Oswaldo Manrique R.
Para cerrar el siglo XX, se construyó
en La Puerta, Estado Trujillo, el Arco de Entrada, conmemorativo de los hechos históricos
ocurridos en esta Parroquia. Esta obra
pública y de cemento, con forma de arco, erigida sin mayor notoriedad durante el
gobierno del Dr. Luis Ernesto González y del alcalde de Valera, Dr. Francisco
Marval, se encuentra situada en la
carretera trasandina Valera-Timotes, entre El Molino y el sector Santa Bárbara,
Parroquia La Puerta.
Adquiere especial significado –en
nuestro criterio-, como símbolo de las luchas sociales, políticas y ecológicas
que se han dado en el territorio de nuestra cuatricentenaria comarca. Desde la participación en las trincheras
montadas en este valle para enfrentar y repeler al pirata francés Gramont de la
Mote y sus 400 filibusteros, para que no
pudiera llegar a saquear e incendiar a la ciudad de Trujillo; pasando por
el levantamiento silencioso de nuestros
aborígenes, en 1781, con los Comuneros del Socorro, por tener los habitantes autóctonos,
ancestrales relaciones parentales con la
etnia Timotes, este fue uno de las primigenios conflictos frustrados por los
hacendados del Valle del Bomboy.
Nos referimos –aunque no exhiba placa
ni inscripciones alusivas-, al levantamiento independentista, ocurrido en 1810,
con Francisco Antonio Labastida Briceño y Fernández, a la cabeza; porque “…fue aquí, en el
templo católico de esta comarca, donde Francisco Antonio Labastida Briceño y
Fernández, en el año de 1811, recibió la revelación provincial, ante varios de sus vecinos y del párroco
padre Rosario, de lo que iba a ser su destino inmediato, fue precisamente en
este lugar donde pudo repetir emulando a nuestro señor San Pablo, cuando le
dijo a los corintios: “ se me ha abierto
una Puerta grande y espaciosa”, y también pudo comprender que al asumir la
representación constituyente de este pueblo, era el comienzo de una nueva
aurora, de los tiempos de cambio, de tomar el cauce de la libertad, que
comenzaba a entrar el sol de la emancipación y de la gloria que pronto se
pondría en el horizonte de la Patria.
Estaba escrito que representar a esa Puerta grande y
espaciosa, a la que lo unía tantos afectos, era para que formara parte de la
Patria adulta, forjadora, soberana y
dueña de su propio destino, apuntalada en el brazo imbatible y en la genialidad
del que comandaría el sueño de los
Libertadores. Para concluir sus palabras
ante la asamblea de electores de este pueblo, les diría: ¡honorables vecinos!
Comencé con un pasaje bíblico, para agradeceros vuestra confianza y con otro
pasaje de este libro sagrado, palabra del mismo Cristo, será con el que voy a
concluir. Oíd lo que dijo el mismo Cristo: “¡Yo soy la Puerta!, y el que por mi entrare será salvo y gozará de la
abundancia de todos los bienes”; con esto quiero deciros que mis brazos y
atención estarán siempre abiertos para todos los habitantes de este pueblo. Por
supuesto este discurso mereció el estruendoso y apoteósico aplauso de los
presentes…” (Manrique).
Agregamos, en la remembranza colectiva,
porque es otra página de la historia
local: la dramática y obligada migración
en 1892 de nuestros nativos, producto de la hosca partición judicial de las
tierras del Resguardo Indígena, que conforman hoy la poligonal urbana de La
Puerta; así como, la estruendosa, fratricida y brutal
Batalla del Portachuelo de Malpica –Cuesta La Mucutí, en 1892, en la que
el indio y general Rafael Montilla Petaquero (Tigre de Guaitó), comandando las
fuerzas liberales, dio una estocada fulminante a las tropas de la oligarquía
regional. Soy de los que cree, que este sencillo monumento levantado en tributo
de esos hechos y otros mas, que dejaron huella y aportaron a la identidad,
pertenencia e historia de nuestra comarca, debe ser rescatado y conservado bien
por las autoridades o por una fundación conservadora de nuestro patrimonio
cultural; merece, igualmente, celebrar su acto inaugural, porque fue en este
pueblo por donde entró Bolívar con su escasa tropa a Trujillo, a dictar el
heroico mandato que le aportó Conciencia Americana a la confrontación independentista librada en Venezuela: el Decreto
de Guerra a Muerte.
El
arco de entrada a nuestra parroquia. Obsérvese el estado de abandono y falto de
mantenimiento de este monumento histórico de La Puerta. Cronografía propia de
este blog.
Los ocurrentes integrantes de la
Junta Parroquial de esa época, se trazaron este proyecto para que el pueblo
tuviera un icono que lo identificara como pueblo. Nayim Vielma su Presidente,
recuerda que la arquitecta Marlene Palomares lo diseñó. El sitio que habían
escogido fue en la “Y”; el espacio que podían disponer no les daba para
construirlo. Bajaron un poco más, y antes de llegar al histórico Molino de
Mimbom conversaron con 2 hermanas, que son las dueñas del lugar, quienes gustosamente
accedieron a donar el espacio. El proyecto lo aprobó el alcalde y procedieron a
construirlo, sin mayor alharaca.
El arco, que promovemos su
rescate, destaca dos puertas abiertas,
significando toda la poesía y el canto que se le ha dispensado a nuestra
parroquia. Recuerda también, la lucha
ecológica de trascendencia nacional e internacional en las décadas de los 70 y
80 del siglo pasado, enfrentando a los constructores, gobernantes, políticos y los
nuevos gamonales, en su proyecto ecocida en las tierras despojadas de los
resguardos indígenas, todas esas acciones y movimientos decisivos, forman parte
de nuestro acervo histórico y que se simbolizan y se le dan elevación histórica
con este monumento. En la misma forma que lo construyeron, igualmente fue
inaugurado: sin estruendo, ni bombas, sin uniformes, ni micheras, ni
musiquita, ni mayor alharaca.
Por eso, esta obra, aun cuando no
está ubicada en un lugar de entrada de nuestra parroquia, como pudo haber sido
en Las Delicias, límite de la jurisdicción con el hermano pueblo de Mendoza
Fría o con los lindes de Timotes, y que
no tenga el valor artístico y estético o que no se le dé el mantenimiento
necesario, no le quita su valor histórico y el objeto cultural por el cual se
construyó. Los otros integrantes de la Junta Parroquial, eran los amigos Fermín
Torres y el profesor José Alarcón, el popular Cholo. Se habían propuesto, según
me dijo Nayim, además de construir este simbólico hito, convertir la zona
urbana, la plaza y área cívica, en un paseo peatonal durante las temporadas altas
y vacacionales, esto no lo consiguieron; junto con la obtención de un camión recolector
de basura, que si lograron traer en comodato a La Puerta.
Otra gráfica del monumento de entrada. Cronografía propia de este blog.
Cada vez que se pasa por este
monumento, nos hace recordar el curso posterior a estos hechos, de la vida de
los habitantes de La Puerta, que debería depender de lo asimilado de esas duras
lecciones de nuestros antepasados, otros son indiferentes, con lo que expresan
su sentir. Este arco, es parte de nuestra memoria colectiva. Soy de los que
piensan que esta obra debe ser rescatada y conservada, adoptarla como símbolo
de nuestra parroquia, de su memoria histórica y convertida en patrimonio
histórico cultural, por su significado.
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