Oswaldo Manrique R.
Entre la realidad, lo anecdótico y el
cuento, sea este de sano humor o colorado, siempre habrá tiempo en nuestros
pueblos –donde no existen centros culturales-, para prestarles atención y
escucharlos. Se me excusará que publique este artículo, intitulándolo en esa
forma. La cercana tradición oral, ha difundido que el Libertador Bolívar, le
encomendó al general Rafael Urdaneta, jefe del ejercito neogranadino, días
antes del Armisticio con el general español Pablo Morillo, Conde Cartagena, que
recolectara de los trujillanos una importante cantidad de dinero para la
logística y los gastos de guerra. Urdaneta, no pudo lograr el encargo, ni quiso
ejercer medidas coercitivas sobre ellos, Bolívar al enterarse le replicó al
marabino, al parecer en los siguientes términos: “Apriétele Ud., las “cureñas” a
esos “Paperudos” trujillanos, que quieren Patria y Libertad pero siempre que
nada le cueste” (Gabaldón, Fabricio. Rasgos Biográficos de Trujillanos Ilustres. Pág. 173. Presidencia de
la República. Caracas.1993). La expresión bolivariana, contiene varias hechos, pero la razón de este
articulo está basada en uno de orden histórico y patológico, me voy a referir al señalamiento de
“Paperudos”.
Ciertamente, hay en nuestra comarca una
naciente de agua llamada desde antiguo “Las Paperas”, que cuando éramos niños
servía de baño y sitio de recreación, ubicada cerca de la quebrada Guadalupe,
frente al Hotel del mismo nombre, a la entrada norte del área urbana de La
Puerta. Quizás el nombre, tenga alguna
relación con este tema.
También se ha venido utilizando entre
nuestros pobladores, el término “paperudo” para denominar los productores de papa, que en mi criterio,
es un error o imperfección, al confundirlo con el que pudiera corresponder que
es “Papero”, “persona que cultiva papas o negocia con ellas” (DRAE), y no está relacionado con lo
que deseo tratar a continuación.
Aproximadamente
hasta la séptima década del siglo XX, las poblaciones de La Puerta, Mendoza Fría,
Boconó, Carache y la ciudad de Trujillo, sufrieron
de un mal endémico que se le llamó coloquialmente como “Paperas”, y a los
enfermos se les calificó como “Paperudos”, que es a lo que se refería Simón Bolívar
en la anécdota ocurrida en 1820.
Conocí de cerca, cómo familiares míos y
amigos padecieron de esta enfermedad causada aparentemente a la baja calidad de
las aguas de río, quebradas y nacientes. Se estima que en los tiempos de la
Colonia, más del 80 por ciento de la población de estos lugares, era paperuda.
La aristocracia expresaba su desagrado con esa afección “adornaban sus paperas, si
hombres, dejándose crecer la barba y con un enorme cuello almidonado que les
cubría desde las orejas, y una corbata, en tamaño proporcionada al cuello, que
enrollaba con dos o tres vueltas la papera.
Las mujeres usaban un cintillo ancho, de colores vistosos, el que la
clase pudiente sujetaba con broche de oro fino en el cual estaba montada una
chispa de diamante” (Gabaldón: pág .174). Evidentemente, era un problema
de salud pública.
Los indígenas no se salvaron de este flagelo.
Los fundadores españoles les llamó poderosamente la atención, que los que lo
tenían, eran gente pacífica y hospitalaria; igualmente, en la incursión por
estas tierras en 1678, del corsario francés Grammont, apuntan los historiadores
que “sus
soldados se divertían atravesando con sus bayonetas las paperas de los
habitantes” (Ídem).
Los indígenas también sufrieron esta enfermedad. |
El mismo medico e historiador Fabricio
Gabaldón, uno de los primeros investigadores del tema, escribió en su ameno artículo
Paperas, publicado en el Boletín del Ministerio
de Sanidad, correspondiente a los meses febrero-marzo de 1943, que para la
primera década del Gomecismo en el poder, se había extinguido completamente
esta enfermedad, lo que en mi criterio y por la experiencia familiar, fue una
baja en el índice de afección para la época en que escribió dicho artículo, o
que después, hubo cierto repunte. El Dr. Gabaldón, fundamentó esa desaparición,
en que al fundarse el acueducto “con
la eliminación de los carrizales alrededor de las aguas y con la vulgarización
de la tintura de yodo. Ningún cuidado tuvo con la profilaxis, tal vez debido a
que no se conocía su patogenia. Solo a la herencia se le atribuyó su única
causa” (Gabaldón: pág. 175).
Los creyentes y encomendados a la cura
alternativa “la clase supersticiosa usaba entre sus remedios ponerse al cuello LA
MANO DE UN ANGELITO (CADAVER DE UN NIÑO MENOR DE CINCO AÑOS). La clase consciente
atendía a las prescripciones medicas que indicaban el yoduro de potasio al
interior y en pomadas untadas al cuello, como también friccionarse la papera de
manteca de cerdo con tintura de yodo” (Ídem). Estas medidas sanitarias se aplicaron en la
ciudad de Trujillo, no así en el resto de los pueblos.
Dr.
Fabricio Gabaldón, medico trujillano, autor del articulo Paperas, escrito el 21
de febrero de 1934, publicado en periódicos y revistas científicas de Venezuela
y Colombia. Cronografía 2909.
