jueves, 30 de junio de 2022

María Leonor Paredes de Rivero.


<<Señora Leonor>>.


Oswaldo Manrique Ramírez.


La sensibilidad y firmeza de la mujer puertense.

María Leonor Paredes de Rivero: nació en La Puerta, estado Trujillo, en un pequeño caserío denominado antiguamente El Charcal, situado al suroeste de dicha Parroquia, el 13 de marzo de 1913. Sus padres Pablo Paredes y Lucía Toro, era la hija mayor de este matrimonio, por lo que le correspondió asumir responsabilidades dentro de la casa y para con sus hermanos menores;  sus estudios de primeras letras los hizo en su casa, teniendo como guía a su hermana Aurelia, quien estudiaba en la Escuela que funcionaba en el Censo.

María Leonor Paredes de Rivero, la <<señora Leonor>>. Gráfica cortesía de Antonio Linio Rivero. 

Se casó en 1935 con Martín Rivero, el maestro del Censo, con quien procreó 6 hijos: José Américo, Antonio Lino, Emma Rosa, José Américo, Carmen Delia y Misael Antonio Rivero Paredes. Con su esposo, fue admiradora de uno de los caudillos nacionalistas de la Cordillera de la Culata, el coronel Américo Burelli,  por eso, a dos de sus hijos les puso por nombre Américo (Conversación con Antonio Lino Rivero. La Puerta, enero 2022).

Eran tiempos del llamado Gomecismo, del Amo único, de una ruralidad cargada de violencia y de precarias condiciones económicas, educacionales y de salud, además del escaso trabajo en la agricultura y la cría de La Puerta.

En el caserío El Censo, vivieron hasta 1940, año en el que la joven pareja y su prole, decidieron mudarse al sector San Martín, en la vía al Portachuelo, hoy La Lagunita, en una finca propiedad de la Sucesión Rafael González, estaban cerca de donde vivía la mama de Martín. Llegó un momento en que la finca la vendían en tres mil bolívares, y él no tenía el dinero para comprarla, y tuvo que entregarla, la compró Numa Viloria, hijo de Don Lucio Viloria, quien fue maestro de Martin en 1915, en la Escuela de La Puerta;  y se mudaron a El Pozo, a una finca del hacendado Antonio Carrasquero, donde Martin pasó a sembrar como medianero.  

Relata su hijo Antonio Lino, que, su mamá mujer decidida, se mudó, bajó con sus muchachos a finales del año 1942, al casco de La Puerta, y se alojó <<provisionalmente  en una habitación que les cedió doña Elba Bello, quien era madrina de una de sus hijas. Mientras construían su casa de habitación en un terreno que había comprado su esposo, ubicado en la calle de abajo (Páez) en el año 1942, era un amplio solar de 1.200 metros>> (Rivero, Antonio Lino. María Leonor Paredes de Rivero <<Señora Leonor>>. En fotostato. Maracaibo. 2011). Mujer con mucha dignidad y agradecimiento, se mudó con su familia a la nueva casa, sin haber terminado de construirla,

En el año 48, su esposo, trabajador incansable, estaba en mala situación económica, no tenía empleo, por lo que tuvo que hipotecar su casa. El maestro Martin Rivero, en uno de sus poemas, caracteriza el temple de su esposa, al describir una situación económica limitada y ella asumió una actitud solidaria, firme  y motivadora, <<con mi casa hipotecada.// Mi mujer descontrolada de// ayudarme a trabajar me dijo:// Vaya a buscar donde consiga// un empleo porque, lo que yo deseo// es que ¡No se tire a matar! y// no le vaya a quedar//el puro trabajo en vano>> (Rivero, Martin. Lamentos de un deudor>>; este es un tributo a su pueblo, en el que explica por qué se fue de La Puerta a Maracaibo, en 1948.

Martín Rivero, esposo de la Señora Leonor, fue el fundador y primer maestro de la Escuela de primeras letras de El Censo. 

Los primeros meses en Maracaibo, vivieron en una casa del señor Camilo Rivero, ubicada a diez minutos del centro de la ciudad, <<Después compraron una casita en el mismo sector con la ayuda de sus hijos mayores>> (Ídem).  Buscando la mejoría y ahorro económico, en 1953, se mudan al sector Bellavista, cerca donde trabaja su esposo y su hijo Antonio Lino.

Estando en Maracaibo, tanto en Nueva Vía como en Bellavista, su vivienda se convirtió en una especie de casa de apoyo, donde a los paisanos puertenses que iban en busca de trabajo, se les brindaba alojamiento provisional, retribuían y agradecían de esa forma la ayuda que les prestaron cuando esta pareja llegó a Maracaibo.

En la familia Rivero, recuerdan algunas vicisitudes, que tuvo que enfrentar, en la comunidad, que a algunos de sus miembros, no les agradaba la gente andina. Recuerda su hijo mayor Antonio Lino  que, a pocos meses de vivir en Nueva Vía, los iban a  visitar gente de La Puerta, tenían <<una casa modesta en una calle bastante amplia donde todos se conocían y los vecinos eran muy tratables y colaboradores. La mayoría era gente andina…en esa calle…vivían tres muchachas, a quienes mama no le caía bien y cuando venia gente de los Andes a visitarla las muchachas gritaban: ¡Llegaron los Gochos! ¡Llegaron los Gochos!>> (Rivero); esta especie de rechazo, no la amilanó ni acomplejó, por el contrario la motivó a defenderse y a ser mas proactiva, lo que relata el hijo a continuación: <<Un día…se acercaron a ofenderla. Mi mama que era una señora alta, maciza y robusta con una vitalidad y fuerza que disfrutaba a los 35 años de edad. Esperó que se le acercara una de ellas, tan pronto la tuvo cerca la agarró como si fuera una almohada, la levantó en vilo y la lanzó a las otras dos, que venían detrás. Las tres cayeron al suelo y no les quedó más remedio que levantarse y salir corriendo. Desde ese día mi mama se ganó el respeto de las muchachas y de todos sus vecinos. Y cuando la trataban le decían: Señora Leonor>> (Ídem). Fueron comienzos difíciles para ella, como para cualquier migrante.

Forjadora de comunidad y urbanismo.

