Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.
Por Oswaldo Manrique (*)
Un sitial destacado ocupa Agripina Burelli García de Parra, en el seno
del magisterio regional, por ser pionera y baluarte de la educación en el
Municipio, hoy parroquia La Puerta. Abnegada maestra y formadora de las
primeras generaciones de puertenses, quien destacó por su vocación y méritos.
Vino al mundo en los tiempos en que el “León de la Cordillera” cuando
ordenaba tocar las campanas de Jajó, bajaban cientos de indios y mestizos de
los Páramos, armados de machetes afilados por los dos bordes a cortar cabezas,
era propiamente el Presidente del Antiguo Estado Soberano y jefe único de los
godos en Trujillo, el terrateniente y general Juan Bautista Araujo y
además, representante del gobierno nacional liberal gusmancista. Asi, eran las
cosas.
Al detallarle su físico en uno de sus
retratos, se notaba el cabello grueso y natural, acostumbró usarlo largo y
arreglado. Hermosa figura que atraía la mirada de muchos. De andar pausado y
elegante. Su peso y contextura física le permitió desplazarse a su conveniencia
en el área urbana del pueblo, como en el campo. Su soberbio aspecto físico,
combinó hasta en las más apretadas situaciones y contingencias, con sus
reacciones, siempre amable, comprensible y demostrando seguridad para los
suyos. No se dejó arrebatar el control de la situación ni las perspectivas, ni
siquiera cuando Antonio su esposo, y Américo, su hermano, no lograron la toma
revolucionaria de Timotes y comenzaron a
ser perseguidos por las fuerzas del gobierno, y para colmo a este, le pusieron
precio a su cabeza.
Agripina Burelli García, también nombrada como la maestra Agripina o doña
Agripina, nació en 1879, en el fresco y vecino pueblo de Mendoza del Bomboy,
estado Trujillo, Venezuela, en el seno de una familia de hacendados andinos,
cultos, varios de ellos educadores: los García, a la que se integró un
inmigrante italiano, que quería ser marino, oriundo de la Isla de Elba.
Hija de “ponchos” cultos, se crió en un ambiente de saberes y de ideas
oligarcas nacionalistas. En el hogar de la terrateniente Petra Cantalicia
García, mujer fuerte, educada en el mas calificado colegio de
Trujillo, quien tocaba piano, de amplia y selecta lectura, abnegada y
amorosa madre, y de un inmigrante italiano de nombre Giuseppe Zenone Burelli
Raffaelli, luego venezolanizado como José Burelli, recibió Agripina una
esmerada formación en valores cristianos y morales, al igual que sus hermanos,
y con ellos compartió los afectos y vicisitudes de su crianza. La casa ubicada
a pocos pasos de la Plaza Real de Mendoza y el templo San Antonio Abad, aun existe.
Sus hermanos, primera y desconocida generación de los Burelli
trujillanos: Américo, el Coronel nacionalista y antigomecista; Umberto,
productor trigalero, Pedro Mario, el comerciante y Cristino Burelli García, el
célebre molinero de La Puerta, son recordados por muchos de nuestros mayores y
abuelos de Timotes, Mendoza y La Puerta, como laboriosos hacendados
y también, como insurrectos ante las injusticias; esto nos dice que ella tuvo
las condiciones de gente con bienes de fortuna, que le dispensó atención, cuido
y afecto, y a la vez, formación rebelde.
Transcurrió su infancia y juventud, en la casa familiar de la vieja aldea
de Mendoza del valle de Bomboy, con casas de tapiales y tejas rojas; de la
misma forma, pasaba días en “San Martin”, donde podía hacer muchas excursiones
a una zona relativamente cercana, donde existía un pueblo de indígenas Timotes,
en la margen derecha del rio Bomboy, llamado La Puerta, y adyacentes
a este sitio, estaban los grandes trigales de su mamá Petra Cantalicia y su
abuelo Roque García, en las posesiones “Quebrada Seca”, “San
Martin”, “El Censo” y “El Portachuelo”, en este último sitio, donde había una muy
pequeña laguna, y hoy está un bonito estanque natural, conocido como La
Lagunita.