Lo que coloquialmente conocemos como paperas, es una inflamación del tiroides (glándula
endocrina situada delante y a los lados de la tráquea de la persona y de la
parte inferior de la laringe, y patológicamente
se denomina como Parotiditis, bocio, aumento difuso o modular de la tiroides,
inflamación de las glándulas de la saliva. La palabra viene de “papo”, parte
abultada, gorda o hinchada del animal entre el cuello y la barba, como en el
caso de las aves: su buche.
Acerca de los síntomas, la primera
manifestación de las paperas es la hinchazón de las glándulas salivales y de las
mejillas (cachetes de la cara), también puede darse fiebre, inflamación de
testículos, cerebro o parte de sus membranas, páncreas, dolores
musculares, problemas auditivos y del corazón,
dificultades para masticar, pocas ganas de comer y cierta debilidad en la
persona. Hoy, la siguen denominando parotiditis con las mismas manifestaciones,
pero el contagio según los científicos e investigadores de la salud, es causado
por un virus que se disemina simplemente entre las personas por contacto de besos
(tosido, estornudos) con la saliva infectada o por el uso de utensilios comunes
como platos, tazas cubiertos, utilizados por otra persona que tiene la
enfermedad. Se pasa de una persona a otra a través de la saliva infectada.
Actualmente existe prevención con el uso de una vacuna (triple viral) que genera inmunidad sobre esto. Otros infectólogos e
investigadores, han señalado que aparte de ese virus, la enfermedad se puede
adquirir por otros virus y hasta por bacterias, que es la causa del por qué
puede resurgir varias veces en la vida de una persona.
En Trujillo, hasta hace pocas décadas,
algún integrante de las familias, tuvo que ponerle a uno de los niños o a
varios porque se contagiaban, trapos en la cabeza para que no se le bajaran o
se le “subieran las huevas” como le decían según el caso. En cada
pueblo, había una forma distinta de curarlas, por ejemplo, Edgar Angulo, el
ingeniero, recuerda que en san Juan de Isnotú, había un señor de nombre Zoilo
Méndez, que era el médico empírico del
pueblo, contó que en 1960, a su hermano Antonio que era muy tremendo y brincón,
le dio paperas y lo amarraron y colgaron
al revés, para que no se le bajaran; a otros 3 hermanos también les dio paperas
(parotiditis) y este medico los curó; inclusive, el tiene 2 cicatrices en la
frente de una caída y otra en una pierna por mordida de perro, que él le curó. Es tío del Dr. Benito Méndez
traumatólogo en Maracaibo, estudio bachillerato en el Liceo Rafael Rangel, vive
actualmente en Isnotú.
Por su parte, Felipe
Núñez, ingeniero de Trujillo,
recuerda que hace más de 25 años
a un familiar de él, se las curaron con aceite alcanforado tibio mezclado con
tierra virgen untada con una pluma de gallina y guardar mucho reposo. Tierra
virgen es la que van produciendo las avispas, con la que construyen sus nidos
individuales. Me comentaba Lesbia de
Méndez, mas reciente, que aun en
1970, conoció casos de gente con
paperas, en sectores como las Delicias, los Cerrillos. En La Puerta, la tradición oral nos informó que, Bernabé Montilla el médico empírico de La
Puerta, las curaba con ramas y menjurjes.
Caricatura de niño con paperas. Encontrado en: https://www.hospitalmilitar.gov.co
La enfermedad
principalmente era causada por la falla o deficiencia de yodo en la dieta
diaria, elemento que requiere el cuerpo humano para producir la hormona
tiroidea. Al ser insuficiente el consumo de yodo que se consigue principalmente
en sal yodada, mariscos o algas marinas, la glándula se inflama y agranda. La
alternativa en aquellos casos, era la intervención quirúrgica para sacar
aquella malformación que podía devenir en cáncer.
En el
campo colonial trujillano, imposibilitaba a los señores para afeitarse o
rasurarse la barba, y para las damas el poder maquillarse y depilarse. Produce
tos, ronquera y problemas para respirar y comer. No podemos dejar de comentar
que, los nobles y castizos mantuanos nacidos en Trujillo, escogieron, se
asentaron y avecindaron en el valle del Bomboy, que se inicia en el Portachuelo
de Malpica, hasta la Quebrada Doró, lindes con la meseta de Valera, por manejar
en forma directa las tierras y los indios encomendados, donde tenían sus haciendas y economía, y por
existir un mejor y fresco clima para ellos; esto quiere decir, que las
principales familias patriotas desde
este lugar, impulsarían el proceso más
importante para la República y para la Provincia de Trujillo, como lo fue la independencia; destacando
familias como los Briceño, con el coronel Antonio Nicolás Briceño “El
Diablo” y sus hermanos los Coroneles Francisco Javier, Pedro Fermín y “el
negro” Domingo Briceño, el Libertador de Maracaibo; los Labastida, con el Dr. y
Capitán Francisco La Bastida, Constituyente de La Puerta; los Hurtado de Mendoza, con el Dr. Cristóbal
Hurtado de Mendoza, primer Presidente de Venezuela, los Betancourt, con la heroína y matrona revolucionaria
Doña Asunción Betancourt, entre otras familias.
Me permití compartir esta
crónica-aclaratoria de un aspecto poco tratado por la historiografía, porque
fue parte de nuestro pasado histórico y ayuda a comprender las características higiénicas,
sanitarias, la salud y demás circunstancias en que se desenvolvieron los
primeros y segundos pobladores de La Puerta. Au revoir.
La Puerta, octubre 2019.
omanrique761@gmail.com
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