórtico sin ostentación, sin recuadro ni marco, característico de la sencillez y receptividad de las casas de nuestros pueblos rurales andinos. Esto sin duda forma parte de la elaboración conceptual arquitectónica de Trejo y tiene un importante significado para el catolicismo, representa el umbral del templo, como punto de transición entre lo que se considera el mundo profano o exterior, y lo que es el campo sagrado o casa de salvación y de acogida. 

Podemos observar en la fotografía, lo largo, sencillo, alto y ancho frontis, que representa una gran riqueza simbólica, asimismo, se puede advertir las dos largas, delgadas y paralelas columnatas, directas a sus capiteles, y al vértice, de buen realce, con igual perfil y destacado relieve en la fachada, dando un sutil toque de majestuosidad romana, junto a su gran significado espiritual católico, con una gran claraboya de luz estilo neogranadina. La fachada actual, se observa, columna sobre columna, con un frontón tipo vértice sobre bajado. El abnegado Padre, integró los vitrales tipo ventana, correspondiendo a la puerta, en el estilo habitual de cualquier casa de familia andina. 

En la fachada que se observa en la gráfica, se nota una importante diferencia en cuanto al concepto arquitectónico entre el sentido sencillo, familiar, sin ostentaciones, de acceso abierto y directo que le dio Trejo al templo, y el que finalmente le dio el arquitecto Graciano Gasparini, ejecutado por el constructor Giacomo Spera. 

         Esta fotografía fue tomada por Rafael Antonio Rivas, a  comienbzos de los años 60 del siglo XX. La niña sentada en la plaza, es la hoy profesora Belkix Villegas. Imagen cortesía de esta profesora. 

La concepción arquitectónica y estética del padre Trejo, seguramente discutida con el maestro Mazeud y el maestro y artista de vitrales Salvatore, se guía por ese tipo de arquitectura colonial religiosa mediterránea, por lo que estaríamos ante un concepto de templo con algunos visos catedralicios, con planta rectangular, tres naves diferenciadas por arcos y hermosas  columnatas; dos puertas rectangulares de madera. 

La obra contaba con el beneplácito del Obispado de Mérida, del cual Trujillo era sufragánea, y el padre Ramón de Jesus Trejo, miembro de su Curia. Avanzada la obra, el 4 de junio de 1957, el Papa Pio XII, crea la Diócesis de Trujillo, designando como Primer Obispo al sacerdote tachirense Monseñor Antonio Ignacio Camargo, quien falleció en diciembre de 1961, y lo sustituye Monseñor José León Rojas Chaparro.

El padre Trejo, por falta de recursos económicos, suspende la fase de acabados y remates de los trabajos, y asi, con la estructura en obra limpia, cuerpo, paredes, mobiliario, imágenes y techo, logra ponerla en uso para los actos litúrgicos (Burelli, Miguel.  Discurso de inauguración. 1965). El señor Víctor Delgado “Gordo Víctor”, quien trabajó en esta obra, al ser entrevistado recordó que la obra se paralizó por un tiempo a mediados de los años 50, con los vitrales ya hechos y fijados en la fachada, faltando muy poco para terminar la edificación, por falta de recursos y también de material, porque el Padre era hostigado por la dictadura imperante, y viendo los vecinos lo bien que trabajaban estos maestros italianos, los contrataron y se fueron con sus obreros a construir la casa del señor Marco Tulio Viloria. En enero de 1964, fue creada por Monseñor José León Rojas, Obispo de Trujillo,  la Parroquia eclesiástica San Pablo, en La Puerta, siendo su primer párroco, el padre Mario Castillejo (Abreu Burelli, Alirio.179).

Fotografía N° 4. El templo actual de San Pablo Apóstol de La Puerta.

En la gráfica, se puede apreciar parte de las características contrastantes del templo actual, inaugurado en 1965, templo de  fachada majestuosa, por su amplitud, altura y anchura. El diseño interior del templo actual, está conformado por tres naves. En las tres, hay amplios asientos o bancas de madera con sus respectivos reclinatorios, la central tiene doble cantidad de asientos. Presbiterio amplio, así como el altar. Elevadas paredes, donde se ubican las imágenes de los santos, detrás está la sacristía.


Esta fotografía N° 4, fue tomada por el autor de esta nota, en 2018. 

Para Trejo hombre detallista, de fina estética, culto en cuestiones artísticas y de belleza, cada uno de los elementos y espacios del templo, tenían una razón, un significado y en su conjunto, le dan la vida a esta hermosa obra para la oración y la religiosidad; por eso, hacemos una aproximación en el estudio y comprensión de esos detalles, en el contexto del proyecto original que lo guiaba, que expresa una concepción hermosa y diferente a la que resultó de la remodelación final y actual. Dicho de otra forma, la diferencia entre el concepto arquitectónico de un hombre de la Iglesia, y el de una persona de la Academia. Belleza o funcionalidad, eso es un tema interesante. 

Sirva esta primera nota, reveladora de algunos de sus secretos constructivos y de diseño originales, como aporte a la historia de este espacio católico de oración, patrimonio cultural religioso de la comunidad de La Puerta.  

(*) Portador Patrimonial Cultural e Histórico de La Puerta

La Puerta, noviembre 2023.

omanrique@gmail.com

 

sábado, 18 de noviembre de 2023

Don Octavio Montilla, el padrino de aguas.

