Oswaldo Manrique R.
Los primeros Curas Doctrineros de La Puerta.
En la semblanza biográfica del padre
Antonio Montero que publicamos en este blog, a quien la historiografía señala
como el primero de los curas doctrineros del Pueblo de San Pablo Apóstol del
Bomboy (hoy La Puerta), apuntamos que tuvo uno de las más riesgosas y complejas
misiones de agrupamiento y adoctrinamiento de indios. No era alentador para su labor
evangelizadora, tener que emprenderla con grupos indígenas Timotes, incluyendo
escukeyes, sometidos al encomendero Juan
Álvarez de Daboín, el exterminador y genocida de las tribus rebeldes del Lago. Los indígenas de la comunidad del Bomboy, tenían contacto con esos pueblos, bien por su
rebeldía, itinerancia o por su actividad
de intercambio y luego comercial con las tribus aledañas al Puerto de
Gibraltar, minado y asaltado por los
Motilones, la etnia mas rebelde e indomable del occidente de la provincia de
Venezuela. Historiadores como Jorge
Gamboa Mendoza, han afirmado que las tribus de las zonas altas o cordilleranas
serian más dóciles.
Antigua Capilla de San Pablo Apóstol de La
Puerta. Color digital: Prof. Beltrán Briceño. Cronografía 3157.
El asunto es que, Montero, tuvo que emprender su misión a riesgo con aborígenes
de zona alta, como los del Páramo que tenían contacto con las tribus rebeldes
de la zona sur del lago de Maracaibo, y los asentados en zona baja, como los rivereños
del Bomboy; igual misión tuvieron, los curas que le sucedieron en la dirección
del adoctrinamiento en las encomiendas del Pueblo Cabecera de Doctrina de San
Pablo Apóstol del Bomboy.
Sin embargo, tuvieron algo a su
favor, el señorío y la estructura de poder del cacicazgo de los Timotes, con la
que pudieron negociar. Según la tesis del investigador colombiano Gamboa,
citado por el historiador venezolano Luis Alberto Ramírez Méndez, las considera
sociedades organizadas bajo el liderazgo de un cacique o con varias capitanías
o parcialidades, que gobernaban la comunidad de aborígenes “y en señal de respeto los
subalternos les rendían tributos y les hacían algunas labranzas” (Luis Alberto Ramírez Méndez La tierra
prometida del sur del Lago de Maracaibo. De su misma sangre. La frontera
indígena (Siglos XVI-XIX) UNERMB. Pág. 115). Esta estructura de poder, pudo
facilitar al padre Montero, el proceso
de evangelización y el sometimiento al nuevo régimen económico y social que
implantaron los invasores europeos.
Su formación sacerdotal, en el primer instituto de formación religiosa de
Trujillo.
Los primeros curas trujillanos, entre
ellos, Montero, Carmona y León, tuvieron
la fortaleza y el privilegio de estudiar en uno de los primeros institutos de
formación sacerdotal, la Escuela Superior de Artes y Teología, que se ha
considerado el primero que a nivel de colegio seminario se fundó en Venezuela;
su fundador fue el obispo fray Pedro de Agreda, funcionando desde 1576, y tuvo
como docentes a Diego de Velásquez en
Teología y al fraile Juan de Peñaloza para los cursos de Gramática y
Artes, estos curas, profesaban el culto monacal a San Francisco de Asís, y van
dotando a este instituto de profundos conocimientos teológicos, en virtud de la
vocación sacerdotal que desde aquellos años demostraron los trujillanos.
Imagen
de San Pablo Apóstol de La Puerta. Según el catálogo de patrimonio cultural del
Municipio Valera, fue elaborada y traída de España. Cronografía 2604.
Para formarse como cura en aquella
época, no era tan fácil como se pudiera pensar, las exigencias eran algo
estrictas, aunque hubo personajes que se saltaron o evadieron parte de ellas,
con recaudos falsos.
Los requisitos que cumplieron nuestros primeros doctrineros para ser
curas.
Estando estos pueblos americanos a
grandes distancias de España y de la autoridad eclesiástica, hubo cierta
flexibilidad, ante las rigurosas exigencias de las Constituciones Sinodales;
éstas exigían para ingresar a la carrera sacerdotal lo siguiente: “Han de
saber bien clara y distintamente, la Doctrina Cristiana, leer y escribir, y ha
de tener uso de razón, para conocer y entender la dignidad a que son admitidos;
y que den muestra de que aprovecharán, para recibir las demás ordenes, y si se
conociese, que por su rudeza no hay esperanza de que puedan aprovechar, no han
de ser admitidos” (Gutiérrez de Arce, Manuel: El Sínodo Diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Boletín
ANH. N° 125. Caracas. 1975. http://www.anhvenezuela.org.ve).
Por ejemplo, para llegar a ser
Presbítero, se requería: “El presbiterado demandaba haber cumplido
los veinticuatro años y entrado en veinticinco, además de aprobar el examen de
latinidad, de moral y de doctrina de los sacramentos. En el terreno práctico,
el candidato tenía que demostrar destreza en el canto de los evangelios en la
catedral o en las parroquias; y gozar de buena fama respecto a su vida y pureza
de costumbres” (Ramírez Méndez:
16). Aptitudes y cualidades que no todos los curas tenían en esa época.
Hubo también formación insuficiente
en los primeros curas doctrineros, porque no existían instituciones para ello,
a la llegada de los conquistadores hispanos. En Trujillo, y este es un dato
interesante se fueron estableciendo las primeras instituciones o colegios. En
1576, fray Pedro de Agreda, 4° Obispo de Venezuela, dejó testimonio de ello, en
carta al Rey de España en la que le informa lo siguiente: “Yo he instituido y fundado un estudio de
gramática en un pueblo de estos que se llama Trujillo, por ser más aparejado
para ello que otro ninguno, para que los hijos de españoles estudien y se
apliquen a la virtud; este va muy adelante y cada día irá a más, mando pagar al
maestro, de todas las iglesias y curas sueldos a rata un salario moderado;
aviso esto a vuestra Majestad para que de algún favor y sustento para que tan
buena obra se conserva que cierto es muy necesaria” (Ramírez Mendez:19). Se refiere al Convento de los Franciscanos
de la ciudad de Trujillo.
En la misma medida que iba creciendo
la economía y la población, los requerimientos de sacerdotes iba aumentando,
para atender los pueblos que existían y los que iban surgiendo, no solo para
dar misa y suministrar los sacramentos, también para impulsar las escuelas, la
enseñanza del idioma español, establecer hospitales y asistirlos, y en general,
para las funciones pastorales.
Ahora bien, se preguntaran ¿cuáles
eran las obligaciones, labores y competencias del Cura Doctrinero en las encomiendas? Como lineamientos específicos debían
destacarse en “… la fundación de escuelas, o bien en la creación de hospitales, la
rectoría de obras pías, la indoctrinación de los naturales, el manejo de
lenguas indígenas, la capacitación de los peones criollos, para ciertos
trabajos de albañilería en la edificación de los templos y conventos,
carpintería, alfarería y otros menesteres propios de la práctica parroquial…” (Ramírez
Mendez: 50). Además, llevar los libros de las personas: Nacimientos, matrimonios
y defunciones de blancos, indios y esclavos; libro de confesados, asimismo,
cantar la misa en domingo y días festivos.
Después del padre Montero, el que
tomó la dirección de la misión evangelizadora y la enseñanza de los indios de
las encomiendas, así como, de la Capilla de San Pablo Apóstol, fue el padre
Salvador de Carmona. En esta labor
también ayudó el fraile Juan de León. Las encomiendas de la Doctrina de San
Pablo Apóstol, eran muy extensas y distantes en cuanto a territorio, a pesar de
la congregación de indios en el sitio de La Puerta; algunas estaban localizadas
entre Timotes, Jajó y la Quebrada. Fueron estos curas doctrineros, regularmente
formados, con sus defectos y virtudes, los que infundieron desde su estadía, la
luz y vida espiritual de nuestro pueblo.
Al padre Montero, lo sustituyó el cura Salvador Carmona. Cronografía 2815.
Los principales obstáculos para la
misión de evangelización:
Los
pueblos indígenas, que tuvieron que someterse con violencia o no, al inusitado
proceso de evangelización, tenían sus propias creencias y devociones, como
parte de su cosmovisión, fidelidad a sus ancestros, sus ritos y cultos
religiosos y su cultura y el respeto a la vida y la naturaleza. Es lógico, que
con esta situación, los primeros curas
doctrineros tuvieron que valerse de medios poco expeditos. No era un objetivo a lograr de la noche a la
mañana, o por golpe de suerte, tardó mucho. La conversión del aborigen al
catolicismo fue lenta, algunos historiadores consideran que esas creencias aun
persisten, aunque hayan sufrido el proceso de sincretismo, dentro de la misma
fe católica.
Con
la llegada del genocida Álvarez Daboín,
a este valle, desapareció el Tabiskey Bomboy, pero igualmente, debieron superar la estructura de poder del
caciquismo que se mantuvo, existía –aunque no en materia religiosa y política
que había sido suprimida-, la autoridad
de los caciques y mandones de cada encomienda, por lo menos hasta 1687 en que
se ordenó la “libertad de los indígenas” y pasaron a ser tributarios, en su mayoría
de la etnia Timotes, que es la que nos atañe, en este trabajo. Los curas
doctrineros, tuvieron que enfrentar esta resistencia activa y la pasiva, que fue
la que persistió hasta la llegada de los tiempos de la República.
Por
otro lado, se les presentaba la dificultad, para los sacerdotes y frailes
llegados de Europa, el hacerse entender, el poder comunicarse con los
pobladores originarios que hablaban su propia y autóctona lengua, para ellos
desconocida. Hubo de utilizar las
denominadas “lenguas”, aquellas personas que sabían ambos idiomas y fungían de
intérpretes, los curas tuvieron que aprender rápidamente la lengua y dialectos
de los indios que iban a adoctrinar. En
el caso de los que vinieron a La Puerta, como el padre Montero, era hijo de un
encomendero de indios en Burbusay, igualmente, el padre Salvador de Carmona,
descendiente del capitán encomendero Juan de Carmona, encomendero en Trujillo,
y al parecer el fraile Juan de León, oriundo de Boconó; es decir, curas que tenían relación y comunicación directa con indígenas en su mayoría de la etnia Timotes.
Lo que sí se percibe, es que cumplieron su noviciado en la propia tierra
de indios, con su falta de experiencia, eran jóvenes sacerdotes franciscanos
que emprendían una responsabilidad importante, cambiar la idiosincrasia y la fe
religiosa a otros seres humanos, aunque sus órdenes religiosas los llamaban
“pueblos paganos”. Obstáculos estos, que lograron superar, induciendo sus
propias prácticas, en el trabajo evangelizador. Tuvieron de su lado como apoyo, la actitud enérgica e
irreductible del obispo franciscano fray Antonio de Alcega, quien fue el
incinerador mayor de más de 3 mil ídolos de barro y de 1.114 santuarios propios
del culto de los indígenas de la Provincia trujillana, de lo que dejó
constancia en informe escrito por él.
Los primeros Curas que dejaron huella
en la Iglesia de La Puerta.
En el año 1.636, todas las aldeas
indígenas de la provincia de Trujillo, fueron visitadas por el Obispo Dr. Juan
López Agurto de la Mata. Éste en su
informe, da cuenta que hasta el año anterior 1.635, en lo que comprendía la
jurisdicción del pueblo de San Pablo Apóstol del Bomboi, estuvo como Cura
Doctrinero el padre Antonio Montero, y
al ser trasladado a la iglesia de san Miguel de Burbusay, recibió la parroquia el cura Salvador de
Carmona; este, es un primer dato interesante.
Buscando un orden cronológico en
cuanto a la dirección de la iglesia en nuestra parroquia, desde la fase de la
Conquista, hasta el fin de la Colonia,
estimamos que es el que sigue:
El padre Antonio Montero,
franciscano, natural de Boconó, fue cura doctrinero hasta el año 1635. Su padre era el Capitán Juan García Montero,
descendiente del conquistador Juan Román, compañero de armas y amigo de
Juan Rodríguez Suárez, el caballero de
la capa roja, fundador de la ciudad de Mérida.
El padre Salvador de Carmona,
franciscano, natural de Trujillo, fue el segundo cura doctrinero en La Puerta,
desde 1635, sustituyendo al padre Montero.
Al parecer el padre Salvador, era descendiente del Capitán Juan de
Carmona, incluido por los antiguos cronistas entre los primeros conquistadores
y fundadores de Trujillo, fue Regidor de la ciudad en 1567 y tuvo encomiendas y
tierras en la ciudad de Trujillo. Cuando nuestro cura doctrinero llegó a La
Puerta, apenas tendría unos 25 años de edad.
En
esa actividad vino a colaborar un fraile, de nombre Juan de León, también
franciscano, al parecer Fray
Juan de León, era natural de la Villa de San Alejo de Boconó, donde
nació en el año 1610 aproximadamente, y era descendiente de capitanes
conquistadores llegados a esas cumbres andinas.
Estos serian los primeros curas
doctrineros que desplegaron labor evangelizadora en nuestra parroquia. Luego
vendrían otros, que también pusieron su esfuerzo en este proceso catequizador y
en la formación de La Puerta, como pueblo cristiano colonizado, de los cuales
destacamos los siguientes:
Para el año 1670, era cura doctrinero el padre
Reyna; los historiadores registran que,
“…En 1670, el sacerdote Don Nicolás de
Reyna y el licenciado Mateo de Párraga, fueron
fundadores del Pueblo de San Pablo del Bomboy…”
(Fonseca, Amílcar. Orígenes trujillanos.
Tomo 1, pág. 137. Ejemplar Biblioteca
MBI. Trujillo). Igualmente corroboran esta
afirmación cronistas regionales, “…El 29 de Julio de 1670, Mateo de Párraga y
el Sacerdote Nicolás de Reyna fundan a San Pablo del Bomboy…” (Fuente: pagina web: Datos Históricos de
Trujillo y Venezuela. https://adalbertoga7.wordpress.com). El padre
Nicolás de Reyna, según este dato histórico seria fundador y cura doctrinero de
La Puerta.
Fue el cura Nicolás de Reyna, el
fundador de La Puerta, junto con el maestro Mateo de Párraga, en 1670. Cronografía
2818.
Después del padre
Reyna, es designado el cura y licenciado
Buenaventura Cabrita y Losada, quien
además de cura doctrinero en 1687, era encomendero del Pueblo de Doctrina San
Pablo del Bomboy, una de las excentricidades y contradicciones que
encontramos en la historia trujillana.
En la segunda década
del siglo XVIII, servía de cura
doctrinero de nuestra comarca indígena, el padre Don Fernando Paredes; según lo
registra Amílcar Fonseca, era cura en 1719.
En 1782, era Cura doctrinero de La
Puerta, el Presbítero Pedro Santa Anna Coronado, el Buen Pastor. Fue el cura que inició la recolecta de dinero
entre los hacendados, para la construcción de la Capilla de La Puerta, que al
parecer se concluyó a finales de la séptima década del siglo XVIII, inmueble que fue objeto de
varias refacciones y reparaciones.
Mariano Martí, Obispo andariego, benefactor de
los pueblos coloniales de Venezuela.
El 9 de abril de este año 1777, el Obispo
Mariano Martí visitó acompañado de sus curas ayudantes y los esclavos a su
cargo, el Pueblo de indios de nuestro señor San Pablo Apóstol del Bomboy (hoy
La Puerta); venia de la Mesa de Esnujaque; “…San Pablo del Momboy fue visitado por el
Ilustrísimo Dr. Mariano Martí en 9 de abril de 1777, cuando era cura de almas
de este pueblo y de Mendoza el Presbítero Licenciado Don Pedro Santana Vásquez
Coronado…” (Andrade, Juan de Dios. 100
años de la instalación del 1er. Concejo Municipal del Distrito Valera,
1875-1975. Págs. 91. Tipografía 7 Colinas. Valera. 1975). Fue el Presbítero
Licenciado Don Pedro Santana Vásquez Coronado, a quien se debe la iniciativa de construir el primer templo
formal a San Pablo Apóstol de La Puerta.
Padre y prócer independentista Francisco Antonio Rosario, cura párroco
de La Puerta en 1793.
A partir de 1793, es
designado como cura doctrinero y párroco de La Puerta, el Presbítero Francisco
Antonio Rosario, patriota y santo, cura que no ha sido reivindicado ni se ha
tenido la iniciativa popular de su santificación. Varios de sus biógrafos,
afirman que el padre
Francisco Antonio Rosario, que había nacido en Trujillo, llegó en 1761 a
La Puerta y al Valle del Bomboy, contando 32 años de edad, a ejercer su
sacerdocio.
La Puerta, abril,
2020.
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