martes, 15 de diciembre de 2020

Dr. Jaroslaw Truszkowski.




De la Serie Médicos de La Puerta, trataremos aquí de la vida y obra de un personaje interesante para nuestra comarca, a quien se le conoció por su abnegado trabajo como médico rural, y se le reconoció su mérito, dándole a nuestro principal centro de salud, su nombre, Dr. Jaroslaw Truszkowski.

         Nacido en 1901, en la ciudad de Kiev, llegó a Venezuela en 1949, donde prestó por más de 5 lustros,  servicios en el convulsivo mundo de la salud colectiva. Al Dr. Truszkowski, se le vinculó en aquella época, a la conexión nazi del criminal de guerra Walter Hadamowsky, el célebre confinado de la Mesa de Esnujaque, que logró armar una organización  nazi, que desde empresas alemanas ubicadas en Maracaibo, cimentaron en Timotes, La Mesa, La Quebrada, La Puerta, Valera, hoteles, restaurantes, bombas de gasolina, fincas agrícolas, para el control del turismo en la región. Walter Hadamowsky había llegado a Caracas en 1939,  con el objetivo de dirigir el partido nazi en esta ciudad,  se le designó apoderado de la IG Farben (Hoy Bayer) empresa alemana que apoyó a Hitler durante la segunda guerra mundial, obteniendo grandes sumas de dinero por parte de las SS con la venta del producto  “Zyklon-B”, que era el gas venenoso usado en las cámaras de exterminio de Auschwitz, fabricado en su planta de Degesch; Hadamowsky actuaba bajo las ordenes de Arnold Mergerie, alto ejecutivo de IG Farben (Bayer) y jefe supremo de la NSDAP LandesgruppeVenezuela (Partido Nazi, Grupo Regional Venezuela). Hadamowsky, en la organización nazi,  se encargó de la Jefatura de la Gestapo en Caracas y en 1942 es designado presidente del Club Alemán. Estos, alemanes, según el periodista caraqueño Pedro Beroes, ocupaban esos cargos en 1947 cuando comienza a hacerse patente la presencia en Venezuela de criminales de guerra nazis lo que llevó a la sospecha de que solo seguían aquí para poder actuar como agentes de enlace de aquellos; consiguiéndoles refugio y trabajo tal vez con la idea de ir reorganizando a la maltrechas fuerzas del Partido Nacionalsocialista Alemán y trabajar por un quimérico regreso al poder”. (Beroes, PedroCriminales de Guerra en Venezuela. Diario Últimas Noticias 13 de mayo de 1947. p 3). Fueron fuertemente criticados por el poeta y abogado Andrés Eloy Blanco.

                                       Dr. Jaroslaw Truszkowski.

El Dr. Truszkowski,  murió en La Puerta, Estado Trujillo, en 1974; sus restos moran en el cementerio de esta población. Sin entrar a emitir un juicio de valor, sobre lo precedente, en procura de objetividad,  obligatorio es incorporar el criterio de una persona que lo conoció por más de 20 años y fue su colega de profesión.   
Existe una descripción interesante de la vida de este galeno, que elaboró otro apreciado medico de nuestra comunidad, el Dr. Elías Anzola Pérez, en 1974, que fue publicada en un diario regional y en la revista del gremio médico. El Dr. Anzola lo conoció en el año 1949. Gracias a la colaboración del M.Sc. Beltrán Briceño, que logró localizar este artículo, lo compartimos y reproducimos a continuación.