 

Don Octavio Montilla, el padrino de aguas.

 

Por Oswaldo Manrique (*)

 

Se escucha de la inveterada superstición popular, que es de mal agüero que el "padrino de aguas" titubee al momento de pronunciar las palabras del bautizo. Es muy delicada, seria y formal la ceremonia del  "bautizo de aguas" o "echar aguas" o el pre bautizo, a pesar que los "vasitos de cartón", dicen que se disfrutan bastante esas "aguas". A Don Octavio, nada le hizo tambalear la voz y menos, su firmeza. 

Aquel rito, que sin la solemnidades eclesiásticas sea en la casa del "Padrino de Aguas" o en la casa misma del recién nacido, en el que se le echa agua bendita en la cabeza y se le hace una cruz en la frente con un poquito de sal y se le hace un rezo, es lo que se denomina “echar el agua” al niño o niña. Esto antiguamente lo hacían las parteras después del alumbramiento, ante la poca curia, para atender estas situaciones. 

En los pueblos andinos, existen vecinos preparados para estos bautizos, convirtiéndose así en Padrino del recién nacido. En La Puerta, el más reconocido y respetado fue don Octavio Montilla Valladares, que  cuando salía a la calle, muchos de los que lo encontraban, le pedían la bendición arrodillados y otros, lo saludaban como compadre. Al bautizarlo de esta forma el Padrino daba fe que ese niño, protagonista de ese rito, pertenecía a la religión cristiana católica, de ahí esa especial consideración y respeto de los "ahijados" con su "Padrino", como personaje espiritual en la comunidad.

También ocurría cuando un niño estaba enfermo o se sospechaba que tenía eso que llaman "mal de ojo", que forma parte de las creencias populares, podía hacerse también el rito de echarle "agua bendita", se le administraba agua de la pila bautismal, de hecho era considerada una especie de antídoto contra el mal. 

 

Don Octavio Montilla Valladares, nació en "El Lamedero", cerca de las Mesitas de Niquitao, Boconó. Murió en 1998, en La Puerta, a la edad de 85 años. Don Octavio era hijo de Lorenza Valladares, natural de Las Mesitas y su papá fue el señor Diego Montilla, agricultor. En una época difícil, la familia se trasladó a vivir a <<La Quebrada, primeramente, y luego se vinieron a La Puerta, aquí donde hoy se mantiene la casa materna, en la avenida Bolívar con calle 3>> (Conversación con Carlos Quintero. La Puerta. 17 agosto 2023). Don Octavio Montilla es abuelo del vecino Carlos Quintero, quien nos dio esta información. Carlos, nació en 1955, su padre es Ciro Quintero.

La hija de Octavio, Odila Montilla Quintero, fue la que crió a Carlos; éste cuenta que su papá  Ciro tenía muy buena relación con Octavio, no obstante Ciro se fue a los 16 años de su casa y se fue a trabajar por más de 30 años en la empresa Vincler, donde era operador de máquina, luego fue encargado de una finca.

 

¿Cómo era Don Octavio Montilla?

 

Hay un punto muy interesante y es que don Octavio no sabía leer ni escribir; esto lo comentó su nieto Carlos así:<<qué cosa, pero era un hombre muy elegante en el hablar, usaba los bigotes así como cuando Juan Vicente Gómez, era de piel blanca, tenía los ojos azules, un hombre delicado, no le gustaban los juegos ni las chanzas>>,  esta pequeña descripción de los rasgos, nos da idea de cómo era don Octavio.

Acerca de la manera de ser del abuelo, Carlos nos relata una anécdota que vivió él, dijo: <<Un día se me ocurre chancearme con él y le digo: - Epa mi llave, tal cosa. Mi abuelo inmediatamente dejó lo que estaba haciendo y me contestó: - Mire ni soy llave ni soy candado, ni para usted ni para nadie>>; primera y última vez que se jugó con su abuelo. 

Recuerda Carlos, una anécdota que ocurrió <<en una fiesta del 31 de diciembre, yo tenía como 8 años, aquí en la casa materna en la avenida Bolívar, llegué como a las 7 de la noche y estaba mi abuelo sentado con un machete, al verlo le preguntó: - Abuelo ¿Qué hace con ese machete? y me respondió: - Para cuidar la fiesta. Así era como se hacía antes, es decir, la gente se hacía respetar, andando armado, hasta en las fiestas>> (Conversación citada); el respeto infundido con machete. 

 

 Su formación de rezandero en "El Lamedero".

 

Se formó rezandero porque su mamá era muy religiosa, en "El Lamedero", lo había aprendido de ella, en aquellos tiempos, las parteras de pueblo, echaban aguas a los recién nacidos.  Don Octavio viene poniendo aguas benditas desde el año 65, recuerda Carlos Quintero que el rito era que,  <<el muchacho se lo llevaban los padres y algunos padrinos, y él les hacía la cruz con sal en la frente del niño, luego le echaba agua bendita en la cabeza. Los compadres lo invitaban al almuerzo, que se acostumbra, él no bebía, no tomaba bebidas alcohólicas, si fumaba pero no tomaba bebidas alcohólicas>>. Los muchachos se los llevaban a la casa para que los bautizara allá.

