sábado, 30 de marzo de 2024

Chegué, histórico, fenomenológico y místico.


Chegué, histórico, fenomenológico  y místico.

Por Oswaldo Manrique (*)


Contenido.  

1.      El espacio geohistórico.

2.      Algo de Historia: Chegué, gélido, histórico y mítico. 

3.      Páramo de Chegué y su fenomenología natural o atmosférica.

4.      Tierra de indígenas, caudillos, mitos y leyendas.

5.      Chegué, el topónimo indígena y el sumo sacerdote.


         El espacio geo histórico.

Desde los primeros años de expansión y desplazamiento de la civilización Chibcha - Mukus desde Tunja, y la nación Timoto hasta las inmediaciones del  lago de Coquivacoa (Maracaibo), como salida al mar Caribe, este lugar de paso intermontano, tuvo y tiene su importancia. Nuestro vecino Ángel Alfonso Araujo, ex Prefecto de la Parroquia La Puerta y nativo de Chegué, nos reveló que <<Chegué queda cerca de "Los Asientos", donde se origina el agua que va a dar a la Quebrada de San Martín, cerca de La Lagunita,  forma parte del Parque Nacional Sierra La Culata. Para llegar a Chegué, desde El Paramito, a pocos pasos de La Lagunita, a pie, se pueden gastar unos 40 minutos, esos eran antiguos caminos de caudillos, que se trasladaban en mulas>> (Conversación con Ángel Alfonso Araujo en La Puerta, 3 enero 2024), caminos construidos, andados y usados por los indígenas para el traslado de carga a pie, desde los pueblos andinos hasta el Lago de Maracaibo.  

Como  complemento Araujo  nos explicó  que, <<es un sitio por donde se llega a la Cañada Grande, donde hubo el accidente en el año 51 y se ve la Cruz Colorada, desde este punto se ve también parte de lo que es el Lago de Maracaibo. Cañada Grande queda frente a la Laguna Negra a una hora y 20 minutos a pie>> (Conversación citada), se cumple una jornada de camino, tanto a pie, como en bestias para trasladar los productos, los viajeros lo tenían como sitio de paso y de durmienda, para continuar la marcha al día siguiente. 

Por su parte, Esteban Quintero, nuestro baqueano y conocedor, agrega que,  <<de la Cruz Colorada hay un camino que lleva a la Cañada Grande y a Monte Carmelo y la otra que va a las Escaleras de Piñango>>. (Conversación con Esteban Quintero. La Puerta. 17 marzo 2024); nos ubica en el Páramo de La Puerta,  Siete Lagunas, a más de 3.500 msnm.

Igualmente Araujo nos  indica que,  <<hay sitios cercanos ahí, que se llaman la Laguna El Perol, otro sitio se llama Los Chorotes, otro se llama La Gallera, otro se llama El Purgatorio, donde realmente lo que hay es cría de ovejos y las famosas vacas lanudas, que es muy escasa. Se sembraba en mi época de infancia mucha papa del tipo “Negra”, la “Carraca” y la denominada “Acema”, además, del trigo que se sembraba para el alimento de nuestras familias>> (Conversación con Araujo), esta producción se da, a pesar de la debilidad de su suelo y el severo clima que allí abruma.

Se puede apreciar que los caminos, incluyendo las famosas “Escaleras” de piedra bruta, tanto las que dan a las Lagunas, como las dirigidas a Piñango, obra precolombina, su ubicación  cercana  al Santuario Indígena Maen Shombuk (Siete Lagunas),  se  condensa  en un sitio aislado, como protegido tanto por la naturaleza con el torbellino del viento, la oscuridad y el arcoíris, como por la poca afluencia de los seres humanos, como si fuera la divina providencia, por eso, me atrevo a señalar que en Chegué pareciera que lo místico y fenomenológico y sus características reales y atmosféricas,  se confunden con lo místico y lo ancestral. 

El geógrafo trujillano, Francisco González Cruz, en su trabajo sobre geografía del estado Trujillo, indica que, dentro de los tres grandes relieves, de esta entidad, se encuentra la Sierra de La Culata, que precisamente,  <<penetra por el sur del estado en el páramo Chegué o Malpica (3.894 msnm) y va descendiendo paulatinamente en dirección noreste a través de los páramos Siete Lagunas (3.724 msnm), de La Puerta (3.331 msnm)>> (González, 250). Este importante dato, nos responde varias interrogantes, que existen en relación a este interesante y excepcional lugar.

Algo de Historia: Chegué, gélido, histórico y mítico. 

Los primeros pobladores se asentaron y vivieron en dichos páramos y en el valle de Bomboy, alrededor de 3.000 años antes de ahora, como parte del proceso de expansión de los Chibchas-Mukus, de donde se desprende la nación Timoto, tomando en consideración el espacio que conduce al lago de Maracaibo  (Coquivacoa) como salida al mar Caribe.

Sobre noticias de vida prehispánica en este lugar, existe una interesante referencia, en la investigación del arqueólogo Kider, al encontrar una reliquia o figura de barro, de  <<Cabeza ovalada, cuerpo hueco, un espécimen tosco del Páramo Alto Chequé, Distrito Valera, Trujillo, tiene patas, muy juntas y otras características no inusuales. PL XVIII es probablemente andino, aunque se dice que proviene de Maracaibo>>. (Alfred Kider. Arqueología del noroeste de Venezuela, Vol. 26. Pág. 133. 1944); muy posible que, si no fue elaborada allí, haya sido usada y dejada en este sitio de paso, por algún transeúnte venido de algún pueblo del Lago de Maracaibo o de la Sierra Nevada o Tunja. Otros investigadores como Vellard, han encontrado más vestigios de ese periodo, pero localizados en el Páramo Siete Lagunas (cercano a Chegué, La Puerta), como los que se encuentran en exhibición en el “Museo del Hombre”, en la ciudad de París, y en el “Tulene Bertoni”, de Valera.

Por la poca información existente, recurrí al testimonio de personas vinculadas con este sitio. Nos relató Ángel Alfonso Araujo, ex prefecto de la Puerta, y nativo de Chegué, que a comienzos del siglo 20, de forma rápida,  comenzaron a aparecer casas de tapiales, construidas por la familia Araujo, en su ancestral técnica de barro, con la intención de poblar el sitio y de explotar la agricultura y la cría; <<La familia Araujo fue de las pocas y más antiguas  que compraron algunos pedazos de tierra, quizás a finales del siglo XIX, compró el señor Fernando Araujo mi bisabuelo y se mudó con su señora María Fermina Salcedo de Araujo, allí establecieron sus espacios de hogar,  siembra y de cría>>. (Conversación citada); este Fernando, fue adquiriendo otros lotes de tierra adyacentes.

Recuerda que cuando era niño lo llevaron <<al matrimonio de Crucito Villarreal, en Cañada Grande, que fue a todo dar porque hubo música de violín, cuatro y a pesar del sitio que es muy templado, muy frío, allí hubo grandes mesones de comida, baile, pasteles, ovejo guisado, que al ser servido en el plato se congelaba, dieron café, a los mayores les daban sanjonero, y bailaron,  mucha gente que llegaba de Monte Carmelo>>. Fernando Araujo, de los primeros pobladores de Chegué, bisabuelo de Ángel Alfonso Araujo, nació en 1889,  murió en 1971, a la edad de 90 años.

