Oswaldo Manrique R.
El primer registro
histórico sobre un espacio para la educación en nuestra comarca lo encontramos en
una publicación-vocero oficial de la Superintendencia de Instrucción Pública
del año 1911, denominada Revista Pedagógica, en la que aparece como
plantel público la Escuela Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22; este,
era su nombre y registro oficial.
En los inicios del
siglo XX, en medio de un período dictatorial oscurantista y tiempo de
caudillos, sujeta la vida rural a los designios de la ley del talión, la
actividad magisterial, se le llamó acertadamente la “Causa de la Instrucción
Primaria” (Revista Pedagógica. N° 2. Trujillo, agosto 1911). Se comenzaba un
proceso de ruptura con más de 300 años de analfabetismo pleno, que enrumbara
hacia el avance moral y el progreso intelectual, y en concreto, este proceso lo
asumieron los primigenios educadores, como una campaña social de guerra contra
el analfabetismo. No se puede obviar, que fue una dilatada iniciativa en el
tiempo, por lo menos para La Puerta, ya que en 1870, se había firmado
el Decreto de Instrucción Primaria Pública y Obligatoria, durante la
presidencia del general Antonio Guzmán Blanco, pero en nuestra
parroquia la escuela llegó muy tarde.
Fotografía de 1946. Calle La Legua, a 200 metros de
esta casa, 35 años antes, estuvo ubicado el primer plantel público, bajo la denominación
de Escuela Nacional Mixta de Niñas de La Puerta N° 22. Obsérvese la calle de
tierra y las condiciones, bases, paredes y techos de las viviendas, en el
centro del pueblo.
De acuerdo con aquel
dato documental, en la segunda década del siglo pasado, los instrumentos
básicos con que contaba esta escuela, no pasaban de una casa vieja en la
transversal 8 frente a la Plaza Bolívar, con pupitres para 12 alumnos, una
pizarra para ejercicios gramaticales y operaciones aritméticas, la serie de 6 cartones
Geográficos de Colton, el Mapa de los Estados Unidos de Venezuela, de esta forma se llamaba la República, la
colección de Alfabeto en cubos de madera, con las letras mayúsculas grabadas en
negro y las minúsculas para la enseñanza de las letras, así como, el equipo Gimnástico
de Phellen; eran estas, las herramientas con que contaban las inaugurales y abnegadas
maestras, para impartir enseñanza primaria a los niños de este pueblo rural.
A los docentes de
estas escuelas, se les llamó Preceptores. Las primeras preceptoras de esta
Escuela Nacional Mixta N° 22, fueron la señorita Sofía Ramírez, que era la
Directora del plantel, y como Subdirectora, la señorita María Teresa Heredia.
Abnegadas educadoras que cumplían labores de aula y también de índole
administrativa. (Revista Pedagógica. Trujillo. 1911). Ambas eran bachilleres, en ese tiempo no
existía escuela Normalista, sin embargo, el bachiller no era una simple
credencial o cartulina como lo es hoy día, sino que representaba mucho
conocimiento y estudio; ellas eran idealistas militantes en la cruzada contra
el analfabetismo, afrontando decepciones, poca remuneración, pero firmes en
cumplir su misión de vencer las sombras.
Como dato
importante, relativo a los ingresos económicos de los maestros, el aporte
mensual que daba la Gobernación a las Escuelas Federales, era de 100 Bolívares,
provenientes del “Sobrante de la Renta Estadal”.
Bajo la Superintendencia
del señor Pedro Carrillo Guerra, se determinó el esmero magisterial en el cuido y atención a la lectura, las
maestras cada día escogían la lección que debía leerse varias veces, palabra a
palabra en la primera ronda, dando a los estudiantes las explicaciones sobre
los significados; de dos a dos palabras en la segunda ronda, de modo que se
pudiera notar la concordancia y armonía que alcanzaran, y una tercera ronda,
leyendo las oraciones completas, para que los alumnos pudieran detallar el
valor ortográfico de la puntuación en el oído. Ese era el método exhaustivo que
se aplicaba en dicha escuela, para aprender a leer, inclusive, podían hacerlo
sobre artículos de prensa o de revistas (Revista Pedagógica, pág. 10. Julio
1911).