Para comprender cómo era La Puerta, a comienzos del siglo XX, ciclo vital
de Agripina, la más detallada descripción la tenemos escrita por el acucioso
don Mario, quien la incorporó en su única novela Los Ribera, asi: <<entre sembradíos de trigo y maíz, el camino del estrecho y delicioso
valle de La Puerta>> (Briceño
Iragorry, Mario. La Puerta a través del estrecho y delicioso
valle. Novela Los Ribera. En: La Puerta, un pueblo, José Rafael
Abreu. Caracas. 1969); se refería al paso estrecho que había desde
El Portachuelo de La Mocotí, tierras de los padres de Agripina, para llegar a
la plaza de La Puerta.
Igualmente, de la descripción hecha por don Mario, tomo: <<Las casas son sencillas, las aceras están a medio hacer, la iglesia es
pobre, la plaza es solo un solar abierto, sembrado de menuda hierba. Sus
vecinos son buena gente agricultora, que vive de la molienda del trigo, de la
fabricación del queso y de la saca de panela. Apenas había una escuela primaria
y el Cura poco cuidaba de sus feligreses, pues tenía que atender,
también y en forma principal, a la feligresía de Mendoza>> (Ídem). El molino de trigo al que hace alusión, es el de
Petra Cantalicia García, madre de Agripina. (Briceño Valero,
Américo. Geografía del Estado Trujillo. pág. 123. Editorial Cultura
Venezolana. Caracas. 1920). Tenía este pequeño pueblo, por aquellos días, 38
casas y 260 habitantes.
Como es generalmente aceptado, los símbolos, entre ellos, el nombre de
pila, nos ayudan a comprender y en muchos casos a contextualizar los hechos y
los personajes del remoto pasado, mujeres bellas vinculadas con el poder y
con la apasionante historia de Italia. Haciendo una
aproximación afín, es probable que las características físicas, de
la recién nacida, hayan sido las de tener sumamente blanca su
piel, con pelo claro ensortijado y de reacciones y lloriqueos
fuertes, que los llevaron a pensar en ponerle dicho nombre.
El nombre de Agripina, significa nacida de un parto pedáneo, es decir, salió de
pies, lo que antiguamente se conoció como parto difícil; pero también es posible que se lo haya
seleccionado el papá, como reminiscencia de la célebre y poderosa dama del
imperio romano, “Agripina la mayor”, bella mujer del
imperio romano.
Un rostro serio y a la vez,
encantador, con ojos oscuros y cejas arqueadas, de mirada impenetrable, fue la
expresión física en su mayoridad. Sus finos labios, sensuales, libraban una
enigmática sonrisa, cuando quería y lo creía prudente; de ahí, brotaban
palabras y un aroma propio de sensibilidad femenina.
Al detallarle su físico, en uno de
sus retratos se notaba el cabello grueso y natural, acostumbró usarlo largo y
arreglado. Hermosa figura que atraía la mirada de muchos. De andar
pausado y elegante. Su peso y contextura física le permitió desplazarse a su
conveniencia en el pueblo, como en el campo. Tenía la costumbre de pasar a
menudo sus delicadas manos por el vestido, para sacudir cualquier hebra o polvo
de los montes y camino o para alisarlo y no se le arrugara.
Su soberbio aspecto físico, combinó
hasta en las mas apretadas situaciones y contingencias, con sus reacciones,
siempre amable, comprensible y demostrando seguridad para los suyos. No se dejó
arrebatar el control de la situación ni las perspectivas, ni siquiera cuando
Américo, no logró la toma revolucionaria de Timotes y comenzó a ser perseguido
por las fuerzas del gobierno, y le pusieron precio a su cabeza.
Hija de “ponchos”, se crió en un ambiente de cultura y de ideas oligarcas
nacionalistas; a su padre Giuseppe Zenone Burelli
Raffaelli, quien fue conocido como “El Jurungo”, por no saber hablar bien el
español, no obstante bien relacionado políticamente, lo visitaban con
frecuencia personajes enviados por los generales Leopoldo Baptista y el mismo
general Juan Bautista Araujo, jefes
militares y políticos del conservadurismo andino, asimismo, personalidades del
mundo de la cultura y las letras. Consentida
por ser la única hembra entre sus hermanos, se forjó un carácter fuerte, de
decisiones y compromisos, pero a la vez, era cariñosa, atenta y afectuosa.
