domingo, 5 de julio de 2020

Margarita Ramírez, la Prefecta comprensiva.





Oswaldo Manrique Ramírez.


<<Porque no he de salir, enfebrecida,
a retomar la pálida congoja de,
 sin bandera, atravesar la vida>>.
(Ana Enriqueta Terán. Invocación a la madre).

Alejandro Dumas, en una de sus obras más celebradas, comienza con una sensata sugerencia para los escribidores: no se pueden crear o biografiar  personajes sin antes haberlos estudiado con suficiencia, madurez y concienzudamente. Como la conocí, la vi y la traté, como tuvimos eso que llaman empatía reciproca, me voy a contentar con relatar algo de su vida. Me voy a referir a una hermosa, dulce y justa mujer de La Puerta: Margarita Ramírez.

La conocí hace muchos años, debido a una especial circunstancia. Una familia acudió a mí, para que abogara por la libertad de un joven que habían detenido funcionarios policiales del Puesto de La Puerta, un día sábado, por resistencia a la autoridad y según el “protocolo” de ese tiempo (Código regional de Policía), lo remitían el lunes al degradante reten de El Cumbe, en Valera, de censurable recordación en la sociedad trujillana. Subí a la Prefectura, y me atendió una atenta funcionaria, que resultó ser la nueva Prefecta, de buen verbo, buen semblante, no usaba revólver al cinto tipo “Juan Charrasqueado” como se acostumbraba, esa actitud, me permitió pensar e intuir, que era una persona sensata y no se emborrachaba para acabar las fiestas populares a tiros; era distinto a lo que conocía de algunos de estos funcionarios. Pero hubo algo que verdaderamente me sorprendió: sabía leer y escribir. Se contaba en la Parroquia con una Prefecta que podía leer las certificaciones de partidas y los documentos que iba a firmar. Meses antes, quizás años,  expuse en una reunión de ciudadanos a la que me invitaron, en el Hotel Chiquinquirá,  con el Dr. Mancilla, Secretario General de la Gobernación, la situación de los prefectos analfabetas. 

María Margarita Ramírez Rivero.  

         Después de escucharme, la Prefecta tomó una decisión justa y ordenó a los funcionarios poner en libertad al joven detenido, no me pidió colaboración, me siguió sorprendiendo.  Así pues, la conocí, en la segunda planta, sede de la Prefectura de La Puerta, con vista al rio Bomboy y a los cementerios,  símbolos históricos para los puertenses. Pertenecía a otra estirpe de funcionarios, los probos, con otra práctica y ética, su nombre completo: María Margarita Ramírez Rivero, nació en La Puerta, el 18 de septiembre de 1940. Hija de Santiago Ramírez, un agricultor, muy apreciado en la comunidad, longevo, se le conoció como el hombre de los tres siglos; y de la señora Ysaura Rivero.

Estudio la primaria, en la escuela del pueblo; al culminar ingresó a estudios de normalista, aspiraba ser educadora, pero tuvo que abandonar, debido a las responsabilidades que tuvo que asumir en ese tiempo. Desde pequeña, fue voluntariosa y responsable, ayudaba a sus padres en el hogar, y recuerdan que, al morir a los 36 años doña Ysaura, su mamá,  asumió el rol de criar a sus hermanos menores, ya que era la mayor de los 8 hermanos. 

Quienes la conocimos, sabemos que era una mujer hermosa, intuimos que de joven, era muy atractiva. Su hija Iris Villarreal relató, que Margarita se casó a los 17 años de edad,  con Rafael Ángel Rivero, con el que procreó 5 hijos:   Ysaura Rivero, medico cirujana, especialista en pediatría, del Hospital Central de Valera; Ana María Ramírez, secretaria, Rafael Rivero, carpintero, José Antonio Rivero, herrero, José Gregorio Rivero, docente; y Enrique Rivero, agricultor; todas personas de bien y también con familias muy respetadas en la localidad.
A los 22 años quedó viuda, pasado el luto, decidió rehacer su vida, y se casa con Filadelfo Villarreal, con el cual procreó sus dos últimos hijos: Yris Villarreal, docente; Juan Carlos Villarreal, docente. Como se puede percibir, su aspiración frustrada de ser educadora de aula, se vio recompensada en sus hijos porque varios de ellos, coronaron la carrera docente.

La historia de Margarita, es como la de toda mujer andina, trabajadora, emprendedora, de mucho sacrificio, madre sobre todas las cosas,  fue una mujer de lucha, en su familia dio además del afecto materno a sus hijos, inculcó valores y ejemplo; recuerda Yris Villarreal, que un tiempo su mamá se dedicó a lavar y planchar en casas de familia para ayudar al sustento económico de sus hijos;  inclusive, laboró con una familia española, que se asentó en La Puerta, con la que aprendió y desarrolló la técnica de elaborar muñecas, tapetes y otros objetos en tela, los que cosía con mucho esmero y aplicándole su talento artístico.

