lunes, 1 de marzo de 2021

El Oratorio de la Virgen de Guadalupe de Indios.

Oswaldo Manrique Ramírez.


    La Puerta, desde la llegada de los invasores europeos, tuvo por lo menos una capilla, como centro de la cotidianidad católica, que estaba construida con limitadas técnicas y materiales de la zona. Desconocemos cual era su rango dentro de la estructura jerárquica de esta religión, lo que si hay información es de la calidad de las construcciones. Para el año 1687, la Capilla   dedicada al   Apóstol San Pablo, era muy semejante a la de otros pueblos cercanos. Su fábrica, realizada con paredes de tapias, columnas de madera en la mayoría de los casos, techos de varas cubiertos de paja o palmiche, cuya duración era muy corta y además poco higiénica. El cura doctrinero, era Juan Buenaventura Losada y Cabrita, que a la vez, era encomendero esclavista.  La capilla constaba de un solo cañón, con un rupestre campanario, sacristía y en un ángulo de esta iglesia estaba la fuente o pileta bautismal.  Una  edificación de lo más sencilla y adaptada a los pocos materiales y herramientas con que se contaba. Su capacidad era también restringida, solo en el siglo siguiente se conocerá un templo decente como lo demandaba el Obispo Martí en 1777.  El padre Pedro Santa Ana de Coronado, será el constructor del nuevo templo, que lo concluirá a comienzos de la última década del siglo XVIII.

Una de las entradas al pueblo indígena de La Puerta, era por una subida curtida de piedra y tierra, en su lado norte, construida por los  nativos. Ese camino principal, es mayormente de tierra, estaba surcado por varias y hermosas fuentes de aguas, de las denominadas  quebradas y canales que bajan desde el lado este, y desembocan en el Bomboi.

En 1819, justo al pie de un cerro y aledaño a una quebrada, habían construido una sencilla ermita de culto y en la parte trasera, retirada, una pequeña casa, que con el tiempo fue convirtiéndose en un espacio sagrado y de retiro para el cura, donde acudían los indios principales y caciques, sitio que igualmente  respetaba el resto de la comunidad indígena y mestiza;  en él se venera un hermoso retablo de la Virgen, su altar iluminado permanentemente y adornado de flores frescas, era el Oratorio de la Virgen María Santísima de Guadalupe o simplemente la Guadalupe de indios, así la había llamado su fiel devoto.

Francisco Antonio Rosario, nació en 1761, en la ciudad de Trujillo, estudió en la Universidad de Mérida, recibió su ordenación sacerdotal del Obispo Fray Juan Ramos de Lora en 1782. En 1793, llegó a La Puerta como párroco. Fue hacendado, comerciante, amasó una gran fortuna, lo que le permitió llevar una vida lujuriosa y disoluta, sin descuidar su misión sacerdotal. Fue independentista y admirador de Bolívar, a quien colaboró con dinero y bestias en la Campaña Admirable de 1813, y alojó en su hacienda de Carmania, ese año y también, en 1820 y 1821. 



Padre Francisco Antonio Rosario,  prócer independentista y párroco de La Puerta; en 1818, construyó de su propio peculio el Oratorio de la Guadalupe de indios. Cronografía N°  3590.  

 Fue construida por iniciativa y con dinero de su propio peculio, por el padre Rosario, párroco de La Puerta; las trazas y diseño inspirado en arte religioso, fueron de su gusto, los trabajos se iniciaron en 1818, y los constructores fueron los mismos indios que conocían de albañilería, y lo rodearon de tapiales, que pintaron de blanco. El culto a esta Virgen es inmemorial en los Extremeños, y desde 1737, la Virgen de Guadalupe había sido declarada por la iglesia católica, patrona de los indios y de la nación mexicana, al haberse aparecido al indio Juan Diego, en el cerro Tepeyac.  