Junto a ella, se criaba un aguerrido caudillo andino, que con el tiempo
seria destacado militar nacionalista y defensor de la Patria, su hermano el
coronel Américo Burelli García, uno de los varones de la Sierra de la Culata,
quien luego de un levantamiento contra el dictador Juan Vicente Gómez, cayó
prisionero de la dictadura y pasaría más de 10 años en las mazmorras del
Castillo San Carlos del Zulia, y luego, unos años más en el Castillo de Puerto
Cabello, ambas tenebrosas y sombrías fortalezas venezolanas.
En el hogar de la terrateniente Petra Cantalicia García, mujer fuerte,
educada en el mas calificado colegio de Trujillo, quien tocaba piano, de
amplia y selecta lectura, abnegada y amorosa madre, y de un inmigrante
italiano de nombre Giuseppe Zenone Burelli Raffaelli, luego venezolanizado como
José Burelli, recibió Agripina una esmerada formación en valores cristianos y
morales, al igual que sus hermanos, y con ellos compartió los afectos y
vicisitudes de su crianza. La casa ubicada a pocos pasos de la Plaza Real de
Mendoza y el templo San Antonio Abad,
aun existe. Sus hermanos Américo,
el Coronel nacionalista y antigomecista; Umberto, productor agrícola, Pedro
Mario, el comerciante y Cristino Burelli García, el célebre molinero de La
Puerta, son recordados por muchos de
nuestros mayores y abuelos de Timotes, Mendoza y La Puerta, como
laboriosos hacendados y también, como insurrectos ante las injusticias; esto
nos dice que ella tuvo las condiciones de gente con bienes de fortuna, que le
dispensó atención, cuido y afecto, y a la vez, formación rebelde.
Transcurrió su infancia y juventud, en la casa familiar de la vieja aldea
de Mendoza del valle de Bomboy, con casas de tapiales y tejas rojas; de la
misma forma, pasaba días en “San Martin”, donde podía hacer muchas excursiones
a una zona relativamente cercana, donde existía un pueblo de indígenas Timotes,
en la margen derecha del rio Bomboy, llamado La Puerta, y adyacentes
a este sitio, estaban los grandes trigales de su mamá Petra Cantalicia y su
abuelo Roque García, en las posesiones “Quebrada Seca”, “San
Martin”, “El Censo” y “El Portachuelo”, en este último sitio, donde había una
muy pequeña laguna, y hoy está un bonito estanque natural, conocido como La
Lagunita.
Para comprender cómo era La Puerta, a comienzos del siglo XX, la más
detallada descripción la tenemos escrita por el acucioso don Mario, quien la
incorporó en su única novela Los Ribera, asi: <<entre sembradíos de trigo y maíz, el camino del estrecho y delicioso
valle de La Puerta>> (Briceño
Iragorry, Mario. La Puerta a través del estrecho y delicioso
valle. Novela Los Ribera. En: La Puerta, un pueblo, José Rafael
Abreu. Caracas. 1969); se refería al paso estrecho que había desde
La Mocotí hasta la plaza de La Puerta, esos sembradíos de trigo que vio en El
Portachuelo (hoy llamado La Lagunita), luego los de San Martin, Quebrada Seca,
El Censo, inclusive en lotes de la cabecera de La Puerta, eran posesiones de
los Burelli García, cuyo elemento dinamizador fue el hermano de Agripina,
Américo. Éste, es uno de los notables siete hacendados que existían
para aquel tiempo en todo el Municipio La Puerta (Bennet, 376).
Igualmente, en la descripción hecha por don Mario, señaló: <<La pequeña población se ha mantenido pese a su antigua data en escaso
desarrollo. Las casas son sencillas, las aceras están a medio hacer, la iglesia
es pobre, la plaza es solo un solar abierto, sembrado de menuda hierba. Sus
vecinos son buena gente agricultora, que vive de la molienda del trigo, de la
fabricación del queso y de la saca de panela. Apenas había una escuela primaria
y el Cura poco cuidaba de sus feligreses, pues tenía que atender,
también y en forma principal, a la feligresía de Mendoza>> (Ídem). El molino de trigo al que hace alusión, es el de
Petra Cantalicia García, madre de los Burelli García. Tenía este pequeño
pueblo, por aquellos días, 38 casas y 260 habitantes (Briceño Valero,
Américo. Geografía del Estado Trujillo. pág. 123. Editorial Cultura Venezolana.
