sábado, 25 de febrero de 2023

Nerio Rodríguez y sus ocurrencias.

 Nerio Rodríguez y sus ocurrencias.

Oswaldo Manrique.


Existen en cada pueblo, personas que tiene el don de la palabra, a quienes provoca escucharlos, pero hay otros excepcionales, que con mucha parsimonia y elegancia, transmiten un humor de esos que aflojan todos los músculos corporales y logran entretener hasta el más serio y decepcionado.  Uno de ellos, fue Nerio Rodríguez.


Su parada diaria obligatoria, en el negocio diagonal al local de las hallaquitas de caraotas,  en el triángulo de Mendoza. Cuando había hecho varios viajes en su camión rojo, entraba en la bodega, ahí pedía 6 tercios de espumosas y se los “arriaba” uno tras otro; al beberse el último, se quedaba como en suspenso de profeta por unos minutos, luego pagaba y volvía a retomar el viaje. 

El camión -que todavía existe-, es un Ford, modelo 1954, en el que le trajo arena y granzón a mejor precio, a todo aquel vecino de La Puerta, que emprendía la construcción de su vivienda, eso sí, siempre el pago por adelantado. Traía arena amarilla de la Cabaña, la negra la que sacaban de la Bajada del río, y también traía la piedra rústica de la Maraquita. 

Su nombre completo José Nerio Rodríguez, nació en 1941, en el caserío El Molino, jurisdicción de la parroquia La Puerta, estado Trujillo en Venezuela, hijo de María Francisca Rodríguez y Víctor Araujo.  Su esposa, la señora María Ignacia Rivas de Rodríguez, con la que procreó cuatro hijos varones y una hembra. Estos datos familiares fueron suministrados gentilmente por su hijo Orlando Rodríguez. 

         El repertorio de ocurrencias y anécdotas de Nerio Rodríguez, es muy amplio, del cual pudimos rescatar las siguientes:

Comprando azúcar.

Estaba Nerio Rodríguez, un día parado, conversando con otros parroquianos, en el muro de la casa de Marcos Terán, donde éste tenía una bodega muy concurrida, frente a la gallera de Pica piedra, y llegó una señora y preguntó: - ¿Marcos tiene azúcar? Le respondió que no, y enseguida le dijo Nerio: - Señora, el que tiene azúcar es Picapiedra. En efecto, el amigo Picapiedra, sufría de diabetes.

Madre Cocuy.

En aquella ocasión, el Dr. Méndez, fue a Barquisimeto a recuperar una caja perdida de LTD, y en su lugar se trajo un bidón de 20 litros de autentico cocuy de penca. Cuando llegó a La Puerta, se detuvo en la gallera de Picapiedras, y allí estaba Nerio, lo brindó y se tomó un cuello largo y exclamó: - ¡Que madre cocuy! Esto si esta bueno. Tomándole el gusto de “media en media”, Nerio se rascó. Al rato, llegó su vecino el “Campano” Antonio, y se tomó unos traguitos con él, cuando de pronto éste, se puso a bailar y cantar en medio de la avenida Páez. Viendo esto, Nerio dijo: - yo mejor me voy, pero Jorge, deme otra media, que es para un amigo mío.     

Betijoque:

Estaba un grupo de jóvenes de La Puerta, se recuerda a Luis Rivero, que tenía un Volkswagen blanco, Carlos Quintero, Alfonso Araujo, que después fue Prefecto,  en la fiesta de San Benito de Betijoque, y se encontraron  con Nerio, devoto del Santo Negro, y viendo la romería y los chombangeles se tomaban un elixir combinado que llevaban en una bota española, pero llegó un momento, en el que se formó una trifulca, hubo golpes, puños y patadas a granel. Estaba un tal Rojas que era muy perreroso, y en el grupo de Nerio, estaba el fornido Jorge Méndez, quien agarró a Carlos Quintero “tantico”, y lo empujó al grupo del pleito. Recuerdan que eso eran carajazos y más carajazos, de pronto salió “tantico”, arrastrándose por entre las piernas de los perrerosos, y dijo: - usted si es desgraciado, cómo coño me a lanzar contra esos perrerosos, casi me joden. Nerio, gozaba de reír, y por mucho tiempo de contar, aquella ocurrencia.

El otro camión.

No tenía corrido mexicano, pero a Nerio se le identificó siempre con su camión rojo. Mucho antes, cuando trabajaba en la hacienda de Felipe Viera, él manejaba el camión de la hacienda. Algunas noches, escuchaba que el camión era encendido; ocurrió varias veces a la 1 de la mañana; y Nerio dice: -vacieee, quién será que esta prendiendo el camión. Una noche se paró a ver el camión, y lo revisó con la linterna y estaba el camión frío y apagado. Como que los burlones, lo molestaban.

Mis primeros pasos.

Cerca de la bodega de Pacho, vivía un señor Esteban, que tenía problemas con una hernia en la espalda o en la columna, caminaba con dificultad y lentamente. Un día, estando Nerio conversando con algunos paisanos en la calle de abajo, ve venir al hombre, y le dice a los amigos, con mucha seriedad: - Ahí viene, mis primeros pasos. En ese tiempo, había una propaganda por televisión, de un alimento para bebes, que lo llamaban así, “Mis primeros pasos” y una cuña por Radio Valera, de un negocio de artículos infantiles, con el mismo nombre, y a él, se le ocurrió ponerle ese remoquete al vecino.

El rumbón en el Pastelito de Oro y la fuerza del escocés.

Gustavo Duque, propietario del restaurant y fuente de soda el Pastelito de Oro, ubicado en La Puerta, trajo a sus padres de Colombia, tenía mucho tiempo sin verlos ni compartir con ellos. Para el cumpleaños, decidió hacerles una fiesta como se debe hacer, decoró el local y los ambientó para disfrutarlo sus padres, su familiares y sus amigos. Hubo una organización de mesones, repleto de grandes platos de comidas y pasapalos, y las mesas de los invitados, cada una con sus correspondientes botellas de whisky.

Esa noche llegó Nerio y se sentó en derredor de una mesa larga, junto con otros vecinos, entre ellos, Duilio Simancas, que había subido con regalos desde Mendoza, Segundo Prieto, Jorge Méndez, echándose sus palos de escocés, conversando de lo más ameno entre trago y trago, anécdotas y cuentos, o de algún encuentro amoroso fugaz, porque los de esta mesa eran tercios atrevidos, lo mismo comían en taza  plástica, que en un plato de linda cerámica. De pronto se levantó de la silla, Segundo Prieto el “Pitoco”, quien iba al baño. Y sorprendentemente se desató Nerio a insultarle, diciéndole: - ¡y este guaro viejo, qué, que que es muy rico!  Lo calmaron inmediatamente, y a Segundo también, porque le iba a pegar un tiro.

Duque, había contratado a un trío de Valera, de música romántica para tributar a sus padres. Cantaron unas cuantas melodías del ayer. Se entusiasmó Jorge Méndez el “muñeco”, hablo con los del trío, y Méndez aligerado por los tragos, algunos treinta palos, tomó el micrófono para cantar la excelsa del recuerdo: <<Los hombres no deben llorar>>, de Erasmo Catarino, acompañado por el trío de guitarras contratado.

