Oswaldo Manríque R.
I.-
El próximo
5 de marzo, habrán transcurrido 29 años, del lamentable accidente aéreo, en las montañas del Páramo de las 7 Lagunas, jurisdicción de la Parroquia La
Puerta, Estado Trujillo, sector “La Aguada”, específicamente en los Cerros San Antonio y el San Felipe, en los que perdieron la vida cinco tripulantes
y cuarenta pasajeros, que viajaban en el avión conocido como El Oriental, de la
Línea Aérea Venezolana Aeropostal, que había salido del aeropuerto de La
Chinita (Maracaibo) a las 3 y 50 minutos de la tarde, con destino a Santa Bárbara
del Zulia. Esta aeronave fue el orgullo de
dicha empresa, por haber viajado el Papa Juan Pablo II, en 1985, en su primera
visita a Venezuela.
Aspecto
de la consternación que causó esta tragedia aérea en la pequeña población de La
Puerta; obsérvese la Plaza Bolívar y sus alrededores colmada de funcionarios
policiales, defensa civil, de gobierno, familiares de la victimas,
rescatistas y vecinos de esta parroquia.
Según la información publicada por la
mayoría de los medios impresos del país, hubo varias declaraciones entre ellas
las de Carlos Colina, gerente de Aeropostal, la de Gisela Romero, Gerente del Aeropuerto y
voceros del Personal de División de Búsqueda y Salvamento, al conocerse que
dicho avión no aterrizó a la hora prevista en su destino, ni se tenían noticias
acerca del paradero de la aeronave extraviada, las autoridades ordenaron
decretar la emergencia, que se hace en esos casos, iniciando las actividades de
búsqueda y localización, para lo cual se sumaron tres aviones civiles,
incluyendo, uno de la misma Línea Aeropostal y un helicóptero de la Guardia
Nacional.
Fue el día 6 de de marzo de 1991, cuando se
llegó a tener información oficial
que el avión DC-9-30 de la Línea
Aeropostal que estaba desaparecido, se había estrellado contra una montaña en
el Páramo de La Puerta (Los Torres), a
varios kilómetros de distancia del área urbana de La Puerta, en el Estado Trujillo. Rápidamente fueron llegando
al casco urbano de nuestra parroquia, funcionarios policiales, de Defensa Civil,
familiares, amigos y gente de los medios de comunicación social del país, lo
que conmocionó a nuestros vecinos y a los trujillanos en general, no solo por
la aglomeración de personas, sino por las dramáticas y desgarradoras escenas de
los deudos de las víctimas del accidente, angustiados por recibir información y
otros desesperados por subir al Páramo, que fueron escenas de profundo dolor y
llanto, que tuvieron que presenciar. Los parroquianos, se convirtieron en un cuerpo espontaneo de solidaridad y colaboración
para los parientes y amigos de las víctimas. La aglomeración mayor, se vio en
la plaza Bolívar y en el templo San Pablo Apóstol, que sirvió como aliviadero espiritual
de los familiares, en este fatal trance.
Una familia del sector “San
Rafaelito”, en este Páramo, fue la que al día siguiente del accidente, se dio
cuenta que cerca de allí, se había estrellado el avión desaparecido. Oswaldo
Rivero, agricultor y su hijo Aníbal, se trasladaban a su faena diaria, cuando al
transitar unos 4 kilómetros vieron los pedazos del avión y los cuerpos de las
victimas dispersas en la montana. Inmediatamente, Aníbal (17) y su hermano Gilberto
(12), bajaron a La Puerta, a la Prefectura y a la Junta Parroquial a dar parte sobre donde estaba el avión, y de lo visto en el lugar del accidente.
Confirmado
por las primeras personas que se acercaron a ver, el siniestro ocurrió sobre dos Cerros del Páramo
de La Puerta (Los Torres), en el San Antonio, donde encontraron restos
dispersos de cuerpos humanos y varios pedazos del avión. Más adelante, en el
Cerro San Felipe, también consiguieron, otra parte del avión, y los restos de
15 personas muertas en el accidente. Se calcula, alrededor de unos 2 kilómetros,
el área de desastre.
Organizadas por los entes del
gobierno, militares y policiales, médicos forenses y la colaboración de grupos
de rescate civiles del Estado Trujillo y
del Zulia, así como, voluntarios, las
actividades de búsqueda y rescate, se fueron desarrollando lentamente, porque era
época de fuertes y constantes lluvias y el terreno se pone fangoso e
inaccesible. Desde la población de La Puerta, hasta el sitio del accidente, son
unas cinco horas de viaje, que tuvieron que
transitar unos cien hombres rescatistas, por un camino estrecho, neblinoso y ademas, fangoso por
las lluvias. Luego, complementaron con la ayuda de un helicóptero de La Guardia
Nacional. Cerca de allí, seguían prestando colaboración –aunque consternados
por la situación-, Osvaldo Rivero, su esposa Natividad Villarreal y sus hijos Aníbal
y Gilberto,
El Gobernador del Estado Zulia, Dr.
Oswaldo Álvarez Paz, declaró a los medios de comunicación, que efectivamente,
no hubo sobrevivientes en el accidente aéreo y decretó duelo regional zuliano,
en vista que la mayoría de las víctimas eran nativas de esa entidad. Los grupos de rescate, en los veinte días que
duró el proceso de rescate, lograron localizar los cadáveres de 30 personas, durante
los primeros tres días de labor, los que recogieron, bajaron y
trasladaron. Posteriormente,
localizaron en un zanjón del Cerro San Felipe, a unos 700 metros del sitio
donde estrelló la aeronave, fueron hallados diez cadáveres en los asientos, con
sus respectivos cinturones de seguridad ajustados, y en las adyacencias, otros
cinco cadáveres totalmente despedazados.
