Cantantas, músicas y cantautoras de La Puerta de antaño (1ª. Parte).
Por Oswaldo Manrique (*)
En este sencillo resumen, en dos
partes, basado en ligeras referencias que nos deja la historiografía local,
tratamos de abordar el aspecto biográfico, creativo, artístico y musical de
mujeres de nuestra Parroquia, en una época en que sin técnica, sin recursos,
sin estudios, iban saliendo las cosas, sin duda, perfectas y adecuadas, en ese escenario
espontáneo y rural andino.
Algunos rasgos de la música temprana o precolombina.
A título de reflexión, insistimos en
cómo se puede seguir ocultando, la maternal tonada kuu kuu kuu con silbido al dormir o amamantar, o cuando acompañada
del sonajero entretiene al niño, o su canturreo sonoro
y con serena voz en el trabajo agrícola, o dándole forma a una vasija de
cerámica semejando entre sus labios Kukuruy!
Kukuruy! Kukuruy!, o en el tejido de sombreros, o del mismo algodón para
elaborar su ropa, acompañaba a nuestras ancestrales matronas Bomboyes.
Cómo negar que al remojar en nuestro
río, sus sayaletas y las kuupak
(mantas del niño), remedaran el sonido
de sus aguas espumosas y altivas: ¡Smossshiii!
¡Smossshiii! (Bomboy), o la vociferada cantilena a la alta montaña: ¡kusssssmannn! ¡kusssssmannn! ¡kusssssmannn!
Cómo olvidar el sonido de
imitación a los pájaros, eternos
asistentes del día, alegres y anunciantes de aguaceros y de las buenas nuevas,
algo esotérico o politeísta, que forma parte de su hogar, como el de nuestra
paraulata paramera: chui chui chui chui warr chui o el canto
ritual de las mojanas para la lluvia ¡srendeu
na! ¡srendeu na! ¡srendeu na! en sus creencias y practicas mágico religiosas.
Formas musicales transmitidas por medio de la oralidad, de generación en
generación, por las madres de la Comunidad
Indígena Bomboy, primeras pobladoras de las tierras que hoy conforman La
Puerta.
La tercera década del siglo XX, en la Puerta.
Cómo seguir silenciando, la historia
de la firmeza y melodiosas voces de nuestras mujeres puertenses. Su vocación
musical, sin mayores recursos técnicos y de vocalización, tenía fuerte
presencia y expresión en los actos y veladas culturales, a partir de la tercera
década del siglo XX. Tanto el espontaneismo y la gracia femenina en las
comedias y sainetes, eran del buen gusto
de los asistentes, a los festejos de diciembre y las fiestas de los patronos en
enero, no faltando en las celebraciones de San Isidro.
El desarrollo de las artes y la
música, fue permitido en La Puerta, por los gobiernos regionales a pesar de su
fuerte sometimiento debido a los alzamientos en contra de la implacable
Dictadura Gomecista. La flexibilidad y descorche definitivo se va a producir con
la muerte del Presidente Juan Vicente Gómez, el diecisiete de diciembre de
1935.
El muestrario musical escuchado en
aquellos tiempos, en esta apartada aldea rural andina, excluyendo las
creaciones de Pedrito Rangel, las canciones que formaban parte del repertorio
colectivo, es decir, las canciones más oídas y mas tarareadas en aquellos años 30, en la población de La
Puerta <<preferentemente eran Adiós a Ocumare, Luna de Maracaibo, Tocuyito,
General Castro en La Victoria, Al despertar, Rubito, Juan Manuel, Clamores, La
Colombina, La Mazorca, la Copa del Olvido, Las 3 de la tarde, El Campo está
Florido, Al morir la tarde>> (Abreu, 77). Esto nos da una idea de
las preferencias musicales de ese tiempo.
En ese contexto, no se puede obviar,
un suceso internacional, que marcó los hogares en América Latina y
particularmente Venezuela: el impacto de dos aviones de transporte, ocurrido el 24 de junio el año 1935, en
Medellín, Colombia, accidente en el cual falleció el popular cantante argentino
Carlos Gardel, quien iba rumbo a Cali; noticia de importancia, porque el
presidente Gómez, era fanático de su canto.