Caracas. 1920). Era el nuevo comienzo, el tercer poblamiento en lo que eran las
tierras del núcleo de viviendas indígenas, ahora área urbana, rodeada de los
viejos campos de trigales.
La formación magisterial de Agripina,
comenzó con las lecciones que le dio su madre Petra Cantalicia, quien había
estudiado en colegios de Trujillo y Valera. Hizo estudios Agripina, en
la escuela de niñas de Mendoza, bajo la guía y orientación de viejos
maestros y maestras valeranas y particularmente sus tías y
primas educadoras.
Ese Municipio, de clima
saludable, con carretera a Valera, un hotel y varias casas mercantiles e
importadoras, allí, en una amplia casa de ventanales, que aun se mantiene en
pie, ubicada frente a la esquina nor-este de la Plaza Bolívar. Aprendió a
hablar algunas expresiones en italiano con su padre “el Jurungo” Giuseppe, su
tío Luigi, y sus tías, y también a cantar. Agripina, estuvo dotada de esas
virtudes y principalmente, la vocación por la pedagogía.
Sus hermanos abrieron un importante establecimiento comercial denominado
Burelli Hermanos (Bennet, 374); en dicho Municipio, caracterizado por sus
extensas posesiones de café, caña de azúcar y por hatos de ganado vacuno,
caballar y lanar, contaban asimismo, con buena influencia de su gente, en
conocimientos de historia Patria, la tierra de los patriotas coronel Antonio
Nicolás Briceño y sus hermanos, igualmente, del cura patriota y santo Francisco
Antonio Rosario.
Fue a instruirse luego, al colegio de Trujillo, donde estudio Petra
Cantalicia, su madre. Andaba el tiempo, y estudiaba más que un didáctico
normal, sentía la necesidad de formarse adecuadamente. Se convirtió en una
mujer de muchos conocimientos, en varias disciplinas, y era una rigurosa
investigadora para sus lecciones y enseñanzas. En los relatos de La Puerta, es
considerada como una de las primeras maestras preparadas que dejó
huella en la educación de esta comarca. Quienes la conocieron y trataron, la
recuerdan como una dama delicada e intensamente estética, le desagradaba ver a
sus alumnos desarreglados y usando vocablos vulgares. Profesaba sus valores
cristianos y familiares, acerca del ser humano, y no compartía las injusticas,
sobre todo cuando se maltrataba a algún niño de sus escueleros.
Los estudios de pedagogía en instituciones especializadas o creadas para
ello, eran casi nulos, pero Agripina, tuvo que
prepararse como maestra, y además, tuvo que demostrar su reconocida
moralidad para dar clases, exigencia, a la que se sumó la de demostrar con
exámenes médicos, estar indemne de tuberculosis (Revista Pedagógica, 40), y de
cualquier otra enfermedad contagiosa.
Américo, su hermano, el valiente representante de La Puerta, destacado en
batallas militares de los “Ponchos”, estando sus copartidarios en el alto mando
del gobierno nacional, entre ellos, su amigo Leopoldo Baptista, Secretario de
la Presidencia de la República, intercede para la creación de una escuela
formal, pública y subvencionada por el gobierno. Al haber aprobado el
examen de suficiencia en el Ministerio de Instrucción Pública, para
ejercer como Preceptora de escuela, como se decía en aquellos tiempos, inició
su labor docente en nuestro Municipio, en la escuela creada por el gobierno, ya
bajo el modelo liberal gratuito y público.
La historiografía local, al referirse a los planteles educativos en La
Puerta, registra que, <<Para el año 1907, solo había en todo el Municipio una escuela para
varones, con sede en la población de La Puerta y a cargo de don Lucio
Viloria…esta escuela fue eliminada pocos años después; en su lugar fue creada
una Escuela mixta bajo la dirección de doña Agripina de Parra>> (Abreu, José Rafael. La Puerta: un pueblo. pág. 71.
Editorial Arte. Caracas. 1969); se dio el salto de la escuela selectiva y
excluyente, a la nueva escuela liberal, que inició en septiembre de 1909;
también dieron clases allí, doña Concepción de Salinas, la señora Adriana
Gabaldon de Mora, y su hija Elvira Mora Gabaldon, Edilia Carrasquero Bello y
doña Juanita Archila; institución que continuó el desarrollo de la instrucción
pública primaria en nuestra comarca, es decir, 1°, 2° y 3° grados. Hubo algo
maravilloso en esa escuela, enseñaban además de primeras letras, canto,
guitarra y la elaboración de la deliciosa dulcería criolla.