No me conformé

Cuando te perdí

No me conformé con la realidad

…………

Dicen que los hombres no deben llorar

Por una mujer que ha pagado mal

Pero yo no pude contener mi llanto

Cerrando los ojos me puse a llorar.

Antonio Torres, que estaba con un grupo en otra mesa, comenzó a aplaudir y con su vozarrón le dijo al espontaneo Mendez: - ¡repítala Muñeco!   Nerio, más calmado, se sumó y dijo: - ¡si, muñeco,  repítala! Y así, entre los tragos de escoses, y las canciones románticas, algunos de los asistentes a la velada, pensaron que estaban en el Club sentimental de los despechados, llorándole a la vida. A Nerio, alegre, solo se le escuchaba: - ¡échese el otro muñeco!  Puso Méndez a recordar a los allí presentes, aquellas vivencias de lloraderas, guayabos y despechos, hasta que intervino Gustavo Duque y comenzó a sonar la música bailable, y Nerio y Segundo, continuaron el rumbón hasta el amanecer.   


Pata e’ rifle Suárez lo desafía.

Como todos los sábados y domingos, la gallera de Picapiedras, se convertía en el lugar de encuentro de muchos puertenses y de visitantes que iban a ver peleas de gallos, a jugar bolos o simplemente a comer y echarse sus cervezas. Una de esas tardes recreacionales, estaba Nerio tomándose una cerveza, conversando y riendo. Llegó Pata e’ rifle Suárez, pasado de cucharadas y al verlo le gritó: - ¡Este guaro gordo averiguador, hablador de pendejadas!  Aquel Nerio, se paró serio, se bebió el resto de la cerveza, sus amigos pensaron que se iba del lugar para no discutir, cuando de pronto, le soltó un solo puñetazo a Pata e’ rifle y lo dejó horizontal en el suelo, como dicen, “patas pa’ rriba”, cuando iba al remate, los amigos lo separaron.  Nerio era un hombre muy fuerte, se alimentaba bien, recuerdan sus compañeros de trabajo que se comía un pollo en brasa, él solo, de una sentada. 

El Mariachi.

Los sábados y domingos, antes de que aquel alcalde de Valera, tomara la trasnochada e inconsulta decisión de prohibir la actividad gallística solo en La Puerta, en la gallera de Picapiedras, llegaban además de fanáticos de las espuelas, apostadores, vendedores de comidas y quincalla, malabaristas y artistas; por supuesto, menos, cuando había campeonato de gallos finos; ese día, solo de prestaba atención a las espueleros. Un sábado de esos, por la tarde, salió de la gallera y cruzo la avenida Páez, un señor con una guitarra y vestido de charro mexicano, ofreciendo sus servicios, y se dirigió a un grupo reunido frente a la casa de Marcos Terán, y le preguntó si conocía alguien que lo contratara para cantar, que cobraba barato, o interesado en que le lleve una serenata; inmediatamente Nerio, que no se le quitaba lo jodedor, sin pensarlo dos veces, le dijo: - Mire, que yo sepa, el único es el gordo Víctor, que esta de amores con la catira y se van a casar.  Le indicó la dirección de la casa y el mariachi se fue.  Al rato, subió el músico sudando y desde la esquina le dijo: - Eso es mentira, ahí no hay ningunos novios, es una casa de familia. Nerio con gesto de asombro, le respondió: - ¡Ah, será que se dejaron!  En realidad el “gordo Víctor” era su amigo, su "yunta" era Víctor Delgado, más flaco que un poste, que ya tenía unos treinta años de casado y un cuadro de familia, con varios hijos y nietos. El músico emprendió la marcha hacia la plaza Bolívar.    


Traslado de emergencia.

Los que conocieron a Nerio, saben que en su camión rojo, nunca iba a más velocidad que la de morrocoy.  Si llevaba carga, iba más lento. En una ocasión, no había vehículo y menos ambulancia, él, tenía una carga de granzón que debía entregar al día siguiente, una vecina estaba por parir, cuando le vio la cara sudando y jipata y llorando, dijo: - acomódenla en el granzón que nos vamos pa Valera; y la llevó.

Desde joven fue a trabajar en la Hacienda el Rosario y el trapiche de Felipe Viera; en esa época, su compañero de causas juveniles fue su cuñado Fermín Rivas, y cuando se hizo independiente y se compró el camión rojo usado, también fue su compañero, complementada la amistad con la del gordo Víctor Delgado. Murió recientemente con 81 años, buen padre de familia, buen ciudadano, con su edad bien llevada.


La Puerta,  enero 2023.

Omanrique761@gmail.com

sábado, 18 de febrero de 2023

El Carnaval en La Araña, 1968.

 

El  Carnaval en La Araña, 1968.

Por: Oswaldo Manrique.


Mientras en el Concejo Municipal del Distrito Escuque, días antes al comienzo de la cuaresma, negaron el permiso para fundar legalmente un lenocinio en la población de Sabana Libre, algo cerca del pueblo de Mano Goyo, en la Discoteca La Araña, Giuseppe “Pepe” Lozito, organizaba el gran Carnaval de 1968, con disfraces, música, diversión, juegos,  bailes, concursos y presentaciones musicales en vivo, se había “autoproclamado” Rey Momo.

Publicidad de los Carnavales en la Discoteca La Araña, en 1968,  su dueño y administrador Pepe Lozito,  publicada en el Diario El Tiempo

                 La Discoteca La Araña, estaba ubicada en una edificación hecha por Pepe, que era constructor e innovaba en el mundo de los negocios. La muy famosa y visitada Discoteca La Araña, la estableció su creador y propietario Pepe Lozito, en la esquina Bolívar con calle 3, La Puerta, éste, oriundo de Sicilia, República de Italia, quien  creyó y cifró su futuro en este lugar y se avecindó en él con su familia, es uno de los pioneros en la modernización de esta Parroquia; anteriormente en este local funcionó la segunda sala de cine que tuvo el Municipio La Puerta, montada también por el  mismo Pepe, hoy el lugar esta convertido en el restaurant “El Pastelito de Oro”, propiedad del señor Gustavo Duque, oriundo de la hermana República de Colombia, llegó joven a estas tierras, y se ha consolidado en este sitio, también formando su familia. Este centro nocturno, fue inaugurado en 1967, fue semanas después de que abrió la Discoteca La Cueva, en Valera, también propiedad de Lozito, y luego de la inauguración de la Discoteca "Pata Pata" en el “Gianni”. Lozito, regresó hace pocos años  a su país de origen.    

De los centros de diversión que se recuerda, que aportaron a la economía del Municipio (después Parroquia La Puerta), están la Discoteca La Araña, La Terraza Zulia del señor Benito Sánchez y la señora Domitila, donde se vendían las mejores arepas rellenas del Estado; era fuente de soda, restaurant y centro familiar  bailable; luego se convertiría en El Panal. En la esquina de abajo, el Bar del señor Antonio Rivas; luego lo convirtió en Bodega de Víveres. El “Picapiedras”, centro gallístico, bolos, restaurant y venta de víveres, del señor Julio Sánchez  Echevarri, el popular y buen conversador “Compañerito”, quien junto con su esposa la señora Marta y sus hijos, han  mantenido abierto este local comercial, a pesar de las vicisitudes del decreto de un alcalde trasnochado, que prohibió el espectáculo gallístico.

