Por Oswaldo Manrique (*)
Aquella condición ancestral y natural
con la que nacían todos los indios timotos del Valle del Bomboy, que les
permitía vivir en una comunidad justa, en armonía con la naturaleza y su
cosmovisión, sin violencia ni presiones, sin control y sin maltrato, en
ejercicio del bien más preciado como es la libertad, fue truncado en 1557,
cuando a la cercana población de Escuque, llegaron Diego García de Paredes y
sus huestes de legionarios europeos. Desde ese tiempo, comenzó la resistencia a
tan inhumana y cruel agresión.
Todas las tribus Timotos y las
Kuicas, comandadas por el <<valeroso Jaruma, asociados con los Caribes
del Lago, habían fundido fuerzas y esfuerzos para repeler a los forasteros
blancos>> (Cardozo, 12); este evento épico, ha sido minimizado
por decir lo menos, por la historiografía.
El ciclo de violencia directa,
saqueo, ultraje y despojo llamado “Conquista Española” a la que se enfrentaron
los heroicos indígenas, concluirá en 1593 <<con el sometimiento del cacique
Pitijay, el último rebelde>> (Cardozo, 11); así, se establece el
clima para el régimen de las Encomiendas y la Doctrina, como campo de
concentración y reducción de indígenas, génesis de los pueblos coloniales
esclavistas andinos. El sentimiento de odio hacia el español, se mantendrá
latente en los indígenas.
*
Este episodio,
que aquí intentamos rescatar para las presentes y futuras generaciones de
puertenses, sucedió específicamente el 14 de noviembre de 1687,
en el Pueblo de Indios del Señor San Pablo, hoy La Puerta, como Cabecera de
Doctrina que era en aquel momento.
Días antes,
fue pegado uno, en el portón de la Casa del Corregimiento, otro en la fachada de la esmirriada Capilla de San Pablo, y el mas visible, en un
árbol grueso que había en la plaza inclinada, eran avisos grandes, en los que
se ordenaba poner <<en libertad los indios naturales de esta
provincia pagando el tributo que con su trabajo adquirieren>>;
bandos en los que por solemnidad, se hizo llegar esta noticia a todos los
vasallos del Rey, incluyendo especialmente a los encomenderos, hacendados y terratenientes del Valle de Bomboy.
Dirigido el bando a los naturales, al enterarse el Cacique principal de esta “Doctrina del Señor San Pablo”, Don
Jasintho Pacheco o Mendoza, llamó
inmediatamente a los otros Caciques y Mandones, para conversar de esta Real Cédula
y del Mandamiento del Gobernador de la Provincia, Diego de Melo y
Maldonado. A la plaza, fueron llegando
los caciques indígenas Don Fernando Saavedra, Don Marcos Sánchez y Don Gonzalo
Mindax; igualmente, Joseph y Pedro Clemente, quienes tenían el rango de
Mandones, eran representantes en sus encomiendas.
-
Nos dan la libertad,
pero debemos seguir trabajando para pagar tributo al Rey, un hombre que ni
conocemos ¿cómo es eso? Replicó
Joseph, el Mandón de una de las pequeñas encomiendas de los Hurtado de Mendoza.
A
esta reunión, acudió el Cura Doctrinero y a la vez, encomendero, explotador de naturales, Licenciado Juan Buenaventura
Cabrita y Losada, quien les explicó el sentido de la Real Cédula de “libertad”,
que en los próximos días sería puesta en ejecución por el Alférez Real y
Alcalde de Trujillo. Don Juan
Buenaventura, para fundamentar este hecho, les informó con su parsimonia característica:
-
Debo decirles que este
mismo año, en el seno de la Iglesia, fueron dictadas las novísimas directrices del Obispo de Venezuela, Diego de Baños y Sotomayor (Constituciones
Sinodales de 1687), en las que prohibió que los indios de pueblos de Doctrina
como el de San Pablo (hoy La Puerta), y el de San Antonio de los Timotes (hoy
Mendoza), fuesen sacados para llevarlos a trabajar en las haciendas o en los
hatos.
