sábado, 4 de julio de 2020

La Rebelión de los Comuneros y la incursión frustrada al Valle del Bomboy y pueblos trujillanos en 1781.


Oswaldo Manrique R.




El próximo año, por este mismo mes,  se cumplirán 240 años, del estallido de la extraordinaria insurrección indígena, conocida como la Rebelión de los Comuneros del Socorro, de 1781, que llegó y todavía retumba en nuestros  páramos.   Como consecuencia de la imposición de alcabalas y aduanas,  para recaudar nuevos tributos y contribuciones, de los productores y comercializadores del tabaco y del aguardiente, varios estratos de la sociedad neogranadina, se insurreccionó el 16 de marzo de 1871, en la Villa del Socorro,  movimiento de comuneros que al establecer una estrategia político militar de rechazo al mal gobierno colonial interno, se fue extendiendo hasta la región andina venezolana, específicamente Trujillo, donde gran parte de su población se sostenía económicamente de la explotación de la caña de azúcar y sus derivados.

          Las autoridades de Maracaibo y de Caracas, enviaron contingentes militares para evitar que la invasión entrara a Trujillo. El 8 de agosto, el ejército rebelde ocupó la ciudad de Timotes, colindante con los pueblos indígenas Bomboy, de La Puerta, el de Jajó y La Mesa de Esnujaque, y difundió una proclama a los Trujillanos, en la que los exhortaba a incorporarse a esa rebelión popular.  Había salido el 6 de septiembre, la llamada Expedición de la Frontera, integrada por más de 1.000 hombres armados, jefaturada por el teniente coronel Juan de Salas.  
Desde El Socorro (zona de la hoy Colombia), el movimiento de los Comuneros Indígenas y Mestizos se fue expandiendo. Las banderas ideológicas, surgían desde las tierras de Túpac Amaru, cuyos volantes y panfletos llegaron rápidamente a los andes venezolanos, primero San Antonio y pueblos de Táchira, en Mérida tuvo gran repercusión, inclusive el 30 de junio de 1781, se instaló una especie de gobierno revolucionario designando  Capitán General al mestizo José García de Hevia, líder de pequeños agricultores, artesanos, indígenas Timotes, y hasta mujeres que se dedicaban a la siembra y explotación comercial del tabaco y chimó, productores de miche artesanal; el 8 de agosto toman el pueblo de Timotes, y corrió el frenesí   por  estas tierras colindantes con las Encomiendas del Pueblo San Pablo Apóstol del  Valle del Bomboy, también conocidas como La Puerta, que desde finales del siglo XVI, no le habían reactivado el sentimiento de resistencia indígena, que posiblemente logró variar el trato de los encomenderos hacia los Bomboyes.



El frenesí desbordado por las ideas de los Comuneros del Socorro, llegó hasta los pueblos Trujillanos, entre ellos, La Puerta. Cronografía N° 3237. 


