sábado, 27 de julio de 2024

Luis Alfonso Rangel y el Montecarlo.


Por Oswaldo Manrique (*)


Esta crónica, se ubica en los años 50 del pasado siglo y no es alegórica a ningún modelo de vehículo ni lupanar, sino al campo artístico y gastronómico de La Puerta. El joven, estaba destinado a dar su aporte y dejar huella en un controversial momento, al igual que lo hizo su padre, para una recién construida comunidad andina. Es una historia de vida, que forma parte de la historia musical de esta localidad.

Luis Alfonso Rangel, recibió sus primeras lecciones musicales, de su maestro fundamental: Pedro Manuel Rangel, su padre, quizás a los cinco años, en canto. La portentosa voz de este, quebrantaba la tranquilidad virgiliana de la bucólica vida de los puertenses, en los años 1930.  En sus memorias de la infancia, la escritora Ligia Burelli, reseñó que como parte de la cotidianidad de la aldea rural de apenas unas 40 familias <<siempre que las familias, forasteras o no, se reunían por las noches, los mayores pasaban el rato descifrando charadas o acertijos, escuchando las hermosas canciones de Pedro Rangel -el bardo del pueblo->>  (Burelli, 166), asi calificaban al padre de Luis.

En la serenata de diciembre, las campanas y voladores, anunciaban la serenata en la voz privilegiada <<de Don Pedro Rangel se dejaba escuchar hermosa y cálida: Mi Canción de Amor // viene a turbar // la calma y el silencio // y mi pobre voz // alzándose en la noche te despierta…>> (Un día volver, 286), también acostumbraba a cantar Conticinio para concluir la serenata; Laudelino Mejías escribe este vals en Valera, en 1922.  Pedro Rangel, a los 9 años de edad, criado por la familia Pabón, huérfano de padre y madre, precozmente cantaba con su portentosa voz, en el coro de la iglesia, y también boleros y su buenas rancheras mexicanas. En ese ambiente, se crio Luis Alfonso Rangel.


Nace el músico Luis Alfonso Rangel.

Luis descubrió su vocación musical, al entrar en contacto con la maestra Juanita Archila, su vecina, muchas las veces que se escaparía a verla y escucharla tocar guitarra y cantar, y seguramente entusiasmado por el mismo Pedrito Rangel, su padre. La música, le llegó en forma natural en su hogar, y el teclado en la Iglesia, luego vendría el coro, banda de música y otros acompañamientos.

Luis Alfonso Rangel, el que tocaba el armonio en la iglesia parroquial de La Puerta, en los años 50. Recibió una fuerte influencia musical, de quien además de barítono, fue  intérprete y autor de música criolla, bambucos, valses, canciones campesinas y populares y hasta música religiosa: su padre Pedrito Rangel, que eran el deleite de aquellos tiempos virgilianos, penurias y esfuerzos por construir sin conocimiento ni experiencia, un pueblo. La canción Flores Negras, fue emblemática en su repertorio. 

Luis, tenía sus estudios de teoría y solfeo y armonio u órgano, en lo que era muy diestro, aunque también tocaba guitarra, la que ejecutaba con maestría.  Aunque para su tiempo existían las escuelas de música de Valera y Escuque, se estima, que Luis, siendo muy joven, hizo estudios musicales en la ciudad de Trujillo, en la Escuela Filarmónica de Trujillo,  creada en la ciudad por  el cura Esteban Razquin, en 1910.  Asimismo, recibió clases en Montecarmelo, en la escuela de música de los Anselmi Berti,  y en los grupos musicales de  este municipio, donde sonaba con orgullo la  Banda Filarmónica de Monte Carmelo,  tierra de músicos italianos y descendientes,  donde Rangel Peñaloza, tenía varios familiares maternos y le agradaba pasar temporadas. Se consideraba a Monte Carmelo como el lugar ideal para vivir, el espacio de encuentro de la cultura, de cierto y destacado nivel social, ideal para formarse en valores y en ocupaciones artísticas, con influencia itálica llegada con las migraciones a mediados del siglo XIX; en resumen, un lugar de deleite, de calles empedradas, casas de balcones y con jardines colgantes, un lugar cómodo y de progreso para existir. 

Su padre, trabajó desde niño en labores agrícolas, trigales, cañamelares y en las fincas queseras, cargando sobre sus hombros y bajo el berraco sol, cortes de leña para calmar el frío en la casa, pero se dedicó al comercio, tuvo su propia tienda. Pedro fue criado por la familia Pabón, de La Puerta. En esta familia, había dos jóvenes Mario Pabón y Chuy Pabón que fueron jóvenes físicamente corpulentos, gente de trabajo, acostumbrados a la agricultura en los cañaverales, a los trapiches, así como al molino de trigo. Chuy Pabón era hijo de Humberto Burelli, por eso  su cercanía a esta familia y a la hacienda de Quebrada Seca y otras que tenían estos hacendados, como Los Palmares, cerca de Monte Carmelo. 

A partir de la muerte del general Gómez, hubo mayor flexibilidad horaria con lo de la "matraca", y lo llamaban para cantar en reuniones familiares, de amigos y visitantes, incluido bautizos y casorios. Luis Rangel,  tocó todos  los géneros musicales posibles en aquella época, desde los religiosos, porque era un ser espiritual, asi como, los canciones populares, joropos, valses, tangos,  boleros, y hasta música mexicana.

El poeta amigo Ángel González Rivas, popular Guayanés, acerca de este personaje escribió lo siguiente: <<Los hermanos Rangel eran músicos de fama en La Puerta, porque tocaban muy bien, mas de una vez tocaron en el negocio de don Jacinto Peñaloza que estaba en la casa de doña Elba Bello de Rosales>> (González Rivas, Ángel. Crónicas de La Puerta. pág. 25. Valera. 2006), ubicada frente a la Plaza Bolívar. 

Alternaron también con músicos igualmente buenos, de otros lugares, como los de Carache, el mismo Guayanés, lo registra en sus crónicas, <<Como a las seis de la tarde se reunieron los músicos de Carache y los hermanos Rangel en el negocio de don Jacinto comenzando a tocar. Poco a poco fueron entrando en calor con el michito que les obsequiaba don Jacinto>> (ídem). Las actuaciones podían pasar de la medianoche.

Organista, guitarrista y campanero en el Templo de San Pablo Apóstol.

Forma parte del grupo de hombres y mujeres más  destacado en la historia musical de La Puerta, no solo por ser hijo de músico, alumno de una vecina música, si no por su esfuerzo dentro de su Iglesia, por acompañar en su juventud la obra litúrgica de varios Párrocos, que significaba darle una particular solemnidad, y mayor prestigio a la gestión de aquellos viejos sacerdotes, como motores de esta institución, en este apartado pueblo rural andino, en el que la espiritualidad ocupa un lugar especial.

El párroco Ramón de Jesús Trejo, lo contrata para que toque el armonio en los actos litúrgicos cantados. Al tiempo, la comunidad católica de La Puerta, es asiento de uno de los episodios más controversiales y polémicos en su historia religiosa. El ex párroco padre Francisco José Verde, ahora Obispo titular de Nueva Cádiz y Visitador Apostólico del territorio venezolano,  excomulga al padre Trejo, quien antes, lo había excomulgado y censurado fuertemente en el púlpito de la Iglesia. Verde, en su carácter de Obispo de la nueva Iglesia y residiendo en dicha Parroquia, declaró excomulgado al padre Trejo, con la excomunión latae sententiae.

Uno de sus paisanos y contemporáneo, lo recordó en la siguiente forma, <<Luis, a quien se le había confiado el privilegio de tocar las campanas, se disponía a anunciar el Ángelus…Todos hubiéramos querido hacerlo, pero era un oficio muy especial encomendado a Luis, que pertenece a una familia de músicos. Con él aprendí a tocar la guitarra, enseñándome lo que a su vez, había aprendido de su padre don Pedro Rangel>> (Abreu, Alirio. Un valle, una aldea un rio. Págs. 22 y 23); tocaba las campanas y cantaba en latín.   

Un duro golpe a su vida.

Pedrito Rangel, su padre, como lo llamaban afectivamente en el pueblo, era considerado la voz prodigiosa de La Puerta candorosa. Quizás el más destacado y recordado cantante de  esta comarca, de las décadas de los años 30 y 40 del siglo XX. Su formación musical posiblemente la obtuvo en Montecarmelo, por sus conocimientos de canto, escritura y el arte de la poesía, que no los tenía La Puerta. 

Su papá enfermó, y esto incidió en la vida de toda la familia, su madre a los pocos años también murió. Lo que sostuvo aquel grupo de hermanos de tan poca edad, fue  su formación, valorando y poniendo en práctica lo aprendido de sus progenitores. 

