Luis
Darío Torres, Maestro de Peritos.
Oswaldo Manrique R.
En
La Puerta, se han dado emprendimientos loables y con perspectivas futuristas,
que han favorecido a la comunidad, a su desarrollo económico, a su hábitat, a
elevar la calidad humana de los habitantes, que a la vez, tuvieron como sincero
propósito, vigorizar su gentilicio, y sin
embargo, se han mantenido ocultos, en
silencio; uno de ellos, fue la creación de la Escuela de Peritos.
Confieso
que de todos los proyectos educativos, que se han desarrollado en nuestra
comarca, el único con una idónea, adecuada y con pertinente visión futurista,
acorde con su realidad geográfica, económica y social, lo fue la Escuela de
Peritos; por eso, considero que es digno de registro este emprendimiento, como
esfuerzo histórico que favoreció a nuestra comunidad.
La
idea, la promovió el maestro normalista Isaac Araujo Moreno, oriundo de Jajó, y en esto, lo acompañó un grupo de docentes y
profesionales del ramo, que se sumaron a esta novedosa y benefactora
institución. Uno de estos preclaros, arriesgados y atrevidos educadores, fue Luis Darío Torres.
Luis Darío Torres,
Maestro de Peritos. Cronografía
N° 3494.
Luis
Darío, nació en la ciudad de Trujillo,
el 2 de junio de 1943; eran tiempos de mucha convulsión y transición política
en el país, envuelta en aires nacionalistas. El Presidente Medina Angarita, había logrado aprobar
la Ley de Hidrocarburos, con la que estableció el sistema del fifty-fifty como
cuota a la producción de las empresas petroleras extranjeras, así como, les impuso
refinar e industrializar la materia prima petrolera, en Venezuela, y comenzó a
pecharlas con fuertes contribuciones e impuestos, se daba así, un primer empujón revolucionario para rescatar la industria petrolera. Los primeros años de su vida, transcurrieron
en su pueblo natal, particularmente en el sector Santa Rosa donde estaba su
residencia familiar. Según sus palabras, estudió en la Escuela Carrillo Guerra,
cerca de la Iglesia de Santa Rosa, allí recibió las enseñanzas de primaria.
Sus
padres lo llevaron al Liceo Cristóbal Mendoza y pudo enterarse cuando lo
inscribieron, que sus padres Julio Pacheco y Elisadelia Briceño, que lo habían
abrumado de afectos durante su infancia, que lo protegieron, que se preocuparon por darle una vida
adecuada, lo habían adoptado; sin embargo, aparecía en su Partida de Nacimiento
como hijo de una señora Marcelina Torres, oriunda de Santa Ana, Trujillo. Este
padre y madre, lo habían adoptado de hecho, y le revelaron, que en su caso existía una
historia oculta. Su madre biológica, era servicio domestico en la residencia
del Dr. Mario Briceño Iragorry, en la ciudad de Caracas. El maestro, casado y en plan familiar, quedó embelesado por la belleza de
la joven santanera. Ella, guardando más que respeto, admiración por aquel
hombre atractivo, de sabiduría y poder, permitió dar los pasos iniciales de
toda relación amorosa. Él a su edad, quedó abrumado de un vigor inusitado, al
obviar aquello de amores imposibles, su lentitud e introversión, despareció
para dar paso a la pasión mutua y correspondida que lo transportó al estadio
ideal del hombre al centro del universo y ella, hacia las cimas celestiales, y salió embarazada de éste, la trajeron a Trujillo, parió y se regresó a Caracas, a seguir trabajando en la misma casa; es decir, que nuestro personaje es fruto de ese amor furtivo de Mario Briceño Iragorry, con su paisana y joven trabajadora domestica, nunca lo reconoció, y por no alterar la imagen del notable escritor y político, lo dieron –como se hacían en aquellos tiempos-, en adopción a esta pareja, que eran familia de Briceño Iragorry.Estos amores furtivos e históricos, dignos de
una novela, encerraron sólidos secretos, fuertes confrontaciones
internas, que solo se resolvieron, cuando todos en la casa de los Briceño
Iragorry en Caracas, recibieron nuevamente Marcelina, a trabajar como servicio
domestico de la familia.
Don Mario, ocupaba altos cargos nacionales,
había regresado en 1941 de Costa Rica, donde estuvo como Ministro
Plenipotenciario de Venezuela. Al año siguiente, es designado Director del
Archivo General de la Nación, en un ínterin, fue a Trujillo a visitar a su
familia y solicitó a una persona para que ayudara a su esposa en los oficios de
la casa en Caracas, se llevó a una muchacha
nativa de Santa Ana. En 1943, cuando nace Luis Darío, Briceño Iragorry fue
nombrado por el Presidente de la República, como Gobernador del Estado Bolívar,
cargo en el que estuvo un año, porque fue electo Presidente del Congreso de la República
(1945). Murió en Caracas, el 6 de junio de 1958. Sus restos mortales reposan en
el Panteón Nacional, desde el año 1991.
En
este Liceo Cristóbal Mendoza, cursó hasta
2° año de bachillerato. Desde sus primeros estudios Luis Darío se
distingue como aplicado estudiante y consagrado a la práctica de sus deberes y
derechos familiares. Su inteligencia a la vez, se inclinaba hacia el conocimiento
de la realidad rural que lo rodea, a la agricultura, al mundo pecuario y siente
la necesidad de incursionar a fondo en esos estudios. Pero, en esa modalidad,
no existía la institución que él requería, y con mucho sacrificio familiar, se trasladó a la ciudad de Turmero, Estado Aragua,
donde estudió en la prestigiosa y exigente Escuela
Practica de Agricultura, creada el 5
de diciembre de 1936, cuya sede estaba en la Hacienda La Providencia, entre Turmero y Maracay; institución
pionera en educación agrícola formal. Su pasantía por el Estado
Aragua, no está cargada de acontecimientos
exteriores, se dedicó por completo a sus estudios, procurando transitar la vía
de superación y de expresión de su talento, hasta que culminó sus estudios. Al egresar en 1964, con altas
calificaciones, le fue otorgado el titulo de Perito Agropecuario.
Ya formado
como profesional para el desarrollo agrícola y el uso racional de la tierra,
con ganas de trabajar y poner en práctica sus conocimientos, retorna a su
ciudad natal. Allí, obtuvo información del proyecto de escuela de peritos, que se estaba
dando en La Puerta, se trasladó con Freddy Alfonso, su amigo y compañero de
promoción que trabajaba para los Laboratorios Pfizer, como visitador y promotor
de medicamentos y productos para animales. Buscó al impulsor del proyecto y al
revisar la formación académica que tenia, inmediatamente, el maestro Isaac, lo incorporó
al equipo de docentes de la citada Escuela.
Otra gráfica reciente del Maestro
Desde
el momento en que el profesor Isaac Araujo, director del novedoso plantel, le
dio su credencial de docente en 1966, se consagró en cuerpo y alma a enseñar
agricultura, a compartir sus conocimientos a sus alumnos. Sus clases eran
mayormente, en el propio lugar de la práctica,
donde estaban las sementeras o donde pastaba el ganado, normalmente en las ciénagas
donde hoy está la urbanización San Benito (Las Malvinas), y en los terrenos aledaños
al cementerio del pueblo, explicando, enseñando, practicando y reforzando académicamente
al aspirante a Perito. Así, iba de un lugar a otro, con sus discípulos,
observando, experimentando en las tierras de La Puerta, en el río Bomboy, y
comenzó paralelamente, su deslumbramiento ante aquella exuberante naturaleza,
fresca, agradable, que lo fue seduciendo y cada día, se fue acolchando y asentando,
en esta comarca, junto con su firme apostolado educativo. Dio clases durante 3
años, hubo solo dos promociones de Peritos.De esa primera promoción de peritos,
Luis Darío, recuerda al muy ocurrente y estudioso gordo Valecillos; a Alfonso,
talentoso; a Inginio, a Elsa Pavón; a Rivero, gente de aquí del pueblo; Rodolfo
Ojeda, que venía de La Cejita; Raúl Rincón, de Maracaibo; Oliveros, que era de
San Cristóbal; Reverol, oriundo de Mérida; Asdrúbal Araujo, de Valera, y Calderón,
que también era de Mérida. La fastuosa fiesta de la primera
promoción, fue amenizada por el famoso grupo Los Blanco.
Recientemente,
conversamos, en presencia de la Profesora Ada, su esposa, su hija Maidú, quien
también es educadora y de su amigo Jorge Méndez, y relató que ese interesante proyecto agro-educativo,
inició actividades en varias casas, luego al aumentar la matricula de
alumnos, se utilizaron los espacios de
una construcción nueva, donde hoy está el Hotel
Chiquinquirá, avenida Bolívar, entre Calles 3 y 4, La Puerta. La institución,
dispensaba también estudios de bachillerato, en una casa donde habitó un tiempo
la señora Elda Torres; en aquel lugar dio clases de inglés, Adalberto Martínez, el
recordado “Zurdo” vecino de La Hoyada. Recordó que, el profesor Isaac, había
reservado una casa que quedaba frente al negocio de Jacinto Peñaloza, donde
hasta hace poco funcionó el negocio o bodega de los “Chinos”, para residencia
de los profesores que no tenían carro, allí vivió y durmió durante algún
tiempo. Se acordó que los mejores mojos que se ha comido, los preparaban
donde la señora Elba Zabala.
Sobre
los osados educadores que asumieron el reto de esta nueva escuela, que se inició
el primer año de actividad, con una matrícula de 63 alumnos, mayormente del
Zulia y Mérida, recordó que dieron clase,
la profesora Elizabeth de Araujo, esposa del director Isaac; también, Rafael Nava,
en agropecuaria; José Ojeda que era de Carvajal, dio matemáticas; Alonso Araujo,
matemáticas; el Padre Montebequi, dio clases; igualmente, la profesora Norma Salazar
de Falconi.
Estando
formado en la mejor institución profesional en su rama, trabajar y dar clases,
su sed de conocimientos es insaciable, sabía muy bien que la agricultura a pesar
de lo que se piensa, no es lanzar semilla a la tierra y recoger la cosecha,
sino que es necesario aplicar conocimientos de diversas disciplinas y ciencias,
como la química, la física, la geodesia, economía, la bioquímica, y para poder
enseñar tenía que estar informado y actualizado, para poder apoyar a la gente
del campo; compraba libros de diferentes disciplinas y ciencias periódicos y
revistas técnicas, para estar al día en los avances.
Tenía
una fuerte costumbre, se le veía todas
las mañanas, cuando salía de su casa, a comprar los periódicos en la farmacia,
frente a la plaza Bolívar, los compraba todos, el Universal, el Nacional, Ultimas
Noticias, los feriados, y los leía, degustando un humeante cigarrillo Belmont. Todo
le interesaba, el agro, las plantas, los animales, la política, deportes,
economía, cultura, y el desenvolvimiento social, sin descuidar sus responsabilidades
laborales.Su voracidad intelectual, sus
conocimientos muchos de actualidad, solo fueron aprovechados por sus alumnos,
sus vecinos, no se percataron de esa sabiduría.
Su
dedicación a sus alumnos, tanto de La Puerta, como los del Zulia, Lara, Portuguesa
y de otras partes, no fueron óbice para establecer una firme aspiración
personal, el encontrar pareja y formar familia. Conoció a una joven puertense
en 1967, que estudiaba en el privado y recoleto Colegio de Niñas que regentaban
las Monjas de Tarbes, en la Calle 9 de La Puerta, cuya directora era la Madre
María Auxiliadora, sobrina de Alicia Pietri, esposa del Dr. Rafael Caldera. La
muchacha, de pelo negro y de agraciados rasgos mestizos, tiene por nombre Ada
Ramírez, quien se convertiría en su
novia, compañera, esposa, colaboradora y cómplice en el buen sentido de la
palabra. Ada es educadora, con una dilatada trayectoria en el campo educativo. Procrearon,
a Maidu su única hija.
Profesora Ada Ramírez, la atenta
esposa de Luis Darío Torres, en su residencia, en La Puerta. Cronografía N° 3495.
Cuando
pudo comprar su primer Volkswagen, que era de color azul, visitaba su familia
biológica, se reencontró con hermanos y tíos en Trujillo; continuó haciendo amigos
y llenando cada día que pasaba, la
alcancía de la amistad.
El cierre de la Escuela futurista.
Se
ha criticado, que se haya creado hace algunos años, una escuela técnica, simplemente
por clientelismo de cargos, y lo menos que imparte, es tecnología sustantiva,
concreta para el espacio geo-social donde está establecida, y menos en la forma
que se creó, menoscabando lo logrado por otro liceo y a costa de mancillar a honorables
educadores.
Se
requería y se requiere, una institución educativa que apoye el iter del complejo
proceso productivo, para poder enfrentar los factores adversos a la agricultura
y la cría, el tema del mercado de precios de productos, políticas agrícolas,
industrialización, nuevas tecnologías, investigación
agrícola, semillas, vialidad, maquinaria, favorecer el conocimiento de
suelos-clima, en fin, disciplinas que aporten realmente a la comunidad de La
Puerta. Ojala, que más pronto que tarde,
se haga realidad, un plantel de esta categoría, que incida sobre nuestro desarrollo
agrícola, y mitigue la pobreza que ha retornado a la vida en nuestros campos.
De
hecho, La Puerta se convirtió en ese tiempo de los años 60, en una Aldea estudiantil; de distintas partes
del país, llegaban estudiantes y aspirantes a ingresar a la Escuela de Peritos,
se observaban las calles de día y de noche transitadas por los jóvenes
estudiantes, con sus familiares y amigos que venían a visitarlos; esto, fue
generando una nueva cotidianidad, nuevos vientos culturales, y un nuevo tipo de
economía para las familias del área urbana.
Posadas,
comedores estudiantiles, lavandería, sitios de esparcimiento; lo que no había
generado el Hotel Guadalupe, lo trajo esta escuela. Rememoró que la primera
residencia la abrió la señora Elba Zabala, madre de Nolo, en donde está la
farmacia (Calle 7) frente a la plaza Bolívar. Rafaelito Paredes, tuvo otro
hospedaje estudiantil en una casa de la señora Elda Torres. Josefa Rivas, estableció
otra residencia en la avenida Páez, en donde vive hoy el Dr. Amado Araujo. Hilaria,
montó la suya, y Che Mari Arias, en la casa de la señora Margarita Pérez; igualmente,
el zurdo Martínez, tuvo otra en La Hoyada. Hubo en casa de familias, una o dos
habitaciones que preparaban para residencias estudiantiles, la mayoría en sectores del área urbana.
Ese
cuadro, de mejoramiento económico popular, donde la plata y nuevos ingresos iban
a las familias de menos recursos, no lo podía soportar la godarria, que se movió
para lograr el cierre de esta escuela futurista.
La
godarria parroquial, encabezada por un cura, un hacendado y un político nacional,
le tenían aversión a dos cosas: primero,
a que los hijos del pueblo, se prepararan y se formaran en escuelas como estas,
que no cobraban mensualidad a los pobladores de La Puerta; y segundo, que las
familias humildes tuvieran ingresos propios prestando servicio a esa comunidad estudiantil.
Así, perdió nuestra comarca, que hoy tuviéramos un Politécnico o una Universidad
de la Agricultura.
¡Quién le dice que no, Así será!
Luis
Darío, es de las personalidades más ligadas a la cotidianidad histórica de La Puerta, en lo que va desde
1966, en que llegó a educar en la Escuela de Peritos, hasta nuestros días.
Militó
por sus ideas cristianas familiares, en el partido Copei, fue colaborador y
luchador vecinal, pero no fue político activo, ni en su vida abrigó en su
espíritu ambiciones de poder. Recordó a los que dirigían su organización
política, a Víctor Rodríguez, hombre entusiasta y bien formado ideológicamente,
a Antonio Ramírez “El Dientón”, dinámico y buen orador, a los Romero. Su vida es sencilla, decorosa, sana, familiar,
cultor de amistades. Persona estudiosa, decente en el trato, cuando le tocaba
discutir algún tema o punto, en el que había discordancia, hacia su
planteamiento de acuerdo a sus convicciones, pero, cuando se tornaba álgida la
cosa, elegantemente les decía a sus escuchas: ¡quién le dice que no, así será,
él es el que sabe!
Quizás
es Luis Darío, hombre alegre, de buenos modales, agradable conversador, con esa elegancia en el trato, un
ser con la más curiosa personalidad, frontal en sus planteamientos, es de
pensamiento avanzado, posiblemente eso le venga en los genes por los Briceño.
Se
distinguió siempre, y lo han reconocido sus vecinos, ex compañeros y sus
alumnos, por su bonhomía y por un inalterable sentido de responsabilidad en el
desempeño de sus funciones públicas y privadas, así como, en el ejercicio de su
profesión de Perito Agropecuario. Fue durante varios años, Supervisor de Silos,
en el Estado Yaracuy, se le catalogó uno de los técnicos mas versados en su campo.
Trabajó supervisando los silos de papa en el Pico El Águila (Hoy Cóndor),
también, en Boconó y en Bailadores,
Estado Mérida. Estuvo asimismo,
en Caracas, trabajó en la Corporación de Mercadeo Agrícola (Corpomercadeo), y
finalmente trabajó en el ICAP, donde salió jubilado, siempre distinguiéndose
por su rectitud, diligencias y logros favorables a sus agricultores asistidos.
Recibió reconocimientos de esos organismos.
¡Fue el Mocho, fue el Mocho!
80
años cumplió recientemente Luis Darío Torres, que ahora se prolongan y perpetuán,
en su familia, en sus amigos y en sus recuerdos, que hoy aplaudimos. Una personalidad
como la de este Maestro, que dedicó todo su fervor a sus estudiantes, así como
a los agricultores que tuvo que apoyar desde los cargos que ocupó en la administración
pública, luego del cierre de la Escuela de Peritos, tuvo como retribución el más
profundo afecto y recibió las más patentes muestras de reconocimiento.
En
el año 2014, alrededor de 30 de sus ex alumnos,
todos en cargos y empleos de relieve en el país, le rindieron un homenaje aquí en La Puerta, y
le dieron un agasajo, convirtiendo su casa en espacio de celebración, recuerdo
y tributo a su Maestro. Allí, se pudieron develar graciosos episodios del
pasado escolar.
Situaciones
simpáticas, propias de sus estudiantes tuvo que callar, que solo recordaban en los encuentros cómplices
maestro-alumno. Pudo recordar Luis Darío y la profesora Ada, algunas de esas
anécdotas contadas ese día. Una de esas
ocurrencias fue, cuando cansada la dueña de una residencia estudiantil de que
le robaran la comida en la madrugada, optó por ponerle cadena a la nevera, en
las noche; pero, una vez se le olvidó a la señora ponerle el candado, y a uno
de los estudiantes se le ocurrió, en desquite, meterle un gato vivo en la
nevera, en el mismo congelador, cuando la dueña, abrió el congelador, casi le
da un infarto cuando ve aquel macabro bicho negro.
Otro
hecho satírico, que narraron en el aquel reencuentro, fue lo que ocurrió en la
residencia de uno de ellos, seguramente cansados del menú, los “malartes” cogieron
unos cartones con huevos, que estaban en la despensa de la cocina, y como no
estaba la dueña, los cocinaron y los
volvieron a meter en los cartones. Imaginemos la sorpresa de la señora cuando
los fue a utilizar, a partir para echarlos al caldero y hacer el mojo, todos estaban duros.
Y
contaron también, cuando un día, unos estudiantes se habían convocado para
hacer un sancocho en los terrenos donde se estaba construyendo la Medicatura de
La Puerta. Prendieron el fogón, pero la
gallina que llevaron, se la habían robado de algún solar. Cocinaron y comieron.
La dueña de la gallina, denunció el hecho y la policía fue hasta donde estaba el
fogón; los pesquisas revisaron y solo encontraron como elemento criminalístico,
la marca de dos dedos entre las cenizas; se pusieron a pensar y dedujeron que la
extraña huella, de una mano con un dedo índice y un meñique, solo podía ser de
una persona; el Mocho Oscar, y decidieron
ir a buscarlo y lo apresan. Cuando lo
tienen en el “pote” del puesto policial, lo interrogan sobre quiénes fueron los
que hurtaron la gallina, el Mocho a través de la reja, enseñando los
toconcitos, les decía:
- Esos son mis amigos, pero ¡sáquenme!, ¡sáquenme!
*
Gran
defensor de la naturaleza de este paisaje serrano, de esta esplendida
vegetación y del río Bomboy, que lo sedujeron, formó familia, aportando en su
importante labor ciudadana, constituyen un estimulo para las futuras generaciones
y para las futuras jornadas en pro del mejoramiento de las condiciones de
nuestra población, de nuestra identidad y por el enaltecimiento de nuestro
gentilicio.
La
Puerta, agosto 2020.
A los amigos lectores, informo que el destino, el mes pasado, nos jugó una mala pasada, se llevó al maestro Luis Dario (QEPD). A sus familiares, amigos, ex-alumnos, extiendo mi sentido pesar por tan lamentable perdida. OM.
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