Oswaldo Manrique Ramírez.
Durante varios años del pasado siglo,
cuando uno pasaba por la avenida Bolívar en las mañanas, se veían
apostadas en el sector La Hoyada, a un grupo de hombres y mujeres muy bien
ataviados, los hombres de paltó y corbata, las mujeres con el acento de
elegancia, como si de reuniones sociales se trataran. Algunos con paraguas,
lentes, abultadas carteras, maletines, revistas, bastones, sombreros, llegaban
sonreídos a ese punto de encuentro que irradiaba la claridad del sol. Entraban y salían, como si allí se organizaran
y buscaran las instrucciones del día, son sus hermanos de culto. Ya no existía
el negocio de Tolentino, era la casa solariega, antigua y cálida de Carmen
Pacheco y su familia, que servía de punto de encuentro de la esperanza, de guía
de gente honesta, sencilla, de distintos
sectores. Otros, que no son de su fe religiosa, iban a buscar opciones y
consejos a sus problemas individuales o
familiares, a tratar sus inquietudes o simplemente para escuchar la agradable conversación
de Carmen, a oír sus orientaciones, sus vivencias, anécdotas. Su casa era centro
constante de encuentros. Carmen los atiende a todos y a todos los anima y
fortalece en sus momentos de desaliento; además, los visita cuando sale en su
actividad, a llevar la palabra evangelizadora.
1.- Carmen Pacheco sonriente,
una mañana, entre las plantas del
patio de su casa. Fotografía tomada en
agosto 2020. Cronografía
N° 20200823WA0032.
Ocupa un lugar destacado entre las mujeres y vecinas. Toda la gente en La
Puerta, vecinos, campesinos, comerciantes, mujeres, niños, viejos, jóvenes,
escueleros, universitarios, profesionales, todos la llaman formalmente Carmen Pacheco, y con ese nombre se fue
haciendo referencia popular y ejemplar a todo lo largo y ancho de nuestra
comarca.
Muy arraigado a la lucha y al esfuerzo por prosperar económica y
socialmente en una época de mucha necesidad y carencias en el Estado Trujillo,
es el origen de esta mujer. Su nombre: Jacinta del Carmen Pacheco, se asomó a la vida el 11 de septiembre de
1943; es la hija del comerciante mendocino Tolentino Pacheco, uno de los más
activos y emprendedores comerciantes de la Parroquia la Puerta, a mediados del
siglo XX; Tolentino, fomentó una de las casas
comerciales más prosperas en la antigua calle Real, hoy Avenida Bolívar, sector
La Hoyada, Parroquia La Puerta, del Municipio Valera, del estado Trujillo; allí
vivieron y trabajaron los Pacheco. Este establecimiento comercial, fue el primero de
la comarca que fue objeto de un robo (1953), planificado por una banda bien
organizada de amigos de lo ajeno, proveniente de varios Estados (1). Su madre, la señora María Isabel Pacheco.
2.- Panorámica de la
avenida Bolívar de La Puerta, en la segunda acera que se observa a la izquierda,
donde van dos señores, es el frente del negocio de telas de Tolentino, donde
trabajó y atendió Carmen Pacheco. Fotografía
histórica de 1949. Cronografía N°
091830.
Este
mes de agosto, en la búsqueda de datos biográficos de personajes
contemporáneos, en el proceso de reconstrucción de la historia de La Puerta,
tuvimos la oportunidad de abordarla sobre algunos aspectos de sus vivencias.
La instrucción primaria, la
recibió en dicha parroquia, en la Escuela José Luis Faure Sabaut, que tenía
como aulas unas casas propiedad del señor Luis Ignacio Araujo, que se encontraban
ubicadas en la calle 8, entre las Avenidas Bolívar y Páez, frente a la Plaza Bolívar
de nuestra comarca. Relató que de esa
fase de su vida, recuerda a sus maestros Carmen de Mejía, al Bachiller García,
Laura Briceño, y fungía como director de la institución el Maestro Julio.
Tuvo
como compañeros de clases, a Jesús Manuel, Alfonso Aldana, Ana Ismaín, que ya
mayor fue esposa de Juan Terán, el que fue Prefecto; Auxiliadora Lamus, Trina
Rivas, Bertha Rivas y otros más. En sus recuerdos, aflora como si los estuviera
viviendo, que, <<iba mucho para el
campo a recoger chayota, maíz, caraota, sembrábamos en el campo como un conuco
con la abuela María>>; se refiere al campo de Los Barriales, después convertida
en Hacienda El Rosario, en las tierras asignadas
para expansión urbana de La Puerta (Juicio de Partición de Posesiones del Resguardo Indígena, de 1891), al que iba con
su abuela María del Rosario Pacheco.
El trabajo aprendizaje en el negocio familiar.
