sábado, 21 de junio de 2025

Josefa Moreno, cosechadora de esperanza

Por Oswaldo Manrique (*)  

Es difícil la vida en nuestros caseríos campesinos andinos, y para una adolescente huérfana en el Trujillo rural, se convertía en una lucha cotidiana. Tras la pérdida de su madre, Josefa se vio obligada a olvidarse de su propia niñez para emprender el cuidado de sus hermanos pequeños. Con el cantar de los gallos y el alba de cada día, se imponían no solo las labores sobre la tierra húmeda y fría, sino también el enorme compromiso de alimentar,  cuidar  y tutelar a quienes en la práctica, solo la tenían a ella.

Todos en el pueblo, la conocemos y llamamos Josefa Moreno. Su nombre completo es María Josefina de la Cruz Moreno. Es vecina de La Hoyada, parroquia La Puerta, estado Trujillo.  Nació el 14 de septiembre de 1955, en el caserío “Los Potreritos de Garabulla”, en jurisdicción del vecino Timotes, estado Merida; sin embargo, la población está articulada orgánica, económica, social e históricamente con el pueblo de La Puerta, del estado Trujillo, por caminos y lugares, que precisamente eran las posesiones agrícolas de los Ruz, Burelli, Labastida, Lamus y Carrasquero. Garabulla, vocablo guajiro, significa tierra larga o inmensa.  

Era Garabulla, de comienzos de la segunda mitad del siglo XX, una muy apartada comarca de la Cordillera de La Culata. En ese mismo lugar transcurrió su infancia, al lado de su madre y sus hermanos: cuando le pregunté cuantos eran, respondió: <<Ayyy dios mío, bastantes. Como 14>> (Entrevista a María Josefina Moreno. En La Puerta, 3-9-2024). Sus padres: María Silvina Moreno y Carlos Rivera.

En un tono  espontaneo y franco, Josefa, fue narrando su vida de resignación o resiliencia forjada en la adversidad, a que fue sometida por su condición de hija mayor, y además, por su origen social campesino, para ayudar a sostener a la familia. Desde muy niña esa posición en la que le tocaba trabajar la agricultura, ayudar en los oficios de la casa familiar y ayudar a criar a sus hermanos menores, sin recibir ningún salario o retribución a cambio, era costumbre en los estratos sociales andinos menos favorecidos.  

Recuerda que desde niña, fue consciente que la situación en la que se encontraba no era alentadora para ella y además había algo que la molestaba mucho pero que tenía que soportar. Tenía problemas con un hermano que las trataba mal, <<puro peleando conmigo me decía que éramos “cachos mal pegados”, hablé con mi mamá Silvina, y le dije voy a buscar una habitación en Valera y me llevo a Encarnación y me llevo a Benito, y yo me pongo a trabajar>>, a esa especie de bulling intrafamiliar, le dio respuesta.  

Amablemente, me fue relatando cómo fue el transcurrir de su vida en la segunda mitad del siglo pasado. Allá en “Los Potreritos”, comenzó sus estudios, <<hasta segundo grado, con la maestra Ángela y después con Nelly, eran hermanas, no me acuerdo el apellido>>. En la misma medida que va creciendo y estudiando, fue también creciendo su rechazo hacia la condición de maltrato por parte del hermano, que soportaban ella y sus hermanitos, por lo que maduraba la idea de abandonar su lar nativo y mudarse totalmente a La Puerta, por lo que repetía constantemente, en su mente, el recorrido que tenia qué hacer para llegar a esta población.  

 Don Mario, nos describió el camino a La Puerta, que le tocó pasar a comienzos de siglo, desde Timotes, La Mucutí, El Portachuelo, La Lagunita, Quebrada Seca, San Pedro, <<hasta que se llega al delicioso sitio de “El Pozo”, ya despejado de la niebla mañanera y en cambio alumbrado por un sol esplendoroso que daba mayor nitidez a los lirios inmensos y vueltos hacia el suelo, pendiente de las frondosas matas de floripón ahiladas a la vera del camino >> (Briceño-Iragorry, Mario. Los Ribera. Pág. 80.En: La Puerta, un pueblo. José Rafael Abreu). Es precisamente en este lugar, donde se estableció la infraestructura de la compañía de champiñones, que le dio nuevas perspectivas económicas a este pueblo. Habían decaído los hermosos trigales y ahora se expresaban los grandes sembradíos de hortalizas, en el delicioso valle de La Puerta.