          << Historia de un venezolano nacido en Kiev

Hace más de 25 años llegó al país, tras haber padecido, como tantos otros compatriotas, la más cruel de todas las enfermedades: la pérdida de la libertad y el exterminio de los seres queridos, el Dr. Jaroslaw Truszkowski, médico graduado en Varsovia, residente del servicio de obstetricia del principal hospital de la bella capital de Polonia y médico de abordo de un buque-escuela de cadetes de la armada polaca que daba vuelta al mundo.
Cayó como un raro ejemplar apocalíptico sobre la reverberante aldea de Motatán como médico rural. Los tremendos problemas lingüísticos los resolvía a través de sus auxiliares de enfermería, quienes tenían la tarea de llevar al papel lo que aquel gigantón venido de muy lejos recetaba a los enfermos. Seguramente los enceguecedores centelleos solares de la caliente región le prestaban una magnífica excusa a sus humedecidos, penetrantes ojillos azules, cuando su pensamiento regresaba al lar nativo y sólo recogía espectros familiares: padres, hermano, novia.
Había nacido en Kiev, cuando Kiev era territorio polaco. Los sonrientes años de su niñez y adolescencia transcurren felices, construidos sobre una disciplina algo prusiana (la madre, de origen alemán, solía “pasar revista” a la hora de dormir y el brillo de los botines debía competir con el relámpago de los bombillos del cuarto) y los lapsos vacacionales en la ilimitada nieve o en la palpitante playa que tanto amara durante toda su vida. Llegan los días universitarios, los libros de alto lomo, las obligaciones serias y el título de médico.
Entre el hospital y los planes para el futuro llega a su apogeo su vida galante. “Joven, profesional, excelente pareja de baile y bien parecido”, solía confesar tímidamente. Luego, su oportunidad viajera de tocar puertos y descubrir personas, objetos, costumbres. De pronto, la lucha armada, las persecuciones, los encarcelamientos. La vida le tenía reservada una amarga, increíble experiencia: la dispersión de la familia, la volatilización de sus pertenencias y, especialmente, la prisión.
Errante figura por los campos de concentración de Auschwitz y Bugenwald, Jaroslaw se resistía a creer en su trágico destino porque, de acuerdo al decir de los millares y millares de reclusos, de allí sólo se podía salir de dos maneras: a través del aire o convertido en una pompa de jabón cuando los verdugos, con loca frecuencia, practicaban la saponificación de la grasa humana mediante el infame horno crematorio.
Como de increíble fue la entrada, así debió ser la salida. Una vez libre (libre?) y sin poder regresar a los lugares familiares, se deja arrastrar a París donde ahuyenta el frío de los incipientes fanáticos del invento de Lumiere avivando el apagoso fogón de un cinema o satisface las exigencias pequeño-burguesas de dos desequilibrados franceses, marido y mujer, quienes le exigen al refinado cocinero y camarero atienda a su nuevo, chic y más eufónico apelativo de Michael Constantin. Al fin logra evadirse de esa otra cárcel y toca la agreste, retadora tierra trujillana para comenzar su nueva vida.
Motatán, Chejendé, La Quebrada, La Mesa de Esnujaque y La Puerta se familiarizan con el enorme médico rural que con grandes dificultades de expresión e interpretación de los giros idiomáticos de esta zona de transición geográfica y humana, se empeña en no dejar morir o aliviar los  padecimientos de sus habitantes con un Ministerio de Sanidad de apenas 10 años de vida, pésimo saneamiento ambiental, crueles endemias y un sueldo miserable.


Constancia original de 1955, que acredita al Dr. Jaroslaw Truszkowski, como  miembro activo del Colegio de Médicos del estado Trujillo. Está colgado en la pared de recepción de la Medicatura Rural de  La Puerta, Trujillo, Venezuela Cronografía de este blog N° 3492.


Con los Dres. Vladimir (ya fallecido) y su esposa Galy (ya retirada) Lauschkin, venidos de Rusia, realiza una labor extraordinaria en el ámbito trujillano. Ganadores en varias oportunidades del Premio Anual al Mejor Médico Rural del estado Trujillo, se constituyen en paradigmas de los que fuimos sus colegas de medicina rural y, circunstancialmente, sus superiores en el orden administrativo sanitario. Los médicos del viejo Hospital Nuestra Señora de la Paz, de Valera, escuchan con respeto y seriedad a los Lauschkin o a Truszkowski cuando ellos se movilizan con un paciente para el cual no existen recursos suficientes a nivel de la medicatura.
En reprochable hora, enajenados seres siembran en este noble anciano el peor de los castigos: la prisión. En esa época le conocí y no pude entender cabalmente sino tiempo después, la angustia y desesperación que le embargaban. Los acusadores criollos, conocedores de su amarga experiencia de prisionero, lo sometían de nuevo a la oscuridad infamante de la celda, a la ventana a rayas, la inmovilidad física por haber cometido el delito de reportar a las autoridades superiores un hecho bochornoso ocurrido en su medicatura. El objetivo fue logrado: las torturas, el hambre y la agonía de Auschwitz y Bugenwald fueron sustituidos por los sinsabores de la triste cárcel de Trujillo; el tatuaje numérico que dejaba la constancia de su paso por los campos de concentración persistía en su antebrazo, pero una cicatriz más dolorosa le nacía en el sentimiento.



