jueves, 5 de marzo de 2020

Tragedia aérea de 1991.

                                                                           

                                                              Oswaldo Manríque  R.



                                                    I.-
  

          El próximo 5 de marzo, habrán transcurrido 29 años, del lamentable accidente aéreo, en las montañas del Páramo de las 7 Lagunas, jurisdicción de la Parroquia La Puerta, Estado Trujillo, sector “La Aguada”,  específicamente en los Cerros San Antonio y el San Felipe,  en los que perdieron la vida cinco tripulantes y cuarenta pasajeros, que viajaban en el avión conocido como El Oriental, de la Línea Aérea Venezolana Aeropostal, que había salido del aeropuerto de La Chinita (Maracaibo) a las 3 y 50 minutos de la tarde, con destino a Santa Bárbara del Zulia.  Esta aeronave fue el orgullo de dicha empresa, por haber viajado el Papa Juan Pablo II, en 1985, en su primera visita a Venezuela. 




  Aspecto de la consternación que causó esta tragedia aérea en la pequeña población de La Puerta; obsérvese la Plaza Bolívar y sus alrededores colmada de funcionarios policiales, defensa civil,  de gobierno, familiares de la victimas, rescatistas y vecinos de esta parroquia.

            Según la información publicada por la mayoría de los medios impresos del país, hubo varias declaraciones entre ellas las de Carlos Colina, gerente de Aeropostal, la de  Gisela Romero, Gerente del Aeropuerto y voceros del Personal de División de Búsqueda y Salvamento, al conocerse que dicho avión no aterrizó a la hora prevista en su destino, ni se tenían noticias acerca del paradero de la aeronave extraviada, las autoridades ordenaron decretar la emergencia, que se hace en esos casos, iniciando las actividades de búsqueda y localización, para lo cual se sumaron tres aviones civiles, incluyendo, uno de la misma Línea Aeropostal y un helicóptero de la Guardia Nacional. 


         Fue el día 6 de de marzo de 1991, cuando se llegó a  tener información oficial que  el avión DC-9-30 de la Línea Aeropostal que estaba desaparecido, se había estrellado contra una montaña en el Páramo de La Puerta (Los Torres),  a varios kilómetros de distancia del área urbana de La Puerta, en el  Estado Trujillo. Rápidamente fueron llegando al casco urbano de nuestra parroquia,  funcionarios policiales, de Defensa Civil, familiares, amigos y gente de los medios de comunicación social del país, lo que conmocionó a nuestros  vecinos y a los trujillanos en general, no solo por la aglomeración de personas, sino por las dramáticas y desgarradoras escenas de los deudos de las víctimas del accidente, angustiados por recibir información y otros desesperados por subir al Páramo, que fueron escenas de profundo dolor y llanto, que tuvieron que presenciar.  Los parroquianos, se convirtieron en un cuerpo espontaneo de solidaridad y colaboración para los parientes y amigos de las víctimas. La aglomeración mayor, se vio en la plaza Bolívar y en el templo San Pablo Apóstol, que sirvió como aliviadero espiritual de los familiares, en este fatal trance. 

       Una familia del sector “San Rafaelito”, en este Páramo, fue la que al día siguiente del accidente, se dio cuenta que cerca de allí, se había estrellado el avión desaparecido. Oswaldo Rivero, agricultor y su hijo Aníbal, se trasladaban a su faena diaria, cuando al transitar unos 4 kilómetros vieron los pedazos del avión y los cuerpos de las victimas dispersas en la montana. Inmediatamente, Aníbal (17) y su hermano Gilberto (12), bajaron a La Puerta, a la Prefectura y a la Junta Parroquial  a dar parte sobre donde estaba el avión,  y de lo visto en el lugar del accidente. 

      Confirmado por las primeras personas que se acercaron a ver, el siniestro ocurrió sobre dos Cerros del Páramo de La Puerta (Los Torres), en el San Antonio, donde encontraron restos dispersos de cuerpos humanos y varios pedazos del avión. Más adelante, en el Cerro San Felipe, también consiguieron, otra parte del avión, y los restos de 15 personas muertas en el accidente. Se calcula, alrededor de unos 2 kilómetros, el área de desastre.

          Organizadas por los entes del gobierno, militares y policiales, médicos forenses y la colaboración de grupos de rescate  civiles del Estado Trujillo y del Zulia, así como,  voluntarios, las actividades de búsqueda y rescate, se fueron desarrollando lentamente, porque era época de fuertes y constantes lluvias y el terreno se pone fangoso e inaccesible. Desde la población de La Puerta, hasta el sitio del accidente, son unas cinco horas de viaje, que tuvieron que  transitar unos cien hombres rescatistas, por un camino estrecho, neblinoso y ademas, fangoso por las lluvias. Luego, complementaron con la ayuda de un helicóptero de La Guardia Nacional. Cerca de allí, seguían prestando colaboración –aunque consternados por la situación-, Osvaldo Rivero, su esposa Natividad Villarreal y sus hijos Aníbal y Gilberto,   

         El Gobernador del Estado Zulia, Dr. Oswaldo Álvarez Paz, declaró a los medios de comunicación, que efectivamente, no hubo sobrevivientes en el accidente aéreo y decretó duelo regional zuliano, en vista que la mayoría de las víctimas eran nativas de esa entidad.  Los grupos de rescate, en los veinte días que duró el proceso de rescate, lograron localizar los cadáveres de 30 personas, durante los primeros tres días de labor, los que recogieron, bajaron y trasladaron.   Posteriormente, localizaron en un zanjón del Cerro San Felipe, a unos 700 metros del sitio donde estrelló la aeronave, fueron hallados diez cadáveres en los asientos, con sus respectivos cinturones de seguridad ajustados, y en las adyacencias, otros cinco cadáveres totalmente despedazados.  