No podemos dejar de señalar, que La Puerta,  resaltando su sector popular La Hoyada, como el sitio, de mayor musicalidad popular del Estado, cada Bodega –para aquel tiempo-, poseía y disfrutaba su propia rockola y estaban habilitadas durante todo el día, para que los clientes escucharan las melodías de su predilección, muchas rancheras.  Bodega  que no tuviera rockola era un negocio incompleto, "no va casi naiden”.


Nota de prensa sobre el conflicto surgido por el establecimiento de un lenocinio en Sabana Libre, edición del Diario El Tiempo, del jueves 22 de febrero de 1968. 

La pachanga carnestolenda, en las invitaciones radiales de Valera, estuvo prevista a partir de las 9 de la noche del  24 de febrero de 1968. La entrada tenía un costo de 5 Bolívares las damas y 10 los caballeros. La publicidad difundida en los periódicos regionales, invitaba a disfrutar de la revelación artística del año la <<India Mapuche, la emperatriz de los ritmos de la cuenca del Caribe>>; se desconoce si era oriunda del Cono Sur, ni cómo adquirió la majestad en los ritmos antillanos; algunos esforzados vecinos, comentaban que era de de Cali. La fotografía muestra una artista con dotes físicas semejantes a las de la mexicana “Tongolele”. 

También presentaron a “Mario y sus Pachangueros”, grupo de música bailable triunfador en las Terceras Feria de San Sebastián, en el Hotel Tama de San Cristóbal, con el que duraban bailando hasta el amanecer. Además la entrega de premios, en los diversos concursos que realizaron, entre ellos, para los mejores disfraces y comparsas. 

Simultáneamente en el otro centro de diversión, propiedad de Pepe Lozito, se ordenaban los arreglos para la fiesta bailable del Rey Momo. Era la “Discoteca La Cueva", en la ciudad de Valera, que tuvo como discjokey al puertense Alfonso Sulbaran, "el faraón de los Andes"; este establecimiento competía con otro de los recordados lugares bailables y de entretenimiento musical, como lo fue la "Discoteca Pata Pata”, propiedad del empresario Vaggioni, situada en Auto Teatro Las Acacias, de la ciudad de Valera. Aquí comenzaba a atender clientela a partir de las 8 de la noche de lunes a sábado, y los domingos a partir de las 3 de la tarde. 

La Discoteca La Araña, tuvo a partir de ese año y durante una década el privilegio de presentar artistas de mucho renombre nacional e internacional, entre ellos: Ricardo Montaner, hoy residenciado en Estados Unidos;  el valenciano que grabó magistralmente Conticinio,  Eleazar Agudo; el bolerista Julio Jaramillo; baladistas como Ivo, Roberto Luti, Enrique Rivas, recordado por su Puerto Abandonado; cantantes renombrados como Héctor Murga, Nelson Alizo. Se presentó también,  la guarachera del súper Combo los Tropicales: Doris Salas; Grupos exitosos como La Gran Fogata, Tormento, Alirio Campos y su grupo Arichuna,  el grupo los Blanco,  la  Ronda Gaitera de Valera, el humorista y cantante,  Beto Parra; y los valeranos Emiro Salas y Franco Acosta, entre otros artistas que pudo disfrutar esta población.    Los representantes o empresarios artísticos que lograban traer los espectáculos de estos artistas, eran la señora Aurora Aponte, locutora de Radio Valera, y el periodista del Diario Critica de Maracaibo, Guillermo Sánchez García.

Publicidad de los Carnavales en la Discoteca  Pata Pata, ubicada en la ciudad de Valera, en 1968, su dueño y administrador Pepe Lozito,  publicada en el Diario El Tiempo

Recordaron en una oportunidad reunidos mis vecinos Oscar Volcán, Jorge Méndez, y Alfonso Araujo ex Prefecto de la Parroquia y fue DiscJokey en La Araña y en la Dagoba, que estaba en el Hotel Imperial de Valera, que el primer Disc jockey de La Araña, fue Antonio González, le decían Antonio “la rata”. Para 1971, el  Disc jockey fue Jorge Méndez, Benito Suarez “el guache” (+)  era el mesonero, Ramón “Moncho” Carrillo, el barman y Pepe Lozito, al frente de la administración. 

En 1980, Antonio Suarez (+), el conocido y ocurrente “Pata e rifle”, era el disc jockey. En 1994, nuestros vecinos Oscar Volcán y Luis Alfonso Rivero, el regente del Hostal de Luis Alfonso, la alquilaron en sociedad, aquel se quedó solo y  asumió la administración.  Florentino Rondón y el grupo Tauro, tocaron a menudo en este año. Chicho Valdez, se hacía pasar por mexicano, y traía distintas minitecas de alejados lugares, para las “guerras” que allí tuvieron su campo de pugilato.  En el año 1995, hubo la presentación de varios stripper zulianos y trujillanas y se realizaron certámenes y concursos de esta variedad.

Aquellos alegres y movidos carnavales del 68, igualmente tuvieron su toque de crónica roja. Valecillos el corresponsal del Diario El Tiempo, en la zona panamericana, tituló como un caso de Rippley, lo ocurrido en Arapuey, el 21 de febrero de ese año, cuando el joven Luis María Chourio, agredió a su novia porque no sabía bailar el “Pata Pata”. En efecto, el recién salido del servicio Militar, se fue a divertir, bailar y tomarse unos tragos con su compañera de vida marital, pero discutieron y se fueron a su casa, estando en el hogar, Chourio le siguió reclamando a la joven quien tenía 17 años de edad, porque no aprendía a bailar el ritmo de moda: el Pata Pata, la popular canción interpretada por Miriam Makeba, que se encontraba de moda en todo Trujillo y en el resto del planeta, y terminó golpeándola mientras le decía: “toma para que aprendas a bailar lo moderno” (Diario El Tiempo, de la ciudad de Valera. Edición del jueves 22 de febrero de 1968). Se sufre pero se goza, diría mi nona.  

La Puerta, febrero 2023.

Omanrique761@gmail.com

 

sábado, 4 de febrero de 2023

Catalina Fajardo, forjadora de pueblos.

Catalina Fajardo, forjadora de pueblos.

Por: Oswaldo Manrique.



Contenido:

Introducción.

Capitulo 1.

Po' allí no cantó el borococo. El hermoso, mágico y fértil valle de Bomboy. El Oratorio de San Pablo.

Capitulo 2.

Ni los espantos de los páramos, la asustaban. 1629,  declarada vaca la “Encomienda de San Pablo de Bomboy”

Capitulo 3.

Encomendera respetada, pero sin la gloria del maltratador. Doña Cata, sabía dónde le apretaban los alpargates. Y los metió en el cincho. El asentamiento de San Antonio Abad (hoy Mendoza). "Cada quien con lo suyo, y Dios en lo de todos".


Introducción.


Muy poco se ha escrito sobre personajes y hechos destacados del proceso originario de los pueblos coloniales esclavistas del valle de Bomboy, presumo que debido a la falta de paleógrafos; apenas el trabajo reciente de Eduardo Zambrano, nos ha abierto opciones para el enfoque metodológico concreto, para ir quitando telarañas y oscuros polvos a nuestra historia local. 

