jueves, 19 de diciembre de 2019

Virgen Nueva y Navidad en 1963.



Oswaldo Manrique R.

Diciembre es quizás la época del año, en la que reina verdadero ambiente de hermandad, paz y alegría, en todos los pueblos y rincones del planeta.  
El ambiente que se genera en estos días celebratorios de la natividad de Nuestro Señor Jesucristo (Nochebuena), la concurrencia de la Virgen María y San José, tanto los días anteriores como el tiempo siguiente a ese día, hasta la llegada de Reyes, es de fiesta, que puede ser religiosa, social, cultural, es nuestra costumbre y tradición navideña, de encuentro, camaradería, de regalos, de mucho contento y regocijo. En La Puerta, las familias no escapan de imbuirse en ese sentir y contexto mágico comunal.
Esperadas por los muchachos y muchachas, las frías y neblinosas madrugadas, para encontrarse en las esquinas e irse en grupos hasta la plaza Bolívar, para disfrutar de nuestras tradicionales misas de aguinaldos, con sus paralelas y bulliciosas carreras de carros de rolineras, tradición que aunque disminuida, aun se mantiene.
Dentro de ese ambiente navideño, no podemos dejar de mencionar la transformación del hombre y mujer material en un ser espiritual, amable, sentimental y poético, el día 24, del nacimiento del Niño Dios.  Asimismo, en ese cambio de ánimo, la gente procura y hace que el final de este mes, es decir, el 31 de diciembre,  se constituya en el momento del recibimiento del nuevo año, proceso integrador y de transición, aunque con la meta y augurio de que sea superior al que se va.  Días de reflexión, recuerdos y proyectos, en visión contemplativa de nuestras vidas. 

La nueva imagen de Nuestra Señora de la Paz.

En 1963, en medio de una fuerte inestabilidad política, social y económica, cuya mayor expresión eran las acciones del Frente Guerrillero José Antonio Páez, en las montañas andinas Trujillo, Lara, Portuguesa y Barinas,  jefaturadas por el legendario Comandante guerrillero boconés Fabricio Ojeda, hubo en La Puerta,  especial regocijo, por un hecho de relevancia histórico-religiosa, me refiero a lo ocurrido el  29 de diciembre de ese año, en el que la Sacristía de nuestro templo parroquial San Pablo Apóstol, se irradio de luz, en el momento en que fue desembalada la nueva Imagen en madera de la Virgen de la Paz. A pesar del clima marcado por la guerrilla, hubo tranquilidad y paz en nuestras poblaciones andinas, coincidencia o favor, el asunto fue cierto en esta navidad.  
Según los datos que hemos podido recopilar y el testimonio de señoras de la feligresía, la imagen de madera, fue traída de España, y llegó a La Puerta, a mediados de diciembre. Al parecer, habría sido donada por Régulo Burelli Rivas, el poeta, nativo de esta parroquia, quien para ese tiempo estaba residenciado en la casa N° 4, Bloque 2° de la Plaza del Niño Jesús de Madrid, España (Boletín Oficial Provincia de Madrid N° 20, enero de 1965.Digital). 
El párroco Mario Castillejo, había programado desempacarla ese 29 de diciembre, sencillo acto que en efecto sucedió, ante la presencia de los señores Alberto Burelli, hermano del poeta Regulo, el señor Humberto Viloria, la señora Ligia Quintero de Abreu y Rafael Enrique Abreu, quienes con mucho cuidado ayudaron a desligarla del envoltorio de madera y plástico que la cubría.
La española imagen, muestra a una mujer de pelo negro, con aureola de estrellas doradas de seis puntas cada una,   con cara de mujer hispana, ojos enormes y oscuros, profundamente abiertos y dirigidos hacia lugares inferiores, quizás expresando sorpresa y alegría, con un pequeño ramillete en una de sus abiertas manos. Vestida con un traje de tela brillante, y con hojas y otras figuras como motivos.


Fotografía histórica. Momento de desembalaje de la imagen española de la Virgen de la Paz, en 1963. Obsérvese arriba, Alberto Burelli,  en señal de venia y con sotana blanca, al cura Castillejo, detrás de la imagen al señor Humberto Viloria, a la señora Ligia Quintero de Abreu, y a Rafael Enrique Abreu. Cronografía  42105


Antecedentes de la devoción a la Virgen de la Paz, en La Puerta.   
Los antiguos cronistas, incluyendo los que acompañaron a los invasores hispanos, dan cuenta que los curas y frailes evangelizadores, para afirmar  su labor de catolización  en América,  se valieron de la figura de la Virgen María como el modelo de vida y de fe de la Iglesia católica,  idóneo para catequizar de modo conveniente. María, la Madre de Dios la convirtieron en  el ejemplo de obediencia, oración, entereza y fe, pero a la vez,  el de una madre protectora, cercana, humana. Así, paulatinamente, los fieles incluyendo los esclavos indígenas o encomendados,  se fueron apropiando de este arquetipo, con el cual fueron  surgiendo devociones y sincretismos populares.
 El culto a la madre de Dios, es muy antiguo.  En la antigua Capilla de La Puerta, construida en 1780 por el cura Pedro Santa Ana Vásquez de Coronado, se exhibía en su interior algunos tesoros como son las bellas y antiguas imágenes de sus santos. Inventariado el día 13 abril de 1882, por José Asunción León, cura párroco; el Mayordomo Miguel Aguilar y el jefe civil de la Parroquia José Natividad Aponte, registraron lo existente en el templo, entre eso, las  “…Imágenes: 1.- La imagen de la Virgen de la Paz. 2.- La Virgen Purísima. 3.- La imagen de San Isidro. 4.- El patrono San Pablo…”  (Libro de Fábrica del Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.  Archivo Histórico de la Diócesis de Trujillo).  Reliquias e imágenes, que se encontraban en buen estado.



La Virgen de la Paz, de la Parroquia La Puerta, en la gráfica de Antonio Lino Rivero (2012). Cronografía 2600

De mi ensayo,  Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta, una devoción histórica, me permito transcribir un pasaje interesante sobre esta devoción mariana en nuestra comarca: “Para comienzos del siglo XX, con la bonanza experimentada por la explotación petrolera y la disposición del gobierno del general Juan Vicente Gómez,  nuestra edificación eclesiástica, es remozada físicamente. Pero, en lo interno, en lo espiritual se venía desarrollando desde siglos precedentes una especie de fenómeno. En esa búsqueda por los blancos y mestizos de la seguridad espiritual en nuestra comarca, la imagen de la virgencita Nuestra Señora de la Paz, en poco tiempo fue adquiriendo y monopolizando entre los feligreses su adoración y entrega. La fe y la esperanza ya pasaban al reconocimiento y devoción por los favores concedidos. Uno de los más fervientes movimientos marianos, se fue desplegando durante más de tres siglos en La Puerta del Bomboi. Un testimonio de ello, lo encontramos en el primer Libro de Fábrica, En la relación de Bienes de la parroquia en 1931, fue anotada así: Seguidamente se anotó la siguiente aclaratoria “que el ciudadano Camilo González, vecino de la Mesa de Esnujaque tiene un capital de dos mil bolívares que corresponde a la Virgen de la Paz de esta parroquia, donación para las festividades…” (Libro de Fábrica del Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta.  Archivo Histórico de la Diócesis de Trujillo).  Ofrenda de mucha significación económica para la época, que da cuenta del tipo de celebración se le hacía a dicha imagen, producto del pago de promesa o favor recibido por los feligreses o simplemente una importante colaboración para la celebración de enero, por ser virgen misericordiosa y  milagrosa, que despertó la fe religiosa y tocó los corazones de nuestra gente, celebración que se ha mantenido como tradición”.  (Manrique, Oswaldo. Templo de San Pablo Apóstol de La Puerta, una devoción histórica.  2015. Inédito).



Otra gráfica de la Virgen de la Paz, captada en el 2008; obsérvese, que no porta la aureola de estrellas doradas, sino un cetro de reina y una pluma blanca entre sus dos manos.   Cronografía 2720.

Más allá de cualquier creencia religiosa, es de reconocer que nuestra comarca, desde una vivencia cultural o mística, siente una devoción de más de 350 años por la madre de Dios; esa devoción mariana, traída por los españoles en la invasión del siglo XVII, fue asumida también por los aborígenes y mestizos -a su manera-, atraídos por su mensaje y por la espiritualidad y protección que les generaba en su conciencia colectiva, la sensación de sosiego y un panorama de  paz y tranquilidad.  

Crónica menuda: El ponche navideño.

El compartir y brindar es expresión de lo sublime y bondadoso de los corazones de nuestros pobladores en estos días. Compartir, para muchos es dar, solidarizarse con el que tiene menso recursos, regalar, donar, para otros es el motivo “adecuado y oportuno” para “echarse sus palos”, algunos pasan la navidad “ciega la gallina”, en esa alegría superficial  En las casas se acostumbra a brindar  la mistela, de esas que dan cuando hay el nacimiento de un niño o los llamados “miaos”,  bebida festiva, que se hace artesanalmente en las casas de familia y en fogón, con miche claro o sanjonero, algunos lo preparan con cocuy o ron, le agregan panela, agua, y otros ingredientes como canela, semillas de eneldo molidas, clavito de olor, guayabita dulce, anís, ralladura de nuez moscada, semillas de cilantro; también hay quienes agregan, café negro, cáscara rallada de limón, y otras hierbas aromáticas, de acuerdo a la receta propia de las familias. Es todo un ceremonial o proceso elaborar esta  bebida,  para brindar al visitante en época de navidad, también en semana santa. La Mistela se envasa y guarda en frascos de vidrio en un sitio fresco.
        Pero se ha aceptado con mayor intensidad en estos días, el consumo del exquisito Ponche  andino,  algunos lo llaman “leche de burra”,   que ayuda a aligerar el espíritu familiar, en la elaboración de las hallacas, pasteles y tortas. el Ponche, la bebida de las familias, para alegrar el ambiente gastronómico de las casas, se consume con gran satisfacción y camaradería en el picado de carnes, ramas, aliños, y en la preparación de los guisos, asimismo, en el departamento de lavado de hojas, y propiamente en la elaboración de las  hallacas, corte de leña cuando se cocina en fogón, en los amarres y en la correspondiente  probada, en todos estos actos civiles de la comida navideña andina, vale y es propicio el echarse un traguito de ponche. Esta bebida se hace con ron, leche condensada y de la otra, clara de huevo, azúcar y otros elementos de acuerdo a la receta tradicional de  cada familia.
Durante el siglo pasado, época de algunos escapes de la renta petrolera, los que por alguna razón no podían preparar el ponche casero, lo compraban estampillado que también era de muy buen calidad y sabor. Indagando sobre los elementos de este ponche, encontré que el 23 de agosto del año 1900, fue registrada la marca de la que conocemos o es mayormente vendida, difundida y publicitada, en el Registro Mercantil de Caracas, del Ponche Crema que alegra a las familias andinas y venezolanas en general, durante la preparación de los platos y comidas navideñas. Este elixir, fue patentado por el químico Eliodoro González Poleo (n. Guarenas en 1871; m. Caracas, en 1929), y desde esa fecha, ha endulzado y algo mas, el paladar de nuestras damas. Han escrito, que en las primeras décadas del siglo pasado, esta era la única bebida alcohólica, que los médicos permitían se les diera a los niños, para combatir el catarro. Poleo, tenía su propia empresa llamada Licorería Central; se dice que sus sucesores mantienen en secreto su receta y proporción debida de sus ingredientes; Grado alcohólico: 14 GL.  Lo curioso de esto es, que el creador de esta popular bebida, además de químico era perfumista, hacia colonia de baño, aguas de fragancias y perfumes diversos. El venidero año, se cumplirán 120 años de estar los venezolanos y venezolanas, consumiendo esta bebida.


 A todos nuestros lectores, colaboradores,  parientes, vecinos y amigos, les deseo feliz navidad y prospero año nuevo 2020.

Diciembre 2019.


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