Catalina Fajardo,
forjadora de pueblos.
Por: Oswaldo Manrique.
Contenido:
Introducción.
Capitulo 1.
Po' allí no cantó el
borococo. El
hermoso, mágico y fértil valle de Bomboy. El Oratorio de San Pablo.
Capitulo 2.
Ni los espantos de los páramos, la
asustaban. 1629,
declarada vaca la “Encomienda de San Pablo de Bomboy”
Capitulo 3.
Encomendera respetada, pero sin la
gloria del maltratador. Doña Cata, sabía dónde le apretaban los alpargates. Y
los metió en el cincho. El asentamiento de San Antonio Abad (hoy Mendoza).
"Cada quien con lo suyo, y Dios en lo de todos".
Introducción.
Muy poco se ha escrito sobre
personajes y hechos destacados del proceso originario de los pueblos coloniales
esclavistas del valle de Bomboy, presumo que debido a la falta de paleógrafos;
apenas el trabajo reciente de Eduardo Zambrano, nos ha abierto opciones para el
enfoque metodológico concreto, para ir quitando telarañas y oscuros polvos a
nuestra historia local.
El propósito de este artículo, es
aportar datos reveladores, con el fin de establecer algunos hechos y determinar
los personajes relacionados con los orígenes coloniales esclavistas de los dos
pueblos del valle de Bomboy: La Puerta y Mendoza del Estado Trujillo, en base a
los referentes documentales paliografiados y publicados recientemente, junto a
la revisión del espacio geográfico y su adecuación al contexto histórico.
Si bien al tratar sobre el personaje
principal de los hechos, se develan aspectos de género, su conducta
apegada a los dictados de la Leyes de Indias, así como a los cánones
morales de la Iglesia Católica, incurriendo quizás en eurocentrismo, no se pretende abordar los derechos
imaginarios, hipotéticos propios de las ciencias sociológicas o sociales, que
sin duda, emergen como construcción étnica multicultural de ese tiempo, apegada
a intereses imperiales, y no a su autoctonía cómo pueblos.
Se aborda aquí, la vena y la fuerza
moral de una mujer, en una contienda por sus derechos, que en circunstancias
históricas desfavorables y particulares se prolonga en el tiempo, comenzando
por esfuerzos en solitario, luego alianzas y litigios, con los que va superando
y obteniendo resultados, unos inciertos y otros que le fueron favorables, en
sus planes de dominar la feracidad y dureza del Valle de Bomboy.
Teniendo claro en lo aquí presentado,
que la invasión, el despojo de tierras, la esclavitud impuesta desde el Siglo
XVI, buscaron y lograron imponer nuevos paradigmas coloniales, desde el centro
del poder monárquico español, y la obediencia a las nuevas potestades,
inclusive, las formas interpretativas de los elementos supraestructurales,
leyes, religión, cultura, idioma, costumbres, escritura; sin embargo, ella, de
alguna forma, empoderada, con vehemencia, inteligencia e ilustración, quebrantó
esa realidad y esos arquetipos patriarcales, que la convirtieron en impulsora y
protagonista principal del proceso germinal de evolución de dos pueblos andinos
trujillanos: La Puerta y Mendoza.
Capitulo 1.
Po' allí no cantó el borococo. El hermoso, mágico y fértil valle de Bomboy. El Oratorio de San Pablo.
De cara al refrescante Bomboy, desde aquella hermosa y verde loma de San
Pablo de Bomboy, donde estaba su casa de
tapia y teja, en 1619, con una pequeña
jícara de guarapo en la mano, rodeada de bucares, cucharos, jumangues, salpicados
por arbustos de sabroso coquino y
moraspiñas, que asaltaban melodiosamente los gonzalitos, chuspitas, azulejos,
gallitos, las paraulatas parameras, torcazas y jumíes, guiadas por el poderoso
y mágico pauxí, donde podía divisar el largo camino real que se desprende de El Hatico, pasando por sus nutridos potreros, por un lado, por el otro, la
Cañada de Mendoza, Guaná, y en el frente el soberbio río Bomboy, ella meditaba sobre su suerte y su vida en
ese Valle. En su soliloquio, la mayoría de los hombres de su época, eran
violentos, bruscos, marinos, conquistadores, guerreros o hijos de estos, le
parecerían de escasa imaginación. desbordando tanta lozanía, quedó viuda, con
posesiones y sin hijos.
