Oswaldo Manrique Ramírez.
La Puerta, desde la llegada de los invasores europeos, tuvo por lo menos una capilla, como centro de la cotidianidad católica, que estaba construida con limitadas técnicas y materiales de la zona. Desconocemos cual era su rango dentro de la estructura jerárquica de esta religión, lo que si hay información es de la calidad de las construcciones. Para el año 1687, la Capilla dedicada al Apóstol San Pablo, era muy semejante a la de otros pueblos cercanos. Su fábrica, realizada con paredes de tapias, columnas de madera en la mayoría de los casos, techos de varas cubiertos de paja o palmiche, cuya duración era muy corta y además poco higiénica. El cura doctrinero, era Juan Buenaventura Losada y Cabrita, que a la vez, era encomendero esclavista. La capilla constaba de un solo cañón, con un rupestre campanario, sacristía y en un ángulo de esta iglesia estaba la fuente o pileta bautismal. Una edificación de lo más sencilla y adaptada a los pocos materiales y herramientas con que se contaba. Su capacidad era también restringida, solo en el siglo siguiente se conocerá un templo decente como lo demandaba el Obispo Martí en 1777. El padre Pedro Santa Ana de Coronado, será el constructor del nuevo templo, que lo concluirá a comienzos de la última década del siglo XVIII.
Una de las entradas al pueblo indígena de La Puerta, era por una subida curtida de piedra y tierra, en su lado norte,
construida por los nativos. Ese camino principal, es mayormente de tierra,
estaba surcado por varias y hermosas fuentes de aguas, de las denominadas quebradas y canales que bajan desde el lado
este, y desembocan en el Bomboi.
En 1819, justo al pie de un cerro y aledaño a una quebrada, habían construido una sencilla ermita de culto y en la parte trasera, retirada, una pequeña casa, que con el tiempo fue convirtiéndose en un espacio sagrado y de retiro para el cura, donde acudían los indios principales y caciques, sitio que igualmente respetaba el resto de la comunidad indígena y mestiza; en él se venera un hermoso retablo de la Virgen, su altar iluminado permanentemente y adornado de flores frescas, era el Oratorio de la Virgen María Santísima de Guadalupe o simplemente la Guadalupe de indios, así la había llamado su fiel devoto.
Francisco Antonio
Rosario, nació en 1761, en la ciudad de Trujillo, estudió en la Universidad de
Mérida, recibió su ordenación sacerdotal del Obispo Fray Juan Ramos de Lora en
1782. En 1793, llegó a La Puerta como párroco. Fue hacendado, comerciante,
amasó una gran fortuna, lo que le permitió llevar una vida lujuriosa y
disoluta, sin descuidar su misión sacerdotal. Fue independentista y admirador
de Bolívar, a quien colaboró con dinero y bestias en la Campaña Admirable de
1813, y alojó en su hacienda de Carmania, ese año y también, en 1820 y 1821.
Padre Francisco Antonio Rosario, prócer independentista y párroco de La Puerta;
en 1818, construyó de su propio peculio el Oratorio de la Guadalupe de indios.
Cronografía N° 3590.
Fue construida por iniciativa y con dinero de
su propio peculio, por el padre Rosario, párroco de La Puerta; las trazas y
diseño inspirado en arte religioso, fueron de su gusto, los trabajos se
iniciaron en 1818, y los constructores fueron los mismos indios que conocían de
albañilería, y lo rodearon de tapiales, que pintaron de blanco. El culto a esta
Virgen es inmemorial en los Extremeños, y desde 1737, la Virgen de Guadalupe
había sido declarada por la iglesia católica, patrona de los indios y de la
nación mexicana, al haberse aparecido al indio Juan Diego, en el cerro Tepeyac.
Los indígenas al pasar por su frente, se persignaban, otros se paraban y arrodillaban, en señal de respeto a la Virgen, pero otros lo hacían, para rendirle tributo a su cura y protector, allí vivía el padre Francisco y era su lugar de oración individual. Hablaba y se comunicaba fluidamente con ellos porque además de poliglota, aprendió la lengua Timoto. Era tal, el respeto, que cuando salía algún arreo de mulas hacia Mendoza o a algún pueblo del norte trujillano, se paraba frente al oscuro portón del Oratorio y el arriero, preguntaba al sirviente, con cara de contentamiento, si se le ofrecía algo al cura, para traérselo.
El hecho de la
construcción de esa capilla de Guadalupe de indios, fue una decisión de este
cura patriota, en un entorno natural e indígena que consideró muy cargado de
espiritualidad y respeto, con la importancia de que se conservara luego de su
muerte. En su entrega de bienes, solo se reservó este terreno para su Oratorio;
con lo que podemos afirmar que este año, se cumplen 202 años de su construcción.
Las dos casonas, que se observan a la derecha, ocupan parte del terreno donde antiguamente estaba el Oratorio de la Guadalupe de indios,
construido por el padre Rosario. Es la entrada norte del área urbana, colinda
con el Hotel Guadalupe, Avenida Bolívar, entre cales 1 y 2, La Puerta, Estado
Trujillo, Venezuela. Cronografía propia
de este blog, N° 3719.
Destinado al retiro
del Padre, y su lugar de oración a Dios, donde podía celebrar el santo
sacrificio de la misa, sin pan ni vino,
el lugar realmente era de recogimiento, virtud y autoflagelación. El Dr.
Díaz Castañeda, en una síntesis biográfica de este personaje, escribió:
<<Era este un hombre elegante, dinámico, altivo; hombre de hormonales
impulsos muy repletas orcas, que así como un día echaba la pierna sobre la
cabalgadura para ir presuroso a cometer algún amoroso pecadillo, al día
siguiente tendía la mano bien cuidada al menesteroso que a él acudía; es el
hombre que recibe a Bolívar en su acogedora mansión…Hombre contradictorio de
inclinaciones principescas, sensual, pero que supo amar por sobre todas las
cosas a la Patria que nacía y personificaba el genio tenaz de Bolívar. Años más
tarde, arrepentido de su desbordado proceder, se recogió en una mística soledad
que solo abandona para socorrer a la feligresía>> (Díaz
Castañeda, Raúl. Libro de Valera. Héroes
Civiles. Pág. 77. Editorial Valera. 1970); alguien lo describió así: fue hombre cuando quiso y santo cuando pudo.
Padre Rosario saludando a Simón Bolívar. Gráfica colaboración de Carlos Montiel.
Una de las leyendas
que ha referido la tradición oral y recogen sus biógrafos, es que en 1818, este cura, se enfermó y
murió, y que seguidamente, cuando ya lo habían amortajado y procedían a meterlo
en la urna, resucitó. Al parecer, esto le produjo un fuerte impacto en su vida
y después de una seria reflexión buscó al Vicario de Escuque y se confesó ante
él todos sus pecados, y desde ese día asumió una vida de rigurosa penitencia. No
comía en sus lujosas y opíparas mesas como era su costumbre, ingería una sola
comida al día, lo indispensable para mantenerse; dormía en el rustico piso, y
en las noches, flagelaba su cuerpo con fuertes azotes, que salpicaban de sangre
las paredes y el piso de la pequeña habitación.
Rosario del padre Francisco Antonio Rosario,
párroco de La Puerta. Cronografía propia de este blog, N° 3588.
Otro de sus biógrafos, el profesor Pedro A. D’ Santiago, relató que puso en <<libertad a sus esclavos, edificó el templo de Mendoza…funda Asociaciones piadosas para conservar y fomentar el culto divino en su parroquia. El resto de su inmensa fortuna lo reparte entre los pobres, dejando solamente un lotecito de terreno en La Puerta, pueblo que estaba a sus cargo. Allí construye un oratorio privado, donde solía retirarse a practicar la penitencia y la oración con más libertad>> (D’ Santiago, Pedro A. Biografías Trujillanas. Pág. 282. Edime. Caracas. 1956). Se conocía por la actitud asumida por el cura, que aquello se había convertido en un recinto místico, de entorno misterioso y de razones desconocidas para ellos. Se dedicó a la vida espiritual, convertido en un inusitado penitente, vestía con una humilde sotana, andaba descalzo. Despues de haberse confesado con mucha vergüenza y dolor con el Vicario de Escuque, buscó se le perdonaran los pecados cometidos; en esto, lo observaban los vecinos, sus sacrificios y su propósito de enmienda, destacando la virtud del dolor, cumpliendo los ejercicios más penosos y la flagelación de su cuerpo, se azotaba a diario, se daba con un rejo de cuero en la espalda, maltratos que a veces le producían desmayos, especialmente en Semana Santa.
El citado escritor,
que lo consideró un santo, al considerar que había lavado su vida de pecados, agregó que el Padre, emprendió <<un
viacrucis doloroso hasta Escuque. Se viste de un cilicio, se quita los zapatos,
se ciñe una soga al cuello, toma una pesada cruz y comisiona a uno de sus
criados para que siga detrás con la obligación de pisarle a cada instante la
soga para hacerle caer. Con esta pesada cruz a cuestas, descalzo y con la
cabeza descubierta a los rigores del sol, toma el camino rezando el rosario,
alternándolo a veces con el ejercicio del viacrucis>> (Ibídem).
De esto, quedó en el yurure de mitos y
leyendas, la narración extraordinaria del anima en pena, que pasa a medianoche
por las calles de La Puerta, arrastrando la pesada cruz y sonando los fuertes
azotes.
Cruz del padre Francisco Antonio Rosario, párroco de
La Puerta. Cronografía propia de este blog, N° 3589.
Rosario, cumplió este régimen de disciplina y
tormento, por unos 29 años. Había celebrado la misa, y murió escuchando la
confesión de un feligrés de su parroquia, el 31 de julio de 1847, a los 86
años.
El Oratorio quedaba,
según un viejo documento de venta de tierras de Ignacio González a Cristino
Burelli, en el lado poniente de la parroquia,
colindando con los terrenos que fueron propiedad del Dr. Macrobio Delgado,
Eulogia Abendaño y Juan Bautista Pacheco.
El lote de terreno y
lo que quedó del Oratorio, lo adquirió el señor José Abdón Lamus; al
morir el padre Francisco, se presume fue saqueada esta propiedad, al igual que el resto de sus
posesiones, por lo de la leyenda de las “pepitas de oro” que le regalaron los
indios.
Según los citados
documentos públicos inmobiliarios, la ubicación de este Oratorio, es justamente donde esta hoy el Hotel Guadalupe, y por su lindero sur, en lo que era el local de la
Tienda de telas y ropa de don José Abdón Lamus y la denominada Casa Blanca,
sitios donde se presentaron algunos sucesos verdaderamente extraños. Lamus,
al llegar allí y montar su tienda mercantil, se hizo inmensamente rico, era una especie de prestamista y
banco para la comunidad y el comercio en general, fue adquiriendo propiedades
casas, fincas, haciendas, comercializaba telas y mercadería seca en los Estados
Trujillo, Mérida y Táchira; llegaron a
comentar, que consiguió la botija de las pepitas de oro del padre Rosario; era
tan rico, que las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), en la década
de los 60 del siglo XX, realizó una operación guerrillera de expropiación
financiera en su local, por el que
resultaron presos varios guerrilleros del MIR y el PCV, incluyendo
varios jóvenes de La Puerta.
Es importante señalar que la casa de
don Audón, donde tenía la tienda comercial, muy vieja, estaba hecha de paredes de
bahareque. Con el tiempo la mando a reconstruir pero con paredes de bloque, que
es la que aun se encuentra en pié a la entrada del pueblo. La construyó el
maestro Roviro Briceño, que vivía en La Hoyada; el maestro era un hombre pequeño, con conocimientos
en construcción civil, era familia de Audón. Éste Roviro,
transformó el inmueble de acuerdo a los requerimientos del dueño. Terminada la
obra, le siguió haciendo arreglos, y adecuándola a las necesidades del negocio
mercantil, ampliándole los ambientes y depósitos. Esa relación, de trabajo se
mantuvo por muchos años, y para muchos en el pueblo, más allá del tiempo. Esto,
lo fundamentan en que, el mismo día en que murió don Audón Lamus, murió el
maestro Roviro; es decir, que esos días los velaron a los dos, les rezaron a
los dos, y también, el mismo día los enterraron a ambos en el cementerio del
pueblo. Dicen que las coincidencias no existen; quizás. Ahí les dejo eso.
Otra gráfica de los dos inmuebles, que ocupan actualmente parte del terreno donde antiguamente estaba el Oratorio de la Guadalupe de indios,
construido por el padre Rosario. La casa de la izquierda, era el local de la
tienda de telas de José Abdón Lamus; la casa de la derecha, por donde se
ingresaba al Oratorio, también era de su propiedad. Avenida Bolívar, entre
cales 1 y 2, La Puerta, Estado Trujillo, Venezuela. Cronografía propia de este blog, N° 3720.
La casa blanca de
Abdón, también ha sido fuente de infaustos hechos, desde la incomodidad y
molestias para quienes la alquilan para vivir, no aguantan mucho tiempo; una
vez, intentaron montar una clínica de sanación y rejuvenecimiento holístico y
los resultados para los pacientes fueron negativos; la han alquilado para
festejos y se producen hechos de sangre o policiales. Parece que su destino es
siempre estar vacía.
Abdón, descendiente
de judíos, era furibundo católico, colaboró económicamente con el Padre Trejo,
en la construcción del actual templo de San Pablo Apóstol, y todos los años, en diciembre y enero,
realizaba una fiesta de varios días en honor al Santo Niño Jesús, en la que encerraba a los
que asistían, para que comieran y bebieran y les daba regalos, para que rezaran
hasta más no poder; y para que no se fueran, se paraba en la puerta, armado de
revolver. Así eran las cosas.