En otra conversación, con nuestro vecino Antonio Araujo,  el popular "Cuyusa", nativo de esa zona, y pariente de Ángel Alfonso Araujo,  nos ratificó que allá, apenas se levantaron 15 casas, que hoy están en calidad de ruinas, se cayeron las tapias, producto de que los animales las empujaban y se fueron demoliendo y destruyendo.

Por su parte, el vecino y ambientalista Esteban Quintero, buen conocedor de esa zona, nos relató que  << La Casa y  los llamados “Los Asientos” (tapias),  solían funcionar como sitio de paso para los viajeros que venían de Piñango, rumbo a Montecarmelo>>, como sitio para dormir, pasar la noche, y continuar la marcha al día siguiente.

Agregó el mismo Quintero que, <<allí se conocen como pobladores de ese Páramo, a la familia Araujo, y a la familia Toro>>. Se le preguntó acerca de la importancia histórica y paisajística de Chegué y rápidamente respondió: <<es que allí están las legendarias “Escaleras”, obra indígena milenaria prehispánica, el antiguo camino de recuas, ajustado ancestralmente con piedras, que conducía a Palmira, Timotes y los Aposentos>>; muchos de nuestros caudillos de finales del siglo XIX, lo usaron como vía de escape, ante sus perseguidores.  

Los datos proporcionados por los Araujo y Quintero, nos sugiere que además de la difusión de este excepcional y hermoso lugar, se debe proteger y conservar como patrimonio natural del estado Trujillo y particularmente de La Puerta.

Los habitantes de este lugar los venció lo inhóspito, lo gélido del sitio y la mayor parte, se mudó a La Puerta y otros lugares, buscando mejores oportunidades de vida.

Hoy, en estos menesteres de descolonización de la historia y la cultura local, comprendo lo que quería decir mi abuelo Concio Rivas, hace varios años, sobre el “joven viejo” y el “viejo joven” Chegué, que vigilaba el cauce de los acontecimientos de su gente, según él,  y en efecto así lo entiendo, que en la ruta hacia las Siete Lagunas, existía este sitio agreste, casi glacial llamado Chegué, a quién se le sumaban características superiores en los primeros pobladores, y  luego por los grupos de indígenas trasladados al pueblo de concentración y esclavitud llamado Pueblo de Indios Cabecera de Doctrina Nuestro Señor San Pablo Apóstol, hoy La Puerta.

Dicen nuestros mayores, que el personaje indígena Chegué vivió unos 150 años, en ese Páramo se alimentaba de díctamo real amarillo y de pasta de frailejón.  Hoy en Chegué, sitio abandonado hace más de medio siglo, existen solo unas 15 casas totalmente en ruinas. 

Páramo de Chegué y su fenomenología natural o atmosférica.

La  elevada ubicación de este Páramo, explica lo de las aguas cristalizadas o espejos de hielo que allí se acostumbra ver.  Solo los que han habitado en ese lugar pueden dar fe de un fenómeno natural meteorológico concurrente,  como lo es el remolino de viento que allí se produce, por eso algunas personas lo llaman “ventisquero”, quizás con desdén, para no hablar bien del sitio.

En esa zona se forma un remolino muy curioso y  persistente, porque llegan vientos de los dos lados y se encuentran y abrazan en este punto, es decir, uno que viene de Monte Carmelo y otro que llega de Piñango, formando un torbellino o el denominado Remolino de Chegué, que se alza en dirección al cielo, de forma maravillosa, combinando la pureza del blanco con los afectivos azules, todo un espectáculo.

También se observan los momentos de oscuridad en pleno día, especie de curiosos eclipses. A raíz de  estos fenómenos naturales y meteorológicos, se comenzaron a comentar los famosos encantos, mitos y leyendas de que era un sitio de mucha penumbra y crepuscular, como defensa y protección, es decir, que cuando llegaba gente nueva, extranjera, forasteros y caudillos a quedarse, aquello se ponía oscuro, todo el lugar en penumbras, y también surgían los famosos arcos iris, entonces salía el sol nublado.

Es precisamente en Chegué, donde se produce además del torbellino del viento, la oscuridad en el día, el fenómeno de la lluvia parcelada y selectiva, que cuando está molesto, llueve en un sitio y en el que está a pocos metros, no  llueve, permanece seco, esto, como ambiente fenomenológico natural, y hasta como creencia o superstición, es interesante.

         Tierra de indígenas, caudillos, mitos y leyendas.

Fue obra precolombina para el intercambio de productos, y además, camino de caudillos; a raíz de lo agreste, altitud y lo apartado del sitio, nos dijo Ángel Alfonso Araujo, <<se comenzaron a comentar los famosos encantos, mitos y leyendas de que era un sitio de mucha oscuridad, es decir, que cuando llegaba gente nueva, forasteros y caudillos aquello se ponía oscuro, todo el lugar en penumbras, y también los famosos arcos iris, entonces salía el sol nublado>>; asimismo, las historias y versos relativos a nuestros caudillos de la Cordillera de La Culata, el coronel Sandalio Ruz, que decían tenia pacto con el demonio, porque desaparecía, y el coronel Américo Burelli García, que en su huida hacia Palmira, le tapó los ojos a los “chácharos” del dictador Gómez. Los amparó Chegué.

Indagando sobre el período prehispánico de La Puerta, que tanto nos entusiasma, recordé una noche en la que estábamos alrededor del fogón, en nuestra casa en el Xikoke, Páramo de La Puerta, viendo todos los movimientos y escuchando los decires de mi abuelo “Concio” Rivas, que nos transportaban al mundo de la leyenda y de lo mágico. En esa oportunidad, nos dijo que,  <<así como existían los cuidanderos de las Siete Lagunas, viejitos que viven en las lagunas, también en la antigüedad, hubo personas que vigilaban y estaban pendientes de los asuntos del pueblo>>; fue cuando nos habló de Chegué, el joven viejo o el viejo joven, que según mi taita había durado vivo más de 150 años, y  había peleado en la guasábara contra el conquistador García de Paredes. Yo, el único nieto, en esa conversa, solamente me entretenía con lo que nos decía de los cuidanderos de las lagunas, que son mucho más de siete lagunas, de diferentes colores, altitudes y tamaños. Y le pregunté: - ¿Abuelo antes qué había en esas montañas? El taita con su pie montado en el borde del fogón, se quitó el sombrero y parsimonioso, señalando con el dedo índice hacia arriba: contestó: - Lo que había antes, solo lo saben los que están en el cielo. De modo que con su respuesta, nos dejó todo un mundo de explicaciones por conocer. Solo nos miramos, y le sonreímos la salida.

 Chegué, el topónimo indígena y el sumo sacerdote.