Establecer un incipiente modo de
producción económica mercantilista, para hacer producir en aquella tierra
virgen, mercancía para su comercialización, sin financiamiento, sin ayuda de la
monarquía ni de banqueros, condicionaba las posibilidades de desarrollo de la
comarca y de sus relaciones sociales, en una sociedad esclavista, castiza,
racista y católica. Indígenas esclavos y blancos encomenderos, y dentro de
estos últimos, los lazos parentales que jugaron un rol importante en lo
económico, político y religioso, porque en la práctica, estaban subordinados a
las relaciones de propiedad u ocupación de tierras y las encomiendas,
inclusive, para conservarlas en los grupos de poder. Un elemento que no pudo dejar de
lado, era que el valle, era espacio de frontera con el Nuevo Reyno de Granada y
paso intermontano obligado para quienes tenían que trasladarse al lago de
Maracaibo. De eso, por lógica, se entendía que, era necesario que la mano de
obra indígena fuere conservada y reproducida, a pesar de su particular cultura,
creencias y costumbres, para la producción de mercadería para el intercambio
por dinero. Fueron premisas insoslayables para aquellos atrevidos pioneros
colonialistas.
Po' allí no cantó el borococo.
Le habían llegado algunos personajes,
de diversa índole a pretenderla. Pensaría
que eran insensibles, gente de mucha dureza e indiferencia, nada que no fuera
directamente en su contra los alteraba; pero podía suceder que si les ocurría algo banal o
tonto, entonces les arrebataba inmediatamente una pasión desenfrenada y hasta
violenta. Asi lo pensó esa tarde. Era
Doña Cata, la viudita, por lo joven, que se planteaba luchar contra toda forma
de la particular explotación y opresión de la mujer.
Sola, asumiría las riendas de los
negocios de Botello, su difunto esposo; ya había hablado con su leal indígena
Julián, cacique de sus ahora encomendados del Bomboy, quien la había visto llegar muchachita con
Don Francisco, a esas sementeras y
potreros; estaría dispuesto a seguirla en sus proyectos. Le venía en los
genes, andar contra la corriente, su férreo carácter y dinamismo. No era
cualquier tuche de ajo, llevar con orgullo, el ser ella descendiente del
hidalgo Alonso Andrea de Ledesma, <<Oviedo y Baños lo enumera entre los
compañeros de Ruiz en la expedición de 1558 y, fundada la ciudad de Trujillo,
mantuvo en ella su casa hasta que fue anunciada la conquista de los Caracas en
la que supo alcanzar mayor gloria por su valor temerario… Su vida terminó
gloriosamente el año de 1595>> (Briceño Iragorry: p.39). Este
quijotesco y reputado conquistador, en su ancianidad salió sobre su caballo,
con su lanza y adarga al brazo, a enfrentar solo, en el ocaso del siglo XVI, al
corsario Amias Preston que con su legión de corsarios, invadía la ciudad de
Caracas, para arrasarla sin piedad
(Briceño Iragorry, Mario. El
caballo de Ledesma. Pág. 15. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo.
2006). Era su admirado y valiente abuelo, que representaba todo el sentido de
la Patria recién formada, y ella, la mujer sin temor, la que se abre rumbo sin rendirse ante el Poder monárquico y
la opresión patriarcal, esa que no le teme a su soledad y la convierte en
futuro y esperanza. La historia de alguna forma se repite.
Catalina Fajardo, es una de ese grupo
de mujeres del Bomboy, que históricamente,
rompieron a su manera, con el
estereotipo de la joven dama sumisa, en
una época de mucha violencia, la del poder patriarcal en su máxima expresión:
la conquista e invasión hispana, y asumió su papel protagónico proponiéndose y
dirigiendo el rumbo del Valle, que durante su empeño cogió un impulso económico y de grandes expectativas de prosperidad a causa
de la caña de azúcar, algodón y la cría
de ganado. El caso de Catalina Fajardo es desconocido en la historia de Venezuela.
Hija del capitán Blas Tafallés, de los fundadores de la ciudad de Trujillo, esposa del capitán y
encomendero Francisco Botello, quien tuvo de primera vida la encomienda de “San
Pablo de Bomboy”. El difunto capitán Botello, no dejó hijos y la joven Doña
Catalina, tenía dos opciones, abandonaba aquel boscaje inhóspito y frío o
asumía sus derechos en la encomienda de indios y en sus tierras heredadas, que
eran significativas, no solo por la cantidad de mesetas, llanos, lomas y
fertilidad, sino por su ubicación estratégica, entre el valle de Bomboy, con
conexión a la travesía paramera que da al lago de Maracaibo, con Escuque,
pueblo de blancos y en la cercanía de la
meseta de los Valera.
Con aquel enorme patrimonio,
constituido por grandes lotes de tierras y la “Encomienda San Pablo de Bomboy”,
viuda, sola, sin hijos, asumió la conducción de la hacienda y la ganadería y la
regencia de sus encomendados; montaba ágilmente
a caballo. A pesar de su delicada
belleza, familia de poder político y económico, y de las asiduas visitas de
pretendientes, hijosdalgos, hacendados, colonos, capitanes, alférez, tahúres y
rufianes; no se jactaba de ser una beldad,
porque era codiciada, tenía los pies afincados en la realidad, en su
estirpe y en su futura economía; trabajaría y viviría para eso. Ella, sorprenderá al tiempo y la gente
quedará boquiabierta.