-
Padre Ventura, -dijo el Mandón Joseph-, pero los indios
seguimos trabajando igual.
-
Sí, pero ahora, es mas
suave, está prohibido montarse en el
lomo de ustedes y fletar; ya no servirán de transporte de carga “bajo ningún
pretexto”, eso es esclavitud pura.
-
Y seguimos trabajando
igual, le dijo el otro Mandón.
-
Las cosas están mejorando para ustedes, que ya no trabajarán a titulo de esclavo, mucho menos,
los “chinitos” y las “chinitas”. De esto, estaba al tanto, el Cura
Doctrinero de este lugar, y el antipático
Joseph Mandón de la encomienda de Fernando Hurtado de Mendoza, le
repitió:
-
Padre, y seguimos
trabajando igual.
El Licenciado Juan Buenaventura Cabrita y Losada, quien también era
encomendero, les dijo:
-
Hijos míos, hasta a mí,
me cayó el baldazo de agua fría, que tengo una insignificante encomienda, ahora
debo sacrificarme y pagar para que me atiendan las sementeras, y aceptar lo que
me ordena el Obispo Baños. Pedro Clemente, Mandón de su misma
encomienda, le agregó, con suaves palabras:
-
Padre, seguramente Ud
seguirá cobrando lo suyo de nuestra Caja Comunal.
-
Sí, algo menos, pero
Dios proveerá.
- Esperaremos al Alcalde, a ver de qué se trata verdaderamente esta Cédula Real, expresó con cierta desconfianza Don Jasintho Mendoza, el Cacique principal de esta Doctrina.
El régimen esclavista de servidumbre, revestido de la figura de la “Encomienda”.
Desde 1570, en que
fueron otorgadas las primeras encomiendas, igualmente fueron otorgadas
posesiones de tierras con que fueron beneficiados los conquistadores o
beneméritos en el Valle de Bomboy, fueron de muy alta productividad. Estos grupos de indios encomendados tenían la
obligación de servir como mano de obra esclavizada en esas tierras, pago al Encomendero y este al Reino, honraba el tributo de convertirlos al
cristianismo y mantenerlos controlados social y militarmente.
Cuando dejó de ser asiento natural de
Bomboyes, para constituir el Pueblo de Indios Cabecera de Doctrina de Nuestro
Señor San Pablo, agregando de Bomboy, se nutrio de comunidades y grupos de aborígenes de nación
Timoto, como Jajoes, Esnujaques, Escukeyes, Mocotís, Vicuyes, Xikokes,
trasladados de otras partes, y fueron aquí recluidos y concentrados para ser
esclavizados, mediante las encomiendas.
Esta composición de la población, sin
duda, es una diversidad étnica de cierto interés, lo que llevó a don Mario
Briceño Iragorry, a considerarla en su discurso de incorporación a la Academia
de la Historia, en 1930, como Puebla.
Apartando el acta transcrita por el historiador Rafael Castellanos, en su Relación de un viaje por las tierras de los
Cuicas, tanto la vida de esta
comunidad indígena, como el hecho trascendental que aquí comentamos, para la historiografía, son insignificantes, sin merito de tener una referencia mayor.
*
“No debe existir
ningún natural sirviendo como esclavo”, fue la expresión más polémica de la
Real Cédula de su majestad el Rey. Se puede considerar que, la ejecución de la
misma, fue expresión de la lucha individual y colectiva de los aborígenes,
acumulada ante el maltrato y esclavitud, inclusive de leyes como la
Recopilación de 1680, que estaban andando aunque lentamente, para proteger a
los indígenas.
Pero la intención de
considerarlos a partir de ese momento como personas libres y vasallos del Rey
de España, no era como lo pretenden hacer ver.