Siempre estaba preparado, <<el agua bendita la sacaba de las que bendecían en Semana Santa, entonces él con esa agua la guardaba y apadrinaba a los muchachos, le hacía su Cruz con sal, era muy apreciado por la gente>> (Conversación citada). No hay bautizo, sin agua bendita.

 

¿Han calculado cuántos ahijados dejó Don Octavio?

 

Acerca de la cifra de bautizados, Quintero refiere,  <<muchos, de acuerdo a sus propias palabras, mi abuelo decía que tenía 1.200 ahijados.  Hasta llegó a decir que tenía 1.200 compadres y 1.200 comadres. Hay gente actualmente que tiene entre 25 y los 70 años, que son ahijados de él>>, con toda seguridad que existen de varias generaciones.

Uno de sus ahijados es Michell González Villegas, hijo de la profesora Belkix Villegas, quien nos comentó la imagen que acompañamos, correspondiente a la echada de aguas en 1988, en la misma se observa de izquierda a derecha, a Lorena de Maracaibo, sobrina política de Benito Rivas, a su lado, la profesora Emilia Briceño, Benilé Rivas quien tiene al recién nacido en los brazos, son las tres madrinas de agua, y don Octavio Montilla, padrino de aguas, quien le colocó el agua bendita y estaba autorizado por la Iglesia.    


Don Octavio entre el oficio del padre de Jesucristo, carpintero, lutier y el ser agricultor.

Le preguntamos  ¿cuándo llegó Don Octavio a la Puerta?  Carlos fácilmente recordó: <<Él se vino cuando ya tenía los 19 años de edad, a La Puerta. Trabajaba la agricultura y trabajaba la madera,  la agricultura era la que le daba para mantener a la familia, porque le ocurrió que lograron agua y siguió sembrando en El Lamedero, ese fue su oficio agricultor, y su entretenimiento era trabajar la madera. Se había amañado en La Puerta>>.

Entre lo que recuerda de sus abuelos, están las madrugadas, porque su abuelo  <<sembraba las tierras de él en “El Lamedero” y mi abuela le preparaba la comida a los peones, él se la llevaba, eran rumas de arepas de maíz, tipo rueda de camión, y le preparaba ollas de caraotas, cuajada, bueno, eso era para toda la semana, él se quedaba allá toda la semana>>; eran tiempos difíciles.

¿Dónde aprendió lo de carpintero y dónde sacaba la madera, tuvo algún problema para sacarla? <<Él aprendió a trabajar la madera, ayudando y viendo a los carpinteros de la época. No en esos tiempos no había problema pues él la sacaba de su propia tierra, allá en “El Lamedero”>>.

Le preguntamos ¿Qué cosas elaboraba Don Octavio en el taller de carpintería?

Su nieto recuerda que <<Él comenzó haciendo mesas, sillas, y después se puso a hacer bateas de madera pulida, para batir la masa de harina, se entretenía, hacía también urnas para la gente del campo. Recogía la madera allá en El Lamedero, de las tierras de él>;  muebles y cosas útiles, para un pueblo rural.

Don Octavio no fue vendedor de baratijas traída de otros países, era un artesano criollo de los pioneros de la Puerta, igualmente elaboraba,  <<instrumentos musicales, hacía cuatro, arpas, mandolina y las cuerdas las ponían los amigos que sabían tocar, se las afinaban, piezas únicas de madera, trabajaba detalladamente>> (Conversación citada); dejaba la armonía y entonación a quienes conocían de esto.

 

Anécdotas en el taller de carpintería. 

 

Hay una anécdota de Don Luis Ignacio Araujo, hombre de mucho dinero, de los más ricos del pueblo, amigo de Don Octavio. <<en una ocasión se murió un angelito, y fue a buscar a mi abuelo a la carpintería, la tenía en la casa y pregunta por él, le responde Angélica: - está en el patio, por ahí está. y llegó a donde Octavio y le dijo cómo está Don Octavio,  y seguido le dijo: - aquí le traigo estas cuatro tablas para que me haga una urnita. Mi abuelo vio la tabla y le dijo: - Luis Ignacio pero eso no alcanza para hacer la urnita. Y este, le respondió: - no importa Octavio, no importa que le queden los bracitos afuera, con tal que le haga el cajoncito>> (Conversación citada). Sin palabras. 

 

Amigo de sus amigos. El Dominó, Gallero y Cantor.

A la interrogante de quienes eran los amigos de Don Octavio, los de mayor confianza, dijo: <<Sus amigos cercanos fueron Esteban Quintero, quien vivía por allá frente a la Escuela de Música, Juan de Dios Briceño, que vivía frente a Benito Sánchez, Dolores Briceño, que vivía arriba de los Carrasquero, Amadeo Rivas y Benito Sánchez. Fue un empedernido jugador de dominó, jugaba partidas hasta las 2 de la mañana, al frente de Benito Sánchez, donde había una bodega y el mostrador se había convertido en la mesa de jugar dominó, ahí estaban Dolores, Esteban, Juan de Dios y mi abuelo Octavio>>; vecinos cercanos y amigos.

