Chegué, histórico, fenomenológico y místico.
Por Oswaldo Manrique (*)
Contenido.
1. El espacio geohistórico.
2. Algo de Historia: Chegué, gélido, histórico
y mítico.
3. Páramo de Chegué y su fenomenología natural
o atmosférica.
4. Tierra de indígenas, caudillos, mitos y leyendas.
5. Chegué, el topónimo indígena y el sumo
sacerdote.
El espacio geo histórico.
Desde los primeros años de expansión
y desplazamiento de la civilización Chibcha - Mukus desde Tunja, y la nación
Timoto hasta las inmediaciones del lago
de Coquivacoa (Maracaibo), como salida al mar Caribe, este lugar de paso
intermontano, tuvo y tiene su importancia. Nuestro vecino Ángel Alfonso Araujo,
ex Prefecto de la Parroquia La Puerta y nativo de Chegué, nos reveló que
<<Chegué queda cerca de "Los Asientos", donde se origina el
agua que va a dar a la Quebrada de San Martín, cerca de La Lagunita, forma parte del Parque Nacional Sierra La
Culata. Para llegar a Chegué, desde El Paramito, a pocos pasos de La
Lagunita, a pie, se pueden gastar unos 40 minutos, esos eran antiguos caminos
de caudillos, que se trasladaban en mulas>> (Conversación con Ángel
Alfonso Araujo en La Puerta, 3 enero 2024), caminos construidos, andados y
usados por los indígenas para el traslado de carga a pie, desde los pueblos
andinos hasta el Lago de Maracaibo.
Como complemento Araujo nos explicó que, <<es un sitio por donde se llega a
la Cañada Grande, donde hubo el accidente en el año 51 y se ve la Cruz
Colorada, desde este punto se ve también parte de lo que es el Lago de Maracaibo.
Cañada Grande queda frente a la Laguna Negra a una hora y 20 minutos a pie>>
(Conversación citada), se cumple una jornada de camino, tanto a pie, como en
bestias para trasladar los productos, los viajeros lo tenían como sitio de paso
y de durmienda, para continuar la marcha al día siguiente.
Por su parte, Esteban Quintero,
nuestro baqueano y conocedor, agrega que,
<<de la Cruz Colorada hay un camino que lleva a la Cañada Grande
y a Monte Carmelo y la otra que va a las Escaleras de Piñango>>. (Conversación
con Esteban Quintero. La Puerta. 17 marzo 2024); nos ubica en el Páramo de La Puerta, Siete Lagunas, a más de 3.500 msnm.
Igualmente Araujo nos indica que, <<hay sitios cercanos ahí, que se
llaman la Laguna El Perol, otro sitio se llama Los Chorotes, otro se llama La
Gallera, otro se llama El Purgatorio, donde realmente lo que hay es cría de
ovejos y las famosas vacas lanudas, que es muy escasa. Se sembraba en mi época
de infancia mucha papa del tipo “Negra”, la “Carraca” y la denominada “Acema”,
además, del trigo que se sembraba para el alimento de nuestras familias>>
(Conversación con Araujo), esta producción se da, a pesar de la debilidad de su
suelo y el severo clima que allí abruma.
Se puede apreciar que los caminos,
incluyendo las famosas “Escaleras” de piedra bruta, tanto las que dan a las
Lagunas, como las dirigidas a Piñango, obra precolombina, su ubicación cercana
al Santuario Indígena Maen Shombuk (Siete Lagunas), se condensa en un sitio aislado, como protegido tanto por
la naturaleza con el torbellino del viento, la oscuridad y el arcoíris, como
por la poca afluencia de los seres humanos, como si fuera la divina providencia,
por eso, me atrevo a señalar que en Chegué pareciera que lo místico y
fenomenológico y sus características reales y atmosféricas, se confunden con lo místico y lo
ancestral.
El geógrafo trujillano, Francisco
González Cruz, en su trabajo sobre geografía del estado Trujillo, indica que, dentro
de los tres grandes relieves, de esta entidad, se encuentra la Sierra de La
Culata, que precisamente, <<penetra
por el sur del estado en el páramo Chegué o Malpica (3.894 msnm) y va
descendiendo paulatinamente en dirección noreste a través de los páramos Siete
Lagunas (3.724 msnm), de La Puerta (3.331 msnm)>> (González,
250). Este importante dato, nos responde varias interrogantes, que existen en
relación a este interesante y excepcional lugar.
Algo de Historia: Chegué, gélido, histórico y mítico.
Los primeros pobladores se asentaron
y vivieron en dichos páramos y en el valle de Bomboy, alrededor de 3.000 años
antes de ahora, como parte del proceso de expansión de los Chibchas-Mukus, de
donde se desprende la nación Timoto, tomando en consideración el espacio que
conduce al lago de Maracaibo (Coquivacoa)
como salida al mar Caribe.
Sobre noticias de vida prehispánica
en este lugar, existe una interesante referencia, en la investigación del
arqueólogo Kider, al encontrar una reliquia o figura de barro, de <<Cabeza ovalada, cuerpo hueco, un espécimen
tosco del Páramo Alto Chequé, Distrito Valera, Trujillo, tiene patas, muy
juntas y otras características no inusuales. PL XVIII es probablemente andino,
aunque se dice que proviene de Maracaibo>>. (Alfred Kider. Arqueología del noroeste de Venezuela,
Vol. 26. Pág. 133. 1944); muy posible que, si no fue elaborada allí, haya sido
usada y dejada en este sitio de paso, por algún transeúnte venido de algún
pueblo del Lago de Maracaibo o de la Sierra Nevada o Tunja. Otros
investigadores como Vellard, han encontrado más vestigios de ese periodo, pero
localizados en el Páramo Siete Lagunas (cercano a Chegué, La Puerta), como los
que se encuentran en exhibición en el “Museo del Hombre”, en la ciudad de
París, y en el “Tulene Bertoni”, de Valera.
Por la poca información existente,
recurrí al testimonio de personas vinculadas con este sitio. Nos relató Ángel Alfonso
Araujo, ex prefecto de la Puerta, y nativo de Chegué, que a comienzos del siglo
20, de forma rápida, comenzaron a
aparecer casas de tapiales, construidas por la familia Araujo, en su ancestral
técnica de barro, con la intención de poblar el sitio y de explotar la
agricultura y la cría; <<La familia Araujo fue de las pocas y más
antiguas que compraron algunos pedazos de tierra, quizás a finales del
siglo XIX, compró el señor Fernando Araujo mi bisabuelo y se mudó con su señora
María Fermina Salcedo de Araujo, allí establecieron sus espacios de hogar, siembra y de cría>>. (Conversación
citada); este Fernando, fue adquiriendo otros lotes de tierra adyacentes.
Recuerda que cuando era niño lo
llevaron <<al matrimonio de Crucito Villarreal, en Cañada Grande, que fue a todo
dar porque hubo música de violín, cuatro y a pesar del sitio que es muy
templado, muy frío, allí hubo grandes mesones de comida, baile, pasteles, ovejo
guisado, que al ser servido en el plato se congelaba, dieron café, a los
mayores les daban sanjonero, y bailaron, mucha gente que llegaba de Monte
Carmelo>>. Fernando Araujo, de los primeros pobladores de Chegué,
bisabuelo de Ángel Alfonso Araujo, nació en 1889, murió en 1971, a la
edad de 90 años.
En otra conversación, con nuestro
vecino Antonio Araujo, el popular
"Cuyusa", nativo de esa zona, y pariente de Ángel Alfonso
Araujo, nos ratificó que allá, apenas se
levantaron 15 casas, que hoy están en calidad de ruinas, se cayeron las tapias,
producto de que los animales las empujaban y se fueron demoliendo y
destruyendo.
Por su parte, el vecino y ambientalista
Esteban Quintero, buen conocedor de esa zona, nos relató que << La Casa y los llamados “Los Asientos” (tapias), solían funcionar como sitio de paso para los
viajeros que venían de Piñango, rumbo a Montecarmelo>>, como
sitio para dormir, pasar la noche, y continuar la marcha al día siguiente.
Agregó el mismo Quintero que,
<<allí se conocen como pobladores de ese Páramo, a la familia Araujo, y a
la familia Toro>>. Se le preguntó acerca de la importancia
histórica y paisajística de Chegué y rápidamente respondió: <<es
que allí están las legendarias “Escaleras”, obra indígena milenaria
prehispánica, el antiguo camino de recuas, ajustado ancestralmente con piedras,
que conducía a Palmira, Timotes y los Aposentos>>; muchos de nuestros
caudillos de finales del siglo XIX, lo usaron como vía de escape, ante sus
perseguidores.
Los datos proporcionados por los Araujo
y Quintero, nos sugiere que además de la difusión de este excepcional y hermoso
lugar, se debe proteger y conservar como patrimonio natural del estado Trujillo
y particularmente de La Puerta.
Los habitantes de este lugar los
venció lo inhóspito, lo gélido del sitio y la mayor parte, se mudó a La Puerta
y otros lugares, buscando mejores oportunidades de vida.
Hoy, en estos menesteres de
descolonización de la historia y la cultura local, comprendo lo que quería
decir mi abuelo Concio Rivas, hace varios años, sobre el “joven viejo” y el “viejo
joven” Chegué, que vigilaba el cauce de los acontecimientos de su gente, según
él, y en efecto así lo entiendo, que en
la ruta hacia las Siete Lagunas, existía este sitio agreste, casi glacial
llamado Chegué, a quién se le sumaban características superiores en los
primeros pobladores, y luego por los grupos
de indígenas trasladados al pueblo de concentración y esclavitud llamado Pueblo
de Indios Cabecera de Doctrina Nuestro Señor San Pablo Apóstol, hoy La Puerta.
Dicen nuestros mayores, que el
personaje indígena Chegué vivió unos 150 años, en ese Páramo se alimentaba de díctamo
real amarillo y de pasta de frailejón. Hoy
en Chegué, sitio abandonado hace más de medio siglo, existen solo unas 15 casas
totalmente en ruinas.
Páramo de Chegué y su fenomenología natural o atmosférica.
La elevada ubicación de este Páramo, explica lo
de las aguas cristalizadas o espejos de hielo que allí se acostumbra ver. Solo los que han habitado en ese lugar pueden
dar fe de un fenómeno natural meteorológico concurrente, como lo es el remolino de viento que allí se
produce, por eso algunas personas lo llaman “ventisquero”, quizás con desdén,
para no hablar bien del sitio.
En esa zona se forma un remolino muy curioso
y persistente, porque llegan vientos de
los dos lados y se encuentran y abrazan en este punto, es decir, uno que viene
de Monte Carmelo y otro que llega de Piñango, formando un torbellino o el
denominado Remolino de Chegué, que se
alza en dirección al cielo, de forma maravillosa, combinando la pureza del blanco
con los afectivos azules, todo un espectáculo.
También se observan los momentos de
oscuridad en pleno día, especie de curiosos eclipses. A raíz de estos fenómenos naturales y meteorológicos, se
comenzaron a comentar los famosos encantos, mitos y leyendas de que era un
sitio de mucha penumbra y crepuscular, como defensa y protección, es decir, que
cuando llegaba gente nueva, extranjera, forasteros y caudillos a quedarse,
aquello se ponía oscuro, todo el lugar en penumbras, y también surgían los
famosos arcos iris, entonces salía el sol nublado.
Es precisamente en Chegué, donde se
produce además del torbellino del viento, la oscuridad en el día, el fenómeno
de la lluvia parcelada y selectiva, que cuando está molesto, llueve en un sitio
y en el que está a pocos metros, no
llueve, permanece seco, esto, como ambiente fenomenológico natural, y
hasta como creencia o superstición, es interesante.
Tierra de indígenas, caudillos,
mitos y leyendas.
Fue obra precolombina para el
intercambio de productos, y además, camino de caudillos; a raíz de lo agreste,
altitud y lo apartado del sitio, nos dijo Ángel Alfonso Araujo, <<se
comenzaron a comentar los famosos encantos, mitos y leyendas de que era un
sitio de mucha oscuridad, es decir, que cuando llegaba gente nueva, forasteros
y caudillos aquello se ponía oscuro, todo el lugar en penumbras, y también los
famosos arcos iris, entonces salía el sol nublado>>; asimismo,
las historias y versos relativos a nuestros caudillos de la Cordillera de La
Culata, el coronel Sandalio Ruz, que decían tenia pacto con el demonio, porque desaparecía,
y el coronel Américo Burelli García, que en su huida hacia Palmira, le tapó los
ojos a los “chácharos” del dictador Gómez. Los amparó Chegué.
Indagando sobre el período
prehispánico de La Puerta, que tanto nos entusiasma, recordé una noche en la
que estábamos alrededor del fogón, en nuestra casa en el Xikoke, Páramo de La
Puerta, viendo todos los movimientos y escuchando los decires de mi abuelo “Concio”
Rivas, que nos transportaban al mundo de la leyenda y de lo mágico. En esa
oportunidad, nos dijo que, <<así
como existían los cuidanderos de las Siete Lagunas, viejitos que viven en las
lagunas, también en la antigüedad, hubo personas que vigilaban y estaban
pendientes de los asuntos del pueblo>>; fue cuando nos habló de
Chegué, el joven viejo o el viejo joven, que según mi taita había durado vivo
más de 150 años, y había peleado en la
guasábara contra el conquistador García de Paredes. Yo, el único nieto, en esa
conversa, solamente me entretenía con lo que nos decía de los cuidanderos de las lagunas, que son
mucho más de siete lagunas, de diferentes colores, altitudes y tamaños. Y le
pregunté: - ¿Abuelo antes qué había en esas montañas? El taita con su pie montado en el borde del fogón, se quitó el
sombrero y parsimonioso, señalando con el dedo índice hacia arriba: contestó: - Lo
que había antes, solo lo saben los que están en el cielo. De modo que
con su respuesta, nos dejó todo un mundo de explicaciones por conocer. Solo nos
miramos, y le sonreímos la salida.
Chegué,
el topónimo indígena y el sumo sacerdote.
El término Chegué, de origen muisca,
de donde deriva la lengua de la nación Timoto, de acuerdo a su transcripción
fonética y las antiguas versiones ortográficas, significa dignatario religioso.
La investigadora colombiana María Stella González de Pérez, ha indicado que historiográficamente,
tanto Chegué, chiqui, chuque, xeque, ieque y jeque, se refieren a sacerdote o mohan muisca.
Los primeros cronistas españoles
entre ellos fray Pedro Simón, nos dan una orientación para interpretar este
asunto, particularmente para la historia temprana de La Puerta y la estructura
de poder tribal existente al momento de la invasión europea.
Fray Simón, en su <<Tabla
para la inteligencia de algunos vocablos", define con toda claridad el significado del
chyquy o jeque: «leque, es el sacerdote de los Ídolos, el que ayuna, y haze las
ofrendas· es vocablo corrompido por los Españoles, porque en su propiedad, se
llama cheque, es lo mismo que mohán en otras prouincias>> (María
Stella González de Pérez. Los sacerdotes
muiscas y la paleontología lingüística. PDF. Colombia. 1996).
En su estudio, María Stella González
de Pérez, señala que, en buena parte de
fuentes históricas, <<se siguió usando chyquy para designar al sacerdote o chamán
indígena>> (Ídem), onomatopéyicamente Chegué.
Aparece en los documentos
doctrinales, particularmente en los Autos por Juicios de Idolatría, que ha
destacado Amílcar Fonseca, en su obra Orígenes
Trujillanos (Tomo I, págs. 43 a 47), cuando se caracteriza al mohán o mohana,
su rol en el señorío tribal, su vestimenta con plumas de guacamaya, sus
utensilios: sonando el caracol y quiteros, sus ídolos y chorotes, los ritos
bendiciendo conucos, bestias y ganado, curaciones de enfermos, castigo a
los amancebados <<y en la tarde hacía la mojanería, según las
necesidades del tiempo, a oscuras>>,terminando con un festín, nos sugiere que se trata del sabio anciano, el
sacerdote, guía o maestro ave.
Según lo anterior, Chegué significa
una especie de sumo sacerdote y personaje que expresaba la religión indígena, así
como, guía y maestro en los símbolos y ritos diversos del temor a sus deidades,
y según los demás seres y los astros silbando y cantando al cielo.
Chegué, es una especie de deidad para
los indígenas, a la que le rendían culto en ese realismo mágico de nuestros
ancestros. Al sitio, quizás respetado y solemne, acudían y salían en procesión para realizar
los rituales de la lluvia y en el tiempo de las cosechas y sus rendimientos.
