viernes, 2 de agosto de 2019

Fernando Lombardo Lombardo, Forjador de Pueblo.



Oswaldo Manrique R.

Fueron varios hombres europeos, que llegaron a este valle, a comienzos del siglo XVII, que ayudaron a forjar nuestra comarca colonial. Mas reciente, en la segunda mitad del siglo XX, llegaron otros, que con su obra y esfuerzo adquirieron igual significación en la historia local de La Puerta. Uno de ellos, un joven inmigrante italiano, que huía de las secuelas de la segunda Guerra Mundial en Europa, su nombre: Fernando Lombardo Lombardo.
Nació en 1934, en Torre Pelosa (Italia), un pequeño e histórico pueblo de pescadores, ubicado en la costa de Bari, cerca del Mar Adriático.
Mi vecino  Carlos, su hijo, relata que en sus estudios de secundaria, recibió conocimientos y técnicas en construcción civil que lo inclinaron desde muy temprano por este campo; al concluir hizo estudios de arquitectura en la Universidad de Bari. Era la época en que se comenzaba a sentir los estragos de la post guerra y ante la imposibilidad de desarrollar sus conocimientos y habilidades, se vino a América en 1959, llegó a Venezuela en pleno auge popular democrático, por la caída del dictador Pérez Jiménez. Fue a Maracaibo. Cuenta nuestro entrevistado que arribó a esta ciudad con otro forjador contemporáneo de La Puerta,  el señor Giovanni Batista Bianchi Bianchi, fundador del Hotel Los Andes, en la avenida Bolívar de La Puerta. Eran grandes amigos, en Italia y en América también. Tenía 25 años de edad cuando decidió venirse a nuestro país.



  La Torre Pelosa, símbolo del pueblo donde nació el arquitecto Fernando Lombardo. Gráfica tomada de pugliapress.org.

Con el tiempo, Batista su amigo, lo invita a que se viniera a La Puerta, tierra de oportunidades; lo hizo, y comenzó a trabajar en obras de construcción inclusive echando pala, cincel, porra, cuchara y firme plomada. Con sus aportes de ideas y técnicas directas en obra, empieza a  notarse su formación en arquitectura e ingeniería y a consolidarse como contratista destacado en diseños, cálculos y fachadas. Son varias las casas que construyó para familias nativas, y para otros, como ejemplo están los 3 chalets, frente a la urbanización Valle Verde, con características europeas, que diseñó y construyó él con sus obreros. Su humildad y solidaridad lo convirtieron en un docente de la construcción, a quien los demás constructores y albañiles de esta zona consultaban, pues era arquitecto, contratista y artista; varios de esos contratistas fueron sus obreros; es decir, era el que sabia del arte de diseñar, proyectar y construir casas, edificios y monumentos.
Las características de Lombardo, son las del típico italiano, estatura promedio, piel blanca toteada por el trabajo al sol y el frio, tenía la nariz larga y afilada (sus amigos le decían “Pinocho”), característico de las personas con audacia y previsión; ojos claros, de poderoso vigor expresivo, a veces taciturno como todos los artistas, sabia organizar y dirigir. Su porte y sus modales europeos imprimían respeto. Reía poco y con elegancia; hombre  culto, era buen conversador, de lenguaje sencillo siempre, no era vulgar; persistentemente devoto de la vida y de La Puerta.
No escondía que le gustaba oír las canciones de Nicola di Bari   especialmente Paese o  Zapponeta con temas de la emigración, el sentimiento y nostalgia por su pueblo natal o la extraordinaria Prima cosa bella; también la música de los cantantes del Festival de San Remo, se entregaba a su música.



Arquitecto Fernando Lombardo Lombardo. Grafica dada en colaboración por su hijo Carlos.
Una de las facetas desconocidas de su existencia, es que Fernando fue un reservado artista, escultor y tallador. Siendo oriundo de Bari, lugar de hermosos castillos y monumentos del siglo XV y lugar de expresiones arquitectónicas importantes; quizás mantuvo esa pasión por el arte y la belleza de las edificaciones que hizo y sus interesantes creaciones y tallas en madera.
Fue un pausado y exigente tallista o tallador, hizo obras en madera, propias de los grandes artistas, también en metal, cobre o en piedra y mármol.
Con su imaginación artística y sus prodigiosas manos,  produjo figuras y hermosas e interesantes esculturas, que son dignas de cualquier exposición pública. Su casa en Carvajal, donde decidió pasar el resto de sus días es -de hecho -, un museo.
 Murió el 21 de octubre de 2018. Por su obra creativa,  esas pequeñas y grandes cosas que realizó y con las que dejó huella Fernando en nuestra comarca, no dudamos en considerarlo como uno de los forjadores contemporáneos de La Puerta.

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