viernes, 7 de junio de 2019

Se abre La Puerta: En la Hoyada comienza el paisaje histórico







Oswaldo Manrique R.

Desde que nos propusimos como objetivo, destacar los eventos históricos de La Puerta, tuvimos que realizar una exploración minuciosa, ponderando los lugares, monumentos naturales, edificaciones viejas y contemporáneas, caseríos y sitios de viejos y nuevos asentamientos sociales y populares. Se sabe, que son varios y que sus mismos  pobladores, son gente con sus propias historias, relatos y anécdotas, forjadoras de este pueblo,  dignas de ser registradas para el conocimiento de las futuras generaciones.  Me voy a referir a uno de los sectores populares más importantes, no solo por su crecido vecindario,  sino por la calidad de su gente.

La impresión que se lleva el que entra por primera vez por la  calle donde comienza  la avenida Páez, viniendo desde Valera, es, convengamos, la de entrar al descanso, al paseo verde, o al centro comercial, y para algunos al Edén. De hecho, cuando se llega, es buscando el sitio donde se van a alojar, donde se sabe lo que les espera; pero aparta la vista o es indiferente a las esquinas, calles y sectores de ingreso a nuestra parroquia, les interesa solo  lo que les espera más allá de esas esquinas y poco esfuerzo se hace  al traspasar ese perímetro.

Apenas cruzamos la calle 1, y entramos con el frescor, muchas veces rompiendo  el algodón neblinoso de la carretera, con ese frío olor que brota del Bomboy  importunando  la nariz, la caravana de carros recalentados llenos de cansados visitantes, con ojos  esforzados y lánguidos.  Fijan a duras penas, la mirada sobre la lengüeta tobogán que es la avenida Páez y sobre un lateral de ella, una maraña de cables dando la bienvenida, que aturde la vista de cualquiera de los recién llegados.  

Pero hay un pero; en ese preciso sitio de paso, también se asoma, entre el movimiento dinámico de vecinos, vendedores entrando y saliendo con sus ofertas a los negocios, religiosos difundiendo y llevando la palabra de Dios a los pobladores, estudiantes que van a sus escuelas,  un escondido campo deportivo que se salvó de la voraz invasión, pero no de los mordiscos; y las viejas casas que como una señal, nos simboliza la existencia de una comunidad popular, que se denomina: La Hoyada de La Puerta. Por definición Hoyada, es un terreno bajo que no se descubre hasta estar cerca de él; quizás la indiferencia, sea producto de sus mismas particularidades superficiales o topográficas.

Lo que encontramos, al recorrer las primeras calles de esa avenida, anteriormente conocida como “CalleAbajo” y sus alrededores,  no es sólo un paso hacia el casco urbano, a la  Plaza Bolívar, al templo San Pablo Apóstol, Escuela de Música, las diferentes ventas de artesanía,  segmentos emblemáticos y unos sembradíos frente a una urbanización de chalets y un hermoso centro comercial, casco cargado de color, buen clima, tradiciones; todo en una visión del pasado y de nuestra historia como pueblo colonial andino, con su convento de las monjas de Tarbes, su Capilla a Santa Cecilia, conjuntos residenciales y de esquinas, callejones y rincones donde  encontramos la energía espiritual de otras épocas. Puede ser, que eso que no se ve a primera vista, sea el verdadero encanto, con su historia, mitos, leyendas y su gente, del pueblo de Nuestro Señor San Pablo Apóstol del Bomboi,  actual parroquia La Puerta.


Los inicios.

Desde el punto de vista político- administrativo,  la historia de la Hoyada, como sector social pareciera no ser tan antigua.  Su espacio o perímetro, formaba parte de las tierras del Resguardo Indígena de La Puerta, es decir, fue propiedad de los indígenas Timotes primeros pobladores de este valle, hasta 1891, en que ocurrió el hosco juicio de partición de las posesiones del referido resguardo;  y comienza a perfilarse como parte de una hacienda llamada Los Barriales, posteriormente hacienda El Rosario, lo que a partir de la década de los 60 del siglo pasado, dio paso a la formación progresiva de lo que hoy conocemos como el sector La Hoyada.