El término Chegué, de origen muisca, de donde deriva la lengua de la nación Timoto, de acuerdo a su transcripción fonética y las antiguas versiones ortográficas, significa dignatario religioso. La investigadora colombiana María Stella González de Pérez, ha indicado que historiográficamente, tanto Chegué, chiqui, chuque, xeque, ieque y jeque, se refieren a sacerdote o mohan muisca. 

Los primeros cronistas españoles entre ellos fray Pedro Simón, nos dan una orientación para interpretar este asunto, particularmente para la historia temprana de La Puerta y la estructura de poder tribal existente al momento de la invasión europea.

Fray Simón, en su <<Tabla para la inteligencia de algunos vocablos",  define con toda claridad el significado del chyquy o jeque: «leque, es el sacerdote de los Ídolos, el que ayuna, y haze las ofrendas· es vocablo corrompido por los Españoles, porque en su propiedad, se llama cheque, es lo mismo que mohán en otras prouincias>> (María Stella González de Pérez. Los sacerdotes muiscas y la paleontología lingüística. PDF. Colombia. 1996).  

En su estudio, María Stella González de Pérez, señala que, en buena parte de fuentes históricas, <<se siguió usando chyquy para designar al sacerdote o chamán indígena>> (Ídem), onomatopéyicamente Chegué.  

Aparece en los documentos doctrinales, particularmente en los Autos por Juicios de Idolatría, que ha destacado Amílcar Fonseca, en su obra Orígenes Trujillanos (Tomo I, págs. 43 a 47), cuando se caracteriza al mohán o mohana, su rol en el señorío tribal, su vestimenta con plumas de guacamaya, sus utensilios: sonando el caracol y quiteros, sus ídolos y chorotes, los ritos bendiciendo conucos, bestias y ganado, curaciones de enfermos, castigo a los  amancebados  <<y en la tarde hacía la mojanería, según las necesidades del tiempo, a oscuras>>,terminando con un festín,  nos sugiere que se trata del sabio anciano, el sacerdote, guía o maestro ave.    

Según lo anterior, Chegué significa una especie de sumo sacerdote y personaje que expresaba la religión indígena, así como, guía y maestro en los símbolos y ritos diversos del temor a sus deidades, y según los demás seres y los astros silbando y cantando al cielo.

Chegué, es una especie de deidad para los indígenas, a la que le rendían culto en ese realismo mágico de nuestros ancestros. Al sitio, quizás respetado y solemne,  acudían y salían en procesión para realizar los rituales de la lluvia y en el tiempo de las cosechas y sus rendimientos. Chegué, era el representante de Kachuta (Dios) en la tierra, lo más alto y sagrado para los indígenas. Dentro de su tribu gozaba de autoridad y dignidad para abordar problemas generales de religiosidad y cosmovisión, así como, de su gente y costumbres mágico religiosas. Era el sacerdote dedicado y consagrado por Kachuta para celebrar, hacer y ofrecer ritos y rezos, inclusive, sacrificios.  

Los caminos tan antiguos como las enigmáticas “Escaleras” indígenas, hechas de rocas traída de otros lugares, la altura de su ubicación, la cercanía al santuario aborigen Maen Shombuch (Páramo Siete Lagunas), nos indica que el nombre Chegué sirvió y sirve de topónimo indígena de ese lugar, y a la vez, nos indica, nos induce a pensar, que fue el espacio natural de ese Sacerdote, dentro de la composición de poder y el señorío tribal de esta zona indígena.

Conclusión.

Más que un topónimo, Chegué es un  espacio significativo dentro del universo simbólico de los indígenas.

El lugar, sin duda, tiene una importancia fenomenológica, científica, paisajística, espiritual, cultural e histórica para la humanidad.

Del mismo modo, reúne las condiciones para considerarlo un espacio fenomenológico y único, es decir, aquel en el que todos los elementos señalados, tangibles, reales, naturales, perceptibles, constatables, se mezclan con las imaginarios, ideales, místicos, leyendas, historias, conformando un tipo especial de realidad, de vida y cotidianidad andina. Los trujillanos que tenemos el privilegio de poder disfrutar y tenerlo, debemos promover su estudio y conservación como lugar excepcional.

La fotografía que se acompaña, es colaboración de la ingeniera Yadira Rivas. El peto sagrado (reverso), que se observa en la parte inferior, es de un sacerdote o maviskey; fue encontrado a mediados del siglo XX, en el Páramo de las Siete Lagunas, colección privada.

(*) Portador Patrimonial Cultural e histórico de La Puerta.

La Puerta, marzo 2024.

omanrique761@gmail.com  

sábado, 23 de marzo de 2024

La Visita Pastoral del Obispo Acacio Chacón Guerra, a La Puerta, en 1922.

La Visita Pastoral del Obispo Acacio Chacón Guerra, a La Puerta, en 1922.

Por Oswaldo Manrique (*).

¡Apúrele, apúrele!   le decía don Lucio Viloria a doña Elba, su esposa, para que seleccionara las flores blancas y aromáticas, que llevaría a la iglesia para adornarla. Tenían previsto, junto con las “Niñas” Carrasquero, la “Niña Pancha” González  y Elba Bello, escoger en los más delicados y selectos jardines, hermosas y frescas flores para la llegada del Obispo; igualmente, para la elaboración de las guirnaldas de los arcos, y los banderines de colores para los frentes de las casas y las calles.

Las primeras personas que  se incorporaron en los ajetreos organizativos fueron doña Pancha Rondón de León, doña Josefa de González, Pepita de Uzcátegui, doña Sofía Bello de Carrasquero y doña Eufemia de Bello. Coordinadamente, los de la sociedad de San Isidro, Natividad Sulbarán, Mitrídates Volcanes, Ciriaco Carrasquero y Aquilino Azuaje, y el grupo de la “Sociedad de la Purísima”, creada por el mismo padre Méndez, que la presidió la señorita Isabel González, quien junto a un grupo de consocias, desarrolló destacada labor  promotora de la fe y veneración a la Virgen María, se hicieron presentes. Entre todos llenaron a la comunidad de mucho entusiasmo, para recibir al señor Obispo.

Una comunidad de alta espiritualidad católica, en las que las familias rezaban a diario el rosario y la educación básica incluía temas de valores cristianos, aparte de las clases de catequización los fines de semana, la comprensión de los Mandamientos, las Virtudes y los Sacramentos, como parte de la vida,  dan una idea de lo significativo, que es la incidencia de la Iglesia en el proceso de evolución histórica y cultural de La Puerta, como pueblo.

La historiografía local, refiere acerca de este hecho,  lo siguiente: <<Por esos mismos días, sacudió al pueblo una noticia dada por el sacerdote desde el pulpito: el Señor Obispo iba a venir pronto en Visita Pastoral>> (Burelli, Ligia, 98); el párroco era el Pbro. Ernesto de Jesús Méndez, quien difundió la feliz noticia, ya que habían pasado muchos años desde que el Monseñor Antonio Ramón Silva, primer Arzobispo de Mérida, visitó esta pequeña comarca, que ya no era de indígenas, que fueron despojados de sus tierras, sino de nuevos pobladores; comarca que  apenas contaba con 40 casas(Abreu, 60), se iniciaba el tercer poblamiento de La Puerta. 

