miércoles, 11 de septiembre de 2019

La primera sala de cine de La Puerta.





 Oswaldo Manrique R.

Según cronistas trujillanos, la sala de Cine que precedió a todas las demás en la región, fue la situada en la casa de  la Familia Briceño Vásquez, en  la ciudad de Trujillo,  con data del 3 de Diciembre de 1920,  oportunidad en que proyectó la primera película cinematográfica en el Estado Trujillo. Aunque no dan cuenta del título del film, seguramente fue una del denominado ciclo del poderoso cine silente italiano como: ¿Quo vadis?, producida en 1912 por Enrico Guazzoni,  o la francesa  La reina Isabel, producida en  1912,  protagonizada por la actriz Sarah Bernhardt. Si fue una latina, pudo ser  Flor de durazno, con la que  debutó en el cine Carlos Gardel en  1917. Pero si fue una cinta del cine norteamericano, pudo ser de las protagonizadas por  Charles Chaplin y Mary Pickford  como   El Vagabundo filmada en 1915, o Vida de perros  producida en 1918.  


En las salas de cine de los pueblos, los que más disfrutan son los niños y jóvenes, especialmente cuando películas de humor y comedia se trata.   

En estos espacios, casas  o salas de exhibición de películas, la mayoría empíricos en dicha época, se contaba con un equipo para pasar los carretes de acetato. Según el concepto de esto, el arte de representar imágenes en movimiento, se hace con un aparato óptico, en el que se pasan rápidamente muchas imágenes fotográficas que representan otros tantos momentos consecutivos de una acción determinada con lo que se consigue reproducir escenas en movimiento.
En La Puerta,  a una cuadra de la plaza,  se abrió un espacio para la fantasía y la magia, en la que los pobladores dieron rienda suelta a sus sueños, el primer cine o sitio donde se pasaron películas. El cine llegó al pueblo en los años 60.  Un señor de apellido Cacique, con sus dos proyectores usados, buscó un lugar amplio en la Calle Páez,  muy cerca de la Prefectura y les recreó la vida a los niños y jóvenes. El ingeniero Jorge Luis Abreu, testigo de aquellas jornadas, porque fue precisamente en su casa materna, donde se montó el primer cine, nos dijo que las películas de 35 milímetros, llegaban semanalmente en unos enormes carretes de metal, y las funciones eran los sábados.   Escogían a un muchacho a quien le daban la entrada gratis, tenía que cargar y mostrar el aviso con el afiche de la película y pasearlo por las calles del pueblo, una especie de marquesina móvil. La sala era un espacio de la casa  de la familia Abreu, en la Avenida Páez, con calle 5, frente a la casa de la familia Rondón,   (hoy hay una posada turística), cuyo piso algo inclinado, con unas bancas de madera, una pared alta pintada de blanco y   borde negro, era el ideal para la proyección. Las películas preferidas eran  las mexicanas, Antonio Aguilar, Pedro Infante, Fernando Casanova, Jorge Negrete.
La muchachada se inclinaba por las de Viruta y Capulina y las de Tin Tan y su carnal Marcelo. Entretenían las de Santo el enmascarado de plata, fornido luchador mexicano, al que jamás se le vio la cara, siempre entretenía. Pero también llevaban películas de Hopalong Cassidy, Roy Roger, westerns de John Wayne  y muchas otras.  La sorpresa fue grande, un sábado en que presentaron una película, después de hora y media de proyección, su final fue simplemente un letrero de “Continuará”; es decir, era una serie que obligaba a ir el siguiente sábado para continuar la trama y ver el final, lo que dejaba preocupados y en suspenso a la chiquillería, elucubrando toda suerte de desenlaces cinematográficos.


Cartel de la película cómica y de lucha libre Santo contra Capulina. En: Lucha -libre-Guatemala. blog

En Semana Santa, no faltó la proyección de Ben Hur, Los Diez Mandamientos, colosal realización de Cecil B. De Mille; las jóvenes salían lagrimeando, comentando las enseñanzas que contenía la Biblia. Pudo verse Rey de Reyes, el Signo de la Cruz, con las que lograban salir un poco más en sintonía con Dios. Los viejos del pueblo, supieron lo increíble de aquel mundo mágico que se percibía en aquella sala sonora y gozaban viendo y escuchando las carcajadas y gritos de los niños y jóvenes. Un público cuya candidez  e ingenuidad  eran evidentes.


Cartel de la película  Ben Hur, protagonizada por Charlton Heston. Wikipedia

  Luego el cura Mario Castillejo,  instalaría una sala de cine en el auditorio del Colegio Parroquial. En la década de los 70, el señor Pepe Lozito,  instalaría un cine en la avenida Bolívar con calle 3. En el cine de Pepe, vienen a la memoria aquellas  mexicanas que expresaban la tragedia rural, las guerras populares con sus charrasqueados y la hermosura del canto y los sentimientos entrañables de Antonio Aguilar, Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, Javier Solís, Pedro Armendáris, Jorge Negrete, como de las hermosas beldades María Félix, Flor Silvestre, Lucha Villa, o los siempre cómicos Cantinflas, Borolas, Mantequilla, Viruta y Capulina, Tin Tan, Resortes, Clavillazo, cada uno en sus parodias particulares, haciendo reír a sus invisibles videntes.   


  Escena de "Ahí está el detalle", protagonizada por el actor cómico mexicano Mario Moreno “Cantinflas”. fotografía de https://www.bbc.com/mundo/noticias

         Después de la segunda guerra mundial, las empresas norteamericanas de cine, se dedicaron a realizar películas de guerra, siendo propicio para los mexicanos, explotar películas comerciales en diferentes géneros para el mercado interno, para el  latinoamericano y el caribeño.  Uno de los géneros de mayor éxito de taquilla, lo fue el ranchero.



 Cartel de la película  Santo vs. la invasión de los marcianos,  protagonizada por el actor y luchador mexicano Wolf Rubinski. 

Las películas mexicanas musicales, particularmente las que más gustaban al pueblo, estaban influenciadas por la música ranchera, y tenían como protagonistas  a auténticos y destacados cantantes como Antonio Aguilar, Pedro Infante y Jorge Negrete, así como poetas compositores como José Alfredo Jiménez y Agustín Lara, cuyas composiciones sirvieron de argumento a numerosas películas. Esas eran las filmaciones que gustaban a la población de La Puerta.

Debo hacer una inflexión en este tema, porque este tipo de películas, fue cambiando al sencillo y analfabeta campesino en los años 60, al punto que cada vez se hacía más asiduo al cine, para tener la oportunidad de percibir esa realidad lejana (la mexicana) que se parecía a la de él y la de esta parroquia, con costumbres parecidas, formas de vestir,  fiestas, nombres, lugares, condiciones de vida, pobreza, injusticia social, que incidían  en su tradición patrimonial y cultural. Esto, los entusiasmaba y los articulaba de alguna forma con estas representaciones.
 Con el impulso de la televisión por cable,  desaparecerían los cines en nuestra Parroquia.

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