          En el recuerdo de los vecinos de La Puerta, se encuentra latente, este fatal suceso, con diversas versiones, unas relatadas por quienes pudieron subir al sitio del accidente (Cerros San Antonio y San Felipe),  otros de las irregularidades observadas en la búsqueda de los cadáveres; destacó en las conversas populares el caso del hombre que andaba con un perro que según él era rescatista, pero solo de joyas y prendas preciosas; otras relacionadas con la misma investigación policial y penal o referidas al “destino” de los costosos relojes y joyas; o a la extrema pobreza en que cayeron quienes encontraron los maletines y carteras con dólares de las víctimas.  Pasado el tiempo, se conocieron las verdaderas causas que produjeron el accidente,  basadas en los elementos aportados por la caja negra del avión: error humano.

                                                             II.-


             Voy a compartir, lo que ocurrió unos años después del accidente, con el material del avión siniestrado. Caso que me tocó atender profesionalmente. Un comerciante del pueblo, de apellido Paredes, se le ocurrió la idea de ir comprando y acumulando pedazos del grueso aluminio, que la gente iba sacando del avión siniestrado en el Páramo, otra persona también lo venía comprando. Los fue bajando y depositando cerca de su casa,  para al acumular  cierta cantidad,  llevarlo a la fundición en Valera. Un día llegó un señor disfrazado de turista zuliano,  con su joven esposa, atractiva catira  y un pequeño niño, la indumentaria de golfista, lentes importados, sandalias romanas de cuero y le llamó la atención una casa que alquilaba el comerciante de La Puerta, y el hombre se la alquiló con opción de compra, a un precio superior a lo que aspiraba el propietario, oferta que lo obnubiló.  El recién llegado, se portaba colaborador y benefactor del comerciante, dándole regalos, dándole consejos para mejorar sus finanzas y hasta ofreciéndole conseguir mercancía a mitad de precio, que podía adquirir en el Comisariato de las petroleras, y hasta unas latas de atún le regaló.  
              A los dos meses, el zuliano, le había sacado comestibles y cantidades de dinero al comerciante con las que le compraría mercancía en el Comisariato, y de ese mismo dinero, le pagaba el alquiler de la casa. El arrendatario-comprador, de regalo en regalo, lo fue envolviendo de tal manera, con el cuento que de un momento a otro le entregaría todo el dinero de la casa, para comprarla con un solo pago. El comerciante se entusiasmó más. Al día siguiente, el “turista zuliano”, que sabía que su “paciente” estaba acumulando una cantidad importante de kilos de aluminio, los restos del avión estrellado en el Páramo, en 1991, le obsequió una bolsa de dulces comprados en la panadería La Vencedora, y en el mismo momento le propuso otro negocio, que le diera, ese aluminio, que él mismo lo vendería al doble del precio que le pagarían en la zona industrial de  Valera, lo que aceptó el vecino. Con el mismo dinero que le había dado, contrató un camión y se llevó el aluminio. El inescrupuloso personaje se perdió, no se supo, ni de él, ni del dinero, ni de la mercancía que le había contratado, y mucho menos de los restos del avión. 
  
             Rápidamente, se habilitó un Tribunal, se logró una medida de  secuestro, cuando el hombre regresó para retirar sus enseres y ropa, porque venía hacer valer su derecho de compra de la casa, con el cuento que había conseguido un comprador y la iba a vender,  no pudo entrar por orden judicial y  contrató a un abogado. Se hizo la denuncia, le montaron una emboscada en Valera, y le pusieron "los ganchos". Al burlado comerciante no le quedó nada del avión siniestrado, tampoco del dinero que le había dado al “turista zuliano”,  pero salvó su casa. Ahora bien, ¿Fue fortuito o casual este episodio, o seria una suerte adversa o mabita que se le presagió a esta desafortunada  persona,  por la comercialización de los restos del avión siniestrado? Cosas veredes Sancho.

Marzo 2020.








En la fotografía de Antonio Luis Rivero, se puede observar,  una parte  del Cerro San Antonio, lugar donde se hallaron restos de algunas de las personas que viajaban en el avión siniestrado y  pedazos de ese artefacto. Adyacente se observa el Cerro San Felipe, donde se encontraron los restos de otras 15 personas, y otro pedazo de la aeronave. Cronografía 2563. 






Imagen de la Virgen Nuestra Señora de la Preciosísima Sangre,  que se encuentra al comienzo del Cerro San Antonio (Páramo de La Puerta o Los Torres), sitio donde se estrelló la aeronave de la Línea Aeropostal, en el año 1991, erigida por los deudos de las personas muertas en dicho accidente. Cronografía 2571. 





Arriba, a la izquierda, el señor Oswaldo Rivera, quien, junto con su hijo Aníbal, fueron los primeros que al día siguiente del accidente, se apersonaron al lugar, y dieron aviso a las autoridades de La Puerta. A la derecha,  Antonio Lino Rivero, recorriendo el Cerro San Antonio, obsérvese que es una zona tupidamente frailejonera y de neblina.  






Tripulación de la aeronave siniestrada en el Cerro San Antonio. 

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