Oswaldo Manrique R.
Nuestra comarca
históricamente, ha profesado desde su erección como pueblo de doctrina, y luego
como colonial andino, su abierta devoción por su patrono Nuestro Señor San
¨Pablo Apóstol, debido a la fe e invocación que tuvo uno de sus primeros
hacendados y encomenderos: el capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, quien antes
de desarrollar esas actividades, fue sacerdote. En el primer Inventario de
bienes realizado en dicho templo, en el siglo XIX, se incluyen como joyas religiosas además del
patrono, las imágenes de la Purísima, cuya devoción mariana se encontraba
muy arraigada en el seno de varios de estos españoles encomenderos, la de San
Isidro y la de la Virgen de la Paz, que considero debió incorporarse en los
años siguientes a la invasión del pirata francés Granmont por estas tierras en
1678; lo que seguramente generó el culto
por la Virgen de la Paz, y que continuó en los siglos siguientes como se puede
evidenciar en la devoción y la feligresía de nuestra Virgen pacifista (Libro de
Fabrica Parroquia La Puerta. Archivo de la Diócesis de Trujillo).
Uno de los temas
interesantes en el examen de las peculiaridades históricas de los pueblos, se relaciona
con la devoción a sus figuras religiosas más emblemáticas, punto que va
conectado al reforzamiento de la conciencia histórica colectiva. Aunque hemos auscultado algo sobre esto, en
un ensayo nuestro sobre el templo
parroquial y su influencia en el proceso de formación de La Puerta como pueblo colonial, en esta ocasión me voy a
referir solo, a la veneración en éste,
de uno de los personajes de la iglesia católica venezolana, que a mi
juicio, tiene incidencia en la formación de la conciencia nacional, como lo es
el médico trujillano Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, a quien se le ha
sometido a escrutinio solo desde el punto de vista de la acreditación del
milagro, que pudiera ser aceptado o no por la autoridad eclesiástica romana,
puesto que hubo intentos en 1986 y en
2009, y recientemente, se ha propuesto otro milagro ante la santa sede.
Dr. José Gregorio Hernández, el médico de los pobres, en
expresión de arte popular. Tomado de: mpppcultura. El 26 de octubre se conmemora su nacimiento.
La
manifestación adoradora por este beato en nuestra comarca, según
la tradición oral, se inicia en 1945, toda vez, que para ese tiempo habían sido
difundidos sus intercesiones, milagros y favores en la prensa nacional y
regional, circulando libros y publicaciones, constantes noticias radiales, y
las reseñas dadas por los curas en los templos. Contemporáneamente la
feligresía ha sido dinámica en celebrar sus fechas importantes con la liturgia,
las oraciones y rosarios, también, participando en caminatas, peregrinaciones,
hacia el santuario ubicado en la vecina población
de Isnotú (Estado Trujillo).
Desde la
primera mitad del siglo XX, se fueron percibiendo vivencias
de personas de nuestra comunidad con favores y resultados de sanación
acreditados al médico de los pobres. Desde
el año 1949, se inició un proceso por su beatificación, liderado por Monseñor
Lucas Guillermo Castillo, ante las autoridades católicas en Roma. Junto con esto, el Presbítero Ramón de Jesús
Trejo, párroco de La Puerta, en señal de ese fervor cristiano, al planificar y proyectar lo que sería nuestro actual templo, tenía previsto
incorporar un homenaje permanente al
santo trujillano, lo que atendió el
maestro italiano Salvador, encargado de realizar los vitrales de la
fachada de nuestro templo San Pablo Apóstol;
dando así, su incorporación como una de las joyas de nuestro patrimonio
artístico, cultural y religioso.
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Vitral del Dr. José Gregorio Hernández, en el Templo Parroquial de La Puerta. Fotografía colaboración de Adriana Manrique. |
Es una prueba hermosa de esta devoción y culto por el
beato trujillano, que seguramente desconoce la mayoría de la población; relata mi
vecino Víctor Delgado, el popular “Gordo Víctor”, quien cuenta con una memoria
privilegiada y trabajó en esta obra, que
la construcción del nuevo templo empezó
en 1948, por iniciativa del padre Trejo, y fue éste quien con ayuda de la comunidad,
entre ellos el prospero comerciante Audón Lamus, la construyó casi en su totalidad. El constructor fue un
señor italiano llamado Mason, Mazaud o
Masó, era el jefe de la obra de ingeniería.