Para los lugares cercanos a las sedes de las Diócesis, lo normal era que dichas Visitas ocurrieran cada 2 o 3 años, <<De ahí que el entusiasmo de la gente y los preparativos para recibir tan ilustre personaje resultaran una novedad>> (Burelli, 99); las entusiastas consocias de la Cofradía  de la Virgen y el grupo fuerte de San Isidro, encabezaban las actividades organizativas.

Monseñor Chacón, fue escogido Provisor, Vicario General y Coadjutor del Obispo de Mérida, Antonio Ramón Silva. Entre diciembre 1921 y marzo de 1922, cumplió una gira histórica pastoral, por varios pueblos trujillanos, entre ellos, La Puerta.  La incidencia y la alegría en la feligresía fueron de tal magnitud, que en muchos lugares sintieron que volvían a ser auténticos católicos, porque nunca habían visto a un Pastor Diocesano de este rango. El abandono era tan evidente que miles de personas nunca se habían confesado, y menos comulgado, lo que justificaba la curia con aquello de que no contaban con el presbiterado necesario para atender los lugares más apartados.

El movimiento de católicos, inclusive de las autoridades civiles trujillanas, presididas por el gobernador Santiago Fontiveros y  del Jefe Civil,  Miguel Aguilar, hacendado y Mayordomo de Fabrica de la Iglesia, fue de consideraciones inmensurables y espontaneas, se congregaron multitudes de personas, motivados por la visita del Padre Chacón Guerra, quien se sintió sorprendido por el júbilo de la gente, a su paso, <<Desde un extremo al otro del pueblo, la Calle Real fue adornada con arcos llenos de frutas y de flores. Por allí debía pasar el señor Obispo quien venía desde Mérida, en compañía de algunos sacerdotes para confirmar a los niños>> (Ídem). La Puerta, formaba parte de la Diócesis merideña. 

La mayoría de la gente se concentró en el sector la Cruz de la Misión (hoy, El Calvario, frente al Centro Comercial Valle Verde),  aquí, estaba sobradamente erguida y adornada la Cruz, que habían colocado los Padres Misioneros en 1918, en recuerdo de la primera misión hecha en esta Parroquia. Los vecinos que poseían bestias de montar, se fueron en grupos, a esperarlo en el límite del Municipio.

En la entrada Sur, lo esperaron los alumnos de la Escuela Nacional de Niñas Mixta La Puerta N° 22, y cuando llegó fue un momento de alta animación y regocijo espiritual. La multitud de gente, llenó El Calvario, los estudiantes le dieron las palabras de bienvenida al Obispo,  aclamándolo con alegría y afecto; estaban sus padres, la preceptora, maestros y vecinos.

En la bienvenida al Prelado, <<Allí ondeaban los estandartes de la Virgen de la Paz, de San Pablo, San José, San Isidro, con sus correspondientes cofradías>> (Ídem).  El Obispo Chacón y sus acompañantes, al recibir el saludo de bienvenida de los estudiantes, del pueblo, y por supuesto, de su amigo y colaborador el párroco Ernesto de Jesús Méndez, el visitante bendijo a todos los presentes. De inmediato, emprendieron la  marcha hasta el hasta el centro del pueblo, precedido de los alegres sonidos de la banda musical, y a lo largo de todo el trayecto que recorrió el Obispo, dos estudiantes iban regando flores, para que su caminata se diera sobre una fresca y colorida alfombra.   

En el camino, mujeres y hombres, niños, jóvenes y adultos se le acercaban y se arrodillaban para besarle el anillo y recibir la bendición. Era muy joven el Padre Acacio, y esto,  formaba parte de la alegría, de gente que nunca había visto y sentido la presencia de un Obispo.  

Al llegar al escalón de acceso del templo de San Pablo Apóstol, antes de entrar, se arrodillo y lo besó, se levantó y dio la bendición a los presentes. Al ingresar al templo, el coro de la iglesia, encabezado por Isabelita González, lo recibe cantando una  bella oración a la Virgen María.

Los días 24 y 25 de marzo de 1922, dos días duró su visita a La Puerta, donde confirmó muchos niños, y dio la comunión a otros, bendijo las 4 joyas y reliquias de nuestra parroquia y los altares; el Obispo pudo reunirse con los niños, sus padres y catequistas, asi como, con los grupos y sociedades de la iglesia, advirtiéndolos de incorporarse fielmente al camino de la fe;  aquí,  interrumpió la gira para ir a Caracas a visitar al nuevo Nuncio Apostólico de Su Santidad Pio XI Monseñor Filippo Cortesi y  pasar la Semana Santa en dicha ciudad (Guerra, Nilson. Monseñor Acacio Chacón Guerra Patriarca de los Andes. pág. 22.). Como Secretario de Monseñor Chacón, estuvo el  Pbro. Pablo Emilio Uzcátegui, y lo acompañó el Pbro. Enrique Colmenares.

Ya le habían informado la infausta noticia de la muerte del Papa Benedicto XV y ofició el funeral en Burbusay. El recorrido que hizo por estos alejados pueblos, demostró la fortaleza del próximo Arzobispo. El diagnostico obtenido por sus observaciones in situ, y las conclusiones, le dan una guía para su gestión que como jefe provincial, le tocaría ejercer.

Posteriormente, en 1926, cuando es designado por el Papa Pio XI, Arzobispo Coadjutor, realizó otra gira por los pueblos de su jurisdicción. Estrenó este nuevo año, con un saludo hecho público en los medios eclesiales. En uno de sus párrafo destaca: <<Salud, paz y prosperidad es lo que para vosotros deseamos en este primer día del año; pero esa paz, salud y prosperidad no han de referirse solo a vuestras personas, a vuestros intereses y a vuestras empresas, sino que han de referirse más a vuestros bienes espirituales>> (Guerra Zambrano, Nilson. Monseñor Acacio Chacón Guerra Patriarca de los Andes. pág. 22), defensor de la espiritualidad y de la piedad como ejercicio vital. 

 Dos días más tarde, el tres de enero, ya estaba en la sede Vicarial de Boconó para inaugurar su primera y única gira pastoral como Arzobispo Coadjutor, combinada con los ejercicios espirituales del clero trujillano (Guerra, 26). En La Puerta, estuvo nuevamente el 15 de junio de 1927. Uno de los logros en su periplo, es la creación de la Liga de la Caridad Sacerdotal, asentada en Trujillo, asociación de apoyo espiritual y material que encabeza como primer asociado. Uno de sus biógrafos, Nilson Guerra, apuntó que para aquel tiempo, <<Los desafíos espirituales y materiales eran inmensos y había comenzado a enfrentarlos desde la coadjutoría>>; por eso se propuso como líneas principales de su gestión, tres grandes metas: <<instrucción del pueblo, santificación de los sacerdotes y fomento de las vocaciones sacerdotales>> (Guerra, 27), las grandes falencias que encontró al comienzo de su misión pastoral. 

Acacio Chacón Guerra, llamado “el Arzobispo Constructor”, por su magna obra en la ciudad de Mérida, nació en Loma Verde, aldea tachirense perteneciente a la Parroquia Constitución (Borotá) del Municipio Lobatera, el 8 de junio de 1884. Es bastante  probable que este Obispo,  junto a la gestión parroquial  del padre Méndez, haya logrado la remodelación del viejo templo de San Pablo Apóstol de La Puerta y de su torre campanario.  Según el Inventario del 10 abril de 1931, señala que  el templo ha sido objeto, de una reconstrucción, y la edificación consta de tres naves sobre tapias por los lados, y por el medio, sobre pilares de madera, con techo de teja criollas con una pieza después del presbiterio,  que sirve de sacristía. Contaba en su lado derecho con una edificación o campanario, de dos pisos, también todo techado  de tejas; en el lado izquierdo, existía un cuarto, y el baptisterio (Manrique, Oswaldo. Historia del templo San Pablo Apóstol de La Puerta. PDF. 2019). 

El Cardenal José Humberto Quintero, se refirió al padre Chacón Guerra, de esta forma: <<Era alma que puede fraternizar en blancuras con las purísimas nieves de la Sierra y en suavidad con la sedeña felpa de nuestros frailejones, corazón manso como un cordero y humilde como la violeta, vigilante Pastor en cuyos hombros reposa dignamente el glorioso Palio de esta Iglesia Metropolitana>>. (Romero Martínez, Vinicio. Mis Mejores Amigos. Caracas. 1987), esta descripción lo  caracteriza como a un ser beatificable.      

 Este dignatario episcopal, murió en la ciudad de Mérida, el 2 de marzo de 1978. Se hace registro de esta Visita Pastoral, por representar un autentico encuentro y dialogo cercano entre este destacado Obispo, luego Arzobispo y la feligresía de La Puerta, lo que constituye un importante acontecimiento, para nuestra historia local.

En el próximo mes de junio, se cumplirán 140 años del nacimiento del Padre Acacio Chacón Guerra, y 102 años de su visita a la Puerta y otros pueblos del estado Trujillo, se espera que tanto la Diócesis de Mérida, como la de Trujillo, y los respectivos Centros de Historia, Universidades y planteles educativos,  organicen el apropiado homenaje y recordatorio que se merece tan excepcional sacerdote.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

omanrique761@gmail.com.

La Puerta, marzo 2024.

sábado, 16 de marzo de 2024

"Pepe" Lozito, un siciliano en La Puerta.

“Pepe” Lozito, un siciliano en La Puerta.

Oswaldo Manrique (*).


Durante el siglo XIX, Trujillo se vio favorecido por una significativa inmigración italiana que se involucró sostenidamente en los distintos pueblos de la región. En La Puerta, registra Bennet, en 1920 la existencia de un importante comerciante de apellido Ismael Maggioranni, asi como, un hacendado de nombre Américo Burelli García. Subido el siglo XX, llegaron a nuestra comarca, varios nativos de la bota europea, que reanimaron el caudal inmigratorio. 


Hablar de Sicilia, la ciudad  italiana,  es imaginar alguna sinonimia de clanes, grupos y sectas oscuras, unidas por pactos de sangre y juramentos secretos, que pasaron a dominar y presionar desde la clandestinidad y con violencia la vida de la sociedad y los tentáculos del poder, es lo que deja cierta literatura y la cinematografía hollywoodense, con el tema de la mafia.

El escritor Gaetano Savatteri, en su obra de crónicas Los Sicilianos, señala que siendo un pueblo de aluvión cultural, invadido y conquistado cien veces por igual número de culturas diferentes que han dejado sus raíces, es equilibrado.  En apretado resumen, Savatteri describe las características generales de la personalidad del oriundo de Sicilia, así: <<Sicilia es la tierra del absoluto y las contradicciones, del blanco y el negro, de la luz y el luto. El siciliano sabe conciliar los opuestos y convivir con ellos>>, es decir, sabe equilibrar lo que tiene de europeo, refinado y avanzado, con lo que tiene de africano, rebelde e imprevisible; alguno pudiera pensar, son dialecticos.  Mucho de eso, encarnó e identificó a nuestro personaje: el señor  Giuseppe Lozito Tanassi, el popular “Pepe” Lozito, quien se armonizó con familia de este pueblo andino.

Era oriundo de Sicilia,  Isla de Italia, donde nació el 9 de febrero de 1935, muy joven llegó a Caracas, como albañil, donde trabajó un buen tiempo. Se casó con la señora Francisca Franco, con  quien procreó sus hijas, Coromoto, Paula, Ana María y Jackeline, todas profesionales universitarias, con lo que hizo su aporte de sangre italiana, que robustece de alguna forma las raíces de la latinidad de nuestra comarca. Pepe tuvo un hermano de nombre Salvador,  que era ciclista, murió en un accidente.  

En 1964 se vino a La Puerta, tenía 29 años de edad y uno de sus primeros trabajos fue la construcción del local de la esquina de la Avenida Bolívar con Calle 7, en lo que fue uno de los más importantes centros familiares con pista de baile,  y con una bodega en la parte alta,  propiedad de doña Elda Torres,  luego de los Matheus. Hubo otros inmigrantes italianos, que vivieron en esta Parroquia, como el emprendedor  Batista Bianchi; el arquitecto Fernando Lombarda; el señor Pasini, que se ubicó cerca de El Molino y tenía un taller mecánico, y Franco Bellandy, quien era vendedor de productos cosméticos y de limpieza, distribuyendo a los grandes almacenes y casas mercantiles del Estado, quien vivió en una quinta frente a la casa del Dr. Anzola, cerca de la calle 9 con avenida Páez; fueron gente de mucho esfuerzo y trabajo.

Un centro de entretenimiento como ese, no había.

En su patrimonio personal, Pepe, levantó la edificación que está en la esquina Calle 3 con avenida Bolívar de La Puerta, donde montó el primer cine formal, con funciones diarias toda la semana, del género mexicano. Se recuerda, a los que cargaban la sui generis “marquesina”, un aviso de cartón por todas las calles del pueblo, que  ponían encima de sus hombros: Amadeo Rondón y el gato Argimiro Ramírez. 

“Pepe” Lozito, según nuestro vecino Ramón “Moncho” Carrillo, fue un hombre que procuró traer cosas nuevas a esta Parroquia, sin embargo, su ocupación fundamental fue la construcción, <<fue mi jefe, y trabajé en la discoteca “La Araña”, cuando se iba yo me encargaba de la discoteca, él, se la pasaba por fuera, mas en Puerto Cabello, donde ejecutaba  obras y proyectos de construcción, le gustaba mucho la construcción>> (Conversación con Ramón Carrillo, La Puerta, 13 marzo 2024);  sin dudar un instante, “Moncho” afirmó que un centro de entretenimiento como ese, espacio, mobiliario, espectáculos, concursos,  música en vivo y con la clientela turística que tenia, no había, ni aquí en La Puerta, quizás tampoco en el Occidente del país.  Era melómano, cuando llegaba en la noche de trabajar en Valera,  pedía al disc jockey le pusiera la música de Billos, aquellos mosaicos de moda, asi como las canciones del Festival de San Remo. 