En 1687, el acta de “libertad de los
indios naturales”, ratificó a la “Cuarta Doctrina”, el nombre de “Doctrina del
Pueblo de San Pablo”.
Uno de los datos más notables en lo relativo a la historia y orígenes de
La Puerta, en su evolución como pueblo, lo encontramos en dicha Acta del
Alcalde Valera y Mesa. En la denominada Cuarta Doctrina: Pueblo del Señor San Pablo, de amplia jurisdicción, constituida por 6 Encomiendas, de las cuales hubo una adyacente al Resguardo Indígena de La Puerta (hoy
Poligonal Urbana), una en las cercanías de La Quebrada, otra en Jajó, otra en
San Antonio Abad (Mendoza) y otra en Timotes. Su ubicación geográfica, a 27
kilómetros de la Quebrada Grande. al matricularla el Alcalde y Alférez Mayor,
anotó en el acta lo siguiente: “En la doctrina y pueblo de señor San Pablo, términos y jurisdicción de la
ciudad de Trujillo de Nuestra Señora de La Paz en catorce días del mes de
noviembre de mil y seiscientos y ochenta y siete años Yo el Alférez Don
Diego Jacinto Valera y Messa…en cumplimiento de lo que su Magestad manda
por Real Cédula en orden a la libertad de los indios naturales de esta
provincia, y mandamiento del Señor Gobernador y Capitán General de ella Don
Diego de Melo y Maldonado, Caballero de la Orden de Calatrava, pedí y rogué al
Licenciado Juan Buenaventura Cabrita y Losada, cura en propiedad de dicha Doctrina, me asistiese…hacer la matricula de los indios varones y útiles que
tiene por sus feligreses…y de cada encomienda en particular…estando presentes
los caciques y mandones de las encomiendas inclusas en la dicha Doctrina y
todos los feligreses varones, hembras, muchachos, con asistencia del Capitán
Don Antonio de Oviedo, Corregidor de dichos naturales que para este efecto
fueron prevenidos muy antes de ahora. Los matriculé en la forma y manera
siguiente…” (Castellanos, Rafael
Ramón. RELACIÓN DE UN VIAJE POR
TIERRA DE LOS CUICAS. Págs. 77 y 78. Ediciones del Ministerio de Relaciones
Interiores. Caracas. 1958); se detalla que para ese año tenía doble
condición: Doctrina formal dependiente
de la Vicaría, y el rango de Pueblo
dentro de la jurisdicción político administrativa de la ciudad de
Trujillo de Nuestra Señora de La Paz, es decir, bajo el gobierno del
Alcalde Mayor y el Cabildo de dicha ciudad. Se consideraba en América: <<pueblo de indios recién convertidos, cuando todavía no se había establecido en él parroquialidad o curato>>
(DRAE).
La Puerta (antes Bomboy), es producto del enfoque estratégico para la formación de una estructura política administrativa colonial estable, pasada la
fase de conquista, que trazó el Obispo Fray Antonio de Alcega, y por el gobernador Sancho de Alquiza, en la
conformación de este espacio o corredor de aldeas de indios Timotes, como
un importante espacio geo-político de frontera. Por ello, en 1608, otorgó
la gran “Encomienda del Valle de Bomboy”, con más de 400 nativos Timotes,
otorgada a Juan Álvarez Daboín (de Dabuim), que antes haba sido conferida a su
padre el capitán portugués Tomé de Dabuy, en 1600, por servicios de conquista y pacificación; y se cuentan otras porque el ámbito espacial iba desde El
Portachuelo, hasta las inmediaciones de la meseta de Valera (hoy, quebrada
Doró, Carmania); incluyendo otros puntos como Quebrada Grande, y Jajó. En 1620,
parte de estas encomiendas serian trasladados a tierras de lo que después será
el pueblo colonial de San Antonio de los Timotes o San Antón Abad (Mendoza del
Bomboy), que aparece como desprendimiento de ella.
