Por Oswaldo Manrique (*)
La primera promotora cultural de La Puerta.
Durante las primeras décadas del siglo XX, La Puerta, tras el alzamiento de los caudillos de la Cordillera, estuvo inmersa en una difícil situación con la dictadura de Juan Vicente Gómez, comunidad azotada además, por la penuria, el analfabetismo y las enfermedades, sin embargo, se sentía el aliento de pobladores, con inquietudes formadoras de alto valor educativo y cultural, de ideas nacionalistas y de justicia.
En esos retirados años, estuvo presente el ímpetu humano por construir una nueva comunidad a pesar de las máculas históricas de los caudillos. Casas a medio construir, que no pasaban de cincuenta, en una persistente penumbra, calles de tierra y barro, con un oblicuo recuadro que llamaban Plaza atravesada por quebradas que se desprendían de la montaña. Uno de los testigos que refiere al pueblo de La Puerta, como obra colectiva de improvisados constructores, señaló: pero <<igualmente la empresa común de ánimos empeñosos que, tal vez conformes con su propia estrechez, pero inconforme con ella como para transmitirla, lucharon por transformar, mejorándola hasta donde pudieron, la atmósfera en que debieron cumplir la difícil parábola de sus días terrenos. Entre lo más esforzados orientadores, están... las maestras como doña Juana Archila>> (Mágica puerta de la infancia. Discurso de Régulo Burelli Rivas, 8 - 8 - 1970); destacaron algunos rostros de bellas mujeres que habían llegado desde otros lugares. Archila, contribuyó a elevar de nivel de conciencia ciudadana y la misma existencia de esta comarca.
Doña Juanita, la maestra que abría horizontes más amplios.
Cuando llegó a La Puerta, era una mujer bastante mayor, había nacido en el año 1879, pero traía un buen dinamismo y el conocimiento para emprender una loable y significativa labor educativa en un pueblo aislado, desinformado y mayormente analfabeta. Eran tiempos en los que algunas familias, cuidaban su cabello con Tricofero de Barry o el Tónico Oriental, y se perfumaron con Agua Florida de Murray, el perfume universal. En cuestiones de salud, se prevenían con el Jarabe de Vida de Reuter, todos estos productos lo podían adquirir en la Botica Alemana de los Haack, o en la Botica Inglesa
Su pariente el académico e historiador merideño Asdrúbal Baptista Troconis, en la sección Maestras y Maestros, de su revista de historia, reprodujo una referencia de uno de los alumnos de Juanita Archila de Uzcátegui, quien la inscribió en sus memorias, así: <<De fiesta fue para nosotros la llegada al pueblo de una maestra oficial, ya mayor, llamada doña Juanita Archila de Uzcátegui. No era la primera maestra estadal o Federal, porque cuando yo crecí había una excelente también oficial llamada Concepción de Salinas>> (Burelli Rivas, Miguel Ángel. En: Baptista, Asdrúbal. El desafío de la historia. Maestras y Maestros. Vol. 30. Macpecri); no fue la primera, pero si, la más destacada.
Agregó el mismo Burelli, lo siguiente: <<Doña Juanita instaló la escuela en la esquina culta del pueblo. Ella nos enseñaba a recitar poemas, a escribir pequeñas alocuciones patriotas para las ocasiones solemnes o nos hacia breves discursos para que los declamáramos en los días grandes de la Patria. Sobre todo, ella nos abría, con sus cuentos y narraciones horizontes más amplios que los del tercer grado a que equivalía su escuela. Y lo hacía con gracia de persona fina educada, que había conocido y vivido entre gente culta>> (Ídem); la esquina culta, para la pequeña oligarquía municipal, era la casa construida por el coronel Eulalio Ruz, temido personaje “Poncho” de la época de los caudillos, justamente donde está hoy la Escuela de Música de La Puerta, vecina a las casas de las familias Abreu, Burelli, González, Viloria y Bello.
Su ex alumna, Ligia Burelli, recuerda su gestión docente en la siguiente forma: <<pero que en clase era más estricta que un mariscal prusiano>> (Burelli, Ligia. Un día volver. Página 295. Caracas 1992), y explicó que: cuando algún padre preocupado aspiraba que su hijo estuviera en la escuela, aunque fuera en calidad de oyente, doña Juanita, gustosamente lo aceptaba, pero <<siempre que no le ocasionaran problemas>>, si los niños se entretenían o eran rocheleros o muy conversadores en clase, ella con su originalidad y decencia, se los enviaba <<con una carta para los representantes que no era otra cosa que su expulsión por mala conducta>> (Burelli, Ligia, 296), claras reglas de convivencia.
En Reencuentro Con Una Infancia, otra de sus ex alumnas Adela Abreu Burelli, anotó: <<la escuela nos brindó una excelente maestra: doña Juana Archila, ella no solo enseñaba las cuatro reglas, enseñaba también canto y guitarra, bordado y dulcería>> (En: Un valle, una aldea, un río, 82); impartió con estas actividades atrayentes, un nuevo tipo de enseñanza para esa época.
Juanita Archila pudo haber llegado a La Puerta, a finales de la década de los 20, cuando existía la Escuela Federal de Niñas, Mixta de La Puerta, N° 22. Allí compartió actividades docentes con las maestras Concepción de Salinas, Adriana Gabaldón de Mora, Edilia Carrasquero.
La Carretera Trasandina la habían puesto en servicio. Se realizaban los grandes carnavales de Valera y de Trujillo y se celebraban a al estilo de grandes comparsas y emotivos montajes al estilo Valentino o estampas hawaianas, ya se bailaba Charleston, equilibrado con El Manisero, las canciones de Carlos Gardel, se escucha y se baila mucho tango, predilectas del Dictador; Para el recordado Cronista Luis González, también se escuchaban las populares Para Vigo Me Voy, Son de la Loma, Negra Consentida, Frenesí y la Cumbancha.
En 1935, ocurrió la muerte de Gómez, hecho fundamental que rompe con un régimen cruel, que mantuvo la cotidianidad, horario y vida del pueblo de La Puerta sometido a "la matraca", lo que había anulado su capacidad de reacción. Al año siguiente, comienza a escucharse Radio Valera que además de romper el aislamiento, cambia la dinámica social y cultural de la región.
En 1937, la maestra Archila, es designada Directora de la Escuela Pública de Niñas de La Puerta, función que cumplió hasta 1943 (Abreu), cuando fue creado el Grupo Escolar José Luis Faure Sabaut, principal centro de estudios de nuestra Parroquia.
Durante este año 37, ocurrió en este Municipio un sacudón en la educación, porque además de la escuela mixta de niñas, fueron creadas escuelas primarias en sitios cercanos como El Molino y Las Delicias, y asimismo, en los caseríos de montaña como la del Páramo de los Torres, Carorita, La Lagunita y San Pedro, impulso educativo dado por el eminente educador Br. Emiro Fuenmayor (Abreu), Inspector de Educación Nacional en el estado Trujillo, quien promovió el desarrollo y expansión de una escuela activa y criolla, es decir, dando rienda a la concepción de la nueva escuela.
Panorámica de La Puerta (área urbana), captada desde el viejo camino del Cementerio. Gráfica tomada de de Un valle, una aldea, un río, de Alirio Abreu Burelli. |
Primera promotora cultural de La Puerta: Juanita Archila de Uzcátegui, la hermosa y polifacética educadora, baladista, escritora, teatrera, patriota y madre. Baladas en tiempo de tangos.
Gozaba de un rostro bello, encantador, pelo blanco corto a la moda, ojos claros, piel blanca, su figura encantadora, siempre ataviada de vestidos sencillos y a la vez formales para un clima frío. Si me pidieran caracterizarla en pocas palabras, diría que, energética, porque gozó de esa virtud y capacidad para convencer, organizar y entusiasmar a la gente a participar en la actividad vecinal, se debe sumar otra, la de formadora, por su amplio conocimiento en las diferentes disciplinas que impartió como educadora y a la vez, como activista socio cultural; y finalmente, la cualidad de sencillez siendo bella física y espiritualmente, porque así la veían sus estudiantes, <<doña Juanita, la señora bella, de cabello plateado>> (Burelli, Ligia, 296). Sin duda, a más de bella, fue una dama propositiva.
Su forma de hablar el idioma, casi a la perfección, el conocimiento y la naturalidad al expresarse ante sus alumnas y alumnos, y hasta con las mismas familias del vecindario, la hacían destacar, en aquella aislada comunidad andina. Su experiencia como educadora, sus modales y convencionalismos sociales, culturales y religiosos, progresivamente fueron incidiendo como guía, en la conducta de sus estudiantes <<Y lo hacía con gracia de persona fina educada, que había conocido y vivido entre gente culta>> (Burelli, M); y del mismo modo, en los representantes y en el resto de la comunidad. Su estampa y ademanes eran los de una dama de mundo, su pelo blanco denota experiencia y vivencias enigmáticas, que contrastaba con su franca y hermosa sonrisa que expedían sus finos labios. Mediana y firme de estatura le permitió andar a su conveniencia en forma dinámica, por los distintos lugares y caminos de la apartada comarca.
A la par, su intranquilidad y buenos deseos, los canalizó volcándolos en la promoción y organización del ambiente cultural y patriótico, la historiografía la reconoce como primera promotora cultural de La Puerta, cuando ni siquiera existía electricidad, ni carretera, ni biblioteca, ni periódicos, apenas una limitada escuela rural, su casa de habitación familiar, se fue convirtiendo poco a poco en fuente de iluminación cultural y ciudadanía.