Luego, tuvo un pequeño restaurant en este mismo local. Al principio, el negocio de Pepe era un billar, una sola mesa, y una pequeña barra donde vendía parrilla y cerveza,  posteriormente, en 1967 abre  la  famosa   Discoteca del Estado Trujillo,  “La Araña”, que revolucionó el  campo del entretenimiento en el occidente del país.  Con el éxito obtenido con esta discoteca, que presentaba los mejores artistas y cantantes, fundó en Valera la Discoteca “La Cueva”, año 1974, a donde se llevó a trabajar a personas de La Puerta, como Benito Suarez, el popular “Guache”, a Ricardo Lobo y a Alfonso Araujo, ex Prefecto; en la inauguración de este centro nocturno, recuerda el Dr. Jorge Méndez, que Pepe, no escatimó gastos y contrató al denominado sonero del mundo Oscar D’ León.  


La  “Terraza Zulia” y su entretenimiento: el ajiley.

Si algo le gustaba a Pepe, era ir a la “Terraza Zulia”, a pocos metros de su casa,  a jugar baraja y a compartir con la gente del pueblo. Ahí estaba hasta horas de la madrugada. Sentarse a la mesa, a jugar la versión criolla del póker, era su gran distracción. La partida podía estar animada con unos tragos, para otros los cigarrillos importados de la época: Philips Morris, Viceroy, Camel y el Marlboro. Las voces de los jugadores se hacían cada vez, más duras, cuando tocaba el envite. Se llama  “Ajiley”, ese juego, que los embrujaba y los animaba a cazar apuestas. A cada jugador le tocaba su grupo de cartas, que no son las del juego inglés, sino la baraja española, que hace el juego de menor complejidad y entendible para todos.

Las primeras 2 cartas del jugador, son para empezar a “ajilar”, aquí se topan y se ven a las caras, y se da la primera ronda de envite; viene el reparto de las 3 que faltan, a cada jugador. Se botan las que no ligan y se le reparten sustituyendo las que botaron, y el que consiga más puntos, es el que sonríe internamente, porque es el ganador; muy fácil lo explicaba el siciliano de La Puerta.

 “Pepe” siempre decía, que su amigo Benito Sánchez, el dueño de este establecimiento, se había hecho rico a costillas de él, porque jugando ajiley le ganaba a todos, y resulta que Benito no le tenía miedo a apostar fuerte y los jugadores se le corrían, aunque se comentaba que tenía su propia magia particular;  allí pasaban 2 y 3 días jugando. También se incorporaba, Franco Bellandy, que era aficionado a jugar baraja, otras veces se dirigían a jugar en el Hotel Aurora, Motel Valera o en el Hotel Imperial, donde se daban las grandes partidas de ajiley y póker, de la ciudad de Valera.

Cuando le regalaron la gallina verde.

Una de las anécdotas que contaba Benito Sánchez, acerca de “Pepe”, era que, en una oportunidad recién llegado,  Benito sacó una jaula con unos loros de los que él tenía, para cambiarlos de sitio y “Pepe” cuando los vio le dijo “esa gallina verde si es dura”, al parecer, Pepe, en sus primeros tiempos en Venezuela, no sabía diferenciar  las aves y se había preparado y comido un loro que le habían obsequiado.  Así, estarían las cosas, verdes.  Posterior al regalo de los loros,  en otra oportunidad un vecino le regaló una bolsa de aguacates, y pensó que eran hortalizas y las puso a  cocinar, al rato apagó la cocina, obteniendo un atol de aguacates y así, contorneado con pan, se los comió. Los cuentos de Don Benito.

Don Elio Carrasquero, le alegró la vida.  

De anécdotas, debemos incluir la siguiente: En una oportunidad, el perro de Pepe, lo había atacado y  estaba fulminado por un empujón de garrapatas, le echó varios remedios que le recomendaron y no tuvo mejoría, se estaba muriendo. Estando caminando cerca de la plaza, se encontró con don Elio Carrasquero, y le comentó lo del animal. Don Elio, viendo la preocupación de Pepe por su mascota, le dijo en forma patriarcal “vaya a su casa, Pepe” y le repitió “vaya a su casa, Pepe”; cuando Pepe llegó a su casa, al perro se le salieron todas las garrapatas que tenia. Estas cosas no se creen, pero las cuentan, como ocurridas.

Cuenta nuestro vecino y ambientalista Esteban Quintero, que en una oportunidad Pepe, va bajando a Valera en su camioneta con un grupo de amigos, iba muy alegre. Vio de lejos, que en el medio de la carretera, hay un cajón de madera atravesado. Le dijo a quien le acompañaba en la cabina: - Vas a ver que la voy a moler y no va a quedar  ¡nada! Cuando embiste el cajón, se sintió un ruido raro y la camioneta quedó con una rueda en el aire. Resulta que el cajón, lo había puesto la comunidad,  como señal de advertencia, sobre una gran piedra que cayó del cerro.  

Giuseppe Lozito Tanassi, el popular “Pepe” Lozito. 

Tuvo la confianza de la colectividad, y fue Presidente de las Fiestas populares y religiosas de enero, que destacaron por la programación de actividades, entre otras: bailes y espectáculos de calle, carreras de carros gocar, desfiles de vehículos, maratones de bailes, cabalgatas, corridas de toros, campeonatos gallísticos.

Hombre cordial, sencillo y servicial, se fue hace algunos años, a Italia, y se regresó a Trujillo, a seguir soñando para seguir haciendo algo mas por La Puerta, sin embargo, el siciliano de La Puerta,  falleció el 5 de marzo de 2024,  por lo que desde aquí nuestro reconocimiento como uno de los forjadores contemporáneos de nuestra Parroquia. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

 La Puerta, marzo 2024.

Omanrique761@gmail.com


sábado, 9 de marzo de 2024

Cantantas, músicas y cantautoras de La Puerta de antaño. (2ª. Parte).

Cantantas, músicas y cantautoras de La Puerta  de antaño. (2ª. Parte). 

Por Oswaldo Manrique (*). 


Fue en los años 30 del siglo pasado, cuando surgió en forma espontánea, un grupo de mujeres con vocación artística del seno de las familias que emprendieron el repoblamiento y el reurbanismo  de La Puerta, que destacaron con sus voces, otras por su virtuosidad en tocar instrumentos musicales y otras con su lirica criolla, alegre y hasta romántica, que interpretaban en las veladas culturales y musicales para todo público, así como, en las fiestas religiosas y populares y las de orden familiar y social.   Entre este grupo de jóvenes mujeres cuyas voces fueron el deleite de la generación y población puertense de aquella época, se recuerda a:

La multifacética  “Niña Pancha” González, cantora y declamadora.