Y llegó el día esperado, con el
Alcalde y su comitiva, en el año 1687.
Venía con su comitiva a caballo desde
el pueblo de La Quebrada, quizás era su primer viaje por el sendero que le
marcaba el río Bomboy. Antes de entrar a la aldea, sus ojos se fijaron en los
trigales, cañamelares y ovinos, que conformaban el fresco paisaje. Comenzaron a
escucharse los repiques de campana que le dan la bienvenida. El padre
Buenaventura, lo esperaba prevenido con los caciques y mandones; igualmente, el
capitán Oviedo, con todos los indios de las 6 encomiendas, como Corregidor de Naturales
que era. Después de la presentación, procedieron a matricular a dicha población.
Al presentarse el Cacique Don Jasintho Mindax o Pacheco Mendoza, ante el
Alcalde Alférez Don Diego Jacinto
Valera y Messa, el Corregidor de indios Capitán Don Antonio de Oviedo, que lo conocía, dijo:
- Usía, Don Jasintho Mendoza, es el
cacique principal de este Pueblo de Doctrina de San Pablo Apóstol. Para sus negocios, el cacique podía usar el
distintivo Don, como privilegio que le dispensaba la Corona española, a
los de su raza y rango, y usar el apellido de su encomendero. Don
Jasintho Pacheco o Mindax, con su nombre cristiano; el Mindax lo copiaban como
apellido en documentos, que era la forma como pronunciaban los indígenas el
apellido Mendoza.
- Este Cacique es de la 1ª. Encomienda perteneciente al Capitán don
Alonso Pacheco de Mendoza, manda un grupo de 38 indios útiles y de
trabajo de 14 años hasta 60, 12 muchachos menores de 14 años, 45 indias de 14
años para arriba, 8 muchachas de 14 años para abajo, y 4 indios jubilados de
mayor edad, para un total de 107
indígenas, que no está constituido totalmente por Bomboyes, sino que los
encomenderos incorporaron nativos de otros sitios y tribus como los Fanay,
Burrusay, Gayones, Monteros y Boques. Agregando el Corregidor:
- Usía, en este pueblo de San Pablo,
solo este cacique está considerado por los curas y los hacendados como “ladino
y de buena razón” (Acta
citada). Era el jefe con el que se
podían entender, hablaba español, era razonable y receptivo; posiblemente por
esta cualidad, era el cacique principal de toda la comunidad, sobre el resto de
los caciques y mandones de las restantes 5 encomiendas (Castellanos, Págs. 77 y
78). Esto, es indicativo que el resto de los caciques eran de comportamiento y
trato difícil; esto, coincide con lo anotado por el Obispo Martí en su visita
pastoral en 1777, que este pueblo sabe hablar el español y hablan en su lengua timoto, y tenía formación y al Fiscal Andrés, para religión católica y se negaban a practicarla; lo que
puede considerarse una forma de resistencia étnica ante el régimen de explotación
esclavista y la imposición de cultura y religión hispanas.
¿A qué se dedican estos naturales? Preguntó el Alcalde.
-
La hacienda
de don Alonso Pacheco de Mendoza, comprende explotación de caña
dulce, trigo, cría de animales vacunos, ovinos y mulares, siembra de algodón y
derivados con industria de telares, molinos, trapiche, curtiembres, tejidos, trilladora
y alambiques. Lo que conformaba una unidad de producción económica diversificada y
avanzada para dicha época.
Su labor, aunque no trabajaba ni pagaba tributo, por ser privilegio de
los caciques, era controlar que los demás indígenas trabajaran para el
encomendero y hacendado los días que les correspondía y pagar el tributo.
Asimismo, estaba bajo su subordinación el indio Andrés el Fiscal de Doctrina,
que cumplía labores de adoctrinamiento o catequesis, que ayudaba a hablar el
español a los indígenas junto con el Cura Doctrinero Juan Buenaventura Cabrita
y Losada, que los reunía en la Capilla de San Pablo Apóstol, de las más
antiguas de los Andes Trujillanos.