Al parecer, ese mensaje de reivindicación económica, caló mucho en  los indígenas Timotes, no solo los que habitaban la serranía de Mérida, sino los asentados en el Pueblo de San Pablo Apóstol del Bomboy, en Jajó, La Mesa de Esnujaque y caseríos vecinos.  La proclama de los Comuneros enviada a los habitantes de estos pueblos,  clamaba: “Hermanos, hasta aquí habíamos venido engañados con los mandatos de aquellos crueles ministros, que mostrándonos la piel de oveja tenían para nosotros el corazón de lobo; bien habréis conocido que así los mismos de Santa Fe como los de Caracas nos han dado el veneno en taza de oro, esto es: que paliendo sus robos en cedulas reales, nos hecho reventar con el tosigo de alcabalas duplicadas, donativos desarreglados etc. Y así, basta ya de martirios y ver morir de hambre a nuestros padres, mujeres, hijos y familias” (Arciniegas, Germán. Los Comuneros. Tomo 2, pág. 64. Biblioteca Ayacucho. 1992).  Induce ese mensaje, un contenido anticolonial en el fondo, a pesar del reclamo reivindicativo en lo económico contra el monopolio comercial ejercido desde 1728 por la Compañía Guipuzcoana. Este levantamiento,  aunque fallido, logró que en 1785, dichos empresarios vascos, terminaran sus actividades monopólicas y privilegiadas en Venezuela, adaptándose  el Reglamento aprobado por Carlos III,  sobre Libre Comercio para los intercambios entre la metrópoli y las Colonias americanas, de octubre de 1778.
Viendo las autoridades coloniales el influjo de estos comuneros en Trujillo, creando un clima de tensión y de auge popular,  inmediatamente enviaron una expedición militar desde Maracaibo, y también de Caracas, denominada “Expedición de la Frontera”; para evitar el ingreso de Los Comuneros a Trujillo, precisamente a La Puerta, el límite político administrativo y jurisdiccional con el Virreinato de la Nueva Granada (hoy, Colombia).  Los dirigentes de los insurgentes,  enviaron comunicaciones a los propietarios criollos y a los mestizos de la zona, pero éstos, liderizados por Antonio Nicolás Briceño, el Abogado realista, padre del futuro prócer,  como buen súbdito de la Corona Española les dio un no rotundo, a la vez, que iban llegando a la Mesa de Esnujaque, las fuerzas realistas del gobernador de Maracaibo, retirándose los Comuneros, atrincherándose en Mérida. Este Briceño, ocupó cargos públicos importantes en Trujillo, fue Procurador; su pariente, Sancho Antonio Briceño, que lo acompañó en esta jornada,  en 1785, fue designado Teniente de Gobernador, el principal cargo político y administrativo de la ciudad. Mario Briceño Iragorry, en flamante discurso ante la Academia de la Historia, dijo sobre el abogado Briceño lo siguiente: … Luchó contra los Comuneros de Mérida, cuyo movimiento se debeló debido al influjo de Briceño. Era persona de grandes recursos económicos…” (Discurso de Mario Briceño Iragorry, a su ingreso a la Academia Nacional de la Historia, en 1929). Briceño, se enfrentó a la propia familia para defender a la   Monarquía Española, luego -aunque no obtuvo lo que aspiraba-,  cobró en privilegios esa defensa.  Sobre el ámbito de esa insurrección indígena refiere el médico e historiador Vicente Dávila, que “…llegó a Trujillo, sin que hubiera traído mas consecuencias que agitar las tierras occidentales de la Capitanía General de Venezuela y lanzar la chispa de un fermento que los hijos y nietos de dicho comuneros iban a recoger, cuando transcurridos algunos lustros, la libertad de Venezuela, personificada en Bolívar…pasaba la frontera y de victoria en victoria, realizara la campaña que le dio vida a la Segunda República…” (Dávila, Vicente. Discurso de ingreso a la Academia Nacional de la Historia). Así ocurrió, llegó a los pueblos de Trujillo.


La Rebelión de los Comuneros agitaron las ideas libertarias en Venezuela. Cronografía N° 800126.

Lo curioso del acontecimiento es que los Comuneros de Mérida, habían  designado como Capitán a Francisco Antonio Uzcátegui y Rivas, esposo de Andrea Briceño, familia de los Briceños trujillanos,  aunque por su enfermedad y  posterior deceso impidió ejerciera el cargo. Otro de los Briceño, José Ignacio, nacido en Trujillo, hijo de Basilio Briceño y Soto y María Gregoria Ruiz Valero, también fue designado como uno de los capitanes del movimiento merideño. A pesar de eso, otros miembros de la familia Briceño,  se opusieron abiertamente a la rebelión y acompañaron y participaron en su represión, esto les valió para solicitar méritos a la Corona, mientras que sus familiares rebeldes vieron peligrar sus propiedades por la confiscación de bienes que siguió a la derrota de la insurrección. Entre los fieles súbditos al Rey destacaron “…el merideño Ángel Briceño que buscó obtener el apoyo de parte de su familia de Trujillo, en donde la actuación de Antonio Nicolás Briceño y Sancho Antonio Briceño, permitió organizar una fuerte resistencia que impidió a los Comuneros abrirse paso hacia Caracas.”  (Muñoz Oraá,  Carlos Emilio.  Los Comuneros de Venezuela. Págs. 122 y sig. ULA. Mérida, 1971).   Además de la evidente división de la familia Briceño, fue con el aporte en mulas, víveres y dinero de las haciendas de estos Briceño, en el valle del Bomboy, con lo que montaron la resistencia entre Timotes, la Mesa de Esnujaque, Jajó  y la Puerta, a la amenaza de los Comuneros, mientras llegaron las tropas realistas. Así se frustraron, los objetivos de expansión de tan vasto movimiento.