 De acuerdo con lo expuesto, esta porción que abarca lo que hoy llamamos La Hoyada, anterior a cualquier definición de límites administrativos, es el resultado de una historia y una  identidad territorial que comienza a forjarse hace más de 400 años, con la entrada de los conquistadores europeos al valle del Bomboy,  y su consiguiente repoblamiento.   Durante la Colonia, en el valle del Bomboy, a orillas del rio, se fueron estableciendo haciendas y cañaverales, donde antes sembraban maíz, granos, hortalizas y vivían en forma dispersa la comunidad de indios Timotes. Esa misma actividad agrícola se mantendrá durante la Colonia con hacendados y peones,  y después de este período, también.

Los vientos de mejoramiento económico y progreso  que sacudieron la depresión, las enfermedades, el analfabetismo y la pobreza de esta humilde aldea rural andina, se comenzaron a sentir cuando a raíz de un incipiente turismo, en 1940 aproximadamente, es inaugurado el Hotel Guadalupe y fue llegando gente de otros sitios del planeta, a visitarla, como lugar de paso a la cordillera merideña y a pasar vacaciones y estadías en nuestra comarca. A la entrada, al lado de la casa del señor Audón Lamus, se tuvo la primera bomba surtidora de gasolina.  

En 1920, la población total del Municipio La Puerta, era de 1.779 habitantes, de los cuales 838 varones y 941 mujeres. Había 376 casas. No había correos, porque no aparece tener administración en el Circuito N° 32, mientras Mendoza si (Bennet, Francis. Guía General de Venezuela). Tampoco tenía teléfono ni telégrafo, en la organización de la Dirección Telegráfica, no aparece La Puerta, con estación.  

El crecimiento lento de La Puerta, estuvo marcado por su aislamiento y la falta de carretera, esto, hasta las primeras 4 décadas del siglo XX. En lo económico su producción se centró en la parte urbana, en el cultivo de caña dulce y cría de ganado vacuno y lanar. En la zona alta (Páramos), se producía trigo, papa y arveja, que se entregaba a los pocos comerciantes establecidos en esa época o lo que se podía transportar hasta Timotes y Barinas, con arreos de mulas y venderlas en esos puntos. Solo tenían  satisfacciones económicas los hacendados y los grandes comerciantes. Era más cercano, para el comercio, hacerlo con estas ciudades que con Valera o Trujillo; inclusive, se continuaba usando la vía del páramo para llegar a los pueblo del lago de Maracaibo, para traer sal y pescado seco.

El impulso del desarrollo de la comarca, donde van a tener participación las familias humildes de la Parroquia, se va a materializar varios lustros después, debido entre otros a 4 circunstancias, la primera, el hecho de la construcción de la carretera que rompió el aislamiento y dio salida a la producción  agrícola; la segunda, el emprendimiento de un grupo de empresarios del estado Zulia, que construyó el Hotel Guadalupe, establecimiento turístico icono de la región. Luego,  el lamentable y trágico accidente aéreo   en el sector Cañada Grande, cerca de las 7 Lagunas,   el  15 de diciembre de 1950,  muriendo 28 estudiantes y los 3 tripulantes de la nave,   que le dio difusión, interés y expandió el conocimiento de la existencia de un pequeño pueblo llamado La Puerta;  y finalmente,  la fundación de la Escuela de Peritos. 

Con la apertura del Hotel Guadalupe, comenzó a cambiar la habitualidad de sus pobladores, en su mayoría analfabetos pero decentes, serviciales  y de buen trato, veían circular por sus calles, como cualquier paisano, gente de dinero, de poder y de notoriedad, de día y de noche, visitantes, turistas nacionales y extranjeros, clientes frecuentes  y eventuales, bellas damas, jóvenes y no tan jóvenes, solitarios disfrutando de su soledad o en búsqueda de compañía, familias enteras, colectivos de empleados a quienes sus patronos zulianos costeaban sus vacaciones, empresarios, gerentes y empleados petroleros, militares, políticos y presidentes y ministros extranjeros y nacionales, artistas de cine, afamados cantantes y músicos, deambulando o buscando dónde comer y beber a lo criollo, todos ellos, transitaban a pie por nuestra Calle Real (hoy avenida Bolívar) y sus transversales (hoy Calles)  1, 2 y 3 de La Puerta. 
  
En el plano geográfico, el inexorable crecimiento de la población, se ubicó en La Hoyada, situado en el lado norte de la población urbana, hasta la orilla derecha  del rio. Este sector populoso se va formando en las cercanías del Hotel Guadalupe, y en los alrededores se van creando paulatinamente y de acuerdo a los tiempos, establecimientos como el Hotel Europa, Hotel Los Andes, la Escuela de Peritos (después será Hotel Chiquinquirá), que influyó mucho en la difusión de las bondades del paisaje, clima y la gente de este sitio, porque el 80 % de su matrícula estudiantil provenía del oriente, centro del país, una parte del Zulia, y un 20% de trujillanos.  Para este tiempo, tuvimos el primer cine de la Hoyada, llevando entretenimiento a nuestros pobladores y campesinos, varios restaurantes importantes, además de los principales que fueron  los de los 3 hoteles, abrieron sus puertas “El Panal” o Terraza Zulia  de Benito Sánchez, frente al del “Europa”, con doña Sofía. Se inauguró la primera y gran discoteca La Araña, la más afamada y con la pista de baile más grande del occidente del país; casi al frente, el Bar Tropical, del señor Gil Combita, con restaurant. Se contaba en La Hoyada hasta hace poco, con gallera y bolos criollos, también existe un irreductible Campo Deportivo, muchas veces en la mira de los invasores; y numerosas bodegas (se les llama así a estos negocios, aunque no son depósitos de vino como en otros países sureños) surtiendo los productos básico de la gente y como diversión: su propia rockola esperando las monedas a cualquier hora del día. Era La Hoyada, un lugar de familiaridad,  alegría, diversión que se fue conformando como especie de circuito comunal, que a veces se diferenciaba del resto del pueblo, es decir, de su área urbana;  los vecinos de las Calles 4 a la 9, por fútiles diferencias, que se dilucidaban en las espontaneas e innecesarias e imaginarios cuadriláteros que convocaban “los de la Plaza” y “los de la Hoyada”, a los puños.  Este sitio, tenía su propio campeón, el señor Jesús Pacheco, a quien se le llama por afecto “Cabeza e’ mango”,  nuestro principal púgil  municipal, nunca perdió la pelea.  Era parte del entretenimiento popular de calle  y de las vivencias de la segunda mitad del siglo XX.  

Sitio popular y alegre de la comarca.


Mientras en el sector de la plaza Bolívar, se localizan el blanquecino e imponente templo del patrono San Pablo Apóstol, la sede de la Prefectura y la Policía, las Escuelas, el Núcleo de Música, la capilla de Santa Cecilia, la Medicatura y el Calvario, los centros de servicios, la parada del transporte público, llama la atención, que en nuestro sector, se ubican a partir  de  la década de los 60,  los más variados centros de diversión y entretenimiento de la parroquia,   hoteles,  tascas y cervecerías, bares, salones de juego de mesa, billar, galleras, bolos,  de baile, cine, bodegas, pulperías con rockolas y la primera discoteca del Estado Trujillo, en la que se presentaban artistas de fama internacional como Ricardo Montaner, Julio Jaramillo, y donde concurrían y se desplazaban los jóvenes de ese tiempo y los asiduos visitantes, en busca de aventuras y diversión. Todo eso, le darán reputación de sector  atrayente y alegre al lugar. Fama que aportará  en buena medida a conformar una parte importante de su identidad como una distinción local que se mantiene: los de la Hoyada.  
Así por ejemplo, en la avenida Bolívar entre calles 1 y 2,   se encontraba muy cercano al Hotel Guadalupe,   como   posada o sitio de alojamiento el Hotel Los Andes,  propiedad del señor Giovanni Batista Bianchi Bianchi, que además, contaba con un restaurant con típicas comidas ítalo venezolanas, porque si de algo sabia el señor Batista era de cosechar y expender buenos alimentos.   

En el Panal y la Terraza Zulia, esquina Bolívar con calle 2,   que fue un sitio muy popular donde en su barra, podían montarse desde un buen sancocho, hasta una guataca con guitarra,  cantantes espontáneos y profesionales, o un canto de  décimas,   bailes, videos musicales,  jugar dominó o barajas, y se podían comer las burreadas arepas con todo y tomarse unos extraordinarios ponches y merengadas.  Era este lugar popular,  donde se juntaban los mas disimiles personajes,  alcanzando su mayor esplendor  en las tres últimas décadas  del siglo XX.

De los centros de diversión que se recuerda, que aportaron a la economía del Municipio (después Parroquia), se recuerda la Discoteca La Araña, La Terraza Zulia del señor Benito Sánchez y la señora Domitila, donde se vendían las mejores arepas rellenas del Estado; era fuente de soda, restaurant y centro familiar  bailable; luego se convertiría en El Panal. En la esquina de abajo, el Bar del señor Antonio Rivas; luego lo convirtió en Bodega de Víveres. El Picapiedras, centro gallístico, bolos, restaurant y venta de víveres, del señor Julio Sánchez  Echevarri, el popular y buen conversador “Compañerito”, quien junto con su esposa la señora Marta y sus hijos, han  mantenido abierto este local comercial. No podemos dejar de señalar, que La Puerta,  incluyendo La Hoyada, es el sitio, de mayor musicalidad popular del Estado, cada Bodega –para aquel tiempo-, poseía y disfrutaba su propia rockola y estaban habilitadas durante todo el día, para que los clientes escucharan las melodías de su predilección, muchas rancheras.  Bodega  que no tuviera rockola era un negocio incompleto. 

La primera discoteca del Estado Trujillo, se estableció en La Puerta, fue la muy famosa y visitada Discoteca La Araña, propiedad de Pepe Losito, oriundo de la República de Italia, que creyó y cifró su futuro en este sitio y se avecindó en él con su familia, es pionero en la modernización de esta parroquia; anteriormente en este local funcionó la segunda sala de cine que tuvo el Municipio La Puerta, montada también por el señor Pepe, hoy el lugar esta convertido en el Pastelito de Oro, propiedad del señor Gustavo Duque, oriundo de la hermana república de Colombia, llegó joven a estas tierras, y se ha consolidado en este sitio, formando su familia.

 Este centro nocturno, tuvo durante una década el privilegio de presentar artistas de mucho renombre nacional e internacional, entre ellos: Ricardo Montaner, hoy residenciado en Estados Unidos;  el valenciano que grabó magistralmente Conticinio,  Eleazar Agudo; el bolerista Julio Jaramillo; baladistas como Ivo, Roberto Luti, Enrique Rivas, recordado por su Puerto Abandonado; cantantes renombrados como Héctor Murga, Nelson Alizo. Se presentó también,  la guarachera del súper Combo los Tropicales: Doris Salas; Grupos exitosos como La Gran Fogata, Tormento, Alirio Campos y su grupo Arichuna,  el grupo los Blanco,  la  Ronda Gaitera de Valera, el humorista y cantante,  Beto Parra; y los valeranos  Emiro Salas y Franco Acosta, entre otros artistas que pudo disfrutar esta población.    Los representantes o empresarios artísticos que lograban traer los espectáculos de estos artistas, eran la señora Aurora Aponte, locutora de Radio Valera, y el periodista del Diario Critica de Maracaibo, Guillermo Sánchez García.

         En la esquina del frente (Av. Bolívar con calle 3), existió un pequeño restaurant, en la casa del amigo Antonio Torres, levantó su familia aquí, fue  presidente de la Junta Comunal,   y luego estableció su fábrica de chimó, que aún persiste en la zona rural y de reconocida de buena calidad en las montañas andinas.  Y el Billar, del señor Araujo, ubicado en la Calle 2, con Páez. De estos centros de diversión, quedan pocos. Con estos  locales de despeje, barra  y recreación, se complementaba o equilibraba, para darle un aire de sana alegría a la parroquia en su totalidad.

Por la Hoyada fue.

Desde el siglo XVII, muchos eventos y sucesos políticos  sociales se sucedieron. Entre ellos, eventos naturales como el terremoto de los años 50, vaguadas y crecidas de la quebrada La Guadalupe y del mismo rio Bomboy. La erradicación de la invasión de ranchos, que se habían instalado en los terrenos de Fogade, justo en el área aledaña de la Hoyada y la rivera este del río, en los años 90 y que luego volvió a ser invadida.

Por la Hoyada, la vía principal de entrada de La Puerta, se personificaron todas las escenas de fatalidad y de dolor de los deudos de  las víctimas del accidente del avión en nuestro Páramo, en el sector Cañada Grande, cerca de las 7 Lagunas, y los días felices cuando ingresaban los camiones con los tuberías y pusieron el sistema de cloacas y luego asfaltaron las calles del pueblo.  Por ese mismo sitio entraron, Alí Primera y su legión de artistas de la Canción necesaria, voceando voy pa’lla; también por ahí  entraron los cientos de amigos provenientes de los distintos puntos del país solidarios con este pueblo en la lucha ambientalista de los años 70 y 80.

Por ahí mismo,  pasaron, algunos años más tarde, a mediados de los 90, el valiente padre Carlos Cabezas, nuestro párroco espiritual, hoy Obispo de Punto Fijo,  con su legión de jóvenes y familias  católicas, en la lucha por la vida contra la droga y el vicio, preparándonos para recibir el siglo XXI.

 

Fotografía para la historia: Entrada del pueblo en 1946, la esquina de Audón. Observe el estado de la entrada, la calle principal (hoy avenida Bolívar) totalmente de tierra, las casas de tapias. En esta esquina a la izquierda, siguiendo por el empedrado está el Hotel Guadalupe, luego instalarían la bomba surtidora de gasolina. Aquí comienza La Hoyada. Gráfica del baúl de los recuerdos del amigo Antonio Lino Rivero.



A mediados del siglo XX.

Otro aspecto importante que integra la identidad e idiosincrasia de la Hoyada, y que la empieza a forjar en el siglo XX, es su condición de zona popular residencial, hoy se encuentran asentadas entre las calles 1, 2 y 3 desde la avenida Bolívar,  Páez y la  Urdaneta, sin incluir la urbanización El Portal, más de 400 familias.   Uno de los sectores más densos demográficamente de la Parroquia. 

Las primeras familias que fueron estableciendo sus viviendas en este sector, se recuerdan en la Entrada o Calle 1, al comienzo,  Doña Ilse Salinas, una señora de Valera, tenía un solar y unas mejoras, además, había comprado varios solares y mejoras, que alquilaba; subía un domingo de cada dos meses a almorzar en El Panal y a cobrar la renta. 

En la Calle 2,  la casa de familia del señor  Diego Araujo. En la esquina del frente, la casa del señor Mauricio Torres, después  propiedad del señor Benito Sánchez. Antiguamente la calle 2, aparecía como propiedad del hacendado Felipe Vieras.  Rememoran mis vecinos más antiguos, que de este señor decían que era brujo; porque cuando los obreros estaban pelando caña o estaban reunidos conversando que les pagaba muy mal el jornal, se les aparecía y los jarabeaba.

Entre calles 2 y 3 de la avenida Páez, esta la Bodega La Gran Parada, de Antonio Rivas y Los Picapiedras de Julio Sánchez Echetvarri; anteriormente, también abierta la Bodega de José de las Mercedes Briceño.  En la avenida Bolívar, entre calles 2 y 3,  se localiza el negocio y casa del señor  Tolentino Pacheco; al frente, se halla la casa de los Espinoza en la avenida Bolívar  era originalmente de la señora María Laudina Araujo de González; ahí tuvo una residencia estudiantil por los años 60, luego la adquirió el señor Delfín Espinoza y su esposa doña Nacha, señora de manos y sazón prodigiosa; las mejores hallacas andinas las hacia ella. De la misma forma,  constituyeron residencia en la avenida Páez, entre calles 2 y 3, el señor Antonio Rivas, el señor Julio Sánchez Echevarri, José de las Mercedes Briceño, tres de los más persistentes, consecuentes y apreciados bodegueros de nuestra comunidad. Asimismo, está ubicada la casa de familia de los Moreno, otros Briceños de la esquina. En la calle 3, había pocas casas, para ese tiempo, sin embargo era conocida esta calle, como la calle “Huevan”, por estar la casa de familia del señor Aquilino Terán, a quien apodaban “Huevan”.   
 En la primera esquina con avenida Páez, otro  primer poblador fue el señor Francisco Gutiérrez (Chico). Posteriormente,  la casa de Chico, la habita la  familia de la señora María Araujo, al parecer descendiente del general Juan Bautista Araujo, el León de la Cordillera; ella por mucho tiempo fue funcionaria  del MOP. Formó familia con el amigo Pablo Freites, quien llegó al pueblo en 1973, contratado por la empresa Elecven, para trabajar en la instalación del cableado y torres del sistema eléctrico de la zona, desde Valera, La Mesa de Esnujaque, Timotes, Pueblo Llano, oriundo de los llanos del estado Guárico, se enamoró y se quedó en la comarca. Un personaje alegre, servicial, canta  y buen tocador de cuatro.

 A mitad de cuadra (Avenida Páez, ente calles 1 y 2), está la casa materna de doña Flor Rivas, nuestra atenta y servicial enfermera. Hizo familia con el señor Adalberto Martínez, nuestro amigo, popularmente conocido como el Zurdo. Fue funcionario de organismos agrarios, perito pecuario graduado,  jubilado daba solución a las enfermedades de los animales y mascotas de los vecinos de La Hoyada. 

En la conocida calle El Matadero (hoy Calle 2), en la parte de arriba, estaban las 2 casas   con sus solares, construidas por el señor Irenio Viera, que tenia la hacienda El Rosario. La cuadra siguiente, era el Matadero del Municipio, pegado al rio Bomboy, donde se lavaban las reses y cochinos allí beneficiados, con el tiempo, construyeron  la casa de la recordada señora Chuy, la de las manos prodigiosas  preparadoras de los más exquisitos dulces criollos y la de la familia del señor  Eduardo Briceño,  que fue la persona encargada de meter junto con otros obreros de la construcción el sistema de cloacas del casco urbano de La Puerta. Un poco más arriba    se consigue la casa que fue propiedad de la señora Ilse Salinas, donde vivió  el señor Fernando Lombardo Lombardo, arquitecto y constructor, de origen italiano, constructor.  Cerca de esta vivienda, estableció el señor Oswaldo González, su residencia familiar, fue trabajador durante muchos años del Hotel Guadalupe, persona de buen trato, formó una familia de profunda fe cristiana, su hijo Oswaldo, es el símbolo que ilumina las familias de nuestro sector, fue ordenado sacerdote.   Igualmente cercana, la familia  del señor Camilo Paredes, quien trabajó muchos años, manejando la flamante camioneta del señor Audon Lamus, principal comerciante,  en la entrada del pueblo. Muy cerca entre calles 2 y 3, la señora Genoveva y el señor Diego Albarran, construyeron su vivienda y levantaron su laboriosa y numerosa familia.

Parecieran, lentas y viejas historias las que encierran estas familias, pero al contrario de lo que se piensa, son de vivencias actuales, con sus paradojas y enseñanzas,  y otras muy cercanas y contemporáneas. Todas estas familias, fueron conformando esta unidad social, constituyendo una solidaria vecindad que se ha vendido expresando en sus organizaciones sociales y comunales. 

Algunos de nuestros más antiguos vecinos, testimonian que, La Hoyada no puede desprenderse de la parte de la avenida Bolívar, que es complemento del sector. Que las 3 calles, desde la Bolívar hasta el rio, conforman una misma comunidad histórica y fue construyéndose  y evolucionado con familias de distintas partes del país y del mundo. Aquí se encontraran descendientes, de pioneros que vinieron del Zulia, de Lara, de Caracas, del Guárico y unos cuantos europeos, como ejemplo: Losito, Bianchi y Lombardo,  que vieron aquí el lugar para asentarse y vivir y han dado su aporte a esta comunidad. 



Otra fotografía para la historia, tomada en 1950: Avenida Páez (antiguamente Calle Abajo), a nivel de la transversal 7. Obsérvese la vía de tierra, cerca de la Plaza Bolívar, es la esquina de dos de las primeras pulperías o bodegas del pueblo, del lado izquierdo con 4 puertas  la de Rafael Villarreal, y en el derecho, la de 3 puertas la de Pedro Villegas (el tío), que luego será el negocio de don Carmen Matheus.



La primera mitad del siglo XX es, quizás, el periodo más fértil en cuanto a grandes proyectos,  que contribuirán a  determinar el carácter de  La Hoyada. En la década de los 70, las calles y avenidas son asfaltadas por  el gobierno nacional. En su parte norte, frente al Hotel Guadalupe, se construyó un paquete de edificios, que fueron el motivo de la lucha ambientalista de los 70 y 80.  En materia deportiva, por ejemplo, pegado del rio Bomboy,  se fue consolidando también en los años 90, el Campo Deportivo, se construyeron gradas techadas,  que dio cierto respiradero al urbanismo popular del sector, ante la arremetida  de invasiones, este recinto fundamental para el desarrollo de las potencialidades futbolísticas, beisbol, softbol y competitivas de la población.
Asimismo, el crecimiento poblacional y la cantidad de terrenos aledaños disponibles, que fueron del resguardo indígena de La Puerta, impulsaron la construcción de dos urbanizaciones populares: San Benito (también llamada Malvinas por contemporánea con la guerra del país austral, y El Portal, la urbanización social llamada “la más pagada” por haber sido financiada varias veces por el Estado venezolano, convertida en inversión inmobiliaria de unos cuantos gamonales.

Podría decirse que,  a mediados del siglo XX, la Hoyada se estaba convirtiendo en una pequeña Parroquia del Municipio La Puerta, que se nutria de la agricultura y del dinámico sector comercial del cual formaban parte las bodegas, pulperías, restaurantes, hoteles, discoteca y otros establecimientos y locales comerciales y de recreación.
   
 Desde los años 90 del siglo pasado, la popular Hoyada de La Puerta, ha sucumbido ante los severos cambios, unos para bien y otros para mal. La mayoría de los establecimientos comerciales fueron cerrados por sus dueños. El tiempo y la economía no dan tregua, pero la perspectiva de avance y transformación dentro de sus costumbres, cultura, religiosidad e historia, es lenta. Su futuro obedece  a la voluntad y disposición de su comunidad por mantener el espíritu que la caracterizó desde sus inicios, y no postrarla en un pedazo de historia irrelevante. 

 En síntesis, la Hoyada de La Puerta, además de zona de vivienda familiar de sus pobladores, nativos y extranjeros, reunió dentro de su perímetro, los hoteles más importantes, los centros nocturnos y sitios gastronómicos y de diversión local y regional, centros de trabajo de estos mismos vecinos; en fin, se convirtió en una verdadera comarca dentro de la comarca. Lo importante e histórico, será que se comience a percibir como un extraordinario sector popular del occidente del país, con su inigualable proceso evolutivo, con su pasado, con sus costumbres, con su tolerancia ante el recién llegado, sin importar su condición racial, idioma, género, credo, orientación política, es decir, es producto de un proceso de agregación e integración social, de expresiones vecinales solidarias, con sus propias características históricas.

         Bueno, amigos lectores, espero les haya gustado esta carta histórica de La Hoyada. En un próximo artículo, les traeré los nombres antiguos de las calles y Avenidas de La Puerta, así como su significado.


4 comentarios:

  1. Saludos Camarada Manrique. Poco a poco la narrativa misma de tu pulso te emplazará a profundizar hasta el hallazgo trascendental de la génesis de La Puerta, de El Valle, de su templo, de sus trillos de a pie y a pata y del camino de aguas otrora pisado por aborigenes y luego por la planta invasora del conquistador español. Uno -como conocedor del sitio- capta con la perfección de una imagen el texto tan minuciosamente descriptivo, pero para quienes no lo conocen te sugiero recurrir al testimonio gráfico, esto es, mostrando una serie de fotos actuales que de a poquito a poquito acompañadas de textos breves que trasladen al lector a los más impensables parajes hoy en día de vivencias antañona de hace más de cuatro siglos. Dale pue, un abrazo

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    1. gracias Carlos por tu comentario y tu sugerencia. el del 12, sobre el paso de Bolívar por estos lares, va cargado de gráficas. Un abrazo.

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  2. muy buena pagina, por fin una propia de nuestra querida parroquia

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    1. Saludos Unknown, agradecido por su sentido comentario. Le invitamos a seguir disfrutando de este blog, y a difundirlo, creado con el único objetivo de enaltecer nuestro gentilicio. Abrazos y alegrías para usted. OM.

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