sábado, 24 de febrero de 2024

La "Niña Pancha" González y el correo postal de La Puerta.

La "Niña Pancha" González y el correo postal de La Puerta.

Por Oswaldo Manrique (*) 

Hemos leído una dura cita, que señala que existen seres humanos que desfilan, <<en la metamorfosis de la naturaleza>>, como si no existieran, sin ninguna significación, como si nada. En cambio, existen otros, cuya huella queda marcada en sus contornos, bien familiares, vecinales, laborales, grupales y sociales, a pesar de su bajo perfil y poco protagonismo. Esa dura cita, se le ha endosado a la mujer por mucho tiempo, a pesar de su desmesurado esfuerzo en el progreso de los pueblos. 

 

Una de las damas más destacadas en la dinámica creadora y consagrada al trabajo  social y cultural de nuestro Municipio, hoy Parroquia La Puerta, en los años 30-40-50-60, fue la "Niña Pancha". Su nombre completo es Francisca Vicenta González González, integrante de una de las familias que se caracterizaron por su voluntarioso aporte en favor del proceso constructivo de esta comunidad. Era una mujer de tez blanca, de  hermosos cabellos rubios,  nariz aguileña y con vivaces ojos, que contrastaban con sus pequeños labios, de donde salía una clara y melodiosa voz, que sus vecinos de aquel tiempo pudieron disfrutar. De baja estatura y amplias proyecciones culturales y espirituales. 

Nos comenta, nuestra dilecta amiga y vecina Graciela Romero González, que la “Niña Pancha” González, era su tía abuela materna. Nació en 1891. Sus padres: Don Ignacio González Ramírez y doña Josefa González González, quienes conformaron un hogar con siete hijos, tres varones y cuatro hembras.

 La llamaban en el pueblo,  afectivamente “La Niña Pancha”. El origen de este calificativo, pudo ser consecuencia de una inesperada fatalidad, al parecer,  sostuvo noviazgo formal con un joven de la comunidad, pero por adversas  circunstancias de la vida, se frustró el proyecto de vida común que se habían propuesto. La profesora Belkix Villegas, recuerda que en una oportunidad  su abuela Josefa Rivas, le contó <<que la “Niña Pancha” tuvo un novio que fue acusado injustamente por el robo de un chivo, y murió en la cárcel, supongo que en la de Trujillo>> (Conversación con la Profesora Belkix Villegas, vía wasap, 9-2-24); hecho que acabó con su estado de noviazgo y su perspectiva matrimonial.

La “Niña Pancha”, <<le guardó luto toda la vida, la recuerdo vestida de negro y un sombrero pequeñito, parecía de tela>> (Conversación citada); demostrada fidelidad al compromiso con su novio.

La “Niña Pancha” y el servicio de correo postal.

Con el tiempo, le tocó asumir una responsabilidad muy importante, que en muy pocos lugares, la ejercía una mujer: el servicio de correo postal. Responsabilidad que cubría  dirigir y administrar  personalmente la oficina de correos, el franqueo, la correspondencia en general, paquetes postales, recepción de la correspondencia en tránsito, distribución de la correspondencia, cuido del depósito y fiscalización de valijas, atender los conductores de la correspondencia, en fin, una amplia gama de actividades.

Escribió el poeta Ángel González Rivas, el “Guayanés”, apreciado cronista de este pueblo, que cuando él fue Jefe de Transporte de Correos, le tocó llevar los bultos de correspondencia a La Puerta, donde conoció a la Niña Pancha González, <<quien era para esa fecha era la Jefa de Correos en el Municipio La Puerta, antes de pasar a Parroquia>> (La Puerta, Humor y Versos, pág. 51. 2007); lo curioso e interesante, es que asumió dicha responsabilidad, en un  tiempo y espacio, privilegiado para el patriarcado y el denominado “machismo”.

En la década de los años 20, el movimiento postal local y regional aunque lento era muy fluido, casi como el indispensable medio de comunicación, ante la emigración de los puertenses en busca de mejoras de ingresos y de calidad de vida.  En la década  siguiente,  años 30, ya Venezuela contaba con el servicio de correo aéreo, en Trujillo tardaría un tiempo más,  y en 1933, la institución contaba con una sede, el edificio de Correo, en la Esquina de Carmelitas, en Caracas donde funcionaba la principal Oficina Postal Telegráfica. Para 1941, se había creado la escuela de formación postal. 

En el aislado pueblo de La Puerta, la sede del servicio de correos, estaba frente a la Plaza Bolívar. Su pariente Graciela Romero González, a quien afectivamente sus amigos y familiares llamamos Chelita,<<”La Niña Pancha”, como asi era llamada, fue una dama con una personalidad muy adelantada para la época, se desempeñó como la Jefa de Correos de La Puerta, cuya oficina funcionó en un anexo del mismo domicilio de ella, allí recibía todas las mañanas muy temprano el transporte del correo que pasaba a dejar la correspondencia para los lugareños, los cuales venían a buscar las noticias de sus familiares y algunos que no sabían leer, pues La Niña Pancha, con toda la paciencia y cariño se las leía y a la vez, le contestaba de acuerdo a lo que su familiar le expresara>> (Datos aportados por la Sra. Graciela Romero González. La Puerta. 2-2-2024).  Como el correo llegaba a la casa de la “Niña Pancha”, ubicada al lado del templo de San Pablo Apóstol, ella voluntariosamente les leía las cartas, esquelas, postales de vacaciones, cualquier correspondencia escrita, a los destinatarios (gente del campo) que no sabían leer y le pedían que se las leyera, si bien eso, no estaba  incluido en sus funciones, sin embargo, ella los favorecía leyéndoles, y además, les escribía la respuesta al familiar, amigo o remitente, y se las enviaba, urgente o certificado, para que llegara en menos tiempo.

Luego, con los años, ingresó al servicio de correos la señora Anita Castellano, que trabajó con la “Niña Pancha”.

La responsabilidad por este servicio público, le absorbía  gran parte de su tiempo, la correspondencia llegaba a su casa, a las 4 de la madrugada. Según Graciela Romero, la “Niña Pancha”, <<comenzó a trabajar en el correo en la década de los 40.  Tenía unos 30 años, y la jubilaron como de 55 años. Murió de 79 años, por problemas cardiacos>> (Datos suministrados por Chelita Romero); sin duda, tuvo una vida muy agitada. 

Pancha González, multifacética: Cantora, poetisa,  católica y también bordando.

En esos tiempos, las reuniones organizadas para celebrar algún bautizo, cumpleaños o día de santo de alguien en la casa, tenía su anfitrión o anfitriona que daba paso al entretenimiento, en ellas,  <<Poesía y música encontraban ambiente propicio en los paseos a la hacienda “San Isidro”, propiedad de don Ignacio González>> (Abreu, 78). La estancia de la familia González, se convertía en sitio del canto y baile; una de las cantantes y anfitriona, de esas tenidas sociales de los años 30, lo fue Pancha González.

         Finca San Isidro, lugar de paseos y celebraciones musicales.

En sus remembranzas de infancia, nuestro profesor de aula universitaria Alirio Abreu, narró en 1950, uno de estos eventos, <<En la tarde fuimos a San Isidro, una finca cercana al pueblo, tal vez la más bella de la región, a la cual se llega por un caminito que parte del camino Real que va a El Pozo y a Quebrada Seca. Había que cruzar un arroyo, bajo árboles de guama, luego se atravesaba un pequeño potrero y se pasaba, antes de llegar a la casa de la finca, al lado de una gruta de la Virgen, rodeada por un jardín encantado. El agua de la fuente, al caer sobre las piedras y las caracolas, producía una música que los pájaros imitaban en su canto. La casa de la finca era clara, acogedora, de amplios corredores y salas; tenía al frente un potrero y un trapiche el día era de un derroche de luz y de alegría. Las personas se diseminaban por el campo y por los pequeños senderos y a la noche se comenzó el baile con los músicos del pueblo y con la vitrola qué prestó Julio Viloria>> (Abreu, Alirio. Los días de la infancia. Pág. 25. La Puerta. 2007). Esta finca, era propiedad de Ignacio González, bisabuelo materno de Chelita Romero.  Las jornadas musicales y bailes, pasaban de la medianoche.

En esos tiempos, rememora Chelita Romero, que  <<los González, se reunían con otras familias de la comarca, para compartir y relacionarse con otras amistades, además de divertirse y alegrar sus encuentros organizando “Veladas”, que consistían en actuaciones, tales como interpretar poesías, cantos, bailes o danzas con algún músico que tocaba el violín o la mandolina. Y asi, transcurrían las veladas que asi se llamaban>> (Datos suministrados por Chelita Romero); las noches posteriores se reunían en casa de diferente familia, Viloria, Sulbarán, Abreu, Carrasquero, Villegas, entre otras. 

El mismo  “Guayanés”, anotó en su recopilación de versos, un grupo de damas preocupadas por la poesía, <<entre ellas las poetisas Francisca González y Josefa Viloria, quienes con su bella musa pusieron muy en alto el nombre de La Puerta>> (González, 20). Ofreció lo mejor de su talento como artista espontánea aficionada como contribución al progreso cultural y espiritual de la puerta.

Además de su obra en el campo del teatro, el baile y el canto, Pancha González, de lo que trataremos en otro artículo, fue una mujer consagrada al catolicismo de su Parroquia, participó en el coro de la iglesia y en el grupo de damas de la Sociedad de la Virgen de la Paz.  La misma Graciela Romero González, en su nota de datos biográficos que generosamente me suministró, toca otras habilidades de la “Niña Pancha”,  <<Así transcurrió la vida de esta noble dama, además de pertenecer y dedicar parte de su tiempo a las actividades religiosas, colaborando con la Parroquia y con los sacerdotes: el Padre Trejo, el padre Mario Castillejo. Otra de sus habilidades junto a sus hermanas: bordaban y confeccionaban los manteles de la Iglesia, las sotanas y estolas de los sacerdotes y vestimenta de los Santos>> (Notas de Romero); diversidad de ocupaciones.  

Nuestra dilecta colaboradora, y promotora cultural de nuestra Parroquia,  Profesora Belkix Villegas, nos comparte otro de sus recuerdos de la  “Niña Pancha”, <<A mí me buscaban de angelito y ella era la encargada de la decoración para la coronación de la Inmaculada, el último de mayo, la Niña Pancha prendía las estrellitas en el momento de la coronación>> (Conversación citada). Colaboradora con las actividades de su iglesia.

Francisca Vicenta González González, enfermó del corazón, y murió en el año 1970. Con la “Niña Pancha” González, la mujer puertense, trabajadora, leal, honesta, se encuentra esplendorosamente representada, en el proceso constructivo de esta comarca trujillana. Mi agradecimiento a Chelita Romero, Belkix Villegas y a Miguel Arturo Psaridis, por su aporte de datos  para la elaboración de esta nota biográfica.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, febrero 2024.

Omanrique761@gmail.com  


sábado, 17 de febrero de 2024

Los Varones de La Culata.

Los Varones de La Culata.

Por Oswaldo Manrique (*)


El presente artículo trata de referenciar, en estrecha síntesis, a varios de los  principales protagonistas de algunos pasajes de la historia local de La Puerta, dentro de lo que se ha denominado "Tiempo de Caudillos"; con esto se quiere rescatar y develar varios hechos de los cuales se ha escrito muy poco o casi nada; y también, nada sobre sus personajes, por eso los hemos denominado Los Varones de La Culata, tratando de  relacionar a grosso modo y de rescatar algunos de esos hechos poco históriografiados, como el que tiene que ver con la revolución justiciera del legendario coronel Sandalio Ruz, un enfrentamiento que tuvo directamente como objetivo guerrillero,  el nido de "La "Gonzalera" liberal, responsable del saqueo a sus bienes y posesiones de La Puerta y Timotes; igualmente, de referenciar  la extinción de la Comunidad Indígena Bomboy, en 1891, cuando  fue despojada de sus tierras donde hoy está el área urbana de La Puerta, ocurrido después de casi 400 años que se mantuvo sobreviviendo como pueblo al periodo colonial, casi totalmente puro, y que fue destruida y desaparecida por un grupo de ambiciosos hacendados y gamonales de la región, comandados por Leopoldo Baptista, amparados en un decreto del gobierno liberal guzmancista.


A ese deplorable hecho, siguió la gran "paliza" militar y política que dieron las tropas liberales "lagartijas", comandadas por el general González Pacheco y el futuro “Tigre de Guaitó” Rafael Montilla Petaquero, jefe de la tropa indígena y sin tierra, a los "ponchos" conservadores, en la fratricida Batalla de Durí - La Mokotí - El Portachuelo, en 1892; luego la segunda derrota en 1899, en el mismo sitio, que produjo que el macho Palomares abandonara las filas conservadoras y se sumara  a la tropa del “Tigre de Guaitó”,  y,  finalmente, uno de los grandes hechos históricos del siglo 20, que fue el levantamiento de Los Varones de la Sierra de “La Culata”, en 1914, recordado por nuestros abuelos como la "Guerra de los 15 días" contra la cruel dictadura de Juan Vicente Gómez y la rebatiña de las concesiones mineras y petroleras, estos  hechos se han enmarcado tempestivamente, tomando como punto de inicio el año 1870, cuando comete la primera insurgencia política militar el general Juan Bautista Araujo, enfrentando el nuevo gobierno o las acciones del gobierno del general Antonio Guzmán Blanco, esto incluye también la acción militar del sitio de Timotes, ciudad que representaba o fue símbolo del poder político en el Gran Estado Los Andes; este episodio de corte nacionalista y antiimperialista, que encerraba protesta por las deprimentes condiciones de la economía de La Puerta, basada en la agricultura del trigo y la caña de azúcar, ante un proceso de transición al modelo económico rentista petrolero, concluyó, precisamente con la captura del coronel Américo Burelli García, líder del levantamiento de La Culata, y de los generales Golfredo Masini (de Tabay) y Juan Araujo (nacido en Jajó en 1879, hijo del "León de la Cordillera", murió en 1966, en Valera).  Tiempo entonces que,  definimos desde 1870 a 1917.