El propósito de este artículo, es aportar datos reveladores, con el fin de establecer algunos hechos y determinar los personajes relacionados con los orígenes coloniales esclavistas de los dos pueblos del valle de Bomboy: La Puerta y Mendoza del Estado Trujillo, en base a los referentes documentales paliografiados y publicados recientemente, junto a la revisión del espacio geográfico y su adecuación al contexto histórico. 

Si bien al tratar sobre el personaje principal de los hechos, se develan  aspectos de género, su conducta apegada a los dictados de la Leyes de Indias, así como a los cánones morales de la Iglesia Católica, incurriendo quizás en eurocentrismo,  no se pretende abordar los derechos imaginarios, hipotéticos propios de las ciencias sociológicas o sociales, que sin duda, emergen como construcción étnica multicultural de ese tiempo, apegada a intereses imperiales, y no a su autoctonía cómo pueblos.

Se aborda aquí, la vena y la fuerza moral de una mujer, en una contienda por sus derechos, que en circunstancias históricas desfavorables y particulares se prolonga en el tiempo, comenzando por esfuerzos en solitario, luego alianzas y litigios, con los que va superando y obteniendo resultados, unos inciertos y otros que le fueron favorables, en sus planes de dominar la feracidad y dureza del Valle de Bomboy. 

Teniendo claro en lo aquí presentado, que la invasión, el despojo de tierras, la esclavitud impuesta desde el Siglo XVI, buscaron y lograron imponer nuevos paradigmas coloniales, desde el centro del poder monárquico español, y la obediencia a las nuevas potestades, inclusive, las formas interpretativas de los elementos supraestructurales, leyes, religión, cultura, idioma, costumbres, escritura; sin embargo, ella, de alguna forma, empoderada, con vehemencia, inteligencia e ilustración, quebrantó esa realidad y esos arquetipos patriarcales, que la convirtieron en impulsora y protagonista principal del proceso germinal de evolución de dos pueblos andinos trujillanos: La Puerta y Mendoza. 

Capitulo 1.

Po' allí no cantó el borococo. El hermoso, mágico y fértil valle de Bomboy. El Oratorio de San Pablo.


De cara al refrescante Bomboy,  desde aquella hermosa y verde loma de San Pablo de Bomboy,  donde estaba su casa de tapia y teja, en 1619,  con una pequeña jícara de guarapo en la mano, rodeada de bucares, cucharos, jumangues, salpicados por  arbustos de sabroso coquino y moraspiñas, que asaltaban melodiosamente los gonzalitos, chuspitas, azulejos, gallitos, las paraulatas parameras, torcazas y jumíes, guiadas por el poderoso y mágico pauxí, donde podía divisar el largo camino real que se desprende de El Hatico, pasando por sus nutridos potreros, por un lado, por el otro, la Cañada de Mendoza, Guaná, y en el frente el soberbio río Bomboy, ella meditaba sobre su suerte y su vida en ese Valle. En su soliloquio, la mayoría de los hombres de su época, eran violentos, bruscos, marinos, conquistadores, guerreros o hijos de estos, le parecerían de escasa imaginación. desbordando tanta lozanía, quedó viuda, con posesiones y sin hijos. 

Establecer un incipiente modo de producción económica mercantilista, para hacer producir en aquella tierra virgen, mercancía para su comercialización, sin financiamiento, sin ayuda de la monarquía ni de banqueros, condicionaba las posibilidades de desarrollo de la comarca y de sus relaciones sociales, en una sociedad esclavista, castiza, racista y católica. Indígenas esclavos y blancos encomenderos, y dentro de estos últimos, los lazos parentales que jugaron un rol importante en lo económico, político y religioso, porque en la práctica, estaban subordinados a las relaciones de propiedad u ocupación de tierras y las encomiendas, inclusive, para conservarlas en los grupos de poder.  Un elemento que no pudo dejar de lado, era que el valle, era espacio de frontera con el Nuevo Reyno de Granada y paso intermontano obligado para quienes tenían que trasladarse al lago de Maracaibo. De eso, por lógica, se entendía que, era necesario que la mano de obra indígena fuere conservada y reproducida, a pesar de su particular cultura, creencias y costumbres, para la producción de mercadería para el intercambio por dinero. Fueron premisas insoslayables para aquellos atrevidos pioneros colonialistas.


          Po' allí no cantó el borococo. 


Le habían llegado algunos personajes, de diversa índole  a pretenderla. Pensaría que eran insensibles, gente de mucha dureza e indiferencia, nada que no fuera directamente en su contra los alteraba; pero podía  suceder que si les ocurría algo banal o tonto, entonces les arrebataba inmediatamente una pasión desenfrenada y hasta violenta. Asi  lo pensó esa tarde. Era Doña Cata, la viudita, por lo joven, que se planteaba luchar contra toda forma de la particular explotación y opresión de la mujer. 

Sola, asumiría las riendas de los negocios de Botello, su difunto esposo; ya había hablado con su leal indígena Julián, cacique de sus ahora encomendados del Bomboy,  quien la había visto llegar muchachita con Don Francisco, a esas sementeras y  potreros; estaría dispuesto a seguirla en sus proyectos. Le venía en los genes, andar contra la corriente, su férreo carácter y dinamismo. No era cualquier tuche de ajo, llevar con orgullo, el ser ella descendiente del hidalgo Alonso Andrea de Ledesma, <<Oviedo y Baños lo enumera entre los compañeros de Ruiz en la expedición de 1558 y, fundada la ciudad de Trujillo, mantuvo en ella su casa hasta que fue anunciada la conquista de los Caracas en la que supo alcanzar mayor gloria por su valor temerario… Su vida terminó gloriosamente el año de 1595>> (Briceño Iragorry: p.39). Este quijotesco y reputado conquistador, en su ancianidad salió sobre su caballo, con su lanza y adarga al brazo, a enfrentar solo, en el ocaso del siglo XVI, al corsario Amias Preston que con su legión de corsarios, invadía la ciudad de Caracas, para arrasarla sin piedad  (Briceño Iragorry, Mario. El caballo de Ledesma. Pág. 15. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2006). Era su admirado y valiente abuelo, que representaba todo el sentido de la Patria recién formada, y ella, la mujer sin temor, la que se abre  rumbo sin rendirse ante el Poder monárquico y la opresión patriarcal, esa que no le teme a su soledad y la convierte en futuro y esperanza. La historia de alguna forma se repite. 

Catalina Fajardo, es una de ese grupo de mujeres del Bomboy, que históricamente,  rompieron  a su manera, con el estereotipo de la joven dama  sumisa, en una época de mucha violencia, la del poder patriarcal en su máxima expresión: la conquista e invasión hispana, y asumió su papel protagónico proponiéndose y dirigiendo el rumbo del Valle, que durante su empeño cogió un  impulso económico y de  grandes expectativas de prosperidad a causa de la caña de azúcar,  algodón y la cría de ganado. El caso de Catalina Fajardo es desconocido en la historia de Venezuela.  