En 1953, junto con su esposo, y doce familias con las que se habían relacionado, que coincidían en la necesidad de urbanizar un lote de terreno en  la zona sur de Maracaibo,  y abrió una verdadera y sentida campaña organizativa y de fomento de ese emprendimiento social; fue así como comienzan a construir y fomentar un urbanismo popular y la comunidad del sector Corito (Haticos por Arriba – Manfuey, hoy 23 de enero), allí construyeron una casa familiar, tipo andino, y en parte del amplio terreno, funcionó la Capilla y la sede de la Junta Pro-mejoras. El sector se convirtió en 1958, en una moderna urbanización.

Trabajó incansablemente por la causa comunitaria.  Compartiendo los sentimientos cívicos de su esposo y de la vocación de servicio de éste, consagró parte de sus mejores momentos a la causa de la educación, allí, tuvo la oportunidad de encender la llama del conocimiento y funda una escuela. A pesar que no estudio en su juventud, cuando se casó con Martín que fue maestro de escuela en su época, aprendió a leer y escribir perfectamente, y de forma voluntariosa y al servicio de su comunidad el “23 de enero”, instaló una pequeña escuela, <<donde le daba clase a unos veinte niños y a la vez, los enseñaba a rezar y los preparaba para que hicieran la primera comunión>> (Ídem); con el tiempo esos niños, se convirtieron en profesionales, dos de ellos, se inclinaron por la formación sacerdotal.

Su pasión religiosa: catequizar y construir capillas católicas.

Señora Leonor, fue una mujer muy católica, <<el que vivía en la casa tenía que asistir a misa y algunos actos religiosos programados los días de fiesta>> (Ídem); realmente a pesar del rigor de su carácter andino, cuando ella decía: - Tenemos que ir a misa, la respetaban y todos le obedecían sin rechistar.  En el terreno de la casa de la Señora Leonor, funcionó una Capilla en la que recibían misa los de la comunidad; pero cuando inauguraron la Urbanización Mendoza, la capilla la mudaron para esta urbanización, por orden del Obispo. Después Leonor, ayudó a fundar otra capilla en otro sector de Corito, y ella ayudaba a su mantenimiento. 

Antonio Lino Rivero, en sus tiempos juveniles, ataviado de su uniforme militar; hijo de la Señora Leonor.

 Igualmente fue el alma de la devoción mariana, al fundar en 1957, en su propia casa <<La Legión de María>>, de la cual, fue su Presidenta. De igual forma, perteneció a varios grupos religiosos en la Santa Iglesia Catedral, el Convento de los Padres Capuchinos, en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Sus buenas relaciones con la Iglesia católica, le permitió viajar por varia partes del mundo; en 1968, fue a Bogotá, Colombia, para conocer al Papa Paulo VI; Visitó Portugal; en 1979, visitó México, para  ver y escuchar al Papa Juan Pablo II; aparte de  esos viajes, también estuvo en los Estados Unidos, en un grupo que coordinaba el padre Navarro, cura párroco de la Iglesia San Pedro, ubicada en el barrio Progreso.

La Señora Leonor, apreciada y respetada por su comunidad, que tuvo entre sus planes hacer un viaje en peregrinación a la Tierra Santa, enfermó y murió el 4 de octubre de 1986.  Fue un ejemplo de la sensibilidad y firmeza de la mujer puertense, que debemos inscribir en la historia de nuestra localidad.

 La Puerta, 13 de marzo de 2022.

Omanrique761@gmail.com

domingo, 26 de junio de 2022

La primera fiesta nupcial de La Puerta, 1897

 

La primera fiesta nupcial de La Puerta, 1897.


Oswaldo Manrique.

¡La fiesta! Quién puede negar que nos encante el baile, la comilona y la celebración, mucho más cuando se trata de una boda, que significa que el festejo es por todo lo alto y para recordar.

Fue en 1897, y fue la única boda de ese año, por lo tanto, fastuosa y recordada. Un festejo matrimonial. El primer casorio del pueblo se realizó a las 6 de la mañana, en el despacho de Francisco Rivas hijo, que era el Jefe Civil de La Puerta, cosa de cumplir con el enlace religioso en el templo San Pablo Apóstol de Bomboy, durante el resto de la mañana.  


Los contrayentes 


Anotó Rivas, en la única acta del Libro de Matrimonios de 1897, que, interrogó a <<José Zesario Parra ¿Queréis y recibís á María Mercedes Paredes? quien contestó en alta clara e inteligible voz. Sí la quiero y la recibo. Seguidamente á María Mercedes Paredes ¿Queréis y recibís por marido á José Zesario Parra? la cual de igual manera contestó. Si lo quiero y lo recibo. Yncontinenti dirigiendome a los dos les dije: en nombre de la República y por autoridad de la ley "quedan pues unidos en matrimonio perpetuo e indisoluble">> (Acta de matrimonio). Los padrinos fueron su amigo José Gregorio Ruz, pariente del coronel Sandalio Ruz, del que tomaría Cesáreo las ideas nacionalistas que girarían en su pensamiento, y que lo harían defender y salvar la vida del coronel Américo Burelli, líder de los alzados en 1914. La madrina fue María Facunda Paredes, familiar de la contrayente, ambos habitantes del caserío Los Aposentos. 

Después del matrimonio civil, se trasladaron al templo San Pablo Apóstol de La Puerta, precedidos de la dama de honor y los dos niños que llevaban los anillos, para realizar el casamiento religioso, y recibir la bendición del cura párroco, ante el altar, ya que se mantenía el criterio que para que fuera sagrado y permanente tenía que ser por la iglesia, era la mentalidad de la época. Estaba en vigencia, la Ley del Matrimonio Civil de 1872, que obligaba realizar este, antes del religioso. 

Cesáreo como lo llamaban en el pueblo, era un hombre vivaz y trabajador, día a día encorvado sobre la sementera, sabía leer y escribir, nació en la población de Jajó, estado Trujillo, en 1857.  

Vieron llegar a los recién casados desde  distintos puntos del caserío, inclusive atento algún “gorrero”, de esos que se meten a beber y a comer gratis, por supuesto, no llevan regalo. 


El festejo matrimonial. 


En la finca la Media Loma, cercano al Portachuelo de La Lagunita, estaba todo floreciente, la casa adornada con bambalinas, se vio lúcida y abundante, en el patio un gran mesón con mantel adornado con flores y guirnaldas olorosas, manares con frutas, vasijas con dulces, y no faltó la torta nupcial. 

Los novios, los padrinos y los acompañantes en sus respectivas bestias, salieron de La Puerta, pueblo solitario, en el que quedaba sólo la ruinosa sede de la Prefectura, al frente, el viejo templo de San Pablo Apóstol, y alrededor algunas diez viviendas de bahareque y fajina, luego que los terratenientes y gamonales quemaron las casas y le arrebataron las tierras a los indígenas Bomboyes, 6 años antes. 

