Oswaldo
Manrique Ramírez.
<<Porque no he de salir, enfebrecida,
a retomar la pálida congoja de,
sin bandera, atravesar la vida>>.
(Ana Enriqueta Terán.
Invocación a la madre).
Alejandro Dumas, en una de sus obras
más celebradas, comienza con una sensata sugerencia para los escribidores: no
se pueden crear o biografiar personajes
sin antes haberlos estudiado con suficiencia, madurez y concienzudamente. Como
la conocí, la vi y la traté, como tuvimos eso que llaman empatía reciproca, me
voy a contentar con relatar algo de su vida. Me voy a referir a una hermosa,
dulce y justa mujer de La Puerta: Margarita Ramírez.
La conocí hace muchos años, debido a
una especial circunstancia. Una familia acudió a mí, para que abogara por la
libertad de un joven que habían detenido funcionarios policiales del Puesto de
La Puerta, un día sábado, por resistencia a la autoridad y según el “protocolo”
de ese tiempo (Código regional de Policía), lo remitían el lunes al degradante
reten de El Cumbe, en Valera, de censurable recordación en la sociedad
trujillana. Subí a la Prefectura, y me atendió una atenta funcionaria, que
resultó ser la nueva Prefecta, de buen verbo, buen semblante, no usaba revólver
al cinto tipo “Juan Charrasqueado” como se acostumbraba, esa actitud, me
permitió pensar e intuir, que era una persona sensata y no se emborrachaba para
acabar las fiestas populares a tiros; era distinto a lo que conocía de algunos
de estos funcionarios. Pero hubo algo que verdaderamente me sorprendió: sabía
leer y escribir. Se contaba en la Parroquia con una Prefecta que podía leer las
certificaciones de partidas y los documentos que iba a firmar. Meses antes,
quizás años, expuse en una reunión de
ciudadanos a la que me invitaron, en el Hotel Chiquinquirá, con el Dr. Mancilla, Secretario General de la
Gobernación, la situación de los prefectos analfabetas.
María Margarita Ramírez Rivero. |
Después de escucharme, la
Prefecta tomó una decisión justa y ordenó a los funcionarios poner en libertad
al joven detenido, no me pidió colaboración, me siguió sorprendiendo. Así pues, la conocí, en la segunda planta,
sede de la Prefectura de La Puerta, con vista al rio Bomboy y a los
cementerios, símbolos históricos para
los puertenses. Pertenecía a otra estirpe de funcionarios, los probos, con otra
práctica y ética, su nombre completo: María Margarita Ramírez Rivero, nació en
La Puerta, el 18 de septiembre de 1940. Hija de Santiago Ramírez, un
agricultor, muy apreciado en la comunidad, longevo, se le conoció como el
hombre de los tres siglos; y de la señora Ysaura Rivero.
Estudio la primaria, en la escuela
del pueblo; al culminar ingresó a estudios de normalista, aspiraba ser
educadora, pero tuvo que abandonar, debido a las responsabilidades que tuvo que
asumir en ese tiempo. Desde pequeña, fue voluntariosa y responsable, ayudaba a
sus padres en el hogar, y recuerdan que, al morir a los 36 años doña Ysaura, su
mamá, asumió el rol de criar a sus
hermanos menores, ya que era la mayor de los 8 hermanos.
Quienes la conocimos, sabemos que era
una mujer hermosa, intuimos que de joven, era muy atractiva. Su hija Iris
Villarreal relató, que Margarita se casó a los 17 años de edad, con Rafael Ángel Rivero, con el que procreó 5
hijos: Ysaura Rivero, medico cirujana,
especialista en pediatría, del Hospital Central de Valera; Ana María Ramírez,
secretaria, Rafael Rivero, carpintero, José Antonio Rivero, herrero, José
Gregorio Rivero, docente; y Enrique Rivero, agricultor; todas personas de bien
y también con familias muy respetadas en la localidad.
A los 22 años quedó viuda, pasado el
luto, decidió rehacer su vida, y se casa con Filadelfo Villarreal, con el cual
procreó sus dos últimos hijos: Yris Villarreal, docente; Juan Carlos
Villarreal, docente. Como se puede percibir, su aspiración frustrada de ser
educadora de aula, se vio recompensada en sus hijos porque varios de ellos,
coronaron la carrera docente.
La historia de Margarita, es como la
de toda mujer andina, trabajadora, emprendedora, de mucho sacrificio, madre
sobre todas las cosas, fue una mujer de
lucha, en su familia dio además del afecto materno a sus hijos, inculcó valores y ejemplo; recuerda Yris Villarreal,
que un tiempo su mamá se dedicó a lavar y planchar en casas de familia para
ayudar al sustento económico de sus hijos;
inclusive, laboró con una familia española, que se asentó en La Puerta,
con la que aprendió y desarrolló la técnica de elaborar muñecas, tapetes y
otros objetos en tela, los que cosía con mucho esmero y aplicándole su talento
artístico.
Aficionado como era yo de subir a la
Plaza y a la esquina caliente, los
sábados, domingos y días festivos, la veía cuando iba a sus ocupaciones
religiosas o misas en el templo y nos poníamos a conversar. En esos encuentros
nos permitíamos ponernos al día en información nacional y regional, que eran
temas de su mayor preocupación, por ser funcionaria de gobierno.
