viernes, 5 de julio de 2019

El 5 de julio nuestro, se fraguó en la calle.




Oswaldo Manrique R.

En muchos textos, se expone el acto supremo del 5 de julio de 1811, como un evento de fiesta, ceremonioso, formalista en el que todos estaban comprometidos y dieron sus discursos favorables en pro de la Independencia de Venezuela. Sin embargo, si se le hace la debida contextualización histórica, no podemos obtener menos que, en medio de aquella crisis del régimen monárquico, en la Colonia hubo un fuerte rechazo al cambio que les proponía aquella vanguardia de  mantuanos revolucionarios, influenciados por las ideas enciclopedistas, jacobinas, unos y otros por la revolución norteamericana; sin faltar, la abstracción de ciertas clases sociales y raciales, la preponderancia religiosa y los intereses económicos de la época. Aquellas ideas aunque permearon, causaron conmoción en la población, significaba la demolición violenta de sus antiguas instituciones políticas y de gobierno. Lo difícil se presentó a la hora de tomar la decisión en el Congreso General recién electo por los vecinos de las distintas provincias.



Fotografía del cuadro 5 de julio de 1811,  elaborado por el pintor Juan Lovera, es una representación de varios de los protagonistas de este hecho definitivo y crucial para la forja de la nación; está en la capilla Santa Rosa de Lima, Concejo Municipal de Caracas. Se ha escrito que Lovera, fue uno de los pardos leales a la causa independentista, presencio dicho evento histórico, y apegado a su memoria,  culminó  esta obra, presentándola a la Diputación de Caracas en 1838. (MPPC).

 Cierto es, que la verdadera confrontación se tenía que dar en el propio Congreso General, convocado para definir el destino de Venezuela. Sin embargo, al declarar la Regencia de España, a Venezuela en estado de rebeldía, la opinión de un grueso sector de la nación pronosticaba que “…el país se precipitaría a la disolución social si se declaraba inmediatamente la independencia...” (Liévano Aguirre, Indalecio. Bolívar. Pág. 48. Cuba. 2005); esto, modificó rápidamente el sentir de buena parte de los diputados-constituyentes, los invadió el temor y la ambigüedad,  algunos historiadores han calculado que casi la mitad de ellos. El esfuerzo del 19 de abril de 1810, estuvo a punto de perderse, por esa ambivalencia.  


Fotografía de la obra El Constituyente del 5 de julio de 1811, elaborado por Martin Tovar y Tovar. En esta interesante representación pictórica, permite ver en posición altiva al Precursor Miranda,  al diputado Yánez, firmando el acta suprema y al Secretario Ustariz, ofreciendo la pluma.  Este cuadro fue encargado por el presidente Guzmán Blanco y expuesto en 1883, con ocasión del Centenario del natalicio del libertador Simón Bolívar. Colección del Palacio Federal Legislativo (Asamblea Nacional).  El historiador don Arístides Rojas, escribió: “Miranda en el cuadro de Tovar está en su meta histórica” (MPPC).

Una de las cabezas visibles del movimiento emancipador, el Bolívar a la altura de las dificultades, determinó que solo mediante una presión de calle, de opinión “bullanguera y deliberante” de las que acudía a la Sociedad Patriótica, de intelectuales, mantuanos, pardos, blancos pobres, comerciantes, artesanos, religiosos, podía quebrar el peligroso equilibrio de fuerzas formado en el Congreso; riesgo que echaría por la borda las aspiraciones independentistas. A comienzos de julio, asistió a la reunión de la Sociedad Patriótica y en medio del tumulto, intervino en el debate. Ante la afirmación incierta de que esta Sociedad quería asumir el rol del recién elegido Congreso General, dijo: No es que haya dos congresos…lo que queremos es que esa unión sea efectiva para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad. Unirnos para reposar y dormir en los brazos de la apatía, ayer fue mengua, hoy es traición”.  Apasionado y convincente en su discurso, ante el requerimiento de más tiempo para madurar las decisiones, ripostó: “Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. Que los grandes proyectos deben preparase con calma. ¿Trescientos años de calma no bastan? ¿Se quieren otros trescientos todavía? (Ídem: 49). De esta forma, el ideólogo, intelectual,  perspicaz, dando puntada con dedal, sin ser integrante del Congreso General, desde la calle,  logró que el proceso emancipador avanzara.


Fotografía del Boceto para la firma del Acta de Independencia, elaborado por Martin Tovar y Tovar, en 1876. Se trata de uno de los primeros esbozos fundamentados en su investigación sobre tan magno evento nacional. En este trabajo preliminar, el autor  muestra varias figuras que se reúnen en torno a la mesa donde está el Acta fundacional de la República. Obsérvese, a la figura de Miranda, destacando como protagonista de la jornada.  Colección de la Galería de Arte nacional. Fundación de Museos Nacionales. Caracas (MPPC).

Presentes los diputados en la Capilla Santa Rosa de Lima de Caracas, el debate en el Congreso se inició el día 3 de julio.   La propuesta de Bolívar,  fue aprobada y remitida al Congreso General, que al tomarla consultó al Poder Ejecutivo,”… y al recibirlo favorable el 4 de julio, después de encendido debate sobre las facultades de sus miembros para hacer la <<declaración de independencia>>, ella se efectuó el 5 de julio de 1811, en Acta famosa, redactada por Roscio e Isnardi…” (Ídem).  El día 7 de julio, el Acta fue aprobada por  los representantes de las distintas provincias, menos  por el padre Manuel  Vicente Maya, diputado por La Grita. La fueron firmando, lentamente,   y el 18 de ese mes se estamparon las últimas firmas.



Placa metálica informativa del Arca donde reposa el Acta de Independencia, develada el 5 de julio de 1911, durante el gobierno del general Juan Vicente Gómez. Asamblea Nacional.

          Como ejemplo de las posiciones enfrentadas en dicho Congreso, les transcribo 3 extractos de discursos divergentes, que nos ilustran sobre aquellos hechos.
         Intervención didáctica de Juan Germán Roscio  en el Congreso General, el 3 de julio de 1811:
“La Independencia consiste en no depender de ninguna nación extranjera y no como ha dicho el señor preopinante en la abolición del gobierno monárquico y establecimiento del republicano”  (Este extracto de la intervención en el Congreso General de Venezuela de 1811, fue tomado del Libro de Actas  correspondiente, publicación de Academia Nacional de la Historia, Caracas, 2010).



Dr. Juan Germán Roscio, ilustre diputado, abogado, redactor de la majestuosa Acta de Independencia de Venezuela.


      Intervención del clérigo tachirense  Manuel Vicente de Maya, opositor a la declaratoria independentista:
 “…he alegado muchas razones que me persuaden no debe declararse la Independencia. …Sólo añadiré a ellas que no considero al Congreso con facultades para esta declaratoria, porque la convocación hecha a los pueblos fue para que eligiesen sus representantes para formar el cuerpo conservador de los derechos de Fernando VII; y a este objeto, por consiguiente, contrajeron ellos su voluntad expresa…”(Ídem). Con este artilugio jurídico, el cura irrumpió contra el principio de la soberanía de los pueblos, y el debate se centró en eso.

         Intervención del   diputado  trujillano Antonio Nicolás Briceño, en la  Sesión del 3 de julio de 1811.
“…Creo que debemos declarar nuestra independencia por todo lo expuesto, pero también creo que deben preceder los fundamentos y razones que tenemos para hacerlo; creo que deben tomarse medidas para estrechar más nuestras relaciones con los europeos y sacar a los buenos de la indiferencia en que los tiene el temor; creo que debe anunciarse que no se relaja por eso la subordinación a las leyes y la obediencia a las autoridades constituidas, y creo, finalmente, que ahora más que nunca debe ser la unión, la fraternidad y la moderación nuestra divisa…”.   (Ídem). Briceño, apoya responsablemente la declaratoria de independencia, y en su discurso deja entrever, la fuerte influencia que en él tienen las ideas de la revolución francesa.




Dr. Antonio Nicolás Briceño, prócer trujillano,  diputado y destacado protagonista de aquel 5 de julio de 1811.

Ese día tan magno, fundamental y complejo, que celebramos todos los años, es un acontecimiento de características civiles, aunque derivaran como consecuencia, hechos de armas. Se concibe de naturaleza ideológica, y su suerte, nadaba en la disyuntiva de los congresistas en cuanto la definición del proyecto histórico y escoger cuál sería el cauce a recorrer, por eso, la celebración de tan magna fecha debe darse en las escuelas, universidades, en las expresiones de la sociedad civil, en los concejos municipales, en los concejos legislativos, en el pueblo,  con esto no excluyo, lo militar, siempre para abordar su significación, su debate, su vigencia y para el reencuentro y rescate histórico de nuestra ideología libertaria bolivariana y mirandina. 


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