Diploma original de 1964, que acredita al Dr. Jaroslaw Truszkowski, como fundador del Instituto de Previsión Social del Médico. Está colgado en la pared de recepción de la Medicatura Rural de  La Puerta, Trujillo, Venezuela. Cronografía de este blog N° 3489.

Casi al final del mes de julio de 1974, el Dr. Truszkowski fue empujado a otra cárcel, la definitiva. Hubo necesidad de sacar muchas piedras en el inclinado cementerio de La Puerta para sembrar esa otra piedra de ojos azules, cuerpo de gigantón y alma de niño en la que nunca hubo espacio para la maledicencia ni resentimiento para el mundo que tanto daño le hiciera. Conociendo la vida y milagros del Dr. Truszkowski, se puede creer en la sublimación de los actos y la luminosidad de ciertos hombres.


Rodeados de niños, el Dr. Jaroslaw Truszkowski y el Dr. Elías Anzola Pérez, dos de los primeros médicos y pioneros del sistema de salud formal de nuestra comunidad.  

El Ejecutivo del Estado Trujillo ha pagado su entierro, ese mismo entierro que el viejo polaco espantó durante casi 27 años de las puertas de humildes hogares trujillanos. El Colegio de Médicos ha ofrecido la ejecución de su mausoleo que entablará diálogo con la niebla vespertina que baja del Páramo de Los Torres. La Dirección de Asistencia Social del Estado se ha pronunciado por perpetuar su nombre en la fachada de la medicatura de La Puerta, que le servirá de último eslabón terrenal. Quizás los turistas apresurados por el frío y exaltados por la exuberancia vegetal del lugar, nunca lleguen a leer completamente la difícil conjunción de letras colocadas sobre la fachada del edificio, pero tal vez puedan recordar los ojos vivaces y los escasos cabellos blancos de un patriarca (1901-1974) que les da la bienvenida desde una serena fotografía, con la gracia triste y honda de un personaje de Omar Khayan.
Mientras preparaba una exquisita sopa polaca de remolachas –fue excelente cocinero y hubo complacencia especial en sentar a su mesa a sus amigos- el Dr. Truszkowski me confió un día que él conoció la muerte cuando cayó presa de un terrible acceso febril y un desplome indescriptible debido a la adquisición del tifus exantemático a través de piojos infectados con Rickettsia prowasecki que sus verdugos de turno colocaban amorosamente en las indispensables cobijas que mitigaban el invierno insoportable.
La mejor forma de morir, comentaban los compañeros de infortunio, era acercarse a otro moribundo y, espalda con espalda, sostenerse y comunicarse la tibieza corporal hasta la última décima. Así lo hizo él y en esos instantes conoció cómo se escapa la vida, igual que el hilo que va adelgazando su hebra hasta quedar reducido a la nada. El próximo recuerdo de ese archipiélago memorioso fue encontrarse convaleciente, rotundamente vivo.

Parte de la fachada de la Medicatura de La Puerta, que lleva por nombre Dr. Jaroslaw Truszkowski. 

Ya el viejo Jaroslaw –el abuelo Truz para mis hijos- no existe, pero me complazco pensando que a la hora de su muerte final debió sentir cerca de su costado la multitudinaria espalda tibia de los trujillanos, comunicándole el calor que logrará el nuevo milagro: mantenerlo vivo en la memoria de ésta y las próximas generaciones.
Dr. Elías Anzola Pérez (*)>>.

*Artículo publicado en el diario El Tiempo, de Valera, estado Trujillo, Venezuela, en 1974 y en la Revista del Colegio de Médicos del Estado Trujillo, Volumen V, No. 4 (Revista No. 22), diciembre 1974.
Transcrito por: M.Sc. Beltrán Briceño

La Puerta, diciembre,  2020.



2 comentarios:

  1. El Dr. Truszkowski fue detenido por la Gestapo en 1942 y estuvo en la prisión de Pawiak (Varsovia), los dos últimos años de la II Guerra Mundial fue confinado a los campos de concentración Nazi de Majdanek (Polonia), Auschwitz (Polonia) y Buchenwald (Alemania). Por lo tanto, no entiendo porque lo relacionaron con el empresario Nazi Walter Hadamowsky. El Dr. Truszkowski fue un sobreviviente que vivió en carne viva los horrores de los campos de concentración Nazi y parece ilógico sacar esa relación.

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  2. Es interesante la historia de este médico y lo que dice el amigo Beltrán tiene lógica es decir, si fue prisionero de la Gestapo cómo va ser luego miembro de estos en Venezuela? La historia es injusta o los que la fabrican...

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