En la publicación del Centro de Historia del estado Trujillo, sobre
anales de la educación en esta región, aparece que, para el 2 de julio de 1911,
estaba creada la nueva Escuela
Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22, de carácter mixto, para dictar
clases a niñas y a varones, siendo su primera preceptora doña Agripina, luego
serian preceptoras la maestras Srta. Sofía Ramírez, como Directora y la Srta.
María Teresa Heredia, suplente, con la responsabilidad de impartir el programa
de primeras letras; siendo el Intendente de Instrucción Pública de ese
Municipio, el señor Ignacio González (Revista Pedagógica. Órgano de la
Instrucción Primaria Federal del Estado Trujillo. Publicación del CHET.
Trujillo. 1981). Este González, fue Jefe Civil, Juez y otras veces Secretario.
Las escuelas del vecino Municipio Mendoza, eran las Nros. 20 y 21.
Fue tanta la aspiración de las familias campesinas de los distintos
sectores, caseríos y páramos, de poner a estudiar a sus hijos en la escuela
nueva del pueblo, dirigida por Agripina, que, fue poca la capacidad de la
institución para aceptar e impartir enseñanza a la amplia matrícula de
aspirantes. En 1912, el Superintendente de Educación de Trujillo, en
comunicación de 1° de febrero de dicho año, dirigida al Ministro de Instrucción
Pública, le plantea la urgente necesidad de crear una escuela de varones para
el Municipio La Puerta (Revista Pedagógica: 117); eran tiempos de la nueva
escuela, como concepto democratizador de la enseñanza, pero también aunque
parezca contradictorio, tiempos del gobierno del general Juan Vicente Gómez, la
crearían muchos años después.
El año escolar, de acuerdo al Código de Instrucción Pública, se iniciaba
el 16 de septiembre y concluía, con el último examen en julio. Nuestros
mayores y abuelos, recordaban que utilizaron el antiquísimo libro Mantilla y el
de Mandivel, para aprender a leer, luego los maestros lo sustituyeron por el
oficializado Libro Primario y el método de Appleton, para enseñar a leer,
igualmente el texto del padre Francisco Labastida, descendiente de la familia
Labastida de este valle, sobre Lenguaje Nacional, para lectura y pronunciación
castellana.
En la Escuela Nacional Mixta de
Niñas de La Puerta N° 22 de La Puerta, Agripina hizo todo el esfuerzo por
establecer y ajustar las directrices del Código de Instrucción Pública,
impartiendo como materias obligatorias de enseñanza, lectura, escritura,
ejercicios de lenguaje, geografía de Venezuela y universal, las cuatro reglas
aritméticas, el sistema métrico decimal y doctrina cristiana, así lo había
establecido el Ministerio (Revista Pedagógica, 39). Al iniciarse el régimen
gomecista, este quiso caracterizarse como bolivariano, y estableció entre otras
cosas, la celebración obligatoria en todas las escuelas, del onomástico del
Libertador, es decir, el 28 de octubre, día de San Simón, como manera de
reconocimiento a la magna obra independentista (36); quizás la celebración de
mayor prosapia escolar.
La maestra Agripina, sabía muy bien que la grandeza de los pueblos, están
sostenidas en sus valores y virtudes, así como, en la cultura y la
intelectualidad de sus integrantes, por eso, su amplio esfuerzo a lograr ese
objetivo de progreso. El hacendado y escritor José Rafael Abreu, al
referirse a Agripina Burelli, y las otras maestras de este tiempo,
señaló: <<antes que servir por la paga, dijerase que pagaron por servir, por educar
a quienes, levantándose, pudieran elevar de nivel la existencia del pueblo>> (Abreu, José Rafael. La Puerta: un pueblo. pág. 62);
Abreu, fue también maestro de primeras letras, hacendado y era casado con una
sobrina de doña Agripina.