Los indígenas al pasar por su frente, se persignaban, otros se paraban y arrodillaban, en señal de respeto a la Virgen, pero otros lo hacían, para rendirle tributo a su cura y protector, allí vivía  el padre Francisco y era su lugar de oración individual. Hablaba y se comunicaba fluidamente con ellos porque además de poliglota, aprendió la lengua Timoto.  Era tal, el respeto, que cuando salía algún arreo de mulas hacia Mendoza o a algún pueblo del norte trujillano, se paraba frente al oscuro portón del Oratorio y el arriero, preguntaba al sirviente, con cara de contentamiento, si se le ofrecía algo al cura, para traérselo.

En 1811, cuando La Puerta, adquiere la categoría de pueblo republicano, según quedó estatuido en la Constitución Provincial de dicho año, el padre Rosario era su cura párroco y constituyente por Mendoza; agregándose  paulatinamente a esa comunidad, mestizos y pardos, hijos de indios esclavos y tributarios con blancos.    

El hecho de la construcción de esa capilla de Guadalupe de indios, fue una decisión de este cura patriota, en un entorno natural e indígena que consideró muy cargado de espiritualidad y respeto, con la importancia de que se conservara luego de su muerte. En su entrega de bienes, solo se reservó este terreno para su Oratorio; con lo que podemos afirmar que este año, se cumplen 202 años de su construcción.  



Las dos casonas, que se observan a la derecha, ocupan parte del terreno donde antiguamente estaba el Oratorio de la Guadalupe de indios, construido por el padre Rosario. Es la entrada norte del área urbana, colinda con el Hotel Guadalupe, Avenida Bolívar, entre cales 1 y 2, La Puerta, Estado Trujillo, Venezuela.  Cronografía propia de este blog, N° 3719.

Destinado al retiro del Padre, y su lugar de oración a Dios, donde podía celebrar el santo sacrificio de la misa, sin pan ni vino,  el lugar realmente era de recogimiento, virtud y autoflagelación. El Dr. Díaz Castañeda, en una síntesis biográfica de este personaje, escribió: <<Era este un hombre elegante, dinámico, altivo; hombre de hormonales impulsos muy repletas orcas, que así como un día echaba la pierna sobre la cabalgadura para ir presuroso a cometer algún amoroso pecadillo, al día siguiente tendía la mano bien cuidada al menesteroso que a él acudía; es el hombre que recibe a Bolívar en su acogedora mansión…Hombre contradictorio de inclinaciones principescas, sensual, pero que supo amar por sobre todas las cosas a la Patria que nacía y personificaba el genio tenaz de Bolívar. Años más tarde, arrepentido de su desbordado proceder, se recogió en una mística soledad que solo abandona para socorrer a la feligresía>> (Díaz Castañeda, Raúl. Libro de Valera. Héroes Civiles. Pág. 77. Editorial Valera. 1970); alguien lo describió así: fue hombre cuando quiso y santo cuando pudo.

Padre Rosario saludando a Simón Bolívar. Gráfica colaboración de Carlos Montiel.

Una de las leyendas que ha referido la tradición oral y recogen sus biógrafos, es que en 1818, este cura, se enfermó y murió, y que seguidamente, cuando ya lo habían amortajado y procedían a meterlo en la urna, resucitó. Al parecer, esto le produjo un fuerte impacto en su vida y después de una seria reflexión buscó al Vicario de Escuque y se confesó ante él todos sus pecados, y desde ese día asumió una vida de rigurosa penitencia. No comía en sus lujosas y opíparas mesas como era su costumbre, ingería una sola comida al día, lo indispensable para mantenerse; dormía en el rustico piso, y en las noches, flagelaba su cuerpo con fuertes azotes, que salpicaban de sangre las paredes y el piso de la pequeña habitación.



Rosario del padre Francisco Antonio Rosario, párroco de La Puerta. Cronografía propia de este blog, N° 3588.


