Oswaldo Manrique R.
Nació y vivió en la propia cima de la
montaña, en el lado Este del valle del Bomboy, hoy La Puerta, donde podía ser el vigía y protector de las tierras cultivadas por su tribu. Pitimay al parecer, fue un hombre reflexivo,
cauteloso, logró que se le respetaran sus posesiones y mantuvo con los extranjeros
colonos repobladores relaciones de coexistencia pacífica.
Pitimay, fue uno de los caudillos
indígenas Timotes que se hizo respetar con su actitud de defender las tierras
que le pertenecían y ocupaban desde tiempos inmemoriales sus ancestros. Al parecer, desde la llegada de los conquistadores,
encomenderos y hacendados europeos a La Puerta, el conflicto con él lo
asumieron éstos, respetándole su posesión en lo que se conoce desde La
Culebrina, hasta la cima o montaña de Carorita. Fue el hombre que
representaba y ejercía la autoridad en esta comunidad, que formaba parte de una
sociedad organizada bajo el liderazgo de un cacique como él, o con varias
capitanías o parcialidades, que gobernaban la comunidad de aborígenes del área
del Bomboy y sus anexidades “y en señal de respeto los subalternos les rendían
tributos y les hacían algunas labranzas” (Ramírez Méndez, Luis Alberto. La tierra prometida del sur del Lago de
Maracaibo. De su misma sangre. La frontera indígena (Siglos XVI-XIX) UNERMB.
Pág. 115). Esta estructura de poder,
facilitó la negociación y el entendimiento de coexistencia con el conquistador
europeo y los curas en el proceso de
evangelización y sometimiento al nuevo régimen económico y social que
implantaron los nuevos pobladores, el sistema de tributación y en la
dirección del establecimiento de las encomiendas del Pueblo Cabecera de
Doctrina de San Pablo Apóstol del Bomboy.
Pitimay, el cacique de los 4 rangos. Gráfica y boceto propios de este
blog.
Se desconoce si tuvo
alguna rivalidad -siendo ambos de la etnia Timotes-, con el señorío del indio
Bomboy, o si por el contrario hubo solidaridad con éste, al momento en que
fueron encomendados y congregados en el área del valle donde hoy está
establecida la población de La Puerta en 1608, ni cuántas eran las leguas de
sus respetivos cotos. De acuerdo a antiguos títulos de propiedad y documentos
de ventas de tierras en la zona alta de Carorita- El Molino-Los Cerrillos-La
Culebrina, que hemos podido leer, señalan
todavía como linderos la Cima de Pitimay, que
era el cacique de esa comunidad, de donde intuimos que por muchos años,
se le consideró y respetó su señorío y la posesión sobre ella; sin embargo, estas tierras fueron
vendidas y privatizadas. En
dichos documentos, cuando se refiere al
sitio, lleva la preposición de,
indicativo que la cima perteneció o era posesión de Pitimay; por ello, inferimos que este era su espacio
geográfico, y que este caudillo,
liderizaba esta comunidad indígena.
La cima de Pitimay, es un lugar
ubicado en el lado este de la parroquia, y punto de deslinde
geográfico-administrativo con la parroquia
Mendoza Fría. Una montaña alta, con fresco clima, y tierra fértil. Fue dominio y sitio del cacique o principal
llamado Pitimay o jefe de las cuatro rangos dentro de la jerarquía de los
nativos de Tierra Colorada (Tierra de Loza, hoy forma parte de Carorita). Según
el diccionario de dialectología de Amílcar Fonseca, el vocablo está compuesto
como la mayoría de los nombres de caciques, con “piti” , que significa cuatro, y el sufijo “may” o
“mai”, que es un aumentativo que califica el poder del principal indígena,
piti-mai = cuatro buenos o superior.
Este antroponímico de Pitimay, en nuestro
criterio es propio de los Timotes, en esa riqueza de creación de nombres para
los principales de los asientos de comunidades indígenas, de acuerdo a las
características de los mismos o de las denominadas parcialidades (toponímicos),
aunque también se repite en otras localidades de la zona baja del Estado, como
Pitijoy; por lo que aquel, seria propio de la gran variedad
dialectal de los Timotes o de los Kuikas.
Conforme con lo escrito por nuestros
más antiguos cronistas, en 1559 el conquistador Juan de Maldonado, se trazó
como objetivo la conquista de los Kuikas y avanzó sobre los Valles de los
Timotes, pero a la vez, hacia lo propio el capitán Francisco Ruiz, que había
avanzado desde el Tocuyo hasta los predios de Boconó y Niquitao y perpetraba la
misma conquista. Esta competencia o rivalidad los obligó a efectuar un acuerdo que se celebró en Timotes,
según el cual ambos conquistadores
establecieron los términos de sus respectivas jurisdicciones o cotos, que
son más o menos los mismos que hoy
sirven de términos entre los Estados Mérida y Trujillo, pero para la etnia
Timotes, eran un solo y mismo señorío indígena, al cual pertenecían los del
valle del Bomboy.