Un hermano de Luis, de nombre Francisco Rangel, quien tuvo la generosidad de suministrarme algunos datos biográficos, escribió: <<A pesar de estar muy pequeño cuando papá murió, recuerdo perfectamente muchos momentos vividos a su lado. El me quería mucho, yo lo acompañaba siempre en su bodega y peluquería. Que quedaba a media cuadra de la plaza>> (Correo de Francisco Rangel. 22-1-2024), frente al negocio actual  de Chinto Peñaloza. 

Escribió asimismo que, <<Papá recuerdo murió en septiembre creo del 46. Él murió en una casa que quedaba cerca del trapiche de Luis Ignacio. El agonizó por muchos días. Mi hermanita Beatriz era quien estaba pendiente de él. Lo amaba... Ese día fue terrible>> (Correo de Francisco Rangel. 22-1-2024), ubicada a pocos metros de donde hoy está el Hotel Cordillera.

En una remembranza de su infancia, la escritora Ligia Burelli, escribió <<Saturnina la madre de sus primos Pabón>>, se refiere a Mario y Chuy Pabón, porque José Antonio, había muerto en el alzamiento de 1914, contra el dictador Gómez. Esta familia que crió a Pedrito Rangel, vivían en <<la Calle Abajo, no muy lejos del molino en una casa pequeñita pintada toda de azul y con una enorme mata de trinitarias en el patio>> (Volver, 100).   El padre de Luis Alfonso, muere en esa casa.

Una de sus creaciones, no musicales: el Montecarlo.

Francisco Rangel Peñaloza, hermano de Luis Alfonso,  haciendo un ejercicio de recordación, me compartió generosamente, remembranzas de su hermano el músico, vivencias refrescantes de la vida en nuestra comarca, que nos hace quererla mucho más, y nos da mayor entusiasmo para reconstruir su historia. De Pedrito, su padre, hombre inteligente, poeta, cantante, aprendió los más elementales cálculos, manejos y  costumbres del comercio de la época. Le tocó atender la pulpería que tenían en la calle “La Legua”, comienzo del sendero hacia Comboquito y  La Flecha.

Al culminar los actos centrales, procesiones, campanadas, bombas y música de la fiesta de San Isidro,  en mayo o los festejos de los Patronos, en enero, y semana santa,  así como, los fines de semana, el recorrido, culminaba obligatoriamente a media cuadra de la plaza Bolívar, entre las calles 8 y 9. El lucimiento de la gente, con sus mejores galas, artes y actos descansaban en aquel sitio, que Luis, denominó su creación como el “Bar Restaurant Montecarlo”, donde se mezclaba la “refrescada”, con el encuentro de los pobladores y de los parientes que vivían fuera, la conversación y la cantoría, <<casi donde quedaba el bar y restaurant MonteCarlo que fundó mi hermanito Luis>>. Al frente, quedaba su casa de residencia, en la avenida Bolívar, entre calles  8 y 9, donde está la casa de dos plantas que construyeron los chinos y hay un supermercado.

Nunca faltó el instrumento para amenizar el momento, allí también se lucían los puertenses. Momentos de risas, cuentos, brindis solidarios, décimas, boleros, se agolpaba en la casa de dos puertas anchas, especie de club de esparcimiento y entretenimiento espontáneo, de amables campesinos, hacendados, comerciantes libres, maestros, alternando con visitantes y los vendedores ocasionales de chucherías y baratijas. Buenas cervezas y refrescos, entonaban a los melómanos y artistas del pueblo.

Lugar donde se podía disfrutar de comida criolla, celoso como era Luis, de los rubros autóctonos, ya comenzaba la influencia de la cocina extranjera, que se iba transmitiendo  por los trabajadores del Hotel Guadalupe. Desde un exquisito “guisao” de arvejas o sopas de costilla, tradicionales arepas de trigo y mojo, quesos parameros, hasta pollo asado y cochino frito criado en los solares del pueblo, papas cocidas en concha, fiscalizado el centro de la mesa por un ajicero cuatro fortunas, era el básico menú verbal que se le anunciaba a los comensales; cultura gastronómica heredada del sincretismo Timoto-Al andaluz-Portugués, italiano y Vasco del valle de Bomboy. Fue este, quizás, apartando al del Hotel Guadalupe, uno de los más antiguos bar restaurante de La Puerta. Allí, estaba como maestro de ceremonias, administrador, propietario y artista: el joven Luis Alfonso Rangel, también pendiente de la preparación de la comida, de prestar el mejor servicio, y mantener el lugar limpio y en condiciones.  

Un público que se olvidaba de sus problemas, falencias y traumas económicos, políticos y hasta familiares. El sitio se aglomeraba hasta en el frente de las puertas. Mucho más allá las mulas y caballos luciendo las mejores sillas y enjalmes en el matacho de “La Legua”. Los degustadores de cerveza, ron, algún vino italiano producido en  Quebrada Seca y de los famosos y tradicionales “cuellos cortos” y “cuarteles”  del ilustre sanjonero, caracterizaban a la pequeña aldea que pujaba por crecer y prosperar.

Luis Alfonso Rangel Peñaloza, nació en La Puerta, estado Trujillo, en 1934, en el regazo de una familia católica y con ansias de vivir adecuadamente, integrada al poblamiento y urbanizaje del nuevo pueblo de La Puerta. Su padre  Pedro Manuel Rangel, quien nació en la primera década del siglo XX, murió en 1946.  Su mamá Ramona Peñaloza de Rangel, quien nació en Montecarmelo en 1914. Se casaron en 1932, ella con 18 años de edad, y murió el 4-8-1953, en La Puerta.

Luis Alfonso, fue el segundo hijo en su grupo familiar, sus hermanos Jesús Manuel, el mayor, le siguen a Luis, su hermana Beatriz, Raúl Asunción, Pedro, María, Juan, Francisco y Concepción.

En 1950, la casa familiar quedó algo afectada por el terremoto, que partió la tierra. Existió una estrecha relación casi familiar con la familia Pabón, que habían criado a su papá Pedro, desde pequeño. Tanto Filomena Pabón como su hermano Rito, entraban y salían de la casa, llenos de energía y de ese regocijo que da la música. Filomena prefería vivir allí, que en su propia casa. Uno de los Pabón, José Antonio, fue mártir en la guerra contra Gómez, al estar acompañando al coronel Américo Burelli. Un hermano de José Antonio, de nombre Jesús, era hijo de Umberto Burelli, que también estaba involucrado en el alzamiento de los varones de la Culata.

Como parte de esta investigación, se transcribe y comparte a continuación, el acta de defunción de Ramona Peñaloza de Rangel, madre de nuestro personaje, de donde se pueden obtener otros datos interesantes, relacionados con esta reseña biográfica.

<<N° 23. Amable Matheus Silva, primera autoridad Civil del Municipio La Puerta, hago constar, que hoy cinco de agosto de mil novecientos cincuenta y tres, se presentó a este despacho el ciudadano Felipe Peñaloza Moreno y manifestó que ayer a las cinco de la tarde falleció Ramona Peñaloza de Rangel en esta población lugar de su domicilio, de esta jurisdicción, y que según noticias adquiridas aparece que la finada nació en el Municipio Monte Carmelo, tiene 39 años de edad, viuda de Pedro Manuel Rangel, de oficios domésticos, hija legítima de Ángel Custodio Peñaloza y María del Carmen Moreno y qué murió a consecuencia de cáncer según certificación médica, dejó nueve hijos nombrados Jesús Manuel, Luis Alfonso, mayores de edad, Beatriz de diez y ocho años, Raúl Asunción díez y siete años, Pedro de  quince años, María de quince años, Juan de doce años, Francisco y Concepción de diez y de ocho años respectivamente. Fueron testigos presenciales del acto Nicolás Ceballos y Alcira González, mayores de veinte i un años>> (Partida N° 23. Libro de Defunciones 1953. Archivo Registro Civil de la Parroquia La Puerta). 

Quizás para alguno, pudiera parecer superficial, pero su actividad musical en aquella época, contribuyó a darle identidad, querencia, cotidianidad y solidez al proceso constructivo y cultural del nuevo pueblo, por lo que viene merece, su reconocimiento como personaje de nuestra historia local. 

 (*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

La Puerta, julio 2024.

omanrique761@gmail.com

sábado, 20 de julio de 2024

Cuando la joven Narcisana Briceño de La Torre encaró al general Bolívar.

 Cuando la joven Narcisana Briceño de La Torre encaró al general  Bolívar.

Por Oswaldo Manrique (*)


Cara a cara, frente a frente, cerca y enfrente de Su Excelencia, dirigió su dardo a  Bolívar. Se presentó el momento, abordó el problema como si fueran hombres los dos, siempre dispuesta a todo, sin descartar la fama de que siempre iba armada.

