Antonio Lino Rivero, metódico foto-cronista.
Oswaldo Manrique Ramírez.
Las nuevas
generaciones de profesionales y educadores que se formaron en los planteles José
Luis Faure Sabaut, en el Colegio Parroquial Nuestra Señora de la Paz, en la
Escuela Técnica Elsa Rosales de Cabrita, en los establecimientos escolares del Páramo,
La Flecha, La Lagunita, El Molino y Las Delicias, así como, en la Escuela de
Música de La Puerta, muy poco han oído hablar de Antonio Lino Rivero, el
recopilador histórico más acucioso y meticuloso que ha nacido en nuestra comarca. Sin embargo, su
trabajo ha circulado en computadoras, laptops y móviles, puede verse en un
hermoso dossier con muchas y variadas fotografías sobre personajes y sitios
históricos de esta parroquia, pensando en aquello que una fotografía dice y expresa
más que mil palabras, lleva por nombre <<La Puerta, un
Pueblo>>, que fue publicado por él, y también ha sido digitalizado. Antonio Lino, nos ha demostrado que una buena fotografía comentada, expresa significativamente, más que mil palabras.
Hombre de tez
clara, alto, delgado, cabello canoso, de interesante y agradable conversación;
don Antonio Lino, tiene actualmente 85 años de edad. Conversé con él, a
comienzos de este año 2022, en su casa en la avenida Páez de La Puerta, donde
generosamente me atendió, sitio de reencuentro con sus vivencias y sueños con
las cumbres de su tierra de bomboyes.
Antonio Lino
Rivero Paredes, nació en El Censo, de la
hoy Parroquia La Puerta, el 27 de septiembre de 1937. Hijo de Doña Leonor
Paredes, oriunda de La Puerta y del maestro Martín Rivero, también nacido en
El Censo, el 11 de septiembre de 1903, hijo de doña Catalina Rivero y
Resurrección Araujo, éste, padre del conocido hacendado Luis Ignacio Araujo. Martín, fue el creador y primer maestro de
lo que llamaban primeras letras en el caserío El Censo, fue agricultor y
se desempeñó como buen albañil en aquellos tiempos; considerado uno de los
viejos poetas, compartió con los bardos locales Juan de La Cruz y Concio Rivas,
espontáneos trovadores de esta localidad, y le dedicó sus versos condensados a
su pueblo, en <<Por qué me
fui>>.
En 1940, su padre
se muda a La Puerta, donde adquirió un solar en la avenida Páez, que a pesar
que le daba para mantenerse, la familia fue creciendo, y optó por ir en busca
de nuevos derroteros; falleció en
Maracaibo el 10 de julio de 2014.
Antonio Lino,
hijo de maestro, cursó estudios en 1944, en una de las primeras escuelas, que
quedaba frente al hoy Pastelito de Oro,
al lado de la casa de la familia Sulbarán; conserva vivos recuerdos de sus
maestras Emma y Edilia Carrasquero. Cuando pasó a estudiar en la Escuela Faure Sabaut, ubicada en una
esquina de la Plaza Bolívar, recibe clases del Bachiller Barrios, también del Bachiller
García y de la maestra Pepita Abreu, hija de don José Rafael Abreu, que por
cierto, regentaba una escuela de primeras letras, en lo que es hoy el Hotel El Padrino.
De sus propias palabras,
recordó que en 1949, tenía 11 años, <<la situación económica era muy
difícil, el pago era pequeña cosa, mi padre decide mudarse con la familia a
Maracaibo, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida>>. (Conversación con Antonio Lino Rivero. La
Puerta. Enero 2022). Al llegar a dicha ciudad, se alojan en una casa de un
primo, Camilo Rivero, que se la cedió porque se había divorciado, con la
condición que se la desocupara porque tenía en proyecto casarse nuevamente.
Eran seis hermanos, Américo que murió
tempranamente; Emma Rosa, José Américo, a este hijo le reiteró este nombre de
pila porque era un admirador del coronel Américo Burelli García, caudillo
militar nacionalista y emprendedor hombre del desarrollo y de la prosperidad de
La Puerta; Carmen Delia, Misael Antonio y él, Antonio Lino Rivero Paredes.
Relató que sus
primeros días en Maracaibo, fueron de asombro, conociendo, admirando los ferris, los
vehículos, el dinamismo y el sonido bullicioso de aquella ciudad, era algo nuevo
para él, y quería trabajar. Su paisano Alberto Burelli, quien era jefe de
almacén de Zulia Motors, gran empresa
comercial ubicada en la avenida Libertador, le consiguió un trabajo provisional
a su papá Martín, en el que estuvo entre 1950 y 1965, es decir, lo provisional
duró 15 años.
Como quería
trabajar y ayudar a la familia, se puso a vender café por el centro de la
ciudad, terminales de pasajeros, empresas, plazas. Compraba el café hecho en un
negocio propiedad de Cesáreo Moreno, en la avenida Libertador, allí en la
madrugada, se encontraba con muchos vendedores de café, recuerda que vendía dos
copas de café por 0,25 Bolívares; le iba bien y le daba a su mamá para los
gastos de la comida. Llegó un momento, en que él, ganaba más que su papá y que
el mismo Alberto Burelli. Con lo que la
mamá ahorraba y guardaba, pudieron comprar la casa.
A los 15 años,
era 1952, ingresó a Zulia Motors,
como mantenimiento en el área de línea blanca, luego pasó a repuestos, ganando
37,50 bolívares semanales, un buen sueldo, que se lo entregaba a su mamá, ya
vivían en el sector Nueva Vía, Maracaibo.
Nunca se ha
desprendido de ese cordón umbilical que significa ser nativo de La Puerta, la
visitaba y sigue visitando a menudo; en 1957, en una de esas visitas
relámpagos, estando al frente de la iglesia, lo vio Antonio González, el
secretario de la recluta militar, que hacía tiempo le había puesto el ojo, y
mandó dos policías que lo reclutaron, no hubo argumento válido y se lo llevaron
para Valera; había salido sorteado. Rememoró nuestro personaje que, en el
conscripto, lo seleccionaron para un grupo, y una madrugada lo trasladan a Mérida,
y cuando llegan al cuartel, le dan un primer regalo, un baño con agua helada.
Como tenia estudios de bachillerato y con una estatura de 1,76 metros, lo
enviaron a hacer curso en Mérida en el Cuartel de Policía Militar, donde se
formaba la escolta presidencial y de altas personalidades del país, y asimismo,
velar por el buen comportamiento del personal de tropa cuando estaban de
permiso. Era el Cuartel Rivas Dávila, sede de la Escuela de Policía Militar, y
estudiaban jóvenes de los 23 estados del país. Hizo un curso de 4 meses.
Testigo del tiempo. Sus vivencias de un golpe de
estado.
El amigo Rivero,
ha sido testigo de gran parte del siglo XX y de lo que va corriendo del XXI, y
se ha entrevistado con muchos mayores, abuelos y bisabuelos de esta comunidad,
en busca de la confirmación de sus intuiciones y expectativas históricas, y
asimismo, de sus propias experiencias. Pero del baúl de sus recuerdos, tiene
especial figuración lo que le ocurrió el 24 de noviembre de 1957, en la mañana
lo alistan y lo trasladan en buses, de comisión, sin decir, el destino; pasan
por La Flecha y le pide a su superior, que le permita enviarle un mensaje a su
papá que lo va a visitar esos días en el cuartel, para que no fuera a perder el
viaje. Había visto a su paisano Cesar la Cruz, que tenía allí una venta de
repuestos cerca de la bomba de gasolina y le encarga le lleve el mensaje al
señor Martin. Llegan a Carvajal, los bajan en la pista y los montan en dos
helicópteros, que los ponen en el aeropuerto de Maiquetía. Ni ellos le preguntaron, ni les
dijeron nada de ese viaje repentino, solo seguían órdenes. Los llevan a la
urbanización El Paraíso, en Caracas, y los bajan en el Cuartel militar de La
Planta, que después lo convirtieron en cárcel. Antonio Lino estaba contento,
porque aprovecharía de conocer a la capital de la República.
El 2 de diciembre
de 1957, se realizaron las elecciones, un plebiscito montado por el gobierno
para mantenerse en el poder. En los días
siguientes, los estudiantes de la UCV, se alzaron y realizaron protesta de calle.
A su grupo de militares, le ordenaron controlar el orden público, con la
siguiente instrucción: a los hombres, le dan 3 planazos por el rabo, y a las
hembras 1 por las nalgas, guardando cuidado de no irrespetarlas. Antonio Lino,
aun cuando estuviera en desacuerdo, aprendió <<Lo primero que a uno le
enseñan es que el militar ni se ofrece ni se niega a cumplir una orden>> (Rivero,
Antonio Lino. A cincuenta años de una fecha histórica “23 de enero de 1958”.
Impresión Fotostática. Maracaibo. 2008); mandato disciplinario.
Escribió el mismo
Antonio Lino, que <<A
fines de diciembre antes de noche buena el general Marcos Pérez Jiménez, visitó
el batallón, iba acompañado de sus ministros para dar el saludo de Navidad y
Año Nuevo al personal de oficiales y personal de tropa>> (Ídem);
esta visita fue en los Cuarteles de Caracas.
El primero de
enero de 1958, hubo un alzamiento militar, el del coronel Hugo Trejo, que en
los días siguientes había visitado ese Cuartel de La Planta. Todo era confuso,
cuando escuchan pasar los aviones por los cielos caraqueños, y ordenan disparar con las ametralladoras punto 50, y a la reciproca, los aviones
también respondían los tiros. <<En las paredes del cuartel
quedaron las huellas del ataque aéreo>> (Ídem). Los mudaron al
Cuartel Urdaneta, en Pro Patria, sede del Batallón Blindado Bermúdez.
El 15 de enero,
se escuchaban los runrunes del llamado a la huelga general. Los oficiales,
según Antonio Lino, les recordaban que estaban preparados para la guerra, en
efecto, la huelga estalló el 22 de enero, saliendo a las calles, las populosas
barriadas caraqueñas, hubo disturbios.
El 23 de enero de
1958, su grupo de efectivos militares, es sacado nuevamente a poner orden en
las calles; Antonio Lino, iba en una patrulla, y al pasar por la urbanización
El Silencio, cerca del Palacio de Miraflores, escucharon ¡Tumbaron al general!;
observaban a la gente alegre, festejando y gritando ¡Abajo Pérez Jiménez! En las radios, difundían el llamado a la
calma, que hacia Fabricio Ojeda, Presidente de la Junta Patriótica, responsable
del derrocamiento del general Pérez Jiménez. El golpe de estado contra el
Presidente de la República, en 1958, lo recibe y lo vive nuestro personaje, en
Caracas.
Pensando y
preparándose porque los iban a devolver a su Cuartel en Mérida, a Antonio Lino lo
seleccionan para ser escolta en la guardia del nuevo Presidente de la
Nación, el vicealmirante Wolfgang Larrazábal; se quedó y lo acompañó a la Base Naval en La Guaira, estuvo un mes; ya había ascendido a Cabo II; recuerda que se echaba sus buenos almuerzos
en el comedor de oficiales de la Escuela Militar, y lo designan furriel en
Caracas y lo envían al Cuartel de Maracaibo, donde lo ascienden a Sargento; le
dan la baja el 15 de diciembre de 1959, en el Palacio Blanco de Caracas.
Se reintegró a sus
albores en la empresa Zulia Motors,
en 1960. Incursionó como Vendedor de repuestos de vehículos en la empresa
Veneamerica. En 2005, se retiró, tuvo alguna afección de salud y montó su
propio negocio.
Antonio Lino, se casó el 19 de septiembre de 1964, con
Elizabeth Rodríguez de Rivero, zuliana, con quien procreó cuatro hijos varones
y dos hembras; la esposa murió el 8 de agosto de 2014.
<<Mis
historias>>, para la posteridad
En el año 2007,
comenzó a elaborar <<mis historias>>, así las llama. La primera, tuvo
como tema las monedas; luego se puso a escribir sobre la gente mayor de 80 años
de nuestra comarca; y como penúltima, <<La Puerta, un pueblo>>, que
se la dedicó al señor José Rafael Abreu, y la concluyó en el 2015. Este dossier,
esta meticulosamente elaborado, cada página tiene su titulo, y cada fotografía
tiene al pie la explicación necesaria, y la fecha en que fue tomada; es una
admirable recopilación fotográfica de imágenes antiguas, personajes y de
lugares y edificaciones emblemáticas de esta Parroquia. Cuenta además, con un
trabajo sobre el segundo accidente de aviación en el Páramo de las Siete
Lagunas, con muchas imágenes y valiosa información y datos.
Hace pocos años, colaboró con el aporte fotográfico, así como
de los textos y contenidos, en la realización del documental <<Nuestra comarca, historia y su
gente>>, que se puede ver en el canal ValleTV La Puerta. Fue miembro de la
Junta Pro celebración de los 350 años de La Puerta.
Antonio Lino Rivero,
es uno de los más diligentes y
cuidadosos puertenses, que ha sabido darle valor sincero y concreto a su lar
nativo, a su gente, a sus costumbres, tradiciones, cultura, sus sitios y
monumentos naturales, y su historia. Su memoria debe ser difundida y permanecer
como ejemplo de identidad y pertenencia, para las nuevas generaciones de esta
localidad.
La Puerta, febrero 2022.
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