Ese conjunto de hechos históricos, por supuesto, marcado por el tiempo en el que el modo de explotación económica implantado, era evidentemente semifeudal, generando un ambiente histórico social de violencia, y estos líderes o caudillos locales de La Puerta, medianos productores agropecuarios, organizados precisamente con sus peones, campesinos, parientes y arrendatarios, los sin tierra, en especie de parentelas troperas, cuyas acciones guerreras fueron concretando, su temible fuerza militar y a la vez, su liderazgo.

Los productores del Valle de Bomboy, constituidos en militares de montoneras, los de amplios trigales, cañamelares, y los cafetaleros, no tuvieron diferencias políticas y menos ideológicas, eran conservadores y seguidores del partido de los Araujista-Baptista. Anteriormente, era el “paecismo”, su ideario, respetado y seguido por los líderes oligarcas trujillanos, como los La Bastida, Carrasquero, García, Araujo y Baptista, y otros, que se renovaba. En La Puerta, hasta su principal avenida, la de ingreso a la población, lleva el nombre de Páez. Los hijos de los dirigentes aristócratas y terratenientes criollos del valle del Bomboy, seguidores del “paecismo”, participarán en la organización del partido conservador, serán los llamados "ponchos", y a finales del siglo XIX, transmutaran al régimen liberal centralista y personalista encarnado por Castro y Gómez.

Sandalio Ruz, sus alzamientos y revoluciones. 

Pero no todo será lineal en el valle, pues surgirán dos caudillos regionales, muy particulares, uno descendiente de una familia monárquista, goda, el coronel Sandalio Ruz, y otro, el coronel Américo Burelli García, hijo de una terrateniente, y de un inmigrante italiano, quizás Garibaldino. Aunque ambos, eran de extracción conservadora y militantes de la causa goda, en la hora que se conocieron los primeros movimientos contra la Patria, afloraron sus ideas nacionalistas y fueron a guerrear.

Cuándo el doctor Emigdio González, asume la gobernación de Trujillo, cometió un conjunto de fechorías en contra de los “ponchos”. Los de la Gonzalera, poderosos en El Burrero, Santa Ana y Pampán, cometen atropellos y saqueos, e invaden “Los Aposentos”, “Altamira de Garabulla”, “La Cañada”, “La Mocotí”, y “El Portachuelo” de La Puerta, y en Timotes, posesiones de Sandalio Ruz y su parental tropa.

         El coronel Sandalio Ruz, que había sido afectado en sus posesiones por la “Gonzalera”, a finales de la década de los 70, se levanta con su propia tropa, la organiza y se lanza en una Revolución contra la “Gonzalera”; el doctor e historiador, de inclinación liberal,  Fabricio Gabaldón lo narra de la siguiente forma: <<un movimiento revolucionario que acaudillaba Sandalio Ruz, quién por ser enemigo de los González, en su primera operación se vino a El Burrero a saquear el respetable hogar; y fueron los libros científicos, los instrumentos de cirugía y todos los aparatos que el joven médico trajo de Francia, el botín de aquellos salvajes. La monstruosidad de tal horda decepcionó al doctor Manuel, y en protesta, cambió de propósitos y abandonó la profesión para dedicarse en su terruño a las actividades agrícolas y a las intrigas de la política>> (Gabaldón, 25). Es de agregar que Emigdio González, por su perversidad, se hizo enemigo de todos, no solamente de los conservadores, sino de la gente de avanzada, los liberales mismos, inclusive, de los funcionarios que lo acompañaban en su gestión de gobierno, se hicieron sus enemigos, era considerado un ser despreciable, asesino, cruel,  que se ganó el desprecio de casi toda la colectividad. 

No olvidemos que Sandalio, estuvo en algunas oportunidades bajo la comandancia del General Araujo “León de la Cordillera”, pero podía alzarse por su cuenta, porque tenía organizada su propia tropa con las parentelas de los páramos entre ellas las familias Ruz, Carrizo, García, Rivera, los Rivero, Abreu, Malpica, Ramírez, Moreno, Paredes, Briceño, que  son las antiguas familias asentadas en nuestros páramos de la Sierra de La Culata y que le respondía bien por ser enfeudados, parceleros, arrendatarios, ahijados, sobrinos, familiares y el compadrazgo, además de eso, se le sumó la parte de los indígenas que fueron despojados de sus tierras, en 1891.  Tuvo bajo su mando, lo que se llamaba un ejército muy particular, porque eran los peligrosos macheteros de Sandalio, un hombre justiciero, inclusive rompió, si se puede decir de alguna manera, la fraternidad con su propio hermano coronel Eulalio Ruz,  porque se prestó y participó en el despojo de tierras a los indígenas de el Resguardo de La Puerta, no le dirigió más la palabra, se amenazaron de muerte y tuvieron que construir casas en distintos sitios bien separadas y bien custodiadas para no encontrarse en el camino.

En 1892, muerde el polvo de la derrota en su propio patio.  Desde La Lagunita,  el Estado Mayor de las fuerzas de la revolución liberal, integrado entre otros por el general Diego Bautista Urbaneja y  Rafael Montilla Petaquero, el legendario “Tigre de Guaitó”,  convirtieron a La Mucutí en un lugar de muerte, allí quedaron tendidos más de 200 seres humanos, expuestos como festín de las aves y demás animales de rapiña (Gabaldon, Fabricio. Rasgos Biográficos de Trujillanos ilustres. Págs. 112 y 113).

A raíz, del rechazo de la población en diversas regiones, contra la reelección del general Juan Vicente Gómez, como  Presidente de la República,  tras haberse denunciado que fomentaba la entrega de concesiones petroleras y mineras a empresas norteamericanas y otros países, y la venta de territorios importantes de Venezuela, se produce en  1914, la Rebelión de la Culata, un levantamiento de los Caudillos nacionalistas de La Puerta, Mendoza, Escuque, Jajó, Pueblo Llano, Timotes, Tabay  y otros pueblos de la Cordillera, entre los cabecillas de la rebelión, estaban el coronel Américo Burelli, coronel Trino Paredes, el general Golfredo Masini, los hermanos Federico y Juan Araujo, los hermanos Miliani y  el Coronel Sandalio Ruz. Del repertorio de Concio Rivas, Páramo de La Puerta, nos queda:

Juyan lagartijas,

y juyan con juerza,

que por ‘ai viene Sandalio,

destazando cabezas.

 Este varón de la Sierra de La Culata,  nació en “Los Aposentos” en 1853,  murió en su casa en La Cañada, cerca de Los Pavones, adyacente a la Quebrada de Tafallés, a las doce  del mediodía del 14 de marzo de 1929; causa de la muerte: Reumatismo agudo.


Coronel Américo Burelli García, luego general.


En la historia de La Puerta, Trujillo, en Venezuela, suenan singulares nombres y apellidos que gozan de alguna valoración historiográfica castiza y transculturizadora, de diversa índole,  pero hay otros que  -aun deliberadamente ocultos-, significan arrojo, patriotismo, valentía, son visionarios que han marcado páginas de gloria, particularmente del tiempo republicano dictatorial de caudillos, uno de ellos, el de Américo Burelli.

Nació en 1881, en Mendoza. Desde niño, fue un ser empoderado, gozaba además de belleza física, del don del liderazgo natural, muy familiero, su trabajo y economía iba en función de esa institución parental y de su comunidad: La Puerta. Productor agrícola, hacendado, comerciante, molinero, militar de los de a verdad, con charreteras obtenidas en el campo de batalla. 

Acompañó a Baptista y la División Trujillo, en la campaña de La victoria, en contra de la revolución de los banqueros y transnacionales en 1903.  se rebela y se alza contra la dictadura, en defensa de los intereses de la Patria, en lo que se llamó la guerra de los 15 días, batiéndose contra las fuerzas del gobierno en la denominada toma de Timotes, asiento del gobierno para aquella época. Huyó por casi dos años, capturado, y enviado a la cárcel del Castillo de San Carlos del Zulia, luego, al Castillo de Puerto Cabello, purgando 16 años de prisión.

La vida del Coronel José Américo Burelli García, es sin duda, ejemplar por su marcado nacionalismo democrático, por su sacrificio y querencia a la Patria, y por su alto idealismo de genuina extracción bolivariana que siempre guió sus acciones y sus luchas. El estado Trujillo y particularmente la población de La Puerta, tienen en él uno de sus más claros valores. El Coronel trujillano, falleció en Caracas, en 1939, culminando así, de cabalgar su aventura perdida (Datos extraídos de El Coronel Burelli, cabalga la aventura perdida, publicado el 23 enero 2022)

Burelli obtuvo sus grados militares en batalla y por riguroso ascenso oficial, a la muerte de Gómez, salió de la cárcel, demandó al Estado y le otorgaron las charreteras de general.   Burelli García está al tanto de lo que va a ocurrir, es el oficial de confianza de Baptista, se mudó con la familia a Caracas, y desempeñando la comandancia de armas en el centro del país, participa en el golpe de Palacio contra Castro.  Baptista con aspiraciones presidenciales, comienza a mover sus piezas, pero con Gómez el asunto fue diferente. 


Oficial Mitrídates Volcanes, el lugarteniente.

Nativo de Pueblo Llano, siendo muy joven, vio pasar la tropa famosa de Sandalio, y se le sumó.  Pasado un tiempo, por su arrojo y lealtad, el Coronel lo convirtió en su lugarteniente. Invadió y desforestó  la selva de “La Maraquita”, que eran tierras indígenas, que también, se reservaban los ambiciosos terratenientes. Mitrídates Volcanes y el coronel Sandalio Ruz, fueron dos de los mas respetados caudillos que no respaldaron el despojo de tierras de los Bomboyes, ni la construcción de un pueblo de “blancos” oligarcas en 1891, de los que nos hemos referido en otro escrito sobre este particular proceso histórico, y de esos Varones hemos señalado un orden de participación, aunque luego llegan a establecer coincidencias, cuando rompen con el conservatismo Araujista-Baptista, en el levantamiento democrático y nacionalista contra la dictadura del general Gómez, por ese ideal se unieron el coronel Sandalio Ruz,  Mitrídates Volcanes, el General Américo Burelli García, y sus correligionarios Pedro Mario Burelli García, Cesáreo Parra, y José Antonio Pabón. 


Cesáreo Parra, el barbado y filosofal.

Aquel día de 1915, presionado por las circunstancias, salió rápidamente  de Jajó, el barbado y filosofal Cesario Parra, sobre su rucio macho, el de la imparable cabalgata, el hombre de las conversaciones interesantes, espiritual y labrador de "Chucumbete", que era el nombre de lo que hoy es San Pedro, gran posesión de tierra del terrateniente Ciriaco Carrasquero, para llegar hasta Palmira, para salvar al coronel Américo. Sus dos hermanos Hipólito y Genaro Parra, lo acompañaron hasta cierto punto del camino.

Nació en Jajó en 1857.  En 1897, contrajo nupcias con la puertense María Mercedes Paredes.  A partir de este hecho social, se inició en varios caseríos de La Puerta, el fomentó y el asentamiento de  la familia de apellido Parra, teniendo como primero de ese apellido a José Zesario Parra. Vivió siempre en la Media Loma, fue un campesino sin tierra, la trabajó toda su vida, conocido por la calidad de sus cosechas y por sus buenas acciones. En el año 1940, aquejado de una enfermedad que no pudo vencer, se apagó la señera vida del legendario Don Cesáreo Parra, el de la frenética y nacionalista galopada de 1914, para salvar la vida del coronel Américo Burelli García.


José Antonio Pabón, el joven de mirada mansa y mártir de Palmira.


Con apenas 18 años de edad, se sumó a la tropa del coronel Burelli, en la campaña por las montañas de la Sierra de La Culata, en 1914. Estando en Palmira, y perseguidos por los chácharos, se movilizaron sigilosos los rebeldes en la penumbra, abandonando la concha, por las travesías de la boscosa tierra, pero ocurrió un imprevisto, <<Como no hubo tiempo de acomodar el morral de Pedro en su caballo, José Antonio, el muchacho de los ojos grises, se lo echó al hombro y comenzó a correr detrás de los fugitivos>> (Burelli, 66-67); el morral contenía documentos, dinero y otras pertenencias.  Sin embargo, a pesar del sacrificio de Pabón, <<No había pasado una hora cuando los militares le dieron alcance y regresaron con él a Palmira, a culatazo limpio y con las manos atadas a la espalda>> (ídem); de esta forma comenzó el periodo de maltrato físico. Fue condenado por un juez de primera instancia en lo criminal de  Mérida, debido a la jurisdicción sobre Palmira. Su reclusión la cumpliría en la antigua cárcel de esta ciudad, que estaba situada cerca de la sede de la Gobernación y del Cuartel de Policía.  Esta información le llegó al coronel Américo y a Pedro Mario, mediante <<Una carta del compadre Abraham, quien le contaba que José Antonio, el mártir de Palmira, había muerto en la cárcel de Mérida a causa de una disentería>> (Burelli, 96).


Umberto y Pedro Mario, los hermanos Burelli García.


El día fijado para el levantamiento armado y la invasión por la costa, era el 24 de julio, fecha de nacimiento del general Gómez. Para Américo, Umberto y Pedro Mario, la conspiración se convirtió en el centro de su pensamiento y de sus propias vidas, los tres hermanos Burelli, así lo decidieron, al costo que tuviere, no importaban los riesgos, ni las correrías azarosas que seguramente se presentarían, ni las acciones inciertas o caídas que pudieran tener, era el costo del poder, ellos cabalgarían esa aventura, participarían y serian protagonistas en la mas revolucionaria causa de inicio del siglo XX en Venezuela, harían historia, Américo los había convencido.

Edmundo Parra.

Hijo de la destacada educadora trujillana Agripina de Parra, preceptora de la primera escuela pública de La Puerta, en 1907,  hermana del coronel Burelli.  La memoria familiar, afirma que la muerte de su padre Antonio Parra,  fue obra de la dictadura gomecista.  Edmundo, se sumó a la tropa  rebelde, en la campaña contra el dictador Gómez, por las montañas de la Sierra de La Culata. Después de la primera salida del coronel Américo, de la cárcel, este siguió conspirando contra la dictadura, era vigilado por los de la “Sagrada”, es nuevamente capturado; Edmundo joven que se había convertido en la persona de su confianza, lo acompañaba, es golpeado, amarrado y encarcelado por las fuerzas del gobierno dictatorial. 


Carracciolo Palomares "Calzones Negros"


Culminando la campaña contra los “Ponchos” oligarcas trujillanos, dirigidos por  los generales Juan Bautista Araujo y José Manuel Baptista,  en 1892, al ser derrotados en forma estruendosa y sangrienta en la Batalla de la Mucutí- El Portachuelo, el ejército del gobierno liberal (Lagartijos), al mando de los generales Dr. Rafael González Pacheco y el caudillo de los indios y campesinos Rafael Montilla Petaquero, luego llamado el “Tigre de Guaitó”, autorizó a las personas de La Puerta, Mendoza, Jajó, que fueron víctimas de saqueos y robos de sus bienes y ganado, por parte del "Chatico" Briceño, cuñado  del general Araujo, para que los recobraran; por  ello, se formaron grupos de hacendados y campesinos para recuperarlos en los lugares donde sabían los tenía el terrible general saqueador, pero al ir recobrando lo perdido, se llevaban “algo más”, que no les pertenecía, que eran de otras personas o vecinos. Uno de los grupos de resistencia, lo capitaneaba Carracciolo Palomares "Calzones Negros".

Al triunfar la Revolución Liberal Restauradora, en 1899,  comandada por Cipriano Castro, las fuerzas oligarcas del Gral. Leopoldo Baptista, que venían promoviendo la autonomía de Trujillo, se incorpora al nuevo gobierno. Con él, va su amigo y joven oficial Américo Burelli García. 

El temido Carracciolo Palomares "Calzones Negros",  se convirtió en liberal, de los más radicales, se sumó a las fuerzas campesinas e indígenas del Gral. Montilla Petaquero. El Dr. Gabaldón en su versado testimonio, narró cómo fue la retirada en batalla, del Macho Palomares, <<En Carora salieron fuerzas del gobierno a apresarlo, sus compañeros se dieron a la fuga, y él solo cometió la temeraria imprudencia de hacerles frente, defendiéndose ferozmente desesperado, hasta que cayó de su cabalgadura muerto acribillado a balazos. ¡Triste final de este excepcional valiente! Desechó siempre el camino que guía la gloria, para constituirse en temor y desconfianza de todos, y particularmente de los grupos que le rodeaban>(Gabaldón, Fabricio. Rasgos biográficos de trujillanos ilustres. Págs. 152-153. 2a. Edición. Presidencia de la República. Caracas.1993). Ésta muerte, ocurrió en Carora, estado Lara, un día de mayo de 1903. No participó en la “Guerra de los 15 días”.

Desde Los Aposentos, Garabulla, el Portachuelo, San Martín, Quebrada Seca, El Censo, los Llanos de San Pedro y por supuesto La Puerta, salieron pobladores actuando como pueblo armado, expresando la respuesta en colectivo contra los desmanes de caudillos, y también contra un enemigo mayor, como lo fue la dictadura, fue el levantamiento de nuestras montoneras puertenses contra Juan Vicente Gómez, cuando éste, comenzó la rebatiña de las concesiones de asfalto, petróleo y minería, es el alzamiento campesino guerrillero contra el dictador andino, que liderizaron los Varones de la Sierra de La Culata, comenzando por el coronel Américo Burelli García, el legendario y justiciero Coronel Sandalio Ruz, Cesáreo Parra, el de la feroz cabalgata, Umberto Burelli, el joven de "la mirada mansa" José Antonio Pabón “El Mártir”, Edmundo Parra y Mitrídates Volcanes el recordado último montonero y lugarteniente del coronel Sandalio, y tantos otros que participaron, es decir, los andinos nacionalistas, contra los andinos vende Patria.

 Al considerar realmente nuestra historia y por supuesto este tipo de cruzada rebelde ante el problema nacional, desde una localidad serrana, donde se incorpora todo este pequeño y gigante pueblo, demuestra tanta intensidad y patriotismo, que realmente no se podrá borrar de la memoria colectiva regional. La población de La Puerta, todavía espera de las autoridades, se levante entre La Mocotí y El Portachuelo, un monolito en recordación de los hechos históricos allí ocurridos, porque hasta Bolívar cabalgando su caballo, ingresó por ahí a tierras trujillanas, y  dejó su huella.  

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, febrero 2024.

 Omanrique761@gmail.com

sábado, 10 de febrero de 2024

Los marcianos en el Páramo de La Puerta.

 Por Oswaldo Manrique (*)


En las décadas de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, la comunidad de La Puerta, contó con un grupo de personas de un humor extraordinario, que lograba con sus bromas, graciosas travesuras,  charadas y creaciones humorísticas, trascendieran más allá del montón de amigos y de sus propias familias. Gente de la anécdota y del buen humor andino.

De ese grupo de hombres burlones, jodedores, “mamadores de gallo”, humoristas, hacedores de bromas, la comunidad recuerda a varios comerciantes como Jacinto Peñaloza (tuvo su comercio a media cuadra de la Plaza Bolívar), José del Carmen Matheus (comercio en  esquina noroeste de la Plaza), Hugo Rosales Bello (en el costado este de la Plaza), y Ángel González Rivas, el poeta y popular “Guayanés” (comercio en el costado norte de la Plaza); este último, recopiló parte de esas peripecias, ocurrencias  y jocosas anécdotas, entre ellas una que de simple y gracioso comentario matutino, se convirtió en un hecho de extraordinaria notoriedad regional, que aquí les comparto. 

A lo largo de la historia, pareciera que está latente una especie de amenaza de invasion en contra de la humanidad, por parte de seres de otros planetas. El tema de los extraterrestres, alienígenas y marcianos, ha sido fuente lucrativa para la literatura, comics, cine, y hoy, destaca igualmente, para las recientes generaciones, redes sociales, videojuegos, innovaciones tecnologías, inteligencia artificial (IA), y hasta con adicción y fanatismo hacia grupos de guerreros y protectores organizados como la llamada “Liga de la Justicia”, y los “Guardianes de la Galaxia”. Aunque parezca incierto, comenzada la segunda mitad del siglo pasado, en La Puerta ocurrió el siguiente hecho.

Un día laborable como a las 7 de la mañana, llegó al negocio del “Guayanés”, su vecino y también comerciante Don Carmen Matheus, a comprar  el periódico, se instalaron a echar una alegada, cuando también llegaron Don Hugo Rosales Bello, Don Rafael Paredes y don Jacinto Peñaloza. En un momento de la conversación, comentó don Jacinto Peñaloza: -¿No escucharon anoche la explosión tan fuerte en el Páramo de los Torres? Contestó Don Hugo: -Yo sí la escuché, eso fue una nave extraterrestre que cayó en el Páramo de los Torres, de ella bajaron unos marcianos y que son de color verde y chiquitos, además se comen la lechuga y están arrasando con las plantaciones; hay que estar preparado. Don Carmen afirmó: - Esa verdad yo la supe ahorita cuando abrí el negocio; pero los marcianos apenas son ocho, me lo contó mi compadre Concio Rivas que acaba de llegar del Páramo; lo que más piden es agua y no solo se come la lechuga, también la zanahoria>> (González Rivas, Ángel. Crónicas de La Puerta. Págs. 22-23. Valera. 2006). 

En ese momento que está hablando Don Carmen, llega por casualidad Concio Rivas (mi abuelo, decimista, el Cantor de las Siete Lagunas); Don Carmen lo ve y con rapidez le pica el ojo a Concio, y le dice:

- ¿No es verdad compadre que en el Páramo de los Torres llegaron los marcianos? Concio sacándose el sombrero, diestro en el contrapunteo y sin pensarlo mucho, le respondió:

- Sí, y el aparato donde llegaron cuando cayó sonó como una explosión.

En efecto, y de verdad sucedió, que todo el pueblo escuchó una fuerte explosión esa noche en el Páramo de los Torres, dicen que pudo ser un aerolito que cayó en la montaña.

Pero mi abuelo Concio, siguió  narrando sobre los marcianos, poniéndole más piquete, <<diciendo:

- Son chiquitos, verdes y feos. En eso, preguntó un policía que estaba en el negocio: - No sería el carro de los tres nautas que cayó en el Páramo de los Torres? Le contestó de inmediato don Jacinto: - El carro de los astronautas está en la luna>>. Hasta ahí, llegó el conversatorio y poco a poco cada quien se fue retirando a cumplir con su trabajo cotidiano; se podrán imaginar lo que aguantaron los amigos, quienes estaban a punto de reventar de la risa.

Y el simple comentario, se regó como pólvora.

Lo cumbre de esta charada, lo contó el Guayanés,  de esta forma: <<Pero la noticia la hicieron regar como pólvora quienes la inventaron, entre ellos este humilde servidor, muy pronto Radio Valera dio la impactante noticia: "Los marcianos llegaron a La Puerta están en el Páramo de los Torres". Cuando menos nos dimos cuenta el pueblo era un hervidero de gente, llegaron comisiones de la PTJ (hoy CICPC) a la Prefectura y se trasladaron a caballo al Páramo de los Torres, a ver a los marcianos y a interrogarlos. En nuestros negocios se agotaron el pan, las cucas, los besitos, los suspiros, las polvorosas, los jugos, los refrescos, la cerveza, el miche y los cigarros. La gente estaba pendiente en la plaza Bolívar, de los marcianos, esperando el regreso de los que fueron a verlos>> (Ídem); el comentario se convirtió en un notición regional, y éste, en un suceso de connotación policial, que atendieron los investigadores y sabuesos de la Policía Técnica Judicial.  

La expectación creada por la charada y el desenlace.

Radio Valera que era el medio más escuchado por los trujillanos, transmitía  comentarios y mensajes que le llegaban, como estos: que, si La Puerta se convertiría en un campo de vuelos extraterrestres; que, si alguna nave gigantesca se había estrellado en las montañas de las Siete Lagunas, en fin, se preguntaban si era una agresión e invasión extraterrestre, pero que dependía de si los marcianos eran buenos o eran malos. Todo un maremágnum.  

El poeta González Rivas, continuó su relato: <<En la tarde llegó Don Hugo y nos notificó que la DISIP estaba investigando quién hizo la llamada telefónica a su despacho y a Radio Valera porque ya tenían conocimiento que era falso la llegada de los marcianos a La Puerta.  Don Hugo nos recomendó cerrar nuestro negocio hasta el día siguiente mientras pasaba la inquietud por el impacto de los marcianos, le hicimos caso y cerramos los negocios. Don Hugo se montó en su camión y se fue para Caracas, tranquilo y sin nervios, muerto de risa>> (Ídem); Hugo, nieto de italiano, con el que pude conversar y compartir bastante, era un hombre de un humor fino e inteligente.

Mientras, los inquietos bromistas, se escondieron. Parte de la comunidad, desde la Plaza, veía subir a los funcionarios policiales, por la feraz “Cuesta de los Rondones”, para llegar al Llanito. Las comisiones de pesquisas de la PTJ, fueron en bestias -no existía carretera para vehículos-, se dividieron el Páramo, una de las comisiones, se fue a investigar en ruta a Los Pozos, Las Cruces, Las Moras Piñas,   Mal Paso, San Rafaelito, Las Piedras Blancas,   La Mesa Alta,   Cerros San Antonio, San Felipe; y la otra, se dirigió hacía La Mesa del Alizo, Xicoque, La Loma Colorada, Los Alicitos, La Lagunita. El otro Lado, La  Popa, El Curubo, El Picacho, La Aguada, El Arbolito, La Boca del Monte, Loma Larga y La Perdía, casi llegando a lindes con Montecarmelo, que eran los caseríos que  existían y llegaron hasta donde pudieron entrevistar a los habitantes, y confirmaron lo del espantoso ruido, sin embargo, no determinaron qué fue lo que lo produjo. 

El testimonio del Guayanés, nos descubre el desenlace, asi: <<Por la tarde bajaron las comisiones de la PTJ, cansadas, muertas de hambre y más calientes que plancha de chino, porque no encontraron a los marcianos. Solo se informaron de una explosión en la montaña, por la noche. Al día siguiente abrimos nuestro negocio con un poco de temor no nos fueran a hacer presos por inventar cosas inciertas>> (Ídem), subieron y bajaron a caballo, investigaron lo de la explosión, y en síntesis, podemos decir de esa jornada  -emulando a don Luis González, el Cronista de Valera-,  que se trajeron el Páramo en las nalgas.

         Como colofón de este relato, el Guayanés escribió lo siguiente: <<Como a los dos días el rumor sobre los marcianos pasó; una mañana llegó a mi negocio el policía que estaba el día que inventamos la llegada de los marcianos a La Puerta. Con voz fuerte dijo: -No se ha podido saber quién fue el que llamó para la DISIP y Radio Valera, si se descubre quién fue, irá preso por embustero y agitador; yo me río y le pregunto: ¿qué ha sabido del carro que usted creyó cayó en el Páramo de los Torres?  El agente me contestó: - No se ría amigo porque yo creí que era el carro de los tres nautas que cayó en el Páramo>> (Ídem). Así concluyó, la burlona charada, que se convirtió en un suceso policial, con momentos de curiosidad, espera, expectación y hasta miedo,  en la comunidad trujillana.

La enseñanza de este episodio, es aquella que dicta que  más valor tiene la vida, cuando se disfruta con alegría y buen humor. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta. 

La Puerta, febrero 2024.

omanrique761@gmail.com  


sábado, 3 de febrero de 2024

"Canducha", patrimonio cultural viviente de La Puerta.

Canducha, patrimonio cultural viviente de La Puerta.

Por Oswaldo Manrique (*)

En ausencia del protagonista del hecho, el testigo por medio de sus recuerdos, asume un rol de principal importancia, porque esos recuerdos se convierten en historia, al no permitir que lo ocurrido sea olvidado. Son esos recuerdos, alegres o nostálgicos y tristes,  los que nos acercan a los procesos humanos del pasado.  Es ese testimonio el nexo o relación reconstructiva, que hay entre el presente y el ponernos en conocimiento del pasado. En cada rincón de La Puerta, podemos encontrar, ese testigo, que hoy se ha dado en llamar Patrimonio Viviente, otros los denominan Maestro Pueblo. Uno de estos testigos del tiempo, lo es María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco, llamada “Canducha” afectuosamente por la comunidad. 