Para doña Juanita, las veladas o actos culturales y reuniones familiares y del vecindario, no tendrían el resultado esperado, sino iban acompañadas con un toque musical, lo que iba creando una atmósfera propicia para la hermandad, e ir abandonando las reminiscencias impositivas de los caudillos locales. Sabía que establecer la cultura musical en La Puerta, era un proceso lento, pero que no se podía abandonar, y enseñaba a su alumnos a cantar y a tocar guitarra.
Dentro de sus virtudes y polifacética vida, una de sus alumnas de aquella escuela novedosa, la recuerda <<doña Juanita, la señora bella, de cabello plateado, que cantaba baladas y se acompañaba ella misma con su guitarra>> (Burelli, Ligia, 296). Cantaba baladas, género, que tenía su incipiente origen en los inmigrantes europeos en América, a partir de 1920, lo que contrastaba con otros géneros musicales de moda, como los tangos que gustaban al general Gómez, y tal vez, las rancheras mexicanas; sin embargo, cantaba algo más sustancial, sentimental y profundo, pero en ritmo lento, a pesar que para ese tiempo, ya estaban resurgiendo expresiones nacionales como el vals criollo, canciones como Adiós a Ocumare, predilecta de Cipriano Castro, que debía tocarse en todas las retretas municipales, o el afamado Conticinio del trujillano Laudelino Mejías.
En 1930, la organización de los eventos locales en tributo al Centenario de la muerte del Libertador, en el marco de la conmemoración nacional, tuvo la marca patriota y bolivariana de doña Juanita Archila, de quien comentaban era oriunda de Colombia. Tanto en la elaboración del guión de la magna velada cultural, como en la organización y formación del reducido grupo teatral y musical, en lo que también ayudó don Lucio Augusto Viloria, así como la puesta en escena, con los actores y actrices de las familias de esta incipiente comunidad de La Puerta, en diciembre de 1930, fue un significativo antecedente de la obra cultural de la maestra Juanita, que dio brillo y enalteció el gentilicio local. Fueron muchas horas invertidas en el estudio e investigación al tratar y escenificar la crónica sobre el Libertador moribundo en su viaje hacia la muerte, lo que al menos como dato curioso, merece su reconocimiento cultural e histórico.
La actividad de teatro y las veladas musicales, populares, festivas y
religiosas en La Puerta, cumpliría una labor importante en el proceso de Neo
poblamiento y de construcción urbana de comienzos del siglo XX, casi de
concientización, en aquel ambiente de analfabetismo y penurias, en medio del
proyecto frustrado de construcción de un pueblo racista (sin indios y sin
negros), como aspiración de hacendados y gamonales, pero tuvo en el arte
escénico el espacio propicio para generar mediante el entretenimiento,
invitación y estímulo a los visitantes a integrarse y contribuir al impulso de
esta comunidad en formación, un nuevo imaginario colectivo y local.
Honesta, amable, sociable, dinámica, sin desmayo en sus propósitos, con
ella, la comunidad tenía la certeza de que todo saldría satisfactorio, por eso
la acompañaban las familias principales y hacendados. Le alcanzaba el
tiempo para todo, un pariente de doña Juanita, nos comentó que, <<en La Puerta ella crió a mi padre Pedro Pablo Archila Rodríguez y a Jesús
Enrique Archila Rodríguez>> (Edgard Archila. Dic. 2023), estaba casada, y criaba a sus hermanos.
Sus restos mortales fueron enterrados en el camposanto de La Cejita, del
hoy Municipio San Rafael de Carvajal, estado Trujillo, y al ser objeto de una
crecida de las aguas, desaparecieron. El mismo Edgard, ratificó esta
información: <<enterrada allí, sus
restos desaparecieron por una inundación>> (Edgard Archila. Dic. 2023). Murió en 1959.
Expreso mi agradecimiento al señor Edgard Archila, por su generosidad en
aportar datos del personaje, para la elaboración de esta semblanza.
Esta apartada comunidad andina, llamada La Puerta, debe sentirse en deuda, con doña Juanita Archila de Uzcátegui, noble, culta y sencilla educadora, quien consagró sus esfuerzos, conocimientos y talento, por sus emprendimientos al mejoramiento de la educación y la cultura de esta población, en un tiempo que estuvo ayuno de todo, y por incidir como notable pedagoga en la educación de buena parte de esta población, asi como por ser la primera promotora cultural de La Puerta, lo que la convierte en un meritorio personaje de nuestra historia local.
(*) Portador Patrimonial Histórico
y Cultural de La Puerta.
La Puerta, junio 2024.
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