La entrada de los novios a la casa, se vio iluminada cuando apareció  María Mercedes,  joven y encantadora dama, de 18 años de edad, bajo su blanquecino pañolón tapando el hermoso cabello, de tez rosada por el clima y el mestizaje predominante, ojos negros, atraía la mirada de todos los asistentes. A su lado, Cesáreo, orgulloso con su traje negro y camisa blanca, con corbatín, y su infaltable sombrero.

En el corredor, en la hilera de sillas, sentados estaban los padres de la novia, Francisco y María Casimira,  también Facunda Paredes, cerca de los Castellanos, los Ruz, junto a otros amigos de Cesáreo. Más allá, cercano al fogón de la cocina, otro mesón con banquetas donde a su turno se iban sentando los fiesteros a comer el humeante sancocho de gallina, con verduras y aliños de la huerta, que iban sirviendo a los invitados, en tazones de barro, flotantes los respectivos tropezónes, el ajicero montañero y la ruma de arepas de harina del norte.

Hubo el primer brindis, de los recién casados, y sus familiares. En otro lado, el jarrón de panela con limón y cóctel de frutas, el botellón de la mistela ahumada, un poco de sanjonero, algo de ponche y ron,  fue una reunión de alegría y música. Cesáreo le metía al canto. A su llamado, aparecía el violín, la bandolina, el cuatro y el par de maracas. Se escucharon valses, el primero lo bailaban los novios.

Mientras escuchaban al conjunto tocar música andina, serrana, también variaban con un encantador vals trujillano, sin embargo, hubo varias parejas, que llenaron la sala bailando al son del pasillo campesino. No faltó la carne asada de una ternera que reservaron para ese evento tan especial para los Parra y los Paredes, la gente no se casa todos los días. Uno de los parientes atendía a las señoras, y les servía una taza de tizana o bebida combinada, o pedían café, chocolate, mistela o vino. Con seguridad, cuando María Mercedes agarró el cuchillo y picó la torta nupcial, el primer pedazo lo recibió y comió Cesáreo, ya esposo.

         Parra, había alquilado la posesión denominada “La Media Loma”, a su propietario Audón  Lamus, situada camino a La Lagunita del Portachuelo; y comenzó a hacerla producir. La novel pareja se residenció este caserío, fomentaron familia, procrearon cuatro hijas: Luisana, Blasa, Teodora y Sixta, y cuatro hijos: Daniel, Humberto, Jesús y Ricardo; este último, murió en el 2012, a la edad de 110 años, en La Puerta (Datos suministrados por Antonio Lino Rivero. 2022).

El matrimonio civil documentado por primera vez en La Puerta, siglo XIX, quedó asentado en su correspondiente acta, que a continuación comparto transcripción parcial del original. 

<<Hoy á las seis á,m, del día trece de noviembre de mil ochocientos noventa y ciete, constituidos en la Jefatura Civil de esta parroquia La Puerta, el Jefe Civil de la misma Francisco Rivas h, y el Secretario de esta coporación compareció José Zesario Parra, mayor de veinte y un años, soltero, Agricultor, natural del Distrito Miranda de la Sección Central y domiciliado en el mismo Distrito he hijo legítimo del finado José Felis Parra y María Ysabel Castellano: y compareció también María Mercedes Paredes mayor de díez y ocho años, soltera dedicada a los oficios propios de su sexo, natural y vecina de esta parroquia he hija legítima de Francisco Paredes Agricultor, y de María Casimira Hoyos dedicada á los oficios propios de su sexo y domiciliados en esta parroquia con el fin de celebrar el matrimonio que tienen convenido y ciendo suficientes los documentos producidos para proceder al acto, el Secretario dió lectura á la Sección 13a. de la ley de matrimonio Civil que establece los derechos recíprocos entre los contrayentes. Acto continuo interrogué a… Extendida inmediatamente la presente acta en el libro de registro Civil correspondiente se le leyó á las personas que deban suscribirla y habiendo todos manifestado estar conformes firman. La Puerta trece de Noviembre de mil ochocientos noventa y ciete = El Jefe Civil= Francisco Rivas h. El contrayente. José Cesario Parra. A ruego de la contrayente Matías González. Testigo: José Gregorio Ruz. A ruego de la contrayente por no saber. Rafael Monreal. Sct.>> (Libro de Matrimonios Año 1897. Unidad de Registro Civil de La Puerta). 

A partir de este hecho social, se inició en varios caseríos de La Puerta, el fomentó y el asentamiento de  la familia de apellido Parra, teniendo como primero de ese apellido a José Zesario Parra. Vivió siempre en la Media Loma, fue un campesino sin tierra, la trabajó toda su vida, conocido por la calidad de sus cosechas y por sus buenas acciones. En el año 1940, aquejado de una enfermedad que no pudo vencer, su bien ponderada familia y sus amigos, vieron apagar la señera vida del legendario Don Cesáreo Parra, el de la frenética y nacionalista galopada de 1914. El rescate y recuerdo de este evento social, debe mantenerse en la  memoria colectiva, porque los contrayentes fueron una pareja ejemplar, de trabajo tesonero y honesto, buenos padres de familia, y por su lealtad a la amistad, a los principios y valores humanos, y particularmente por su actitud en defensa de los intereses nacionales.

 La Puerta, junio 2022.

 omanrique761@gmail.com 


domingo, 19 de junio de 2022

Natividad Sulbarán, proverbial y prolífico.

Don Natividad Sulbarán, proverbial y prolífico.

Oswaldo Manrique.


Natividad Sulbarán, nació en 1866. Obviamente a este trujillano, le tocó vivir el tiempo de caudillos, y aunque tuvo simpatía por ciertas causas políticas, fue un hombre de paz, de espíritu conciliador, de una notable cordialidad y siempre anduvo con el mejor buen humor.

Su particular historia, se remonta a los comienzos del tercer poblamiento de La Puerta, luego del reprochable destierro de los indígenas en 1891. Natividad tuvo una pequeña y productiva finca en el sector San Pedro, en el estrecho y ascendente camino que va de Comboquito, hoy La Flecha, hasta el Portachuelo, hoy La Lagunita, que era un legendario paso, porque fueron los predios de los coroneles Sandalio Ruz y Américo Burelli García, paladines nacionalistas y enemigos de la tiranía. 