María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco "Canducha". 




Habíamos pautado previamente una entrevista personal con “Canducha”, sin embargo, su receptividad y conversación fue tan flexible, que prácticamente nos limitamos a escucharla. 

Al pasar la “Y”, una especie de señal vial y de agobiante subida para los carros, antes de lo que se conoce como “Casablanca” entrando al área urbana de La Puerta, se pasa por un sitio en el que tras una pequeña sabanita, se encuentra una casa de  ancha  fachada, con cinco puertas de madera (hoy 4 puertas y 1 ventana), que tiene más de 130 años de construida, de gordas tapias y techos de caballete y zinc grueso. He pasado casi a diario por ahí y nunca me di cuenta de su existencia, a pesar de sus visibles 17 metros de ancho. Lo ocurrido me demuestra que no solo somos desmemoriados sino que además somos descuidados. Quizás los celulares la inteligencia artificial la tecnología o la empinada subida pudieran justificar esa opacidad. 

La vieja casa, fue antiguamente en su lado izquierdo, un local de almacén de ropa, y en el otro lado un botiquín o expendio de miche y juegos de mesa y bolos. La ancha entrada principal, era tan amplia que los clientes podían entrar con sus bestias, a comprar al negocio, cuando no las amarraban de los troncos de los arboles, vigilantes de la sabanita de aquel patio redondo de terreno o para ir al bolo.

En algún momento fue el local de Santana Carrasquero, donde se producía el mejor pan dulce de toda la zona, según el recordado “Gordo” Víctor Delgado, que trabajó vendiendo esa granjería artesanal, con su carro de municionera, por las calles del pueblo.

En el patio previo, hay actualmente un árbol grande que era descansadero y amarradero de bestias de los clientes. Colinda con la casa de la familia Altuve, sitio que anteriormente llamaban “Los Frailes”, hoy simplemente sector la “Y”. Una de las hijas nos invita a pasar y a conocer a Canducha, simpática señora, atenta, me impresionó porque la expresión de su mirada  pareciera que nos hubiésemos conocido mucho antes. La casa, no es un inmueble frío e inerte y material. Ahí, se encuentra vida, sentimiento, historia, buenas energías.

¿Quién es “Canducha”?

Su nombre es María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco, nació en La Maraquita, jurisdicción de la Parroquia La Puerta,  el 28 de febrero de 1943. Afectuosamente la comunidad y sus familiares le dicen “Canducha”.  Su madre María del Carmen Abreu de Pacheco, nació en 1920, en La Mesa de Esnujaque. Su padre, Atilio Pacheco, nativo de La Culebrina, sector de la vecina parroquia Mendoza, son personas del campo, trabajadoras y profusamente espirituales y católicas.

María del Carmen Abreu de Pacheco, madre de "Canducha". 

Luego de darme los datos personales, dijo:  <<a los dos años me llevaron al Molino y eso porque mi mamá luego se fue a vivir a Valera porque mi papá Atilio murió ahogado en Machango, eso queda cerca de Bachaquero, en el estado Zulia murió ahogado>>, esta fue una de las primeras contingencias inesperadas de su vida. 


Con la jovialidad que la caracteriza, María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco, la apreciada y llamada por su comunidad “Canducha”, en sus años juveniles.

Mientras pide, me traigan un café, se integra a la conversación su esposo Andrés Pacheco Jerez, quien tiene actualmente 82 años de edad y es nativo de La Culebrina, en Mendoza, quien dijo que ellos vivieron recién casados enfrente de la Hacienda El Rosario, y luego se vinieron a los Autriales, es decir, al sector la "Y"  donde viven actualmente. Narró, que en aquellos tiempos <<el único trabajo que había era en la hacienda, en el trapiche de los Viera, y allí trabajé 11 años, en casi todos los puestos del trapiche. Ahí se sacaban 100 pacas de panela de 25 cargas al día>>. Ella vive con su esposo, donde hay el acorde de dos voces, que se  comprenden y respetan. Encontré, algo trascendente: esa armonía de seres, más allá del compromiso del matrimonio, son gente feliz, sin riqueza material, en su senda de felicidad y entendimiento, sin término.

Cuando se vinieron a vivir a la casa de las cinco puertas <<aquí tuvimos los cinco hijos, cuatro hembras y un varón,  las hembras Silvia, Amalia Rosa, Gisela, María Polonia, y el varón Argenis José>>, su apreciada familia.

La antigua e histórica casa de las cinco puertas, en el sector la "Y", en la entrada norte  de La Puerta, donde don Andres Pacheco Jerez y "Canducha" fundaron y han mantenido su hogar familiar. 

Sus cincelados recuerdos de La Puerta de mediados del siglo XX.

“Canducha” entre sus recuerdos conserva aquel en que, <<por aquel tiempo lo que hacíamos era buscar leña porque no había electricidad, nos alumbrábamos con velas, pero además buscábamos leña para vender y con eso y con lo que se sembraba en el zanjón que está detrás de la casa, de lo que producíamos en esa montaña comíamos>>,  de una manera u otra, ellos subsistían con sus labranzas y conucos. <<Aquí se tenía vitrola>>, dijo y se paró y le dijo a Amalia, su hija, que me la mostrara. Pasé a su cuarto, y en efecto, tiene el mueble conservado donde en un tiempo lejano, contenía aquel aparato musical que alegraba y entretenía. 

Verla es como encontrar una suave alegría, la palabra del recuerdo en un ambiente de sosiego, es de esas personas que provoca verla y escucharla sin hacerle preguntas, para solo admirarla, en su encanto maravilloso. Rememora que, en ese tiempo, <<había en el sector muy pocas casas. Eso estaba repleto de pinos y el hotel también repleto de pinos>>; interesante este dato, porque pareciera que parte del área urbana, fue en algún momento un pinar o los que lo sembraban aspiraban a que fuera un pinar.

Andres Pacheco Jerez y su esposa "Canducha", de fondo la casa de las cinco puertas. 

Con una gracia e ingenuidad al evocar su pasado, me atajó y dijo: <<Yo estudié>>. Para confirmar esto, Canducha se le escuchó: << estudié primaria en la escuela que estaba frente a la Plaza, tenía un comedor que es donde hoy está ubicado el Hotel El Padrino>>, y fácilmente pudo recordar quiénes fueron sus maestras <<en primer grado estuvo la maestra Marlene en el segundo grado estuvo la maestra Francisca, en el tercero estudio estuvo Elpidia Graterol y en el cuarto grado estuvo la maestra Jenny>>, las recuerda fácilmente a todas. 

En la época de los años 50 del siglo pasado, porque estaba cerca de la escuela, se quedaba en la casa de doña Elba de Rosales y la acompañaba porque precisamente se le facilitaba ir a la escuela. Al recordarla dijo: << ¡era buenecita! Yo hasta dormía con ella. Ella tenía una cama muy grande y yo la acompañaba>>. A doña Elba, le encomendaron a Canducha, que iba a estudiar en la escuela del pueblo. La casa tenía puerta ancha, de dos hojas, madera gruesa, <<al lado estaba la casa de las González. La niña Natalia>>. Ella asumió la responsabilidad. Canducha  estuvo adolescente,  <<yo salí con 15 años de ahí, ya era grande>>, con cierta nostalgia, pero ya había cursado los grados que impartían en la escuela y regresó con su familia. 