Ese día, estaba finamente ataviada con uno de sus elegantes vestidos para las grandes ocasiones de la alta sociedad maracaibera. Rosita Carmona, su cuñada, lo recibió en el zaguán, igualmente se acercó Domingo a darle la bienvenida, se acercaron los hermanos Carmona, había fallecido el viejo Antonio Carmona, también estaban presentes José Briceño, hijo de Domingo,  de 14 años de edad, ascendido a alférez, con bautizo de guerra en Carabobo, donde fue el abanderado del Batallón Tiradores.

Al rato, hizo su entrada como toda una dama de la mantuanidad y la gente que recién tomaba el poder en la provincia realista, Narcisa Ana Briceño y La Torre. Su Excelencia el general Bolívar, al ver a esta hermosa y alta catira que agradó a sus ojos, se dirigió a saludarla  galantemente:

-         Madame, que grato es volver a saludarla.  Ella, acostumbrada al trato con los hombres y el dominio de la escena, le contestó: 

-         Es muy amable Su Excelencia.  Continuaron conversando, se fueron incorporando los otros parientes.

Fue muy amena y familiar la recepción que recibió el Libertador, desde su llegada.  Él había prometido que los visitaría y allí se presentó.  Ella le fue mostrando las instalaciones y ambientes de la casa de los Briceño Carmona.

*

Se ha venido reconociendo el papel que cumplieron varias mujeres en la guerra de Independencia al acompañar a la tropa patriota, preparar sus comidas y curar a sus heridos, labores importantes, muchas dispararon y  pelearon en batallas, sin embargo, hubo otras, no reconocidas por la historiografía, que cumpliendo tareas fundamentales en la conjura, de muy bajo perfil, se sabe que participaron enfrentando la inteligencia y contrainteligencia española en las calles de Maracaibo y Trujillo, entre los años 1810 hasta 1821, moviéndose con los conspiradores en la ciudad y articulando con las guerrillas independentistas en montañas y llanos del país, enfrentando al gobierno y ejercito españoles. Una de estas mujeres, lo fue Narcisana Briceño de La Torre.

Narcisana, fue una joven rebelde, trujillana, ejemplo señero de este gentilicio.  Amable, atenta, mirada algo espartaca, alegre, de carácter firme y templado cuando ameritaba serlo, buena conversadora, elegante, sin temor a las circunstancias. Su nombre completo Narcisa Ana Mariana Briceño de La Torre, nació a finales del siglo XVIII, en la hacienda “La Concepción”, Valle del Bomboy, Mendoza, Trujillo. Sus  padres: Margarita de La Torre y el Dr. Antonio Nicolás Briceño, eran primos.

El historiador tachirense Vicente Dávila, describió <<Que era hermosa y rubia como una espiga de trigales>> (Dávila). Una de sus parientes, Ana Hernández Bello de Tejera, escribió que la infancia transcurrió en <<la casa solariega del Dr. Antonio Nicolás Briceño, en la hacienda La Concepción ubicada en las feraces tierras de Mendoza, crecía una niña de lozana hermosura: alta de estatura, piel de nácar, cabellos de oro, sobre frente de rosa, los ojos zarcos, la boca risueña y fresca, que respondía el nombre de la catira Narcisa>> (Contreras, 201).

Igualmente, dicha escritora,  nos dejó nota publicada en 1934, referente a las cualidades personales de Narcisana, <<gozaba de bienes de fortuna, y sin embargo era trabajadora incansable, amante de la naturaleza, manejaba personalmente sus haciendas, se levantaba con el alba y después de ori la santa misa, montaba en su mula y daba vueltas a las pajizas chozas de sus colonos, eminentemente caritativa socorría al pobre con la dadiva y el consejo, gozaba de valía entre el alto clero y entre los mandatarios>> (Ídem). Era parte de la enseñanza mayor, que le inculcó su padre, formándole apego y amor por la labor en el campo, cuyo ejemplo le granjeó el reconocimiento y respeto de su comunidad.

La vida de esta Heroína del Bomboy, está llena de serías y agradables anécdotas, relacionadas en su mayoría, con hechos de la guerra de independencia, que abraca desde la primera prisión de su hermano Antonio Nicolás Briceño, en la Conspiración de los Mantuanos, la pena capital aplicada a éste y a su tío el coronel Vicente de La Torre, pasando su experiencia en Valera frente al jefe realista Brigadier Calzada, y su simpático cara a cara con el Libertador Simón Bolívar.  

Narcisana, luego del ajusticiamiento de su hermano Antonio Nicolás,  a quien llamaban “El Diablo”, tuvo mayor empatía con su hermano Don Domingo Briceño y Briceño, y con él, se dedicó a construir el movimiento independentista de Maracaibo, el principal bastión monárquico en Venezuela. Era también y como ella, nacido en la población de Men­doza a fines del siglo XVIlI. Fue hombre de destacada actuación política nacional.


¿Pudo Narcisana abrazar los ideales del temprano socialismo?

Con la confianza que le tenía Domingo, el polémico y versado intelectual y filósofo, sirviéndole como amanuense, mensajera, organizadora de sus asuntos y conversaciones de la conspiración de Maracaibo, con toda seguridad, iban permeando en ella, las ideas y propósitos de su hermano. 

Con formación familiar cristiana, Domingo Briceño y Briceño, como estudioso y amante de la filosofía, hubo de incursionar en las ideas del pensamiento socialista de la época, que se abrieron en el campo teórico desde 1789, particularmente no pudo descartar las polémicas ideas del ingles Thomas Payne, quien expuso su pensamiento social en Los derechos del hombre (Rights of Man, 1791-1792); Francisco Javier Briceño, otro hermano de Narcisana, fue excomulgado por distribuir y discutir en Mérida esta obra. Sin embargo, es con su libro Justicia Agraria (Agrarian Justice, 1795-1796), que el controversial Payne, expuso que no cuestionaba el derecho de propiedad pero <<lo subordinaba a la satisfacción de las necesidades sociales y para ello propugnaba un Estado democrático que interviniera en la vida económica>>; fueron ideas de avanzada social y política,

El carácter y las convicciones radicales del “Negro” Domingo, en torno a la democracia, y la república, lo hicieron debatir contra los justificadores de la dictadura bolivariana.  Su formación política y filosófica, concordaba en ideas universales como las de Charles Hall, también Precursor del pensamiento socialista inglés, aunque de ideas más moderadas, propugnaba en un tema que el trujillano abrazó con entusiasmo, que  <<La tierra tenía que ponerse en régimen de propiedad comunitaria y dejarla a los pequeños campesinos para su cultivo y debía limitarse la producción industrial a la satisfacción de las necesidades elementales>>; esto, como parte de su intento de establecer el concepto de la plusvalía y su  tesis de la guerra asociada a la explotación socioeconómica. Eran temas apasionantes para Domingo Briceño, con las cuales coincidía, como demócrata radical que era, y para <<abandonar las «miserias» de la civilización>>. Por ese tipo de convicciones, atacó las ideas centralistas y reprochó la dictadura de Bolívar.

Se puede considerar a Domingo, como el socialista temprano de Venezuela, o uno de ellos. Dávila al biografiarlo, señaló que su piel morena, por cuya razón le llamaban “El Negro”, <<le sirvió más tarde, en la candente arena del periodismo, para agitar al viento de la lucha…sus ideas socialistas tal cual un descamisado>> (Dávila, 275); sin duda, muy radical en sus posturas políticas, al preparar y ensayar sus discursos, como parlamentario, periodista y dirigente político, ella, su hermana Narcisana podía escucharlo, quizás los conversaba ante su observación y presencia, pues andaba con él. 

¿De cuales otras ideas, además de las cristianas podía Narcisana nutrirse ideológica y políticamente? ¿Pudo esta influencia, formarla y convertirla en socialista? Es tema para los investigadores.


1820, año fundamental para la Patria. Una libertadora de Maracaibo,  sin protagonismo.  


Firmado el Armisticio en Trujillo, en noviembre, continuaba en la conspiración en Maracaibo Domingo Briceño, quien  había salido de la Cárcel de la isla de San Carlos.  La tristeza embargaba a la familia, al haber muerto su anciano suegro el Dr. Antonio Carmona, también conspirador. El general Urdaneta era jefe militar de esta provincia y de Trujillo, y  <<con don Domingo vivía en aquel tiempo su hermana Narcisana, mujer de corte varonil, que había ayudado al hermano con fuego y de­cisión en su empresa de llevar a Maracaibo la revolución>> (Briceño Iragorry, Mario. Pequeño Anecdotario Trujillano. Pág. 29. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2003); mujer de la estirpe guerrera de los Briceño y de los La Torre.