El hermoso, mágico y fértil valle de Bomboy
Nos ilustra el geógrafo e historiador
trujillano Américo Briceño Valero, que del ramal septentrional del Pico
Miranda, de la Sierra Nevada, <<se desprende una estribación entre
el rio Pocó y el Buena Vista… Otra entre el Buena Vista y el Caus, que se
desprende del Paramo de Mendoza (Posesión de los Labastidas), y se va a perder
en la fila de Las Pavas sobre las llanuras de Cheregué…tiene también sus
fuentes en la tercera estribación, la cual es la que nace en el Pico Tomón o
hato Viejo, y que se lanza por esta los ríos Momboy y las vertientes del
Caus>> (Briceño Valero, Américo. Geografía del Estado
Trujillo. pág. 16. Tipografía Cultura
venezolana. Caracas. 1920). Como se puede observar, la vinculación de las
tierras de los Hurtado de Mendoza, en el norte del Valle, se conectan con sus
posesiones cacaoteras de Pocó, en la zona baja de Trujillo, en dirección al
lago de Maracaibo.
Según el mencionado escritor, de ese mismo ramal, que
viene del citado Pico, <<echa una hermosa estribación, la
cual se viene llamando de La Puerta…El Ramal o estribación de la Mocotí, pues
nace del Paramo de las Siete Lagunas, vecino a continuación del Paramo de la
Sal>> (Briceño: 17). La
Puerta, se convirtió en el Pueblo Cabecera de Doctrina San Pablo de Bomboy, a
donde se fueron mudando y concentrando los indígenas de las distintas
encomiendas del Valle y otros sitios.
Al iniciarse el modo de producción
esclavista mercantilista, como sistema nuevo de economía en dicho valle, fue
algo complejo, siempre tendría dificultades. En la descripción de Cisneros,
aquel valle trujillano, con sus llanos, mesetas, lomas, haciendas, hatos,
bordeado de montañas, parcialmente labrado, sin asperezas ni dificultades para
caminarlo, <<divierte en gran manera
ver las Poblaciones de los Indios (que son muchas) sus labores y ganados por
aquellas dilatadas Campañas. Toda la tierra esta cruzada de pequeños Ríos, que
llaman en el País quebradas: Su Comercio lo hacen llevando estos frutos a la ciudad de Maracaybo, y a las demás
Ciudades de esta provincia, para cuyo fin mantienen grandes Requas de
machos>> (Ángel de
Altolaguirre y Duvale. Relaciones
Geográficas de la Gobernación de Venezuela. Pág. 210. Ediciones
Presidencia de la República. 1954). Su lento desarrollo agropecuario en los
primeros tiempos de la invasión europea, con gran esfuerzo de los encomenderos,
fue mejorando.
Catalina la orgullosa joven viuda,
fue de las más esforzadas hacendadas, en este tránsito de ir preparando y
fomentando por primera vez espacios boscosos, para convertirlos en sementeras y
hatos en sus heredadas extensas posesiones.
El Oratorio de San Pablo.
Escuchó: - ¡Ña Cata! ¡Ña Cata! se asomó y ve
que sus "chinitas" y sus madres, se le metieron en la casa,
acompañadas de don Shulian el cacique, que asi pronunciaban su nombre. La
sorprendieron, era gente pacífica, tejedoras y loceras, que fueron a expresarle
su pesar por la muerte de don Francisco. Estuvieron buen rato con ella. Al
despedirlas, las calmó y vio que algunas de las más jóvenes, la miraron
con tristeza y en silencio. Le dijo a Don Julián que fuera al celemín de granos
y la sal, y cogiera para llevar y repartir.
Notó la obvia preocupación de las
visitantes por el temor a que Catalina abandonara la encomienda y la tierra, y
ellas fuesen entregadas a otro encomendero, eso la dejó pensativa. Era una mujer
de fe, ante aquella hosca inmensidad. Se
retiró al oratorio.
De forma esporádica, el padre Antonio
Montero, respetado doctrinero de estos pueblos, visitaba la casa de los
Botello, y celebraba oficios divinos en la pequeña capilla, en el retirado y
despoblado San Pablo, cerca de Guaná, donde la creyente principal y permanente
era doña Catalina, ,luego, los curas doctrineros fueron Salvador de Carmona y el fraile Juan de León.
Lo primero que hizo al entrar al
pequeño recinto de oración fue ponerle una caramera de velas a San Pablo, que
le reforzaba la fe y la esperanza. Estricta en sus deberes religiosos, al
Oratorio solo entraba con la andaluza puesta en la cabeza, así la veían cuando
el padre Montero daba la misa, y cotidianamente cuando hacía sus oraciones
personales.