Otro de sus biógrafos, el profesor Pedro A. D’ Santiago, relató que puso en <<libertad a sus esclavos, edificó el templo de Mendoza…funda Asociaciones piadosas para conservar y fomentar el culto divino en su parroquia. El resto de su inmensa fortuna lo reparte entre los pobres, dejando solamente un lotecito de terreno en La Puerta, pueblo que estaba a sus cargo. Allí construye un oratorio privado, donde solía retirarse a practicar la penitencia y la oración con más libertad>>  (D’ Santiago, Pedro A. Biografías Trujillanas. Pág. 282. Edime. Caracas. 1956). Se conocía por la actitud asumida por el cura, que aquello se había convertido en un recinto místico, de entorno misterioso y de razones desconocidas para ellos. Se dedicó a la vida espiritual, convertido en un inusitado penitente, vestía con una humilde sotana,  andaba descalzo. Despues de haberse confesado con mucha vergüenza y dolor con el Vicario de Escuque, buscó se le perdonaran los pecados cometidos; en esto, lo observaban los vecinos, sus sacrificios y su propósito de enmienda, destacando la virtud del dolor, cumpliendo los ejercicios más penosos y la flagelación de su cuerpo, se azotaba a diario, se daba con un rejo de cuero en la espalda, maltratos que a veces le producían desmayos,  especialmente en Semana Santa.

El Oratorio, aunque era privado, del uso personal del padre Francisco, donde acostumbraba a vivir sus retiros, estaba situado en toda la entrada de este Resguardo y Comunidad indígena de Bomboyes, en lo que hoy se conoce como La Hoyada, del área urbana de La Puerta. El  dato interesante de su ubicación lo encontramos en documentos de propiedad de estos terrenos del Hotel Guadalupe y otros aledaños a éste.  

El citado escritor, que lo consideró un santo, al considerar que había lavado su vida de pecados,  agregó que el Padre, emprendió <<un viacrucis doloroso hasta Escuque. Se viste de un cilicio, se quita los zapatos, se ciñe una soga al cuello, toma una pesada cruz y comisiona a uno de sus criados para que siga detrás con la obligación de pisarle a cada instante la soga para hacerle caer. Con esta pesada cruz a cuestas, descalzo y con la cabeza descubierta a los rigores del sol, toma el camino rezando el rosario, alternándolo a veces con el ejercicio del viacrucis>> (Ibídem). De esto, quedó en el yurure de mitos y leyendas, la narración extraordinaria del anima en pena, que pasa a medianoche por las calles de La Puerta, arrastrando la pesada cruz y sonando los fuertes azotes.



Cruz del padre Francisco Antonio Rosario, párroco de La Puerta. Cronografía propia de este blog, N° 3589.


Rosario,  cumplió este régimen de disciplina y tormento, por unos 29 años. Había celebrado la misa, y murió escuchando la confesión de un feligrés de su parroquia, el 31 de julio de 1847, a los 86 años.     

El Oratorio quedaba, según un viejo documento de venta de tierras de Ignacio González a Cristino Burelli, en el lado poniente de la parroquia, colindando con los terrenos que fueron propiedad del Dr. Macrobio Delgado, Eulogia Abendaño y Juan Bautista Pacheco.

El lote de terreno y lo que quedó del Oratorio, lo adquirió el señor José Abdón Lamus; al morir el padre Francisco, se presume fue saqueada esta propiedad, al igual que el resto de sus posesiones, por lo de la leyenda de las “pepitas de oro” que le regalaron los indios.   

