sábado, 14 de junio de 2025

Ruta de fe: El Obispo Martí, el novicio Francisco Antonio y un pueblo olvidado, 1777


Por Oswaldo Manrique (*)


Desde La Puerta a Mendoza con el Ilustrísimo Mariano Martí. 


Andando y acompañando al Jefe de la iglesia, desde el “pueblo de indios” San Pablo del Bomboy (La Puerta), hasta Mendoza, su carga de alegría y regocijo espiritual era enorme. En San Antonio de los Timotes (Mendoza), recorrió con el Obispo, la Calle Real, en una caravana y las fachadas de las casas fueron adornadas con cintas, flores y pequeños altares con imágenes religiosas. En la plaza, adornada con arcos de palmeras y flores, sonaron los festivos fuegos de artificio; llegó junto a su canciller Soto, y con ellos, el mozo Francisco Antonio Rosario D., el futuro Cura y Prócer independentista. A su Ilustrísima Dr. Mariano Martí Estadella, Obispo de Caracas y Venezuela, lo esperaban los pobladores blancos, mestizos e indígenas y los vecinos pobres y ricos, movilizados y unidos, que tomaron el hecho como una gran festividad y lo acompañaron hasta el viejo templo de San Antón Abad.  

Uno de sus más antiguos biógrafos, el escritor trujillano Julio Febres Cordero, aportó en bonita prosa este interesante pasaje de Francisco Antonio el  mozo, <<Chicuelo aún, Francisco Rosario, conoció al ilustrísimo y reverendísimo señor Martí cuando este practicó su visita pastoral. Las mulas cascabeleras, los numerosos y graves familiares del señor Obispo, todo el granado séquito que lo acompañaba, traen memoria de los pastores del Medioevo derramando bendiciones por los caminos fragosos y reglando la vida de la comunidades en formación. Desde La Puerta al pie mismo de los páramos, bordeando el río rumoroso bajo cerradas arboledas, la comitiva se dirigió hacia San Antonio de Timotes, hoy Mendoza Fría. Los chonatales de San Isidro, La Mocojó, La Culebrina, las indias sencillas con el sencillo sumbay bajo la ruana sostenida alrededor del cuello por tupu, los chicuelos que apenas si balbucean el castellano …todos asombrados miraban el prelado que analizaba en la visita la vida de la grey puesta a su cuidado>> (Febres Cordero, Julio. Biografía de Francisco Rosario. Revista Nacional de la Cultura. Pág. 53 a 64. Temas 66-71. Ministerio de Educación. Caracas. 1948).  Ademas del gozo espiritual, este encuentro fue una de las grandes enseñanzas que tuvo “Paco” Rosario en su vida, sobre su preocupación constante por los problemas sociales aspirante a ser cura de almas, lo que solo podría  comparar en grandeza, al que tendrá con el genio de la libertad en 1813.

El mismo historiador, transcribió parte del Informe de la Visita Pastoral a San Antonio de los Timotes (Mendoza), asi: <<A la doctrina de los Timoto llego el señor Martí el 1° de abril de 1777...se fue a la iglesita de la loma. De una sola  nave. La feligresía contaba 642 almas. Poca fortaleza denunciaba la fábrica del templo, pues que mansos, tranquilos, eran los indios de la vecindad. Sobre una base de barro y piedras, el bajareque sostenía por techo endeble techumbre de varas y palmas. En un caballete de madera, las menudas  campanas…tres rústicos altares. Tres imágenes que recogían la devoción el taumatúrgico Antonio, a un lado, Jesús de nazareno; del otro, María bajo la advocación de la Concepción…No hay baptisterio. No lleva libros de ninguna clase el doctrinero porque le falta tiempo para atender las ovejas que se arrebujan en las nieblas de La Puerta. No descansan en sagrado los fieles difuntos>> (Febres, 54); comentando el mismo Febres Cordero que, <<Fue esta visita del Obispo civilizador una de las primeras impresiones de Francisco Antonio Rosario>>, ante este olvidado pueblo de indios, que lo conmovió y aceró en sus creencias.  