Una feliz celebración familiar de la época.

Describió una fiesta en la casa de doña Elba Bello de Rosales, hija de un señor italiano, quien nació en la isla de Elba, y formó en La Puerta una de las familias principales de la época,  <<hubo un cumpleaños de Héctor en el que yo estuve. Había adornos, antes se adornaban las casas el día del cumpleaños con banderas y bambalinas. Había mucha cerveza, miche de ese,  ron, pero también había eso que llaman soda, esa soda se le distribuía y se le echaba al licor para que disminuyera lo fuerte del alcohol. Tenían mesas donde había mucha comida, y habían mesas con vasijas repletas de papas cocidas, había carne de res, hallacas, carabinas, sancochos, yuca, pasteles, los pasteles lo que llaman  pasteles de Navidad, también ponía un mesón con peras, cambures, manzanas, mesa con fruta, con muchas frutas, duraznos, porque en el solar de atrás habían matas de durazno, cambur, había mucha fruta.  Las  arepas de maíz y no faltaba el plato de arveja, cambur cocido, todo eso era parte de la fiesta, el mesón de la fiesta>>; aunque no se notaban los elementos característicos de la gastronomía italiana, la costumbre mediterránea de  abundancia y  variedad, se expresaba en esta celebración.   

Agregó que como toque de alegría, <<Ese día le cantaron cumpleaños a Héctor como debe ser, con guitarra y violín, ya se había muerto el señor Manuel>>; el esposo de doña Elba Bello de Rosales.

Un hecho político luctuoso en un apartado pueblo andino.

En otro de sus relatos, de su época de estudios y de la casa donde moró, agregó: <<vivía el finado Héctor que según los que estaban en la calle, lo mataron los Chuecos.  Ese día llamaron a doña Elba era de noche iba ganando la elección Acción Democrática, y él iba subiendo con “Capino” a la casa. Pero  uno de los Chuecos  le pega un tiro por el pecho. Bajamos con doña Elba y a él lo encontramos acostado muerto en la calle. Eso fue a las 10 de la noche, la gente andaba buscándolo (al victimario)  para matarlo y al no conseguirlo, le echaron candela a la Prefectura, y yo detrás de Doña Elba. Fue la policía a la casa de los Chuecos y estaba sola>>; fue el trágico final de uno de los personajes y dirigentes juveniles de mayores perspectivas en el mundo político, que tuvo La Puerta y Trujillo.

Refirió  que en el día, <<ya nosotras habíamos limpiado la yuca, teníamos un saco de yuca para la novilla que iban a asar en San Pedro, y estaba Carmen soltera todavía, doña  Elba y yo fuimos la que pelamos esa yuca>>; los preparativos del triunfo electoral, que se convirtió en luctuoso.

Doña Elba Bello de Rosales. 

Cuando le pregunté ¿Cómo era físicamente doña Elba? Me respondió: <<Era delgada, una mujer alta, de pelo largo, acostumbraba a hacerse un moño, usaba vestidos largos, se los hacían muy bonitos. A diario calzaba abuelitas, no cotizas>>


El jardín de doña Elba Bello de Rosales.

Le conversé que había leído una referencia, sobre el jardín de doña Elba, e inmediatamente me narró como si lo estuviera viendo y describiendo que el jardín era, <<una de las cosas más bonitas que había en la casa y lo más querido era el jardín, que estaba frente a la cocina, grande porque esa casa era grande y había un cuarto para la Hermana Enriqueta, que  era monja y ella iba a pasar sus días allá y había otro cuarto de Héctor>>; placido espacio para vivir y deleitarse.

Recuerda las joyas de ese jardín, <<matas de orquídeas, las gladiolas, los hermosos claveles, las dalias, y las exuberantes calas, imagínese que yo me iba con ella hasta el Zanjón del Muerto, más arriba de los Jumangues, bien arriba a buscar matas de calas montañeras para sembrar y para vender>>; más arriba, se localiza la Serranía de Pitimay.

Pregunté cómo o en qué vendía las flores y matas y contestó, que doña Elba,  <<preparaba tierra, en potes de leche. Antes había mucho pote de leche, y ahí las sembraba y los turistas las compraban. Ella tenía a Rafael el hijo, en Mérida, estudiaba medicina y para mandarle la plata para que estudiara>>.

Le pregunté si tenía letrero de ventas o el jardín estaba a la vista de cualquier caminante, y respondió: <<Era un jardín muy bonito y llamaba la atención. Si, tenía un letrero en la puerta, de venta de matas. Se podía ver desde la calle. No existía el muro ese de la parada. Desde luego, arriba había más solar donde tenía las gallinas>>; todo un respetado y admirado espacio de plantas ornamentales.

El padre Ramón de Jesús Trejo y el padre Verde.

Hija de padres cristianos, y como buena católica, cumplió y sigue cumpliendo sus compromisos con la Iglesia. Recuerda que,  <<Conoció al padre Trejo. Cuando él estaba había orden en la iglesia. Iba a misa con doña Elba o sola, a veces con la hermana Enriqueta, la monja. Las mujeres y niñas tenían que ir a misa con velo, sin escotes. Era muy estricto, no podían entrar a la iglesia con descotes o con pantaloncillos; las mujeres con sus velos>>. Una de las afirmaciones que me sorprendió, pues nunca lo había escuchado, es que el padre Verde le había echado maldición a La Puerta. 

Cuando volvió a mencionar a las Niñas Carrasquero, que eran personas dedicadas a la iglesia,  aprovechó se metió a su cuarto,  y con la energía de una muchacha, sacó un baúl antiguo, de madera. Me señaló: <<este baúl se lo compré a una de las niñas Carrasquero, para regalárselo a mi mamá>>, por lo menos, unos 150 años debe tener el baúl. 

Actualmente, sigue siendo activa, sus hijas permanecen pendientes de ella porque a pesar de su edad se les escapa, es muy católica y se va sola la iglesia o se va sola a visitar a las amigas y familiares.

 Sin duda son seres sin egoísmo, sencillos, sin miedo, trabajando y viviendo de cara a la única estación habitable en el planeta: el ser humano. Con “Canducha” y su gente, se encuentra vida, un punto en La Puerta, que destapa el misterio de lo maravilloso y de lo esencialmente humano.


La simpática "Canducha” en el momento que conversaba con el autor de este articulo. 

En lo metodológico, la conversación con María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco  “Canducha”, nos permite confrontar hoy, con los aspectos tratados, dos momentos y dos realidades socioculturales diferenciadas de La Puerta, inclusive, en cuanto a patrón de valores, lo que incide en sus tradiciones y en su identidad como comunidad, pero que indefectiblemente,  forman parte de nuestra historia local. 

María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco “Canducha”, tanto por sus cualidades y virtudes personales que enaltece a nuestro gentilicio, como por su envidiable memoria, de hecho, se le debe reconocer como Patrimonio Histórico Viviente de La Puerta; para ella, nuestro agradecimiento. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, octubre 2023.

Omanrique761@gmail.com 

 

Agripina Burelli Garcia de Parra, la Preceptora de la primera escuela de La Puerta.

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