Según los citados documentos públicos inmobiliarios, la ubicación de este Oratorio, es justamente  donde esta hoy el Hotel Guadalupe, y por su lindero sur, en lo que era el local de la Tienda de telas y ropa de don José Abdón Lamus y la denominada Casa Blanca, sitios donde se presentaron algunos sucesos verdaderamente extraños. Lamus, al llegar allí y montar su tienda mercantil, se hizo inmensamente rico, era una especie de prestamista y banco para la comunidad y el comercio en general, fue adquiriendo propiedades casas, fincas, haciendas, comercializaba telas y mercadería seca en los Estados Trujillo, Mérida y Táchira;  llegaron a comentar, que consiguió la botija de las pepitas de oro del padre Rosario; era tan rico, que las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), en la década de los 60 del siglo XX, realizó una operación guerrillera de expropiación financiera en su local, por el que  resultaron presos varios guerrilleros del MIR y el PCV, incluyendo varios jóvenes de La Puerta. Don Audón, como lo llamaban en el pueblo, era un hombre de estatura mediana, pero con sangre de comerciante sefardí, era muy dinámico para los negocios. Tenía una camioneta tipo panel cerrada que viajaba cada semana al Estado Táchira, para llevar cotizas, sombreros, sardinas enlatadas, tasajo (carne de buey enlatada); este vehículo lo manejaba Pedro Rodríguez, que fue su primer chofer; y el segundo, fue el señor Camilo Paredes, de quien se dice era su hijo, vivió con su familia al final de la Calle 2.   


Es importante señalar que la casa de don Audón, donde tenía la tienda comercial, muy vieja, estaba hecha de paredes de bahareque. Con el tiempo la mando a reconstruir pero con paredes de bloque, que es la que aun se encuentra en pié a la entrada del pueblo. La construyó el maestro Roviro Briceño,  que vivía en La Hoyada; el maestro era un hombre pequeño, con conocimientos en construcción civil, era familia de Audón. Éste Roviro, transformó el inmueble de acuerdo a los requerimientos del dueño. Terminada la obra, le siguió haciendo arreglos, y adecuándola a las necesidades del negocio mercantil, ampliándole los ambientes y depósitos. Esa relación, de trabajo se mantuvo por muchos años, y para muchos en el pueblo, más allá del tiempo. Esto, lo fundamentan en que, el mismo día en que murió don Audón Lamus, murió el maestro Roviro; es decir, que esos días los velaron a los dos, les rezaron a los dos, y también, el mismo día los enterraron a ambos en el cementerio del pueblo. Dicen que las coincidencias no existen; quizás. Ahí les dejo eso.    

Otra gráfica de los dos inmuebles, que ocupan actualmente parte del terreno donde antiguamente estaba el Oratorio de la Guadalupe de indios, construido por el padre Rosario. La casa de la izquierda, era el local de la tienda de telas de José Abdón Lamus; la casa de la derecha, por donde se ingresaba al Oratorio, también era de su propiedad. Avenida Bolívar, entre cales 1 y 2, La Puerta, Estado Trujillo, Venezuela.  Cronografía propia de este blog, N° 3720.


La casa blanca de Abdón, también ha sido fuente de infaustos hechos, desde la incomodidad y molestias para quienes la alquilan para vivir, no aguantan mucho tiempo; una vez, intentaron montar una clínica de sanación y rejuvenecimiento holístico y los resultados para los pacientes fueron negativos; la han alquilado para festejos y se producen hechos de sangre o policiales. Parece que su destino es siempre estar vacía.

Abdón, descendiente de judíos, era furibundo católico, colaboró económicamente con el Padre Trejo, en la construcción del actual templo de San Pablo Apóstol,  y todos los años, en diciembre y enero, realizaba una fiesta de varios días en honor al Santo Niño Jesús, en la que encerraba a los que asistían, para que comieran y bebieran y les daba regalos, para que rezaran hasta más no poder; y para que no se fueran, se paraba en la puerta, armado de revolver. Así eran las cosas.  

De toda esta hermosa historia del lugar, y el cúmulo de leyendas, solo quedó, un hotel, y la quebrada que lo atraviesa, con el nombre de Guadalupe.   


Galería fotográfica de la Gruta de la Virgen de la Guadalupe de Indios.

En la gráfica se puede observar aspecto general del acuario y la pequeña gruta que aloja  la imagen de la  Virgen de la Guadalupe de Indios, perteneciente al Oratorio del padre Rosario,  dentro de un espacio del Hotel Guadalupe, que pronto cumplirá unos 80 años de funcionamiento.  La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.  Cronografía propia de este blog.  N° 3805.