Comenzando el siglo XX, Agripina
como se le decía respetuosamente en el pueblo, se casó con un señor que le
duplicaba la edad, de nombre Antonio Parra, quien nació 1852, en Mendoza del Bomboy, Trujillo,
Venezuela, y
fue uno de los voluntariosos productores de caña dulce en nuestro valle, con
el que procreó varios hijos y tuvo algunas pérdidas, que seguramente la
obligaron a desistir de continuar al frente del plantel educativo.
Ella se casó muy joven,
con Antonio Parra, procreó 13 hijos, Sandra Lozano Barone, hija de Dulce
Barone Parra, a su vez, hija de María Emira del Carmen Parra Burelli, hija de la
Preceptora, nos explica que,
<<Su abuela Agripina tuvo 13 hijos de los cuales murieron 3 y quedaron
10, todos hijos de Antonio Parra, sus nombres de mayor a menor: Elide, Nestor,
Enriqueta, Mario, OIiva, Mirian , Edmundo, Juan de Dios, María Emira del
Carmen y Luis. De ellos, solo Elide la
mayor y Oliva se quedaron viviendo en
Mendoza>> (Datos suministrados por Sandra Lozano Barone, bisnieta
de Agripina Burelli de Parra. Diciembre 2023).
Por motivo de trabajo del marido, aceptó el cambio y se trasladó por un
tiempo a un pueblo del estado Mérida. Fue a dar, a un sitio entre montañas,
cercano a la zona sur del lago de Maracaibo, de temperatura variable, inclinada
más a lo caluroso, diferente a lo que había disfrutado hasta ese momento, a
Torondoy, hoy cabecera del Municipio Justo Briceño, estado Mérida, donde la
agricultura y la ganadería eran las actividades económicas principales. Se
desconoce, si de su madre, heredó alguna propiedad en este sitio. Allí
llegaron, al emprendedor pueblo de Torondoy, con la familia y realizó también
obra docente.
Su esposo Antonio Parra, hacendado en Mendoza, también tenía un trapiche
ubicado en el sitio denominado "Los Barriales", en el área urbana de
La Puerta (Abreu, 44), hacia el lado oeste del rio Bomboy. Murió en Torondoy, Municipio Justo Briceño, estado
Mérida, el 25 de julio de 1917, tenía
entre 64 y 65 años de edad (Geni.com), al parecer, luchando contra la
dictadura.
En mayo de 1913, cuando Leopoldo Baptista, oficial superior de Américo
Burelli García, abandona el país y va a exilarse a la isla de
Curazao, para algunos historiadores, como protesta ante la intención
reeleccionista del general Juan Vicente Gómez en la Presidencia de la
República, Américo quien había tenido responsabilidades como jefe de armas en
varias ciudades de la República, muestra
su solidaridad con Baptista y se suma al movimiento conspirativo anti reeleccionista
nacional, que pasaba por el alzamiento de todas las tropas regionales en pro
del derrocamiento del Dictador. . Su cuñado Antonio Parra se sumó a la
conspiración.
Al año siguiente, en la casa de los Burelli, en La Puerta, hubo mucho
movimiento y hasta visitas de gente extraña, todos buscaban conversar con
Américo. El día fijado para el levantamiento armado y la
invasión por la costa, era el 24 de julio, fecha de nacimiento del general
Gómez. Al enterarse de este nuevo plan, esa nueva experiencia que se proponían,
desconcertó a toda la familia; Agripina fue solidaria, quería que derrocaran al
dictador, pero quería a sus hermanos vivos y sanos.
Para Américo, Umberto y Pedro Mario, la conspiración se
convirtió en el centro de su pensamiento y de sus propias vidas, los tres
hermanos Burelli, así lo decidieron, al costo que tuviere, no importaban los
riesgos, ni las correrías azarosas que seguramente se presentarían, ni las
acciones inciertas o caídas que pudieran tener, era el costo del poder, ellos
cabalgarían esa aventura, participarían y serian protagonistas en la
mas revolucionaria causa de inicio del siglo XX en Venezuela, harían historia,
Américo los había convencido.
Américo a finales de 1916, logró
burlar el cerco militar y se refugió en Mendoza donde todos los vecinos lo
protegían. Con su hermano Pedro, tomó el control de sus tierras en Quebrada Seca y El Portachuelo. De La
Puerta a Mendoza se hacía en una jornada
de camino, de 8 horas a pie.
Un día del año 1917, estando como
presidente del estado Timoleón Omaña, le envió una carta al Coronel Américo pidiéndole
una entrevista, garantizando su libertad; este aceptó, se presentó en la ciudad
de Trujillo y antes de entrar al despacho, lo capturan, es esposado y enviado a
la cárcel de la isla de San Carlos, en
el Zulia, donde estuvo por espacio de 10 años.
Comienzan sus sufrimientos, Américo, el militar, su hermano protector,
fue capturado y convertido en prisionero en el castillo de San Carlos del
Zulia, esto le causó un profundo dolor, allí, pasado un tiempo, iba a
visitarlo. Eran los hermanos menores de la familia Burelli García, y esa especial
condición los había convertido en cómplices solidarios y de protección. La casa
de familia que tenían en su posesión “San Martin” (La Puerta), donde vivía su
padre y Américo, fue quemada y destruida totalmente, y saqueada la finca por
las fuerzas policiales y militares del gobierno; de ese calibre eran las
represalias, en tiempo de caudillos.
Era imparable, el despojo y saqueo de
los bienes del coronel y de sus hermanos,
los hubo, y quemaron y destruyeron la casa de Américo en San Martín,
Sandra Lozano Barone, bisnieta, nos comenta que en su familia comentaban <<que
la dictadura les había quitado todo>> (Datos citados).
Ese mismo año, recibe otro duro golpe, su esposo Antonio Parra, fallece
en Torondoy, cuando este contaba con 64 años de edad (Datos tomados de
Geni.com). Al
enviudar se comentó la historia que, Antonio Parra <<contada en familia, había
muerto en el levantamiento contra Gómez>> (Notas citadas). Posterior a esto, el 11 de
abril de 1920, muere en La Puerta, su padre Giussepe Zenone Burelli Raffaelli,
tenia éste, 78 años de edad.
El amor y predilección de Agripina, por su hermano
Américo era de tan alta magnitud, que cuando la visitaba y éste salía de paseo
o a realizar diligencias, ella hacía que lo acompañara un joven de nombre
Edmundo, algunos le decían “Mundo”. Un día del año 1931, entró a las montañas
de La Puerta, una comisión a caballo, buscando a un enemigo del gobierno, que
no era otro que, Américo Burelli García, al Coronel nacionalista, lo
persiguieron y le dieron alcance, tenía unas 5 décadas de edad, enfermo y con
el estigma de haber soportado muchos años de cárcel; cuando lo detienen los
policías lo golpean y junto con él, golpeado en la cara, por la culata de los
máuseres de los “chácharos” de “La Sagrada”, iba Edmundo. Los bajaron al
pueblo, sus amigos y compañeros los pudieron ver, iba amarrado de los brazos,
sobre su caballo blanco, flanqueado por la tropa del gobierno, y
detrás iba con una fuerte herida en su cara, Edmundo Parra, su sobrino, el hijo
de la maestra Agripina. (Burelli Rivas, Miguel. Prologo a la edición
de 1969, del libro La Puerta, un
pueblo. José Rafael Abreu. pag.12). El hostigamiento y la persecución
contra José Américo Burelli eran permanente; ahora, el Coronel, vuelve a la
cárcel, esta vez a las mazmorras del Castillo de Puerto
Cabello.
Siendo dueña de derechos sobre las posesiones y bienes dejados por su
madre, entre ellos, el molino de trigo de La Puerta, en el año 1922,
Umberto con su salud deteriorada, le transmitió por venta a Agripina y a sus
otros hermanos, el derecho de tierra que tenia sobre la posesión “San Martin y
Loma del Senso”; el documento correspondiente autenticado el 8-2-1922, contiene
lo siguiente: “folio 69. Febrero
8 1922. Yo Humberto Burelli vecino del Municipio La Puerta, mayor de edad,
agricultor y en capacidad legal para todos los acto de la vida civil declaro:
que he vendido irrevocablemente a mis legítimos hermanos Cristino y Pedro Mario
Burelli, José Américo Burelli y Agripina Burelli viuda de Parra, los
dos primeros y la ultima vecinos de este Municipio y el tercero detenido
actualmente en el Castillo San Carlos, representado este por su
apoderado Pedro Mario Burelli, todos vecinos mayores de edad y agricultores y
la ultima con los oficios domésticos y capaces para contratar, el resto del
derecho de tierra que poseo en la posesión “San Martin y Loma del Senso” en
jurisdicción de este Municipio, o sean tres cuartas partes por haber vendido
una cuarta parte al señor Carmen González. Este terreno que hoy vendo lo hube por
herencia materna y linda por el pie con Ciriaco Carrasquero, sucesión de
Antonio Sierra y Rafael Abreu; por un costado posesión de Carmen González y
Juan Domingo Araujo; por otro costado con Rafael Abreu y por cabecera con
derrames para Montecarmelo y por el este el filo de la montaña>>. (Encontrado en: Libro Documentos Varios1900-1916.
