viernes, 16 de agosto de 2019

La mano en pena del Tirano Aguirre, deambuló inflamada por La Puerta.




Oswaldo Manrique R.

Se ha escuchado que las luces incandescentes que bajan en forma de culebra por las faldas del Páramo, y las que se ven detrás de él, así como  los centelleos luminosos que se verían revolcándose sobre los chorrerones de Komboko y La Maraquita, que parecieran unirse   a la niebla para convertirse en bolas de fuego endemoniadas, serian rezagos del alma en pena del Tirano Aguirre.  Otros han dicho que vieron una mano gigantesca, de cuyos dedos se desprendían líneas zigzagueantes de mercurio líquido. Esas bolas o trazos de candela, pueden producirse, según me han relatado, en noches tranquilas y en noches de intensa lluvia. Son creencias, que derivan de la llegada de los Graterol Saavedra a La Puerta a comienzos del siglo XVII, y desde ese tiempo estaría andariega el alma de  Aguirre, el Príncipe de la libertad, por estas cumbres.
El capitán Francisco de Graterol, conquistador y avezado guerrero europeo, que fue en busca del sometimiento del Tirano Aguirre, salió desde Trujillo, con sus armas y sumado al grupo de guerreros, que conformaron la fuerza del Rey, lo vencieron y lo ultimaron. Después de muerto, este Graterol, le cortó una de las  manos a  Aguirre, la llevó a Trujillo como trofeo de guerra y la enterró en la Plaza Mayor, hoy plaza Bolívar (otros cronistas, señalan que le cortó las dos manos). La población vio esto, como un acto del demonio que les traería mucha intranquilidad e infortunio, por este acto de bestialidad. Graterol, por el contrario, fue premiado por el gobierno real, que le otorgó encomienda y tierras en San Pablo Apóstol (hoy La Puerta).    
En 1687, tenia esta encomienda, por haberla heredado de su pariente, doña  Paula Saavedra, la excepcional Encomendera,  mujer que asumió la conducción de esta encomienda de indios Timotes en La Puerta, violentando la Ley de Indias que prohibía a las mujeres dicho beneficio de los conquistadores, y que sembró sin quererlo, la conseja del traslado de Trujillo a este valle,  de la leyenda del alma en pena de Aguirre, de su anatema por el desprendimiento brutal de su mano; sin embargo, esta mujer destacó por su buen trato a los indígenas que tuvo encomendados.
Lope de Aguirre, fue uno de los conquistadores y súbditos españoles que llegaron a América del Sur, que tuvo una aguerrida y conflictiva actuación militar en la búsqueda del denominado “Dorado”,  pero a su vez, organizó y liderizó una rebelión contra la Monarquía Española, por el maltrato y olvido que recibían los guerreros conquistadores,  por este motivo,  se ordenó su captura y muerte, lo que ocurrió el 27 de octubre de 1561, en Barquisimeto, Venezuela.  Aguirre, es una figura satanizada por la historiografía hispana. Controversial, para unos era un loco, asesino y tirano, y para otros, es considerado el Príncipe de la Libertad. Él mismo, se hacía llamar “El Peregrino”.

Grafica de un muy antiguo retrato del llamado Príncipe de la Libertad, en su parte inferior  se lee: “Lope de Aguirre Fuerte Caudillo de los Marañones”. Obsérvese que las facciones y la expresión del rostro, puestas por el pintor, son las de un ser brutal, hosco y  sanguinario; los ojos, expresan alto grado de locura. Esto era parte de la campaña de desprestigio que  expandió en su contra el imperio español.  Copiada de Revista SIC. Centro Gumilla. Edición octubre 2015.