Conforme a lo que asentó el alcalde de Trujillo Valera y Mesa, en el acta
de emancipación indígena de 1687, Don Jashinto informó que,
-
Hay varios indígenas de
esta encomienda, que se fugaron. entre ellos: uno de nombre Baltazar que era
uno de los principales tejedores en la industria de telas de la hacienda del
capitán Alonso Pacheco de Mendoza; y lo acompañaron otros indios de nombre
Marcos y un Pablo, que están
bautizados. (Acta citada).
Se habían rebelado al régimen de explotación y maltrato y se fugaron de
la encomienda, marchándose
seguramente hacia el Cumbe de las
montañas de la posesión San Francisco, en Mendoza, o a los pueblos del sur del
Lago, muestra de la resistencia directa e indirecta de miembros de esta Comuna
Indígena. También, de otras encomiendas hubo fugados, todos fornidos y hábiles gañanes.
Habría nacido, Don Jashinto Mendoza, Cacique, en el Valle del Bomboy, en el año 1637
aproximadamente, se estima que pudo haber muerto a finales del siglo XVII.
Luego de haber matriculado los indígenas de la Encomienda del Capitán don
Alonso Pacheco de Mendoza, el alcalde pasó a la revisión de la segunda
encomienda, la de Doña Paula de
Saavedra, descendiente del capitán Juan Alvarez de Dabuin, el vencedor del
cacique Nigale y exterminador de las tribus del Lago. Se presentó el Cacique Don
Fernando. El Corregidor don Antonio de Oviedo, dijo:
-
Alcaide, Don Fernando
es el jefe indígena de la 2ª. Encomienda de la Doctrina San
Pablo Apóstol del Bomboy, perteneciente a doña Paula de Saavedra, con
51 indígenas, dedicada a plantación y explotación de caña dulce,
trapiche, alambique, algodón, ganado ovino, taller de tejidos (Ídem).
- Están todos bautizados.
Al adoptar el bautizo católico,
como parte de su adaptación al régimen social colonial, les
impusieron nombres castellanos, y ya mayores, en sus negocios y asuntos
civiles, agregan como patronímico el apellido de su
encomendero.
Seguidamente, por estar constituida por pocas personas, fue matriculada
la encomienda de los Mexías. Hizo acto de presencia el Cacique Don Marcos
Sánchez, de él, expresó el Corregidor Oviedo lo siguiente:
-
Don Diego, el cacique
Marcos Sánchez, es de la 3ª. Encomienda, perteneciente al
Capitán Joseph de Sánchez Mejías, con <<25 almas en la manera siguiente:
Siete indios útiles y de trabajo, cuatro muchachos de menor edad de catorce años, ocho indias de mayor edad de catorce años, cinco muchachas de menor
edad de catorce años para abajo, Un indio jubilado>> (Acta citada).
-
A qué se dedica el capitán Sánchez Mexías? Preguntó
el alcalde. El Corregidor le respondió:
-
La encomienda está
dedicada a la plantación y explotación de caña de azúcar, trapiche, alambique,
en una extensión de tierras grande, porque se compone de una parte a partir de
La Quebrada y otra, desde Timotes (Ídem).
Oviedo el Corregidor, también presentó al Alcalde, a don Gonzalo Mindax,
de quien dijo:
-
Este indígena, es el
cacique de la 4a. Encomienda, perteneciente a doña Juana
Hurtado de Mendoza, con 24 indígenas, dedicada a plantación y
explotación de caña dulce, trapiche, alambique (Ídem). Esta Doña Juana, es la tía-abuela del primer triunviro Presidente de Venezuela, doctor Cristóbal Hurtado de Mendoza.