A finales del siglo
XIX y comienzos del XX, los gustos de la mujer venezolana y la andina en
particular, se inclinaba por tocar la guitarra, y por la ejecución del piano,
no dejaban de apreciar el violín y por supuesto, con la incidencia de la
inmigración, las canciones pertenecientes al bel canto italiano. En
Montecarmelo, Escuque, Trujillo y Valera, la influencia y la formación musical,
fue renovando la cotidianidad de la mujer, aumentando su formación intelectual
y una opción en el campo espiritual y del entretenimiento.
Mujeres en la historia musical de La Puerta de antaño (Años 30).
Dentro del ámbito musical puertense,
es a partir de la tercera década del siglo 20, cuando se tiene referencia de
valiosas mujeres de esta comunidad, a quienes se les reconoce su aporte a la
historia musical de nuestra localidad. En relación a esto, dos trabajos
historiográficos, Volver un día, de
Ligia Burelli y La Puerta un pueblo,
de José Rafael Abreu, mencionan algunas de ellas, de las que destacaron en este
campo.
Fue en los años 30 del siglo pasado, cuando surgió en forma espontánea, un grupo de artistas del seno de las familias que emprendieron el repoblamiento y la reorganización de La Puerta. Tanto en veladas culturales y musicales, así como, en las fiestas de diciembre y enero, las celebradoras de los patronos, en mayo a San Isidro, también las fiestas de orden familiar y social, hubo un grupo de jóvenes mujeres cuyas voces fueron el deleite de aquella generación o población de aquella época. Siendo párroco el Padre Ernesto de Jesús Méndez, quien le dio impulso a este movimiento musical y cultural de aldea.
Entre esas mujeres Cantantas, músicas
y cantoras de antaño, destacan:
Josefa Viloria y su versatilidad histriónica.
De ese grupo de jóvenes mujeres, virtuosas,
artistas o aficionadas del canto,
podemos citar a la joven Josefa Viloria, quien hizo gala de su voz e
histrionismo tanto en los cuplés como en los sainetes que se montaban. A Josefa
le asignaban los roles con largos parlamentos. Esta distinguida mujer nació en La Puerta, Estado Trujillo y fue una de las principales
exponentes del bel canto y de las expresiones musicales venezolana, y
especialmente la trujillana. Su nombre completo: Josefa Antonia
Viloria Abreu.
Hija del maestro don Lucio Augusto Viloria y de doña Elba
Abreu, adictos al estudio y practica de
las artes, el canto y la poesía, una antigua familia que también trabajaba la
tierra, por los lados de La Lagunita. Vivían en la casa 22, de la Calle Real,
hoy Bolívar, entre la casa de doña Clenticia Abreu y la de Eulalio Ruz, hoy
sede de la escuela de música.
Josefa Viloria, fue una de las
cantantes, cuya actuación era considerada como muy encantadora, perteneció al grupo destacado de artistas y
cantantes puertenses, <<gente
como Rosario Carrasquero, Josefa Viloria, Pancha González y Elba Bello hacían
las delicias del público>> (Burelli, Ligia. Humo de hogueras. Pág.
162). Asi la rememoraron los escritores
locales.
Angélica Viloria, la inquieta cantante y bailarina.
Perteneciente al grupo de las jóvenes
de los amaneceres despiertos, del pueblo naciente en La Puerta. Activa,
inquieta, gustaba del canto y del baile. Fue de las más entusiastas artistas
del teatro musical puertense. Su nombre completo: Angélica de los Reyes Viloria
Abreu.
Angélica, era hermana de Josefa
Viloria. Los Viloria <<dueños de la mejor pensión que había
entonces en el pueblo>> (Burelli, Ligia. Volver un día. Pág. 116). Vivía en la Calle Real, hoy avenida
Bolívar, con la denominada calle 9, de La Puerta.
Las
Viloria, las Abreu, las Burelli, las
González, las Bello, eran privilegiadas porque además de participar de las
clases del coro de la iglesia, por su vecindad, se reunían a escuchar y
aprender del músico Pedrito Rangel.
Elba Abreu, alma
festiva y musical.