Narcisana que estaba dedicada a la lucha por la independencia, participaba en forma decidida, no tenía padre, hijos, ni marido, ni novio, estaba sin dependencia de figura masculina. Sus responsabilidades, mas allá de ser escribiente, era desempeñar labores de confianza en el movimiento, se vestía como hombre para realizar tareas de reconocimiento de sitios y cosas, para acompañar y proteger a su hermano cabecilla de la conjura; la capacidad que tenia para el correaje y mensajería; pero además, a quién si no a ella, se le facilitaba hacer los contactos en forma velada y sin sospecha con los hermanos Delgado, los curas Antúnes y del Pulgar, o con los hermanos Vales, o los empiringotados Diego de Melo y Pinto, con los Baralt, Almarza, Aguiar, la mayoría vigilados, desde la intentona de 1812.  Se puede considerar este, uno de los ejemplos históricos, que dan cuenta que en todo movimiento, conspiración, o lucha social o política en el que participa la mujer en forma resuelta, ésta se convierte en el ánimo y voluntad de la organización, y por ende, se logran los objetivos.  Estaba de gobernador militar de aquella plaza el maracaibero Francisco Delgado, de modo que todo estaba dispuesto para su intento.

El licenciado Briceño y José María Delgado, hermano del gobernador, salieron ocultamente y se entendieron con Urdaneta,  <<todo quedó dispuesto y el 28 de enero del 21 se dio el grito de independencia>>, habían quebrantado el Armisticio. Delgado el gobernador realista se pasó a las fuerzas patriotas, <<Briceño como instigador de todo, cumplía con su deber, pues era un simple particular y había sufrido larga prisión por pretender la independencia de Maracaibo>> (Dávila, 278); Narcisana conspiradora, no se podía perder estar ahí, en el preciso hecho del grito de independencia de Maracaibo.

Briceño, acompañando a Delgado, asumió el cargo de Intendente y  Gobernador político interinamente, pero aquel renunció ante Urdaneta. Bolívar se alegró de esta renuncia, guardando viejos rencores, <<la inquina de Bolívar contra el hermano de Antonio Nicolás, a quien no había aun perdonado ni el litigio que le ganó en los tribunales de Caracas, ni la emulación en la empresa de libertar a Venezuela>> (Dávila, 279), algunos historiadores pretenden, calificarlo como un  escueto complotado, cuando desde 1810, ha sido el cabecilla de la conjura, para ocultar, y no disipar si Nicolás, le compitió el liderazgo en esa misma coyuntura histórica.


La primera visita del Libertador a Maracaibo, 1821.

El pueblo maracaibero había celebrado días antes la victoria obtenida en Carabobo por las fuerzas republicanas, volcándose a las calles y Plaza de la ciudad para testimoniar la admiración por el Libertador y su ejército. Los sobresalientes festejos ordenados por la Municipalidad el 10 de julio de 1821, contemplaba desde un funeral por los héroes caídos en dicha batalla, hasta demostraciones de alegría, fuegos artificiales, conciertos en el Balcón del Señor Alcalde, y en el frente, una banda de tambores y clarines entonando canciones patriotas. No faltaron los globos aerostáticos, los bien enflorados arcos,  banderas, tiros, iluminación, pelea de gallos y toros de cuerda.

El 30 de agosto de ese mismo año, arribó a Maracaibo el Libertador Presidente, lo esperaba el gobernador Francisco Delgado. El recibimiento  fue solemne y majestuoso <<entre 7 y 8 de la noche tomó tierra por el muelle de este puerto pues venía desde el puerto de Moporo, en el bote de la goleta corsario “Paquete”>>; estaba en Trujillo.

Una de las crónicas, que describe ese hecho, señala que desde la mañana de dicho día 29 de agosto,  se movilizaron <<grupos hacia la casa de gobierno en que se había alojado su excelencia>>; que, <<El alborozo, los repetidos vivas y aclamaciones de gratitud y respeto al Libertador, presentaban ciertamente el espectáculo más tierno y agradable, el que tuvo duración por algunas horas, y se colmó al presentarse en el balcón y hablarle S.E. a quien ya acompañaban y habían felicitado las corporaciones y mucha gente de distinción>>; Bolívar, estuvo varios días en dicha ciudad, donde atendió diversos eventos y reuniones. 

Apuntó el cronista que,  <<el adorno de los balcones, ventanas puertas y aún las paredes de los edificios por las calles de la carrera, entoldadas en algunas partes y llenas de arcos de diverso gusto, presentaban la vista más agradable, que aumentaba la concurrencia del bello sexo, victorando también al Libertador y cubriéndolo de flores hasta acercarse a la Catedral,... Llegado Su Excelencia y apeado del Carro, se hincó puertas afueras…besó allí la Cruz que le presentó el señor Canónigo Lectoral, entonándose un solemne Tedeum, y repicándose las campanas>> (El Correo Nacional, N°13, Maracaibo, sábado 1° septiembre de 1821. En: Revista de la Sociedad Bolivariana. N° 79. Caracas.1964); en la noche continuaron los festejos. 

La visita del general Simón Bolívar a la casa del Libertador de Maracaibo: Licenciado Domingo Briceño y Briceño.

La narración que aporta el maestro Briceño Iragorry, sobre lo ocurrido es la siguiente: <<Cuando el Libertador estuvo en Maracaibo el año 1821, visitó en su casa de habitación al Licenciado Domingo Briceño y Briceño, quien, por su extraordinario esfuerzo en pro de que la ciudad del Lago se sumase a la independencia, llegó a ser llamado el Libertador de Maracaybo>> (Briceño Iragorry, Mario. Pequeño Anecdotario Trujillano. Pág.29. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2003). Desde 1810, Briceño promovió la conspiración por la independencia de Maracaibo.

A Narcisana, se le criticó por su recio carácter <<mujer de corte varonil>>. Más que por disfrazarse para las misiones que le encomendaban, se sentía cómoda vestida con pantalón, blusa, botas y sombrero de pajilla; usaba solo vestidos en ocasiones especiales, andaba con el pelo recogido o corto, con semblante serio y circunspecto, su aspecto parecía decir, que si faltaban pantalones, allí estaría ella. Montaba caballo tan ágil, que decían que era mejor que su prima Barbarita de la Torre “La Amazona trujillana”. En Maracaibo, cuando le tocaba cumplir labores de séquito o de mensajería de su hermano Domingo, llevaba su pistola, se sentía segura en que era una hermosa catira y ojos bellos, le despreocupaba que la llamaran por estereotipos de género. Ella se aceptaba como era, y sostenía ese carácter fuerte y actitud recia, aunque rompía el molde de la dama de abolengo de la época, era la forma más cómoda durante la Guerra de independencia,  sobre todo que le tocó desplazarse continuamente, ser organizadora de reuniones conspirativas, captar gente, ser mensajera del movimiento, era una mujer guerrera, inclinada a la lucha, sin embargo, no fue esquiva al amor. Se casó en 1824, con el maracaibero Dr. José Domingo Bruno Hernández Bello y Vera, procrearon varios hijos 

El cara a cara con el general Simón Bolívar.

El relato del historiador  Mario Briceño Iragorry, acerca de este hecho, señala que,   <<En la sala principal, donde era objeto el Libertador de los obsequios de los seño­res de la casa, lucía un retrato del hermano sacrificado por Tiscar en Barinas el año 1813. Sobre el óleo mantuvo largo tiempo la mirada atenta el glorioso Bolívar. Después, en voz un tanto lenta, dijo:

—Fue una lástima que los españoles hubieran fusilado a Antonio Nicolás. Con su valor y su arrojo nos hubiera ayudado mucho. Pero a veces, sin embargo, pienso que Tiscar me evitó acaso el haberme visto con Antonio en la misma dolorosa situación en que me puso Piar.


— ¿Y no ha pensado Su Excelencia —le respondió rápidamente doña Narcisana— que él también hubiera podido fusilar al General Bolívar?.. (Briceño Iragorry, Mario. Pequeño Anecdotario Trujillano. Pág.29. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2003). Ella lo conoció años antes, cuando Margarita de La Torre, su madre, le dio un banquete en su hacienda “El Turagual”.

Los datos  historiográficos  encontrados,  proporcionan e informan que el 18 de septiembre <<a las 4 de la tarde se embarcó S.E. el Libertador a bordo de una goleta de comercio...La artillería lo hizo notorio luego con salva... hacia el mediodía de esta laguna con dirección al pueblo de San Carlos del Zulia, por donde pasa a la capital de Cúcuta>> (El Correo Nacional, N° 16, Maracaibo, sábado 22 de septiembre de 1821).


Verdadera mujer fuerte del evangelio, de las Libertadoras de Maracaibo.

La joven y hermosa mujer, amante de la Patria, la República, y de los Principios y postulados de la Democracia, mucho más que de los hombres, en ese momento, con su fina y hostil fiereza, labraba de esa forma un titulo de orgullo familiar.  Es posible que haya acentuado en ella, la animosidad en los tiempos en que Bolívar se hizo dictador, y los Briceño repudiaron ese cambio, aunque  <<la rubia Narcisana, jamás quiso izar la bandera de la Patria el día de San Simón. Era muy hermana de Antonio Nicolás para rendir homenajes a su emulo afortunado>> (Dávila, 280); era autentica y firme en sus convicciones.  

En 1872, muere en Valera. Escribió el Dr. Ricardo Labastida, sobre esta ilustre mujer: <<Narcisana Briceño de La Torre de Hernández Bello fue el prototipo de la verdadera mujer fuerte del evangelio>> (En: Benigno Contreras. Exclusivamente Valera. 201).

Es placentero sacar de la anomia u olvido historiográfico y recordar a esta Heroína del Bomboy, quien proporcionó vida y obra a su Patria, es posible que no se le reconozca su participación en los sucesos de la liberación de Maracaibo, como tampoco se los reconocieron a su artífice y jefe de la conspiración: Domingo Briceño Briceño (ambos trujillanos), cuando aprobaron por estos tiempos la novena estrella de la bandera nacional, no obstante, desde su lar nativo, difundimos esta nota exaltando parte de sus luchas, valentía, duelos, tristezas, alegrías, humildad, honestidad y sus convicciones, lo que le da mérito de personaje principal de nuestra historia local. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.  





Tabla cronológica de Narcisana Briceño de La Torre, elaborada por el Dr. Oswaldo Manrique, 2024.

1794                              Nace su hermano: Gabriel Briceño de La Torre (n. Mendoza, 1794), prócer, abogado y civilizador.

En noviembre de 1809, se graduó de Bachiller en Filosofía en Caracas, Siendo pasante, en 1813, fue denunciado en Caracas como revolucionario y republicano radical, ante Monteverde. En Valera le tocó delinear las calles, donando tierras y materiales para esta obra.

Fue representante por Trujillo al Congreso Constituyente de la denominada Gran Colombia, en 1821. Murió joven.

María de la Concepción (n. Mendoza, 1802), (monja) y Margarita (n. Mendoza, 1803), que murió célibe.

1796  a 1800                 Nace Narcisa Ana Mariana Briceño de La Torre, en la hacienda La Concepción, Valle de Bomboy, Mendoza, Trujillo, <<Que era hermosa y rubia como una espiga de trigales>> (Dávila). Padres: Margarita de La Torre y el Dr. Antonio Nicolás Briceño, eran primos.

1804                              Muere el viejo Dr. Antonio Nicolás Briceño, padre de Narcisana. Margarita de La Torre, madre, es hermana de Vicente Abreu Niño, prócer de la independencia, conocido como el coronel y guerrillero Vicente de La Torre.  

1805                              Se casó su hermanastro Dr. y coronel Antonio Nicolás Briceño, con Dolores Jerez Aristiguieta, prima de Simón Bolívar <<la dama de las grandes campanillas, carácter, riqueza y austeridad de costumbres>> (Arístides Rojas. Leyendas Históricas). Igualmente, se casó en Trujillo, su otro hermanastro y prócer independentista coronel Francisco Javier Briceño, con doña Gertrudis Ana Briceño, hija de don José Lorenzo Briceño y Petronila Antonia Parra.

1807.                            José de Briceño nació en Maracaibo, el 2 de noviembre de 1807, su padre fue Domingo Briceño y Briceño, prócer de la Independencia y fundador de la libertad en Venezuela. Domingo Briceño y Briceño fue hombre de talento y erudición.

 

1810                             Este año, su hermanastro Domingo (n. Mendoza, 1780), a quien apodaron el Socialista, inició la conspiración por la independencia de Maracaibo, uno de los principales enclaves de la monarquía española en América. (Copiar 2 párrafo 276 Dávila).  Huyó y se refugió en Trujillo.

                                     Estudio derecho y filosofía en Mérida. En 1803, se asentó en Maracaibo y se casó con Ramona Carmona, maracaibera, fundo hogar.  

Hijos: Mariano Briceño Carmona, que fue abogado y escritor; quien se casó con Carmelita Arismendi Cáceres, hija del general Juan Bautista Arismendi y la heroína caraqueña Luisa Cáceres.

Ramona Briceño Carmona, maracaibera, mujer del prócer neogranadino comandante Silverio Fernández; y  José Briceño, doctor en medicina, escritor, vivió en Caracas.

El periodista Domingo Briceño, en 1804, al morir su padre, hubo de trasladarse a Valera, a atender la hacienda Santo Domingo, que le dejó en herencia, pero igualmente, la perdió, confiscada en la guerra.

 

1812.                            Bajo la dirección de su hermano “El Negro” Domingo Briceño, desarrollan un plan de ataque a Maracaibo, el 14 de febrero con fuerzas de Trujillo, Barinas y Caracas, que fracasó.  Impulsa la idea de mejorar el comercio entre Trujillo y Maracaibo, que estaba bloqueado. En julio de este año, fue apresado junto con su hermano Pedro Fermín Briceño, yendo a parar a la cárcel de Puerto Rico, su hacienda Santo Domingo en Valera y otros bienes le fueron confiscados. 

 

 

1813                              El 16 de enero de 1813, el coronel Antonio Nicolás Briceño, su hermanastro, redactó su propuesta de “Guerra sin cuartel”,  ideas fundamentales de lo que meses después el brigadier Bolívar asumiría en su proclama de guerra a muerte.

En junio de este año, en Barinas, es delatado, capturado, enjuiciado y muerto su hermanastro coronel Antonio Nicolás Briceño, creador de la tesis de la Guerra a Muerte.

Domingo y su hermano Francisco Javier y Pedro Fermín, se fugan de la cárcel de Puerto Rico, en junio de este año.

 

1815                              El coronel Vicente de La Torre, tío materno de Narcisana, continuaba con sus acciones militares la lucha independentista en Trujillo, con una guerrilla de apenas  unos 50 hombres, integrada por familiares, amigos y peones de la hacienda El Cequión y Betijoque, y ocultándose en las montañas, evadiendo la persecución. El 7 de febrero, son apresadas en la Vega de Motatán, sus primas Manuela de la Torre, y Manuela Gutiérrez del Corral, esposa de Vicente de la Torre, junto con 3 de sus hijos y 5 esclavos, fueron pasados a Escuque, pueblo de blancos. Después de varios combates, apresan a Barbarita, la capitana de su guerrilla y Vicente, se ofreció en canje para liberar a su hija y fue decapitado en la Plaza de la Chiquinquirá en la ciudad de Trujillo.

 

1820                              Firmado el Armisticio en Trujillo, en noviembre, continuaba en la conspiración en Maracaibo Domingo Briceño, el general Urdaneta era jefe militar de esta provincia y de Trujillo.  Había muerto su anciano suegro el Dr. Carmona. Estaba de gobernador militar de aquella plaza el maracaibero Francisco Delgado, de modo que todo venia a punto para su intento. Briceño y José María Delgado, hermano del gobernador, salieron ocultamente y se entendieron con Urdaneta,  <<todo quedó dispuesto y el 28 de enero del 21 se dio el grito de independencia>>,  habían quebrantado el Armisticio.  Delgado el gobernador realista se pasó a las fuerzas patriotas, <<Briceño como instigador de todo, cumplía con su deber, pues era un simple particular y había sufrido larga prisión por pretender la independencia de Maracaibo>> (Dávila, 278).

Briceño, junto con delgado asumen el cargo de Intendente y  gobernador político interinamente, pero aquel renunció ante Urdaneta. Bolívar se alegró de esta renuncia, guardando viejos rencores, <<la inquina de bolívar contra el hermano de Antonio Nicolás, a quien no había aun perdonado ni el litigio que le ganó en los tribunales de caracas, ni la emulación en la empresa de libertar a Venezuela>> (Dávila, 279), algunos historiadores pretenden, calificarlo como un  escueto complotado, cuando desde 1810, ha sido el cabecilla de la conjura, para ocultar, dirimir si Nicolás, le compitió el liderazgo en esa misma coyuntura histórica.

 

1821.                             Domingo Briceño y Briceño, fue al Congreso Constituyente de Colombia, el 6 de mayo, no aceptó que Bogotá fuera la capital de la Gran Colombia.  A los pocos días, cedió al servicio de la Patria y del Libertador a sus dos hijos José y Mariano, pero, solo incorporaron a José en razón de la tierna edad del segundo. José su sobrino, fue incorporado a las tropas libertadoras con el grado de sub-teniente y en Carabobo, cuando aún no contaba catorce años, fue el abanderado en Carabobo del Batallón "Tiradores".

José de Briceño, fue Rector del Colegio de Calabozo y de la Universidad Central de Venezuela, de Caracas, discípulo dilecto de Vargas, sustituyó a aquel en su Cátedra de Anatomía, en la cual estuvo por treinta y tres años.  

1824                              Se casa con  el maracaibero Dr. José Domingo Bruno Hernández Bello y Vera. Se avecindaron en la hacienda Morón, en Valera (Contreras, 200), de cañamelares y cacahuatales, propiedad del Dr. Briceño, su padre. El cronista La Riva Vale, señala que hizo casa en el Llano de San Pedro, donde se alojó el Libertador en 1813 y en 1820 (La Riva Vale, 19). Luego, vivieron en la ciudad de Mérida.