Fue una de las jóvenes más destacadas y consagradas al trabajo creador social y cultural de nuestro Municipio (hoy Parroquia), en los años 30. Francisca Vicenta González González, nacida en La Puerta a principios del siglo XX, era integrante de una de las familias que se caracterizaron por sus esfuerzos en pro del proceso constructivo de esta comunidad.

De baja estatura y amplias proyecciones culturales y espirituales. Era una mujer simpática,  de tez blanca, con hermosos cabellos rubios, de nariz aguileña y con hermosos y vivaces ojos, que contrastaban con sus pequeños labios, de donde salía una clara y melodiosa voz, que abrumaba de dulzura a sus seguidores.

Además de su obra en el campo del teatro, el baile y el canto, la “Niña Pancha” González, fue una mujer consagrada al catolicismo de su Parroquia, participó en el coro de la iglesia y en el grupo de damas de la Sociedad de la Virgen de la Paz.

En esos tiempos, las reuniones organizadas para celebrar algún bautizo, cumpleaños o día de santo de alguien en la casa, tenía su anfitrión o anfitriona que daba paso al entretenimiento, en ellas,  <<Poesía y música encontraban ambiente propicio en los paseos a la hacienda “San Isidro”, propiedad de don Ignacio González>> (Abreu, 78); este Ignacio, es el padre de la “Niña Pancha”. La estancia de la familia González, se convertía en sitio del canto y baile; una de las cantantes y anfitriona, de esas tenidas sociales de los años 30, lo fue la “Niña Pancha” González. 

Ofreció lo mejor de su talento como artista espontánea aficionada como contribución al progreso cultural y espiritual de la puerta.

Elba Bello García y sus raíces musicales italianas.

Era notorio el interés de la gente de la nueva comunidad por participar del hecho cultural, del entretenimiento, de informarse y de darle identidad al pueblo en construcción, en medio de una situación de pobreza y analfabetismo extendido. Eso, fue un gran aporte. Una de las damas que dio su contribución al hecho artístico y cultural de La Puerta, fue Elba Bello García

Aunque privilegiaba la música venezolana, y el vals trujillano en Elba Bello García,  se mezclaron con los melodiosos tonos de La Donna e Móvile o de Luna furtiva lágrima, que recibió de su padre Francisco Bello, oriundo de la Isla de Elba, Italia, por supuesto,  siendo niña ante su sensibilidad artística y musical.

Los escritores locales la recuerdan, como una de las cantantes, cuya actuación era considerada como muy agradable, al punto que entró en el grupo destacado,  <<gente como…Elba Bello hacían las delicias del público>> (Burelli, Ligia. Humo de Hogueras. Pág. 162). Años más tarde, se casó con el señor Manuel Rosales Aranguren, que fue Jefe civil de este Municipio.

Una anécdota, que le narró el profesor Eccio Moreno al amigo Benito Rivas.  Eccio, fue criado por la “Niña Pancha” González, porque era hijo de su hermano Pedro González, y estuvo presente cuando en una oportunidad, en los años 60, época que hacían furor el rock and roll, blues y el pop, se encontraban reunidas hablando Elba Bello García, las hermanas Natalia y Ofelia. La Niña Pancha que las escuchaba comentó:

 - ¿Y ustedes no se han fijado, que los hombres llevan ese pantalón apretado y solo se les marca el bojote? A las muchachas les debe dar miedo.   Y, Elba Bello, le respondió:

 - Qué miedo, si eso es lo que les encanta a las muchachas ahora, puro apretado.


Juanita Archila, multifacética dama de la cultura.

Habrá que reconocer que el alma del  movimiento musical y cultural, lo fue doña Juanita Archila de Uzcátegui. Mujer de alta calidad humana. Fue maestra de la primera escuela oficial mixta de La Puerta, y posteriormente directora de la Escuela Nacional de Niñas, de la misma población.

Para doña Juanita, las veladas o actos culturales y reuniones familiares y del vecindario, no tendrían el resultado esperado, sino iban acompañadas con un toque musical, lo que iba creando una atmósfera propicia para la hermandad, e ir abandonando las reminiscencias impositivas de los caudillos locales. Sabía que establecer la cultura musical en La Puerta, era un proceso lento, pero que no se podía abandonar, y enseñaba a sus alumnos a cantar y a tocar guitarra.

Dentro de sus virtudes y polifacética vida, una de sus alumnas de aquella escuela novedosa, la recuerda <<doña Juanita, la señora bella, de cabello plateado, que cantaba baladas y se acompañaba ella misma con su guitarra>> (Burelli, Ligia, 296). Cantaba baladas, género, que tiene su incipiente origen en los inmigrantes europeos en América, a partir de 1920, lo que contrastaba con  otros géneros musicales de moda, como los tangos que gustaban al general Gómez, y tal vez, las rancheras mexicanas; sin embargo, cantaba algo más sustancial, sentimental y profundo, pero  en ritmo lento, a pesar que para ese tiempo, ya estaban resurgiendo expresiones nacionales como el vals criollo, canciones como Adiós a Ocumare, predilecta de Cipriano Castro, que debía tocarse obligatoriamente en todas las retretas municipales, o el afamado Conticinio del trujillano Laudelino Mejías.

Matilde Azuaje y  Carmen Archila.

Hubo jóvenes cantantes que hicieron con sus voces momentos agradables para los espectadores, la historiografía recuerda a Matilde Azuaje, pariente de don Aquilino Azuaje, hombre colaborador y músico,  y a Carmen Archila, esta última, seguramente familia de la profesora Juanita, la directora de la Escuela de Niñas.  Ensayaban  y actuaban en la casa número 8, Calle Abajo, hoy avenida Páez, contigua a la de Don Domingo Antonio González, donde funcionaba la carpintería y peluquería, cerca de la Casa Municipal (Abreu, 203).  Fue todo un movimiento musical y artístico, el que se desplegó en La Puerta, hubo colaboración de las familias de la comunidad, de donde surgieron  jóvenes aficionados al canto, que hicieron con sus voces momentos agradables para los espectadores.

Aparte de las creaciones de Pedrito Rangel, las canciones que formaban parte del repertorio colectivo, según el viejo cronista José Rafael Abreu, <<preferentemente eran Adiós a Ocumare, Luna de Maracaibo, Tocuyito, General Castro en la Victoria, Al despertar, Rubito, Juan Manuel, Clamores, La Colombina, La Mazorca, La Copa del Olvido, Las tres de la tarde, El campo está florido, Al morir la tarde>> (Abreu, 77); es decir, las de canciones más oídas en aquellos años 30, en la población de La Puerta.

Sin duda, que hubo para este movimiento musical, el respaldo de la comunidad, <<toda una corte de carpinteros, pintores de brocha gorda, escribidores de versos y palabras alusivas, violinistas, cantadores, entre los que figuraban los Pabón… que eran parte también de la familia>> (Burelli, Ligia. Volver un día. Pág. 272);  toda la gente y cada uno, se sentía orgulloso de su pueblo y de las artes y de las fiestas; inclusive, del Zulia llegaban los turistas, también de Valera y Betijoque a veranear, cuyas costumbres a veces chocaban con las de los aldeanos anfitriones, pero disfrutaban de las veladas culturales y musicales.