La
infancia de Carmen, fue la cotidiana en un pueblo rural andino, se disfrutaba y
a la vez, se aprendía a trabajar;
recordó que <<en el campo era
jugar, buscar leña para cocinar >>. Momentos que se acuerda con satisfacción,
y la enseñaron a trabajar con Tolentino, aprendió las reglas
del comercio de telas, agregó que <<primero
fue a barrer, acomodar las piezas de tela, se vendían por metros como la
crehuela, la popelina, el liencillo, el kaki, dril, se vendía la cotiza
(alpargates), sombreros de paja>>; optó por trabajar, ayudar a su padres en el sostenimiento económico de
la familia.
3.- A la derecha, de
perfil, viendo hacia la puerta del negocio, Carmen Pacheco, en plena juventud. A
su izquierda su papá Tolentino, de paltó, camisa y sombrero. Cronografía N°
3109.
Recordó
que en el negocio de su papá, se vendían <<mucho
los budares de tierra para hacer arepa, cazuelas, ollas de barro, tinajas para
llenar y enfriar agua>>; explicó que estos utensilios eran elaborados
por las manos de las señoras alfareras de Carorita, herederas de la técnica y
belleza artesanal de los Timotes, en la
mina de Tierra de Loza, también llamada Tierra Colorada, aquí en La
Puerta.
Siempre
ha vivido en La Puerta, recuerda de aquella época de su juventud que, fue <<
muy bonita, todos me querían, todos mis amigos y amigas>>. Gozaba
desde siempre, esa virtud de socializar y hacer amigos.
Su
vida de juventud fue sencilla, trabajo y familia, <<en ese tiempo, muy diferente, primero que no había esa luz eléctrica,
por el año 1951, había electricidad muy bajita, papá Tolentino tenía una lámpara
de gasolina, la prendía era él solo>>. Con el pasar del tiempo, su papá cambió el
rubro de las telas y vestido, <<después
teníamos una bodega de víveres. Nosotros trabajamos hasta el día que por el
1995. Todo era bonito, tranquilo, muy bonito, no yo en otra parte gustaría que
volviera la tranquilidad, no recuerdo nada, todo bien>>; eso, la
tranquilidad, es lo que aspira que
volviera a esta época.
Su ingreso al mundo espiritual y
contemplativo. Los tesoros más valiosos son invisibles.
Su figura
es de un aspecto austero, conjugado con alegría y jovialidad. Un exterior que
quizás esconde su espíritu amable, y más, su blando y sensible corazón. Ha consagrado su
vida y sus desvelos por su familia, primero su padre y madre, luego sus hermanos, hermanas y sus sobrinas, ayudando y enseñándoles para que pudieran encarar sus vidas sin apartarse de la
dignidad, hasta que se incorporó a su fe
religiosa. Tolentino Pacheco murió en 1987 (2). A su comunidad la sigue sirviendo con solidaridad, amor y desinterés.
A ella acuden personas de diferentes caseríos y sectores, para escuchar sus
consejos, su palabra educativa o simplemente para escucharle sus anécdotas o
gentiles bromas, vínculos que han solidificado el respeto que se tiene hacia
ella.
Se
le preguntó si había alguna razón en particular para entregarse a la actividad
religiosa, y respondió, que <<la razón
para ser Testigo de Jehová, el honor de llevar el nombre de un Dios todopoderoso…no
todas las religiones aseguran el tomar de Dios una esperanza, una fe y se
reconoce por sus frutos>>; como tantas otras personas, tiene sus ideas bastantes distanciadas de
<<la clerigalla de misa y olla>>; no cree en imágenes; sin embargo,
está inmersa en una muy profunda vivencia evangelizadora, con una ejemplar
sensibilidad social, caritativa y
solidaria con sus semejantes; tomó el uso de la palabra espiritual, como medio
para llevar algo de esperanza y consuelo a sus congéneres.
4.- Carmen Pacheco, en su casa, gráfica reciente. Cronografía N° 20200824WA0001.
No
cree en imágenes esculpidas, pero afirma lo siguiente <<para poder resolver problemas como la paz, satisfacción, tener
una vida satisfecha con todos los hijos e hijas, la virtud y la apacibilidad es
una cualidad de las personas que tienen paz interior>>. Esta manera
de pensar y actuar, se corresponde con esa cotidianidad de la que comentamos
anteriormente, muchos a diario, acuden a ella, quizás a tomar un poco de esa
sobriedad y sosiego que transmite.
Más
adelante, complementa: <<Afrontar
los sinsabores de la vida con calma y autocontrol es igual, sentir alegría, es
embellecer la población. Todo lo que tengo es paz interior>>. Sin
duda su apostolado, lleva además de ese objetivo pacifista: el de fomentar la
alegría y también la belleza colectiva, de su pueblo.
Se
le indagó sobre su mejor cualidad personal, reveló simplemente que <<hay mucha cualidades que nos vienen
en vida y para mostrar gratitud por los beneficios que no se ven, los tesoros más
valiosos son invisibles como la amistad con Dios, la oración, la ayuda del
espíritu santo, para saber cuál es la cualidad que más le gusta se puede decir
hay tantas virtudes, los caracteres son muchos buenos y malos y uno no se puede
decir este es mi carácter porque hay tantos que podemos decir es el mío diría
“bueno”, lo dicen son los que tratan a la persona y tienen su concepto>>.