Aficionado como era yo de subir a la Plaza y a la esquina caliente,  los sábados, domingos y días festivos, la veía cuando iba a sus ocupaciones religiosas o misas en el templo y nos poníamos a conversar. En esos encuentros nos permitíamos ponernos al día en información nacional y regional, que eran temas de su mayor preocupación, por ser funcionaria de gobierno.
Tiempo después comprendí, esa especial empatía o simbiosis, el intercambio de información, de opiniones, y lo hacía con uno de esos diez o veinte irreverentes izquierdistas que existían en aquel  momento en el Estado Trujillo; eso demostraba la anciana tesis de que los polos opuestos se llevan bien.  Después que ganó Chávez, hasta los viejos gomecistas, incluyendo los puntofijistas,  sufrieron la falsa metamorfosis hacia el zurdismo, ella no.    

En la lucha social y comunitaria.

Relató su hija Yris, quien es docente en un plantel educativo de la parroquia,  que su mamá desde joven,  preocupada por los problemas de la comunidad, apoyó luchas que unas resultaron favorables, y otras, que decepcionaban, sin embargo, ella no perdía las esperanzas ni la fe en conquistar tiempos mejores para el colectivo; un ejemplo, de su empeño social, fue  lograr el terreno para construir lo que hoy es la Urbanización Santa Eduviges II de La Puerta. De vez en cuando, hacía un alto en la lucha, y se iba de viaje con sus hijas, ellas recuerdan, que pudieron disfrutar días de calidad con Margarita, que era como la llamábamos en la comunidad, fueron estadías y temporadas en Mérida, Maracaibo, Caracas, Tucacas y en la Isla homónima: Margarita, que le agradaba muchísimo.

Margarita Ramírez, en un merecido agasajo social en la Parroquia


Muy sociable, tuvo amistad con los seres más disímiles y de diferentes caracteres, con afectos de diversas  toldas políticas y religiones, pero consideraba la amistad como un valor social importante, más allá de cualquier cultura, posición económica,  raza, color, religión o credo político, tuvo una muy estrecha amistad entre otros con: Auxiliadora Rosales,  Juana Intili, Yeni de Abreu, Guillermo de Andara, Coromoto Romero, Paula Paredes, y con Carmen Carrasquero, hoy difunta.

Su Lealtad Política. Cargos públicos.

Se desempeñó como Prefecta de la parroquia La Puerta, desde el año 1996, hasta el año 2003.  Era una mujer de mucha sensibilidad humana, nunca llegué a escuchar quejas de un maltrato o de alguna irregularidad de esta funcionaria;  católica de formación, con convicciones y valores familiares que supo transmitir a sus hijos, y asimismo, procuraba insertarlos en la comunidad.
Lamentablemente, las miserias humanas andan sueltas. Un día la llaman de la Gobernación y le dijeron que debía poner su cargo a la orden, que la felicitaban y le agradecían por su gestión en el cargo y etc, etc,  etc. A la loable labor de aquella dama, la superioridad le puso término, hasta aquí llegaste; eso, le produjo cierta decepción personal. Se dio cuenta, que su buena gestión, fue valorada muy poco. Conversamos acerca de este asunto.
La entrevisté en un  programa que hacíamos los sábados a las 8 de la mañana, en la radio comunitaria de La Puerta. El tema era sobre el día de la madre y su celebración. Su voz, su gracia, y sus sabias respuestas hicieron esa mañana, uno de los mejores y más animados programas; fue una verdadera matrona, conciencia y experiencia. 
Margarita -me permitía tutearla-, me confesó que era amante de la Democracia y del Derecho, que su mundo se guiaba, además de Dios, por esos dos pilares. Militaba en el partido Acción Democrática (AD), fue siempre leal a esta organización política, a pesar que, no compartía la ola de corrupción que sacudía las bases de la República y particularmente en nuestro Estado. Así era ella. 

Margarita, cuando alguien tenía una muerte repentina sin sufrimiento o los que morían de infarto, acostumbraba a decir: <<Que Muerte tan linda, ojala cuando yo muera sea así>>, y esa aspiración,  se le concedió. El 12 de junio de 2014, murió esta matrona puertense, esta abnegada heroína de las circunstancias que se le presentaron y modelo de ciudadana, que debe ser registrada como personaje meritorio, de nuestra historia local. 

 La Puerta, julio 2020.


4 comentarios:

  1. Muchas gracias señor Manrique..por ese lindo recuento de la sra Margarita (mi madre).
    Plasmó usted en unos pocos párrafos muchas vivencias,anécdotas y fortalezas de ella..al leerlo sentí a mi madre viva!!
    Gracias.muchas gracias..
    Dios bendiga ése don maravilloso que tiene.

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  2. Que bonito que te recuerden así Abue una gran mujer ejemplo de lucha , constancia , perseverancia y respeto y has dejado un gran legado para toda su familia . Gracias Sr Manrique por plasmar en este párrafo lo que fue Maria Margarita y lo que seguirá siendo aunque ya no esté en este plano terrenal su recuerdo sigue vivo en cada una de las personas que tuvimos el privilegio de estar a su lado ..

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