Oswaldo Manrique R.
Según cronistas trujillanos, la sala
de Cine que precedió a todas las demás en la región, fue la situada en la casa
de la Familia Briceño Vásquez, en
la ciudad de Trujillo, con data
del 3 de Diciembre de 1920, oportunidad
en que proyectó la primera película cinematográfica en el Estado Trujillo.
Aunque no dan cuenta del título del film, seguramente fue una del denominado
ciclo del poderoso cine silente italiano como: ¿Quo vadis?, producida en 1912 por Enrico
Guazzoni, o la francesa La reina Isabel, producida en 1912, protagonizada por la actriz Sarah Bernhardt.
Si fue una latina, pudo ser Flor de
durazno, con la que debutó en el
cine Carlos Gardel en 1917. Pero si fue
una cinta del cine norteamericano, pudo ser de las protagonizadas por Charles Chaplin y Mary Pickford como El Vagabundo filmada en 1915, o Vida
de perros producida en 1918.
En
las salas de cine de los pueblos, los que más disfrutan son los niños y jóvenes,
especialmente cuando películas de humor y comedia se trata.
En estos espacios, casas o salas de exhibición de películas, la mayoría
empíricos en dicha época, se contaba con un equipo para pasar los carretes de
acetato. Según el concepto de esto, el arte de representar imágenes en
movimiento, se hace con un aparato óptico, en el que se pasan rápidamente muchas
imágenes fotográficas que representan otros tantos momentos consecutivos de una
acción determinada con lo que se consigue reproducir escenas en movimiento.
En La Puerta, a una cuadra de la plaza, se abrió un espacio para la fantasía y la
magia, en la que los pobladores dieron rienda suelta a sus sueños, el primer cine o sitio donde se pasaron películas. El cine llegó al pueblo en los años 60. Un señor de apellido Cacique, con sus dos
proyectores usados, buscó un lugar amplio en la Calle Páez, muy cerca de la Prefectura y les recreó la
vida a los niños y jóvenes. El ingeniero Jorge Luis Abreu, testigo de aquellas
jornadas, porque fue precisamente en su casa materna, donde se montó el primer
cine, nos dijo que las películas de 35 milímetros, llegaban semanalmente en
unos enormes carretes de metal, y las funciones eran los sábados. Escogían a un muchacho a quien le daban la
entrada gratis, tenía que cargar y mostrar el aviso con el afiche de la
película y pasearlo por las calles del pueblo, una especie de marquesina móvil.
La sala era un espacio de la casa de la familia Abreu, en la
Avenida Páez, con calle 5, frente a la casa de la familia Rondón, (hoy hay una posada turística),
cuyo piso algo inclinado, con unas bancas de madera, una pared alta pintada de
blanco y borde negro, era el ideal para
la proyección. Las películas preferidas eran
las mexicanas, Antonio Aguilar, Pedro Infante, Fernando Casanova, Jorge
Negrete.
La muchachada se inclinaba por las de Viruta y Capulina y las de Tin
Tan y su carnal Marcelo. Entretenían las de Santo el enmascarado de plata,
fornido luchador mexicano, al que jamás se le vio la cara, siempre entretenía.
Pero también llevaban películas de Hopalong Cassidy, Roy Roger, westerns de
John Wayne y muchas otras. La sorpresa fue grande, un sábado en que
presentaron una película, después de hora y media de proyección, su final fue
simplemente un letrero de “Continuará”; es decir, era una serie que obligaba a
ir el siguiente sábado para continuar la trama y ver el final, lo que dejaba
preocupados y en suspenso a la chiquillería, elucubrando toda suerte de
desenlaces cinematográficos.
Cartel de la película cómica y de lucha libre Santo contra Capulina. En: Lucha -libre-Guatemala. blog
Cartel de la película cómica y de lucha libre Santo contra Capulina. En: Lucha -libre-Guatemala. blog
En Semana Santa, no faltó la proyección de Ben Hur, Los Diez Mandamientos, colosal realización de Cecil B. De Mille; las
jóvenes salían lagrimeando, comentando las enseñanzas que contenía la Biblia.
Pudo verse Rey de Reyes, el Signo de la Cruz, con las que lograban salir un
poco más en sintonía con Dios. Los viejos del pueblo, supieron lo increíble de
aquel mundo mágico que se percibía en aquella sala sonora y gozaban viendo y
escuchando las carcajadas y gritos de los niños y jóvenes. Un público cuya
candidez e ingenuidad eran evidentes.
Cartel de la película Ben Hur, protagonizada por Charlton Heston. Wikipedia
Luego el cura Mario
Castillejo, instalaría una sala de cine
en el auditorio del Colegio Parroquial. En la década de los 70, el señor Pepe
Lozito, instalaría un cine en la avenida
Bolívar con calle 3.
En el cine de Pepe, vienen a la memoria aquellas mexicanas que expresaban la tragedia rural,
las guerras populares con sus charrasqueados y la hermosura del canto y los
sentimientos entrañables de Antonio Aguilar, Pedro Infante, José Alfredo
Jiménez, Javier Solís, Pedro Armendáris, Jorge Negrete, como de las hermosas
beldades María Félix, Flor Silvestre, Lucha Villa, o los siempre cómicos
Cantinflas, Borolas, Mantequilla, Viruta y Capulina, Tin Tan, Resortes,
Clavillazo, cada uno en sus parodias particulares, haciendo reír a sus
invisibles videntes.
Escena de "Ahí está el detalle", protagonizada por el actor cómico
mexicano Mario Moreno “Cantinflas”. fotografía de https://www.bbc.com/mundo/noticias
Después de la segunda guerra mundial,
las empresas norteamericanas de cine, se dedicaron a realizar películas de
guerra, siendo propicio para los mexicanos, explotar películas comerciales en diferentes
géneros para el mercado interno, para el latinoamericano y el caribeño. Uno de los géneros de mayor éxito
de taquilla, lo fue el ranchero.
Cartel de
la película Santo vs. la invasión de los
marcianos, protagonizada por el actor y luchador
mexicano Wolf Rubinski.
Las películas mexicanas
musicales, particularmente las que más gustaban al pueblo, estaban influenciadas
por la música ranchera, y tenían como protagonistas a auténticos y destacados cantantes como Antonio
Aguilar, Pedro Infante y Jorge Negrete, así como poetas compositores como José Alfredo
Jiménez y Agustín Lara, cuyas composiciones sirvieron de argumento a numerosas películas.
Esas eran las filmaciones que gustaban a la población de La Puerta.
Debo hacer
una inflexión en este tema, porque este tipo de películas, fue cambiando al
sencillo y analfabeta campesino en los años 60, al punto que cada vez se hacía más
asiduo al cine, para tener la oportunidad de percibir esa realidad lejana (la
mexicana) que se parecía a la de él y la de esta parroquia, con costumbres
parecidas, formas de vestir, fiestas,
nombres, lugares, condiciones de vida, pobreza, injusticia social, que incidían en su tradición patrimonial y cultural. Esto,
los entusiasmaba y los articulaba de alguna forma con estas representaciones.
Con el impulso
de la televisión por cable,
desaparecerían los cines en nuestra Parroquia.
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