Oswaldo Manrique R.
Fueron varios hombres europeos, que
llegaron a este valle, a comienzos del siglo XVII, que ayudaron a forjar
nuestra comarca colonial. Mas reciente, en la segunda mitad del siglo XX,
llegaron otros, que con su obra y esfuerzo adquirieron igual significación en
la historia local de La Puerta. Uno de ellos, un joven inmigrante italiano, que
huía de las secuelas de la segunda Guerra Mundial en Europa, su nombre:
Fernando Lombardo Lombardo.
Nació en 1934, en Torre Pelosa (Italia),
un pequeño e histórico pueblo de pescadores, ubicado en la costa de Bari, cerca
del Mar Adriático.
Mi vecino Carlos, su hijo, relata que en sus estudios
de secundaria, recibió conocimientos y técnicas en construcción civil que lo
inclinaron desde muy temprano por este campo; al concluir hizo estudios de
arquitectura en la Universidad de Bari. Era la época en que se comenzaba a
sentir los estragos de la post guerra y ante la imposibilidad de desarrollar
sus conocimientos y habilidades, se vino a América en 1959, llegó a Venezuela
en pleno auge popular democrático, por la caída del dictador Pérez Jiménez. Fue
a Maracaibo. Cuenta nuestro entrevistado que arribó a esta ciudad con otro
forjador contemporáneo de La Puerta, el
señor Giovanni Batista Bianchi Bianchi, fundador del Hotel Los Andes, en la
avenida Bolívar de La Puerta. Eran grandes amigos, en Italia y en América
también. Tenía 25 años de edad cuando decidió venirse a nuestro país.
La Torre Pelosa, símbolo del
pueblo donde nació el arquitecto Fernando Lombardo. Gráfica tomada de pugliapress.org.
Con el tiempo, Batista su amigo, lo
invita a que se viniera a La Puerta, tierra de oportunidades; lo hizo, y
comenzó a trabajar en obras de construcción inclusive echando pala, cincel,
porra, cuchara y firme plomada. Con sus aportes de ideas y técnicas directas en
obra, empieza a notarse su formación en
arquitectura e ingeniería y a consolidarse como contratista destacado en
diseños, cálculos y fachadas. Son varias las casas que construyó para familias
nativas, y para otros, como ejemplo están los 3 chalets, frente a la
urbanización Valle Verde, con características europeas, que diseñó y construyó
él con sus obreros. Su humildad y solidaridad lo convirtieron en un docente de
la construcción, a quien los demás constructores y albañiles de esta zona
consultaban, pues era arquitecto, contratista y artista; varios de esos
contratistas fueron sus obreros; es decir, era el que sabia del arte de
diseñar, proyectar y construir casas, edificios y monumentos.
Las características de Lombardo, son
las del típico italiano, estatura promedio, piel blanca toteada por el trabajo
al sol y el frio, tenía la nariz larga y afilada (sus amigos le decían “Pinocho”),
característico de las personas con audacia y previsión; ojos claros, de
poderoso vigor expresivo, a veces taciturno como todos los artistas, sabia
organizar y dirigir. Su porte y sus modales europeos imprimían respeto. Reía
poco y con elegancia; hombre culto, era
buen conversador, de lenguaje sencillo siempre, no era vulgar; persistentemente
devoto de la vida y de La Puerta.
No escondía que le gustaba oír las
canciones de Nicola di Bari
especialmente Paese o Zapponeta
con temas de la emigración, el sentimiento y nostalgia por su pueblo natal o la
extraordinaria Prima cosa bella;
también la música de los cantantes del Festival de San Remo, se entregaba a su
música.
Arquitecto Fernando Lombardo Lombardo. Grafica dada en colaboración por su hijo
Carlos.
Una de las facetas desconocidas de su
existencia, es que Fernando fue un reservado artista, escultor y tallador.
Siendo oriundo de Bari, lugar de hermosos castillos y monumentos del siglo XV y
lugar de expresiones arquitectónicas importantes; quizás mantuvo esa pasión por
el arte y la belleza de las edificaciones que hizo y sus interesantes creaciones
y tallas en madera.
Fue un pausado y
exigente tallista o tallador, hizo obras en madera, propias de los
grandes artistas, también en metal, cobre o en piedra y mármol.
Con su imaginación
artística y sus prodigiosas manos,
produjo figuras y hermosas e interesantes esculturas, que son dignas de
cualquier exposición pública. Su casa en Carvajal, donde decidió pasar el resto
de sus días es -de hecho -, un museo.
Murió el 21 de octubre de 2018. Por su obra
creativa, esas pequeñas y grandes cosas
que realizó y con las que dejó huella Fernando en nuestra comarca, no dudamos
en considerarlo como uno de los forjadores contemporáneos de La Puerta.
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