Detalle de la parte superior de la imagen de la Virgen de la Guadalupe de Indios, perteneciente al Oratorio del padre Rosario, que se encuentra ubicada dentro de las instalaciones del Hotel Guadalupe. Se puede observar, escarapelada la pintura. El rostro con cejas muy arqueadas,  grandes ojo negros, no tiene los parpados abultados, simbolizando tristeza e insomnio, como otras imágenes de este tipo. Fina y pronunciada nariz, con pequeña boca, sin grietas. Por sus características pudiera ser una obra artística religiosa española.  Vestido rosado con algunas figuras elipsales y flores de cuatro pétalos en amarillo; en la parte superior, una esfera con una cruz en el centro;  capa verde con estrellas plateadas al relieve, borde dorado, se observan grietas en la imagen. En la parte posterior, una aureola, de color dorado. En el cuello se perciben marcas, quizás de retoques. Al parecer, ha sido objeto de varios retoques.  Cronografía propia de este blog.  N° 3810.

Imagen de cuerpo entero de Nuestra Señora de la Guadalupe de Indios; pudiera tener según el comentario de viejos pobladores unos doscientos años.  Escribieron los biógrafos del padre Rosario, el devoto guadalupano, que cuando entró en su periodo de flagelación y penitencia, al salir y regresar de su periplo cargando su pesada y grande Cruz de madera sobre sus hombros, caminando descalzo hasta la iglesia de Escuque donde pasaba la noche,  se arrodillaba bastante tiempo en oración a esta Virgen. La pequeña gruta, está elaborada en piedra rustica de la zona.  La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.  Cronografía propia de este blog.  N° 3809.

Toma general de la gruta con la imagen de la Virgen de la Guadalupe de Indios, y el acuario, construido en piedra rustica. Cuentan entre nuestros viejos parientes, que en 1891, cuando les incidieran las casas a los indígenas para sacarlos de sus tierras, todos, mujeres, hombres,  niños, ancianos  se volcaron a invocar a esta Virgen y al padre Rosario para que los ayudaran. La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.   Cronografía propia de este blog.  N° 3808.

Vista de la gruta de la Virgen de la Guadalupe, desde un lateral del acuario. Obsérvese que tiene 4 reflectores desde el acuario y dos montículos de piedra; igualmente,  un farol alto externo, en su lado izquierdo. Cronografía propia de este blog.  N° 3806.

Gruta de la Virgen de la Guadalupe de Indios, del antiguo Oratorio del padre Rosario.  A raíz de la apertura del Hotel en 1942, fue reubicada de su sitio original, y estuvo en una gruta de piedra, en el lado norte del Hotel, conocido como los Bambúes; posteriormente,  al construirse una casa en ese sitio, fue trasladada al lugar donde está actualmente. La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.    Cronografía propia de este blog.  N° 3807.

Aspecto del Hotel Guadalupe, construido sobre las tierras del Oratorio del padre Francisco Rosario, prócer independentista y santo. Este lote de terreno, fue el único bien con el que se quedó dicho sacerdote  y donde construyó en 1818, esta suerte de retiro o monasterio dedicado a la Virgen de la Guadalupe de Indios, para su ciclo de vida en penitencia y flagelación, hasta 1847 en que murió.  La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.  Cronografía propia de este blog.  N° 3811.  

Subida y entrada al Hotel Guadalupe, construido sobre las tierras del Oratorio del padre Francisco Rosario. Como fanático cultivador del campo, estas tierras las sembró prósperamente  el padre, de café y caña de azúcar, por más de medio siglo. Pudo ser este camino, marcado por las huellas ensangrentadas dejadas por los pies de este cura penitente, que para hacer más humillante la subida de su calvario, sus esclavos le pisaban la soga que arrastraba al cuello.  La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.  Cronografía propia de este blog.  N° 3812. 


Nota: para mayor información documentada, puede solicitar en PDF, por nuestros contactos, el articulo <<El Oratorio de la Virgen de Guadalupe de Indios>>.

Noviembre 2020.

Omanrique761@gmail.com

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