Paulista de corazón y devoción, es
posible que compartiera lo de impartir
bendiciones con aquello de "Que San Pablo lo cuide y el diablo lo
aburra, y el que no lo quiera que coma zurra", expresión con la
que acostumbraban a despedir a los viajeros, nuestros viejos ancestros.
Capitulo 2.
Ni los espantos de los
páramos, la asustaban. 1629, declarada vaca la “Encomienda de San
Pablo de Bomboy”
Ni los espantos de los páramos,
asustaban a la nieta del glorioso Andrea de Ledesma, no la asustaban los bichos
y keuñas de los páramos, ni se le aguaban los ojos para superar los obstáculos
que se le atravesaran en sus propósitos.
Una de las mayores dificultades, se
presentó 1629, cuando en visita del
gobernador Juan de Meneses, para verificar el estado de los indígenas
asignados, requirió los títulos de las encomiendas, Catalina no había
solicitado la confirmatoria ante el Rey y el Consejo de Indias en España, de
sus derechos como cónyuge sobreviviente de Botello, y a pesar de que estaba al
frente de dicha encomienda cumpliendo con sus deberes y obligaciones, el
gobernador declaró vaca la encomienda,
este año, y Catalina no se quedó callada, se dirigió al gobernador y
presentó sus alegatos, reclamando sus derechos; éste, la escuchó pero decidió
declarar vaca la “Encomienda de San Pablo de Bomboy” y convocar a oposición
para optar a un nuevo otorgamiento de dicha encomienda. Ella, no se quedó
tranquila, y “le buscó la vuelta” al asunto.
Perteneciente a una familia de poder
económico y político, se produjo la alianza con la familia Hurtado de Mendoza,
para preservar esa encomienda, y se casó con el hijo mayor del capitán
Hernando. Cristóbal, durante el proceso
para optar a la encomienda, fue el único aspirante, ya que la viuda de Botello,
no se postuló, porque se había casado con él; y en 1630, le fue otorgada esta
encomienda “San Pablo de Bomboy”, imponiéndole el pago de lo que debía
Francisco Botello y su viuda, por tributos y tasas, y un pechaje anual de 97
maravedíes por cada aborigen encomendado (Zambrano: 11). Estas dos familias aliadas, retuvieron así,
la “Encomienda de San Pablo de Bomboy”.
El avance mercantilista se patentiza
en las décadas siguientes, cuando
se realiza su descripción oficial,
señala <<las Haciendas de sus
Moradores son Trapiches de Caña, de que labran mucha Azúcar blanca y prieta,
con diferentes dulces, y todo género de Conserba. Ay algunas Haciendas de
Cacao: se coge mucho Trigo; la harina es hermosa: son en extremo aplicados sus
Moradores a la Agricultura. Las tierras son fértiles y producen todo género de
grano; es abundantísima en Menestras, y toda especie de Vitoalla. Ay grandes
crías de Ganado menor: Las Carnes son gustosas, y los Carneros muy grandes. Ay
pocas crías de Ganado mayor, hacen excelentes quesos, las Lanas labran con
destreza, haciendo diferentes tegidos y en especial unas Alfombras de gran
primor y permanencia>> (Ángel de Altolaguirre y Duvale. Relaciones Geográficas de la Gobernación de Venezuela. Pág. 210. Ediciones Presidencia de la República. 1954). Una de las fuertes y decididas
impulsoras de ese florecimiento económico y la consolidación de pueblos en el
Valle de Bomboy, lo fue Doña Catalina Fajardo, la encomendera, vecina y
propietaria, existiendo evidencias de la
voluntad, esfuerzo, empeño, obra y con amplios horizontes, fue concretando
logros en ese sentido.
1629.
<<San Pablo de
Bomboy>>
La encomienda y la tierra fueron los
elementos fundamentales del modo productivo a implantar a finales del siglo XVI,
y para la conformación de pueblos y la sociedad colonial que la Monarquía estableció, es decir, que con la existencia de los indígenas a esclavizar y
tierras, fue la sustentación de la colonia. Esto, marcaba las
relaciones de estirpe y alianzas familiares, en cuanto acumulación de poder
económico y político, que fue el basamento de la sociedad colonial durante más
de tres siglos. Un Adelantado, Conquistador o guerrero europeo beneficiado como
encomendero, significaba arribar a la cúspide social con el carácter de noble,
que era también privilegio para su familia; los hijos de los encomenderos se
unían y casaban con sus iguales, descendientes o herederos, como élite privilegiada.
Es a partir de finales del siglo XVI,
que se puede establecer como génesis en este valle, del proyecto esclavista
colonizador, como base de la organización y el desarrollo de dichos pueblos. A
la vez, se fue acendrando en la mentalidad de los que se establecían a vivir y
a domesticar estas tierras, que el
proyecto europeo de explotación, también los explotaba a ellos, los obligaba a
sostener y respetar curas, militares, recaudadores de impuestos, y pagar los
tributos al Rey de España. Surgirá con ella, en este pequeño valle, ese
sentimiento de rebeldía, que nutrirá el
destino de nación.
Pero, hubo coyunturas que influyeron
en el despertar y desarrollo de este proceso en el valle de Bomboy, como
ejemplo: en 1595, con la ronda de confirmación de encomiendas, por parte del
gobernador Don Diego de Osorio; seguida en 1607, con el desconocimiento de los
títulos de encomiendas, por orden del
Rey dada al gobernador Sancho de Alquiza, y la reorganización de las Doctrinas,
con 65 encomiendas, por el Obispo Fray Antonio de Alcega, con lo que se dio
inicio a la conformación de una élite social, que sin dudas, monopolizó el
poder en Trujillo y se convirtió, en mecanismo para la ocupación de tierras; y otro
momento importante, el de 1620, cuando se dio la evaluación y reorganización creadora del gobernador Francisco de la Hoz
Berrío, se produjeron estos hechos y revisiones del Sistema de Encomiendas, que
dieron empuje al proceso colonizador en Los Andes trujillanos. Además de eso, ya
en 1619, con la visita de Alonso Vásquez de Cisneros, Visitador y Oidor de la
Real Audiencia de Santa Fe, delimitando, otorgando posesiones y creando Pueblos
de Doctrina adyacentes a La Puerta, como la zona de los Timotes, obligó a las
autoridades de la Provincia de Venezuela a organizarse, pues desde el
Virreinato se configuraba de hecho, un espacio de frontera.
En 1629, se produce otra revisión de
las encomiendas y fueron declaradas vacas, algunas de ellas, entre esas, la
denominada “Encomienda San Pablo de Bomboy”, la que por derecho de
sobreviviente, le correspondió a la viuda de Francisco Botello, doña Catalina
Fajardo.
En esta vecindad, muere uno de los principales personajes de esta historia inmatura, el capitán Hernán Hurtado de Mendoza, su hijo Cristóbal Hurtado de Mendoza, heredó la
encomienda que aquel tenía en los Timotes, y a pesar de haber recibido la
tonsura de clérigo, se convirtió en
esclavista, hombre de pingues negocios, expandió sus actividades agrícolas,
ganadería e industria, telares, destilería, alfarería, convirtiéndose en
uno de los "grandes cacaos" de la Provincia, no solo de señorío
económico, sino que ciertamente era
propietario de extensiones importantes de cacao en el valle de Pocó, en la zona
baja de Trujillo.

En 1629, el encomendero Cristóbal
Hurtado de Mendoza, que había heredado la nombrada <<Encomienda de los Timotes>>, y casado con doña
Catalina Fajardo, emprende un conjunto de obras, industria y negocios, para lo
cual inicia un proceso de agregación de Encomiendas, la que había heredado, con
la que regentaba su esposa
<<Encomienda San Pablo de Bomboy>>, asi como la ocupación y
adquisición de tierras.
Es conveniente aclarar, que, el
territorio donde se localizaban los aborígenes de la encomienda de Catalina
Fajardo, <<San Pablo de
Bomboy>>, es decir, el grupo nativo entregado para su explotación,
trabajo y adoctrinamiento al encomendero, que no se debe confundir con el <<Pueblo
de Doctrina de Nuestro Señor San Pablo de Bomboy>>, o Cabecera de Doctrina, se encontraba ubicado
en la zona norte del Valle de Bomboy, tierra de Catalina Fajardo y de los
Hurtado de Mendoza, partiendo de lo que se conoce históricamente como Cañada de
Mendoza, bajando por Conchemira, San Isidro, Guaná, posesión y caserío San
Pablo de Bomboy, y la posesión Castil de Reina, llegando a El Cucharito, limitando con Escuque y la Mesa de
Valera.
Resumiendo, la primera encomienda de este sitio,
en lo que hoy es parte de Mendoza, la llamaron "San Pablo de Bomboy",
confirmada en 1595 por el gobernador Don Diego de Osorio, a su primer
encomendero Francisco Botello, que murió a finales de la segunda década del
siglo XVII, y la heredó su esposa Catalina Fajardo.
Capitulo 3.
Encomendera respetada,
pero sin la gloria del maltratador. Doña Cata, sabía dónde le apretaban los
alpargates. Y los metió en el cincho. El asentamiento de San Antonio Abad (hoy
Mendoza). "Cada quien con lo suyo, y Dios en lo de todos".