De toda esta hermosa
historia del lugar, y el cúmulo de leyendas, solo quedó, un hotel, y la
quebrada que lo atraviesa, con el nombre de Guadalupe.
Galería fotográfica de la Gruta de la Virgen de la Guadalupe de Indios.
En la gráfica se puede observar aspecto general del acuario y la
pequeña gruta que aloja la imagen de
la Virgen de la Guadalupe de Indios, perteneciente
al Oratorio del padre Rosario, dentro de
un espacio del Hotel Guadalupe, que pronto cumplirá unos 80 años de
funcionamiento. La Puerta, estado
Trujillo, en Venezuela. Cronografía
propia de este blog. N° 3805.
Detalle de la parte superior de la imagen de la Virgen de la Guadalupe
de Indios, perteneciente al Oratorio del padre Rosario, que se encuentra
ubicada dentro de las instalaciones del Hotel Guadalupe. Se puede observar,
escarapelada la pintura. El rostro con cejas muy arqueadas, grandes ojo negros, no tiene los parpados
abultados, simbolizando tristeza e insomnio, como otras imágenes de este tipo.
Fina y pronunciada nariz, con pequeña boca, sin grietas. Por sus características
pudiera ser una obra artística religiosa española. Vestido rosado con algunas figuras elipsales y
flores de cuatro pétalos en amarillo; en la parte superior, una esfera con una
cruz en el centro; capa verde con estrellas
plateadas al relieve, borde dorado, se observan grietas en la imagen. En la
parte posterior, una aureola, de color dorado. En el cuello se perciben marcas,
quizás de retoques.
Imagen de cuerpo entero de Nuestra Señora de la Guadalupe de Indios;
pudiera tener según el comentario de viejos pobladores unos doscientos años. Escribieron los biógrafos del padre Rosario, el
devoto guadalupano, que cuando entró en su periodo de flagelación y penitencia,
al salir y regresar de su periplo cargando su pesada y grande Cruz de madera
sobre sus hombros, caminando descalzo hasta la iglesia de Escuque donde pasaba
la noche, se arrodillaba bastante tiempo
en oración a esta Virgen. La pequeña gruta, está elaborada en piedra rustica de
la zona. La Puerta, estado Trujillo, en
Venezuela. Cronografía propia de este
blog. N° 3809.
Toma general de la gruta con la imagen de la Virgen de la Guadalupe de
Indios, y el acuario, construido en piedra rustica. Cuentan entre nuestros
viejos parientes, que en 1891, cuando les incidieran las casas a los indígenas
para sacarlos de sus tierras, todos, mujeres, hombres, niños, ancianos se volcaron a invocar a esta Virgen y al
padre Rosario para que los ayudaran. La Puerta, estado Trujillo, en
Venezuela. Cronografía propia de este blog. N° 3808.
Vista de la gruta de la Virgen de la Guadalupe, desde un lateral del
acuario. Obsérvese que tiene 4 reflectores desde el acuario y dos montículos de
piedra; igualmente, un farol alto
externo, en su lado izquierdo. Cronografía propia de este blog. N° 3806.
Gruta de la Virgen de la Guadalupe de Indios, del antiguo Oratorio del
padre Rosario. A raíz de la apertura del
Hotel en 1942, fue reubicada de su sitio original, y estuvo en una gruta de
piedra, en el lado norte del Hotel, conocido como los Bambúes; posteriormente, al construirse una casa en ese sitio, fue
trasladada al lugar donde está actualmente. La Puerta, estado Trujillo, en
Venezuela. Cronografía propia de este blog. N° 3807.
Aspecto del Hotel Guadalupe, construido sobre las tierras del Oratorio
del padre Francisco Rosario, prócer independentista y santo. Este lote de
terreno, fue el único bien con el que se quedó dicho sacerdote y donde construyó en 1818, esta suerte de
retiro o monasterio dedicado a la Virgen de la Guadalupe de Indios, para su
ciclo de vida en penitencia y flagelación, hasta 1847 en que murió. La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela. Cronografía propia de este blog. N° 3811.
Subida y entrada al Hotel Guadalupe, construido sobre las tierras del
Oratorio del padre Francisco Rosario. Como fanático cultivador del campo, estas
tierras las sembró prósperamente el
padre, de café y caña de azúcar, por más de medio siglo. Pudo ser este camino,
marcado por las huellas ensangrentadas dejadas por los pies de este cura
penitente, que para hacer más humillante la subida de su calvario, sus esclavos
le pisaban la soga que arrastraba al cuello. La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela. Cronografía propia de este blog. N° 3812.
Nota: para mayor información documentada, puede solicitar en PDF, por nuestros contactos, el articulo <<El Oratorio de la Virgen de Guadalupe de Indios>>.
Noviembre 2020.
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