Otra de sus facetas fue lo de gallero, relato Quintero que, su abuelo <<criaba sus gallos>>; y recordó una anécdota  en la que siendo muy pequeño, estando al frente de su casa el negocio de Gil Combita, <<me mandó a comprar un real de maíz, que era un kilo, y estando en el negocio, en lugar de  pagarle al señor Gil, le dije: -mire señor Gil, que por favor le anote ese kilo de maíz a mi abuelo, y me lleve el maíz. Resulta que un día se encuentran mi abuelo y Gil Combita, y este  le dijo: -señor Octavio me debe por ahí un kilo de maíz que el nieto suyo me dijo que se lo mandara fiado. Al llegar a la casa, inmediatamente, agarró una toalla y me dio una paliza por mentiroso>> (Conversación citada).  Se le acabaron las vivezas. Además de carpintero, y artesano de instrumentos musicales, le gustaba cantar en paraduras de niño.

Situaciones inexplicables.

 

De su memoria, Carlos Quintero, nos narra otra anécdota. En una oportunidad estuvo su abuelo hospitalizado en la clínica Rafael Rangel, lo estaba atendiendo el doctor Johncker, medico muy respetado y conocido como buen profesional en la ciudad,  y llegó un momento que el doctor lo dio como desahuciado, sin esperanzas de vida. Uno de esos días, luego de la visita, en el pasillo de la clínica, <<ya nos íbamos un primo y yo, cuando veo que aparece la figura de un pequeño hombrecito, bien vestido con flux negro, corbata, un sombrero, con los brazos y manos atrás como si fuese caminando hacia delante y emocionado grito: - ese es el Dr. José Gregorio Hernández,  un doctor igual a la imagen del médico de los pobres>>. Creencias populares.

Al día siguiente después de comentar esto, el doctor Johncker, le había mandado hacer una placa al abuelo, <<cuando fueron a buscar la placa que le hicieron a mi abuelo, pudieron ver la imagen de una silueta sobre la placa de radiología que fue asociada con la figura del doctor José Gregorio Hernández, y le dijo el doctor Johncker: - Carlos su abuelo tiene un 60% de alentado, estoy sorprendido, no sé cómo ocurrió esto>>; y ya le habían dado un mes de de vida. Seguido,  <<Le dijimos al Dr. Johncker, de que esto parecía obra de Dios y José Gregorio, pero no supo darme explicación>> (Conversación citada). Esto le había ocurrido a Octavio, por haber tenido un accidente con un cable de electricidad, él estaba poniendo unas tejas en una de las casas del Hotel Guadalupe, porque Octavio le metía la albañilería. Increíble y sorprendente.

 

Curiosidades espirituales de sus últimos tiempos.

 

Don Octavio era muy respetuoso y cumplidor con sus obligaciones religiosas, además,  devoto de la Virgen del Carmen e iba todos los domingos a la misa. Nos relató el mismo nieto, que <<la esposa de Don Octavio, era Angélica de Montilla, ella murió en 1998, mi abuela, a los 83 años de edad, aquí en La Puerta>> (Conversación citada). Formaron un apreciado matrimonio. En edad avanzada, comenzó a sufrir de mal de alzheimer. En ese año, <<enfermaron los dos, él y su esposa, y él no supo cuándo murió la esposa. Él murió en las manos mías, y  le digo una cosa, en el momento en que murió tenía los ojos fijos y  viendo a lo alto y dijo: ¡Ah, Virgencita del Carmen!>> (Conversación citada), ahí comenzó su viaje a la otredad. 

Al vecino Carlos Quintero, nuestro agradecimiento por toda la valiosa información que nos dio relacionada con este interesante personaje, fuente y ejemplo de espiritualidad de nuestra memoria histórica local. 

La Puerta, noviembre de 2023.

omanrique@gmail.com

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

sábado, 11 de noviembre de 2023

Rafael Villarreal, de la papa paramera a la piladora, 1940.

Rafael Villarreal, de la papa paramera a la piladora, 1940.

Por Oswaldo Manrique (*)


A diferencia de lo que algunos piensan, la gente de los lugares del Bomboy, valle y páramos, como parte de su modo de vida y cultura, estuvo marcada por el cultivo predominante de la papa y además, por el maíz, es decir, de doble rubro. Los aborígenes de las zonas altas, proporcionaban el excedente de la papa producida a los de la zonas bajas, y a la inversa, estos, el maíz a los de las zonas frías, complementando así, la alimentación con otros rubros vegetales y cárnicos. El trueque funcionaba en ese modo económico ancestral colectivista. 

Para comienzos del siglo XX, el comercio en Valera pasaba por sus peores momentos, reflejo de la crítica situación económica del país, e inclusive del mundo entero,  y en La Puerta, pueblo aislado, prácticamente era nulo, inexistente; sin embargo, los agricultores no dejaron de trabajar y producir alimentos en esas circunstancias.

Con mucha lentitud y temor, se promovía la construcción urbana y el neopoblamiento, en lo que eran las tierras del Resguardo Indígena de La Puerta, hoy área urbana, luego que, fueron desalojados los Bomboyes. A finales de los años 30,  se establecieron los primeros comerciantes, osados y atrevidos personajes que apostaron por el comercio en esta localidad. Así, llegó al pueblo, un señor de nombre Rafael Villarreal, que le vio ventajas al sitio, y decidió darle empuje al comercio y por ende, contribuyó con la producción agrícola de nuestro Páramo.