Chegué, era el representante de Kachuta (Dios) en la tierra, lo más alto y
sagrado para los indígenas. Dentro de su tribu gozaba de autoridad y dignidad
para abordar problemas generales de religiosidad y cosmovisión, así como, de su
gente y costumbres mágico religiosas. Era el sacerdote dedicado y consagrado
por Kachuta para celebrar, hacer y ofrecer ritos y rezos, inclusive,
sacrificios.
Los caminos tan antiguos como las enigmáticas
“Escaleras” indígenas, hechas de rocas traída de otros lugares, la altura de su
ubicación, la cercanía al santuario aborigen Maen Shombuch (Páramo Siete Lagunas),
nos indica que el nombre Chegué sirvió y sirve de topónimo indígena de ese
lugar, y a la vez, nos indica, nos induce a pensar, que fue el espacio natural
de ese Sacerdote, dentro de la composición de poder y el señorío tribal de esta
zona indígena.
Conclusión.
Más que un topónimo, Chegué es un espacio significativo dentro del universo
simbólico de los indígenas.
El lugar, sin duda, tiene una
importancia fenomenológica, científica, paisajística, espiritual, cultural e
histórica para la humanidad.
Del mismo modo, reúne las condiciones
para considerarlo un espacio fenomenológico y único, es decir, aquel en el que
todos los elementos señalados, tangibles, reales, naturales, perceptibles,
constatables, se mezclan con las imaginarios, ideales, místicos, leyendas,
historias, conformando un tipo especial de realidad, de vida y cotidianidad andina.
Los trujillanos que tenemos el privilegio de poder disfrutar y tenerlo, debemos
promover su estudio y conservación como lugar excepcional.
La fotografía que se acompaña, es colaboración
de la ingeniera Yadira Rivas. El peto sagrado (reverso), que se observa en la
parte inferior, es de un sacerdote o maviskey; fue encontrado a mediados del
siglo XX, en el Páramo de las Siete Lagunas, colección privada.
(*) Portador
Patrimonial Cultural e histórico de La Puerta.
La Puerta,
marzo 2024.
Muchos saludos y felicitaciones por tan valiosa reseña. Es de notar, respecto a lugares del entorno en cuestión está también la Laguna el Salvaje ( que está tapada y figura como una especie de pantanos), por ahí pasa un camino de recuas que conduce en la dirección Cruz Colorada—aunque no allí exactamente—Monte Carmelo y kilombo abajo se ven unos chaos con asientos de casa rodeados de chiviritales, albricias, nigüices y chispeadores... Ese sitio se llama Los Mantecos, más adelante hay otro adviento de casa y no recuerdo el nombre, pero allí vivió la familia Villarreal (oriundos de Monte Carmelo) y más adelante las Piedras Blancas, donde vivió y vive la familia Franco, una familia honorable y que son patrimonio inmaterial de nuestra parroquia. Por ahí se baja a Monte Carmelo, se ve San Antonio y San José de Palmira.
ResponderEliminarSaludos Jose Manuel. Disculpa lo tarde en responderte. Agradecido por tu valioso comentario y por el aporte de datos interesantes que complementan el articulo. OM.
EliminarLos nativos de la zona, en sus hallazgos arqueológicos destacan objetos como hachas de piedra y piedras de moler maíz.
ResponderEliminarJesus Manuel, seria interesante localizar rocas o piedras grabadas, arte rupestre, que ayudaria a conocer mas nuestra cultura y pensamiento indigena. OM
EliminarYa recordé el nombre del sitio, es los Vicuyes—distinto al actual sector Vicuyes del páramo de los Torres—ahí vivió Chayito (y su esposa Victoria, Victorita) y su hermano Alfonso.... fueron los últimos habitantes de ese lugar, y corrijo la confusión, las piedras Blancas queda es en San Rafelito por donde pasa el agua del muerto, donde vivió Francisco Villarreal (papá de Pablito Villarreal, el comerciante de la bodega frente a la prefectura, su hermana Teresita vivió y murió allí.Los Francis viven más adelante de los Vicuyes, La señora Silvina, Carmen Pérez, Pablo y no recuerdo ell nombre de la otra hermanita.
ResponderEliminarEste es un dato interesante, desconocia que existia otro sitio llamado los Vicuyes. Gracias. OM
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