Hay un dato histórico interesante,
encontrado en un documento recién paliografiado, que habla muy bien de Catalina
Fajardo como encomendera, en cuanto al trato que dio a sus indígenas
encomendados. Cuando ella, viuda, se casó con el capitán Cristóbal Hurtado de
Mendoza, y éste pidió la agregación de esta encomienda a la que había heredado
de su padre Don Hernando Hurtado de Mendoza, o sea, la de los Timotes, la
autoridad en Venezuela al concedérsela, señaló que le otorgaba en
posesión: <<al principal don Julián
con los demás indios, sus sujetos, de nación cuycas, que viven y están mandados
poblar en el pueblo de San Pablo de Bomboy, según y de la manera que los tubo
la dicha Cathalina Faxarda…para que como libres vasallos del Rey, nuestro
Señor, los curéis en sus enfermedades, ayudéis y favorezcáis dándoles la
doctrina que les está repartida, procurando su conversión y
conservación>> (Zambrano: 11); esto nos da una idea, por lo menos
documentalmente, del trato que dio doña Catalina a sus encomendados.
Paulista, devota que era de San Pablo
Apóstol, se preocupaba por colaborar con la incipiente iglesia y con el padre
Antonio Montero, Cura Doctrinero de las familias indígenas que le trabajaban
tres días en su sementeras y hatos, pero tenían que vivir obligados por orden
de las autoridades españolas, en el “Pueblo de Indios”, cabecera de Doctrina,
ubicado en La Puerta, apartados de su zona de origen, esto es, San Pablo de
Bomboy, al norte del valle (zona de Mendoza); era obvio que se preocupara en su
evangelización y fomentar aceptables relaciones interreligiosas, sino para que
las condiciones de vida fueran adecuadas, en su particular concepción de las
enseñanzas de San Pablo, aportando a la consolidación de este “Pueblo de
Indios”, llamado también San Pablo Apóstol de Bomboy, de La Puerta, cuyo inicio
data de la primera década del siglo XVII.
Pero a la final, 17 años
después, litigando contra la autoridad
española, le negaron la fusión de las dos encomiendas. Sin embargo, de hecho,
así se fue poblando lo que se llamó "San Antonio Abad", que hoy
constituye Mendoza del Valle del Bomboy, y también un asentamiento social,
conocido como San Pablo de Bomboy, hoy simplemente San Pablo, comunidad y caserío que ha persistido en el tiempo,
vinculada a la explotación de la vieja hacienda o fundo San Pablo, donde
llegaron los viejos colonos del Tocuyo, a avecindarse y a echar raíces, como lo
testimonian sus descendientes.
Doña Cata, sabía dónde le apretaban los
alpargates.
Ya era tiempo de decidir su destino.
La costumbre para los de su estirpe, por diversas razones era la alianza con
sus iguales. Mujer decidida, sin protagonismos, con firmes y claras
convicciones, seguía avanzando en sus propósitos, se puede entrever de la
documental existente, como enfoque integral, que, la alianza matrimonial,
familiar, societaria y como grupo económico, contenía otros proyectos importantes, que ella mujer con su propia fortuna
económica, aceptó, apoyó e incidió de forma proactiva: 1) fusionar las dos
encomiendas, la del esposo (en los Timotes), que heredó de Don Hernando, y la
de ella, “San Pablo de Bomboy”, unen y
diversifican la productividad de las tierras al fusionarlas; 2) la construcción en 1630, de un puente
sobre el rio Motatán, para el comercio entre el Virreinato de Nueva Granada y
la Provincia de Venezuela, lo que le
traería importantes beneficios; 3) la adquisición de nuevas posesiones de
tierras en sociedad, como socios y destacando ella, como contratante; nada la
contrariaba, todo o casi todo, lo lograba, a pesar que en algunas obras o
emprendimientos, estuvo representada por su esposo Cristóbal Hurtado de Mendoza; y 4) la consolidación de la comarca colonial, que
de hecho, llegaría a llamarse “Mendoza del valle de Bomboy”.
Y los metió en el cincho. El asentamiento de San Antonio Abad (hoy
Mendoza).
Siendo Gobernador y Capitán General
de la Provincia de Venezuela, entre 1616 y 1622, Don Francisco de la Hoz
Berrío y Oruña (1579-1622), se abrió un periodo favorable para los
encomenderos, colonos y curas doctrineros, inclusive para los indígenas
encomendados, al prohibir el servicio personal de éstos. Contó con el nuevo Obispo, Gonzalo de Angulo, quien colaboró con De la Hoz, en el otorgamiento de
encomiendas, así como, la asignación y reparto de tierras para los
aborígenes. Algunos encomenderos de este
Valle, incluida Catalina Fajardo, la más afectada por la situación de sus
encomendados, plantearon al Gobernador el problema; la mayoría de los
encomenderos no eran partidarios de crear nuevos pueblos, se negaban porque
significaba les disminuyeran sus buenas tierras, y por el gasto que tenían que
hacer para construir templo, acondicionarlo, comprar campanas y proveerlo de
mobiliario y lo necesario para la actividad doctrinera.