Hija del capitán Blas Tafallés, de los fundadores de la ciudad de Trujillo, esposa del capitán y encomendero Francisco Botello, quien tuvo de primera vida la encomienda de “San Pablo de Bomboy”. El difunto capitán Botello, no dejó hijos y la joven Doña Catalina, tenía dos opciones, abandonaba aquel boscaje inhóspito y frío o asumía sus derechos en la encomienda de indios y en sus tierras heredadas, que eran significativas, no solo por la cantidad de mesetas, llanos, lomas y fertilidad, sino por su ubicación estratégica, entre el valle de Bomboy, con conexión a la travesía paramera que da al lago de Maracaibo, con Escuque, pueblo de blancos  y en la cercanía de la meseta de los Valera.

Con aquel enorme patrimonio, constituido por grandes lotes de tierras y la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, viuda, sola, sin hijos, asumió la conducción de la hacienda y la ganadería y la regencia de sus encomendados; montaba ágilmente  a caballo.  A pesar de su delicada belleza, familia de poder político y económico, y de las asiduas visitas de pretendientes, hijosdalgos, hacendados, colonos, capitanes, alférez, tahúres y rufianes; no se jactaba de ser una beldad,  porque era codiciada, tenía los pies afincados en la realidad, en su estirpe y en su futura economía; trabajaría y viviría para eso.  Ella, sorprenderá al tiempo y la gente quedará boquiabierta. 


El hermoso, mágico y fértil valle de Bomboy

Nos ilustra el geógrafo e historiador trujillano Américo Briceño Valero, que del ramal septentrional del Pico Miranda, de la Sierra Nevada, <<se desprende una estribación entre el rio Pocó y el Buena Vista… Otra entre el Buena Vista y el Caus, que se desprende del Paramo de Mendoza (Posesión de los Labastidas), y se va a perder en la fila de Las Pavas sobre las llanuras de Cheregué…tiene también sus fuentes en la tercera estribación, la cual es la que nace en el Pico Tomón o hato Viejo, y que se lanza por esta los ríos Momboy y las vertientes del Caus>> (Briceño Valero, Américo. Geografía del Estado Trujillo.  pág. 16. Tipografía Cultura venezolana. Caracas. 1920). Como se puede observar, la vinculación de las tierras de los Hurtado de Mendoza, en el norte del Valle, se conectan con sus posesiones cacaoteras de Pocó, en la zona baja de Trujillo, en dirección al lago de Maracaibo.

Según el  mencionado escritor, de ese mismo ramal, que viene del citado Pico, <<echa una hermosa estribación, la cual se viene llamando de La Puerta…El Ramal o estribación de la Mocotí, pues nace del Paramo de las Siete Lagunas, vecino a continuación del Paramo de la Sal>> (Briceño: 17).  La Puerta, se convirtió en el Pueblo Cabecera de Doctrina San Pablo de Bomboy, a donde se fueron mudando y concentrando los indígenas de las distintas encomiendas del Valle y otros sitios.

Al iniciarse el modo de producción esclavista mercantilista, como sistema nuevo de economía en dicho valle, fue algo complejo, siempre tendría dificultades. En la descripción de Cisneros, aquel valle trujillano, con sus llanos, mesetas, lomas, haciendas, hatos, bordeado de montañas, parcialmente labrado, sin asperezas ni dificultades para caminarlo,  <<divierte en gran manera ver las Poblaciones de los Indios (que son muchas) sus labores y ganados por aquellas dilatadas Campañas. Toda la tierra esta cruzada de pequeños Ríos, que llaman en el País quebradas: Su Comercio lo hacen llevando estos frutos  a la ciudad de Maracaybo, y a las demás Ciudades de esta provincia, para cuyo fin mantienen grandes Requas de machos>>  (Ángel de Altolaguirre y Duvale. Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela. Pág. 210. Ediciones Presidencia de la República. 1954). Su lento desarrollo agropecuario en los primeros tiempos de la invasión europea, con gran esfuerzo de los encomenderos, fue mejorando. 

Catalina la orgullosa joven viuda, fue de las más esforzadas hacendadas, en este tránsito de ir preparando y fomentando por primera vez espacios boscosos, para convertirlos en sementeras y hatos en sus heredadas extensas posesiones. 


El Oratorio de San Pablo.


Escuchó:  - ¡Ña Cata! ¡Ña Cata! se asomó y ve que sus "chinitas" y sus madres, se le metieron en la casa, acompañadas de don Shulian el cacique, que asi pronunciaban su nombre. La sorprendieron, era gente pacífica, tejedoras y loceras, que fueron a expresarle su pesar por la muerte de don Francisco. Estuvieron buen rato con ella. Al despedirlas, las calmó y vio que algunas de las más jóvenes, la miraron con tristeza y en silencio. Le dijo a Don Julián que fuera al celemín de granos y la sal, y cogiera para llevar y repartir.

Notó la obvia preocupación de las visitantes por el temor a que Catalina abandonara la encomienda y la tierra, y ellas fuesen entregadas a otro encomendero, eso la dejó pensativa. Era una mujer de fe, ante aquella hosca inmensidad. Se  retiró al oratorio.

De forma esporádica, el padre Antonio Montero, respetado doctrinero de estos pueblos, visitaba la casa de los Botello, y celebraba oficios divinos en la pequeña capilla, en el retirado y despoblado San Pablo, cerca de Guaná, donde la creyente principal y permanente era doña Catalina, ,luego, los curas doctrineros fueron Salvador de Carmona y el fraile Juan de León.

Lo primero que hizo al entrar al pequeño recinto de oración fue ponerle una caramera de velas a San Pablo, que le reforzaba la fe y la esperanza. Estricta en sus deberes religiosos, al Oratorio solo entraba con la andaluza puesta en la cabeza, así la veían cuando el padre Montero daba la misa, y cotidianamente cuando hacía sus oraciones personales. 

Paulista de corazón y devoción, es posible que compartiera  lo de impartir bendiciones con aquello de "Que San Pablo lo cuide y el diablo lo aburra, y el que no lo quiera que coma zurra", expresión con la que acostumbraban a despedir a los viajeros, nuestros viejos ancestros.


Capitulo 2.

Ni los espantos de los páramos, la asustaban. 1629,  declarada vaca la “Encomienda de San Pablo de Bomboy”


Ni los espantos de los páramos, asustaban a la nieta del glorioso Andrea de Ledesma, no la asustaban los bichos y keuñas de los páramos, ni se le aguaban los ojos para superar los obstáculos que se le atravesaran en sus propósitos. 

Una de las mayores dificultades, se presentó 1629,  cuando en visita del gobernador Juan de Meneses, para verificar el estado de los indígenas asignados, requirió los títulos de las encomiendas, Catalina no había solicitado la confirmatoria ante el Rey y el Consejo de Indias en España, de sus derechos como cónyuge sobreviviente de Botello, y a pesar de que estaba al frente de dicha encomienda cumpliendo con sus deberes y obligaciones, el gobernador declaró vaca la encomienda,  este año, y Catalina no se quedó callada, se dirigió al gobernador y presentó sus alegatos, reclamando sus derechos; éste, la escuchó pero decidió declarar vaca la “Encomienda de San Pablo de Bomboy” y convocar a oposición para optar a un nuevo otorgamiento de dicha encomienda. Ella, no se quedó tranquila, y “le buscó la vuelta” al asunto.

