domingo, 5 de junio de 2022

Antonio Lino Rivero, metódico foto-cronista.

 Antonio Lino Rivero, metódico foto-cronista.


Oswaldo Manrique Ramírez.


Las nuevas generaciones de profesionales y educadores que se formaron en los planteles José Luis Faure Sabaut, en el Colegio Parroquial Nuestra Señora de la Paz, en la Escuela Técnica Elsa Rosales de Cabrita, en los establecimientos escolares del Páramo, La Flecha, La Lagunita, El Molino y Las Delicias, así como, en la Escuela de Música de La Puerta, muy poco han oído hablar de Antonio Lino Rivero, el recopilador histórico más acucioso y meticuloso que ha  nacido en nuestra comarca. Sin embargo, su trabajo ha circulado en computadoras, laptops y móviles, puede verse en un hermoso dossier con muchas y variadas fotografías sobre personajes y sitios históricos de esta parroquia, pensando en aquello que una fotografía dice y  expresa  más que mil palabras, lleva por nombre <<La Puerta, un Pueblo>>, que fue publicado por él, y también ha sido digitalizado. Antonio Lino, nos ha demostrado que una buena fotografía comentada, expresa significativamente, más que mil palabras. 



Antonio Lino Rivero








Hombre de tez clara, alto, delgado, cabello canoso, de interesante y agradable conversación; don Antonio Lino, tiene actualmente 85 años de edad. Conversé con él, a comienzos de este año 2022, en su casa en la avenida Páez de La Puerta, donde generosamente me atendió, sitio de reencuentro con sus vivencias y sueños con las cumbres de su tierra de bomboyes.


Antonio Lino Rivero Paredes, nació en  El Censo, de la hoy Parroquia La Puerta, el 27 de septiembre de 1937. Hijo de Doña Leonor Paredes, oriunda de La Puerta y del maestro  Martín Rivero, también nacido en  El Censo, el 11 de septiembre de 1903, hijo de doña Catalina Rivero y Resurrección Araujo, éste, padre del conocido hacendado Luis Ignacio Araujo. Martín, fue el creador y primer maestro de  lo que llamaban primeras letras en el caserío El Censo, fue agricultor y se desempeñó como buen albañil en aquellos tiempos; considerado uno de los viejos poetas, compartió con los bardos locales Juan de La Cruz y Concio Rivas, espontáneos trovadores de esta localidad, y le dedicó sus versos condensados a su pueblo, en  <<Por qué me fui>>.

En 1940, su padre se muda a La Puerta, donde adquirió un solar en la avenida Páez, que a pesar que le daba para mantenerse, la familia fue creciendo, y optó por ir en busca de nuevos derroteros;  falleció en Maracaibo el 10 de julio de 2014.

Antonio Lino, hijo de maestro, cursó estudios en 1944, en una de las primeras escuelas, que quedaba frente al hoy Pastelito de Oro, al lado de la casa de la familia Sulbarán; conserva vivos recuerdos de sus maestras Emma y Edilia Carrasquero. Cuando pasó a estudiar en la Escuela Faure Sabaut, ubicada en una esquina de la Plaza Bolívar, recibe clases del Bachiller Barrios, también del Bachiller García y de la maestra Pepita Abreu, hija de don José Rafael Abreu, que por cierto, regentaba una escuela de primeras letras, en lo que es hoy el Hotel El Padrino.

De sus propias palabras, recordó que en 1949, tenía 11 años, <<la situación económica era muy difícil, el pago era pequeña cosa, mi padre decide mudarse con la familia a Maracaibo, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida>>.  (Conversación con Antonio Lino Rivero. La Puerta. Enero 2022). Al llegar a dicha ciudad, se alojan en una casa de un primo, Camilo Rivero, que se la cedió porque se había divorciado, con la condición que se la desocupara porque tenía en proyecto casarse nuevamente.

Eran  seis hermanos, Américo que murió tempranamente; Emma Rosa, José Américo, a este hijo le reiteró este nombre de pila porque era un admirador del coronel Américo Burelli García, caudillo militar nacionalista y emprendedor hombre del desarrollo y de la prosperidad de La Puerta; Carmen Delia, Misael Antonio y él, Antonio Lino Rivero Paredes.   

Relató que sus primeros días en Maracaibo, fueron de asombro, conociendo, admirando los ferris, los vehículos, el dinamismo y el sonido bullicioso de aquella ciudad, era algo nuevo para él, y quería trabajar. Su paisano Alberto Burelli, quien era jefe de almacén de Zulia Motors, gran empresa comercial ubicada en la avenida Libertador, le consiguió un trabajo provisional a su papá Martín, en el que estuvo entre 1950 y 1965, es decir, lo provisional duró 15 años.

Como quería trabajar y ayudar a la familia, se puso a vender café por el centro de la ciudad, terminales de pasajeros, empresas, plazas. Compraba el café hecho en un negocio propiedad de Cesáreo Moreno, en la avenida Libertador, allí en la madrugada, se encontraba con muchos vendedores de café, recuerda que vendía dos copas de café por 0,25 Bolívares; le iba bien y le daba a su mamá para los gastos de la comida. Llegó un momento, en que él, ganaba más que su papá y que el mismo  Alberto Burelli. Con lo que la mamá ahorraba y guardaba, pudieron comprar la casa.

A los 15 años, era 1952, ingresó a Zulia Motors, como mantenimiento en el área de línea blanca, luego pasó a repuestos, ganando 37,50 bolívares semanales, un buen sueldo, que se lo entregaba a su mamá, ya vivían en el sector Nueva Vía, Maracaibo.

Nunca se ha desprendido de ese cordón umbilical que significa ser nativo de La Puerta, la visitaba y sigue visitando a menudo; en 1957, en una de esas visitas relámpagos, estando al frente de la iglesia, lo vio Antonio González, el secretario de la recluta militar, que hacía tiempo le había puesto el ojo, y mandó dos policías que lo reclutaron, no hubo argumento válido y se lo llevaron para Valera; había salido sorteado. Rememoró nuestro personaje que, en el conscripto, lo seleccionaron para un grupo, y una madrugada lo trasladan a Mérida, y cuando llegan al cuartel, le dan un primer regalo, un baño con agua helada. Como tenia estudios de bachillerato y con una estatura de 1,76 metros, lo enviaron a hacer curso en Mérida en el Cuartel de Policía Militar, donde se formaba la escolta presidencial y de altas personalidades del país, y asimismo, velar por el buen comportamiento del personal de tropa cuando estaban de permiso. Era el Cuartel Rivas Dávila, sede de la Escuela de Policía Militar, y estudiaban jóvenes de los 23 estados del país. Hizo un curso de 4 meses. 



Testigo del tiempo. Sus vivencias de un golpe de estado.


El amigo Rivero, ha sido testigo de gran parte del siglo XX y de lo que va corriendo del XXI, y se ha entrevistado con muchos mayores, abuelos y bisabuelos de esta comunidad, en busca de la confirmación de sus intuiciones y expectativas históricas, y asimismo, de sus propias experiencias. Pero del baúl de sus recuerdos, tiene especial figuración lo que le ocurrió el 24 de noviembre de 1957, en la mañana lo alistan y lo trasladan en buses, de comisión, sin decir, el destino; pasan por La Flecha y le pide a su superior, que le permita enviarle un mensaje a su papá que lo va a visitar esos días en el cuartel, para que no fuera a perder el viaje. Había visto a su paisano Cesar la Cruz, que tenía allí una venta de repuestos cerca de la bomba de gasolina y le encarga le lleve el mensaje al señor Martin. Llegan a Carvajal, los bajan en la pista y los montan en dos helicópteros, que los ponen en el aeropuerto de  Maiquetía. Ni ellos le preguntaron, ni les dijeron nada de ese viaje repentino, solo seguían órdenes. Los llevan a la urbanización El Paraíso, en Caracas, y los bajan en el Cuartel militar de La Planta, que después lo convirtieron en cárcel. Antonio Lino estaba contento, porque aprovecharía de conocer a la capital de la República.

El 2 de diciembre de 1957, se realizaron las elecciones, un plebiscito montado por el gobierno para mantenerse en el poder.  En los días siguientes, los estudiantes de la UCV, se alzaron y realizaron protesta de calle. A su grupo de militares, le ordenaron controlar el orden público, con la siguiente instrucción: a los hombres, le dan 3 planazos por el rabo, y a las hembras 1 por las nalgas, guardando cuidado de no irrespetarlas. Antonio Lino, aun cuando estuviera en desacuerdo, aprendió <<Lo primero que a uno le enseñan es que el militar ni se ofrece ni se niega a cumplir una orden>> (Rivero, Antonio Lino.  A cincuenta años de una fecha histórica “23 de enero de 1958”. Impresión Fotostática. Maracaibo. 2008); mandato disciplinario.  

Escribió el mismo Antonio Lino, que  <<A fines de diciembre antes de noche buena el general Marcos Pérez Jiménez, visitó el batallón, iba acompañado de sus ministros para dar el saludo de Navidad y Año Nuevo al personal de oficiales y personal de tropa>> (Ídem); esta visita fue en los Cuarteles de Caracas. 

El primero de enero de 1958, hubo un alzamiento militar, el del coronel Hugo Trejo, que en los días siguientes había visitado ese Cuartel de La Planta. Todo era confuso, cuando escuchan pasar los aviones por los cielos caraqueños, y ordenan disparar con las ametralladoras punto 50, y a la reciproca, los aviones también respondían los tiros. <<En las paredes del cuartel quedaron las huellas del ataque aéreo>> (Ídem). Los mudaron al Cuartel Urdaneta, en Pro Patria, sede del Batallón Blindado Bermúdez. 

El 15 de enero, se escuchaban los runrunes del llamado a la huelga general. Los oficiales, según Antonio Lino, les recordaban que estaban preparados para la guerra, en efecto, la huelga estalló el 22 de enero, saliendo a las calles, las populosas barriadas caraqueñas, hubo disturbios.  

El 23 de enero de 1958, su grupo de efectivos militares, es sacado nuevamente a poner orden en las calles; Antonio Lino, iba en una patrulla, y al pasar por la urbanización El Silencio, cerca del Palacio de Miraflores, escucharon ¡Tumbaron al general!;  observaban a la gente alegre, festejando y gritando ¡Abajo Pérez Jiménez! En las radios, difundían el llamado a la calma, que hacia Fabricio Ojeda, Presidente de la Junta Patriótica, responsable del derrocamiento del general Pérez Jiménez. El golpe de estado contra el Presidente de la República, en 1958, lo recibe y lo vive nuestro personaje, en Caracas.

Pensando y preparándose porque los iban a devolver a su Cuartel en Mérida, a Antonio Lino lo seleccionan para ser escolta en la guardia del nuevo Presidente de la Nación,  el vicealmirante Wolfgang Larrazábal; se quedó y lo acompañó a la Base Naval en La Guaira,  estuvo un mes;  ya había ascendido a Cabo II;  recuerda que se echaba sus buenos almuerzos en el comedor de oficiales de la Escuela Militar, y lo designan furriel en Caracas y lo envían al Cuartel de Maracaibo, donde lo ascienden a Sargento; le dan la baja el 15 de diciembre de 1959, en el Palacio Blanco de Caracas. 

Se reintegró a sus albores en la empresa Zulia Motors, en 1960. Incursionó como Vendedor de repuestos de vehículos en la empresa Veneamerica. En 2005, se retiró, tuvo alguna afección de salud y montó su propio negocio.  

Antonio Lino, se casó el 19 de septiembre de 1964, con Elizabeth Rodríguez de Rivero, zuliana, con quien procreó cuatro hijos varones y dos hembras; la esposa murió el 8 de agosto de 2014.


<<Mis historias>>, para la posteridad 


En el año 2007, comenzó a elaborar <<mis historias>>, así las llama. La primera, tuvo como tema las monedas; luego se puso a escribir sobre la gente mayor de 80 años de nuestra comarca; y como penúltima, <<La Puerta, un pueblo>>, que se la dedicó al señor José Rafael Abreu, y la concluyó en el 2015. Este dossier, esta meticulosamente elaborado, cada página tiene su titulo, y cada fotografía tiene al pie la explicación necesaria, y la fecha en que fue tomada; es una admirable recopilación fotográfica de imágenes antiguas, personajes y de lugares y edificaciones emblemáticas de esta Parroquia. Cuenta además, con un trabajo sobre el segundo accidente de aviación en el Páramo de las Siete Lagunas, con muchas imágenes y valiosa información y datos. 


Hace pocos años, colaboró con el aporte fotográfico, así como de los textos y contenidos, en la realización del documental <<Nuestra comarca, historia y su gente>>, que se puede ver en el canal ValleTV La Puerta. Fue miembro de la Junta Pro celebración de los 350 años de La Puerta.

Antonio Lino Rivero, es uno de los más  diligentes y cuidadosos puertenses, que ha sabido darle valor sincero y concreto a su lar nativo, a su gente, a sus costumbres, tradiciones, cultura, sus sitios y monumentos naturales, y su historia. Su memoria debe ser difundida y permanecer como ejemplo de identidad y pertenencia, para las nuevas generaciones de esta localidad. 

La Puerta,  febrero 2022.

Omanrique761@gmail.com

 

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