Registro de Poderes Juzgado Municipio La Puerta, julio 28 de 1900. Juez Rafael
Monreal. Ignacio González. Secretario. Archivo Juzgado Primero de
Municipio Valera, estado Trujillo); se hizo constar en este documento que José
Américo Burelli, para ese tiempo, se encontraba detenido en el
Castillo San Carlos, y en esa negociación estuvo representado por su
apoderado Pedro Mario Burelli, su hermano.
Otro dato interesante es, que legalizada esta venta, estando su hermano
Américo preso, muerto Pedro Mario y muerto Umberto, viviendo ella en La Puerta,
extrañamente le da Poder especial ante el Tribunal de La Puerta, el 21 de abril
1922, al señor José Abel González, Jefe Civil del Municipio, para que la
representara en el inventario liquidación y partición de la herencia quedante
al fallecimiento de su hermano Umberto, que era propietario de otros
bienes. El día 17 de marzo de 1922, efectivamente dejó de existir su hermano
Umberto, en La Puerta, el pueblo de donde
nunca se fue, como bien lo dijo Pedro Mario Burelli García.
La maestra Agripina, vivió en La
Puerta, con su familia hasta el año 1923, después de que se celebró el
matrimonio de su hija Josefa María Parra Burelli, con Gerónimo González,
oriundo de Jajó, la novia tenía 28 años de edad
y fue tan formal este acto que en el acta especifican fue realizado
<<en la casa de habitación de la señora Agripina Burelli de Parra>>, en La Puerta, siendo jefe
civil el mismo José Abel González, quien fungía como apoderado de la maestra.
Fueron testigos del acto Emilio Ibarra, quien fue Jefe Civil de este Municipio
y su esposa Juana Rumbos, estos son personas reconocidas en Mendoza, el señor
Aquilino Azuaje, era un personaje de aquí, fue Jefe Civil de La Puerta, y la
señora Anita Parilli de Ribera.
Lozano Barone, en su narración explica que, Agripina Burelli <<
llegó
a Caracas con sus hijos sin nada, la dictadura les había quitado sus
propiedades como represalia a los Burelli>> (Notas citadas); es
posible que ese fuera una de las formas de gobierno, para quitar los
bienes a sus opositores.
Agripina, murió en 1948, en la ciudad de Caracas, a los sesenta y nueve años de edad, su
bisnieta nos refiere: << mi mamá Dulce Barone Parra, hija de Maria Emira del Carmen Parra
Burelli, me dice que ella tenía 5 años cuando murió su abuela Agripina, ella
asistió al funeral, la fecha de su fallecimiento debe ser 1948, en Caracas>>
(Notas citadas); murió a los 69 años de edad, evocando siempre en sus recuerdos, la hazaña
inmortal del coronel Américo Burelli, su hermano, sobre las montañas
trujillanas y merideñas, en defensa de la Patria.
La vida de la única hembra, de los hermanos Burelli García, tiene sentido
trascendental, no solo por ser hermana de uno de los grandes caudillos andinos
del siglo XIX y comienzos del XX, sino por su destacada actuación como
educadora y primera directora de una institución educativa pública y de
carácter mixta, es decir, para hembras y varones, la Escuela Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22, que
sustituyó el viejo régimen de escuela solo para varones, que constituye una
notable contribución a la educación de nuestra Parroquia. Por eso, es
justo que La Puerta, la reconozca y recuerde con respeto, entre sus
mejores motivos de orgullo, en homenaje a su labor pionera de la educación en
esta comarca. Expreso mi agradecimiento
a Sandra Lozano Barone, por su generosidad al
aportarnos datos sobre este personaje.
(*)
Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.
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