Doña Catalina, regentó la encomienda
“San Pablo de Bomboy”, y sus indígenas
que fueron trasladados al Pueblo Cabecera de Doctrina (hoy La Puerta), la ayudaron a prosperar aquellas feraces
tierras, por lo que estuvo trabajando asi por un tiempo, sin hacer los trámites
para que el Rey y el Consejo de Indias, en España, le confirmaran sus derechos
en la encomienda. Gozaba de la virtud de convocar y aprontar voluntades para el
engrandecimiento de las empresas en aquellas virginales y enmontadas
posesiones. Ella, deseaba convertirlas en sementeras opulentas y cargadas de
buenas cosechas, y los potreros y hatos verlos repletos de buen pasto para la
cría y engorde del ganado, y para sus recuas de mulas y machos de carga, lo que
requería de esfuerzo humano y organización para lograrlo, principalmente
resolver el problema de la lejana distancia entre el sitio donde vivían los
indígenas de trabajo, y las tierras de labor.
En 1620, año en el que Francisco de
la Hoz Berrío, Gobernador de la Provincia de Venezuela, pasó por el valle de
Bomboy, los curas doctrineros,
hacendados y ganaderos hicieron la
solicitud y observó que tras la reducción y concentración de los
indígenas, <<floreció en el
surgimiento de pueblos que ensancharon el ámbito de la comarca trujillana,
tales:…Mendoza>> (Briceño: 60); sin embargo, siendo objetivos, el
estado de avance económico, de la cría de ganado que existía en la zona, motivó
a que se autorizara la formación de este nuevo pueblo; se entiende por lo que
se asentó en realidad, por empeño de los encomenderos, hacendados y curas, fue un pequeño “pueblo de
indios” San Antonio Abad, dicho nombre, en virtud del desarrollo de la
ganadería, y le pusieron esa advocación, por ser el conocido patrono protector
del ganado, logrando con esto, Doña Catalina y el resto de los encomenderos,
evitar el sacrificio de los indígenas, de agotar varias jornadas de camino
desde el “pueblo de indios” cabecera de Doctrina San Pablo de Bomboy, hasta la
zona de Mendoza, en el norte del valle, que trabajan tres días a la semana.
La cabecera de Doctrina, era lo que
hoy constituye el área urbana de La Puerta, donde se agruparon y nuclearon
varias encomiendas, solo vivían exclusivamente indígenas, no blancos ni negros,
luego sería el Resguardo Indígena de la Puerta, hasta 1891 (distinto a la comunidad aborigen San Pablo
de Bomboy, el fundo y el área natural de los aborígenes de la encomienda del
mismo nombre, son 4 instituciones diferentes que no se deben confundir),
hasta Guaná, Cañada de Mendoza, San Pablo de Bomboy, El
Hatico, Dorokokoe y el Cucharito, dentro del espacio donde hoy se encumbra la
parroquia Mendoza. Las tierras de Doña
Catalina, es decir, las de San Pablo de Bomboy, según el historiador Vicente
Dávila, <<por quedar esta posesión donde al presente existe el Municipio
Mendoza, es de suponer que su nombre se le dio en recuerdo de estas
poblaciones>> (Dávila: 229). Este nuevo pueblo, representaba para los hacendados y
ganaderos un ahorro en los costos y tiempo de la producción.

De la gestión de Berrío, según la
historiografía, destacan las ordenanzas
para Trujillo del año 1621, en las que dio instrucciones para que los indios se
reunieran en pueblos, fue así como por orden suya, se desprende y crea San
Antonio Abad, en tierras de Juan Álvarez Dabuyn, asimismo en el caso de Jajó,
cuyas encomiendas formaban parte de la Doctrina de Nuestro Señor San Pablo
Apóstol, grupos indígenas concentrados en el Pueblo de Indios, ubicado en La
Puerta. Dicho gobernante en su gestión, favoreció la prosperidad en el
campo, y facilitó la expansión de cultivos como el cacao, el tabaco,
también la ganadería. Al cumplir su mandato en 1622, embarcó para España, y
falleció durante el viaje.
De esa forma Catalina Fajardo, “metió
en el cincho” a los encomenderos. Movió su influencia, sus ideas, la ley, su
poder y su convicción de propósitos y tomó las riendas y dominio en el
Valle.
"Cada quien con lo suyo, y Dios en lo de todos".
Se pudiera aplicar ese antiguo dicho,
al interpretar esta declaratoria contra Catalina, como signo de un
conflicto entre encomenderos y terratenientes, movido por ambiciones. Ella se
sobrepuso a dicha contingencia y lo más importante, logró la creación del
pueblo San Antonio Abad o San Antonio de los Timotes (Mendoza), a donde se mudarían y regresarían sus
indígenas laborantes, los que obedecían sus órdenes. Al parecer, les demostró
que en este Valle reinaba su particular influencia y poder. El gobernador
decidió compensar al reclamante.