Tomando en consideración que los hacendados con las tierras de la parte baja del Valle, producían y comercializaban la caña de azúcar y el trigo, él puso su mira y futuro, en la papa que se sembraba desde tiempos inmemoriales en el Páramo, trazándose en sus planes incentivar su cultivo tomar la mayor producción para su colocación en el mercado, a través del transporte rápido y conveniente hasta las ciudades.  

Uno de los mejores conocedores de la obra de Rafael Villarreal, es Pablo el popular “Pablito”, hijo de Francisco Villarreal "Mano Chico", quien le compró a Rafael (tienen el mismo apellido pero no son parientes), la casa donde éste montó su local comercial y expendio de hortalizas. 

Rafael y su hermano Urbano Villarreal, provenían de Valeralta, fue aquel un comerciante muy próspero y acaudalado; Pablo nos relató que:   <<construyó la casa de cuatro puertas, frente a la Prefectura de La Puerta en la avenida Páez, allí inició sus negocios; le fue tan bien, que a pocos metros, pasando el río Bomboy, estableció un centro de acopio. Tenía la ventaja que le compraba las cosechas completas de papa, a los agricultores del Páramo>> (Conversación con Pablo Villarreal); un punto del área urbana de La Puerta, y en conexión con el camino real hacia el Páramo de los Torres.

El apreciado foto cronista  Antonio Lino Rivero, por su parte agrega que,  <<Rafael Villarreal tenía un hermano de nombre Elbano. Yo lo conocí y era el suegro de Gil Combita, que tenía un negocio cerca de la casa de Laura Sulbarán en la avenida Bolívar con Calle 3>>, el famoso centro familiar "Tropical". 

Otro de los que conocieron y trataron al personaje, el amigo Benito Rivas, cofundador del Comité Pro Defensa de La Puerta, nos dice: <<El señor Rafael Villarreal era mi padrino. Estaba casado con Filomena de Villarreal. Tuvieron cuatro hijos, Benito e Isidro, y dos hembras, no me acuerdo los nombres>> (Conversación con Benito Rivas), una de ellas, de nombre Carmen Villarreal. Vivía en El Cucharito.

Se acuerda Pablo Villarreal que, Rafael, como comerciante, que se iniciaba en el pueblo,  <<Era un hombre además de atento, muy habilidoso. Cuando bajaba algún agricultor o alguno a negociarle la papa, él le decía: - Vaya donde Don Carmen, y se toma un cuello largo de sanjonero; y le daba el dinero para que lo pagara. Este brindis, era una buena señal para el que le llevaba la carga, porque seguiría negociando cosechas con él, como si fuera una especie de compromiso ético>> (Conversación citada);  Don Carmen, tenía su negocio de víveres al frente del local de Villarreal, y vendía con exclusividad y reservadamente  el miche que sacaba Concio Rivas, en uno de los zanjones del Páramo. 

Antonio Lino Rivero, nos amplia su testimonio en la forma siguiente: <<Yo estaba muy joven y estudiaba en el grupo escolar José Luis Faure Sabaut, cuando conocí al Sr Rafael Villarreal y conversé con él muchas veces, era el dueño de la casa donde funciona el negocio de Pablito, pero el negocio principal era un Centro de Acopio que tenía al pasar el río Momboy, donde comenzaba el camino real con destino al Páramo Los Torres, en ese lugar tenía una casa tipo andino y un terreno bastante amplio, donde llegaban los agricultores del Páramo a venderle sus cargas de papa >> (Rivero). Este centro de acopio, rápidamente se convirtió en el núcleo del comercio y de la economía de esta comarca.

Sobre el comportamiento de este comerciante, Antonio Lino, señala: <<Rafael era un comerciante que se portaba muy bien con sus proveedores de papá y a veces los ayudaba económicamente, pues los agricultores que no eran dueños de la parcela donde sembraban apenas ganaban uno o dos bolívares diarios y otros eran medianeros>> (Rivero). A algunos pequeños agricultores, les financiaba insumos, con tal que produjeran papas, que era el rubro al que se dedicaba.

Para que no quede duda, Antonio Lino, agregó: <<Era un señor muy respetado y gran colaborador con la comunidad. Lo conocí y lo traté muchas veces, porque él tenía el centro de acopio apenas a 40 metros de la propiedad de mi papá>> (Rivero). El padre de Antonio Lino, es el recordado maestro y poeta de La Puerta, don Martin Rivero.

Los inicios del comercio puertense, en su fomento, credibilidad y estabilidad, estuvo sujeto al espontaneismo, intuición y observación, casi que a la suerte, debido al vic vac de los caudillos, al aislamiento del Municipio y a la misma crisis económica de ese tiempo. Sin embargo, tienen mérito los que lograron sortear los altibajos y sostenerse económicamente en ese duro mercado y dependiendo de una maltrecha agricultura. A Don Rafael Villarreal,  como pionero del comercio en La Puerta, le tocó ayudar y fortalecer esa agricultura, contando con otros sujetos principales, como lo son los productores.  Entre ellos,  un señor de nombre Mario Paredes que vivía en el Páramo de los Torres (Paramo de La Puerta); era el hombre más rico de ese lugar y era el que sembraba papá en grandes cantidades y tenía dos arreos de mulas para trasladar la papa desde el Páramo hasta el centro de acopio de Rafael Villarreal, según el estimado conocedor Antonio Lino Rivero, <<un arreo de mulas son ocho y el macho que las guía. En esa época una carga de papá de 92 kilogramos la vendían en 80 Bs. aproximadamente, los agricultores dejaban sus mulas en el centro de acopio y Rafael se encargaba de su carga con dos ayudantes que tenía, eso era como llegar a una feria de hortalizas, tenía mucho movimiento y el era muy correcto cuando le pagaba a los agricultores algunos se marchaban al pueblo a tomarse sus palitos de miche y después regresaban a sus casas>>. Estableció con el tiempo, relaciones sociales de producción, casi sincronizadas y convenidas económicamente.

