domingo, 1 de noviembre de 2020

Comida tradicional de La Puerta.


                                               Oswaldo Manrique Ramírez.

Contenido:

1.- Los desayunos o primera comida del día.

2.-. Los almuerzos o comidas principales.

3.- La cena diaria.

4.-Dulces típicos de nuestra comarca.

5.- Bebidas tradicionales y para alegrar el espíritu.


                                                        Ensaladas. Cronografía N° 3647.

El presente artículo está dedicado a la difusión de la gastronomía de las familias mestizas del Páramo y del área urbana de La Puerta, Trujillo, en Venezuela; culinaria que data desde tiempos inmemoriales, para el sostenimiento y dieta alimentaria  de sus hijos.  Destacando la fuerte influencia indígena Timoto, en esta gastronomía, durante el proceso de mestizaje indo-europeo, basado en el conocimiento directo que se tiene por haberla comido, y también, por conversaciones con gente de esos caseríos (zona urbana y la del Páramo), sobre sus antiguas y actuales comidas, con lo que damos cierta precisión histórica y tipicidad a los alimentos y productos consumidos en la dieta y cultura culinaria de nuestros pobladores. Algunos de los platos típicos ya no los cocinan.  

Los desayunos o primera comida del día.

El desayuno es para muchos especialistas de la salud y la nutrición, la más importante comida del día, porque rompe con el previo ayuno-sueño, reanima y dispone al cuerpo a funcionar con mayor efectividad física y mental, es el despabilante y quita tontera mañanero, por eso se habla de desayunos saludables, que varían de acuerdo a los lugares, a la influencia cultural y a los productos que se encuentren y dispongan.

El café en las mañanas, antes de desayunar o con el desayuno es básico e infaltable en nuestras casas urbanas y montañesas. Un desayuno criollo paramero, tiene como fuente aromática, sabor y sazón, el mismísimo fogón de leña. En toda casa, existe un fogón sobre un cimiento especialmente construido en tierra, piedra y barro, cercano al mesón donde se come. Encontrará el aro de metal, el budare, y ollas de diferente tamaño sobre su candela. Al frente observaran, la piedra de triturar, junto a una piedra más grande que sirve para lavar los corotos.  En sus paredes verán los trastos, ollas, y  recipientes guardando los más exquisitos productos como cuajadas, quesos, mantequilla, y cercano al fogón, las tiras de carne salada y seca, de alguna vaca o animal que se haya malogrado; este es un sistema ancestral de ahumado sobre el fogón, ubican a nivel del techo unos ganchos en los que se guindan las tiras de carne.  

Gran parte de la dieta básica de las familias nuestras, consiste en comidas calientes, particularmente la arepa que es el alimento diario,a excepción de las del avío,  y hace presencia en las 3 comidas principales, debe estar caliente; igualmente, los usuales hervidos y sopas, guisados, carnes, pollo.

Las mujeres se levantan muy de mañana a hacer las arepas.  En el centro de la mesa, siempre encontrará el rey de la sazón, el “ajicero”, hecho bajo estricta receta indígena.  La taza con  guarapo de café,  y la arepa de harina del norte con cuajada o mantequilla criolla,  al igual, que un buen mojo  de huevo o de sardina, es típico en las mesas de nuestras casas parameras. La arepa de harina de trigo, a partir de la invasión europea en 1590, fue sustituyendo la de maíz, en estas zonas; inclusive durante los siglos XVIII,  XIX y buena parte del XX, en este valle de frondosos trigales, era tan escaso comer maíz, como comer carne de res. Esa situación varió con la entrada a nuestra gastronomía nacional de la harina de maíz pre cocida, y todavía se mantiene la arepa de maíz molida en casa. 

Actualmente, tanto el maíz como la harina de trigo son ingredientes básicos de muchos platos, entre ellos las arepas que no deben faltar en el  día a día, es una torta tierna que se rellena con queso fresco o cuajada. En el páramo, no puede faltar la arepa de maíz o de trigo, la cuajada o el queso parameño ahumado de leche de vaca o de cabra y embojotado en hoja de frailejón.


Las empanadas con distintos rellenos, son una alternativa en los desayunos. Cronografía N° 3651.



En el área urbana, se acostumbra el consumo de  las empanadas y pastelitos, que son especie de pequeñas bolsas de masa de maíz o harina de trigo rellenas de papa con queso, caraota, vegetales, carne o pescado, también las hay de pabellón, mezcla de queso, caraota, carne mechada y tajadas de plátano frito. De vez en cuando, nuestras madres o abuelas, nos sorprendían con los “bollos pelones”, una suerte de bolas de masa de maíz, rellena con carne molida guisada, que cocinan en agua hirviendo, se sirve en el plato y se le baña de salsa de tomate preparada antes con la misma carne. Otra sorpresa, podían ser, los “envueltos” de plátano maduro y huevo.

En el desayuno es usual que le sirvan el mojito andino, que la mujer de nuestro pueblo en su creatividad y de acuerdo al tiempo de cosecha, elabora con cebolla o cebollín, tomate, leche, huevo y mucho cilantro; algunas lo rinden con zapallo, chayota u otro vegetal; lo preparan con su sazón y la secreta receta, que con un solo huevo hacen el desayuno de 10 personas, también la estimulante pisca andina, hecha con leche, papa, huevo, cebolla larga y cilantro; es costumbre en las mesas o mesones del comedor tener la hegemonía de un buen ajicero, para resaltar los sabores de las comidas.



El mojito andino, al igual que las arepas de harina de trigo y maíz, es infaltable en los desayunos de las familias de La Puerta.


En el Páramo, se acostumbraba a diario, en el desayuno, la arepa de trigo con maíz, que molían en una piedra plana gruesa, que soportando el peso y roce de otra piedra, que llamaban “manita”, se iba ondulando, ahí se podía moler también café, comino y otros productos; luego se comenzó a utilizar el molino manual inglés, y en algunas casas el ayudante de cocina. Una de las variantes, es la liga de maíz con guaje amarillo, un tubérculo parecido al ocumo, que se obtiene en los humedales de forma silvestre. Hay una arepa especial, es la que le ponen 5 o 6 hojas de aliso, en cada uno de los cachetes de la arepa, que ponen a tostar en el budare, y le da un aroma y sabor exquisitos; igualmente, pueden preparar las cachapas de jojoto tierno.

De la cocina indígena, era común comer papa, yuca en sus diversas formas frita, buñuelo, cocida, con pigüitas que son una especie de zanahoria, que salen en las orillas de los humedales y quebradas. Otro de los platos que gustaba comer, era el preparado con lubas, que eran unos papines pegajosos y tiernos, con maguey, a lo que le echaban y cocinaban con ají mongo de árbol, lo servían y el comensal le agregaba, queso ahumado, cuajada y mantequilla como desayuno.

El recuelo de café, lo disfrutan adultos y niños. En la montaña, se prepara el café en cántaro de barro, no se cuela en bolsa y no se utiliza la llamada greca exprés, aun se mantiene esta costumbre para beber café criollo, tostado en budare y molido en casa.Dentro de las curiosidades, preparadas por nuestras abuelas parameñas, está el café con canela mantecada; una suerte de bebida a la que le echan  mantequilla criolla de vaca.

 Los que salen de viaje a diligencias o a faenar lejos, llevan en sus yurures, faltriqueras y macutes, como avío, esas inmejorables arepas, con algo de queso ahumado y el pedazo de panela.

En la antigüedad, los comestibles como sal, pescado y plátanos, los traían por la vía antigua de las 7 Lagunas, desde los pueblos del sur del lago de Maracaibo, antes del Puerto de Gibraltar; también otros productos de Timotes y Barinas. Era más fácil, viajar desde este Páramo a Maracaibo o a Timotes, que de La Puerta a Valera.


Los almuerzos o comidas principales:

Conceptualmente el almuerzo es la comida más completa del día, el segundo alimento o plato fuerte y se ingiere en horas del mediodía. Es casi un acto solemne, conformado por entrada, sopa, plato principal llamado “seco”, postre o fruta; su composición  en las mesas está cargada de elementos y productos.  