En 1621, el hijo del exterminador de
Nigale y las fuerzas indígenas rebeldes del lago de Maracaibo, Juan Álvarez
Daboy “el mozo”, beneficiario por heredero del capitán Juan Álvarez Daboy, de la “Encomienda Valle de Bomboy”, solicitó
al Gobernador, Francisco de la Hoz Berrío, que le compensara en vista
que se utilizaron para constituir el nuevo pueblo San Antonio Abad,
parte de sus mejores tierras, e hizo mención de que Catalina, la viuda
encomendera tenía muchas y grandes posesiones. Al parecer ésta, aprendió a
“correr la cerca”, porque a pesar de los conflictos de justicia, sabía que
podía “Compensar” con la gente del Rey.
Para Doña Cata, este era uno de los
más relevantes aspectos de su orgullo. Desde la Cañada de Mendoza, el Llano de
las Catiras, Guaná, San Pablo de Bomboy, Conchemira, Dorokokoe, Cucharito, en
su privilegiado Hatico, con los mejores animales de cría, inclusive, en
posesiones cercanas a Escuque, allí fue creando prosperidad económica, agrícola
y ganadera, y fue captando el interés por aquella tierra dominada y domesticada
por ella. Fue sorprendente la variedad y
riqueza de los productos agrícolas y pecuarios que se obtenían.
El 12 de julio de 1621, el gobernador
de la Hoz Berrío, en la causa de
compensación de tierra, le concedió titulo y recompensión a de Aboyn, de <<las
tierras de los indios de la encomienda de la dicha Catalina Fajardo, de siete
mesetas de sabanas que caen de la otra parte del rio de Bomboy, a mano
izquierda yendo al valle arriba>>; también le concedió los potreros del jefe Aymaro, vecino de doña
Catalina, y otras tierras de los indios del Capitán Baltasar de Aguilar y las
dejadas por Francisca de Segovia (Pinto, Manuel C. Noticias documentales del
Estado Trujillo. pág. 56. Biblioteca Venezolana de Historia. Cuaderno N° 12.
AGN. Caracas. 1970). Esta decisión, desfavorable para la encomendera,
seguramente justificaba su gran logro de establecer el pueblo de San Antonio
Abad.
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Templo San Antonio Abad, parroquia Mendoza, estado Trujillo. |
Los otros encomenderos y sus
herederos, como La Bastida, Gómez Carrillo, de la Piñuela, y Briceño, se
dedicaron a la producción de cañamelares y sus derivados, luego al trigo, y
posteriormente al café. Hernando Hurtado
de Mendoza, su suegro y el capitán Blas Tafallés, padre de Catalina, se
dedicaron a la empresa cacaotera, sus parientes Pedro y Juan Tafallés, fueron
aquellos fuertes comerciantes de cacao, cuyos depósitos en Trujillo saqueó en
1678, el pirata Granmont.
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El mas antiguo escudo de armas de los Mendoza. |
A su vez, el capitán
Juan Álvarez de Dabuyn “el exterminador”, que tuvo enormes grupos de
indígenas esclavos, de la “Encomienda
Valle de Bomboy” y la de “Quebrada de Comboco”, se dedicó a la explotación del
tabaco, con enormes posesiones en Barinas, y con barcos en el lago de
Maracaibo, en sociedad con los hermanos Fernández de Saavedra, llevando este
producto a Europa. Faxarda, como mujer de poder, preocupada hacendada, ganadera, comerciante,
admirada por todos, sabia de sus responsabilidades en el mejoramiento de
aquella comarca, lo que significaba también, el esfuerzo esencial de construir
patria trujillana.
Conclusión:
Con la documental señalada,
encontramos datos reveladores, de
los orígenes coloniales esclavistas de los dos pueblos del valle de Bomboy: La
Puerta y Mendoza del Estado Trujillo, y uno de sus forjadores principales: la
encomendera Catalina fajardo.
Se intuye de la conducta y proceder de ella, la
vena y la fuerza moral de una mujer, en una contienda por sus derechos, en circunstancias históricas desfavorables y
particulares de los comienzos coloniales, que
por esfuerzos en solitario, conviniendo alianzas y con largos litigios, va
superando y obteniendo resultados, unos inciertos y otros que le fueron
favorables, en sus planes de dominar la feracidad y dureza del Valle de Bomboy
Justo es, que se haga el reconocimiento histórico que se merece
Catalina Fajardo, como forjadora de pueblos, por su aporte a la consolidación
del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy” (hoy La Puerta), y a la formación
desde sus inicios, de esa hermosa comarca,
que es Mendoza del Valle de Bomboy, <<Pueblo San Antón
Abad>>.
La Puerta, febrero 2023.
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