La concepción teológica
y el simbolismo que representan las figuras y santos que se fijaron en vitrales
en este templo, se debe al presbítero Ramón de Jesús Trejo, el que construyó en
su mayor parte nuestro templo parroquial. Esto era parte del proyecto que se había
trazado de una iglesia hermosa con sus bonitos vitrales,
que comprenden todo un legado teológico iconográfico muy propio de su sabiduría.
Siempre tuvo la idea de que fuesen
hechos en vidrio antiguo, de ese que traían de Europa y era muy costoso.
La
idea del padre Trejo, el
de la iniciativa de hacer un nuevo templo y el que asumió la responsabilidad de
la construcción, fue edificar un moderno y amplio templo, para los
requerimientos del crecimiento de la población y de los visitantes. También, se trajo dos maestros italianos,
el maestro Rosario, que levantó la construcción general, y el otro, el Maestro vitralero italiano, llamado Salvador, (seguramente Salvatore). Este vitral fue
hecho en el mismo recinto de la iglesia –según el
testimonio del señor Víctor Delgado, que trabajó en la construcción de esta
iglesia desde 1945-, ese maestro era
carpintero, herrero y vitralista. Recuerda Delgado que fue este maestro -quien al parecer tenia estudios de arquitectura-, el que dibujó
en láminas de cartón la figura de José Gregorio, la que sirvió de modelo y llevó
a la fase del metal y del vidrio, que
hoy podemos ver en la fachada de nuestra iglesia.
A nuestra pregunta al “gordo Víctor”, de quién fue el que elaboró
los vitrales que están en la fachada del templo, uno con la figura del Patrono
San Pablo, otro de la Virgen, otro San Benito y un cuarto, que asemeja a la
figura de alguien con bata de médico, que consideramos es el Dr. José Gregorio Hernández, inmediatamente dijo que los hizo el mismo
maestro italiano Salvador a quien
vio dibujando y picando los cartones con las figuras de los santos, picando
vidrios y armando las piezas y formas de metal y herrería, donde se
incrustarían los vidrios. Cuando comenzó
a dibujarlo, lo hizo sobre algunos papeles, ampliando algunas fotografías, y
leyendo la biografía que le había conseguido el padre Trejo del Siervo de Dios,
hizo unos primeros bocetos, luego los
fue dibujando sobre cartón. Nos dijo que, los cortaba, escribiéndoles el color
que le correspondía, el padre Trejo, lo asesoraba y estaba pendiente de ver
cuando armaba aquel rompecabezas. Con su bolígrafo
negro, marcaba y media, trazaba. Cortaba los vidrios, que en su mayoría era
vidrio duro, tenía mucho cuidado en cuanto a las curvaturas. A veces, pasaba
horas cortando y midiendo, y salía con dolores musculares debido a la incomoda posición
en que tenía que trabajar. Los esmerilaba para que le quedaran pulidos en el
borde. Lo observaba en su detallista y paciente labor de unir, probar y soldar las
piezas de vidrio, que no le quedaran
rendijas entre una pieza y otra, como si estuviera armando un rompecabezas. Luego emprendía el enmarcamiento,
otra labor de detalle.
Este artesano italiano de los vitrales,
con esto le dio un toque gótico a la iglesia, preponderando el color que él
seleccionó y las figuras simbólicas de esta iglesia, en armonía con las
técnicas de ese complejo arte y realizar los vitrales que adornan este templo.
Su obra, otorga una sensación de
luminosidad en todo el interior de este sitio religioso; y a la vez, lo hace más amplio. Desde el
exterior se observa una fachada, cargada de simbología católica. Nuestro amigo
entrevistado, rememora de su cajón de recuerdos, que en una oportunidad se paralizó la obra
por falta de recursos o de material, y viendo los vecinos lo bien que
trabajaban estos maestros italianos, ya tenían nuevo contrato y se fueron con
sus obreros a construir la casa del señor Marco Tulio Viloria. Cuando se afirma aquí
que fue inaugurado en 1965, no podemos esconder que fue elaborado en la década de
los años 50 del siglo XX, que tuvo que paralizarse la construcción por falta de
recursos, no así los vitrales, que los había hecho el maestro Salvatore. De ser
cierto lo publicado hasta ahora sobre la fecha de construcción del templo y el
circuito religioso de Isnotú, es decir, que fue en 1960, en terrenos donados
por el señor Francisco Araujo, pudiéramos decir que este vitral de La Puerta, dedicado
al Dr. Hernández, sería el primero
elaborado en Venezuela y en el mundo.
La belleza de nuestro
vitral solo se puede observar desde dentro del templo. El visitante que se
detenga a observarlo, se dará cuenta inmediata de la entrada de luz que le
llega desde la calle, de la espiritualidad y fuerza con que ilumina esta policromada
obra religiosa, hay que ver para creer lo que aquí escribo, recoge hermosura, simbolismo
religioso, sencillez y luz.
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Vitral del Dr. José Gregorio Hernández, al su lado, otro hermoso e histórico vitral, dedicado a nuestro santo negro (San Benito), también elaborado por el maestro Salvador. Fotografía colaboración de Adriana Manrique.
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El
visitante o feligrés, puede hoy admirar un vitral sencillo en la parte baja del
lado derecho de la fachada de nuestro templo parroquial, realizado con mucha fe
y con el talento artístico del maestro italiano Salvador, que fue contratado
por el padre Trejo. Este templo fue inaugurado 20 años después de su comienzo,
es decir, el 25 de enero de 1965, debido a lo costoso de la obra y a sus
paralizaciones por falta de recursos.
El hermoso y colorido vitral, de forma rectangular,
y arqueado en su parte alta, muestra al
Dr. José Gregorio Hernández, de pie, con pelo negro,
grueso, arqueado bigote, vistiendo con camisa blanca, una bata blanca de galeno encima, pantalón azul oscuro, corbata oscura,
pareciera tocar un estetoscopio, atrás dentro del recinto de una sala hospitalaria una camilla y un enfermo. Se ve al Dr. presto a suministrar un récipe; al fondo una ventana se observa una montaña. Este
vitral en su pie, tiene una placa muy pequeña, que indica: “Vitrales Bucare”,
que pudiera ser por una reparación o arreglo del original.
Fachada
del templo parroquial de La Puerta, obsérvese en la parte baja, el primer vitral de derecha a izquierda, es el dedicado al Dr. José Gregorio Hernández, inaugurado en 1965. Cronografía propia
de este blog.
Los
creyentes, feligreses y los más fervientes
devotos lo han santificado, lo llaman
“San Gregorio”, lo consideran parte de sus iguales, le dicen “Mano Goyo” o simplemente
“Goyito”. Nació el 26 de octubre de 1864
en Isnotú, Estado Trujillo; murió en
caracas, el 29 junio 1919. Hombre profundamente
católico, generoso, caritativo y vinculado a favorecer á los pobres. En
1972, fue elevado a Siervo de Dios. El 15 de enero de 1986, el Papa Juan Pablo
II, lo elevó al status de Venerable, por
sus celestiales cualidades y su ciudadanía heroica; es decir, el próximo
ascenso sería el de su beatificación o santificación.
Quizás,
el vitral al que me he referido, que forma parte de nuestro patrimonio cultural
religioso, pase desapercibido para la mayoría de los transeúntes y visitantes,
pero la indagación y análisis de este símbolo
de un tema de fe, para nuestra población rural, es importante, por ser
de sus elementos más sentidos, y nos ayuda a comprender el
proceso mítico religioso que se inició con las creencias de nuestros primeros pobladores
Bomboyes, Kombokos, Xikokes y Mucutís, que sumado a la influencia traída de Europa por
los llamados conquistadores, encomenderos y hacendados, fueron deviniendo en un
proceso de sincretismo religioso, que hemos tratado en crónicas anteriores, la mentalidad
de las distintas épocas y su aporte a la conformación de nuestro pueblo.
En
los próximos días, se cumplirán 145 años
de su nacimiento; el próximo año se cumplirán
55 años de la inauguración del hermoso vitral al que me he referido, y 34 años
de la beatificación de nuestro coterráneo, sea oportuno para recordar, valorar,
difundir y exaltar tan importante
símbolo religioso de nuestra parroquia.
La Puerta, octubre 2019.
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