Yuca frita en palitos o cocida, para comer sola o como acompañante de cualquier plato, es una opción rápida de cocina para nuestras abuelas. Cronografía N° 3660.


Parecieran platos sencillos, pero si en algo se esmera la mujer de nuestra comarca, es en dedicarle esa apasionada sazón a lo que prepara para alimentar a su familia.  Comer un guisado de arveja, con mostaza, coles, nabo, papa, sin carne, con los condimentos que solo la mano de ellas, saben echarle, es conocer uno de los más exquisitos placeres de la vida; al igual que, una buena sopa de trigo o de caraota o de ambas.  El apio, la papa, la yuca,  churí, sirven como elemento dinamizador de los sancochos, mondongos  y sopas de carnes, con los aderezos de huerta, cebolla larga, tomates, orégano, laurel criollo, aliso, ají, cilantro y otras yerbas de condimento y aroma, estos platos se conocieron en la época colonial, como sopas de indios. 


Sopas, sancochos, hervidos, mondongos, son platos cotidianos de la gastronomía de La Puerta. Cronografía N° 3654.


También, es exclusivo de esta zona, el comer papas cocidas con queso ahumado, o con “saní”, un polvillo tostado y molido, preparado con ajo, sal, alguna especia y mostaza que sale en los sembradíos de papa; en la época de la hambruna, a comienzos del siglo XX, se comía plátano o cambur cocido con este polvillo. Se siembra mucho apio, que en temporada se come cocido e igualmente, como puré, con mantequilla y cilantro.

Los almuerzos y comidas principales: habitualmente están constituidos por  sopa de caraota o de arveja,  también pueden degustar el guisado de arveja en concha con coles y mostazas y otras ramas finas y aromáticas de la huerta, fritas en mantequilla y con pigüitas;  en el páramo el guisado de arvejas. Antiguamente se usaba mucho el berro crudo, como corona sobre esta sopa de caraota y la de trigo con caraota; cocidos de carne con papas y vegetales, se come mucho arroz,  la pasta (espaguetis o fideos como se le dice) desde el siglo XIX, se ha convertido elemento principal en los comedores de Trujillo.

La sopa de arveja, guisada o con puerco, es una de las expresiones culinarias de La Puerta. Cronografía N° 3649.





Por ser zona agrícola se acostumbra a comer mucha ensalada con vegetales, ramas y verduras frescas. No falta en nuestra mesa, la cuajada o el tradicional queso criollo ahumado, puede ser de leche de vaca o de cabra. 

El bistec de carne de res, comenzó a ser asiduo en las mesas, a partir de los años 70 del siglo pasado, era un alimento que solo lo podían costear las familias de los hacendados, la mayoría de la población estaba excluida del consumo de esta comida, ahora es comida normal, algunas ocasiones, se ha comido el de búfalo tierno,  Los domingos o día de alguna festividad se acostumbra el popular sancocho o cruzado de carnes.

Las ensaladas preparadas con vegetales, legumbres y hortalizas de época, son excelentes acompañamientos. Cronografía N° 3655.


En el pasado siglo, se acostumbraba en las casas de familia, a criar en el solar, además de algunas gallinas y pollos, dos cochinos, uno para venderlo y el otro que se mataba en diciembre para las comidas de navidad; allí, además del cochino en sus distintas formas, morcillas aliñadas y los chicharrones, podíamos comer una comida indígena llamado mute, que era una combinación de maíz tierno con caraota negra y trozos de orejas, chicharrones y patas de puerco.

 Como en la mayoría de los pueblos de Venezuela,  se estila el pabellón criollo hecho con caraota  negra, acompañada con arroz, trozos de carne mechada y plátano. En la lista de los almuerzos por los que uno se frota las manos de alegría, está: el sancocho de gallina con papa y hortaliza criolla y fresca. El arroz con pollo, es infaltable en las fiestas familiares.


El arroz con pollo, es infaltable en nuestras celebraciones y fiestas. Cronografía N° 3653.

En el páramo se acostumbra servir un  sencillo y sabroso plato, el guisado de arveja, con papa, coles y mostaza. Pura sazón andina. Aquí,  cuando se come carne, podemos degustar platos con cochino, ovejo, chivo, pollo, gallina, pavo, y hasta animales de caza, como venado, conejo de monte, cachicamo, curí, pavas negras, cotorras, las turusitas o perdices, el gracioso, hermoso y exquisito paují, preparados a la brasa, o como estofados. Preparan el pescado saldo seco relleno con vegetales, acompañados de ensaladas de vegetales o de aguacate, rábanos, tomates, cebolla larga y cilantro.  Antiguamente, nos comentaban nuestros abuelos, se podía cazar entre quebradas, lapas, cuya exquisita carne blanca, tenía sabor entre conejo y pavo.  

Las comidas a base de aves de caza o domestica, condimentadas con ramas de la huerta, y preparadas en distintas formas, son delicias compartidas en familia. Cronografía N° 3656.

Nuestras ascendientes, se aplican en variar la comida, en el caso de la arepa, las hacen de maíz  blanco, pero las hacen con el negro y cariaco; pero si hay alguna que destaca por su sabor son las que envuelven en hojas de aliso y las montan en el budare, dicen en mi casa, que el que no ha probado esta arepa, no ha comido sabroso. Las familias, acostumbran a tener su ajicero, con la receta indígena, de los 4 ajís, unos más picantes que otros y con sabores distintos, que al entrar en cocimiento, logran el equilibrio perfecto, es decir, el secreto de la convivencia de nuestros indígenas, aplicado al tema de los sabores. También, se elabora el encurtido de maguey y diablito con suero y otros elementos de la huerta.  

En días de fiestas religiosas, un almuerzo por invitación, puede ser una sabrosa sopa de gallina o de pescado salado, o la gallina guisada al horno con papas y alcaparras, o pescado seco blanco, rayado, curvina, mariana,  guisados y acompañados de las legendarias carabinas, elaboradas con  harina de maíz, queso, mantequilla y bastante cuajada, envueltas en hoja de piñuela.


El pescado fresco o seco relleno con vegetales, es un plato que se estila preparar en el páramo, influencia de las relaciones con las tribus del Puerto de Gibraltar.  Cronografía N° 3652.


Particularmente en Semana Santa, se acostumbra en las familias de nuestra comarca, elaborar sus particulares hallacas de pescado, el guisado de pescado seco, blanco rayado, curvina, mariana y hasta chiguire; en el resto del año, no caen mal las bien sazonadas hallacas de caraotas.

En los distintos caseríos del Páramo de La Puerta, nuestras familias más antiguas, siguen la tradición, de servir la sopa de arroz blanco, y el guisado de pescado con papas, condimentadas con hojas de aliso, laurel criollo y otras ramas aromáticas de huerta, acompañado de las “carabinas”, preparadas con maíz, bastante queso de paramo, mantequilla y leche, envuelta en hoja de piñuela;  este nombre que viene desde los tiempos del legendario coronel Sandalio Ruz, acostumbraban las esposas, madres y hermanas e hijas preparar y meterlas en los yurures o macutes de sus parientes cuando se iban a la guerra, era el avío emergente.   

 Solo en diciembre se prepara casi como un rito gastronómico las multisapidas hallacas navideñas, con variadas carnes, vegetales, garbanzos, aceitunas, alcaparras, pasas, muchos aliños, envueltas en hojas de plátano o cambur, se echan crudas a cocinar en fogón de leña, es decir, no se cocina aparte el guiso. En las últimas décadas, se ha hecho una tradición, el comer pernil en estas festividades.


La cena diaria.

A los muchachos, niños y jóvenes,  cuando están en la casa, se les suministra un pedazo de pan dulce o salado con café o leche, para la merienda. Las cenas, son comidas más sencillas, siempre con la  indispensable arepa de maíz o de harina de trigo, se suele servir, con lo que queda del mediodía.

Dulces típicos de nuestra comarca:

Contando con amplios cañamelares y trapiches,  la gastronomía local, no pausó su avance en cuanto a los dulces. El curruchete, símbolo de la dulcería trujillana lo preparan, sin embargo, el más emblemático de nuestra parroquia es la “rosca de agua”, con la receta de doña Cristina Rodríguez, que vendían en la bodega El campesino, diagonal a la Plaza Bolívar.  Se recuerda el dulce de zapallo, de apio, o la mermada de higo y durazno, o el de piña  y coco, como los preparaba y los servía en platos de dulce (peltre), la señora Chuy, María de Jesús Morillo (la Partera), en la calle 2, cerca del río.



Los dulces criollos, son infaltables en los hogares de La Puerta. Cronografía N° 3657.


 De muchachos, nos calmaban y consentían en el Páramo, con la mazamorra y el pan dulce o con atol de zapallo, que preparan con leche y le agregan canela y clavos de especie, excentricidad de este páramo. El dulce de leche con pan viejo, aunque oficioso, es una delicia. El arroz con leche, la torta de plátano, de jojoto, ahuyama, zanahoria, de higos, eran infaltables. Como parte del legado gastronómico mestizo hispano-indígena timote,  se deben destacar, dos manjares parameros, que siempre se recordaran con nostalgia, uno el “pan de olla”, y otro, la “pelota”,  hecha con leche, mantequilla criolla y fororo de trigo tostado molido, delicias para degustar y comentar. 


En tortas y dulces, también se aplican nuestras madres y abuelas de La Puerta. Cronografía N° 3658.



La gran mayoría de estos productos son cultivados en esta zona; las familias  en su administración se abastecen de sus cosechas y guardan en las trojas, harina, los granos, papas, y en cajones el pescado seco, sal y otros productos. Esos platos solo se comen en el páramo, quizá lo pueda preparar en la ciudad alguna descendiente de esta gente.


Bebidas tradicionales y para alegrar el espíritu:


Lo primero que le vendrá a la mente, al lector, será  el miche. Si, es un  producto sacado y destilado artesanalmente en el páramo, lo hay también, el estampillado, prefieren el artesanal, lo piden en porciones “cuello corto” tipo vaso pequeño cafecero, y el “cuello largo” del tamaño de un vaso plástico mediano para café; también, el “cuartel” y la “media.

Nuestros primeros pobladores, solo para las celebraciones y ritos religiosos, elaboraban un licor que extraían de maíz y resinas almibaradas como las del frailejón o de otros frutos dulces, por el procedimiento de fermentación, que consideraban un elixir de los dioses.

En fiestas, se acostumbra en las familias a brindar con Mistela, un licor dulce que tiene su secreto y aderezo particular casero. En Semana Santa, además de los dulces, y el colonial curruchete, se acostumbra a brindar con la infaltable mistela, y en diciembre la leche de burra o el ponche crema casero.  Para las conversas domingueras, se brinda una bebida de ron, vino, nuez moscada y el as de la longevidad el díctamo real.  A las visitas que no gustan de las espirituosas, se acostumbraba a darles café de habas y trigo tostado, endulzado con panela, o la chicha de maíz o arroz, o la denominada chicha andina con piña. Comercialmente, a finales del siglo XX, se venía elaborando vinos de mora, pasas y fresa, de alta calidad.

Para acompañar a la comida cotidiana, los preparados y bebidas son además del agua,  jugos de tomate de árbol, curuba, moras piñas, panela con limón, y cualquier otra fruta de temporada.

Infusiones  y te aromáticos,  es costumbre tomar, de toronjil con gotas de limón o naranja, otros, como el laurel criollo, con sentido medicinal, como el de  malojillo, eneldo, la manzanilla, saúco, romero, sánalo todo; también los de geranio, cidrón, yerbabuena, y otros.

Esta carta referencial de alimentos, comidas y bebidas, forma parte del patrimonio gastronómico de la comunidad de La Puerta, de su cotidianidad y costumbres, que nos da una orientación acerca del proceso histórico nutricional de nuestros pobladores y sus ascendientes. Pudiera servir, como alternativa y contribución a la alimentación de los pobladores en las actuales y críticas circunstancias que vive el país.

Noviembre 2020.

Omanrique761@gmail.com


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