Canducha, patrimonio cultural viviente de La Puerta.
Por Oswaldo Manrique
(*)
En ausencia del protagonista del
hecho, el testigo por medio de sus recuerdos, asume un rol de principal
importancia, porque esos recuerdos se convierten en historia, al no permitir
que lo ocurrido sea olvidado. Son esos recuerdos, alegres o nostálgicos y
tristes, los que nos acercan a los
procesos humanos del pasado. Es ese
testimonio el nexo o relación reconstructiva, que hay entre el presente y el
ponernos en conocimiento del pasado. En cada rincón de La Puerta, podemos
encontrar, ese testigo, que hoy se ha dado en llamar Patrimonio Viviente, otros
los denominan Maestro Pueblo. Uno de estos testigos del tiempo, lo es María
Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco, llamada “Canducha” afectuosamente por la
comunidad.
María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco "Canducha".
Habíamos pautado previamente una
entrevista personal con “Canducha”, sin embargo, su receptividad y conversación
fue tan flexible, que prácticamente nos limitamos a escucharla.
Al pasar la “Y”, una especie de señal vial y de agobiante subida para los carros, antes de lo que se conoce como “Casablanca” entrando al área urbana de La Puerta, se pasa por un sitio en el que tras una pequeña sabanita, se encuentra una casa de ancha fachada, con cinco puertas de madera (hoy 4 puertas y 1 ventana), que tiene más de 130 años de construida, de gordas tapias y techos de caballete y zinc grueso. He pasado casi a diario por ahí y nunca me di cuenta de su existencia, a pesar de sus visibles 17 metros de ancho. Lo ocurrido me demuestra que no solo somos desmemoriados sino que además somos descuidados. Quizás los celulares la inteligencia artificial la tecnología o la empinada subida pudieran justificar esa opacidad.
La vieja casa, fue antiguamente en su
lado izquierdo, un local de almacén de ropa, y en el otro lado un botiquín o
expendio de miche y juegos de mesa y bolos. La ancha entrada principal, era tan
amplia que los clientes podían entrar con sus bestias, a comprar al negocio,
cuando no las amarraban de los troncos de los arboles, vigilantes de la
sabanita de aquel patio redondo de terreno o para ir al bolo.
En algún momento fue el local de
Santana Carrasquero, donde se producía el mejor pan dulce de toda la zona,
según el recordado “Gordo” Víctor Delgado, que trabajó vendiendo esa granjería
artesanal, con su carro de municionera, por las calles del pueblo.
En el patio previo, hay actualmente
un árbol grande que era descansadero y amarradero de bestias de los clientes.
Colinda con la casa de la familia Altuve, sitio que anteriormente llamaban “Los
Frailes”, hoy simplemente sector la “Y”. Una de las hijas nos invita a pasar y
a conocer a Canducha, simpática señora, atenta, me impresionó porque la
expresión de su mirada pareciera que nos
hubiésemos conocido mucho antes. La casa, no es un inmueble frío e inerte y
material. Ahí, se encuentra vida, sentimiento, historia, buenas energías.
¿Quién es “Canducha”?
Su nombre es María Candelaria Pacheco
Abreu de Pacheco, nació en La Maraquita, jurisdicción de la Parroquia La
Puerta, el 28 de febrero de 1943.
Afectuosamente la comunidad y sus familiares le dicen “Canducha”. Su madre María del Carmen Abreu de Pacheco,
nació en 1920, en La Mesa de Esnujaque. Su padre, Atilio Pacheco, nativo de La
Culebrina, sector de la vecina parroquia Mendoza, son personas del campo,
trabajadoras y profusamente espirituales y católicas.
María del Carmen Abreu de Pacheco, madre de "Canducha". |
Luego de darme los datos personales,
dijo: <<a los dos años me
llevaron al Molino y eso porque mi mamá luego se fue a vivir a Valera porque mi
papá Atilio murió ahogado en Machango, eso queda cerca de Bachaquero, en el
estado Zulia murió ahogado>>, esta fue una de las primeras
contingencias inesperadas de su vida.
Con la jovialidad que la caracteriza, María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco, la apreciada y llamada por su comunidad “Canducha”, en sus años juveniles. |
Mientras pide, me traigan un café, se
integra a la conversación su esposo Andrés Pacheco Jerez, quien tiene
actualmente 82 años de edad y es nativo de La Culebrina, en Mendoza, quien dijo
que ellos vivieron recién casados enfrente de la Hacienda El Rosario, y luego
se vinieron a los Autriales, es decir, al sector la "Y" donde
viven actualmente. Narró, que en aquellos tiempos <<el único trabajo que
había era en la hacienda, en el trapiche de los Viera, y allí trabajé 11 años,
en casi todos los puestos del trapiche. Ahí se sacaban 100 pacas de panela de
25 cargas al día>>. Ella vive con su esposo, donde hay el acorde
de dos voces, que se comprenden y
respetan. Encontré, algo trascendente: esa armonía de seres, más allá del
compromiso del matrimonio, son gente feliz, sin riqueza material, en su senda
de felicidad y entendimiento, sin término.
Cuando se vinieron a vivir a la casa
de las cinco puertas <<aquí tuvimos los cinco hijos, cuatro hembras
y un varón, las hembras Silvia, Amalia
Rosa, Gisela, María Polonia, y el varón Argenis José>>, su
apreciada familia.
La antigua e histórica casa de las cinco puertas, en el sector la "Y", en la entrada norte de La Puerta, donde don Andres Pacheco Jerez y "Canducha" fundaron y han mantenido su hogar familiar. |
Sus cincelados recuerdos de La Puerta de mediados del siglo XX.
“Canducha” entre sus recuerdos
conserva aquel en que, <<por aquel tiempo lo que hacíamos era buscar
leña porque no había electricidad, nos alumbrábamos con velas, pero además
buscábamos leña para vender y con eso y con lo que se sembraba en el zanjón que
está detrás de la casa, de lo que producíamos en esa montaña comíamos>>,
de una manera u otra, ellos subsistían con sus labranzas y conucos. <<Aquí
se tenía vitrola>>, dijo y se paró y le dijo a Amalia, su hija,
que me la mostrara. Pasé a su cuarto, y en efecto, tiene el mueble conservado
donde en un tiempo lejano, contenía aquel aparato musical que alegraba y
entretenía.
Verla es como encontrar una suave
alegría, la palabra del recuerdo en un ambiente de sosiego, es de esas personas
que provoca verla y escucharla sin hacerle preguntas, para solo admirarla, en
su encanto maravilloso. Rememora que, en ese tiempo, <<había en el sector muy
pocas casas. Eso estaba repleto de pinos y el hotel también repleto de pinos>>;
interesante este dato, porque pareciera que parte del área urbana, fue en algún
momento un pinar o los que lo sembraban aspiraban a que fuera un pinar.
Andres Pacheco Jerez y su esposa "Canducha", de fondo la casa de las cinco puertas. |
Con una gracia e ingenuidad al evocar
su pasado, me atajó y dijo: <<Yo estudié>>. Para confirmar esto, Canducha se le escuchó: << estudié primaria en la escuela que estaba frente a la Plaza, tenía un
comedor que es donde hoy está ubicado el Hotel El Padrino>>, y
fácilmente pudo recordar quiénes fueron sus maestras <<en
primer grado estuvo la maestra Marlene en el segundo grado estuvo la maestra
Francisca, en el tercero estudio estuvo Elpidia Graterol y en el cuarto grado
estuvo la maestra Jenny>>, las recuerda fácilmente a todas.
En la época de los años 50 del siglo pasado, porque estaba cerca de la escuela, se quedaba en la casa de doña Elba de Rosales y la acompañaba porque precisamente se le facilitaba ir a la escuela. Al recordarla dijo: << ¡era buenecita! Yo hasta dormía con ella. Ella tenía una cama muy grande y yo la acompañaba>>. A doña Elba, le encomendaron a Canducha, que iba a estudiar en la escuela del pueblo. La casa tenía puerta ancha, de dos hojas, madera gruesa, <<al lado estaba la casa de las González. La niña Natalia>>. Ella asumió la responsabilidad. Canducha estuvo adolescente, <<yo salí con 15 años de ahí, ya era grande>>, con cierta nostalgia, pero ya había cursado los grados que impartían en la escuela y regresó con su familia.
Una feliz celebración familiar de la época.
Describió una fiesta en la casa de
doña Elba Bello de Rosales, hija de un señor italiano, quien nació en la isla
de Elba, y formó en La Puerta una de las familias principales de la época, <<hubo un cumpleaños de Héctor en el que yo
estuve. Había adornos, antes se adornaban las casas el día del cumpleaños con
banderas y bambalinas. Había mucha cerveza, miche de ese, ron, pero también había eso que llaman soda,
esa soda se le distribuía y se le echaba al licor para que disminuyera lo
fuerte del alcohol. Tenían mesas donde había mucha comida, y habían mesas con
vasijas repletas de papas cocidas, había carne de res, hallacas, carabinas,
sancochos, yuca, pasteles, los pasteles lo que llaman pasteles de
Navidad, también ponía un mesón con peras, cambures, manzanas, mesa con fruta,
con muchas frutas, duraznos, porque en el solar de atrás habían matas de
durazno, cambur, había mucha fruta. Las
arepas de maíz y no faltaba el plato de arveja, cambur cocido, todo eso
era parte de la fiesta, el mesón de la fiesta>>; aunque no se notaban los elementos característicos de la
gastronomía italiana, la costumbre mediterránea de abundancia y
variedad, se expresaba en esta celebración.
Agregó que como toque de alegría,
<<Ese día le cantaron cumpleaños a Héctor como debe ser, con guitarra y
violín, ya se había muerto el señor Manuel>>; el esposo de doña
Elba Bello de Rosales.
Un hecho político luctuoso en un apartado pueblo andino.
En otro de sus relatos, de su época
de estudios y de la casa donde moró, agregó: <<vivía el finado Héctor que
según los que estaban en la calle, lo mataron los Chuecos. Ese día llamaron a doña Elba era de noche iba
ganando la elección Acción Democrática, y él iba subiendo con “Capino” a la
casa. Pero uno de los Chuecos le pega un tiro por el pecho. Bajamos con
doña Elba y a él lo encontramos acostado muerto en la calle. Eso fue a las 10
de la noche, la gente andaba buscándolo (al victimario) para matarlo y al no conseguirlo, le echaron
candela a la Prefectura, y yo detrás de Doña Elba. Fue la policía a la casa de
los Chuecos y estaba sola>>; fue el trágico final de uno de los
personajes y dirigentes juveniles de mayores perspectivas en el mundo político,
que tuvo La Puerta y Trujillo.
Refirió que en el día, <<ya nosotras habíamos
limpiado la yuca, teníamos un saco de yuca para la novilla que iban a asar en
San Pedro, y estaba Carmen soltera todavía, doña Elba y yo fuimos la que pelamos esa yuca>>; los preparativos del triunfo
electoral, que se convirtió en luctuoso.
Doña Elba Bello de Rosales.
Cuando le pregunté ¿Cómo era
físicamente doña Elba? Me respondió: <<Era delgada, una mujer alta, de pelo largo,
acostumbraba a hacerse un moño, usaba vestidos largos, se los hacían muy
bonitos. A diario calzaba abuelitas, no cotizas>>
El jardín de doña Elba Bello de Rosales.
Le conversé que había leído una
referencia, sobre el jardín de doña Elba, e inmediatamente me narró como si lo
estuviera viendo y describiendo que el jardín era, <<una de las cosas más
bonitas que había en la casa y lo más querido era el jardín, que estaba frente
a la cocina, grande porque esa casa era grande y había un cuarto para la Hermana
Enriqueta, que era monja y ella iba a pasar sus días allá y había otro
cuarto de Héctor>>; placido espacio para vivir y deleitarse.
Recuerda las joyas de ese jardín, <<matas
de orquídeas, las gladiolas, los hermosos claveles, las dalias, y las
exuberantes calas, imagínese que yo me iba con ella hasta el Zanjón del Muerto,
más arriba de los Jumangues, bien arriba a buscar matas de calas montañeras
para sembrar y para vender>>;
más arriba, se localiza la Serranía de Pitimay.
Pregunté cómo o en qué vendía las
flores y matas y contestó, que doña
Elba, <<preparaba tierra, en potes de
leche. Antes había mucho pote de leche, y ahí las sembraba y los turistas las
compraban. Ella tenía a Rafael el hijo, en Mérida, estudiaba medicina y para
mandarle la plata para que estudiara>>.
Le pregunté si tenía letrero de
ventas o el jardín estaba a la vista de cualquier caminante, y respondió: <<Era
un jardín muy bonito y llamaba la atención. Si, tenía un letrero en la puerta,
de venta de matas. Se podía ver desde la calle. No existía el muro ese de la
parada. Desde luego, arriba había más solar donde tenía las gallinas>>; todo un respetado y admirado
espacio de plantas ornamentales.
El padre Ramón de Jesús Trejo y el padre Verde.
Hija de padres cristianos, y como
buena católica, cumplió y sigue cumpliendo sus compromisos con la Iglesia.
Recuerda que, <<Conoció al padre Trejo.
Cuando él estaba había orden en la iglesia. Iba a misa con doña Elba o sola, a
veces con la hermana Enriqueta, la
monja. Las mujeres y niñas tenían que ir a misa con velo, sin escotes. Era muy
estricto, no podían entrar a la iglesia con descotes o con pantaloncillos; las
mujeres con sus velos>>. Una
de las afirmaciones que me sorprendió, pues nunca lo había escuchado, es que el
padre Verde le había echado maldición a La Puerta.
Cuando volvió a
mencionar a las Niñas Carrasquero, que eran personas dedicadas a la iglesia, aprovechó se metió a su cuarto, y con la energía de una muchacha,
sacó un baúl antiguo, de madera. Me señaló: <<este baúl se lo compré a
una de las niñas Carrasquero, para regalárselo a mi mamá>>, por
lo menos, unos 150 años debe tener el baúl.
Actualmente, sigue siendo activa, sus
hijas permanecen pendientes de ella porque a pesar de su edad se les escapa, es
muy católica y se va sola la iglesia o se va sola a visitar a las amigas y
familiares.
Sin duda son seres sin egoísmo, sencillos, sin
miedo, trabajando y viviendo de cara a la única estación habitable en el
planeta: el ser humano. Con “Canducha” y su gente, se encuentra vida, un punto
en La Puerta, que destapa el misterio de lo maravilloso y de lo esencialmente
humano.
La simpática "Canducha” en el momento que conversaba con el autor de este articulo. |
En lo metodológico, la conversación
con María Candelaria Pacheco Abreu de Pacheco “Canducha”, nos permite confrontar hoy, con
los aspectos tratados, dos momentos y dos realidades socioculturales
diferenciadas de La Puerta, inclusive, en cuanto a patrón de valores, lo que
incide en sus tradiciones y en su identidad como comunidad, pero que
indefectiblemente, forman parte de
nuestra historia local.
María Candelaria Pacheco Abreu de
Pacheco “Canducha”, tanto por sus cualidades y virtudes personales que enaltece
a nuestro gentilicio, como por su envidiable memoria, de hecho, se le debe
reconocer como Patrimonio Histórico Viviente de La Puerta; para ella, nuestro
agradecimiento.
(*) Portador Patrimonial Histórico y
Cultural de La Puerta.
La Puerta, octubre 2023.
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