Perteneciente a una familia de poder económico y político, se produjo la alianza con la familia Hurtado de Mendoza, para preservar esa encomienda, y se casó con el hijo mayor del capitán Hernando.  Cristóbal, durante el proceso para optar a la encomienda, fue el único aspirante, ya que la viuda de Botello, no se postuló, porque se había casado con él; y en 1630, le fue otorgada esta encomienda “San Pablo de Bomboy”, imponiéndole el pago de lo que debía Francisco Botello y su viuda, por tributos y tasas, y un pechaje anual de 97 maravedíes por cada aborigen encomendado (Zambrano: 11).  Estas dos familias aliadas, retuvieron así, la “Encomienda de San Pablo de Bomboy”. 

El avance mercantilista se patentiza en las décadas  siguientes, cuando se  realiza su descripción oficial, señala  <<las Haciendas de sus Moradores son Trapiches de Caña, de que labran mucha Azúcar blanca y prieta, con diferentes dulces, y todo género de Conserba. Ay algunas Haciendas de Cacao: se coge mucho Trigo; la harina es hermosa: son en extremo aplicados sus Moradores a la Agricultura. Las tierras son fértiles y producen todo género de grano; es abundantísima en Menestras, y toda especie de Vitoalla. Ay grandes crías de Ganado menor: Las Carnes son gustosas, y los Carneros muy grandes. Ay pocas crías de Ganado mayor, hacen excelentes quesos, las Lanas labran con destreza, haciendo diferentes tegidos y en especial unas Alfombras de gran primor y permanencia>> (Ángel de Altolaguirre y Duvale. Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela. Pág. 210. Ediciones Presidencia de la República. 1954). Una de las fuertes y decididas impulsoras de ese florecimiento económico y la consolidación de pueblos en el Valle de Bomboy, lo fue Doña Catalina Fajardo, la encomendera, vecina y propietaria,  existiendo evidencias de la voluntad, esfuerzo, empeño, obra y con amplios horizontes, fue concretando logros en ese sentido.


1629.  <<San Pablo de Bomboy>>


La encomienda y la tierra fueron los elementos fundamentales del modo productivo a implantar a finales del siglo XVI, y para la conformación de pueblos y la sociedad colonial que la Monarquía estableció, es decir, que con la existencia de los indígenas a esclavizar y tierras, fue la sustentación de la colonia. Esto, marcaba las relaciones de estirpe y alianzas familiares, en cuanto acumulación de poder económico y político, que fue el basamento de la sociedad colonial durante más de tres siglos. Un Adelantado, Conquistador o guerrero europeo beneficiado como encomendero, significaba arribar a la cúspide social con el carácter de noble, que era también privilegio para su familia; los hijos de los encomenderos se unían y casaban con sus iguales, descendientes o herederos, como élite privilegiada.

Es a partir de finales del siglo XVI, que se puede establecer como génesis en este valle, del proyecto esclavista colonizador, como base de la organización y el desarrollo de dichos pueblos. A la vez, se fue acendrando en la mentalidad de los que se establecían a vivir y a domesticar estas tierras,  que el proyecto europeo de explotación, también los explotaba a ellos, los obligaba a sostener y respetar curas, militares, recaudadores de impuestos, y pagar los tributos al Rey de España. Surgirá con ella, en este pequeño valle, ese sentimiento de rebeldía, que  nutrirá el destino de nación. 

Pero, hubo coyunturas que influyeron en el despertar y desarrollo de este proceso en el valle de Bomboy, como ejemplo: en 1595, con la ronda de confirmación de encomiendas, por parte del gobernador Don Diego de Osorio; seguida en 1607, con el desconocimiento de los títulos de encomiendas, por orden  del Rey dada al gobernador Sancho de Alquiza, y la reorganización de las Doctrinas, con 65 encomiendas, por el Obispo Fray Antonio de Alcega, con lo que se dio inicio a la conformación de una élite social, que sin dudas, monopolizó el poder en Trujillo y se convirtió, en mecanismo para la ocupación de tierras; y otro momento importante, el de 1620, cuando se dio la evaluación y  reorganización  creadora del gobernador Francisco de la Hoz Berrío, se produjeron estos hechos y revisiones del Sistema de Encomiendas, que dieron empuje al proceso colonizador en Los Andes trujillanos. Además de eso, ya en 1619, con la visita de Alonso Vásquez de Cisneros, Visitador y Oidor de la Real Audiencia de Santa Fe, delimitando, otorgando posesiones y creando Pueblos de Doctrina adyacentes a La Puerta, como la zona de los Timotes, obligó a las autoridades de la Provincia de Venezuela a organizarse, pues desde el Virreinato se configuraba de hecho, un espacio de frontera.

En 1629, se produce otra revisión de las encomiendas y fueron declaradas vacas, algunas de ellas, entre esas, la denominada “Encomienda San Pablo de Bomboy”, la que por derecho de sobreviviente, le correspondió a la viuda de Francisco Botello, doña Catalina Fajardo.

En esta vecindad, muere uno de los principales personajes de esta historia inmatura, el capitán Hernán Hurtado de Mendoza, su hijo Cristóbal Hurtado de Mendoza, heredó la encomienda que aquel tenía en los Timotes, y a pesar de haber recibido la tonsura de  clérigo, se convirtió en esclavista, hombre de pingues negocios, expandió sus actividades agrícolas, ganadería e industria, telares, destilería, alfarería,  convirtiéndose en uno de los "grandes cacaos" de la Provincia, no solo de señorío económico, sino que ciertamente  era propietario de extensiones importantes de cacao en el valle de Pocó, en la zona baja de Trujillo.  


En 1629, el encomendero Cristóbal Hurtado de Mendoza, que había heredado la nombrada <<Encomienda de los Timotes>>, y casado con doña Catalina Fajardo, emprende un conjunto de obras, industria y negocios, para lo cual inicia un proceso de agregación de Encomiendas, la que había heredado, con la que regentaba su esposa <<Encomienda San Pablo de Bomboy>>, asi como la ocupación y adquisición de tierras.  

Es conveniente aclarar, que, el territorio donde se localizaban los aborígenes de la encomienda de Catalina Fajardo, <<San Pablo de Bomboy>>, es decir, el grupo nativo entregado para su explotación, trabajo y adoctrinamiento al encomendero, que no se debe confundir con el <<Pueblo de Doctrina de Nuestro Señor San Pablo de Bomboy>>, o Cabecera de Doctrina, se encontraba ubicado en la zona norte del Valle de Bomboy, tierra de Catalina Fajardo y de los Hurtado de Mendoza, partiendo de lo que se conoce históricamente como Cañada de Mendoza, bajando por Conchemira, San Isidro, Guaná, posesión y caserío San Pablo de Bomboy, y la posesión Castil de Reina, llegando a El Cucharito,  limitando con Escuque y la Mesa de Valera. 

Resumiendo, la primera encomienda de este sitio, en lo que hoy es parte de Mendoza, la llamaron "San Pablo de Bomboy", confirmada en 1595 por el gobernador Don Diego de Osorio, a su primer encomendero Francisco Botello, que murió a finales de la segunda década del siglo XVII, y la heredó su esposa Catalina Fajardo.


Capitulo 3.

Encomendera respetada, pero sin la gloria del maltratador. Doña Cata, sabía dónde le apretaban los alpargates. Y los metió en el cincho. El asentamiento de San Antonio Abad (hoy Mendoza). "Cada quien con lo suyo, y Dios en lo de todos".


Hay un dato histórico interesante, encontrado en un documento recién paliografiado, que habla muy bien de Catalina Fajardo como encomendera, en cuanto al trato que dio a sus indígenas encomendados. Cuando ella, viuda, se casó con el capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, y éste pidió la agregación de esta encomienda a la que había heredado de su padre Don Hernando Hurtado de Mendoza, o sea, la de los Timotes, la autoridad en Venezuela al concedérsela, señaló que le otorgaba en posesión:  <<al principal don Julián con los demás indios, sus sujetos, de nación cuycas, que viven y están mandados poblar en el pueblo de San Pablo de Bomboy, según y de la manera que los tubo la dicha Cathalina Faxarda…para que como libres vasallos del Rey, nuestro Señor, los curéis en sus enfermedades, ayudéis y favorezcáis dándoles la doctrina que les está repartida, procurando su conversión y conservación>> (Zambrano: 11); esto nos da una idea, por lo menos documentalmente, del trato que dio doña Catalina a sus encomendados.

Paulista, devota que era de San Pablo Apóstol, se preocupaba por colaborar con la incipiente iglesia y con el padre Antonio Montero, Cura Doctrinero de las familias indígenas que le trabajaban tres días en su sementeras y hatos, pero tenían que vivir obligados por orden de las autoridades españolas, en el “Pueblo de Indios”, cabecera de Doctrina, ubicado en La Puerta, apartados de su zona de origen, esto es, San Pablo de Bomboy, al norte del valle (zona de Mendoza); era obvio que se preocupara en su evangelización y fomentar aceptables relaciones interreligiosas, sino para que las condiciones de vida fueran adecuadas, en su particular concepción de las enseñanzas de San Pablo, aportando a la consolidación de este “Pueblo de Indios”, llamado también San Pablo Apóstol de Bomboy, de La Puerta, cuyo inicio data de la primera década del siglo XVII.

Pero a la final, 17 años después,  litigando contra la autoridad española, le negaron la fusión de las dos encomiendas. Sin embargo, de hecho, así se fue poblando lo que se llamó "San Antonio Abad", que hoy constituye Mendoza del Valle del Bomboy, y también un asentamiento social, conocido como San Pablo de Bomboy, hoy simplemente San Pablo, comunidad  y caserío que ha persistido en el tiempo, vinculada a la explotación de la vieja hacienda o fundo San Pablo, donde llegaron los viejos colonos del Tocuyo, a avecindarse y a echar raíces, como lo testimonian sus descendientes. 


         Doña Cata, sabía dónde le apretaban los alpargates. 


Ya era tiempo de decidir su destino. La costumbre para los de su estirpe, por diversas razones era la alianza con sus iguales.  Mujer decidida, sin protagonismos, con firmes y claras convicciones, seguía avanzando en sus propósitos, se puede entrever de la documental existente, como enfoque integral, que, la alianza matrimonial, familiar, societaria y como grupo económico, contenía otros proyectos importantes,  que ella mujer con su propia fortuna económica, aceptó, apoyó e incidió de forma proactiva: 1) fusionar las dos encomiendas, la del esposo (en los Timotes), que heredó de Don Hernando, y la de ella, “San Pablo de Bomboy”,  unen y diversifican la productividad de las tierras al fusionarlas;  2) la construcción en 1630, de un puente sobre el rio Motatán, para el comercio entre el Virreinato de Nueva Granada y la Provincia de Venezuela,  lo que le traería importantes beneficios; 3) la adquisición de nuevas posesiones de tierras en sociedad, como socios y destacando ella, como contratante; nada la contrariaba, todo o casi todo, lo lograba, a pesar que en algunas obras o emprendimientos, estuvo representada por su esposo Cristóbal Hurtado de Mendoza; y 4)  la consolidación de la comarca colonial, que de hecho, llegaría a llamarse “Mendoza del valle de Bomboy”.


Y los metió en el cincho. El asentamiento de San Antonio Abad (hoy Mendoza). 


Siendo Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela,  entre 1616 y 1622, Don Francisco de la Hoz Berrío y Oruña (1579-1622), se abrió un periodo favorable para los encomenderos, colonos y curas doctrineros, inclusive para los indígenas encomendados, al prohibir el servicio personal de éstos. Contó con el nuevo Obispo, Gonzalo de Angulo, quien colaboró con De la Hoz, en el otorgamiento de encomiendas, así como, la asignación y reparto de tierras para los aborígenes.  Algunos encomenderos de este Valle, incluida Catalina Fajardo, la más afectada por la situación de sus encomendados, plantearon al Gobernador el problema; la mayoría de los encomenderos no eran partidarios de crear nuevos pueblos, se negaban porque significaba les disminuyeran sus buenas tierras, y por el gasto que tenían que hacer para construir templo, acondicionarlo, comprar campanas y proveerlo de mobiliario y lo necesario para la actividad doctrinera. 

Doña Catalina, regentó la encomienda “San Pablo de Bomboy”,  y sus indígenas que fueron trasladados al Pueblo Cabecera de Doctrina (hoy La Puerta),  la ayudaron a prosperar aquellas feraces tierras, por lo que estuvo trabajando asi por un tiempo, sin hacer los trámites para que el Rey y el Consejo de Indias, en España, le confirmaran sus derechos en la encomienda. Gozaba de la virtud de convocar y aprontar voluntades para el engrandecimiento de las empresas en aquellas virginales y enmontadas posesiones. Ella, deseaba convertirlas en sementeras opulentas y cargadas de buenas cosechas, y los potreros y hatos verlos repletos de buen pasto para la cría y engorde del ganado, y para sus recuas de mulas y machos de carga, lo que requería de esfuerzo humano y organización para lograrlo, principalmente resolver el problema de la lejana distancia entre el sitio donde vivían los indígenas de trabajo, y las tierras de labor.

En 1620, año en el que Francisco de la Hoz Berrío, Gobernador de la Provincia de Venezuela, pasó por el valle de Bomboy, los curas doctrineros,  hacendados y ganaderos  hicieron la solicitud y observó que tras la reducción y concentración de los indígenas,  <<floreció en el surgimiento de pueblos que ensancharon el ámbito de la comarca trujillana, tales:…Mendoza>> (Briceño: 60); sin embargo, siendo objetivos, el estado de avance económico, de la cría de ganado que existía en la zona, motivó a que se autorizara la formación de este nuevo pueblo; se entiende por lo que se asentó en realidad, por empeño de los encomenderos,  hacendados y curas, fue un pequeño “pueblo de indios” San Antonio Abad, dicho nombre, en virtud del desarrollo de la ganadería, y le pusieron esa advocación, por ser el conocido patrono protector del ganado, logrando con esto, Doña Catalina y el resto de los encomenderos, evitar el sacrificio de los indígenas, de agotar varias jornadas de camino desde el “pueblo de indios” cabecera de Doctrina San Pablo de Bomboy, hasta la zona de Mendoza, en el norte del valle, que trabajan tres días a la semana.

