Rebelión Bolivariana en San Lázaro (Trujillo, Venezuela 1831).
Oswaldo Manrique Ramírez.
Contenido:
1.- Generalidades.
2.-
La Rebelión Bolivariana de San Lázaro (Trujillo), en 1831.
3.- Protagonistas
4.- Tabla cronológica:
5.-
Propósito de este articulo.
<<yo considero al Nuevo Mundo como un
medio globo que se ha vuelto loco y cuyos habitantes se hallasen atacados de
frenesí y que, para contener este flotamiento de delirios y de atentados, se
coloca en el medio, a un loquero con un libro en la mano para que les haga
entender su deber>> (Simón
Bolívar. Carta al General Briceño, 15 de mayo 1828; Obras Completas. Vol. II,
pág. 350).
1.- Generalidades.
La intención de este artículo, es
rescatar un hecho histórico excepcional, raro, casi desfasado con su época,
tratado con profunda indiferencia por los historiadores y cronistas, pero
totalmente cargado de convicciones y
buenas ideas, las de nuestro constructor de utopías: Simón Bolívar. En momentos
en que ninguno de las relucientes cabezas de la clase política, apostaría nada
ni por Bolívar, ni por sus seguidores ni por su ideario, se dio este hecho
vinculado al proceso de desintegración de la Gran Colombia. Muchos creyeron que
la libertad era salir del yugo español, que
eso era todo, que se había conquistado todo y eso los indigestó, al punto que
lo primero que se les ocurrió, fue desconocer al Padre de la Patria,
irrespetarlo, desterrarlo y destruir uno de sus mayores esfuerzos estratégicos
y libertarios: la creación de la Gran Colombia.
En un apartado pueblo del Estado
Trujillo, que ni siquiera una buena carretera tiene, a pesar de su relativa
cercanía a la ciudad capital y ser parroquia del mismo Municipio, gobernando la
“Godarria” con el general Páez, tiempo en el que nadie defendía las ideas, ni
la obra, ni la imagen del magno prócer,
en San Lázaro, en abril de 1831,
desafiando el poder de los desleales, un grupo de campesinos voluntarios se
levantó en armas, en favor de mantener la integración de la Gran Colombia y
consolidar la <<Reina de las Naciones>>.
Además de apartado, es uno de los pueblos más antiguos, fundados en calidad de Doctrina de indios. Conservan sus casas y edificaciones con sus fachadas y arquitectura colonial andina; con calles empinadas, de laja y tierra; algo que lo caracteriza es que su área urbana se encuentra dividida por el río Jiménez, en dos parcialidades o barriadas. Su templo dedicado a la Virgen Nuestra señora del Rosario. San Lázaro, es la capital o cabecera de la Parroquia Andrés Linares, perteneciente al Cantón (hoy Municipio) y Estado Trujillo, en el occidente de la República Bolivariana de Venezuela; su altura es de 810 m.s.n.m. su superficie es de 104 Km2, y la temperatura media de 26°C., queda en la parte baja de una de las estribaciones del ramal de Piedras Negras de la denominada Cordillera de Trujillo; a una distancia de 7 kilómetros de Santiago, y unos 22 kilómetros de Trujillo capital.
Rodeado de montañas, es un pueblo dedicado fundamentalmente a
la agricultura. Es la cuna de héroes y gallardos independentistas como Andrés
Linares, y su evolución como pueblo ha estado marcada por haber sido escenario
de varios hechos caudillescos, heroicos y audaces. Su héroe epónimo, Andrés Linares, llamado el
“Hércules de San Lázaro” y el “Sansón Trujillano”, aguerrido combatiente, murió a los 26 años,
fusilado en Bogotá; fue jefe del legendario <<Batallón
Barlovento>>, en la Batalla de La Puerta.
2.- La Rebelión
Bolivariana en San Lázaro (Trujillo 1831).
El maestro Prieto Figueroa, escribió
que Bolívar tuvo una visión geo -histórica que trasciende mas allá de <<su
época y su tierra, porque pensó con la vista fija en el porvenir. Soñar una
América unida en el esfuerzo para conquistar libertades, y unida también para
el progreso y bienestar de sus pueblos….pensando en el desino común...a fin de
que América unida pueda llamarse <<la Reina de las Naciones y la Madre de
las Repúblicas>> (Prieto Figueroa, Luis B. El magisterio americano de Bolívar. UPEL. 2002). Era su gran sueño,
luego de la independencia, en su concepción multipolar, que obviamente,
serviría de equilibrio de poder en el mundo. Este descomunal esfuerzo, que
comenzó a materializarse en 1819, de crear una gran potencia latinoamericana y
caribeña, como una opción unitaria de nuevo tipo no cuajó en el seno de las
oligarquías de los 3 países involucrados en el proyecto unionista o
<<construcción de la Nación Colombiana>>.
Templo de la poblacion de San Lázaro, donde se fue concentrando gran parte de los conspiradores de abril de 1831, por el restablecimiento de la Gran Colombia. |
Sobrevino, la
disolución de la experiencia integracionista.
Años antes,
el mismo Bolívar lo había profetizado, en comunicación a Vergara, su secretario de Relaciones
Exteriores, predijo: <<No pudiendo yo continuar por mucho
tiempo a la cabeza del gobierno, luego que yo falte, el país se dividirá en
medio de la guerra civil y de los desórdenes más espantosos [...] Para impedir
daños tan horribles, que necesariamente deben suceder antes de diez años, es
preferible dividir el país con legalidad, en paz y buena armonía>>
(Bolívar, Doctrina de El Libertador, 245. Carta a Estanislao Vergara escrita en
el Campo de Buijó, frente a Guayaquil, el 13 de julio de 1829). Los oligarcas
que detentaban el poder, tanto de Venezuela como de la Nueva Granada, nunca
fueron partidarios de la creación de la República de Colombia y mucho menos del
sistema de gobierno centralista, propuesto por el Libertador.
Para el prócer independentista y
político trujillano Domingo Briceño “el Negro”, la situación del país y
descripción de Venezuela era también pesimista, pues ella era: “…
una nación, inerte, lánguida y desfallecida.”; expresión que
sustentaba en los padecimientos y
vejaciones del régimen colonial, por las secuelas del terremoto del 26 de mayo
de 1812 y por las oscilaciones políticas de los ensayos desde el inicio de la
lucha independentista (Rojas, Aura. Insumisión
1830-1848. Pág. 80. CNH. Digital). Esta es la apreciación, de un socialista
utópico.
Esa misma situación la describe el
historiador Germán Carrera Damas: <<En 1830 Venezuela es, desde el punto de
vista de las provincias forzada a confluir en 1777, en un ente tan desintegrado
o desarticulado como podía serlo a mediados del siglo XVIII. Las guerras de
independencia no hicieron avanzar el proceso de integración nacional. Por el
contrario, robustecieron y esclarecieron los movimientos autonomistas
locales>> (Carrera Damas, Germán. Una nación llamada Venezuela. págs. 80-81. En: Rojas: 87). El proyecto de Confederación, parió varias
republiquetas provinciales.
*
En el año 1830, hubo en Trujillo un
gran movimiento de la oligarquía regional, impulsando la división de las
naciones bolivarianas; las Municipalidades
y vecinos de varios Cantones dieron
pleno respaldo al general Páez, para apartarse del proyecto unionista de la
Gran Colombia. El 25 de enero, el
gobernador, varios terratenientes, los curas, algunos oficiales de baja
graduación y 190 trujillanos más, proclamaron la separación de Trujillo, de la
Gran Colombia; en opinión del historiador
Arturo Cardozo, esta sublevación estuvo <<directamente influida por la presencia en su seno del prócer
Coronel Pedro José Maya, los Pbros.
Francisco Barrios, José Antonio Rendón,
Juan de Dios Briceño, Juan Evangelista Duran; los comandantes Pedro Alcázar,
José María González; los capitanes Juan Carrillo y Altagracia Baptista; los
Tenientes Lorenzo Tirado, Juan de la Rosa Martínez, Juan Antonio Gil, Andrés
Carrillo, Rafael Henríquez, Antonio Roth Briceño>> (Cardozo: pág.
47), y otros militares y civiles, que
tuvieron actuación importante en la guerra independentista, que comandó Simón
Bolívar.
Se daba como un hecho, que el proyecto
integrador había fracasado. Las hegemonías enemigas del Libertador, con el
caudillo Páez a la cabeza en Venezuela, Juan José Flórez, en Ecuador y
Santander en Colombia, fueron la fuerza para lograr, la desintegración de
Colombia, la grande; junto con ello, la
Confederación Centroamericana y la Peruano-Boliviana desaparecen. Lo que se consolidaría con el fallecimiento
de Bolívar en 1830.
Venezuela,
el 6 de mayo de ese mismo año,
aprobó una Constitución como nación independiente, Trujillo, retoma
nuevamente su posición de Provincia; el 22 de septiembre de 1830 se separó
definitivamente de la Gran Colombia. Trujillo, había perdido su condición de
Provincia, pertenecía al Departamento del Zulia, según la Ley de División
Político Territorial de 1824. Quedaría
solo el sabor de la ilusión unionista.
Miguel
Vicente Cegarra, era coronel del ejército libertador; fue gobernador de
Trujillo y luego Jefe de Armas; Santiago Mancera, primer oficial, en la
gobernación y subordinado de Cegarra; Agustín Aldana, en esta época era primer
oficial, ocupaba el cargo de Secretario General de la Gobernación, llegó al
grado de Coronel; Pedro José de Maya, oriundo de Valencia, oficial, hacendado, pudo llegar
posteriormente al grado de general, como se le ha mencionado en algunos
escritos.
Hubo dos comandantes militares, de cierto prestigio en las campañas del Libertador en Colombia, como fueron el Comandante Pedro Alcázar, y el comandante Tomás María González; también convalidaron la desintegración de la República gran colombiana, los Capitanes Juan Carrillo, Altagracia Baptista; Tenientes Lorenzo Tirado, Juan de La Rosa Martínez, Juan Antonio Gil, Andrés Carrillo, Rafael Enríquez, Antonio Roth Briceño, José Rafael, Francisco y José de Jesús Gabaldón, Miguel de La Peña; Ayudante Manuel Mendoza, que si bien participaron en forma decidida en la libertad de las nuevas repúblicas, no tuvieron la resonancia de sus nombres, como consecuencia de su acciones libertarias.
Silueta tributo al Comandante Pedro Alcázar.
Los curas trujillanos, siempre
estuvieron al lado de la godarria, inclusive fueron firmes propulsores de la
independencia. En la separación de Colombia,
se inscribieron los Presbíteros: Francisco Barrios, Juan de Dios
Briceño, José Antonio Rendón, Juan
Evangelista Durán; estos dos últimos sacerdotes
patriotas, destacaron en los inicios del movimiento independentista,
en 1812, el cura José Antonio
Rendón, convocaba a los feligreses de Carache, a rebelarse en contra del Rey
Fernando VII, así como Durán y sus hermanos José Martín y Joaquín Durán, en los
primeros alzamientos en la población de Burbusay, cercana a Boconó. Estas
fueron a groso modo, algunas de las personas civiles y militares, de las más de
200, que proclamaron la separación de la Gran Colombia, el 25 de enero de 1830.
Seguidamente este hecho separatista,
va a tener un rechazo en el resto de la población bolivariana. Poblaciones como
Santiago del Burrero, la Quebrada, San Lázaro y en sectores del mismo Trujillo,
el 28 de enero de ese mismo año,
iniciarán protestas contra la decisión que promoviera la godarria y que
ejecutarán los soldados de la libertad. El movimiento insurgente organizó una
Columna de Voluntarios, y fue de cierta importancia, que desde el gobierno
nacional, tuvieron que enviar recursos para aplacarlo.
Fotografía antigua de la Plaza y Catedral de Trujillo. Al frente, estaban apostadas las fuerzas divisionistas leales a la oligarquía, sitio de enfrentamiento con los bolivarianos integracionistas. Cronografía 3307.
San Lázaro alzado por
la Gran Colombia.
¿Hubo alguna posibilidad de rehacer
el proyecto unionista con Urdaneta y otros próceres bolivarianos? ¿Fue el sueño
integracionista de Bolívar, línea ideológica de aquel momento político?
¿Existió el Partido Bolivariano? ¿Existía y se compartía en la práctica el
proyecto Bolivariano? Realmente, por la evidente inclinación de la
balanza, no, los ideales del Libertador
no tuvieron fervientes seguidores, exceptuando dignas y patriotas
individualidades. Entres esas
personalidades, contamos al Comandante Pedro Alcázar, jefe de la rebelión popular
de San Lázaro.
Panorámica de San Lázaro (Parroquia Andrés Linares, Municipio Trujillo); pueblo dividido en dos franjas urbanas, por el río Jiménez, desde donde partió la tropa bolivariana en 1831. Cronografía 3308
En
dato aportado por la investigadora Aura Rojas, el escritor Francisco González
Guinán, en su obra Historia Contemporánea
de Venezuela, fecha esta rebelión en
abril de 1831, especificando que fue en el Pueblo de San Lázaro, Cantón de
Trujillo; que tuvo como objetivos luchar por: la integridad de Colombia, la
grande, o como le decía Miranda: por la <<Colombeia>>, el soberbio
proyecto histórico de América y el mundo; el reconocimiento de la autoridad
suprema de Bolívar, por lo menos de su legado y memoria (aunque ya había
muerto), y restitución de fueros militares y el liderazgo de los héroes de la
independencia. Fue el Comandante Pedro Alcázar, el cabecilla de la insurrección
en el pueblo de San Lázaro, Cantón de
Trujillo (Francisco González Guinán). La investigadora Aura Rojas, reproduce el comentario de Antonio Arraiz, <<parecida
a esta fueron la insurrección de Alcázar en San Lorenzo (San Lázaro) cerca de Valera…en el mismo año de
1831>>; y señala que este levantamiento popular armado, fue
comandado por individualidades que
participaron en la gesta independentista, pero que “no tenían los atributos
suficientes para que su manifestación de desobediencia tuviera el impacto de
“revolución>> (Rojas, Aura. Insumisión
Popular 1830-1848. Pág. 59. CNH. Caracas. 2009); puede entenderse que no habría en este caso, la contundencia y
resonancia del nombre, calidad legendaria, alto rango militar y capacidad de
convocatoria, entre otros atributos.
El historiador y prócer colombiano
Dr. Restrepo (Envigado 1781-1863), apuntó sobre ese acto de desobediencia y
contra la desintegración de la Gran Colombia,
que <<a pesar de que juntaron algunos partidarios y que en la parroquia San
Lázaro Cantón de Trujillo, se le vaya también el comandante Pedro Alcázar bajo
del mismo pretexto, no pudieron sostenerse. Alcázar fue reducido a prisión,
Castañeda y Cegarra, así como sus partidarios, salvaron sus vidas por un
indulto que les concediera el gobierno; mas perdieron sus grados y
empleos>> (Restrepo, José Manuel. pág. 515. Historia de Colombia. Tomo 4. Publicada en 1858. Digital). Al contrario de lo dicho por
González Guinán, el mismo Restrepo, refiere que Alcázar, fiel a Bolívar, fue un
Comandante reconocido por su participación en las campañas colombianas, peleó
en Gamesa y Boyacá.
Mientras en Trujillo, se congregaron las fuerzas de los oligarcas y las del gobierno divisionista, el comandante Pedro Alcázar, pudo listar unos 200 voluntarios en su marcha guerrillera por la reunificación de la Gran Colombia. Cronografía 3305.
El historiador contemporáneo a estos
hechos, educador y oficial del ejército español (Caracas 1781-1853), Montenegro
Colon, comenta sobre el evento en
referencia, lo siguiente: luego, el 18
de abril, <<varios vecinos de la parroquia san Lázaro, Cantón de Trujillo, a declararse en favor de
la integridad y en contra de la expulsión del Arzobispo de Caracas,
capitaneados por el comandante Pedro Alcázar…El provocado en San Lázaro, en el
cual tomó parte el coronel Cegarra, designado en el acta como jefe de las
armas, se contuvo mucho con la prisión de Alcázar, pero duró algunos días más
el principiado en Carora, por haberse unido Cegarra y Castañeda, quienes al fin
hubieron de sucumbir, salvando no obstante las vidas en virtud del indulto que en 19 de junio expidió a su
favor>> (Montenegro
Colon, Feliciano. Geografía General para
el uso de la juventud de Venezuela. Pág.564. Colombia. 1837. Digital). Este
autor, repito, contemporáneo de aquellos
sucesos de insubordinación popular y militar, circunscritos a la Provincia de
Trujillo, describió con detalles, que fueron vecinos de una parroquia del
occidente del país: San Lázaro los que se alzaron por mantener la integridad de
la Gran Colombia. En nota biográfica
sobre el prócer Segarra, se lee lo siguiente:
<<Segarra en 1831, proclamó en Trujillo la República de Colombia
como fiel seguidor de la doctrina bolivariana>> (Archivo del
Libertador. Oficio 5364, del Coronel Pedro Briceño Méndez. En: archivodellibertador.gob.ve).
*
Iban llegando del Parchal, en
pequeños grupos de dos o tres, con sus carpetas de lana puestas, se aguaitaron
los de la Manga bajando por sus inhóspitos caminos y cuestas, se vieron bajar
por el lado derecho, a muchos del páramo
con sus bestias, burros y chopos, también de la montaña de El Rosal, y hasta
del caserío La Guardia bajaban con sus
mujeres, soltaron sus aperos, garabatos y escardillas, abandonando por un
tiempo sus pequeños conucos y sembradíos de apio, papa, maíz, trigo, caraota y
cambures, estaban decididos a sumarse entusiasmados con su pasión bolivariana,
a la novata tropa del comandante
rebelde. Se fueron congregando en la plaza principal de San
Lázaro, escucharon atentos, las instrucciones del líder de esta asonada,
estando todos de acuerdo en los riesgos que iban a correr, les tomó el
juramento, entusiasmados, se abrazaban unos a otros, estaban listos para la
pelea. Tenían un héroe: Bolívar, un ideal: el resurgimiento de la Gran
Colombia, y un comandante que los guiaría: Alcázar.
Tomaron el pueblo, la jefatura civil,
el puesto de policía, la plaza, las entradas al pueblo, las cuestas, y montaron
emboscadas mientras se resolvía la partida sobre Trujillo. Marcharon desde la madrugada, animados en la
oscuridad, cuando llegaron a Carmona, para entrar a Trujillo, se vieron y se
contaron, y comenzaron a bajar apretando las muelas, al verse tan pocos y saber
que enfrentarían a muchos; ellos apenas eran unos doscientos. Uno que otro, se
echaba un trago de sanjonero, para robustecerse de valor o una pellita de
chimó, productos que no podían faltar a los de los páramos, a la hora de tomar
decisiones. El comandante práctico y habilidoso, los fue ubicando en posiciones y sitios claves de la
ciudad, y fueron tomando las sedes de las principales sedes de gobierno y el
cuartel. No fue fácil, porque hubo disparos de ambas partes.
Tomada la ciudad, centro político y
espacio residencial de la oligarquía terrateniente, era jefe de armas de esta plaza el coronel
Miguel Vicente Cegarra, quien estuvo comprometido con esta insurrección, y es
quien refuerza al movimiento de Carora y
Barquisimeto, comandado por el Coronel Castañeda. El gobernador desde el año
1829, era el Dr. Ricardo Labastida Vethencourt, eminente jurista y
provincialista, líder de la “godarria”.
En Trujillo, se mantuvo la toma
militar por espacio de un mes; los bolivarianos recorrían en sus bestias de
trabajo y con sus disímiles armas, las calles y zonas urbanizadas, gritando <<
¡Bolívar vive! ¡Carajo! >> Los mantuanos desde sus casas, apenas
echaban sus maldiciones, que acallaban cuando escuchaban cerca el relincho de
las sudadas bestias; esperaban que llegaran las fuerzas del general Páez, para
liquidar a los alzados. Ninguno de la “godarria”, se sumó al movimiento
insurgente, los moradores no colaboraron con los alzados, esto desalentaba,
pero así fueron conociendo lo que era la guerra; con cara risueña y la alegría
de izar ideas y convicciones justas, sintieron el rechazo de sus vecinos,
moradores y paisanos, aprendiendo la primera lección del desprecio racial y de
clase, en tan corto tiempo.
Los curas desde los púlpitos, y en
las puertas de sus templos, les echaban pestes verbales, conjugadas con
castigos de Dios, y los jóvenes montoneros, les respondían: ¡Viva la Gran
Colombia! ¡Viva Bolívar! En las noches siguientes, se escuchaban algunos
tiros desde zonas cercanas, sin embargo, los bravíos campesinos, aunque
tranquilos, solo esperaban algún desenlace, después de haber combatido tan
férreamente, como si algo iba a ocurrir en los días siguientes. Esta situación
y confrontación duró por espacio de un mes, según lo registran los añejos
historiadores colombianos y connacionales.
La ciudad fue evacuada, al advertir
que con la disposición y ánimo de pelea de los insurrectos campesinos, podía
haber mayor confrontación y pérdidas humanas, con la llegada de los refuerzos
militares. Entró una columna del
ejército, bien armada y uniformada,
enviada por el general Páez, que se subordinaba al gobernador. También
estaban todas las montoneras de los oligarcas. Labastida, no quería victorias
sobre los cadáveres de sus paisanos, ni muertes en su conciencia. Hombre
inteligente, de buen trato, caballeroso, amigo del Dr. José María Vargas y de
Manuel Gual, buscó una salida conciliadora, ordenando solo la captura de Pedro
Alcázar, sin pérdida de vidas innecesarias.
Con la superioridad del ejército del gobierno,
Alcázar es brutalmente enfrentado, quedando sin pertrechos, sin recursos, y sin posibilidad de ayuda, no
podía sostener su posición de lucha, por lo que tuvo que llamar a retirada, y
él, salir de la región, lo que
significaba la frustración del movimiento, porque era uno de los impulsores del
neobolivarianismo, en la prédica de la reconstrucción de la Gran Colombia.
Cardozo, refiere el episodio, así
<<en
los mismos días en que Castañeda y Cegarra están realizando sus escaramuzas
militares en tierras barquisimetanas, es decir el 18 de abril, el Coronel Pedro
Alcázar, quien también había sido separatista y miembro de la Junta formada en
la ciudad de Trujillo el año anterior,
se levanta ahora en San Lázaro, esgrimiendo el lema de la integración,
hostigado por las fuerzas del gobierno trujillano, abandona la
provincia>> (Cardozo: pág. 51).
Arrinconado a pocos espacios de la ciudad, no le quedó otra opción que
la retirada.
Sin embargo, los más aguerridos de la
tropa insurgente, esperarían, noticias del coronel Cegarra, que andaba por los
predios de Carora. El doctor Cardozo,
explica que <<el coronel Miguel Vicente Cegarra, el mismo que doce meses antes,
con gran euforia había intervenido en los primeros pronunciamientos de la
Provincia de Trujillo en pro de la separación, ahora llega a Carora al frente
de unas tropas>> (Cardozo: pág. 51); se presumen que eran tropas
trujillanas, posiblemente caracheras.
El valiente Castañeda, que llega a
ser con los años General de la República, pese a su bravura en el combate y al
respeto que se le tenía, vio frustradas sus intenciones integracionistas,
porque su heroicidad, más allá del temor que imprimía en los contrarios, la
cifró en la defensa del proyecto unificador bolivariano, que muy pocos
dirigentes respaldaban, de lo que solo
quedaría, su dignidad heroica; Cardozo, lo reseñó así: <<En Carora el coronel Castañeda toma las armas en respaldo del
movimiento oriental, denominado “integrista”. Este militar durante el año
anterior había insurgido contra la separación de la Gran Colombia; derrotado en
tierras barquisimetanas, es detenido>> (Cardozo: pág. 51). Fue un autentico seguidor del liderazgo y de
las ideas de Bolívar.
A
los días, Cegarra y Castañeda, también son capturados; pero <<
Un destino diferente le corresponde al coronel Miguel Vicente Cegarra. Al
derrumbarse la causa insurgente, el veterano Prócer Trujillano, se ve obligado
a huir a las montañas de La Ceiba; hasta ahí llegan comisiones enviadas por las
autoridades betijoqueñas con instrucciones de detenerlo. En plena selva, en el
camino al Puerto, un piquete de caballería logra darle alcance>> (Cardozo: pág. 93); al ser capturado
Cegarra, fue sometido a Consejo de Guerra, y le aplicaron la Ley de
Conspiradores, pero salvó su vida porque le
concedieron indulto.
Al haber escapado el comandante Alcázar y sus
lugartenientes, luego capturados y presos, los humildes jóvenes que lo
siguieron, enterados también de la suerte de Cegarra, sin vocerío y sin dirección, se fueron muy
lastimados, por el fracaso de su protesta, y también, porque varios iban
lesionados, heridos que no podían andar, la mayoría hambrientos, aunque armados
de mucha dignidad, por defender la causa bolivariana.
Así regresarían a San Lázaro,
aquellos valientes campesinos, y los de
Santiago de El Burrero por sus caminos de recuas (hoy, Santiago de Trujillo,
Municipio Urdaneta, Estado Trujillo), a recordar y comentar a sus descendientes,
sus heroicos combates en la ciudad de Trujillo. Aunque, para los más jóvenes,
no existían derrotas definitivas, sobre todo por ser su primera experiencia; en
este sitio, años después, nacerá el importante hombre público Dr. y general
Rafael González Pacheco, líder del movimiento liberal.
*
Las calles de lajas y piedra, adornadas por la
maleza natural y la tierra, estuvieron opacadas por la hermosa neblina y la sombra de sus inquietos caminantes. Desde la margen derecha, de la Vega de los
Toros, hasta los del lado izquierdo del río, se fueron congregando, bajo las
órdenes del comandante Alcázar, aquellos quijotes andinos, para luego emprender
la marcha por el ramal montañoso y transitar el camino sinuoso para llegar a Trujillo, donde se
encenderían los tiros bolivarianos.
El 18 de abril de 1831, partieron de la plaza principal de San
Lázaro, frente al templo, donde se persignaron y pidieron el favor del triunfo
de su causa a la Virgen del Rosario.
Hasta la ciudad de Trujillo, les esperaba unos 26 kilómetros
aproximadamente, que tuvieron que recorrer los milicianos bolivarianos, unos
armados con fusil, otros con chopos caseros y los más sencillos con sus
machetes de labor. Se le unieron también, campesinos y soldados y voluntarios
que desde Cabimbú y de Santiago, que consideraban justo, a pesar de la muerte
del Libertador, reinstaurar el proyecto de la Gran Colombia. Estos anduvieron
unos 6 kilómetros para sumarse a la tropa comandada por Alcázar.
Habrían quedado en el imaginario
popular, las palabras de preocupación de los paecistas trujillanos, al
enterarse de la protesta popular que
surgía de una de sus parroquias foráneas:
- Es cierto, le confirmaría Francisco Labastida a su tío
Ricardo; sin embargo, le recordó que el pueblo mayoritariamente estaba a favor
de la “separación” y que lo que estaba ocurriendo era un triste espectáculo de
un oficial con unos pocos campesinos, atacando las fuerzas del gobierno
legitimo de Páez, en la ciudad. Especulaban que en cuestión de horas, se
sometería esta protesta. A pesar de todo, esa frase asertiva formará parte de
la historia mitológica de nuestros pueblos.
La situación del país, la observaba
Páez, tranquila, muy buena para sus propósitos, hasta que le informaron que los
próceres Monagas y Mariño, también se habían alzado; inmediatamente, llamó a su
Estado Mayor y se puso en campaña militar. Se conocía que en la ciudad de Trujillo, luego del
pronunciamiento de los sectores de poder en los Cantones, se habían reunido los
Briceño, Labastida, Chuecos, Araujo, Carrasquero, Terán, Carrillo, Roth, y
Baptistas, la crema de la “Godarria”
organizando sus tropas de las haciendas de su propiedad, para defender
la disolución de la Gran Colombia.
Fueron las primeras horas, de un alzamiento que reactivaba algo
peligroso, el sentimiento bolivariano, que les mermaba sus privilegios y la
posibilidad de seguir ejerciendo el poder.
El letrado, que junto con el tribuno
Domingo Briceño, el “negro Briceño”, bregaba en los estrados nacionales e
internacionales, por el reconocimiento a Trujillo de su condición de Provincia
en la nueva República, estaba absorto y confundido con lo que estaba pasando en
su terruño, pensó que se avecinaba otra guerra. El Dr. Ricardo Labastida, lo habían
designado gobernador de Trujillo, un civil ilustrado, en el mundo
pretoriano.
Santiago del Burrero se
sumó a la rebelión popular.
Se
ha escrito, no con suficiencia, sobre el acto vivencial, inclusive, lo
anecdótico que lo enaltece y lo eleva espiritualmente como acto bolivariano de
insumisión y rebeldía popular, como acto de valor a toda prueba.
En cambio, no escapó al pueblo de
Santiago, hermano histórico del de San Lázaro, dejar huella de sus vivencias,
narrando este hecho, a través de la oralidad, así iría construyendo su aporte
historiográfico.
Relacionado
con esta asonada, el escritor
trujillano, Dr. Manuel Andara Olívar, comentó en una de sus crónicas, que el
año anterior hubo una protesta parecida,
con agilidad y apasionamiento, con mucho de lo que pudo obtener de la memoria
local, del pueblo de Santiago del Burrero, de la jurisdicción de la Quebrada, a
unos pocas leguas de San Lázaro, narró en nota volandera, que hubo solidaridad total con el separatismo y
señaló que, << … luego de tenerse noticia de la
separación definitiva de Venezuela de la Gran Colombia, el pueblo de Santiago
reaccionó en contra de aquélla medida. Privó para no estar de acuerdo con los
pronunciamientos separatistas, dados en la región de Trujillo por Boconó y
Carache, muy seguramente aquél sedimento acumulado durante los años de su
formación, en el que afloraban los sentimientos y actitudes de sus fundadores y
primeros pobladores. Estaba allí grabado en el légamo que forma la tradición y
modela el alma de un conglomerado, los caracteres idiosincrásicos de Juan Caymito,
personaje casi mítico del Santiago de 1682, de aguda malicia, jefe de
fugitivos, y poco inclinado al sometimiento; el espíritu de solidaridad de
Pablo Cabrero, el hombre que compartía la leche de sus cabras y ayudaba con su
trabajo físico al grupo de indios refugiados en las montañas por rebeldía
contra los encomenderos; la abnegación del Padre don Joseph de Olivares; el
patriotismo de don José Ignacio González; el amor a su tierra del cacique
Vicente Blanco; y el sueño de libertad de Pedro Ignacio, el negro guineo que se
murió soñando con su África>> (Andara Olívar,
Manuel.
Por
la Gran Colombia.
En: saber.ula.ve). Fue la forma
estética de este cronista para describir este apasionante pasaje de historia
local, una protesta de 1830, con iguales ribetes a la de San Lázaro.
Seguidamente,
ese mismo compilador, afirmó que sin estos antecedentes, el comandante de la
insurrección <<no hubiera podido lograr
asidero para su cometido de respaldo a la obra del Libertador entre los
moradores del pueblo, para poner en pié y sobre las armas a un grupo de
milicianos con el elevado propósito de impedir se produjera la separación de la
Gran Colombia, fomentada por Páez y secundada por el grupo de caudillos de la
independencia>>; indudable, estaban mal armados, sin formación
militar, mal alimentados, con poco
parque y en desventaja numérica, no se puede concluir otra cosa como
motivación.
Según
este mismo cronista, <<…la suerte de Venezuela estaba
definitivamente echada. La oligarquía del país se había agrupado alrededor del
caudillo llanero y, en las ciudades de Trujillo, Boconó y Carache, los hombres
de abolengo, de sonoros apellidos ilustres habían constituido juntas para
respaldar los propósitos separatistas. Los pueblos trujillanos se desbordaban
entonces, arreados como rebaños por los generales de la independencia, al grito
de "Separación y Libertad", lema del General Santiago Mariño, quien
en aquéllos días iba camino del Táchira, por las trochas de Boconó… >>; por el hecho de que, fue una asonada local, no dejó de
convertirse en un fuerte campanazo para el gobierno separatista; en efecto, este hecho y los
semejantes, van a demostrar las diferencias y confrontación entre los militares
oligarcas, y el pueblo sencillo de Venezuela, con su sentimiento bolivariano. Se
expresaba de esa forma, un gran debate sobre el destino de la Patria, que a la
vez, exteriorizaba las contradicciones de clase, entre los terratenientes que detentaban el poder y el campesinado
mayoritario, que estaba excluido de él,
debate que fue neutralizado por el peso de las armas, el verdadero
poder.
Esto lo corrobora, el recordado amigo
e historiador Arturo Cardozo, quien escribió: <<todos estos
pronunciamientos acaecidos en los pueblos trujillanos, se suscitan
prácticamente en presencia del general Santiago Mariño, quien viene hacia los
Andes a reforzar la frontera ante una posible reacción grancolombiana. Este
hace entrega de 300 reses al coronel Cegarra, como ayuda del nuevo gobierno
nacional a los separatistas trujillanos>>. (Cardozo, Arturo. Por el cauce de un pueblo. Tomo 1. pág.
48. FEAC. Trujillo.2001). Mariño, en el año 1830, se suma a los divisionistas,
y al año siguiente, respalda el proyecto oriental del general Monagas, en su
sublevación “integracionista”. Al
parecer, cambiaron de posición políticas e izaron las ideas y el legado de
Bolívar, con fines y aspiraciones presidenciales, o cuando menos, también
separatistas, para crear la República de Oriente.
Reveló
igualmente Andara Olivar, quiénes fueron esos corajudos campesinos, que marcharon con chopos y machetes
de labriegos a reclamarle a la godarria trujillana, la inconsulta separación de
Trujillo y Venezuela de la Gran Colombia, la respuesta: <<Gentes
anónimas de Santiago: los Juanes Garcías o Pedros Pérez del lugar, obscuros y
sin nombres, se agruparon solidarizándose con Alcántara para salir en defensa
de las ideas de El Libertador, moribundo ya en Santa Marta. Se alistaban con lo único que podían llevar a
la guerra: Su hambre, su pellejo y sus huesos>> (Ídem). Con seguridad se alistaron como voluntarios, agricultores, peones,
arrieros, comerciantes, criador,
conuquero, enjalmero, molinero,
zapateros, carpinteros, herreros,
panaderos, jornaleros, albañiles y hasta el sastre, gente sencilla,
enarbolando el ideal bolivariano y llevando con mucha dignidad su rango de tropa, soldados, cabos y ayudantes.
Sobre
el tiempo que duró este alzamiento popular bolivariano, coincide con el
estimado por los historiadores anteriormente citados, <<fue breve. Apenas treinta días logró mantenerse con sus ciento
cincuenta milicianos sobre las armas. Durante este corto tiempo se hizo fuerte
en las poblaciones de Santiago y San Lázaro. Su grito de guerra fue la
reincorporación a la Gran Colombia>> (Ídem). Si bien la vida en campaña del comandante
sanlazareño, andando con Bolívar, por Venezuela y Colombia, fue dilatada, a
ella se le sumará su corta intentona, aunque heroica, de Trujillo en abril de
1831.
Es
de destacar que el general Mariano Montilla, hijo del trujillano Dr. Juan Pablo
Montilla Briceño y de la primera dirigente política del país, Doña Juana
Antonia Díaz Padrón (Juana Montilla), en 1831, durante esta insurrección,
también se alzó en Cartagena de
Indias, pretendiendo restaurar la Gran
Colombia, pero el movimiento fue sofocado por el General venezolano José
Ignacio Luque, y este Montilla, como era el comandante de la plaza y líder de
los revolucionarios, capituló para mantener la paz, el 23 de abril de 1831.
Por esta larga, empedrada y solitaria calle de Santiago, se apresuraron los milicianos para sumarse a la causa del comandante Alcázar que esperaba en San Lázaro, en 1831. Cronografía 3316.
El
desenlace de esta jornada heroica previa, la resume el Dr. Andara Olivar, en la
siguiente forma: <<El Coronel Miguel Vicente Cegarra, Jefe Militar de la Provincia de
Trujillo, decidió no atacar a Alcántara (Alcázar), para obligarlo a tomar
una decisión. Fue así, brevemente, casi sin
pensarlo, por lo que Alcántara (Alcázar), decidió marchar sobre la capital provincial.
Y una mañana de mediados del mes de mayo, el fuego de los hombres del
Comandante Pedro Alcántara Valencia (Alcázar), atronó con sus disparos las calles de la vieja ciudad. Cegarra les
había tendido una trampa. Inútil fue el sacrificio. Pero grande e imperecedera
la lección>>
(Ídem). Al parecer, el coronel Cegarra, al seguir
primero al general Páez, en la fase de desintegración, y luego apoyar a los
generales Mariño y Monagas, en el alzamiento “integracionista” estaba apostando
a la doble parada, posturas muy propias
de los caudillos de la época; en cambio, los humildes campesinos, los
defensores de la Gran Colombia, llevarían sus intenciones hasta el final;
haciendo respetar el legado del Padre de la Patria.
La incidencia de la rebelión de 1831,
causó serias consecuencias en la sociedad trujillana, confusión, rupturas,
quizás por disconformidad con la campaña difamatoria contra Bolívar. El
recordatorio del proceso mancillador y fragmentario de la República, va acorde
con lo que escribió Arturo Cardozo, en relación a lo que ocurrió el año
anterior, que <<En medio de la rebelión “integrista” se instaló en Valencia el
primer Congreso Constitucional de la República. No asisten representantes por
la Provincia de Trujillo, porque ésta aun no ha terminado de organizarse
política y administrativamente>> (Cardozo: pág. 52). La godarria
tenía el gobierno y las fuerzas vivas de los Cantones, el clero, los
terratenientes y la fuerza militar en
sus manos, y no había ajustado y ordenado las instituciones, es decir, no se
habían puesto de acuerdo en cómo se repartirían el gobierno de la Provincia, en
la que pretendían seguir ejerciendo la hegemonía del poder, hasta que pactan
ponerse bajo la dirección política del “Cojo” Labastida.
Del acervo documental encontrado de esta jornada popular de insumisión de San Lázaro y Santiago, se pudiera considerar que fue el único acto de insumisión popular armada del occidente andino del país, de rechazo concreto a la destrucción del sueño de Bolívar: la unión de las naciones recién liberadas. Así fue, el 19 de abril de 1831 y los días subsiguientes, en Trujillo.
3.- Los Protagonistas.
Las contradicciones generales en este
proceso de desintegración del proyecto unificador de naciones, se vieron envueltas en las posiciones de los
llamados federalistas, encabezados por el general Francisco de Paula Santander
(en la Nueva Granada), el controversial general José Antonio Páez (en
Venezuela) y Juan José Flórez (en Ecuador), y los centralistas, con Bolívar
liderizando este bando.
Ricardo Augusto Labastida Vethencourt, primer gobernador de Trujillo.
Fue el líder de los entusiastas
secesionistas trujillanos. Le tocó enfrentar el alzamiento popular de San
Lázaro y Santiago del Burrero, en 1831.
Ricardo Augusto Labastida Vethencourt, hijo del procer independentista
Francisco Antonio La Bastida Briceño y Fernandez, y de Asuncion Vetancourt, la
legendaria mantuana patriota del “vientre esplendido”, nació en Mendoza del
Bomboy, el 6 de enero de 1800, en la hacienda “San Francisco”, en la Cañada de
Mendoza del Bomboy (hoy Parroquia Mendoza, Municipio Valera, Estado
Trujillo); murió en Betijoque, en 1876. Doctor en Derecho Civil de la Universidad de
Caracas. Ejerció el cargo de Gobernador de Trujillo desde 1829 hasta 1832 (La
Riva Vale: 112). Escritor, rico hacendado, diplomático, fue designado
plenipotenciario para tratar los asuntos de Venezuela con Inglaterra en 1858.
Cuando Trujillo es despojada de su salida al Lago de Maracaibo (La Ceiba, la
Ceibita y Moporo), perdiendo su condición de estado ribereño, fue Labastida,
quien dio la batalla en los estrados políticos y jurídicos, así como en el
parlamento nacional, para recuperar lo que le había pertenecido por siglos a
esta Provincia. Igual pelea dio, cuando anexaron Trujillo al Departamento de
Zulia, reclamando la autonomía de su pueblo, lo que logró con su inteligencia y
con su atronador verbo. Le decían el “Cojo Labastida”, por su pierna lesionada
en el terremoto de 1812.
Miguel Vicente Cegarra, el aguerrido prócer de Burbusay.
Miguel Vicente Cegarra (en algunos
documentos históricos aparece: Segarra).
Nació en Burbusay, 24 septiembre
1790. Se casó con Rosalía Caro, luego, en segundas nupcias con Dolores Briceño
Valbuena, sobrina del Dr. y coronel Antonio Nicolás Briceño “El Diablo”, prócer
Libertador. Fue un oficial bolivariano y legalista, con el rango de Coronel
obtenido por sus servicios en la Guerra de Independencia; peleó en las batallas
campales de 1813, Niquitao y Agua de Obispo;
batalló junto a José Antonio Páez
desde 1816; finalizada la Guerra fue designado gobernador de Trujillo, en 1827.
Luego jefe de armas en los cantones de Trujillo, Escuque y Betijoque. <<En 1831 se unió al Coronel
Castañeda, que en Carora se alzó en armas para secundar la proclamación de
Colombia, que el general José Tadeo Monagas promovió en Oriente. Habiendo
fracasado ésta, cayeron prisioneros en Valencia los coroneles Cegarra y
Castañeda, pero fueron amnistiados poco tiempo después>>
(D’Santiago, Pedro. Biografías
Trujillanas. Edime. Madrid. 1956); se refiere al Coronel Juan Estanislao
Castañeda, nativo de Arenales, Estado Lara; se debe destacar que este prócer
independentista larense, fue el primer Presidente de la Sociedad Bolivariana de
Venezuela. Cegarra, tuvo
participación en el levantamiento de San
Lázaro, imbuido en el proyecto impulsado por el general en jefe Santiago Mariño
y José Tadeo Monagas, en Oriente de Venezuela.
Pedro Alcázar, el comandante de la insurrección campesina.
Siguiendo
el criterio de algunos historiadores, entre ellos, los que mencionamos
anteriormente, conjugado con las
referencias de la memoria local, en alusión a sus características, para este
año 1831, cuando a la cabeza de un puñado de jóvenes campesinos, salió de San
Lázaro en plan de guerra, pudo haber tenido unos 35 años de edad. No se cuentan con mayores datos biográficos
del comandante Alcázar; se presume su nacimiento en San Lázaro, por su
influencia sobre la población campesina de esta zona; posiblemente, siguiendo
la cartilla colonial de identidad y el modelo social endogámico impuesto por el
imperio de España, usaba el nombre de bautizo católico, con el apellido de su
madre o de su padre que en la mayoría de los casos, eran varios y era
potestativo escoger y usar uno o varios de los de sus progenitores, y por eso,
lo del apellido. Fue un oficial, con rango de Comandante, obtenido por sus servicios en la Guerra de
Independencia, según lo registran los viejos historiadores colombianos y
venezolanos, que mencionamos anteriormente; había batallado en el ejército de
Bolívar, en las campañas de Colombia. En 1831, avecindado en el pueblo de San
Lázaro (Trujillo), organizó una tropa de
200 voluntarios bolivarianos desde los lugares recónditos y montañosos más
alejados, como Cabimbú, y Santiago, y
estando involucrado el coronel Cegarra, se dirigió a tomar militarmente la ciudad de Trujillo, y la atacó, haciendo
valer su rechazo a la desintegración de la Gran Colombia. Acusado de haberse sublevado contra el orden
establecido, es capturado y encarcelado.
Los anteriores, son algunos de los
nombres de los personajes, que junto con el grupo de sanlazareños, estuvieron involucrados en esta peculiar jornada guerrera, en favor del
restablecimiento de la Gran Colombia.
4.- Tabla cronológica:
1819. Fue fundada a instancias del Libertador
Simón Bolívar, el 17 de diciembre de 1819, por el Congreso de Angostura, la
República de Colombia, conformada por los territorios de Venezuela, Nueva
Granada o Cundinamarca, Ecuador y Panamá.
1821. Se reunió el Congreso Constituyente
de Colombia, el 6 de mayo de 1821, en el Rosario de Cúcuta. Asistió como
representante Domingo Briceño (el negro Briceño), nativo del valle del Bomboy
(Trujillo), hermano del “Diablo” Antonio Nicolás Briceño; también, el
panameño Obispo de Mérida Dr. Rafael
Lazo de la Vega, y los maracaiberos Manuel Benítez, José Ignacio Valbuena y Bartolomé
Osorio. En la sesión del 7 de octubre, Domingo Briceño no aceptó que Bogotá
fuese la sede del gobierno de la Gran Colombia, ni provisional ni definitiva,
protesta que hizo por escrito. Fue el primer reproche de la delegación
venezolana contra el gobierno central, luego se sumaran nuevos pronunciamientos
hasta la separación definitiva (Dávila, Vicente. Próceres Trujillanos. págs. 279 a la 283. Imprenta Bolivar.1921).
1826. Para
1826 y como consecuencia de las constantes contradicciones y disputas entre
Bogotá y el eje Valencia-Caracas, entre el vicepresidente Santander y el
intendente y el jefe militar de Venezuela, Soublette y Páez respectivamente; la
situación en Venezuela era cada vez más delicada, en especial porque ya se
estaba gestando un movimiento con intenciones claramente separatistas, “proclamando lo que a la postre sería la
base en la que se sustentó el surgimiento del nacionalismo venezolano”
(González, A., 2000, http://servicio.bc.uc.edu.ve/postgrado/manongo14/14-5.pdf);
el 30 de abril de este año, estalló en Valencia, la Revolución de los
Morrocoyes, mejor conocida como La Cosiata;
movimientos político promovido por el general Páez, y el letrado Miguel
Peña, que tenía por objetivo la separación y disolución de la Gran Colombia, en
los que mediaban intereses individuales o colectivos que se fueron produciendo
desde 1826 y culminarían con la total desintegración de la República Grande, en
1830. Bolívar, marchó sobre Venezuela a aplacar este movimiento.
1828. Entre
el 9 de abril y el 10 de junio de 1828, se realizó una Asamblea Constituyente, que se conocería como
la Convención de Ocaña, Colombia , convocada para reformar la
Constitución de Cúcuta y resolver los problemas fundamentales que tenía la República.
El enfrentamiento de las tendencias Federalistas y Centralistas,
que se mostraron irreconciliables, la convirtieron en una confrontación de ideas entre Bolívar
y Santander, lo que llevó al fracaso dicha convención. De esa manera, se produjo un quiebre de la
constitucionalidad, que dejaría sin efecto el Congreso de Colombia, y la
Constitución de Cúcuta prácticamente quedó derogada.
1828. El
27 de agosto de 1828 el Libertador emitió un Decreto Orgánico, que llamó "Ley Fundamental" por medio
del cual asumió las atribuciones del Poder Legislativo, suprimió la
Vicepresidencia y de hecho, instauró la
dictadura, y asimismo, dejó sin vigencia la Constitución de Cúcuta; esto, le permitió organizar el Consejo de Estado y
dividir la República en 4 jefaturas superiores. Este acto tuvo respaldo
popular.
1828. Fue
convocado, mediante decreto por el Libertador Presidente, el 24 de diciembre de
1828, el Congreso Constituyente
de Colombia.
1829. En
las ciudades de Valencia y Caracas, días antes de desarrollarse el Congreso
Constituyente, se concentraron los días 23 y 25 de noviembre de 1829, varias
asambleas populares destinadas a expresar la opinión sobre la forma de gobierno
que debía tener la República, el tipo de Constitución y la forma de elecciones
para escoger el Presidente de la Nación. Dichas asambleas se unificaron en la
idea de la separación definitiva de Venezuela del gobierno de la Gran Colombia,
con sede en Bogotá y el desconocimiento de la autoridad de Bolívar.
1829. A
finales de este año, es designado el Dr. Ricardo Labastida, como gobernador de
Trujillo, cargo en el que estará hasta el año 1831.
1830. El
13 de enero de este año, Páez formó
gabinete como jefe civil y militar,
desobedeciendo al Poder central; ya que en noviembre de 1829, las autoridades del Departamento de
Venezuela, habían desautorizado el mando
de Simón Bolívar, al frente del gobierno.
1830. Se reunió entre el 20 de
enero y el 11 de mayo de 1830 en la ciudad de Bogotá (Colombia), el Congreso
Constituyente de Colombia (llamado Congreso Admirable). Su resultado fue nulo,
al no poder acordarse en la unión de las regiones en torno al mando de Bogotá.
1830. El
4 de junio de 1830. Bolívar hizo renuncia del cargo y el Congreso nombró
Presidente de la República a Don Joaquín Mosquera.
1830. El
general Páez, el 13 de enero de 1830, define la separación definitiva de
Venezuela, de la Gran Colombia; disuelta
ésta, produjo el nacimiento de tres entidades estatales distintas: Colombia,
Ecuador y Venezuela.
1830. El
29 de enero de 1830, en el Congreso Admirable se tomó la decisión de separar
definitivamente a Venezuela de la Gran Colombia.
1830. El
Cantón de Escuque, conformado con los
pueblos de Mendoza, Escuque, Motatán,
Valera y La Puerta, reunidas su fuerzas vivas y representantes en la Plaza
Pública de Escuque, el día 3 de febrero de 1830, decidieron 1) apoyar la
desintegración de la Gran Colombia; 2) dar pleno respaldo al general Páez; y 3)
desconocer la autoridad del Libertador, pero rechazaron los epítetos infames
que se le imputaban a éste, en el formulario de la consulta nacional.
1830. Páez
convocó al Congreso Constituyente de Venezuela
y éste se instaló el 6 de mayo de 1830, en la ciudad de Valencia.
Elaboró una nueva Constitución que sentó
las bases que dieron validez legal y jurídica a la separación de
Venezuela de la República de Colombia, e igualmente, designó al general José
Antonio Páez, como Presidente de la República de Venezuela, teniendo gran
influencia en la conducción de la fase de refundación.
1830. Trujillo,
retoma nuevamente su posición de Provincia, que había perdido en 1824, mediante
la Ley de División Político Territorial, pertenecía al Departamento del Zulia.
Pudo haber privado este objetivo (rescatar la condición de provincia), para
haber asumido el separatismo, en algunos
de los involucrados, en la toma de tal
decisión.
1830. El 13 de mayo, Quito, se separa
definitivamente de la Gran Colombia. El 23 de septiembre promulga su primera
Constitución y designa al general Flores, como Presidente de la República de
Ecuador.
1830. En
la montaña de Berruecos, en el viejo camino de Popayán a Pasto, el 4 de junio de 1830, fue emboscado y asesinado el mariscal Antonio
José de Sucre, potencial sucesor político de Bolívar y leal al proyecto de la
Colombeia.
1830. En
octubre 14 de 1830, se sancionó la “Ley sobre Delitos de conspiración o
traición, su juicio y penas”, llamada coloquialmente como Ley de Conspiradores, que sustituyó la
aprobada el 20 de febrero de 1828, cuando todavía Venezuela formaba parte de la
República de Colombia. Una ley aprobada, para ser aplicada a los bolivarianos,
propulsores de la Gran Colombia. En
ella se establecía una gradación para la
conspiradores según la clase de los actos perpetrados: “Art. 2° Son traidores o conspiradores de primera clase, y sufrirán la
pena de muerte: 1° los que residiendo en el Estado de Venezuela tomen las armas
voluntariamente para hacerle guerra a favor de sus enemigos, o por destruir o
trastornar las bases del Gobierno establecido por su Constitución”;
con esto, se contaba con el instrumento
de intimidación y persecución a los adeptos al proyecto bolivariano. Se lo
aplican, pocos meses después, al héroe de San Lázaro, Comandante Pedro Alcázar,
al coronel Miguel Vicente Cegarra, y al coronel Castañeda.
1830. El
Libertador Simón Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830, en San Pedro
Alejandrino, de la ciudad de Santa Marta, Colombia.
1831. El
Congreso de la República, el 24 de marzo de 1831, elige al General José Antonio
Páez, como Presidente de la refundada República de Venezuela.
1831. El
general Urdaneta, trató de restablecer la unidad gran colombiana, pero fracasó
y renunció a la presidencia, el 30 de abril de 1831.
1831. En San Lázaro y Santiago del Burrero, Provincia
de Trujillo, en Venezuela, en abril de 1831, un grupo de 200 campesinos
voluntarios, bajo el mando del
Comandante Pedro Alcázar, izando la
bandera bolivariana, se levantó en armas, por el restablecimiento y la reintegración de la Gran Colombia.
1831. A
finales del mes de mayo, es capturado y enjuiciado el comandante Alcázar y un
grupo de sus oficiales campesinos subalternos.
1831. El
19 de junio, es dictado indulto en favor de los Alzados en San Lázaro. El
coronel Miguel Vicente Cegarra, también salvó su vida.
1831. El
presidente Páez, el 24 de junio de 1831,
en Valle de la Pascua, logró un acuerdo con el principal caudillo de los
sublevados de Oriente, el general José Tadeo Monagas, y éste se somete al
imperio de la Ley.
5.- Propósito de este articulo.
Adelantamos al comienzo, que con esta
crónica, nos mueve rescatar un hecho
histórico excepcional, raro, casi desfasado con su época, tratado con profunda
indiferencia por los historiadores y cronistas, pero totalmente cargado de convicciones, buenas ideas y
enseñanzas, las de nuestro constructor de utopías: Simón Bolívar. Esto fue, en un momento en que la mayoría de
los dirigentes políticos y militares venezolanos, rechazaron al Libertador,
tanto físicamente, como a su gobierno, su ideario y uno de sus sueños
magistrales: la consolidación del proyecto de la <<Colombeia>>.
Bien merece este hecho ser mas investigado y asimismo, recordado, con una obra,
placa o monumento, en honor al Comandante Pedro Alcázar y los bolivarianos
desconocidos, que participaron.
A la encumbrada “ciudad letrada” y los escritores de la historia regional, no
les interesó registrar este episodio, sus protagonistas sin nombre,
alpargatados y descamisados, humildes campesinos, no podían aparecer como
desafiantes en lo que se consideró y difundió como el “apoyo total” de Trujillo
a la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Este episodio, no podía
comentarse en los libros de historia, había que silenciarlo, no convenía darle
relevancia, porque los protagonistas, eran seres anónimos, no fueron miembros
de la “godarria”.
Al rescatar este hecho
histórico, estamos recordando que
andando las primeras décadas del siglo XXI, a pesar de algunos esfuerzos
fallidos, la obra de Bolívar continua inconclusa, el sueño libertario e
integracionista latinoamericano esta aun pendiente, las ideas vigentes de éste,
siguen a la orden de los pueblos, para que las conviertan en instrumento
insuperable de lucha de liberación y soberanía.
La Puerta, junio de 2020.
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