La antigua y vernácula casa de las 4 puertas.

Una de las más vetustas casas cercanas a la plaza Bolívar de La Puerta, es la que está en el lindero Norte de la Prefectura. Se calcula que pudiese tener más de 80 años de construida, incluida la sala o local comercial y su estantería, que es de sólida madera.

De paredes de gruesos tapiales, aún conserva su estilo arquitectónico y construcción andinos.  Su fachada este o frente, da con la calle Páez, por el oeste, con el río Bomboy, y se pueden ver los dos cementerios y el sector Pueblo Nuevo, en la carretera trasandina.

Según Villarreal, << la madera de las puertas, la llevó Concio Rivas "el Cantor de las Siete Lagunas" que era aserrador y la sacó del "Riñón del Páramo">>; este, también construyó el muro de concreto que sostiene y protege dicha casa, en la bajada del río; quizás una de las pocas casas antiguas que existen en La Puerta; ahí vivió Rafael Villarreal con su esposa e hijos.

Recuerda  Benito Rivas, cuya casa de habitación está a pocos metros, que la casa de las 4 puertas y <<la parte de abajo, especie de sótano era como un depósito, donde llegaba gran parte de la producción de papa y hortalizas del Páramo>> (Rivas). Según Villarreal, fue construida en los años 40, al parecer fue propiedad del padre Verde. Existe una fotografía de ese tiempo, donde se puede observar que no existía el Edificio Municipal, hoy de la Prefectura. 

La novedosa piladora del Cucharito, en 1940.

 Pasado el tiempo, varios hacendados, se introdujeron a comercializar la papa. Rafael con mucho dinero,  <<compró un terreno en El Cucharito, se mudó y allí montó una piladora, que mientras él estuvo al frente, fue un negocio próspero. Con el tiempo, la administración que puso no fue la idónea>> (Villarreal)con ganas de expandirse en el mundo comercial. 

Cuando escogió El Cucharito,  como sitio de la piladora, lo hace contando con la facilidad de acceso para distribuir el producto procesado en Valera, y la facilidad del acopio, de las cargas y sacos de maíz de los agricultores del valle y otras zonas. Esto le permitió, colocar el maíz, en el primer Mercado Municipal de Valera, que fue inaugurado en 1940, ubicado entre Calle 12 y avenida Bolívar, lo que ayudó a consolidar el comercio de mayoristas, por lo que Villarreal, podía colocar la totalidad de su producción de maíz trillado; mientras que el salvado de maíz, lo vendía para la alimentación de animales.

Reconoce la historiografía que, las piladoras iniciales eran impulsadas por tracción animal, las  mecánicas de maíz fueron para comienzos de la década de los 40, las primeras máquinas metálicas utilizadas en el procesamiento del maíz, es decir, transformándolo para el fácil consumo de la gente,  convirtiéndose en una  pequeña industria importante y de gran demanda. Esto, fue lo que estableció Rafael Villarreal, en El Cucharito, y estuvo activa la empresa por muchos años, aun después de muerto su fundador.

Villarreal no escatimó en invertir para instalar la maquina adecuada, igualmente, el personal necesario y poder ofrecer un eficiente suministro de calidad y cantidad a diario; asi fue obteniendo la preferencia de los negocios y familias de Valera y otros sitios.  Pablo Villarreal, al final de su relato, señaló que Rafael Villarreal, a pesar de que le fue muy bien económicamente, <<mientras él estuvo al frente, fue un negocio próspero. Con el tiempo, la administración que puso no fue la idónea, y en un momento de gran decepción, tomó una infausta determinación y acabó con su vida, en 1998>> (Villarreal). Al parecer, estaba en edad avanzada y no lo podía atender..

 Sobre esta terrible decepción al punto que acabó con su vida,  Antonio Lino, expuso su versión: <<Rafael Villarreal tenía muchos años de haberse mudado al sector El Cucharito, cerca de Carmania vía a Valera. Lamentablemente a causa de un problema familiar se quitó la vida>>.  Sobre los últimos tiempos de Rafael Villarreal, Benito Rivas, su ahijado,  nos explica: <<Mi padrino Rafael, era un hombre muy correcto en sus cosas. Cuando se mudó a El Cucharito, y puso la piladora progresó mucho y era respetado en todo el comercio de Valera. Pero como la buenaventura no es perfecta, un hijo siguió malos pasos, y lo decepcionó, a tal punto que cayó en una radical crisis depresiva>> (Rivas). 

 Anécdota.