1824                              Nace en Escuque su hijo Gabriel Antonio Hernández Bello y Briceño, se graduó en Caracas de médico, fue rector de la Universidad de Mérida, senador y Pdte. de Mérida (1876 a 1878). Este se casó con Benilda Briceño Santander, llamada por esos tiempos “ex capitana”, sobrina del General Santander, de los libertadores de Colombia.

1825                              Nace su hija Margarita Hernández Bello y Briceño. Demostró gran fertilidad esta dama rebelde. Narcisana tuvo otros hijos: María de los Dolores, José Domingo, Ana María (monja), Gregorio y Eulalia.

1828                              Nace su hijo Antonio Nicolás Hernández Bello y Briceño.

1864                              El esposo Dr. José Domingo Bruno Hernández Bello y Vera,  murió  en Mérida en 1864.

1872                              Muere en Valera. El Dr. Ricardo Labastida, escribió sobre esta ilustre mujer: <<Narcisana Briceño de La Torre de Hernández Bello fue el prototipo de la verdadera mujer fuerte del evangelio>> (En: Benigno Contreras. Exclusivamente Valera, 201).

sábado, 13 de julio de 2024

La patriota Madre Encarnación y el priorato de los Briceño.

Oswaldo Manrique (*)


Los altos y gruesos tapiales, revelan el carácter de encierro, que tiene la edificación donde vive desde muchacha María Encarnación Briceño y Briceño, en los predios de la ciudad de Mérida. Se abrió el enorme portón y entró una de las jóvenes domesticas, buscando desesperadamente a la Madre Encarnación de San Joseph. Al verla, le dijo con cierta preocupación y tristeza:

- ¡Madre, Madre, ocurrió una desgracia! La sosegada monja, con su dulce y cariñosa voz, le respondió:

- Cálmese mija y dígame ¿qué sucedió? La moza recién llegada le dio más que un recado,  la infausta noticia:

- ¡Algo espantoso Madre, mataron a su hermano! Encarnación al recibir la virulenta confidencia, reacciona a los pocos segundos, y entre desesperación e ira,  gritó:

- ¡Nicolás, mataron a Nicolás! La muchacha moviendo la cabeza le hizo señas que sí, y luego le explicó que los realistas habían fusilado al coronel Antonio Nicolás Briceño, en Barinas. Con lágrimas en su rostro, se fue a la capilla a orar, se arrodilló, pero antes, como cualquier dolido deudo, reclamó:

- ¿Dios mío, por qué me castigas? Tú que enseñas a ser dignos de ti, que seamos libres y nos liberemos de la esclavitud ¿Por qué mi hermano Nicolás, es víctima de tan horrible crimen? Silenciosa, con alterado estoicismo, allí estuvo largo rato con la  mirada fija en el Cristo, y de pronto se le escuchó, como duro reproche:

- ¿Por qué a Nicolás?

Las monjas profesas de velo negro y blanco, las de claustro, novicias, sus sirvientas, los que constituían la armónica comunidad que habitaba en el Monasterio de Santa Clara de Mérida, conocido como el Convento de las Clarisas, fueron acercándose a orar, a darle las condolencias  y  acompañar a la Madre. Fue un día del mes de junio de 1813, también de tristeza para todo el occidente del nuevo país, de la nueva república libertaria que impulsaba el hermano de la Madre Encarnación. 

De las heroínas del valle del Bomboy, de la estirpe de los Briceño, este es uno de los casos más interesantes y del que se ha escrito escasamente. Sin ser una mujer de la mitología o del cuento, simboliza y encarna con magnificencia el gentilicio trujillano y el patriotismo republicano, quien desde los comienzos, 1808, se mostró colaboradora y partidaria del movimiento independencista, que fomentaban sus hermanos.

Nació en una hacienda de cañadulce y cafetales, en la población de Mendoza del Bomboi (Trujillo, Venezuela),  en 1764,  con el gen de la estirpe de guerreros y de la justicia social, a pesar de su condición de mujer y religiosa. Hermana del Coronel y prócer independentista Antonio Nicolás Briceño (El Diablo). En contraste con la mayoría de sus hermanos era trigueña, de exquisita hermosura, ojos color café, pelo castaño. Domingo Briceño y Briceño, su hermano,  prócer libertador de Maracaibo, llamado el Socialista, le decían el “Negro” Domingo por la tonalidad parda de su piel.  Sus padres:  Doctor Antonio Nicolás Briceño Quintero (El Abogado)  y María Francisca Briceño Pacheco del Toro, ambos nativos de Trujillo. Su nombre completo María Encarnación Briceño y Briceño.

Cuando joven, aquella trigueña, de ensortijados cabellos, rostro prudente y de tierna mirada, decidió dedicar su vida a ser religiosa. Debido a su hogar familiar católico y la formación recibida, desde muy niña estuvo inmersa en una profunda religiosidad, pero también de soledad, donde hubo la ausencia de la madre, recordemos que doña Francisca su madre, murió dando a luz a Antonio Nicolás, el que con el correr del tiempo seria destacado Coronel impulsor de la independencia de Venezuela.

Ante el limitado campo de derechos que tenía la mujer en esa época, se integró a la vida religiosa, donde podía estudiar, leer y escribir, y dedicarse a otras actividades.  Después del noviciado y claustro, tomó los hábitos y se hizo monja en el Convento Santa Clara de Mérida. Escribió Picón Parra  que, Encarnación, fue trasladada a Mérida por su padre y allí, al pasar de los años,”… llegó a ocupar el cargo de abadesa del convento a finales del siglo XVIII lo cual era de gran significación, pues además de dirigir la institución, en ese momento, muchas de ellas administraron directamente todas las cuestiones económicas, no solamente internas, sino incluso las relacionadas con sus propiedades y su actividad de prestamista, sustituyendo a los síndicos…” (Picón Parra, Roberto. Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida. Tomo 4, pág. 42. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. "Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela", Caracas, 1988).  Esto también lo afirma Vicente Dávila en su obra Próceres Trujillanos.

El 15 de enero de 1784, fue de mucha alegría en la hacienda de los Briceño, el viejo Antonio Nicolás, su padre,  fue designado mayordomo de la Cofradía del Santísimo de la recién creada Parroquia Civil y Eclesiástica  Betijoque, y además, abogado del Municipio.

El viejo y católico abogado realista Antonio Nicolás Briceño, siempre sintió predilección por su hija Encarnación, de la cual estuvo pendiente permanentemente de su bienestar, al punto que en una oportunidad, donó 250 pesos para la compra de una mulata esclava para el servicio de la monja Lorenza de San Rafael y de su hija María Encarnación Briceño, niña depositada en el monasterio”  (Ramírez Méndez, Luis Alberto. De la piedad a la riqueza: El Convento de Santa Clara de Mérida (1651- 1874). T. I Fondo Editorial UNERMB. 2016). Era una exigencia del Monasterio, que las enclaustradas tuvieran su propio personal para que las asistieran y cuidaran en la clausura.

Excluyente y como privilegio para pocos, el primer requisito para ingresar al Monasterio de las Clarisas, era que  <<debían descender del linaje de los nobles y beneméritos, conquistadores y fundadores>>, lo que cumplía a cabalidad siendo descendiente del capitán Sancho Briceño el conquistador, primer alcalde de Coro en 1528, y de los fundadores de la Nueva Segovia (hoy Barquisimeto), El Tocuyo y de  Trujillo; segundo, el racial, lo que en el caso de María Encarnación, aun cuando era de raza blanca, su piel era de tonalidad trigueña al igual que la de su hermano Domingo, a quien le decían “el Negro”; y el tercero, la capacidad económica, <<al estipular que las religiosas de velo negro debían aportar una dote y ajuar cuya cuantía fue ajustada a 2.500 pesos; a diferencia de las religiosas de velo blanco, quienes debieron consignar 700 pesos por el mismo concepto>> (Artigas Dugarte, Yuleida Margarita La educación en Mérida antes de la creación del Colegio Seminario de San Buenaventura (1620- 1785) ULA. 2012, pp. 325-329); lo que sufragó su padre Antonio Nicolás Briceño, el abogado.  


Explica Artigas Dugarte, que la educación en el Convento de las Clarisas, contaba con una instructora de novicias y niñas, que les enseñaba <<lecto-escritura, realizándose lecturas y discusión de obras religiosas como El Abecedario del padre Osuna, para el siglo XVII y La Religiosa Ilustrada de Antonio Arbiol, en el siglo XVIII. En ese proceso de enseñanza-aprendizaje también se impartió a las niñas y novicias conocimientos sobre Literatura Escolástica, expositores novelistas y sagrados>> (Ídem); efectivamente, era una educación escolástica, especie de mezcla de doctrina aristotélica con la filosofía cristiana.

