Oswaldo Manrique
Ramirez.
En la época de la dictadura
gomecista, los trujillanos y particularmente los nativos de La Puerta y áreas
circunvecinas, eran mal vistos por ese gobierno, los que no estaban presos como
el coronel Américo Burelli, o estaban huyendo como el coronel Sandalio Ruz y su
segundo, el capitán Mitrídates Volcanes y su tropa, como consecuencia de su
alzamiento en La Culata, contra ese esquema de poder, solo les quedaba una
alternativa, abandonar sus casas y sembradíos e irse a trabajar a las petroleras extranjeras. Varias familias
enteras, transitaron el camino de las Siete Lagunas (Maen Shombuk), con sus
pocos enseres, y bajar por el monumento de Las Escaleras indígenas, para
enrumbarse hasta los pueblos de la Costa
Oriental del Lago, buscando integrarse al trabajo de alguno de los campos
petroleros, fue el sacrificio de la distancia, entre su vida rural y bucólica,
a la vida dinámica del salario y explotación de la fuerza de trabajo; cambiando
el paisaje natural de las sementeras y potreros, al paisaje de cemento y
asfalto, el salto que dieron del uso de la indumentaria con tela de costal de harina
y alpargates, al uso de la braga de obrero con accesorios industriales; dentro
de esa nueva dinámica cultural, pasaron de hablar con el característico cantadito
andino, a conversar en ingles machucado, adaptado al zuliano rajado; aunque sí hubo algo similar en ese tránsito de vida: dejaban del maltrato que recibían
como peones o jornaleros de los hacendados, para recibir el maltrato como obreros de los patronos
extranjeros. Esta crónica, aunque pequeña, es parte de nuestra historia
petrolera, impulsada por muchos trujillanos, como fuerza de trabajo.
Un día de 1926, Vicente Briceño, se
le ocurrió enviarle un bonito e interesante saludo, como hacían antes, por
medio de una postal a una dama de la familia Rosales, oriunda de Montecarmelo,
y que se fue avecindando en este valle; la tarjeta que tenia impresa la
fotografía del reventón de Cabimas, Estado Zulia, acompañada de una corta
descripción manuscrita, con buena letra, en su lado posterior, de ese
acontecimiento y su línea de tiempo. Esa vieja postal me la ha remitido en imágenes
un colaborador de este blog, que a su vez, la recibió como obsequio de una amiga
común, pariente de los Rosales, la señora María Hortensia Ramírez (+), quien
fue durante muchos años, funcionaria judicial de Valera, y vecina de Los
Cerrillos, y aquí la compartimos, porque nos hizo recordar la jornada en que un
ciudadano ingles y otro curazoleño, de
nombres George Brake y Samuel Smith respectivamente, técnicos emprendedores de
la explotación petrolera y las compañías
transnacionales y sus cuadrillas, le dieron desde Cabimas, con el pozo Barroso
N° 2, el 14 diciembre de 1922, un cambio profundo, una transformación sentida en todos los
renglones a esta zona del occidente del país. En esa oleada de trabajadores,
aspirantes a ganar entre 5 y 6 bolívares diarios, con poder real adquisitivo, llegaron muchos trujillanos, algunos Puertenses
del Bomboy, como Vicente R. Briceño, quien desde ese espacio petrolero, le
envió a la señora Oliva P. de Rosalez, habitante de este valle, la tarjeta postal,
con la imagen del reventón, que aquí publicamos. Seguramente, de esa postal se imprimieron y vendieron
muchas copias, lo interesante de ésta, es su autenticidad, que viene dada por
la interrelación histórica de dos personas de nuestra comunidad rural andina, no
se le observa estampilla, lo que nos hace pensar, que fue no enviada a la
señora Rosalez por correo, sino por medio de algún emisario de confianza.
En
la gráfica histórica, anverso de la postal original, un poco deteriorada, enviada por Vicente Briceño a la señora doña
Oliva P. de Rosalez, se puede observar el
famoso reventón petrolero, la torre y la zona de vegetacion. Imagen cortesía del amigo Wilmer Viloria. Cronografía N° WAO028.
Fue el del Hato el Barroso, en el
caserío La Rosa, municipio Cabimas, en la zona oriental del Lago de Maracaibo, en
Venezuela, uno de esos históricos reventones petroleros. Cuentan muchos
cronistas sus particulares versiones, pero todas indican, que a eso de las 4 de la mañana de aquel día,
ya se sentía el rugir de las piedras y los líquidos que surgían de la
profundidad de la tierra, anunciando e impulsando el esperado reventón. Muchos
de los entusiastas trabajadores, ingenieros, técnicos y los propietarios de la
Venezuela Oíl Concesión, esperaban ese gran y estruendoso boquete, que les
enriquecería la vida, era el elixir del diablo que superaba en chorretes los
más de 50 metros de altura, pero que buena falta hacían, era el oro negro y la bonanza
petrolera. Hay un dato interesante que nos suministra la historiografía es que,
fue a partir de 1929, cuando Cabimas, se convierte en un efectivo campamento
petrolero, es decir, 3 años después de que Vicente Briceño remitiera la postal
a la dama; lo que nos induce a pensar, que éste pudo estar entre los pioneros
de los trabajos de exploración del Barroso o cuando menos, estuvo cerca de
ellos.
En
esta otra gráfica, el reverso de la postal original, en donde se puede leer encima
de “Post Card. Correspondence. Address”, la siguiente nota escrita a mano: <<Agosto 8 de 1926. Para la señora doña
Oliva P. de Rosalez le envía este rretrato la cual fue una explotación de
petróleo de un taladro en tierra. Vicente R. Briceño>>. Estas líneas
la convirtieron en una autentica antigüedad de colección. Imagen cortesía del
amigo Wilmer Viloria. Cronografía N°
WAO029.
La mayoría de los Puertenses del
Bomboy, que se fueron a trabajar en las petroleras o en oficios y sitios
cercanos a esa y otras actividades industriales derivadas, allí se asentaron, allí
padecieron clima y enfermedades, y la misma dramática y cruel dictadura, porque
la tragedia les tocó a todos los venezolanos y venezolanas de esa época, pero formaron sus familias, y por supuesto,
allí se quedaron. Esos lazos, indiscutiblemente, ayudaron a fomentar la
sensibilidad y empatía con la zulianidad tan cimentada, como parte de ese
proceso socio cultural que ha vivido nuestra comarca. Sirva esta crónica y la
postal, en estos días de navidad, para
hacer un ejercicio de memoria colectiva, de refrescamiento imaginario,
reviviendo nuestras relaciones parentales con los que han emigrado a otros
sitios y países, y para ubicarnos en un espacio más vivencial de nuestra
historia parroquial.
La Puerta, diciembre 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario