Se nos marchó el Gordo Víctor.
Oswaldo Manrique R.
La
despedida de un amigo, vecino y colaborador tan entrañable como lo fue para mí Víctor
Delgado, el apreciado “Gordo” Víctor, es trance de inexpresable desánimo personal,
que apenas permite formular tristeza en
algunas líneas sencillas y sinceras, que quizás
no logren tributar sus meritos personales.
Víctor
Delgado, murió en medio de esta compleja y confusa pandemia mundial de algo que
llaman Coronavirus (Covid19), este mes de julio. Esa enfermedad planetaria, nos
mantiene en cuarentena desde hace 4 meses, bajo el cumplimiento de protocolos higiénicos.
Lo enterraron funcionarios de organismos oficiales sanitarios y estuvimos
impedidos sus familiares y amigos de verlo en sus últimos momentos, y menos aun,
pudimos acompañarlo y tributarle la usual despedida, ni escoltar sus restos
hasta el cementerio. Todo fue rápido y sorpresivo. Para eso, no estábamos
preparados, quedamos frustrados porque fue como un doloroso y perpetuo arrebato
de parte de nuestro recuerdo colectivo, lo que consideramos un derecho.
Víctor Delgado, el popular "Gordo" Víctor. |
Ya no lo veremos andar con su flaca e ingeniosa figura, por
las calles de La Puerta, con su infaltable sombrero; ni encontrarlo en la
plaza, o en algún negocio, o en una esquina, siempre con su fresca sonrisa
entre vecinos, y con la atención debida para darle la respuesta que usted le
requiriera sobre cualquier asunto de esta
población. A pesar de que lo conocía y trataba desde
hace muchos años, fue hace unos pocos, que fuimos estableciendo una amistad sólida,
que fue generando comunes afectos, coincidencias, solidaridades y análogos propósitos de
trabajar por el rescate del patrimonio cultural e histórico de La Puerta.
Fue
uno de los pocos que clamaban por salvar la verdad fáctica, por rescatar nuestro
patrimonio tangible e intangible, por recuperar nuestras tradiciones y
costumbres, que es como decir, salvar la
verdad de nuestro propio destino histórico. Conoció de primera mano, cómo se habían tergiversado
algunos hechos, y en fin, confirmé, que esa historia local que nos han contado,
ha sido inclinada en favor de quienes han visto a La Puerta y sus tierras, mas como
un medio de beneficio personal, que como voluntad forjadora de pueblo. Eso lo evidencié con la autoría de la construcción
del templo parroquial, él trabajó en esa obra,
y también, con el reclamo y lucha
por las campanas centenarias de San Pablo Apóstol, las que desaparecieron por
arte de magos y no las han querido regresar, así se van perdiendo nuestros derechos a tañer el último paseo y
tributo a nuestros difuntos, o el llamado
a nuestras celebraciones litúrgicas más sencillas. Son enseñanzas que quedan.
El
gordo Víctor -como lo refirió él-, en un relato de su vida, sus anécdotas, y
pensamiento, que está publicado desde diciembre del 2019, en este mismo blog, nació hace 80 años, en un lugar
llamado “Las Aletas”, una especie de caserío enclavado en lo que era un
inmenso cañaveral, aquí mismo en el sector El Molino de Mimbón, jurisdicción de
la Parroquia La Puerta, Municipio Valera, estado Trujillo, en Venezuela, en
donde vivió hasta el año 1946. Fueron sus padres: Ana Teresa Delgado y Antonio
José Delgado, eran primos, aunque oriundos de sitios distintos, una de La
Puerta y el otro de Jajó.
Víctor Delgado, el popular "Gordo" Víctor, sentado en la Plaza Bolívar de La Puerta. |
El
gordo Víctor, era una de las mas envidiables memorias de nuestra comarca, un extraordinario colaborador para este blog,
que se ha propuesto aportar a la descolonización de la historia local, al
rescate de sus tradiciones, costumbres y a develar la verdad de los hechos más
destacados, aquí ocurridos. Cuando conversábamos de determinado tema, y le asomábamos
alguna opinión contraria a la suya, decía ¡A mí no me van a meter cuentos sobre La
Puerta, porque toda mi vida la he vivido aquí! Y lo decía con tanta
efusión y seguridad, que teníamos que quedarnos
callados. Debo confesar, que él, así como, Tulio Rivas, el último Xikoke, que se nos fue el año pasado, me enseñaron a entender y valorar más, las
tradiciones y el patrimonio histórico y cultural de nuestra parroquia.