María Luisa Burelli y su hermosa voz.

         De igual forma destacó en aquellos eventos y tiempos, la muy joven María Luisa Burelli, nació en la Puerta, tenia hermosa voz. Los  Niños, jóvenes, hombres y mujeres se sentían identificados con su canto, a quien <<le gustaba cantar joropos y, a veces, corridos mexicanos>> (Burelli, Ligia. Volver un día. Pág. 300). Comenzó a cantar en 1930 y participó con su esposo José Rafael Abreu, en comedias musicales, cuplés, sainetes y también, en fiestas familiares amenizando con su hermosa voz.

María Luisa, era hija de Pedro Mario Burelli, que era amante de la música, rememora una de sus familiares que éste,  <<les leía cuentos y los niños aprendían, no solo rezar como sino canciones que el padre acompañaba con su guitarra, y a recitar uno que otro poema de algún viejo bardo del pasado>> (Burelli, Ligia. Humo de Hogueras, 59).

En aquellos días, difícilmente existió algún puertense que no hubiese conocido en algún modo, a María Luisa Burelli. Su presencia sin presumir de su estirpe y de su talento artístico, con una admirable modestia, en los círculos culturales se le consideró como una de los mejores ejemplos en el campo de la música y el teatro de esta comarca, <<María Luisa de pequeña estatura, delgado y fina, con el carácter reservado... Discreta y de habla queda>> (Burelli, Ligia. Humo de hogueras. Pág. 163 Caracas. 1979), pero encendía la alegría, en el escenario; vivía en la 4ª. Transversal con la Calle Abajo de La Puerta.

En su reencuentro con la infancia, Ada Abreu Burelli de Rodríguez, hija de María Luisa Burelli, relató que, por aquellos tiempos acostumbraba su mamá <<preparar pequeñas veladas y ofrecerlas en el patio de la casa. Era todo un trabajo: los vestidos, el escenario como los instrumentos musicales todo a un tiempo… Presentábamos pequeños dramas “Rafa y Florinda” y bellos poemas>>,  no podía faltar el piano, la guitarra y el violín. (Ada Abreu. Los días de infancia. Página 3. La Puerta. 2007), la acompañaban Elba Abreu, cantante y cuñada, y las hijas Angélica y Josefa Viloria.  

Margot de Vetancourt Sierra, la eximia pianista valerana.

¿Se podría encontrar un momento de mayor dulzura, que aquel irradiado por el sonido de las teclas de un piano?  En eso, convertía Margot, el espacio donde se movía el espontáneo grupo cultural y musical  de La Puerta.

La figura de Margot de Vetancourt Sierra, integra y fortalece  el grupo, porque para esa época, era considerada como una de las más grandiosas pianistas trujillanas. Era pariente, del residente Antonio Sierra.

La critica valerana de aquellos tiempos, consideró que “Sus interpretaciones sonaban a melodía propia y se decía que componía como un verdadero pianista mientras ejecutaba las piezas que tocaba. Las anotaciones de los antiguos cronistas, indican que para vigorizar el cuadro artístico puertense, llegaban dos destacadas músicas de Valera, una excelsa pianista como lo fue  Margot de Vetancourt Sierra, exquisita ejecutante del piano, se escucharon hermosas y <<selectas piezas musicales>>  (La Riva Vale, Alberto. Anales de Valera, pág. 151);   también se le  pudo escuchar en vivo a través de Radio Valera, en 1936.  

Rosalía, la solidaria prima de doña Margot.

Del mismo modo, la otra cantante que acompañó a Doña Margot, para quienes  tuvieron la suerte de escuchar el encanto que fue su privilegiada voz,   fue  la joven Rosalía, prima de doña Margot de Vetancourt -aludida por Ligia Burelli-, quien con su fina voz, se convertía en el centro del entretenimiento de las veladas culturales y musicales programadas para el mes de enero. Nació en Valera, y aunque comenzó sus estudios de piano, también se dedicó al bel canto.

Ángela Elena Gallegos Rivas.

         Ángela Elena Gallegos Rivas, nacida en el seno de una familia de intelectuales, escritores, novelistas, articulistas, militares, artistas y músicos.  Nieta del intelectual, Agrimensor, político y  periodista  marabino Don Rafael Bonifacio Gallegos Celis, publicó su investigación histórica titulada Apuntes Estadísticos de la Ciudad de Valera, capital del Estado Soberano de Trujillo, es considerado como el primer cronista de Valera. Sobrina de Doña Mercedes Gallegos,  integrante de la directiva de la sociedad religiosa "Hijas de María", de Valera.  Ángela, era buena ejecutante de la guitarra, y gustaba de cantar música española, particularmente en sainetes clásicos.

La historiografía local la reseña, como una de las cantantes, que dejó huella en La Puerta, con sus actuaciones. En 1930, se presentaban como parte del teatro musical aficionado los sainetes, uno de ellos <<”La Afición de los Toros” en el que Ángela Elena Gallegos Rivas, alternó con Pedrito Rangel>> (Abreu, 79), Ángela Elena, gozaba de hermosa voz y  cantaba muy bien, pues  cantó y actuó, junto a nada menos que a este legendario barítono.

Esta muchacha, es un caso que por su voluntariedad y provenir de un hogar como el que hemos señalado, es interesante, porque al igual que su abuelo, sus padres y tíos, reprochaban la conducta y la violencia de los caudillos, y estimulaba a través de su canto, de su poesía y de su actuación, la cultura y el comportamiento civilizado y pacífico en la nueva comunidad.

Las trece  virtuosas a las que me he referido  en esta nota y en la anterior, son las que “a pulso de corazón", trabajo pujante y creatividad, convirtieron a pesar de las dificultades en las primeras décadas del siglo XX,  aquellas noches sombrías y frías, en  musicales,  aromáticas e  iluminadas ceremonias en favor de la cultura y la hermandad, e impulso de la fuerza constructiva del nuevo pueblo andino,  de 1900.

En la imagen y composición gráfica: de izquierda a derecha: Josefa Viloria, María Luisa Burelli, Angélica Viloria, Elba Bello García, Elba Abreu, que formaron parte del grupo de cantantas, músicas y cantautoras de La Puerta, de los años 30 del pasado siglo. 

Debemos destacar las vidas de estos personajes, que, a pesar de las limitantes en que se desenvolvían estas mujeres a principio del siglo pasado, llevando la carga de la familia, trabajando en la agricultura o el comercio, muchas de ellas, fueron emprendedoras y tomaron iniciativas sin academicismos, ni pretensiones artísticas ni luminarias, que permiten mostrar su aporte y gran talento al desarrollo cultural, artístico y musical de esta comarca andina.  Hoy, sus tersas y esteladas huellas rítmicas, armónicas y melodiosas corretean en el firmamento luminoso de los cielos del valle de Bomboy.

(*) Portador Patrimonial Cultural e Histórico de La Puerta.

omanrique761@gmail.com   

 

 


 

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

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