Tenía verduras y frutas a la vista. Se acordó Benito Rivas, ahijado y vecino de Rafael Villarreal que <<En una oportunidad, yo niño, pasé al negocio de mi padrino, me llamó la atención un racimal de cambures maduros. Yo tenía miedo y a la vez, ganas de comerme un cambur. Tenía pena de pedirle. Me decidí y en un descuido agarré y me comí uno. Después anduve yo con esa carga en mi conciencia, porque le había robado un cambur a mi padrino Rafael. Hasta que llegaron las confirmaciones y le confesé al Cura, lo que había hecho en el negocio de mi padrino y me liberó de ese peso en mi conciencia>>, una familia muy cristiana. 

Rafael Villarreal, fue una de las personas de gran utilidad para La Puerta, en los comienzos constructivos del área urbana, no solo como pionero del poblamiento, sino por haber sido un comerciante que no hizo daño a nadie, impulsor de la siembra intensiva de papa paramera y su comercialización, la comarca lo consideró un hombre probo, por eso merece estar inscrito como un personaje importante, en los anales históricos de nuestra Parroquia.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, octubre de 2023.

Omanrique761@gmail.com

sábado, 4 de noviembre de 2023

La Puerta en la fotografía de Rafael Rivas, Estampas tradicionales, 1950 (3a. Parte).


Por Oswaldo Manrique (*).


          Estampas  tradicionales de La Puerta en el lente de Rafael Rivas.

En las dos entregas anteriores he venido afirmando el aporte interesante de la fotografía de Rafael Antonio Rivas, como expresión artística y para los estudios de la historia social, religiosa y cotidiana de La Puerta. Hemos visto en publicaciones anteriores, imágenes que muestran cómo era el estado del patrimonio de edificaciones civiles y religiosas del área urbana, con hermosos paisajes. En la segunda entrega, pudimos compartir y ver los rostros de personajes andinos, introduciéndonos en la década de los 50, 60 y 70 del siglo XX, que nos dan idea de algunas características fenotípicas, mentalidades y socioculturales, sus protagonistas, poses, indumentaria. Hoy, les comentamos otra veta de análisis, con imágenes de estampas puertenses, festividades populares y religiosas tradicionales, que de forma agradable percibimos a través de la lectura de la imagen que de ese pasado nos dejó el fotógrafo aficionado Rafael Antonio Rivas, recuerdos fidedignos, directos y sencillos plasmados en sus imágenes.



La imagen, tiene enorme importancia como discurso visual, porque contribuye a la descolonización de la historia local, y a fijar en forma gráfica una ineludible información con elementos y datos esenciales para la reconstrucción histórica de nuestro mediato e inmediato pasado. En la composición de imágenes que aquí acompañamos, se puede abordar como lo enseñan los especialistas, entre ellos la investigadora Rebeca Monroy Nasr, ver desde los márgenes de su contenido hacia el exterior, y a la vez, ver desde las márgenes de su continente hacia el interior, que sería la forma de apreciación de la imagen desde ángulos más perspicaces, entre ellos, la diacronía y la sincronía, más ricos en información  (Monroy Nasr, Rebeca. El sabor de la imagen: tres reflexiones. UAM. México. 1994). De tal manera que la fotografía, adminiculada a otras fuentes, se ha convertido en medio y fuente de información histórica, a la par de servir como ventana de esos hechos y personajes del pasado.

Rafael Antonio Rivas, sin duda, fotografió parte del gentilicio puertense, lo rural, lo autentico andino en las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo XX, testimonio que hoy podemos compartir, y que nos llena de orgullo y satisfacción espiritual.

En el marco de la conmemoración de los 28 años del fallecimiento de nuestro olvidado Rafael Antonio Rivas, hemos programado a través de este blog de historia, publicar una muestra fotográfica titulada: “Rafael Rivas, un virtuoso de la fotografía”, comenzando con “El Patrimonio Urbano de La Puerta, en la fotografía de Rafael Rivas”, la segunda entrega, con “Los rostros cercanos de su época, en la fotografía de Rafael Rivas”, ambas han sido publicadas en este Diario,  y esta tercera entrega, con “Estampas y costumbres de La Puerta, en la fotografía de Rafael Rivas”. La muestra reúne un conjunto de 30 imágenes seleccionadas entre centenares de fotografías, que fueron conservadas por Benito Rivas, hermano de Rafael Rivas, y la profesora Belkix Villegas, quienes tuvieron la generosidad de permitirnos verlas y digitalizarlas, con el fin de dar a  conocer el extraordinario y desconocido patrimonio fotográfico, dejado por Rafael Rivas, que obviamente, sirve de fuente o recurso para los futuros investigadores de la historia de La Puerta.  

Rafael Antonio Rivas. Fotógrafo aficionado, quien dejó un registro de imágenes sobre La Puerta de mediados del siglo XX.   4465. Carpeta 25


          Nuestra Crónica:

Estampas y  costumbres andinas de La Puerta,  en la cámara de Rafael Antonio Rivas.  

La festividad popular y religiosa de La Puerta, forman parte de la vida y del reencuentro de nuestras familias. Rafael Antonio Rivas retrató las más populares y religiosas estampas y celebraciones tradicionales de la comunidad de La Puerta, durante las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo XX.