Cuando le tocó llegar a Trujillo visitó la iglesia parroquial de Santiago de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo, el eximio Prelado la describió en su totalidad y belleza. Asimismo, sus Conventos <<el San Francisco, también llamado de San Antonio, tenía para el 17 de junio de 1777, diez religiosos entre sacerdotes, novicios y legos.... y el Regina Angelorum, del orden de Santo Domingo, 27 religiosas, 5 sirvientas libres, seis esclavas de comunidad, 47 mujeres, unas libres y otras esclavas, para el particular servicio de las religiosas, un capellán>>, (Briceño, 96); uno de esos novicios, era Francisco Antonio Rosario D.

 Cuando el Obispo visitó la Ermita y el Hospital de Chiquinquirá, cercano a la casa de familia de Paco, se llevó la sorpresa que no había médico <<ni botica, más sí con un capellán: fray Juan José Portillo y la esclava Juana de la Cruz Raga que cuidaba a los enfermos>> (Briceño, 96). Seguramente, el novicio Rosario, percibió algo que caracterizó a Monseñor Martí, ademas de su imponente autoridad y poder, su preocupacion por el tema de la moralidad y religiosidad, la economía  y lo social, la educación y la salud de sus fieles. Después de un mes de Visita Pastoral, el Obispo se va de Trujillo.

Don Mariano Martí, es despedido por las autoridades eclesiásticas y civiles, los curas de los pueblos y los jóvenes fervientes católicos, entre ellos, Francisco Antonio Rosario D.  Fue una sorpresa agradable para él, la encantadora figura y el trato de este cura extranjero, ahora Obispo de Venezuela y Caracas, con voz fina y clara, en tono agradable disertando sobre asuntos de conductas sociales, distinto a los que había oído y conocido, todos estos elementos deambulan en su imaginación y le abruman los sentidos.

En su campaña de profilaxis contra el pecado, para la obtención de una vida virtuosa y cristiana, en los mandamientos de la iglesia y presencia de las buenas costumbres, Martí encontró entre su feligresía en Carache, 10 casos de pecadores activos, en Trujillo, 48 casos, y en Mendoza, 12; los que abordó en su totalidad.

Posteriormente, Paco Rosario, realizaría y concluiría estudios eclesiásticos en el Seminario de San Buenaventura, en la ciudad de Mérida. Es bastante factible que, de no haber presenciado en 1781, el estallido de la protesta campesina, indígena y popular contra las fuertes cargas impositivas aplicadas a espaldas del Rey de España, haya sido testigo de sus consecuencias y el impacto ideológico en la población emeritense. Una rebelión influenciada por ideas indigenistas que desde la Nueva Granada, se conoció como la Rebelión de los Comuneros del Socorro, bajo la consigna de <<viva Carlos III y muera el mal gobierno de sus ministros>>, contra los virreyes y  gobernadores y justicias en las  Colonias, pero –según algunos historiadores-, no propiamente contra la Monarquía. 

El amor a su Patria y particularmente a su terruño, así como, las verdaderas convicciones ideológicas del joven Rosario, se van a conocer en los años posteriores. El escritor trujillano Manuel González Grados, mencionado por Febres Cordero, para diferenciar el patriotismo del Padre Rosario, del ambiguo o interesado de  los aristócratas, escribió: <<las picardías de los insurgentes para adelantar sus propósitos y de que muchos hacen el papel de patriotas para mejor diluirse en la hora nona de los privilegios y quedarse con los fueros y las mercedes>> Más adelante, refiriéndose a la posición radical asumida por el Cura Prócer, señaló <<pero, en el espíritu del padre Rosario pimpollaba el ideal independentista, al que se dio totalmente, según se desprende de algunas causas de infidencia seguidas por las autoridades reales y de ciertos documentos recogidos…por el Ilustrísimo Antonio Ramón Silva. Rico, cortejado, se va pues, el padre Rosario tras las huellas de Bolívar>> (Febres,  61).

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Discurría con sosiego y tranquilidad la vida en Trujillo. Ya se habían calmado las lenguas y los rumores relativos a los sermones y regaños de Monseñor Martí. Transcurriendo unos pocos días, las gentes de Trujillo, notaron su ausencia, haciendo comentarios, preocupados por el niño alegre de los Rosario, la respuesta no se hizo esperar: ¡Paco Rosario, se puso la sotana! El inquieto e ingenioso muchacho, ciertamente se sometió a los solemnes, estrictos y claustrales estudios sacerdotales ¡Se fue definitivamente al Seminario!

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Hace poco, el día de San Antonio, se cumplieron 264 años del nacimiento del Padre Francisco Antonio Rosario, uno de los  arquitectos de nuestra gloria y creador constitucional de Trujillo Provincia independentista y de la Patria. Sirva este recordatorio para las nuevas generaciones, de la obra y vida ejemplar del leal y desinteresado amigo del Libertador.

(*) Portador Patrimonial Histotorico y Cultural de La Puerta.     

sábado, 7 de junio de 2025

Los de la Cordillera, no son “Perros de Presa” de nadie, 1877

Por Oswaldo Manrique (*)           

Ricardo estaba pendiente de la construcción del primer puente de tablas, sobre  el río Motatán, en el camino a Carvajal. Estando un día en Timotes, le tocó ir en mula a Motatán y se fue con uno de los Rivas por la escarmentosa rivera del río, para evitar tener contratiempos o quedar involucrado en los tiroteos de las distintas bandas armadas liberales y conservadoras en el Valle de La Puerta, la Cañada de Mendoza y en Valera. En la marcha, tuvo oportunidad de  ver los trabajos de esta obra de gobierno del Presidente del Estado, el general Santana Saavedra, y sentir la bulla alegre de los que alli se encontraban. 

Una mañana, en Los Aposentos, con mucho entusiasmo les conversaba de esto a sus hermanos. Francisco Javier, a quien le decian “Pancho” Javier, el más ocurrente y también curioso en asuntos  de construcción, molinos e ingenios, para llevarle la contraria, le suelta la duda:    

-         Vamos a ver cuánto dura esa “tarabita”. Frunciendo el entrecejo, Ricardo le dijo:   

-         No te preocupés, que lo estan haciendo de buena madera y con buenas guayas. El malasangroso hermano le contestó riéndose:

-         Hacen esa pichera a cuenta gotas, para no hacer un puente bueno, de de roca, metal y calicanto. Ricardo pensando en el puente, respondió:

-         Va a ser duradero, asi lo aseguran los constructores. No sabés la bulla alegre que habia ese dia.

-         ¡Igualito, se lo va a llevar el río! Le lanzó “Pancho” Javier, echándose una larga y estruendosa carcajada.

-         Hermanito, no se va a caer, lo estan construyendo en la parte de menor caudal. 

-         Dígame ¿donde el Motatán tiene menos caudal? Con esa interrogante, concluyó la conversa fraterna de esa mañana.


Ese mismo año, Ricardo y sus hermanos colaboraron para otra obra que los beneficiaba, la construcción del camino de “El Portachuelo de La Lagunita”,  “La Mocoti”, en ruta hacia el estado Merida, tambien favorecia el trayecto de Valera-La Puerta. Para ejecutarla las comunidades cercanas, aportaron herramientas, yuntas, alimentos y hombres, era la fórmula para avanzar en obras proyectadas y  financiadas por el gobierno, que ya habia adelantado a la Junta de Fomento, 200 venezolanos.     


La rebeldía de la dignidad: un relato desde “La Cordillera de La Culata”.


En mayo de 1877, al haber culminado el “Ilustre Americano” general Antonio Guzman Blanco, su periodo como Presidente de la Republica, el nuevo gobierno es encabezado por el general Linares Alcántara, y cuando se tuvo noticias que Guzman había llegado a Europa, inmeditamente, emitió el Decreto de Amnistía para que todos los exiliados políticos regresaran a la Patria (Cardozo, 181). De esta forma, regresa a Trujillo el caudillo conservador general Juan Bautista Araujo, el legendario “León de la Cordillera” y sus copartidarios, lo que cambió el cuadro político y militar en la región.   


En efecto, en Trujillo, el general Santana Saavedra, Presidente del Estado, aprovechando la oportunidad, envió rapidamente un emisario invitando al general Araujo y a sus copartidarios de destierro a regresar a sus hogares trujillanos. Esto lo confesó años después estando en  Tuñame el mismo Araujo, cuando escribió <<nos pusimos en marcha y de una vez aquí  -y mediante excusa y explicaciones satisfactorias-celebramos, siempre contra los González, pacto de alianza inquebrantable e imperecedero y la formación de un partido sin distinción de colores políticos y con todos los hombres y elementos que sirvieran a los principios de paz, orden e imperio de las instituciones>> (Carta del general Araujo al general Santana Saavedra, del 26 - 3 -1885. En: Testimonios del Periodismo Trujillano. Tomo 35). “Santanita” lo convenció e idearon crear un Partido “Poncho” liberal, donde cabian todos los que sus dirigentes permitieran, siempre y cuando estuvieran en contra de la “Lagartijera” de los Gonzalez.    

En La Puerta, las autoridades impuestas a los pobladores: los  indios Bomboyes,  fungia como Jefe Civil, el hacendado mendocino “godo-liberal” y Sacristan (Mayordomo de Fabrica) de la Iglesia de San Pablo Apostol, Miguel Aguilar  y como secretario, Eduardo Chuecos.  En el Tribunal de este Municipio, estaba como Juez, Jesús María García, y como Secretario, Martiniano Rivero, todos armados hasta los dientes. Aquel Miguel, fue el enjuiciado por las muertes de junio de 1887, en La Puerta. Al parecer, años más tarde, tambien fue uno de los hermanos Aguilar que le hicieron  el atentado a plomo, en un bolo de Timotes, al coronel liberal Felipe “Tragabalas” Uzcategui.    

El 22 de octubre, el nuevo gobierno nacional declaró la Reconstitución de la República Democrática Federal, para diferenciarse del gobierno liberal arbitrario y corrupto de Guzmán Blanco, alentando como sujeto histórico a la fuerza liberal, <<cuya vanguardia está naturalmente constituida por aquella mayoría inteligente, abnegada y valerosa, que presintiendo que el general Linares Alcántara sería el Fundador de la República Democrática, presentó su candidatura y sufrió tormentos por ella hasta llevarla victoriosa al palacio de gobierno>> (El Trujillano. Número 42. 1877); esto indicaba que los jóvenes del país, los patriotas demócratas y amantes de la libertad, adoptaron estos nuevos ideales y cifraron en este gobierno sus esperanzas de cambio, ante las injusticias, arbitrariedad y la ausencia de garantías ciudadanas.   

Eran tiempos en los que se podía ver a los leales campesinos abandonar sus sementeras bajando a pie o en bestia por las feroces cuestas del Páramo de las Siete Lagunas, el Censo, la Cordillera y de la serranía de Komboko y Carorita (Kukuruy), Pitimay, La Mocotí,  hasta llegar a la aldea indígena de La Puerta, para incorporarse a la marcha comandada por los jovenes oficiales Ruz; no habia aparecído aún en el firmamento político, los grupos armados del “Jurungo” Burelli, ni las huestes liberales de Felipe “Tragabalas” Uzcátegui.    

El eco de la difamación en la niebla del páramo. Los Ruz y otras gentes, se enteran de las plomazones entre familias castizas y godas en Valera.  

Uno de los sucesos de inestabilidad y refriega políticas intestinas, ocurrió en 1877, en los que se pretendió involucrar a los guerrilleros parameños de la Cordillera de La Culata. Las familias Maldonado y Salinas de Valera, de la aristocracia terrateniente y vinculada al poder político y económico, sostuvo un enfrentamiento con la familia Vetancourt y los Briceño de antigua estirpe señorial. Además de balas, heridos, trifulcas, escandalos,  hubo alarmantes pronunciamientos públicos, en favor y en contra, que aterrorizaron a la población del Valle de Bomboy y asimismo, la de Valera. 

Peñas arriba, en donde llaman “Los Aposentos”, a varias leguas de donde se produjo, llegó el rumor que a los de la “Cordillera” los llamarían a la guerra. Como en hora de parva, doña “Carmelita”, les iba a servir las arepas de harina a sus hijos. El viejo Ysidoro salió a “reparar” las cabras. Había llegado temprano uno de los trabajadores, con los encargos y trajo la prensa de la semana. Al rato, se sorprendieron cuando “Pancho” Javier Ruz, el empedernido lector, delante de Eulalio su hermano, se levantó impetuosamente de la silla y tirando lejos el periódico, exclamó encarándo a los circunstantes:  

- ¡Pura achicuca! qué falta de respeto ¡qué bichitos esos, es el colmo! Fue tan intenso lo que dijo y como lo dijo, que sus hermanos y “Carmelita”, extrañados, dirigieron su atención hacia él, inquiriéndole:   - ¿Qué le pasó mi miarma? ¿Se paró con el pie izquierdo?  ”Pancho le responde:

- ¡Me da coraje, lo que publican los "goditos imperiales"!  Lo que también le molestará a usted. Con estas palabras aumentó el interés por saber qué ocurría y agregó: - Con este gobierno liberal, este país se envainó. 