Quedaban dos pequeñas encomiendas, que procedieron inmediatamente a
matricular. Como no tenía Cacique, la representaba Joseph (Mandón).
-
Alcalde, Joseph, es Mandón, no tiene el rango de
Cacique, pero ostenta jerarquía en la estructura social
indígena, y es el jefe de los nativos dentro de la 5a. Encomienda,
perteneciente al capitán Fernando Hurtado de Mendoza, con 6 indígenas, dedicada
a plantación y explotación de caña dulce, trapiche, alambique (Ídem).
Al igual que la anterior encomienda, se presentó su Mandón Pedro
Clemente. Esta era la encomienda del Cura Doctrinero.
-
Pedro Clemente Mandón,
pertenece a la 6a. Encomienda, del Cura Doctrinero licenciado Juan
Buenaventura Cabrita Losada, y es principal de la población de 22 indígenas,
dedicada a plantación y explotación de caña dulce, trapiche, alambique (Ídem). Seguramente, se extrañaría el Alcalde de Trujillo, ante este caso, como lo destaca el historiador Rafael
Castellanos, en el sentido que cumplía funciones ampliamente
contradictorias, era Cura Doctrinero de la comarca, que tenía como parte de
su misión evangelizadora la protección de los naturales, y
a la vez, explotaba como encomendero y colono a los indígenas que le habían
encomendado.
En 1608, se matricularon en esta
Doctrina, unos 900 aborígenes. 87 años después, cuando se produce este acto de
cambio de forma de esclavitud, es decir, pasar de la encomienda de servicios a
la condición de esclavos tributarios, encontramos que el total de almas de este
Pueblo Cabecera de Doctrina, con 6 encomiendas, era de 235 indígenas, una merma poblacional de gran significación.
La
libertad formalista y el régimen del tributo colonial directo al Rey, o el
nuevo régimen de esclavitud.
El
funcionamiento del nuevo modelo de sociedad, y las relaciones sociales de producción, se siguió afincando en la
explotación del trabajo del indígena, ahora manumiso y “remunerado” como peones
en las mismas posesiones agrícolas de los encomenderos y colonos del Valle de
Bomboy, donde venían trabajando sin paga.
Al eliminar
la encomienda, los indígenas no prestaran servicios personales al encomendero,
sino que pagarían directamente su tributo a las arcas del rey, para lo cual,
tenían que seguir trabajando en las haciendas de sus antiguos encomenderos, y
seguir viviendo en el Pueblo reduccionista y de concentración de indios.
Desde ese dia 14 de noviembre de 1687, cambió el régimen de relaciones sociales de producción esclavista, por relaciones de características tributarias, mercantilistas y feudales en el campo; sin embargo, mientras los indios gañanes, trilladores, arrieros, molineros, tejedores, vaqueros, lavanderos de pieles, continuaban laborando para sus encomenderos, las indias Pheliciana, Luysa, Victoria y Madalena, sin mostrar ninguna emoción de alegría por la nueva noticia, preparaban el viaje para ir a trabajar a Timotes y la Quebrada Grande, en las tierras del capitán Sánchez Mexías; de igual forma las encomendadas Olaya, Ignés, Pascuala, Josefa y Magdalena se trasladaban a los telares y curtiembres de los Mendoza en la Cañada, y por su parte, Beatriz, Anna, Cathalina, Costanza y Lucía, se fueron a preparar colores y tejer en los talleres de doña Paula de Saavedra, sosteniendo sus propias creencias. Los siete gañanes fugitivos, alcanzan por esas impenetrables montañas de Dios, los espacios secretos de libertad. Estas fugas, son expresión directa de rebeldía plena y de resistencia indígena, alejados del intolerable sistema esclavista, sin costear tributo, y Pedro, el mudo, seguiría igual, silencioso y sin pronunciar palabras, sin pagar tributo. Es parte de lo interesante de este evento histórico, que todos debemos conocer.
(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.
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