Tiempo después comprendí, esa
especial empatía o simbiosis, el intercambio de información, de opiniones, y lo
hacía con uno de esos diez o veinte irreverentes izquierdistas que existían en
aquel momento en el Estado Trujillo; eso
demostraba la anciana tesis de que los polos opuestos se llevan bien. Después que ganó Chávez, hasta los viejos
gomecistas, incluyendo los puntofijistas,
sufrieron la falsa metamorfosis hacia el zurdismo, ella no.
En la lucha social y comunitaria.
Relató su hija Yris, quien es docente
en un plantel educativo de la parroquia,
que su mamá desde joven,
preocupada por los problemas de la comunidad, apoyó luchas que unas
resultaron favorables, y otras, que decepcionaban, sin embargo, ella no perdía
las esperanzas ni la fe en conquistar tiempos mejores para el colectivo; un
ejemplo, de su empeño social, fue lograr
el terreno para construir lo que hoy es la Urbanización Santa Eduviges II de La
Puerta. De vez en cuando, hacía un alto en la lucha, y se iba de viaje con sus
hijas, ellas recuerdan, que pudieron disfrutar días de calidad con Margarita,
que era como la llamábamos en la comunidad, fueron estadías y temporadas en
Mérida, Maracaibo, Caracas, Tucacas y en la Isla homónima: Margarita, que le
agradaba muchísimo.
Margarita Ramírez, en un merecido agasajo social en la Parroquia. |
Muy sociable, tuvo amistad con los seres
más disímiles y de diferentes caracteres, con afectos de diversas toldas políticas y religiones, pero
consideraba la amistad como un valor social importante, más allá de cualquier
cultura, posición económica, raza,
color, religión o credo político, tuvo una muy estrecha amistad entre otros con:
Auxiliadora Rosales, Juana Intili, Yeni
de Abreu, Guillermo de Andara, Coromoto Romero, Paula Paredes, y con Carmen Carrasquero,
hoy difunta.
Su Lealtad Política. Cargos públicos.
Se desempeñó como Prefecta de la
parroquia La Puerta, desde el año 1996, hasta el año 2003. Era una mujer de mucha
sensibilidad humana, nunca llegué a escuchar quejas de un maltrato o de alguna
irregularidad de esta funcionaria;
católica de formación, con convicciones y valores familiares que supo
transmitir a sus hijos, y asimismo, procuraba insertarlos en la comunidad.
Lamentablemente, las miserias humanas
andan sueltas. Un día la llaman de la Gobernación y le dijeron que debía poner
su cargo a la orden, que la felicitaban y le agradecían por su gestión en el
cargo y etc, etc, etc. A la loable labor
de aquella dama, la superioridad le puso término, hasta aquí llegaste; eso, le
produjo cierta decepción personal. Se dio cuenta, que su buena gestión, fue
valorada muy poco. Conversamos acerca de este asunto.
La entrevisté en un programa que hacíamos los sábados a las 8 de
la mañana, en la radio comunitaria de La Puerta. El tema era sobre el día de la
madre y su celebración. Su voz, su gracia, y sus sabias respuestas hicieron esa
mañana, uno de los mejores y más animados programas; fue una verdadera matrona,
conciencia y experiencia.
Margarita -me permitía tutearla-, me
confesó que era amante de la Democracia y del Derecho, que su mundo se guiaba,
además de Dios, por esos dos pilares. Militaba en el partido Acción Democrática
(AD), fue siempre leal a esta organización política, a pesar que, no compartía
la ola de corrupción que sacudía las bases de la República y particularmente en
nuestro Estado. Así era ella.
Margarita, cuando alguien tenía una
muerte repentina sin sufrimiento o los que morían de infarto, acostumbraba a
decir: <<Que Muerte tan linda,
ojala cuando yo muera sea así>>, y esa aspiración, se le concedió. El 12 de junio de 2014, murió
esta matrona puertense, esta abnegada heroína de las circunstancias que se le
presentaron y modelo de ciudadana, que debe ser registrada como personaje meritorio,
de nuestra historia local.
La Puerta, julio 2020.
Muchas gracias señor Manrique..por ese lindo recuento de la sra Margarita (mi madre).
ResponderEliminarPlasmó usted en unos pocos párrafos muchas vivencias,anécdotas y fortalezas de ella..al leerlo sentí a mi madre viva!!
Gracias.muchas gracias..
Dios bendiga ése don maravilloso que tiene.
Saludos. Agradezco tan generoso comentario y Amen. OM.
EliminarQue bonito que te recuerden así Abue una gran mujer ejemplo de lucha , constancia , perseverancia y respeto y has dejado un gran legado para toda su familia . Gracias Sr Manrique por plasmar en este párrafo lo que fue Maria Margarita y lo que seguirá siendo aunque ya no esté en este plano terrenal su recuerdo sigue vivo en cada una de las personas que tuvimos el privilegio de estar a su lado ..
ResponderEliminarMuchas gracias por tan generoso comentario. Saludos. OM.
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