- ¿Por qué dice eso? Esta vez quien le preguntó fue Sandalio el hermano mayor, altamente intrigado con las palabras de su hermano. 

- Que los "goditos" ahora son "Lagartijas" y van a acabar con Trujillo. Lea usted mismo.  “Pancho” le entregó el periódico en sus manos.  

- Tenga.  Sandalio pasó su mirada lenta y fue leyendo para todos.  

- Este periódico es de la semana pasada. Alcanzó a decir.

Algunos seguidores de la causa liberal, vecinos de El Cucharito, (Mendoza del Bomboy), escribieron una carta al redactor del periódico “El Trujillano”, el día 10 de noviembre de 1877,  en la que denuncian: <<que el día 12, a las 10 p.m del pasado mes fue atacado en el bufete de su oficina el modesto Administrador de Rentas Departamentales (de Valera) señor Antonio María Vetancourt por Pedro Maldonado... En presencia de más de seis personas hábiles… media hora después y en público fue retado a duelo el amable Director de la Banda Filarmónica de aquella ciudad el señor Abel N. Briceño por un ministril de los Maldonado, llamado Marcial Dupuy>>; hasta a los músicos querían silenciar.

 Sandalio repasó nuevamente este pedazo de papel con tinta: << El día 28 de octubre, hubo multitud de tiros a guisa de aurora y en son de salva cayendo como a igual distancia de la cama donde dormía José Salinas que custodiaba el archivo del Registro. Fue atacado el mencionado Salinas en el teatro de aquella ciudad por el subjudice por heridas inferidas en la persona de Pablo I. Perdomo Saavedra; José Isaac Maldonado... Demasiado conocemos a José Isaac y a Salinas, además de personas verídicas nos lo aseguran>>.  Al terminar de leer eso, dijo:

-         Esto es un pleito de “godos”, que así se vistan de canarios o de color paloma, siempre serán “godos”. Además, el alma del páramo no se reduce ante un insulto de prensa. Sin embargo,  “Pancho”, le mostró la prensa de esa semana, y lo conminó a leerla:

-         Lo mejor no lo ha leído, lea lo que publicaron esta semana. Se refería a la respuesta del otro bastión “liberal”, los enemigos de los Maldonado, que  pusieron lo suyo en el mismo semanario.

Sandalio con su fuerte voz, leyó lo que le indicó su joven hermano:

-         <<a los declarantes (en aquella investigación criminal) se les ofrece oro, y cuando no aceptan trocase la oferta en fuete y expatriación. Alardean de contar con los de la Cordillera, como si fueran perros de presa, en el caso de que el gobierno tome las medidas necesarias para reprimirles. Pasaron señor redactor los tiempos de los Paredes que son sucedidos hoy por los Maldonado; pero con la diferencia de que aquellos si bien mal inspirados por falta de educación y de principios, tenían siquiera respeto al gobierno, y los Maldonado ni lo consideran ni lo acatan y creen que impunemente pueden hacer lo que les parece>>  (El Trujillano. Edición del 19 de noviembre de 1877. N° 16. Pág. 7). Finaliza este remitido, <<suscrito por unos servidores de la causa liberal>>. Sandalio interrumpe la lectura y comenta:

- ¡Ay híjole! Estos también nos irrespetan, es el colmo, decir que somos "perros de presa", es indigno. Hasta dónde pueden llegar las ansias de poder.   

Cuando en el Páramo se escucharon ladridos: comenzaba la historia de una ofensa.  

Fueron sumamente graves estos sucesos de Valera, en los que se pretendía involucrar a los jóvenes guerrilleros de la Cordillera. El temor de los ciudadanos era que se impusiese un círculo de gobierno integrado por familias aristocraticas, dirigentes políticos y bandoleros, para arbitrar y defender sus selectos privilegios, intereses y prerrogativas, burlando el <<respeto a las leyes y a los gobiernos y a las libertades, al orden y de las garantías constitucionales>> >  (El Trujillano. Edición del 19 de noviembre de 1877. N° 16. Pág. 7). Dos años antes, los Saavedra y sus partidarios liberales de Boconó, en 1875, le habían ganado las elecciones al otro bastion liberal y sus últimos aliados, los González. La fuerza liberal de esa forma se mantenia dividida, dispersa, en desbandada; igualmente, cayeron en desgracia los Paredes, fuerte bastión guerrillero y liberal del régimen.   