         En la época colonial, el Convento donde se encontraba Encarnación Briceño y Briceño, además de su función de recinto de formación y vida eclesiástica, fue una especie de institución o ente financiero con actividad rentista de capital para su sostenimiento económico, que efectuaba los denominados censos, préstamos a interés, ventas, fianzas, transacciones y negocios inmobiliarios y las compras con reserva de dominio, como bien lo señala Roberto Picón Parra, << incluso las relacionadas con sus propiedades y su actividad de prestamista, sustituyendo a los síndico>>. Esas facultades que ejercía la abadesa, la madre presidenta y directivas de la comunidad religiosa, coinciden con los variados préstamos otorgados a los próceres Briceños, para la compra de armamentos, municiones, caballos y bastimentos para la tropa patriota. Poseían los hermanos Briceño, de propiedades con las que con total desprendimiento solicitaron préstamos; en lo que la madre Encarnación estando dentro del convento facilitaría la obtención de tales censos. Como ejemplo emblemático el caso de su hermano Francisco Javier el coronel, que dio al Monasterio, su hacienda “La Plata”, ubicada en Valera, en garantía de préstamo (Censo) para comprar armas para la guerra, consagrado como estaba a la causa de independencia y sus deudos no pudieron recuperarla. Esta hacienda era donde montaba campamento el ejército libertador cada vez que necesitaba tomar el territorio Trujillano, y de allí se surtía de comida y provisiones la tropa.


La Madre  Encarnación de San Joseph, del Convento  de las Clarisas.


La Madre Encarnación, fue monja sobresaliente, sus padres, hermanos y su familia toda,  se sentían orgullosos de ella y de su vida de religiosa, además de darles el prestigio y el poder que ello significaba para aquel tiempo. Ejerció el priorato en los años 1821-1824. La historiadora Mailyn Lira Sequera, en un interesante trabajo sobre esta familia, escribió: “…En ese último aspecto, se notará lo indispensable de vincularse con las instituciones religiosas, que detentaban la mayor disponibilidad de capital ostensible de ser prestado por el sistema de censos. Frecuentemente los Briceño se endeudaron, en cantidades que oscilaban entre 100 y 1500 pesos, con las instituciones religiosas de Mérida…” (Lira Sequera, Mailyn. La familia Briceño: Un linaje protagónico del siglo XVIII merideño. Presente y Pasado. Revista de Historia. 2008).  A pesar de sus limitadas posibilidades por su condición de monja, fue solidaria  y como uno de los objetivos superiores de la mayoría de su familia, trabajó por la causa de emancipación de Venezuela.  

La Madre Encarnación y el priorato de los Briceño.

Todavía, se sentía entre los trujillanos, el malestar de la separación de Trujillo  de Caracas, y su incorporación  bajo la jurisdicción de la provincia de Maracaibo, ordenada en 1786 por Real Cedula, firmada el 15 de febrero, en el Palacio del Pardo, España.

Procuraba hacer tiempo, para visitar la hermosa casa de la hacienda familiar “La Concepción”, en el valle de Bomboy, (Mendoza) donde nació, allí podía reencontrarse con sus parientes y conversar de lo divino y de lo humano. Recorría el hato de ganado, los potreros y las sementeras de caña dulce y café, o bien podía preferir visitar las haciendas de cacao que su padre y otros vecinos, fundaron a una u otra banda del rio Motatán.  Siempre podía tener información fresca de boca de sus familiares, comprometidos con la causa republicana.  

Su aislamiento, no llegaba al punto de obviar  lo que ocurría desde 1808, en su país, ni la azarosa vida de su hermano Antonio Nicolás como activo cabecilla de la Conspiración de los Mantuanos en Caracas, lo que le ocasionó su primera condena.  Los aires escolásticos que se movían en el Convento en la ciudad de Mérida, fueron objeto de un fenómeno que se venía gestando y qué causó internamente una división o un cambio en la manera de asumir el momento que vivía la nación. Las ideas venían siendo propiciadas, entre otros, por el joven abogado Antonio Nicolás Briceño, ideas que no rechazaban las ideas cristianas. La idea de libertad e independencia irrumpieron y se fijaron ante el modelo y sociedad colonial y monárquica. Por eso hablamos del priorato de los Briceño: la independencia de la república.

Luego del golpe y que fuera depuesto el capitán general de Venezuela don Vicente Emparan, en aquella ciudad el 19 de abril de 1810, supo que sus hermanos estaban involucrados, lo que confirmaría al seguir su actividad promotora de la libertad y la labor política y jurídica en la Constituyente de 1811, así como,  las acciones heroicas de sus revolucionarios hermanos; eso fue templando su alma de patriota, allí, encendió la llama libertaria entre sus condiscípulas.

En los sucesos de 1811, su hermano Nicolás, quien resultó electo como diputado por Mérida,  tuvo un protagonismo destacado, el 4 de julio, a objeto de apresurar la declaratoria de independencia, presentando las actas y proponiendo para el debate de los diputados el sistema confederado americano, para desentrañar su conveniencia como modelo. Al ser declarada la independencia, en su discurso como diputado por Mérida, dijo que la Provincia que tenia <<el honor de representar, solo aspira a un gobierno hábil y a una administración enérgica que provea su felicidad, y bajo estos datos, y fundado en su ilustración, no dudo asegurar que se prestará´ gustosa a reconocer nuestra absoluta independencia, como parte que es de la Confederación que la ha sancionado>>  (Dávila, 23), estas ideas formaban parte del priorato de los Briceño, cuyo  objetivo superior y el de la mayoría de su familia, era la causa por la emancipación de Venezuela.  

Pero aquel Mendocino patriota <<filósofo sombrío, republicano cartaginés, de genio inquieto>> , venía madurando la idea de quebrar la ambivalencia ante la causa emancipadora, entre los criollos que se creían españoles y los que se sentían solo americanos, y los españoles que estaban avecindados en Venezuela. Su mente, conocimientos y capacidad no los tenía de adorno.  Caída la primera República, los principales líderes republicanos salen del país. Antonio Nicolás va a Cartagena y de ahí pasa a Cúcuta con su tropa. Allí, se reúne con Bolívar y a Castillo Rada, les presenta su propuesta de "Guerra sin cuartel", la que deslindaría definitivamente aquellas parcialidades, pasando de un conflicto interno civil, a una guerra entre americanos independentistas y los españoles monárquicos. Esta definición en lo ideológico y militar, se convirtió en un paso definitivo hacia la conformación de la conciencia americana, que por supuesto, y si no hay mezquindad histórica,  forma parte del priorato teórico de los Briceño.

En 1813, se aceraría mucho más su pensamiento, cuando se enteró que la campaña épica de su hermano, había concluido fatalmente, más no, su ideario. Nicolás, fue capturado, fusilado, su cabeza y la mano derecha, guindadas en los extramuros de la ciudad de Barinas, en un acto de suma crueldad de los realistas. ese mismo año sus hermanos Pedro Fermín y Francisco Javier Briceño,  se fugan de la cárcel en Puerto Rico, regresan a Venezuela y se incorporan a la lucha revolucionaria, esto, la reconfortó un poco, a pesar del duelo intenso que sufría, por lo de Nicolás. 

El 15 de junio de 1813, Bolívar en Trujillo, asumió la tesis de Antonio Nicolás Briceño y dicta su célebre Decreto de Guerra a Muerte, suspendiendo el debate y dio paso a la acción militar. 

¿Cómo se materializa el macro conflicto emancipador a lo interno del Convento de Santa Clara?  El enfrentamiento con el Obispado realista.

En el marco de la guerra independentista, era lógico que se demarcara la sociedad, los grupos sociales, étnicos, el clero, los hacendados, sectores de poder y asimismo, las instituciones, universidades, sociedades, gremios y hasta los conventos, en un bando de monárquicos o realistas y otro de patriotas, lo que aparejaba sin duda, discusión y pugnacidad.

En un interesante trabajo del investigador Luis Alberto Ramírez Méndez, titulado La ruptura de la proximidad en una sociedad polarizada: el caso del Convento de Santa Clara en Mérida-Venezuela. 1810-1827,  apuntó que <<La incidencia de la polarización de la sociedad independentista determinó la ruptura de los lazos de proximidad en el interior del convento Clarisas emeritenses motivando la separación tanto física como ideológica de las religiosas, cuyas incidencias y efectos fueron traumáticos para las enclaustradas>> (Ramírez Méndez, 880); Convento en el que las monjas se dividieron y participaron en los bandos ideológicos en confrontación; se entiende que María Encarnación, como monja de  dicha institución, se involucró en el conflicto. 

Después del terremoto, y en un ambiente revolucionario y separatista,  los personeros de la Iglesia, inclinados hacia la monarquía, el obispo Santiago Hernández y Milanés, el Deán Irastorza y el Canónigo Mass y Rubí, argumentaron que en Mérida existía mucha inestabilidad  social y política,  para sus personas e ideas.  Ramírez Méndez, incorpora una nota interesante, que pudo ser el detonador que acentuó el conflicto, que  este Francisco Xavier Irastorza, <<inició con el pretexto del lamentable estado en que había quedado Mérida, un trabajo constante y tenaz para trasladar a Maracaibo la capital de la Diócesis, La Universidad y Seminario y el Convento de Clarisas>> (Ramírez Méndez, 891); lo que rechazaron categóricamente los ciudadanos merideños.