La Puerta, llena de historias y leyendas, tiene una virtud colectiva, que es su especial fascinación por los hechos y personajes adosados de ese realismo mágico sencillo, fresco, que nuestros abuelos y abuelas, logran expresar con una especie de encantamiento para sus escuchas. Una noche -ya había muerto mi abuelo Concio-,  seguía avanzando el rojo fragua en la falda del páramo, uno de esos lamentables y excepcionales  incendios de larga duración,  y al comentar el hecho, mi abuela Guadalupe nos contó a quienes estábamos alrededor del fogón, que cosas extrañas ocurrían contra la tierra de La Puerta, desde que los Graterol Saavedra, se asentaron aquí como encomenderos y hacendados. Mientras nos hablaba y despertaba nuestra atención, el ventarrón de vacaciones, que se cuela por esta época desde el pico el Águila, nos hacia temer que el incendio pudiera llegar hasta el pueblo. La abuela para calmarnos, sonreía y me decía, caliéntese los pies. Al rato, a pesar de que ya había calentado mis pies, me acosté y no pude dormir tranquilo, solo pensando e imaginando cómo era el tal tirano y cómo eran sus marañones.   
Simón Bolívar, consideraba a este personaje como precursor en la lucha de liberación, y dejó escrito que la rebelión de Lope de Aguirre fue la primera declaración de independencia de una región de América. Este explorador vasco, en 1561 tomó la Isla de Margarita, que controló imponiendo medidas de terror. Desde aquí, envió  una nueva carta al rey español Felipe II,  ya no explicándole sus planes de libertad y autogobierno, sino insultándolo, firmándola como El Peregrino y como el Príncipe de la Libertad.  
La persecución a Lope de Aguirre, fue implacable y a muerte. Cuando éste sintió que el cerco montado por las tropas del Rey, se estrechaba mas, sin posibilidades de evadirlo,  en su desesperación mató a su hija Elvira, acto que justificó al decir: “Porque alguien a quien quiero tanto no debería llegar a acostarse con personas ruines”; sabia como guerrero español, que a su hija le esperaba la violación  y la muerte. También mató a varios de sus seguidores (Marañones) que lo traicionaron e intentaron apresarlo. El fatídico final de Lope, lo dieron dos de sus marañones, quienes se emboscaron, le apuntaron con sus arcabuces, uno le disparó y solo lo rozo, lo que produjo la burla de Lope, y el otro si dio en el blanco, matándolo al instante.  
Sus victimarios, le cortaron las manos, su cabeza fue enjaulada y enviada a la ciudad de El Tocuyo. Una de las manos, la amputó el capitán Francisco de Graterol, futuro encomendero de La Puerta. Era tanto el odio que sentía la Monarquía Española  por  Lope de Aguirre, caudillo de los marañones, que después de muerto, se le enjuició y se le declaró culpable de delito de lesa majestad. 
Como testimonio de su presencia en Venezuela, obras sobre este personaje hay,  nuestros escritores Arturo Uslar Pietri, Luis Brito García, y Miguel Otero Silva, lo describen en síntesis, como un hombre  educado y de buena caligrafía, algo ambicioso, temperamental, astuto, valiente, honorable,  hábil, rebelde y libertario. Un dato interesante, es que en pleno siglo XVI, le concedió igualdad de derechos a los negros e indios, en sus incursiones y en las regiones bajo su gobierno; enemigo de los frailes.  El cantante venezolano Paul Gillman y su banda de Heavy Metal, le compusieron una canción titulada “El Tirano Aguirre”, incluida en su álbum “Escalofrío”, del año 1994.
Cuentan en el pueblo, que cada vez que había un conflicto intenso en La Puerta, mayormente por invasión de tierras, las antiguas indígenas y mestizas, decían que era la venganza de Lope de Aguirre. Respetando, lo que la tradición oral sostiene, sobre la leyenda de Lope de Aguirre  “el Peregrino” y la amputación de su mano, de que el espanto o espíritu en pena deambula y vaga por las calles o las montañas de La Puerta, inclusive, echando fuego, como consecuencia del desprendimiento de la mano del jefe de los marañones, lo anterior es lo que nos demuestra la fuente historiográfica. Los otros espantos, son propios de la memoria de los pobladores, que también se  les guarda la debida consideración.



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