 Eulalio que los estaba escuchando, afirmó  agregando, con cierto sarcasmo:

- Y estos, son de los que <<desde el agujero de una cocina le soplan a cualquiera un tiro de carabina, con buen repuesto de municiones y una bala gruesa>>Pancho” peló los ojos como los de una vaca parida.    

- No somos “perros de presa”: somos la voz de los valientes de la Cordillera. Que se busquen a los “connotados de Mendoza” y  formen su jauria ¡Esperemos!  Dijo Sandalio.   

Avanzada la séptima década del siglo XIX, los hijos del viejo José Ysidoro Ruz, comienzan a destacar en algunos hechos armados, en proteccion de la propiedad privada y por la autonomia regional. Los hermanos Sandalio,  Ricardo,  Francisco Javier y Eulalio  Ruz Moreno, propietarios de tierras, tenían sus propias montoneras y armas, lo que le daba cierta independencia, por lo que serían temidas y cargadas de horror, por su manera encarnizada de pelear y de perseguir a los vencidos con las llamadas “cargas a machete”. 

Entre los llamados “connotados ciudadanos” de Mendoza del Valle de Bomboy, en esa epoca, se encontraba Domingo Romero, quien era el Jefe Civil, aquel que por mucho tiempo se habló de él, por haberle quitado un caballo al llamado “héroe de El Cucharito”,  el ciudadano Aníbal Valera;  su tocayo, el agiotista italiano Domingo Giacopini, los montoneros Rodolfo y Salustiano Terán, Sergio Zambrano, José Diego Morales, Etanislao Sequera, Juvenal Hurtado, Gregorio Riveros, y Francisco V. Rosales, entre otros prestamistas, comerciantes, hacendados, montoneros, sin ocupación  y de otras actividades non sanctas.   

Ricardo Ruz, al igual que los otros hermanos del coronel Sandalio Ruz, fue un productor agrícola y comerciante en Altamira de Garabulla y Los Aposentos, La Mocotí, La Cañada. La heredad y predios de los Ruz, siempre fueron calificados de productivos y sus rubros de trigo, maíz, granos, así como, sus quesos, huevos, cerdos y gallinas, se distribuían en Valera, Mendoza, Timotes, Jajó, en La Mesa de Esnujaque. Solo en la época de Juan Vicente Gómez, cuando dio la Gripe Española, fueron abandonando los campos de Garabulla, y luego regresaron (Espinoza, Crónicas).

Sin duda, el coronel José Sandalio Ruz Moreno, fue el “Taita” en la Cordillera de La Culata, se convirtió en el caudillo de mayor arraigo y respeto. Sus soldados campesinos y parameños, tenían sus esperanzas puestas en él, la suerte de ellos, era la misma suerte de él, a veces, ni los motivaba el botín de guerra, porque él si sabia distinguir lo que era una revolución y lo que era la Patria, solo militaron en él, las propuestas e intereses de las parcialidades políticas combativas y revolucionarias y no los mezquinos intereses personales, por ello, no se hizo parte de esta “Chimborrada”.   

Un Páramo campesino, no es jaula de perros: la verdad de nuestros  montoneros.

Al mes siguiente, entrando los fríos decembrinos y días de la Virgen de Guadalupe, Los Aposentos, continuaban floreados. Afuera, en torno a la casona de los Ruz, que parecía esa mañana un campamento, hacían  rondas unos hombres mechudos, mal encarados, los zortijeros. El Coronel los miraba recelosamente, con la debida precaución de llevar su pistola al cinto, que tocaba casi como manía cada vez que escuchaba algún ruido por los desfiladeros sospechosos del camino, o el rumor de acecho entre los zanjones. Se cuidaban de la venganza de los “ponchos-lagartijas” o de cualquier posible persecusion del gobierno.

Entró el viejo Ysidoro Ruz, al comedor y al ver la mesa como en domingo, bien servida, saludó como descendiente de andaluces, con su salero:

-         ¡Carmelita que estás muy guapa!

Como en cualquier familia parameña, los hijos mostraban su sonrisa de oreja a oreja, cuando se sentaban a comer.  Mientras  Carmelita  Moreno, la madre, les servía el acostumbrado café mañanero, y los muchachos pidiendo tantica leche, entró uno de los peones con algún encargo y la prensa; lo recibió diciéndole:   

-         ¡A buenas horas, mangas  verdes! Todos largaron la carcajada.