La madre Encarnación asume el liderazgo de las Clarisas rebeldes.


Uno de esos días, en los que el Obispo Milanés, dio misa dominical en el templo de las Clarisas, la madre Encarnación de San Joseph y el resto de las hermanas de congregación, escucharon cuando dijo: - Merideños, tened entendido que la insurrección a nuestro legítimo monarca es pecado mortal.  (La Bastida, 1983, p.22); lo que inmediatamente y con algunas escatológicas voces, repudiaron los fieles asistentes.

Las monjas Clarisas plantearon su rechazo a la mudanza, ante el Tribunal Eclesiástico, en los siguientes términos: <<que el convento había sido dotado por los habitantes de Mérida para beneficiar a las emeritenses y que a consecuencia de su traslación se favorecerían a extraños que no habían sido sus promotores. Por último, se significó que sin los auxilios espirituales de las monjas y cuidado permanente de sus capitales, éstos se aniquilarían destruyendo totalmente las rentas del convento>> (Ramírez Méndez, 894). La respuesta del tribunal eclesiástico, fue negar el pedimento de permanencia, y se les amenazó con relevarlas de los cargos, negándoles su derecho a elegir su abadesa y las ocupaciones de la comunidad.

Al pasar unos 6 meses, abandonan el pueblo de San Juan de Lagunillas y regresan a Mérida. Hay un dato esclarecedor, extraído de la revisión documental, que aporta y transcribe el historiador Ramírez Méndez,  en su trabajo, según el cual  se demuestra que << En el expediente para justificar el traslado del Monasterio de Santa Clara de Mérida a la ciudad de Maracaibo, que tiene fecha del 7 de setiembre de 1816, la madre presidenta Encarnación de San Joseph refiere la fecha de su regreso al monasterio de Mérida, al señalar que mediante las: <<...disposiciones del superior al tiempo de su prelacía mandó selebrar el capítulo conventual para la elección de la Abadesa y demás funciones religiosas que en el tiempo oportuno se nos había privado y nos restituimos a nuestro antiguo convento de esta ciudad el primero de julio de mil ochocientos trece, donde con sumo gusto y tranquilidad vinimos todas juntas…>>  (AAM. Sección 54. Religiosas. Caja N° 19 Doc. 54-0409. Expediente para justificar el traslado del Monasterio de Santa Clara de Mérida a la ciudad de Maracaibo. Comunicación dirigida por Encarnación de San José, presidenta de la comunidad de Santa Clara de Mérida al ilustre obispo Rafael Lasso de la Vega. Mérida, 7 de septiembre de 1816. f. 7v. (Ídem). Es obvio, que la participación de la madre Encarnación Briceño, fue protagónica en este conflicto, contra las autoridades de la iglesia, y desafiante al imperio español.

El <<grupo formado por dieciséis religiosas patriotas, entre las cuales estaban la madre presidenta Clara de San Ignacio Rivas y Paredes, quien era tía del coronel Rivas Dávila…Ángela Regina de la Santísima Trinidad, Nicolasa del Cristo y María de las Nieves de San José, familiares de Cristóbal y Juan José Mendoza, Antonia de Jesús, hermana del entonces vicario y posterior arzobispo de Venezuela, doctor Ignacio Fernández Peña y María Joaquina de la Concepción Méndez de la Barta, hermana del canónigo y también posterior arzobispo Méndez Barta, se negaron a abandonar Mérida y mantuvieron el monasterio en la ciudad>> (Ramírez Méndez, 896); y por supuesto, la monja María Encarnación Briceño, hermana de los patriotas trujillanos Antonio Nicolás, Francisco Javier, Pedro Fermín, Indalecio y José Ignacio Briceño.

El conflicto interno de las Clarisas trascendió de tal manera a la comunidad merideña, que de sus poetas populares, se generó  un estribillo, que  describía, por una parte las monjas a favor del Rey de España, don Fernando VII y por otra, las que apoyaban al Libertador Simón Bolívar (Ramírez Méndez, 896), el estribillo es el siguiente:

Las Clarisas están rezando;

en abierta oposición;

unas piden por Fernando;

otras rezan por Simón.

Las monjas,  encabezadas por Encarnación de San Joseph, se rebelaron contra la orden de mudanza y por la permanencia de la sede del Convento en la ciudad de Mérida, ocasionando que  este mismo año, el Monasterio fue degradado a la categoría de hospicio.

La historiografía burlona y la Madre Sacudona.

Sobre Encarnación, se fue tejiendo un mito, más que leyenda, y el historiador tachirense Vicente Dávila, al reseñarla en la estirpe de los Briceño,  menciona que llegaron a llamarla “La Madre Sacudona”, lo que se entiende como una mujer de carácter fuerte y resuelto, de verbo claro y áspero, con ella no había retorica ni medias tintas. En otro articulo publicado por el trujillano José Domingo Tejera, se le imputan hechos absurdos o cuando menos dudosos. Quizás imbuido y apasionado por la heroicidad de los próceres Briceños, con los que tenía parentesco, Dávila le dio contenido y le dedicó unas pocas páginas a dicha leyenda romántica, en sus  Investigaciones Históricas (Tomo I, págs. 297 a 299), lo que desmontó Picón Parra, en la forma siguiente: “…En efecto, se pretende que Encarnación Briceño y Briceño conoció al joven Juan José Flores en Trujillo el año de 1814 y que ambos se enamoraron perdidamente, especialmente ella, por lo cual, partido Flores en campaña, su madrasta Doña Margarita de la Torre la envió al Convento de Mérida, donde cansada Encarnación de esperar a su amado se hizo monja creyéndolo muerto en combate, circunstancias que exacerbaron su carácter y arrebataron su temperamento que se desahogaba con fuertes sacudidas de ánimo que asustaban y hacían temblar a las monjas del Convento, quienes le dieron por ello ese apodo de Madre Sacudona>>; si bien ella visitaba periódicamente su casa natal en Mendoza, cuando este Flores, pudo haberla conocido, ella le llevaba más de 30 años de diferencia, en edad. 

Aclara el mismo Picón Parra, que, <<todo esto no pasa de ser una leyenda o mito, tal como los que antes hemos señalado de Fray Rodrigo de Andrada, Juan de Milla o el psicópata Don Gregorio Ribera, que no resisten la menor confrontación con los documentos auténticos. En este caso de la Madre Sacudona nada más hay que pensar que Juan José Flores (después ilustre General y Presidente del Ecuador durante 15 años) había nacido en 1800 cuando ya Encarnación Briceño tenía 7 años de haber profesado en el Convento de Santa Clara en Mérida  y cerca de 30 años de edad, eliminando toda posibilidad de romance entre el General Flores y la Madre Sacudona…” (Picón Parra, Roberto.  Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida.  Tomo 4, pág. 92-93.  Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. "Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela", Caracas, 1988); si desde 1776, Encarnación estuvo en claustro y seguidamente tomó los hábitos de monja, es insostenible la idea de que pudiese existir tal romance;  posiblemente por su riguroso, decidido y  tenaz  carácter, muy propio de los Briceños, se haya  generado con el transcurrir de los años, esa fama de “Madre Sacudona”. Lo que sí pudo ser motivo para hacerse acreedora de ese mote, es un desliz de masculinismo de la vieja historiografía cultora de la personalidad de Bolívar, frente a las polémicas diferencias y contradicciones ideológicas y personales, habidas entre éste y el Dr. y Coronel Antonio Nicolás Briceño desde 1807, lo que aún, por estos días, también se viene  usando. 

Hay que reconocerle a esta heroína trujillana, su demostrada severidad y pulcritud en el manejo de la administración de los bienes y negociaciones del Convento, así como, en la dirección interna del mismo, sobre todo en la pugnacidad que hubo entre las religiosas realistas y pro monárquicas, su enfrentamiento con la autoridad eclesiástica monárquica y las que como ella profesaban y colaboraban con la causa independentista.

Son muchos los aspectos por estudiar de esta trujillana, que no solamente atañen al mero contexto familiar, sino que son claves para entender nuestro pasado regional y nacional.  La Madre María  Encarnación Briceño y Briceño dejó huella de su virtuosidad, de su fe católica y de su comportamiento bondadoso y patriota en el Monasterio de Santa Clara, por eso, se le debe reconocimiento como figura destacada en la guerra independentista y como patriota trujillana. En Mérida, murió esta ilustre religiosa, de nuestra gesta libertaria.

(*) Portador Patrimonial Historico y Cultural de La Puerta. 

omanrique761@gmail.com 


 

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