En el recuerdo de los vecinos de La
Puerta, se encuentra latente, este fatal suceso, con diversas versiones, unas relatadas
por quienes pudieron subir al sitio del accidente (Cerros San Antonio y San
Felipe), otros de las irregularidades
observadas en la búsqueda de los cadáveres; destacó en las conversas populares el caso del hombre que andaba con
un perro que según él era rescatista, pero solo de joyas y prendas preciosas; otras
relacionadas con la misma investigación policial y penal o referidas al
“destino” de los costosos relojes y joyas; o a la extrema pobreza en que
cayeron quienes encontraron los maletines y carteras con dólares de las
víctimas. Pasado el tiempo, se conocieron
las verdaderas causas que produjeron el accidente, basadas en los elementos aportados por la
caja negra del avión: error humano.
II.-
Voy a compartir, lo que ocurrió unos años
después del accidente, con el material
del avión siniestrado. Caso que me tocó atender profesionalmente. Un comerciante
del pueblo, de apellido Paredes, se le ocurrió la idea de ir comprando y
acumulando pedazos del grueso aluminio, que la gente iba sacando del avión siniestrado
en el Páramo, otra persona también lo venía comprando. Los fue bajando y
depositando cerca de su casa, para al
acumular cierta cantidad, llevarlo a la fundición en Valera. Un día
llegó un señor disfrazado de turista zuliano,
con su joven esposa, atractiva catira y un pequeño niño, la indumentaria de
golfista, lentes importados, sandalias romanas de cuero y le llamó la atención
una casa que alquilaba el comerciante de La Puerta, y el hombre se la alquiló
con opción de compra, a un precio superior a lo que aspiraba el propietario, oferta
que lo obnubiló. El recién llegado, se portaba
colaborador y benefactor del comerciante, dándole regalos, dándole consejos
para mejorar sus finanzas y hasta ofreciéndole conseguir mercancía a mitad de precio,
que podía adquirir en el Comisariato de las petroleras, y hasta unas latas de atún
le regaló.
A los dos meses, el zuliano, le había
sacado comestibles y cantidades de dinero al comerciante con las que le
compraría mercancía en el Comisariato, y de ese mismo dinero, le pagaba el
alquiler de la casa. El arrendatario-comprador, de regalo en regalo, lo fue
envolviendo de tal manera, con el cuento que de un momento a otro le entregaría
todo el dinero de la casa, para comprarla con un solo pago. El comerciante se entusiasmó
más. Al día siguiente, el “turista zuliano”, que sabía que su “paciente” estaba
acumulando una cantidad importante de kilos de aluminio, los restos del avión estrellado
en el Páramo, en 1991, le obsequió una bolsa de dulces comprados en la panadería La
Vencedora, y en el mismo momento le propuso otro negocio, que le diera, ese
aluminio, que él mismo lo vendería al doble del precio que le pagarían en la
zona industrial de Valera, lo que aceptó
el vecino. Con el mismo dinero que le había dado, contrató un camión y se llevó
el aluminio. El inescrupuloso personaje se perdió, no se supo, ni de él, ni del
dinero, ni de la mercancía que le había contratado, y mucho menos de los restos
del avión.
Rápidamente, se habilitó un Tribunal,
se logró una medida de secuestro, cuando
el hombre regresó para retirar sus enseres y ropa, porque venía hacer valer su
derecho de compra de la casa, con el cuento que había conseguido un comprador y la iba a
vender, no pudo entrar por orden
judicial y contrató a un abogado. Se hizo
la denuncia, le montaron una emboscada en Valera, y le pusieron "los ganchos". Al
burlado comerciante no le quedó nada del avión siniestrado, tampoco del dinero
que le había dado al “turista zuliano”, pero
salvó su casa. Ahora bien, ¿Fue fortuito o casual este episodio, o seria una
suerte adversa o mabita que se le presagió a esta desafortunada persona, por la comercialización de los restos del
avión siniestrado? Cosas veredes Sancho.
Marzo 2020.
En la fotografía de Antonio Luis Rivero, se puede
observar, una parte del Cerro San Antonio, lugar donde se
hallaron restos de algunas de las personas que viajaban en el avión siniestrado
y pedazos de ese artefacto. Adyacente se
observa el Cerro San Felipe, donde se encontraron los restos de otras 15
personas, y otro pedazo de la aeronave. Cronografía 2563.
Imagen de la Virgen Nuestra Señora de la
Preciosísima Sangre, que se encuentra al
comienzo del Cerro San Antonio (Páramo de La Puerta o Los Torres), sitio donde
se estrelló la aeronave de la Línea Aeropostal, en el año 1991, erigida por los
deudos de las personas muertas en dicho accidente. Cronografía 2571.
Arriba, a la izquierda, el
señor Oswaldo Rivera, quien, junto con su hijo Aníbal, fueron los primeros que
al día siguiente del accidente, se apersonaron al lugar, y dieron
aviso a las autoridades de La Puerta. A la derecha, Antonio Lino Rivero, recorriendo el Cerro San
Antonio, obsérvese que es una zona tupidamente frailejonera y de neblina.
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