Así como goza de espiritualidad, también exhibe mucha humildad.
Sus
preferencias personales. Uno tiene que avanzar no quedarse varado.
Es normal encontrarla en el jardín, en el solar de su casa. Sus conocimientos
en materia de plantas medicinales y ornamentales, le han creado una suerte de maestría
en estos rubros, desde su época de siembra, cuido, riego, tipo de corte, aplicaciones
y el resto de lo que significa el tratamiento y cuido de estas plantas
alternativas para la salud de la gente.
5.- Otra gráfica de
nuestro personaje, sentada en el jardín de su casa. Fotografía tomada en agosto 2020. Cronografía N° 20200823WA0033.
Sobre
sus preferencias gastronómicas, es mujer de gustos sencillos, <<decir de la comida no toda es buena,
a mi me gusta la criolla, sopa de costilla como se hacía antes, arepas de maíz
cachapa, cuajada criolla, se comía carne asada, no frita en los años 1970, una
sopa con papa y fideos así se llamaban los espaguetis, se comía con tomate y cebollín>>.
Estos son deleites criollos de la comarca.
Disfruta
la lectura, lo dice sin cortapisas, <<a
mi me ha gustado la lectura desde cuando aprendí a leer, en primer grado era un
Libro Primario, así se llamaba. En segundo grado Esmel muy buena lectura, recuerdo
que era el Himno a la Verdad; tales como el Reloj lectura de Marianela, y
muchas lecturas; por ejemplo en tercero y cuarto grado eran enciclopedias, de
Editorial Andar, Asia Medina de Dan. En quinto y sexto grado recuerdo Historia
de mi Patria, de J.M. Siso Martínez, Historia Universal de Humberto Bartoli,
libros, luego leía novelas como Cien años de soledad, Don Quijote de la Mancha,
de Miguel de Cervantes, leí un libro de Scot Fitzgerald, El Gran Gatsby,
también Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, también leí El Padrino y otros más;
después de convertirme en Testigo de Jehová,
la Biblia, es un libro para toda la
humanidad, toda la literatura de la organización social>>. Solo el
que tiene el hábito de la lectura, puede llevar con fundamento, la palabra
evangelizadora como hace Carmen, en las mañanas, cuando se viste, se arregla y
sale en compañía de sus correligionarios a caminar por estas calles y carreteras,
para llegar a las casas de nuevos adeptos.
6.- Esta era la antigua
casa de Carmen
Pacheco; de 5 puertas y ventanas. Se desplomó en
el 2019, tenía 96 años de construida. Aquí funcionó el comercio de telas de
Tolentino Pacheco, padre de Carmen. Este negocio fue objeto de atraco en
noviembre de 1953, reseñado por la prensa, constituyó el primer robo a
establecimiento mercantil en la población de La Puerta. Cronografía N°
2846.
Es de
las mujeres que no se atornillan ni encasillan en el tiempo, se le preguntó qué
sensación tuvo cuando se desplomó su casa, una de las más antiguas de la
parroquia y dijo: <<cuando se
desplomó la casa “no”, la cambiamos por otra casa nueva, tenia noventa y seis
años, me dio alegría, uno tiene que avanzar no quedarse varado como dice el Eclesiastés,
un simple amador de la plata no está satisfecho con plata, la casa era vieja,
todo lo que tengo ha sido mi trabajo con papá Tolentino, aprendí mucho, con la
vida nunca lo dejé solo, yo me considero una persona agradecida, primeramente
Dios me ha dado una vida feliz en sus bendiciones, sentirse valorada por sus
hijas e hijos, estoy muy agradecida con papa Tolentino por haberme dejado esta
casa ¿Dónde iba yo a vivir? Por eso le doy las gracias de corazón, me siento
agradecida y estaré mas convencida de lo mucho que me quieren y me valoran>>.
Mujer agradecida con la familia y con la vida.
7.- Don Tolentino de Jesús Pacheco,
padre de Carmen Pacheco, en su negocio
de víveres.
Con avanzada edad, tenia los guantones puestos para el despacho de alimentos. Encima de
uno de los cajones, uno de los niños Viera. Cronografía N°
3108.
Lo
anterior es una pequeña referencia de su vida, en la que siempre ha procurado
conjugar los compromisos de la fe que profesa con los compromisos como
ciudadana. Siendo como es, Carmen Pacheco, ejemplo y guía de las mujeres de
nuestra comunidad de La Puerta, debe reconocerse en ella, su aporte en cultura
moral, espiritual y social.
(1) Más información de este hecho, ver nuestro artículo
El Primer Robo en La Puerta,
publicado en este mismo blog.
(2) Más información de este personaje, ver nuestro articulo Tolentino Pacheco, de los primeros tenderos de La Puerta, publicado en este mismo blog.
La
Puerta, septiembre 2020.
Omanrique761@gmail.com