La directora de la escuela, la
maestra Sofía Ramírez, al parecer
pertenecía a una familia de Niquitao, que se asentó en La Puerta, a principios
del siglo XIX, de la que solo fueron adjudicatarias de tierras del Resguardo
Indígena, Trinidad y María Rosario
Ramírez (Adjudicación 43ª, lote N° 60, con 100 mts de frente, colindante por el norte con
Gregoriana Moreno). Sofía, tuvo oportunidad de cursar estudios de
bachillerato y aprobó los exámenes de magisterio que se realizaban
periódicamente en la misma Superintendencia de Instrucción Pública en la ciudad
de Trujillo, así como, las diferentes evaluaciones que se le hacían al exigente
cargo. Su físico era de aspecto menudo,
sencilla en el vestir, de gruesa cabellera negra, de espíritu amable, culta, consagrada al
magisterio, fue ejemplo y guía para los nuevos docentes de la parroquia.
Según los tratadistas, el apellido
Ramírez, es castellano, casi
exclusivamente de Madrid (España), ya que fue en esa ciudad que estuvo su solar
primitivo desde tiempos inmemoriales. El apellido se hizo presente en la
conquista y posterior colonización de Venezuela, donde personajes llamados
Ramírez participaron en dichas empresas, aunque por ser un apellido de origen
patronímico, las distintas ramas carecen de relación genealógica entre sí, es
decir, no poseen el mismo origen. A una
de esas ramas, que se asentó en Trujillo, pertenecía la maestra Sofía, quien
ocupa un sitio prominente entre los educadores de La Puerta.
Un interesante dato
histórico, indica que el 2 de julio de
1911, asistió en representación del plantel, la señorita Heredia, a la Asamblea
de Institutores realizada en la ciudad de Trujillo, una especie de claustro educacional,
en el que participaban el Dr. e historiador Amílcar Fonseca, Monseñor Mejía y
el maestro José Luis Faure Sabaut, entre otros,
convocada por la Superintendencia de Instrucción Popular, en homenaje a
los Fundadores de la Patria, se cumplía el primer centenario de la firma del
Acta Magna de la libertad, el 5 de julio de 1811. La maestra María Teresa Heredia, que era una
especie de subdirectora, según indicios
que hemos encontrado, nació en otro apartado pueblo rural: Niquitao, en la
penúltima década del siglo XIX. Provenía de una familia en la que se registró
una encomiable lista de destacados educadores trujillanos, como la señorita
María del Rosario Carrillo Heredia, los doctores Ignacio y Alfredo Carrillo, la
señorita Braulia Heredia, entre otros; igualmente de poetas, estudiosos, aunque varios de sus
miembros fueron autodidactas, ejemplo de ello, su pariente el poeta José Ramón Heredia, quien se convirtió en uno de los
escritores trujillanos de mayor brillantez en su época, diplomático, quien
integró la Generación del 28 y el grupo
literario Viernes, ya adulto mayor, en 1974, recibió el Premio Nacional de Literatura
con Antología
poética. En la importante Asamblea de
Institutores trujillanos, a la que asistió la maestra Heredia, fue aprobada
entre otros puntos, la creación de 12 nuevas escuelas, una de ellas, proyectada
para la población de La Puerta. (Revista Pedagógica. Trujillo. 1911).
Estas dos maestras,
como hemos dicho, militantes de la causa de la instrucción del pueblo, que habían
asumido el apostolado educativo en favor de La Puerta, sabían que en aquel
contexto dictatorial, debían aprovechar el tiempo, por eso eran categóricas al
expresar que pueblo que no valorara su escuela y sus maestros, era un pueblo condenado
a sufrir las consecuencias de “…tan censurable irreflexión. Sobre él pesará…las
siete conocidísimas plagas y calamidades
de todo orden…” (Revista Pedagógica. N° 2. pag. 34. Trujillo. Agosto 1911). Solo con la escuela, se podía
avanzar hacia los estadios del progreso.
En el Directorio de
la Superintendencia de Instrucción Pública de 1912, dirigida por Pedro Carrillo
Márquez, continua como Preceptora de la Escuela Nacional Mixta de Niñas N° 22
de La Puerta, la maestra Sofía Ramírez.
Fueron estas
señoritas, las primeras que sirvieron como maestras de grado, directoras y
subdirectora del primer plantel educativo público de La Puerta, cumpliendo una
significativa y extraordinaria labor educativa y social para esta comunidad. Las vidas de estas dos maestras, se hacen acreedoras
al reconocimiento y gratitud de nuestra población. Justo es, rescatar su legado para la memoria
histórica de nuestra parroquia.
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