lunes, 17 de junio de 2019

Monumento Arco de entrada a La Puerta, sitio de memoria histórica.



Oswaldo Manrique R.

Para cerrar el siglo XX, se construyó en La Puerta, Estado Trujillo, el Arco de Entrada, conmemorativo de los hechos históricos ocurridos en esta Parroquia.  Esta obra pública y de cemento, con forma de arco,  erigida sin mayor notoriedad durante el gobierno del Dr. Luis Ernesto González y del alcalde de Valera, Dr. Francisco Marval,  se encuentra situada en la carretera trasandina Valera-Timotes, entre El Molino y el sector Santa Bárbara, Parroquia La Puerta.
Adquiere especial significado –en nuestro criterio-, como símbolo de las luchas sociales, políticas y ecológicas que se han dado en el territorio de nuestra cuatricentenaria comarca.  Desde la participación en las trincheras montadas en este valle para enfrentar y repeler al pirata francés Gramont de la Mote y sus 400  filibusteros, para que no pudiera llegar a saquear e incendiar a la ciudad de Trujillo; pasando por el  levantamiento silencioso de nuestros aborígenes, en 1781, con los Comuneros del Socorro,  por tener los habitantes autóctonos, ancestrales  relaciones parentales con la etnia Timotes, este fue uno de las primigenios conflictos frustrados por los hacendados del Valle del Bomboy.
Nos referimos –aunque no exhiba placa ni inscripciones alusivas-, al levantamiento independentista, ocurrido en 1810, con Francisco Antonio Labastida Briceño y Fernández,  a la cabeza; porque “…fue aquí,   en el templo católico de esta comarca, donde Francisco Antonio Labastida Briceño y Fernández, en el año de 1811, recibió la revelación provincial,  ante varios de sus vecinos y del párroco padre Rosario, de lo que iba a ser su destino inmediato, fue precisamente en este lugar donde pudo repetir emulando a nuestro señor San Pablo, cuando le dijo a  los corintios: “ se me ha abierto una Puerta grande y espaciosa”, y también pudo comprender que al asumir la representación constituyente de este pueblo, era el comienzo de una nueva aurora, de los tiempos de cambio, de tomar el cauce de la libertad, que comenzaba a entrar el sol de la emancipación y de la gloria que pronto se pondría en el horizonte de la Patria. 
Estaba escrito que representar a esa Puerta grande y espaciosa, a la que lo unía tantos afectos, era para que formara parte de la Patria adulta, forjadora, soberana  y dueña de su propio destino, apuntalada en el brazo imbatible y en la genialidad del que  comandaría el sueño de los Libertadores.  Para concluir sus palabras ante la asamblea de electores de este pueblo, les diría: ¡honorables vecinos! Comencé con un pasaje bíblico, para agradeceros vuestra confianza y con otro pasaje de este libro sagrado, palabra del mismo Cristo, será con el que voy a concluir. Oíd lo que dijo el mismo Cristo: “¡Yo soy la Puerta!, y el que  por mi entrare será salvo y gozará de la abundancia de todos los bienes”; con esto quiero deciros que mis brazos y atención estarán siempre abiertos para todos los habitantes de este pueblo. Por supuesto este discurso mereció el estruendoso y apoteósico aplauso de los presentes…”  (Manrique).
Agregamos, en la remembranza colectiva,  porque es otra página de la historia local:  la dramática y obligada migración en 1892 de nuestros nativos, producto de la hosca partición judicial de las tierras del Resguardo Indígena, que conforman hoy la poligonal urbana de La Puerta;  así como,  la estruendosa, fratricida  y brutal  Batalla del Portachuelo de Malpica –Cuesta La Mucutí, en 1892, en la que el indio y general Rafael Montilla Petaquero (Tigre de Guaitó), comandando las fuerzas liberales, dio una estocada fulminante a las tropas de la oligarquía regional. Soy de los que cree, que este sencillo monumento levantado en tributo de esos hechos y otros mas, que dejaron huella y aportaron a la identidad, pertenencia e historia de nuestra comarca, debe ser rescatado y conservado bien por las autoridades o por una fundación conservadora de nuestro patrimonio cultural; merece, igualmente, celebrar su acto inaugural, porque fue en este pueblo por donde entró Bolívar con su escasa tropa a Trujillo, a dictar el heroico mandato que le aportó Conciencia Americana a la confrontación  independentista librada en Venezuela: el Decreto de Guerra a Muerte.




El arco de entrada a nuestra parroquia. Obsérvese el estado de abandono y falto de mantenimiento de este monumento histórico de La Puerta. Cronografía propia de este blog.


Los ocurrentes integrantes de la Junta Parroquial de esa época, se trazaron este proyecto para que el pueblo tuviera un icono que lo identificara como pueblo. Nayim Vielma su Presidente, recuerda que la arquitecta Marlene Palomares lo diseñó. El sitio que habían escogido fue en la “Y”; el espacio que podían disponer no les daba para construirlo. Bajaron un poco más, y antes de llegar al histórico Molino de Mimbom conversaron con 2 hermanas, que son las dueñas del lugar, quienes gustosamente accedieron a donar el espacio. El proyecto lo aprobó el alcalde y procedieron a construirlo, sin mayor alharaca.
El arco, que promovemos su rescate,  destaca dos puertas abiertas, significando toda la poesía y el canto que se le ha dispensado a nuestra parroquia.  Recuerda también, la lucha ecológica de trascendencia nacional e internacional en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, enfrentando a los constructores, gobernantes, políticos y los nuevos gamonales, en su proyecto ecocida en las tierras despojadas de los resguardos indígenas, todas esas acciones y movimientos decisivos, forman parte de nuestro acervo histórico y que se simbolizan y se le dan elevación histórica con este monumento. En la misma forma que lo construyeron, igualmente fue inaugurado: sin estruendo, ni bombas, sin uniformes, ni micheras, ni musiquita,  ni mayor alharaca. 
Por eso, esta obra, aun cuando no está ubicada en un lugar de entrada de nuestra parroquia, como pudo haber sido en Las Delicias, límite de la jurisdicción con el hermano pueblo de Mendoza Fría o con los lindes de  Timotes, y que no tenga el valor artístico y estético o que no se le dé el mantenimiento necesario, no le quita su valor histórico y el objeto cultural por el cual se construyó. Los otros integrantes de la Junta Parroquial, eran los amigos Fermín Torres y el profesor José Alarcón, el popular Cholo. Se habían propuesto, según me dijo Nayim, además de construir este simbólico hito, convertir la zona urbana, la plaza y área cívica, en un paseo peatonal durante las temporadas altas y vacacionales, esto no lo consiguieron; junto con la obtención de un camión recolector de basura, que si lograron traer en comodato a La Puerta.   




               Otra gráfica del monumento de entrada.  Cronografía propia de este blog.


Cada vez que se pasa por este monumento, nos hace recordar el curso posterior a estos hechos, de la vida de los habitantes de La Puerta, que debería depender de lo asimilado de esas duras lecciones de nuestros antepasados, otros son indiferentes, con lo que expresan su sentir. Este arco, es parte de nuestra memoria colectiva. Soy de los que piensan que esta obra debe ser rescatada y conservada, adoptarla como símbolo de nuestra parroquia, de su memoria histórica y convertida en patrimonio histórico cultural, por su significado.   

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