Siendo muy trabajador y próspero hacendado, cultivaba su tierra, a la que dedicó todo su esfuerzo, bastante cercana a los trigales y plantaciones de los Burelli García y de los Lamus, la recuerdan como una hermosa heredad. Mario Briceño-Iragorry, lo inmortaliza al describir su personalidad y su estancia, en la novela Los Rivera, por cierto la única que escribió don Mario, allí describe la belleza de esta finca, así:<<Un camino que conduce a La Puerta a través del estrecho y delicioso valle…Enfrascados los viajeros en el interesante tema de la política, no se dieron cuenta de la vía ni de los dorados trigales del contorno, hasta que llegaron al delicioso sitio de “El Pozo”, ya despejado de la niebla mañanera y en cambio alumbrado por un sol esplendoroso que daba mayor nitidez a los lirios inmensos y vueltos hacia el suelo, pendiente de las frondosas matas de floripón ahiladas a la vera del camino. Los viajeros se detuvieron en la más grande casa del lugar. En realidad, las casas del pintoresco vecindario no pasaban de cuatro, la de Don Natividad…La mejor, la más grande, la de mayores recursos era la de Don Natividad>> (Briceño-Iragorry, Mario. Los Ribera. Pág. 80. En: La Puerta, un pueblo. José Rafael Abreu. Tomado de  Una aldea, un valle, un río, de Alirio Abreu Burelli).

En esta vieja grafica, Don Natividad Sulbarán con una parte de su extenso grupo familiar. Obsérvese que usaba sombrero pelo e' guama, como lo describió Mario Briceño Iragorry. Cronografía N° 2802.

Igualmente, Briceño Iragorry, al escrutar que había pocas casas, narra que se apearon en la más grande y bonita, y quien los atendió fue su dueño Don Natividad Sulbarán, a quien  detalló, que, <<lucía su ruana azul y su ancho sombrero pelo de guama>> éste  Sulbarán, además de hacendado, era primera autoridad del Municipio.  Los invitó a desayunar, <<les fueron servidos los típicos platos de la tierra fría>> (Ídem). Refirió la amabilidad de este personaje, y el gusto de ver y tener la visita de esporádicos visitantes, de seres de otros lugares, así fuesen de Mérida y del mismo Trujillo. 

En su casa de hacienda, donde se respiraba un ambiente hogareño, que él en forma natural iluminaba, proveía a su familia de profundo afecto y de atención a sus necesidades. Entre la amplia lista de hijos que se recuerdan están: Froilána Sulbarán Rivas, Josefa María Rivas, Rafael Abreu, Prudenciana Sulbarán y Ruperto Sulbarán, nativos de La Puerta, Aurelio González, de San Pedro, Alcibíades Briceño, de Los Cerrillos, y Enrique Sulbarán, de Mendoza 

Su hijo Ruperto, fue seminarista, quien favorecido por su formación en derecho canónico y la influencia civilista le valió para ingresar al servicio de la administración pública, siguiendo el ejemplo de su papá, entre otros cargos, fue el Secretario del Tribunal de La Puerta. Martin Sulbarán, también hijo, fue un  agricultor y comerciante, quien tuvo una prolífica familia. El menor de Don Natividad, al parecer, fue Antonio Tiburcio Sulbarán, quien estuvo pendiente de él, en sus últimos años de existencia. Don Natividad, estaba emparentado con Josefa Sulbarán, la destacada pintora de Los Cerrillos. 

En las primeras décadas del siglo XX, su participación activa en los asuntos colectivos del pueblo, lo fue destacando cuando lo que hoy constituye el área urbana de La Puerta, era un sitio de 38 casas de tapias y techos de fajina, y apenas 260 habitantes. 

Pese a sus ocupaciones como productor agropecuario, se distingue como organizador, con iniciativa, como dirigente en la comunidad, en las actividades religiosas y populares, su canto y sus versos le imprimían lucidez a alguna casa, fiesta y a las damas, dentro de las incipientes actividades festivas de aquel pequeño pueblo acogedor y campesino. 

Destacó tanto por su personalidad, como por su buen trato y mejor verbo. Estuvo al frente de la Municipalidad, Presidente de la Junta Comunal, Secretario del Tribunal, luego ocupó otros cargos, donde destacó en su carrera como empleado público. 

En la literatura local, se le recuerda por sus gestiones en cuanto a las festividades que algunos comentaristas clasifican como de sincretismo religioso, específicamente la iniciativa por la celebración de San Isidro, del cual fue muy devoto,  que, <<hiciera el señor Natividad Sulbarán de mandar a celebrar anualmente una misa, el 16 de mayo, en honor del santo patrono de los agricultores>> (Abreu, José Rafael. La Puerta un pueblo. pág. 59. Editorial Arte. Caracas. 1969).

En esta  histórica gráfica, el campanario en la época del antiguo templo parroquial de La Puerta. Cronografía N° 2785.

Formó parte de aquellos recordados e <<insustituibles cantores en estas ocasiones…Natividad Sulbarán>> (Abreu, pág. 84);  villancicos, gaitas y coplas y canciones que llenaban las noches de fiestas religiosas y populares, tanto las decembrinas, las patronales de enero y especialmente la del 16, ahora 15 de mayo, dedicada a San Isidro, el patrono de los agricultores.

Su tiempo fue desde finales del siglo XIX hasta casi mediados del siglo siguiente, la crónica lo describe así: <<en realidad, las casas del pintoresco vecindario no pasaban de cuatro, la de don Natividad…La mejor, la más grande, la de mayores recursos era la de Don Natividad>> (Abreu Burelli, Alirio. Un valle, una aldea, un río. pág. 31. Caracas. 2007); se refiere al caserío donde esta ubicada la finca, otro tanto se percibía en aquella pequeña y apartada comunidad rural andina, que pugnaba por hacer sus primeros trillos de poblamiento, después que los indígenas Bomboyes fueron desalojados fraudulentamente de sus tierras y sus casas quemadas y destruidas.

Dentro de lo anecdótico, al viejo roble de los Sulbarán, devoto de San Isidro, le gustaba cantar, y siempre tenía un verso para obsequiar a las damas, uno de ellos, de los que más se recuerdan, es el siguiente:

<<Señores y señoritas tengan lastima de mí, porque se fue de mi lado, la paloma que escogí>>; quizás esas dotes poéticas, le sirvieron en su prolífica existencia reproductora.  

Cuando en La Puerta se recibía la visita pastoral de algún Obispo u otro Prelado, o se celebraban misas, bautizos, o confirmaciones u otro acto eclesiástico, y llegaban los muchos hijos uniformados al templo San Pablo Apóstol, la gente del pueblo decía: "allí viene el colegio de Natividad Sulbarán"; todos con el mismo color de ropa. Era que, él, compraba un corte de tela para niños, con el que les elaboraban un mismo tipo de camisa, y otro para las niñas, y les hacían un repetido modelo de vestidos para todas, los uniformaba,  pero  ninguno de los hijos quedaba sin su ropa y sin calzado, porque fue un hombre que vio de todos sus hijos, tanto los de matrimonio, como los extramatrimoniales. A mediados de noviembre de 1946, cayó en cama como consecuencia de una enfermedad que no logró superar. Murió en La Puerta, el 11 de enero de 1947. 

Como parte de la investigación documental realizada para la elaboración de esta reseña biográfica sobre Natividad Sulbarán, de los preocupados forjadores del avance, crecimiento y progreso de La Puerta, en su tercer poblamiento, se localizó la partida de defunción, de cuyo texto se sacaron importantes datos de su vida, y la compartimos a continuación. 

Partida defunción de  Natividad Sulbarán. Transcripción del original.

<<N° 3.- Antonio José Simancas Herrera, Jefe Civil del Municipio La Puerta, hago constar que hoy doce de enero de mil novecientos cuarenta y siete, se presentó a este Despacho Antonio Tiburcio Sulbarán, de mayor edad, comerciante y de este domicilio y manifestó que ayer a las cuatro de la tarde falleció en esta población su legítimo padre Natividad Sulbarán de ochenta años de edad y tres meses, viudo, empleado público y de este domicilio, no dejó hijos menores ni bienes de fortuna, duró enfermo mes y medio, de tensión alta e infección en la Cabeza que le causó la muerte. Los testigos presenciales de este acto fueron Wenceslao Briceño y Obdulio Palomares mayores de edad y vecinos de este Municipio. Leída la presente acta al exponente y testigos manifestaron estar conformes y firman. El Jefe Civil (Fdo.). Antonio J. Simancas. El secretario (Fdo.) José Antonio González>> (Libro de defunciones año 1947. Unidad de Registro Civil Parroquia La Puerta, Municipio Valera, estado Trujillo).  

Vivió con su familia en la hacienda El Pozo, en la vía a La Lagunita. Según los recuerdos de su pariente Benito Rivas, en las cuentas de la familia, este Sulbarán, habría procreado 60 hijos. Su vida, su familia y su intenso amor por La Puerta, lo conserva vivo en el recuerdo colectivo y lo aferra a perpetuidad con esta tierra serrana. Natividad es el modelo del andino pacífico de su tiempo, emprendedor, alegre, en medio de una dura realidad, pero con la mirada puesta en un mejor porvenir para su comunidad.

La Puerta, junio 2022.

omanrique761@gmail.com 


 

sábado, 11 de junio de 2022

Eustoquio Araujo, agrarista

 

Eustoquio Araujo, agrarista (La Puerta, siglo XX).

Oswaldo Manrique.


Mencionar este nombre, significa rescatar principios y valores que solo se concentran en personas de buen proceder, protectores y genuinos defensores de la tierra, como fuente de trabajo,  como sitio sagrado para la estabilidad y la vida de la familia. 

Nació en un pequeño caserío conocido como La Lagunita, jurisdicción de la Parroquia La Puerta, Municipio Valera, estado Trujillo, el 21 de septiembre de 1935. Su nombre completo José Eustaquio Araujo Paredes. Casado con la señora Elda Margarita Viloria de Araujo, con la que procreó cinco hijos: José Miguel, Deisy Coromoto, Heidi Margarita, Carmen Josefina y Elda Margarita Araujo Viloria.  

Su trayectoria de lucha, va consustanciada con su afecto y apego a la tierra. Es un auténtico puertense del Bomboy. En la lucha histórica de los años 80 siglo XX, Eustoquio tuvo una participación destacada, abierta, convocando a los agricultores y productores del campo a sumarse a las jornadas contra el desarrollismo urbanístico depredador de que fue objeto La Puerta. 


Su persistencia y éxitos.

En La Lagunita, su caserío, fue un hombre emprendedor, colectivista, sin egoísmos, buscando el bienestar de la comunidad. Recordado por su ferviente y alegre participación en las fiestas de San Isidro, y en las fiestas patronales de La Puerta, pero en la actividad agrícola, fue ejemplo de trabajo e innovación en las actividades agrícolas, con sentido empresarial. Recuerdan que, su bonhomía la mostraba diario, cuando subía o bajaba a La Puerta, gustosamente recogía a todos los que por la vía se encontraban, tenia un camión rojo 350, que era famoso porque bajaba o subía full de "coleros". 

Como dirigente agrario, fue fundador de la Asociación de Productores Mixtos de La Lagunita, desde donde inició actividades agrícolas con sentido empresarial, innovando e incentivando nuevos cultivos, pero también, con la mirada hacia la agroindustria, un ejemplo, fue la siembra y la explotación de la fresa, mora y otras frutas, que le dio un nuevo respiradero al campo y mejoras para los productores. Con el cultivo y procesamiento de la fresa, contribuyó al crecimiento del turismo en la Parroquia, creando nuevas fuentes de empleo. 

Eustoquio Araujo, agrarista (La Puerta, siglo XX). 


Fomentó relaciones comerciales con Helados EFE, empresa a la que vendía una parte de la producción de fresas, por lo general la fresa pequeña o la que llaman sobremadura, y la mejor fresa y de mayor tamaño era para la venta local al mayor y detal; ademas, de la elaboración de una amplia gama de productos y dulces, por ejemplo la popular fresas con crema de las artesanías y comercios del casco de La Puerta.

Si se aparta la mezquindad y el recelo personalista, se debe reconocer que fue una persona importante en la lucha por la vialidad de La Flecha a La Lagunita, sobre todo el apoyo material y humano de los campesinos de esa zona, que respondían a su liderazgo.  


            Con las tradiciones populares y religiosas.

Así como convocaba, dando ejemplo, a la gente de los caseríos, al trabajo fuerte en el campo, también fue un entusiasta organizador y convocante del reencuentro de los paisanos, de las familias, de mantener las tradiciones y costumbres religiosas y populares de la Parroquia; resaltando su participación en las fiestas de San Isidro, y en las fiestas patronales de La Puerta, en el mes de enero. Otra de sus virtudes, lo fue su vocación por la música, interpretaba el violín de forma natural, o como dicen, por oido, que es una cualidad innata de la mayoría de los músicos andinos; tocaba diferentes melodías, pasajes y vals con gran destreza sin conocer lo que es un pentagrama o una nota musical, en esto, también destacó Eustoquio Araujo. Esto le ganó el apreció de toda la comunidad, y la seguridad, que estando él al frente de estas actividades, serian fructíferas y exitosas para todos.  


Su trayectoria en la lucha histórica de La Puerta (1980).  

Debemos recordar, que la posición valiente de Eustaquio Araujo, fue uno de los motivos que dispara el conflicto ambientalista de La Puerta, que provocó el maltrato verbal que el representante de la empresa Inturesa dio a los agricultores de La Lagunita, que se pronunciaron en contra del macro proyecto urbanístico depredador. Su esposa, la Señora Margarita Viloria de Araujo, integró el aguerrido grupo de mujeres puertenses que motorizada el movimiento pro defensa. 

En el centro de la imagen, Eustoquio Araujo, interviniendo con su palabra radical y orientadora en el conflicto socio ambiental;  a la izquierda, el amigo Alfonso Briceño, directivo del Comité ProDefensa de La Puerta, en un acto público realizado en 1981, en la Plaza Bolívar de esta población, en contra del desarrollo turístico depredador de Inturesa. Colaboración de Alfonso Briceño.


Ocurridos los hechos de la noche del 28 de mayo de 1980, en los que un grupo de vecinos de la comunidad de La Puerta, como acto inicial de lucha, decidieron destruir con sus manos las primeras paredes, que constituían el depósito de materiales del proyecto urbanístico que destruiría su medio ambiente, le dio su apoyo y buscó la solidaridad de los otros agricultores. El dueño de la obra, respondió ese apoyo y atacó por medio de ofensas e injurias a los pobladores y productores agrícolas de La Lagunita, dirigidos por Eustaquio, llamándolos "borrachitos", lo que generó inmediatamente un malestar colectivo. 

El 31 de enero de 1981, se le observa en primera línea, como orgulloso puertense, frente a la fuerte presencia policial, en la Toma Conservacionista y Cultural de La Puerta, donde marchó e intervino como orador en la plaza Bolívar, arengando a sus pares del campo y de los páramos, dejando muy claro el carácter de la lucha, por el derecho a trabajar la tierra y por la vida.

Organizados los agricultores y constituido el Comité de Conservación de La Puerta, se dirigió al Presidente de la República, Luis Herrera Campins, exigiendo su atención al problema de la depredación ambiental en nuestra Parroquia, y evitar la construcción del macro proyecto urbanístico en el lado norte, frente al Hotel Guadalupe. 

El 17 de octubre de 1980, Eustaquio, recibió un telegrama del Dr. Luis Herrera Campins, Presidente de la República, respondiendo que había pasado el conocimiento de la denuncia a Carlos Poveda, Ministro del Ambiente.

El telegrama del Dr. Luis Herrera Campins, Presidente de la República, respondiendo a Eustoquio Araujo, sobre su denuncia del proyecto depredador contra La Puerta.  


Los días 13 y 18 septiembre de 1980, grupos de funcionarios policiales armados de ametralladoras y pistolas, se presentaron en el terreno frente al Hotel Guadalupe, e hicieron disparos para amedrentar a la población que rechaza la construcción del macro proyecto urbanístico, igualmente, fueron objeto de allanamiento varias casas de familia. Era Gobernadora del estado Trujillo, la Dra. Dora Maldonado de Falcón, quien declaró a los medios de comunicación, el 20 de noviembre de ese año, que estaba en contra del macro proyecto urbanístico.  El 1° diciembre de 1980, se denunció ante Rafael Montes de Oca, Ministro de Relaciones Interiores, la fuerte represión policial de que era objeto la comunidad de La Puerta. 

Progresista ejemplar. La fresa innovando la agroindustria y contribuyó al crecimiento del turismo de La Puerta.

Fue un hombre preocupado por su comarca, un hombre guiado por el progreso, su inagotable torrente de optimismo y trabajo, lo hicieron incursionar en el camino de la agroindustria, con el emprendimiento de la Procesadora de fresas, encurtido y derivado, de La Lagunita, venciendo múltiples dificultades. 

El día que la economista Trina de Egañez y el ingeniero Víctor Pinto, en nombre de Corpoandes, entregaron a la familia Araujo Viloria, el perfil económico elaborado por el Programa de Atención Técnica a la Pequeña y Mediana Industria, con el trámite de la financiamiento ante Corpoindustria, fue saludado con alegría y entusiasmo porque era una unidad de producción nueva, que fortalecía los recursos económicos de la Parroquia, no solo por los nuevos empleos que generó, sino por el apoyo que se le dio a los cultivos habituales y los nuevos de la zona.

En la gráfica, nota de prensa, del momento en que funcionarios de Corpoandes, entregaban el perfil económico, de la futura procesadora de fresas de La Lagunita, emprendimiento logrado por Eustoquio Araujo y su señora Elda Margarita Viloria. Colaboración del señor Benito Rivas, 


 Eustaquio Araujo, murió en Valera, el 11 de junio de 1988, luego de una penosa enfermedad, derivada de su intensa actividad agrícola.  Por sus obras, ideas y emprendimientos, debe ser considerado un labriego ejemplar, que tiene un sitial en la historia de La Puerta que se debe rescatar, tanto por su desempeño en la actividad rural andina, donde fue ejemplo de trabajo, emprendimiento e innovación en las actividades agrícolas, como por su calidad humana, que demostró a lo largo de su vida, y particularmente en la defensa de La Puerta, historia de vida, que es importante sea conocida por las presentes y futuras generaciones. 


La Puerta, enero 2022.

omanrique761@gmail.com 

domingo, 5 de junio de 2022

Antonio Lino Rivero, metódico foto-cronista.

 Antonio Lino Rivero, metódico foto-cronista.


Oswaldo Manrique Ramírez.