Porque
fui su vecino, vivíamos en casas que quedan a menos de 200 metros de distancia,
y nos entendimos para reconstruir la historia parroquial, puedo afirmar que Víctor
fue una persona de inalterables convicciones y valores ciudadanos, de generosos
sentimientos de lealtad para sus vecinos y amigos, y como si fuera un muchacho, gozaba del valor
y la serenidad para enfrentar la más difícil contingencia. Fue un ser
agraciado, la vida lo recompensó, tuvo una
solidaria esposa, Crelia Terán y
una honorable familia. Era un hombre feliz, porque así me lo confesó,
era un hombre que se sentía feliz y eso era lo que irradiaba en sus
conversaciones, a pesar de su seriedad y sobriedad. Así lo conocí.
*
Me voy a permitir, transcribir aquí, dos mínimos extractos de
la entrevista que le hice el año pasado, que revelan además de lo anecdótico,
simpático y costumbrista de este
personaje, su claro conocimiento de lo vivido y contado.
<<…y vendí arepa de horno!
Desde los 8 años
trabajó la agricultura, en los cañamelares de la parroquia, con un lapso inciso, fue vendedor de pan criollo por las
calles y casas de la población, en una especie de carretilla de madera, de una
sola rueda, pan que elaboraba la señora Carmen Carrasquero, y además ofrecía al
publico una exquisitez local: las arepas de horno (que componían con dulce y
queso), costaban una locha. Me preguntó
si las había comido, ante mi negativa, dijo, ¡eran muy sabrosas! Se
detuvo unos segundos y siguió el relato: <<…había
trigo, las familias sembraban en sus solares, trigo y molían trigo ahí donde
los Burelli que luego fue de Luis Ignacio Araujo y después este se los vendió
al mismo Burelli. Allí se molió trigo como hasta el año1950. Era el trapiche,
había un cañaveral donde hoy está el hotel Cordillera…>> (Entrevista citada, publicada en este blog). El
remoto grano de las culturas orientales y mesopotámicas, se había incubado en
los páramos y en la vena regional, nuestras abuelas cuando les tocaba hacer las
arepas, la llaman harina del norte.
Otra gráfica de Víctor Delgado, el popular "Gordo" Víctor, en la Plaza Bolívar de La Puerta. |
“El pocillo de manteca a medio”. Costumbres culinarias.
Sentando en la plaza,
miró hacia su derecha, señaló hacia la calle 8 y dijo: <<…por ahí, bajaba una acequia y las familias tenían que buscar su
agua ahí. Desde los años 30…>>, se refería al agua para cocinar y
beber.
Por haberlo vivido,
rememora con desenvoltura sobre el tema de los alimentos de la familia, <<…Por lo menos en los 50, no
conocíamos la harina pan, ni el aceite; tampoco se comía carne de res. Las
familias del pueblo, sus comidas eran caraota y arvejas bien aliñadas con
cebolla y cilantro que no faltaba porque había mucha siembra en los solares,
nos las servían acompañadas de plátano y cambures cocidos, porque el maíz era
muy costoso para comer arepa; la gente
criaba sus gallinas, habían huevos, pollo y criaban puercos, esos eran los
alimentos básicos con que nos alimentaban a diario. El desayuno para nosotros
era lo que quedaba de la tarde anterior…>>; se detiene en el relato y
apaciguadamente agrega: <<fueron
épocas de muchas limitaciones pero se comía, porque se sembraba>>. Esto es como un sabio consejo para los
economistas que dirigen la actual situación del país>> (Entrevista
citada, publicada en este blog).
Hasta
luego, inmutable amigo, cronista de causas difíciles, desinteresado
colaborador, que tu pueblo, el que tanto quisiste y te preocupó, te recuerde y
conserve para el futuro, tu ejemplar
desempeño ciudadano.
La
Puerta, julio de 2020.
Omanrique761@gmail.com
Siempre recuerdo al señor Víctor en la entrada de las Malvinas conversando con la gente y a su hijo Rubén QEPD. Una pregunta Oswaldo se dice cañaveral o cañameral o que diferencia hay en los términos?. Saludos Oswaldo
ResponderEliminarSaludos Andres. Espero estés bien con la familia. Sí, se nos fugó el "gordo" Víctor, reservado colaborador de este esfuerzo reconstructivo de la historia y memoria privilegiada. Q.E.P.D. lo de cañamelares, se le ha llamado a las plantaciones de cañadulce o caña de azúcar. Cañaverales, también se ha usado, pero es genérico para sitios donde hay cañas así no sean dulces. No te pierdas los artículos de agosto, uno relacionado con el "Cuatricenteanrio de la fundación" de La Puerta y los resultados de nuevas investigaciones en Archivo de Indias. Un abrazo. Te he llamado varias veces y no he tenido suerte. Saludos a la familia. OM.
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