Cargando con su duelo silencioso y su dulce trato, tomó una valiente decisión. La histórica champiñonera de La Puerta.

Tras esa toma de conciencia, la llevará a iniciar un proceso de búsqueda personal, para cambiar las duras condiciones de vida de su familia campesina. No aguantó y dicho y hecho, <<En 1969, me vine a La Puerta, tenía 14 años, aquí saqué la primaria de noche. Luego en Valera, hice el bachillerato en el liceo Fermín Toro>>. Una muchacha de decisiones y acciones.

Cumpliendo mayoría de edad, atraída por el boom de las  empresas que llegaron a La Puerta, de explotación y comercialización de nuevos rubros, ingresó a trabajar en la compañía de champiñones, dijo: <<En la champiñonera comencé en el año 1973>>; aquí en “El Pozo”, sede de esta empresa, se desenvolvió Josefa laboralmente. 

Le pregunté ¿Qué hacías ahí? <<Empecé como cosechadora, después me pasaron  a empacar, después a laboratorio como ayudante>>, se sorprendió cuando le hice varias preguntas sobre su vida, y le acerqué el celular grabando, dijo: << ¿Y eso pa’ qué?>>; pero no se negó a responder, <<Después me volvieron a llevar pa’ la empacadora. Eso es todo>>; practicaban la rotación en los puestos de trabajo. 

Seguí indagando ¿Cuánto ganabas ahí?, contestó: <<Ayyy, dios mío, como 42 bolívares semanales. Ya últimamente ganaba como 60. Ya ni me acuerdo, Por ay, está un sobre de pago>>; en efecto, me mostró varios sobres de pago.  

¿Qué Cantidad de personal había en ese tiempo?: <<éramos bastantes, al comienzo habían 16 cosechadoras, me acuerdo de Melania González, Omaira Rivas, Haydee Rivas, Reyes Osuna, Elvia González, Magdalena González, habían mucha gente, entraban y salían. Muchos obreros. Me acuerdo de Pablo Freites, Dolores González, Nicolás Manaú, muchos, Antonio Dávila “la Surupa”>>; gente de La Puerta y de los pueblo vecinos.

De la gente que trabajó contigo, ¿Quiénes eran los técnicos en INTERAGRO, CA.?, dijo: <<Yohan Casiel, el señor Keller, de Estados Unidos>>; recuerda que eran expertos en  su trabajo.

¿Quiénes eran los Dueños de INTERAGRO, CA?  Recordó: <<Los primeros un  señor Frank, Francisco Iribarren y un señor Contreras>>.

¿Hasta qué año duró funcionando esa compañía? <<Como hasta el 95, yo renuncie antes. Me puse a trabajar vendiendo productos, y después, trabajé con una señora prestamista>>; explorando nuevas opciones.

¿De dónde traían la semilla de champiñones?   Rápidamente expresó: <<la Semilla la hacían ahí. Con el sorgo, lo metían en una talega,  lo revolvían se metía en envase y luego en la caldera, no sé cómo se llama eso. Reinaldo Sulbarán era encargado de eso, y Juan Osuna, Rodulfo Combita>>; estos son vecinos de la Parroquia. 

Proviniendo de una familia católica, goza de una profunda vida espiritual, sensible, colaboradora, lo que se aprecia en su casa,  tiene necesidad de estar rodeada de imágenes y símbolos religiosos, entre ellas, las Tres Divinas Personas, particularmente tiene en su habitación una colorida Virgen de Coromoto.

Mi agradecimiento a Josefa Moreno, por su generosidad, al suministrar los datos y fotografías para elaborar esta pequeña semblanza, que hoy compartimos.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.


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