Las nuevas generaciones de profesionales y educadores que se formaron en los planteles José Luis Faure Sabaut, en el Colegio Parroquial Nuestra Señora de la Paz, en la Escuela Técnica Elsa Rosales de Cabrita, en los establecimientos escolares del Páramo, La Flecha, La Lagunita, El Molino y Las Delicias, así como, en la Escuela de Música de La Puerta, muy poco han oído hablar de Antonio Lino Rivero, el recopilador histórico más acucioso y meticuloso que ha  nacido en nuestra comarca. Sin embargo, su trabajo ha circulado en computadoras, laptops y móviles, puede verse en un hermoso dossier con muchas y variadas fotografías sobre personajes y sitios históricos de esta parroquia, pensando en aquello que una fotografía dice y  expresa  más que mil palabras, lleva por nombre <<La Puerta, un Pueblo>>, que fue publicado por él, y también ha sido digitalizado. Antonio Lino, nos ha demostrado que una buena fotografía comentada, expresa significativamente, más que mil palabras. 



Antonio Lino Rivero








Hombre de tez clara, alto, delgado, cabello canoso, de interesante y agradable conversación; don Antonio Lino, tiene actualmente 85 años de edad. Conversé con él, a comienzos de este año 2022, en su casa en la avenida Páez de La Puerta, donde generosamente me atendió, sitio de reencuentro con sus vivencias y sueños con las cumbres de su tierra de bomboyes.


Antonio Lino Rivero Paredes, nació en  El Censo, de la hoy Parroquia La Puerta, el 27 de septiembre de 1937. Hijo de Doña Leonor Paredes, oriunda de La Puerta y del maestro  Martín Rivero, también nacido en  El Censo, el 11 de septiembre de 1903, hijo de doña Catalina Rivero y Resurrección Araujo, éste, padre del conocido hacendado Luis Ignacio Araujo. Martín, fue el creador y primer maestro de  lo que llamaban primeras letras en el caserío El Censo, fue agricultor y se desempeñó como buen albañil en aquellos tiempos; considerado uno de los viejos poetas, compartió con los bardos locales Juan de La Cruz y Concio Rivas, espontáneos trovadores de esta localidad, y le dedicó sus versos condensados a su pueblo, en  <<Por qué me fui>>.

En 1940, su padre se muda a La Puerta, donde adquirió un solar en la avenida Páez, que a pesar que le daba para mantenerse, la familia fue creciendo, y optó por ir en busca de nuevos derroteros;  falleció en Maracaibo el 10 de julio de 2014.

Antonio Lino, hijo de maestro, cursó estudios en 1944, en una de las primeras escuelas, que quedaba frente al hoy Pastelito de Oro, al lado de la casa de la familia Sulbarán; conserva vivos recuerdos de sus maestras Emma y Edilia Carrasquero. Cuando pasó a estudiar en la Escuela Faure Sabaut, ubicada en una esquina de la Plaza Bolívar, recibe clases del Bachiller Barrios, también del Bachiller García y de la maestra Pepita Abreu, hija de don José Rafael Abreu, que por cierto, regentaba una escuela de primeras letras, en lo que es hoy el Hotel El Padrino.

De sus propias palabras, recordó que en 1949, tenía 11 años, <<la situación económica era muy difícil, el pago era pequeña cosa, mi padre decide mudarse con la familia a Maracaibo, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida>>.  (Conversación con Antonio Lino Rivero. La Puerta. Enero 2022). Al llegar a dicha ciudad, se alojan en una casa de un primo, Camilo Rivero, que se la cedió porque se había divorciado, con la condición que se la desocupara porque tenía en proyecto casarse nuevamente.

Eran  seis hermanos, Américo que murió tempranamente; Emma Rosa, José Américo, a este hijo le reiteró este nombre de pila porque era un admirador del coronel Américo Burelli García, caudillo militar nacionalista y emprendedor hombre del desarrollo y de la prosperidad de La Puerta; Carmen Delia, Misael Antonio y él, Antonio Lino Rivero Paredes.   

Relató que sus primeros días en Maracaibo, fueron de asombro, conociendo, admirando los ferris, los vehículos, el dinamismo y el sonido bullicioso de aquella ciudad, era algo nuevo para él, y quería trabajar. Su paisano Alberto Burelli, quien era jefe de almacén de Zulia Motors, gran empresa comercial ubicada en la avenida Libertador, le consiguió un trabajo provisional a su papá Martín, en el que estuvo entre 1950 y 1965, es decir, lo provisional duró 15 años.

Como quería trabajar y ayudar a la familia, se puso a vender café por el centro de la ciudad, terminales de pasajeros, empresas, plazas. Compraba el café hecho en un negocio propiedad de Cesáreo Moreno, en la avenida Libertador, allí en la madrugada, se encontraba con muchos vendedores de café, recuerda que vendía dos copas de café por 0,25 Bolívares; le iba bien y le daba a su mamá para los gastos de la comida. Llegó un momento, en que él, ganaba más que su papá y que el mismo  Alberto Burelli. Con lo que la mamá ahorraba y guardaba, pudieron comprar la casa.

A los 15 años, era 1952, ingresó a Zulia Motors, como mantenimiento en el área de línea blanca, luego pasó a repuestos, ganando 37,50 bolívares semanales, un buen sueldo, que se lo entregaba a su mamá, ya vivían en el sector Nueva Vía, Maracaibo.

Nunca se ha desprendido de ese cordón umbilical que significa ser nativo de La Puerta, la visitaba y sigue visitando a menudo; en 1957, en una de esas visitas relámpagos, estando al frente de la iglesia, lo vio Antonio González, el secretario de la recluta militar, que hacía tiempo le había puesto el ojo, y mandó dos policías que lo reclutaron, no hubo argumento válido y se lo llevaron para Valera; había salido sorteado. Rememoró nuestro personaje que, en el conscripto, lo seleccionaron para un grupo, y una madrugada lo trasladan a Mérida, y cuando llegan al cuartel, le dan un primer regalo, un baño con agua helada. Como tenia estudios de bachillerato y con una estatura de 1,76 metros, lo enviaron a hacer curso en Mérida en el Cuartel de Policía Militar, donde se formaba la escolta presidencial y de altas personalidades del país, y asimismo, velar por el buen comportamiento del personal de tropa cuando estaban de permiso. Era el Cuartel Rivas Dávila, sede de la Escuela de Policía Militar, y estudiaban jóvenes de los 23 estados del país. Hizo un curso de 4 meses. 



Testigo del tiempo. Sus vivencias de un golpe de estado.


El amigo Rivero, ha sido testigo de gran parte del siglo XX y de lo que va corriendo del XXI, y se ha entrevistado con muchos mayores, abuelos y bisabuelos de esta comunidad, en busca de la confirmación de sus intuiciones y expectativas históricas, y asimismo, de sus propias experiencias. Pero del baúl de sus recuerdos, tiene especial figuración lo que le ocurrió el 24 de noviembre de 1957, en la mañana lo alistan y lo trasladan en buses, de comisión, sin decir, el destino; pasan por La Flecha y le pide a su superior, que le permita enviarle un mensaje a su papá que lo va a visitar esos días en el cuartel, para que no fuera a perder el viaje. Había visto a su paisano Cesar la Cruz, que tenía allí una venta de repuestos cerca de la bomba de gasolina y le encarga le lleve el mensaje al señor Martin. Llegan a Carvajal, los bajan en la pista y los montan en dos helicópteros, que los ponen en el aeropuerto de  Maiquetía. Ni ellos le preguntaron, ni les dijeron nada de ese viaje repentino, solo seguían órdenes. Los llevan a la urbanización El Paraíso, en Caracas, y los bajan en el Cuartel militar de La Planta, que después lo convirtieron en cárcel. Antonio Lino estaba contento, porque aprovecharía de conocer a la capital de la República.

El 2 de diciembre de 1957, se realizaron las elecciones, un plebiscito montado por el gobierno para mantenerse en el poder.  En los días siguientes, los estudiantes de la UCV, se alzaron y realizaron protesta de calle. A su grupo de militares, le ordenaron controlar el orden público, con la siguiente instrucción: a los hombres, le dan 3 planazos por el rabo, y a las hembras 1 por las nalgas, guardando cuidado de no irrespetarlas. Antonio Lino, aun cuando estuviera en desacuerdo, aprendió <<Lo primero que a uno le enseñan es que el militar ni se ofrece ni se niega a cumplir una orden>> (Rivero, Antonio Lino.  A cincuenta años de una fecha histórica “23 de enero de 1958”. Impresión Fotostática. Maracaibo. 2008); mandato disciplinario.  

Escribió el mismo Antonio Lino, que  <<A fines de diciembre antes de noche buena el general Marcos Pérez Jiménez, visitó el batallón, iba acompañado de sus ministros para dar el saludo de Navidad y Año Nuevo al personal de oficiales y personal de tropa>> (Ídem); esta visita fue en los Cuarteles de Caracas. 

El primero de enero de 1958, hubo un alzamiento militar, el del coronel Hugo Trejo, que en los días siguientes había visitado ese Cuartel de La Planta. Todo era confuso, cuando escuchan pasar los aviones por los cielos caraqueños, y ordenan disparar con las ametralladoras punto 50, y a la reciproca, los aviones también respondían los tiros. <<En las paredes del cuartel quedaron las huellas del ataque aéreo>> (Ídem). Los mudaron al Cuartel Urdaneta, en Pro Patria, sede del Batallón Blindado Bermúdez. 

El 15 de enero, se escuchaban los runrunes del llamado a la huelga general. Los oficiales, según Antonio Lino, les recordaban que estaban preparados para la guerra, en efecto, la huelga estalló el 22 de enero, saliendo a las calles, las populosas barriadas caraqueñas, hubo disturbios.  

El 23 de enero de 1958, su grupo de efectivos militares, es sacado nuevamente a poner orden en las calles; Antonio Lino, iba en una patrulla, y al pasar por la urbanización El Silencio, cerca del Palacio de Miraflores, escucharon ¡Tumbaron al general!;  observaban a la gente alegre, festejando y gritando ¡Abajo Pérez Jiménez! En las radios, difundían el llamado a la calma, que hacia Fabricio Ojeda, Presidente de la Junta Patriótica, responsable del derrocamiento del general Pérez Jiménez. El golpe de estado contra el Presidente de la República, en 1958, lo recibe y lo vive nuestro personaje, en Caracas.

Pensando y preparándose porque los iban a devolver a su Cuartel en Mérida, a Antonio Lino lo seleccionan para ser escolta en la guardia del nuevo Presidente de la Nación,  el vicealmirante Wolfgang Larrazábal; se quedó y lo acompañó a la Base Naval en La Guaira,  estuvo un mes;  ya había ascendido a Cabo II;  recuerda que se echaba sus buenos almuerzos en el comedor de oficiales de la Escuela Militar, y lo designan furriel en Caracas y lo envían al Cuartel de Maracaibo, donde lo ascienden a Sargento; le dan la baja el 15 de diciembre de 1959, en el Palacio Blanco de Caracas. 

Se reintegró a sus albores en la empresa Zulia Motors, en 1960. Incursionó como Vendedor de repuestos de vehículos en la empresa Veneamerica. En 2005, se retiró, tuvo alguna afección de salud y montó su propio negocio.  

Antonio Lino, se casó el 19 de septiembre de 1964, con Elizabeth Rodríguez de Rivero, zuliana, con quien procreó cuatro hijos varones y dos hembras; la esposa murió el 8 de agosto de 2014.


<<Mis historias>>, para la posteridad 


En el año 2007, comenzó a elaborar <<mis historias>>, así las llama. La primera, tuvo como tema las monedas; luego se puso a escribir sobre la gente mayor de 80 años de nuestra comarca; y como penúltima, <<La Puerta, un pueblo>>, que se la dedicó al señor José Rafael Abreu, y la concluyó en el 2015. Este dossier, esta meticulosamente elaborado, cada página tiene su titulo, y cada fotografía tiene al pie la explicación necesaria, y la fecha en que fue tomada; es una admirable recopilación fotográfica de imágenes antiguas, personajes y de lugares y edificaciones emblemáticas de esta Parroquia. Cuenta además, con un trabajo sobre el segundo accidente de aviación en el Páramo de las Siete Lagunas, con muchas imágenes y valiosa información y datos. 


Hace pocos años, colaboró con el aporte fotográfico, así como de los textos y contenidos, en la realización del documental <<Nuestra comarca, historia y su gente>>, que se puede ver en el canal ValleTV La Puerta. Fue miembro de la Junta Pro celebración de los 350 años de La Puerta.

Antonio Lino Rivero, es uno de los más  diligentes y cuidadosos puertenses, que ha sabido darle valor sincero y concreto a su lar nativo, a su gente, a sus costumbres, tradiciones, cultura, sus sitios y monumentos naturales, y su historia. Su memoria debe ser difundida y permanecer como ejemplo de identidad y pertenencia, para las nuevas generaciones de esta localidad. 

La Puerta,  febrero 2022.

Omanrique761@gmail.com

 

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

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