La morada de esta matrona, es un
digno ejemplo de luminosidad intelectual, en un pueblo de apenas 40 casas, y
algo, que se parecía a dos calles, entre el Oratorio del Padre Rosario, y La
Legua; el resto frondosos trigales y cañaverales, enseñaba poesía, su casa de
familia, fue un centro de lectura, canto y declamación.
En
ese contexto, se convirtió en figura principal de aquel momento musical y
cultural de La Puerta, que pugnaba con aquellos viejos resabios enraizados de caudillismo agrario señorial.
Organizaba veladas musicales y
culturales, serenatas noctámbulas de adolescencia y juventud, animadas por
ella, sus hijas, y sus vecinas, acompañadas por otros espontáneos y virtuosos
de la música,
Hacía del canto poético su forma de
encantar y hacer soñar a sus escuchas. Era parte de sus virtudes. Sus hijas,
Josefa y Angélica Viloria, sacaron la versatilidad y las cualidades líricas de
su madre.
Elba Abreu y otras señoras bastante
aportaron por la cultura puertense, para ir creando y despertando en ese Neo
poblamiento, el sentimiento de identidad local, pertenencia y querencia al
suelo que escogieron para vivir, imprimiéndole otra perspectiva a la
cotidianidad de aquellos años inmersos en pobreza, analfabetismo,
enfermedades y, principalmente las
reminiscencias del caudillismo regional. Considero que es importante
despercudir la obra de estas mujeres por formar parte de un período interesante
de nuestra historia local. Doña Elba
Abreu de Viloria, murió en La Puerta, el 22 junio 1962.
Rosario Carrasquero, "la rubia cupletera".
La belleza hecha mujer. Recoge Ligia
Burelli en sus recuerdos de infancia que, <<Dentro de esos programas,
incluían dramas, pasos y sainetes del siglo de oro español. La casa donde
se realizaban estos eventos era la casa de Don Isaías Ramírez donde se había
instalado un tinglado especial es uno de los corredores y tenía candilejas para
los eventos nocturnos. Rosario Carrasquero, tenía "la gracia para
interpretar cuplés tan del gusto de todos>> (Burelli, L, 300);
fue el centro de la luminosidad.
A Rosario, se le llamó por su aspecto
físico "la rubia cupletera". Una de
las jóvenes más bonitas de físico, de atrayente figura, cabellos claros y
ensortijados, boca sensual, de fresca sonrisa, amante de la música. También
eran agraciadas físicamente, sus hermanas, Ofelia, quien destacó en el campo de
la educación, y la Niña Enriqueta, que escogió el mundo de los hábitos
religiosos; todas poseían un inmenso don de gentes; asimismo, su hermano Augusto.
Pero además, fue una
de las jóvenes que dio mayor impulso al
movimiento musical en La Puerta. Integrante de una de las familias, dedicadas a la producción
agrícola en su hacienda vía a La Lagunita. Vivían en la Calle Real, hoy
Bolívar, casa N° 3. Los concurrentes,
incesantemente la premiaban con aplausos, y la elogiaba convirtiéndose en sus
seguidores. Burelli, en sus relatos anotó: <<El
jolgorio que armaban en cada entreacto y al final, era ajeno completamente al
comportamiento tímido de los lugareños>> (Burelli, L, 299). Artista
que lograba contagiar alegría en esos momentos de entretenimiento.
Una de sus actuaciones más
destacadas, fue aquella denominada <<el cuplé “Serpentinas Dobles”, cantado con
mucho tronío y coreado de aplausos, por Rosario Carrasquero>> (Abreu,
79), dejó huella en el tiempo musical puertense.
Del mismo modo, lo asentó la señora
Burelli, << gente como Rosario Carrasquero…hacían las delicias del público>>
(Burelli, Ligia. Humo de hogueras.
Pág. 162). Era notorio el interés de las familias por participar del hecho
cultural, de entretenerse, de informarse y de darle identidad al pueblo en
construcción, en medio de una situación de pobreza y analfabetismo extendido.
En la imagen y composición gráfica:
de izquierda a derecha: Josefa Viloria, María Luisa Burelli, Angélica Viloria, Elba
Bello García, Elba Abreu, que formaron parte del grupo de cantantas, músicas y
cantautoras de La Puerta, de los años 30 del pasado siglo.
(Continuará…)
(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.
marzo 2024.
omanrique761@gmail.com
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