 “Pancho” Javier, el más alegre de los hermanos Ruz, que estaba por cumplir los 21 años, detallista, curioso, buen lector, tomó el periódico.  Al rato,  al ver a Sandalio que volvió a entrar en el corredor sin la jícara, le comentó:

-  Lea en la prensa el artículo de los liberales seguidores de los Maldonado. 

  - ¿Cuáles de ellos? 

- Léalo usted mismo. Le puso en la mano el ejemplar de "El Trujillano".  Un artículo ofensivo para nosotros. Sandalio preguntó directo:

 - ¿De quién es?   Preste a ver.

Una hilvanada y detallada respuesta, publicó el grupo defensor de los Maldonado, en la que alegaron, que en cuanto a alardear <<de contar con los de la Cordillera, como “perros de presa”, en el caso que el gobierno tome las medidas necesarias para reprimirlos…no son con los “perros de presa” de la Cordillera con los que cuentan la familia Maldonado para defenderse de los ataques de sus enemigos, cuenta si con el concurso moral y material de todos los hombres de orden del Estado, que llegado el caso, se unirán para el enemigo común, es decir, a aquellos cuya tendencia es vivir a expensas del fruto del trabajo ajeno>>  (El Trujillano. N° 49.  Edición del 10-12-1877). Sandalio quedó turulato y sorprendido, pues esta respuesta confirmaba que, unos y otros, liberales y conservadores, “Ponchos” y “Lagartijas”, efectivamente estimaban a los guerrilleros parameños como “perros de presa”. Sandalio lo repasó nuevamente y dijo:

- Esos cipotes liberales, amigos de los Maldonado, también nos llaman “perros de presa” ¡Son unos malartes! Ya les tienen las bolas acatarradas a todos los trujillanos, todos los días con la misma guama y el mismo cuento. 

Eulalio uno de los más jóvenes, pensativo, tranquilo y molesto por lo de "perros de presa" le agregó:

- Ya cansa eso de gritar a los cuatro vientos que su gobierno "no moja pero empapa", y lo único que empapan los “lagartos” amarillos esos, son los interiores que los empapan de miaos. Sandalio más tranquilo esa mañana, les expresó:  

- Esas son vainas de Juan Ignacio Montilla, en lugar de poner orden en la ciudad, conspira  y crea más zozobra. Quiere ser general. Eulalio le insistio:

 - Este periódico no debería publicar estas lavas que solo son pendejadas de “godos”, pero que nos difaman. No deberían permitir eso. El joven Coronel para quitarles la preocupación, les expresó:

- Los de la “familia imperial”, aconchabaos en sus cómodas hamacas en Valera, acostumbrados a mandar y a “vaya y  haga”, pretenden ahora llevarnos a la guerra. Nos quieren echar a pelear, por puros caprichos y ambiciones, no se acuerdan que… Lo interrumpió Ricardo, para rematar diciéndole:  

- Que peleen ellos solos su “guerrita de “godos” y de chismes. ¡A cada puerco le llega su día!

Aquellas hordas de parameños barbados, especie de gladiadores protegidos por los machetes de doble filo, jinetes de mulas, machos, burros, toritos  o a pie, obraban en cualquier fría madrugada, con dignidad y valentía, siendo portadores de autoridad justiciera, ese es el resumen de nuestros históricos jinetes de la Cordillera, pero esa vez, se cuidaban de no tener enfrentamiento con las fuerzas del gobierno.

La fuerza, el instinto y la resistencia de los piquetes párameños, agresivos e impetuosos, con  el arrojo del machete y el máuser, única energía de la raza blindada de las montañas, que bajaba y se imponía bajo el criterio y sagacidad de Sandalio Ruz, daba así su respuesta silenciosa contra el azote de la palabra y el chisme escrito del tiempo de caudillos. Sin embargo, ese instrumento de la opinión en la prensa, comenzaba a escribir el primer capítulo de la historia del engaño: la Revolución simulada del jefe Departamental de Valera.   

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.


Ruta de fe: El Obispo Martí, el novicio Francisco Antonio y un pueblo olvidado, 1777

Por Oswaldo Manrique (*) Desde La Puerta a Mendoza con el Ilustrísimo Mariano Martí.  Andando y acompañando al Jefe de la iglesia,...