La insurrección  <<mesiánica y revolucionaria>>.

El liderazgo mestizo de este movimiento, lo asumió parte de la familia Briceño, que estuvo dividida, un grupo seguía a Ángel Briceño, y otro a Antonio Nicolás, el abogado y padre del prócer,  aunque fue un movimiento amplio que recogía la vieja aspiración de los criollos, relacionado con la igualdad para optar a los altos cargos de gobierno, entre sus banderas: “…a que los americanos se han de emplear en las plazas de primera plana en ambas líneas…”. Ocupada la Parroquia Ejido, cercana a Mérida, por más de 7 mil comuneros armados, siguieron avanzando; Briceño  Iragorry narró este hecho en sus Tapices, que el 28 de julio de 1781, ”… tres mil de ellos penetraron sin oposición a la ciudad de Mérida, y de allí dirigieron cartas a los cabildos de la ciudad de Barinas y Trujillo en que se invitaba a dichas poblaciones a sumarse al movimiento conocido en la Historia  con el nombre de Revolución de los Comuneros del Socorro…” (Briceño Iragorry, Mario. Tapices de Historia Patria. 12° Tapiz. Caracas, 1933). Seguía creciendo el germen de la libertad y la igualdad ya no entre los propietarios criollos y mantuanos, sino en el seno del sector mayoritario de la población, los mestizos y lo que quedaba de la raza indígena. 


Túpac Amaru,  líder indígena rebelde suramericano, precursor de la insurrección comunera.

         La incidencia de la rebelión de Túpac Amaru en Suramérica,  hizo despertar al Reino español, sobre los futuros levantamientos  populares,   de tal forma que Don José de Ábalos, Gobernador Intendente de Venezuela, envió al Rey un Informe en el que le proponía  el establecimiento en América de cuatro monarquías confederadas con la metrópoli.  Lo que sería  explicado, en otros términos, por el famoso estadista ilustrado Conde de Aranda en 1783 y que comprendía transformaciones en la estructura de la sociedad colonial. El Obispo Mariano Martí, de la Diócesis de Caracas (1770-1784), testimonió que la Rebelión de los Comuneros del Socorro, habría llegado hasta La Puerta y Trujillo, y dirigentes de ella le habían dicho que Túpac Amaru vivía y había desplazado al mismo Rey español en la alejada Audiencia de Santa Fe de Bogotá; por lo que el Obispo llegó a la conclusión que ese momento tendía a la Coronación, de un inca o de Túpac Amaru (Ratto Ciarlo: Resonancia de Túpac Amaru en Venezuela. Diario El Nacional, pág. 6, edición del 7 junio 1981). Lo que evitaron las acciones diligentes de los Briceño del valle del Bomboy y otros de Mérida, lo cobró el padre del prócer Antonio Nicolás Briceño, al solicitar al gobierno imperial español se le concediera retribución y cargo, por su actuación al enfrentar a los Comuneros.

De esta rebelión  indígena, escribió Eduardo Galeano, en Las Venas Abiertas de América Latina, que Túpac Amaru había liderado una extraordinaria insurrección de carácter “mesiánico y revolucionario“. Al efecto señaló que dicha rebelión  al estallar, “decretó la libertad de los esclavos, abolió todos los impuestos y el “repartimiento” de mano de obra indígena en todas   sus formas, los indígenas se sumaban, por millares y millares a las fuerzas   del  <<padre de todos los pobres y de todos los miserables y desvalido>>…Marchaba predicando arengas: todos los que murieran bajo sus órdenes en esta guerra resucitaran para disfrutar las felicidades y las riquezas de las que habían sido despojados por los invasores…”. Finalmente, Túpac Amaru, fue traicionado, capturado y decapitado en el Cuzco. 



La Puerta, marzo 2020.



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