La cabecera de Doctrina, era lo que hoy constituye el área urbana de La Puerta, donde se agruparon y nuclearon varias encomiendas, solo vivían exclusivamente indígenas, no blancos ni negros, luego sería el Resguardo Indígena de la Puerta, hasta 1891  (distinto a la comunidad aborigen San Pablo de Bomboy, el fundo y el área natural de los aborígenes de la encomienda del mismo nombre, son 4 instituciones diferentes que no se deben confundir), hasta  Guaná,  Cañada de Mendoza, San Pablo de Bomboy, El Hatico, Dorokokoe y el Cucharito, dentro del espacio donde hoy se encumbra la parroquia Mendoza.  Las tierras de Doña Catalina, es decir, las de San Pablo de Bomboy, según el historiador Vicente Dávila, <<por quedar esta posesión donde al presente existe el Municipio Mendoza, es de suponer que su nombre se le dio en recuerdo de estas poblaciones>> (Dávila: 229). Este nuevo  pueblo, representaba para los hacendados y ganaderos un ahorro en los costos y tiempo de la producción. 

De la gestión de Berrío, según la historiografía,  destacan las ordenanzas para Trujillo del año 1621, en las que dio instrucciones para que los indios se reunieran en pueblos, fue así como por orden suya, se desprende y crea San Antonio Abad, en tierras de Juan Álvarez Dabuyn, asimismo en el caso de Jajó, cuyas encomiendas formaban parte de la Doctrina de Nuestro Señor San Pablo Apóstol, grupos indígenas concentrados en el Pueblo de Indios, ubicado en La Puerta.  Dicho gobernante en su gestión, favoreció la prosperidad en el campo, y facilitó la  expansión de cultivos como el cacao, el tabaco, también la ganadería. Al cumplir su mandato en 1622, embarcó para España, y falleció durante el viaje.

De esa forma Catalina Fajardo, “metió en el cincho” a los encomenderos. Movió su influencia, sus ideas, la ley, su poder y su convicción de propósitos y tomó las riendas y dominio en el Valle. 


"Cada quien con lo suyo, y Dios en lo de todos".


Se pudiera aplicar ese antiguo dicho, al interpretar esta declaratoria contra Catalina, como signo de un conflicto entre encomenderos y terratenientes, movido por ambiciones. Ella se sobrepuso a dicha contingencia y lo más importante, logró la creación del pueblo San Antonio Abad (Mendoza), a donde se mudarían y regresarían sus indígenas laborantes, los que obedecían sus órdenes. Al parecer, les demostró que en este Valle reinaba su particular influencia y poder. El gobernador decidió compensar al reclamante.

En 1621, el hijo del exterminador de Nigale y las fuerzas indígenas rebeldes del lago de Maracaibo, Juan Álvarez Daboy “el mozo”, beneficiario por heredero del capitán Juan Álvarez Daboy,  de la “Encomienda Valle de Bomboy”, solicitó al Gobernador, Francisco de la Hoz Berrío, que le compensara  en vista  que se utilizaron para constituir el nuevo pueblo San Antonio Abad, parte de sus mejores tierras, e hizo mención de que Catalina, la viuda encomendera tenía muchas y grandes posesiones. Al parecer ésta, aprendió a “correr la cerca”, porque a pesar de los conflictos de justicia, sabía que podía “Compensar” con la gente del Rey. 

Para Doña Cata, este era uno de los más relevantes aspectos de su orgullo. Desde la Cañada de Mendoza, el Llano de las Catiras, Guaná, San Pablo de Bomboy, Conchemira, Dorokokoe, Cucharito, en su privilegiado Hatico, con los mejores animales de cría, inclusive, en posesiones cercanas a Escuque, allí fue creando prosperidad económica, agrícola y ganadera, y fue captando el interés por aquella tierra dominada y domesticada por ella.  Fue sorprendente la variedad y riqueza de los productos agrícolas y pecuarios que se obtenían.

El 12 de julio de 1621, el gobernador de la Hoz Berrío,  en la causa de compensación de tierra, le concedió titulo y recompensión a de Aboyn, de <<las tierras de los indios de la encomienda de la dicha Catalina Fajardo, de siete mesetas de sabanas que caen de la otra parte del rio de Bomboy, a mano izquierda yendo al valle arriba>>; también le concedió los potreros del jefe Aymaro, vecino de doña Catalina, y otras tierras de los indios del Capitán Baltasar de Aguilar y las dejadas por  Francisca de Segovia  (Pinto, Manuel C. Noticias documentales del Estado Trujillo. pág. 56. Biblioteca Venezolana de Historia. Cuaderno N° 12. AGN. Caracas. 1970). Esta decisión, desfavorable para la encomendera, seguramente justificaba su gran logro de establecer el pueblo de San Antonio Abad.  

Templo San Antonio Abad, parroquia Mendoza, estado Trujillo.

Los otros encomenderos y sus herederos, como La Bastida, Gómez Carrillo, de la Piñuela, y Briceño, se dedicaron a la producción de cañamelares y sus derivados, luego al trigo, y posteriormente al café.  Hernando Hurtado de Mendoza, su suegro y el capitán Blas Tafallés, padre de Catalina, se dedicaron a la empresa cacaotera, sus parientes Pedro y Juan Tafallés, fueron aquellos fuertes comerciantes de cacao, cuyos depósitos en Trujillo saqueó en 1678, el pirata Granmont.

El mas antiguo escudo de armas de los Mendoza.

 A su vez, el capitán  Juan Álvarez de Dabuyn “el exterminador”, que tuvo enormes grupos de indígenas esclavos, de la  “Encomienda Valle de Bomboy” y la de “Quebrada de Comboco”, se dedicó a la explotación del tabaco, con enormes posesiones en Barinas, y con barcos en el lago de Maracaibo, en sociedad con los hermanos Fernández de Saavedra, llevando este producto a Europa. Faxarda, como mujer de poder,  preocupada hacendada, ganadera, comerciante, admirada por todos, sabia de sus responsabilidades en el mejoramiento de aquella comarca, lo que significaba también, el esfuerzo esencial de construir patria trujillana.

Conclusión:

Con la documental señalada, encontramos datos reveladores, de los orígenes coloniales esclavistas de los dos pueblos del valle de Bomboy: La Puerta y Mendoza del Estado Trujillo, y uno de sus forjadores principales: la encomendera Catalina fajardo.

Se intuye  de la conducta y proceder de  ella,  la vena y la fuerza moral de una mujer, en una contienda por sus derechos,  en circunstancias históricas desfavorables y particulares de los comienzos coloniales, que  por esfuerzos en solitario, conviniendo alianzas y con largos litigios,   va superando y obteniendo resultados, unos inciertos y otros que le fueron favorables, en sus planes de dominar la feracidad y dureza del Valle de Bomboy

Justo es, que se haga  el reconocimiento histórico que se merece Catalina Fajardo, como forjadora de pueblos, por su aporte a la consolidación del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy” (hoy La Puerta), y a la formación desde sus inicios, de esa hermosa comarca,  que es Mendoza del Valle de Bomboy, <<Pueblo San Antón Abad>>. 

La Puerta, febrero 2023. 

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