Le gustaba retratar las costumbres, celebraciones y actividades típicas andinas de su terruño, es decir, sus tradiciones respetadas y cumplidas casi en forma religiosa por los habitantes de esta parroquia.

Comprendiendo que la imagen puede captar todo lo que se observa en el mundo, las imágenes fotográficas de Rivas, se fijan mayormente en el quehacer cotidiano familiar y vecinal, particularmente sus prácticas y usos. Lo característico de su fotografía, además de afición, es la connotación de la realidad andina y rural de su comarca.  Lo que se puede observar en las siguientes FOTOGRAFÍAS:



Carmen Odila Rivas cargando un niño, en la calle y sonriente. La niña Belkix Villegas carga un cachorro de Mucuchies, llamado Niki. Gráfica en blanco y negro. 4354. Carpeta 25. 

Calle de La Puerta, vecinos conversan a la entrada de un local o negocio de dos puertas; se observa un caballo en la acera. 4412. Carpeta 25 


El mesón de la Primera Comunión, que acostumbraban las familias puertenses, en la ocasión de este sacramento. En el centro, Belkix Villegas comulgante,  a la derecha su abuela, Josefa María Rivas, y segunda a la izquierda, su mama Isabel. 4352. Carpeta 25 


Espirilión Torres y la joven Meri Ramona Rivas, fumando en el campo.Gráfica en blanco y negro.  4466. Carpeta 25.


Ezequiel Villegas a caballo, prospero comerciante bajando del Páramo de Los Torres. Gráfica en blanco y negro. 4468. Carpeta 25. 


Doña Josefa Maria Rivas en la esquina de la Prefectura. La célebre y caritativa matrona, recordada partera, en una de sus poses para la cámara de su hijo Rafael.  Gráfica en blanco y negro. 4445. Carpeta 25 


El Obispo de Trujillo, monseñor Rojas Chaparro, es recibido por el párroco Pbro. Mario Castillejo, en día festivo de La Puerta. En esta foto expresa un momento de mucha reverencia y devoción en este pueblo de tradicional catolicismo 4376. Carpeta 25 


Llegada de la caravana portando una imagen católica, al frente del templo San Pablo Apóstol de La Puerta. Gráfica a colores. 4377. Carpeta 25. 


Palo encebado en la plaza Bolívar (Imagen de la derecha), varios vecinos espontáneos forman la escalera humana para subir el mástil de madera, esta competencia forma parte de los festejos parroquiales de enero. En morado. En la imagen izquierda, grupo de paisanos, esperando el desfile, en la esquina de la Prefectura de La Puerta. Gráfica en morado. 4346. Carpeta 25. 


Personalidades invitadas a alguna celebración o festividad de La Puerta, paradas en la esquina de la Prefectura, en festividad. Rivas retrató a personalidades municipales, invitadas y parroquianas que forman parte de la historia local, y lo hace en un espacio o escenario simbólico, la fachada del Palacio Municipal.Gráfica en morado. 4344 y 4345 Carpeta 25. 

Muchachas de la comunidad,  con cuatro,reunidas previamente o ensayando para actuación en festividad. Se observa en el centro a la Nena Carrasquero, de pelo trenzado; Carmen Odila Rivas, y con el cuatro Isabel Rivas. La mirada la posó el fotógrafo sobre lo que atrae en la festividad local, la música, cultura y la belleza femenina. Testigo y cómplice de estos momentos. En blanco y negro. 4462-4463-4464 Carpeta 25. 


Comparsa infantil, antes de su presentación en la plaza Bolívar de La Puerta, 1967. Que mejor forma de dar alegría a los niños de aquel tiempo, que andar en grupo y comparsa de princesa, montados en la plataforma, adornada para la ocasión. Gráfica en morado 4214. Carpeta 22.

Inmovilizar las estampas festivas de un pueblo rural andino, por medio de la fotografía, es darle permanencia a esos momentos, darle trascendencia, convirtiéndolos en testimonio comunal de una época, fue así como el fotógrafo aficionado Rafael Antonio Rivas, documentó con fotografías aspectos de la vida festiva de La Puerta, de mediados del siglo XX. 

Es pertinente señalar que, de la atenta y detallada lectura de las fotografías de Rafael Antonio Rivas, debidamente contextualizadas y con el auxilio de otras disciplinas de conocimiento, se puede obtener la veracidad de las mismas, y además, alcanzar nuevas o ignoradas historias que nos lleven a entender ese campo silenciado de dónde venimos, y nos conduzca al dónde vamos, tan necesario en los tiempos actuales en los que se requieren definiciones y respuestas. 

Rafael Antonio Rivas, murió el 12 de octubre de 1995, en el pueblo que lo vio nacer. Es de los llamados fotógrafos aficionados, y su valioso trabajo fotográfico que debe ser difundido y reconocido, forma parte de la memoria histórica de La Puerta. Ojalá, algún organismo público o ente privado promueva, organice y difunda una muestra ampliada del trabajo fotográfico de Rafael Antonio Rivas, asi como, las imágenes tomadas por el francés Edmund, la de Andrés Ocanto, Antonio Lino Rivero y otros en el siglo anterior, para revivir los momentos del pasado, antes que se lesione o pierda la memoria histórica en La Puerta. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, octubre 2023.

Omanrique761@gmail.com


Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.  Por Oswaldo Manrique (*) Un sitial destacado ocup...