La Timotes, era un tipo de sociedad
igualitaria, sin embargo, el poder y autoridad de sus caciques, venia dado por
una estructura jerárquica en las relaciones políticas que también era
hereditaria. Había una organización de rangos, que podía tener ámbito sobre
varias aldeas indígenas. Igualmente, un
orden social del trabajo, las actividades principales o económicas, se
reservaban a los especialistas, agricultores, ceramistas, artesanos, tejedores,
guerreros entre otros, y en el aspecto religioso a los mojanes. Mantenían relaciones de intercambio con otros
pueblos indígenas, uno de los antiguos cronistas, Fray Pedro de
Aguado, mencionado por Mario Briceño Iragorry, hace referencia a las relaciones
comerciales que sostenían las tribus trujillanas con su vecinos caribes,
motilones, jirajaras, ajaguas y otras, con quienes intercambiaban sus productos
de cerámica e hilados de algodón y trabajos de pita, a base de fibra de Fourcroya
gigantea, para que les dieran a cambio
sal y pescado seco (Briceño Iragorry, Mario. Obras Completas. Vol. 17. Pag. 39.
Ed. Congreso de la República. Caracas. 1993). Debo destacar, que el avance técnico
y artístico en la producción de cerámica que se llevaban a esos pueblos, se producía
en Tierra de Loza o Colorada donde ejercía señorío Pitimay, Este sistema de
intercambio se lograba por el camino intermontano del Paramo de las 7 Lagunas
(La Puerta), hasta el Puerto de Gibraltar. La relación era de permuta, no mercantilista,
durante el periodo prehispánico.
Por
las características de esta raza, se estima que este jefe nativo era un hombre
pequeño, de piel broncínea, piernas arqueadas, pelo negro y grueso, en su
cabeza llevaba un aro con 4 puntas, que simbolizaban su jerarquía dentro de la
tribu. A la llegada del conquistador
europeo, como jefe indígena, estuvo exento de trabajar y de pagar tributo a los
encomenderos y curas; éstos, para mantener buenas relaciones con él, le respetaban
sus costumbres y autoridad, le daban trato de cacique y algunos privilegios.
Los curas doctrineros especialmente el estricto padre Montero, no les permitía actos o ritos de mojaneria.
De nuestras indagaciones, tanto en
documentos traslativos de propiedad sobre las tierras de la actual Carorita,
inscritos en el Registro Subalterno de Valera; el mantenimiento impoluto de la
Cima y de la posesión de tierras donde fue caudillo; el reconocimiento municipal como uno de los
linderos oficiales de nuestra parroquia,
y de la fuerza histórica de la tradición oral, se intuye que
posiblemente el cacique Pitimay, jefe de los 4 rangos, habría negociado con el
capitán Juan Álvarez Daboín, no así, el Cacique Bomboy, ni el indio Chegué, que
se mantuvo rebelde en el páramo de las 7 Lagunas y entre los predios de los Xikokes
y los Mucutís.
Pitimay a pesar de que pudo haber
negociado o haberse inclinado ante el poder del capitán Daboín y sus soldados,
y aceptar que sus congéneres trabajaran como esclavos a los encomenderos en sus
haciendas o pagar tributo con gran parte de sus cosechas, por esto, no perdió
el respeto de su gente, quien lo mantuvo en alta estima y como su líder. Muchos
de los Timotos y Kombokos que estaban indignados por la invasión de sus
tierras, habrían compartido su criterio, al explicarles que era preferible
sobrevivir esclavizado, que morir descuartizados por el sanguinario Daboín. Valía
mas trabajar para ellos y seguir vivos, que estar reposando dentro de un
mintoye en las Cuevas del Páramo.
Al morir Pitimay, reconocedores de su
alta dignidad y respetuosos como eran de sus caudillos, sus ayudantes buscaron
en Tierra Colorada, la vasija más gorda de barro grueso, la que movilizaron con
varias cabuyas; seria el receptáculo
(Mintoye) donde permanecería para siempre su jefe, su tabiskey. Antes de exponerlo al escrutinio de su tribu,
lo bañarían, le rociaron aguas olorosas de fragancias naturales, uno de sus
familiares le cerró los ojos y permitirían que su pueblo, los sacerdotes,
caciques, los nobles y principales fueran a ver su cuerpo por última vez en el
lugar sagrado donde lo custodiaron. Luego, lo meterían con las rodillas
encogidas y pegadas al pecho, en el mintoy eterno, el que llevarían hasta una
de las cuevas del Páramo de las 7 Lagunas, donde corresponde a los de su
jerarquía y de acuerdo a sus creencias,
se reuniría con sus iguales. Metieron también en la vasija, como era costumbre, sus cosas personales, su
pequeña capa tejida solo usada por los jefes, y ceñida a su cabeza el
símbolo jerárquico de las 4 plumas.
Se cree, que los conquistadores no le
dieron mucha importancia a la posesión de tierras de Pitimay, por haber
negociado la coexistencia pacífica con este cacique, a pesar que, por ser una cima o alta montaña ya era de
mucha significación por su carácter mágico y sagrado dentro de la
cosmovisión de los aborígenes.
Amigos lectores, este es uno de los
cinco caudillos y principales indígenas del siglo XVII (Primera Parte), que
hemos encontrado en nuestra investigación para la reconstrucción de la Historia
Local de La Puerta, que vengo desarrollando y publicaré
en 5 Notas; la segunda parte, corresponde a los Cacique y Mandones de las Encomiendas
(Siglo XVIII); de conocer o tener Ud., información y fuente documental sobre
otros jefes aborígenes se le agradece compartirlo, para incorporarlo en este esfuerzo
por el rescate de nuestra memoria histórica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario