lunes, 8 de marzo de 2021

Gregoria Ruz Carrizo, aguerrida matrona de Los Aposentos

 Gregoria Ruz Carrizo, aguerrida matrona de Los Aposentos.



Oswaldo Manrique.


Hasta el año 2018, eran muy escasos los testimonios que nos permitían ir descubriendo el papel de las mujeres de La Puerta, en los hechos y acontecimientos históricos que le dieron cuerpo social, cultural y físico, a nuestro viejo pueblo campesino andino. A pesar de la lógica, natural e innegable participación al lado de los hombres, fueren esposos, novios, amantes, hermanos, hijos, padres, tíos o abuelos, la mujer siempre fue silenciada, era un ser invisible, sin notoriedad, cuando lo cierto es que, sin haberse escrito o reseñado sus hazañas y emprendimientos en múltiples obras y acciones, fueron de hecho, protagonistas ineludibles y reales en sucesos memorables que fueron forjando y dando impulso al proceso de evolución de La Puerta, como pueblo. Son las mujeres históricas, campesinas,  guerreras,  de nuestra pequeña y rebelde comarca, que queremos, más que recordar, reconocer y rescatar por justicia histórica, del ostracismo historiográfico en que se les mantiene. Una de ellas, es Gregoria del Carmen Ruz Carrizo, la aguerrida matrona de Los Aposentos, en las cercanías de La Puerta, Trujillo en Venezuela.


 Gregoria del Carmen Ruz Carrizo (un Personaje Histórico de La Puerta).


Gregoria del Carmen, nació al igual que su hermana María Gregoria Ruz Carrizo, en Las Mesas, el mismo 12 de marzo de 1907, eran hijas de Francisco Javier Ruz (n. 1849, m. 1919), hermano del legendario coronel nacionalista y justiciero Sandalio Ruz; y su madre fue: María Eulogia Carrizo. Francisco Javier, fue adjudicatario de tierras del Resguardo indígena de La Puerta, en 1891.  Su hermana María Gregoria, se casó con Pedro Ángel Ruz Danieri (n. 1900), se residenciaron en la ciudad de Timotes, estado Mérida y tuvieron doce hijos, entre ellos José Olmides y María del Carmen Ruz Ruz. Pedro murió en 1970.      

La familia Ruz  Carrizo, estuvo residenciada en el páramo de Los Aposentos, y los Caseríos Altamira de Garabulla, Mucutí, Portachuelo de la Lagunita y el Tendal.  Desde que Gregoria era niña, sus padres: Francisco y Eulogia, le hacían seguimiento de sus ocurrencias, cuando se les escapaba con la morocha o alguno de sus otros hermanos, para ir de cacería o de sumarse a prestar algún apoyo a un desvalido, era severamente castigada, sin embargo, fue una mujer de armas tomar, aguerrida y al frente de las iniciativas en cuanto resolver problemas y lucha social de su comunidad se presentaba.



Gregoria del Carmen Ruz Carrizo, el de sombrero, su hermano Juan Ruz. Cortesía de Ramón González Carrizo. 


Su origen campesino le convirtió la vida en un viaje cargado de vicisitudes, madrugonazos y de días de esfuerzo. Pese a eso, logró trascender las condiciones que le tocó vivir, y logró sobreponerse convirtiéndose en una mujer útil y matrona ejemplo para su comunidad,  estableció su negocio mercantil, y aun, siendo octogenaria, seguía atendiéndolo con su conocida vitalidad. El trabajo permanente, y su consagración de vida a ayudar a otros integrantes de la familia Ruz, favorecieron el futuro de varias generaciones de esta. Fue muy alegre, atenta, pero también implacable cuando había que serlo y corregir entuertos, en aquellos tiempos de dureza y de fuertes carencias socioeconómicas para el país.

La cotidianidad y la caspiroleta de la matrona “Ma’Golla”.


La actividad diaria de la nona, se centraba en la protección y formación responsable de sus hijos, nietos y bisnietos, según su pariente Carmen Geralda Carrizo, que vivió con ella, en los Aposentos, relata que siendo muy culta y asidua lectora, tenía una letra de trazos hermosos y legibles. Una mujer de pensamiento liberal, que tenía respuesta agradable para todo lo que le preguntaran; lo único en que expresaba algo de vanidad, era cuando le preguntaban la edad, <<siempre se quedó en 70>>.  En la familia la llamaban  “Ma’Golla”, diminutivo de Mamá Gregoria, la Nona  cordial, cariñosa y de buenos modales, <<era una mujer aque atendía a sus invitados como Reyes, siempre tenía un café, algo para ofrecer a los que venían a los Aposentos o iban de paso>>; lo que acompañaba con una buena conversación.   

Su nieta Mari González, describió una estampa cotidiana muy autentica y propia de las familias de nuestros páramos, su nona “Ma’Golla”, <<era consentidora y atenta con todos sus nietos y bisnietos, contadora de anécdotas por esta época de Cuaresma, al lado de su fogón de leña encendido hasta tarde de la noche para paliar el frio, la rodeábamos todos muy atentos, y después nos costaba dormir por miedo a lo que contaba. Aunado a eso al amanecer había que ayudarla a ordeñar vacas y cabras, nos enseño esa ardua y bella labor, de quien recuerdo muy claro su enseñanza, a moler maíz para hacer las cachapas del desayuno y muy particular de ella era servir leche recién ordeñada con pedacitos de cachapas calientica, lo que solíamos comer también al lado del fogón la popular sopita de leche, en las tardes no podían faltar para todos y el que llegara, sus dulces elaborados en leña como el higo, durazno, membrillo todos cosechados en la famosa huerta, así como también sus caspiroletas y el postre de Maicena>>. Aparte de eso, se dedicaba a << la cría de animales de corral y los diferentes tipos de gallinas que criaba>>. Recuerda esta misma nieta, que <<los primos que siempre estábamos compartiendo con ella aparte de Duilio Carrizo su consentido y su hermana Clara, a quienes crio con mucho amor, eran los Carrizo Rivas, Carrizo Calles, Abreu Carrizo y los González Carrizo>>; procuró conservar la cultura de la convivencia parental, como lo hizo el taita Sandalio y fue tradición de los Ruz.

Escribió su nieta Carmen Geralda Carrizo, que, a partir de las 6 de la tarde, Ma’goya, se convertía en su televisor, porque comenzaba a contar las historias más entretenidas, de morocotas, de las guerras de Sandalio, recordó su relato cuando éste, llegó con su tropa a Los Aposentos, y ella tenía una siembra de arvejas, y se la llevó,  la preparó y le dio comida a toda su tropa, porque iban de campaña guerrillera al Paramo del Salvaje, vía Santa Cruz, un paso fácil y corto para llegar a Mérida. . <<y les daban a los soldados comida y los caballos pastaban en el llano de los Aposentos y Mesa Alta>>. A veces, <<se quejaba porque llegaban los soldados y acababan con todo>>; los enemigos de Sandalio.  

Sus hijos muy laboriosos, y don Jacinto un respetable hombre del campo agrario. Muchas veces, se acercaban a su negocio a encontrar la conversación franca y alegre de doña Gregoria, y a pesar de que éste, tenía sus historias, se quedaba abrumado por las narraciones y recuerdos de su mujer, que solo intervenía cuando ella le pedía algún dato o referencia.  Como seres afincados en la tierra de labor, sus hijos e hijas, sus palabras y conversaciones, se formaban con palabras de un discurso histórico, muy propio de esta zona paramera, relacionado con el tema del abandono del Estado a los  campesinos y el problema de la tenencia de la tierra; pero mostraba el orgullo de formar parte de una familia luchadora, y que tenia por símbolo a su tío el legendario Sandalio Ruz.  


En esta gráfica histórica, de los años 60 del pasado siglo, sentada en un paraje de Los Aposentos, Gregoria del Carmen Ruz Carrizo, con una escopeta en la mano, a su lado, su hijo Francisco; aunque habían derrocado al general Marcos Pérez Jiménez, aun se respiraban aires de dictadura, eran tiempos de guerrillas y de levantamientos contra los cambios políticos.  Cortesía  de Ramón González Carrizo.  

Relatan  sus hijos y nietos, que Gregoria tuvo que trabajar muy duro en las labores del campo y de la casa, sin embargo, sentía una franca admiración por su tío el coronel Sandalio, el hombre fuerte de la Cordillera de la Culata, el guerrillero que hacia justicia, cuando las leyes y el gobierno no lo lograban o se hacían de la vista gorda, el mismo que con su tropa, acompañado de su lugarteniente Mitridates Volcanes,  armó una revuelta y destruyó e incendió la finca de los González en Santiago, la propia cueva de los “Lagartijos”,  en desagravio por los saqueos que la “Gonzalera” hizo en las propiedades de las familias conservadoras de La Puerta. Eran los tiempos de caudillos, de las recorridas y pisadas de los cascos de caballos y bestias por toda la serranía de La Puerta, Trujillo y de Mérida.  Recordaba con mucha emoción, los hechos y sucesos relacionados con su tío, como aquel en que hizo justicia en el misterioso asunto de los marchantes y comerciantes desaparecidos en la Posada de Carmania, así como,  de los personajes que lo iban a buscar, para bien o para mal.

En esta gráfica, tomada en el comedor de la casa materna de los Ruz, degustando unos chirganos de ovejo a la brasa, de izquierda a derecha, de pie, Gregoria del Carmen Ruz Carrizo, de perfil y con sombrero, su hermano Juan Ruz Carrizo; a la derecha, de flux y sombrero, su esposo Jacinto Carrizo, sentada viendo a la cámara, su hija Zenaida Carrizo. Cortesía de Ramón González Carrizo. 


Como mujer del campo, había aprendido no solo a la utilización del machete para lidiar con las sementeras y huertas, sino que como todo integrante de las parentelas Ruz, conocía el manejo de armas, escopetas, precavidos para acompañar a su líder el Coronel, sino como elemento útil para la cacería y conseguir carne entre las montañas del Paramo de La Puerta.

La alegría y la felicidad que producía en toda la familia, saber que su tío Sandalio regresaba de las distintas guerras y alzamientos,  significaba asistir a la celebración en su honor, en la casa que éste tenía en La Cañada, donde Vivian también su mujer María Antonia Carrizo “Toñita”, quien quiso tanto esta noble tierra y su bella gente. A la muerte de Francisco Javier, su padre en 1919,  Sandalio se había convertido en su “Taita”.  Allí, también Vivian, sus dos hijos Nicolás y Pedro, con los que compartía juegos y sabrosas conversas familiares. 

Se casó a los 28 años, o sea, en el 1935, con Jacinto Carrizo, con el que procreó nueve hijos, Oscar “el negro”;  Rafael, Francisco, Armida, Concepción, Maria Ermilda “Milda”, Gregoria, Rosa y Zenaida, ésta última y Rafael, son morochos. Establecieron como lugar de su residencia los Aposentos, donde dejaron fuertes raíces. 


Jacinto Carrizo, esposo de Gregoria del Carmen Ruz. Cortesía de Ramón González Carrizo. 



A la muerte del Coronel Sandalio, Gregoria se convirtió en emprendedora, en una especie de guía comunitaria;  cuando se comenzaba o acometía una obra, o un negocio que favoreciera a la comunidad, allí estaba presente. Si alguien llegaba a su establecimiento mercantil con algún problema, solidaria buscaba resolverle o encaminarla a la solución, era ella un punto de apoyo para las familias de ese caserío. Su negocio que para la tercera década del siglo XX, estuvo dedicado a la comercialización de productos del campo y alimenticios básicamente, lo sostuvo dirigiéndolo personalmente durante muchos años, con él, levantó a su familia y ayudó a otros. De ella, sus descendientes obtuvieron, que para el mundo del comercio, había que estar informado de los asuntos del país, recordó que hubo un tiempo en que en pleno Páramo, se pagaban con monedas de otros países, dólares, incluso con monedas de oro, y mencionaba el pago con  las populares “chivitas”.

Fue una destacada matrona puertense, vecina y residente de Los Aposentos y de La Puerta, donde fortaleció, no solo relaciones comerciales con los grandes comerciantes de la comarca y de la región, sino vínculos sociales y afectivos con los parroquianos. Su local y negocio comercial, le dio vida a ese caserío. Un dato interesante en la vida comunitaria de “Ma’Golla”, fue su apoyo para el desarrollo agrícola de los Aposentos, su nieta Mary González, la recuerda como <<fiel colaboradora cuando se inició el proyecto de la vialidad agrícola para el beneficio de toda la comunidad >>. Gregoria murió de 105 años de edad, es decir, en junio de 2012. Su casa, la materna de los Ruz Carrizo, en Los Aposentos,  aun permanece en pie.   


Anécdotas y leyendas:


Son muchas las anécdotas que contaba y donde fue protagonista nuestro personaje, que se han convertido en leyendas para la tradición oral puertense, que merecen ser recopiladas, pero solo seleccionamos unas pocas que aquí les compartimos.

Ella contaba que en una oportunidad, llegó a su negocio, un hombre oriundo de otro sitio de Venezuela, que pasó por esos lares (Los Aposentos),  con unas bestias cargadas de dos cajones que subió a la montaña, al riñón del Páramo, conociéndose todos sus habitantes, se esperaba que bajara a los pocos días,  y ella, preguntaba por el extraño visitante del que los que bajaban no daban noticias de él; pasó el tiempo y no se supo mas de él.

 Igualmente rememoraba, que muchos años atrás, era visitada por gente extraña que provenía de lugares distantes, que iban unos pa arriba, en ruta a Mérida, y otros para abajo rumbo a Trujillo; la Sierra de la Culata, de la cual forma parte Los Aposentos, es desde tiempos inmemoriales, vía comunicante con los pueblos del sur del lago de Maracaibo, por donde pasaban las montoneras gitanas o “zarcilleros” que se sumaban a la tropa del Coronel.   

Considera su nieta Mary González, que <<sus historias quedaron y la más importante inolvidable para ella y que quedó plasmada en nuestros corazones esa Campaña fue de los 15 días…En esa travesía del coronel Sandalio, hay una ruta por el Paso de los Andes, que se inició por la Mocotí>>; esta campaña guerrillera nacionalista, se inició en La Puerta, y tuvo caudillos y gente comprometida en toda la Sierra Nevada.   

Otra de las narraciones relacionadas con doña Gregoria Ruz, que se repite y mantiene en el arsenal oral de nuestra comarca, es que ella al fallecer, no hace muchos años y ya de muy avanzada edad, vino uno de sus nietos que ella había criado, se presentó a su funeral, y de la cocina, escarbó dentro de las paredes que se elevaban para formar el fogón, y extrajo, lo que ella una vez o su esposo encontró, algo de gran valor; se dice que eran las alhajas del Coronel Sandalio, otros dicen, que eran las monedas de un viejo entierro montañero, de la época de la guerra de caudillos.   

Si hay un hecho que contaba con mucha aflicción, como si lo estuviese viendo en el momento, fue lo que sucedió en 1929, en su familia,  un hecho que alteró el sosiego en su casa y en las de sus vecinos. Había visto subir varias veces a Nicolás Ruz, que tenía su finca en Jajó, y a Pedro que estaba en su negocio en  La Mesa de Esnujaque, asimismo, a Mitrídates Volcanes con su mujer Micaela Sulbarán, que vivían en La Maraquita.  Mitrídates que fue su lugarteniente, estaba cerca en La Flecha (La Puerta), a poca distancia. Solo estuvo por fuera cuando se iba de campaña militar o a “desfaser entuertos”. Esto le generó preocupación. Sandalio estaba enfermo,  desde hacía días,  de la enfermedad del  guerrillero, el  Reumatismo agudo; esas visitas le advertían que algo triste se avecinaba y estuvo acertada. Al día siguiente, quince de marzo de mil novecientos veinte i nueve, en horas de la tarde, uno de los troperos del Coronel, la llama en baja voz y le dijo:   - Toñita, le manda avisar, que vaya ligero que Sandalio se está muriendo. Inmediatamente, como estaba, se puso el sombrero, buscó una carpeta de lana burrera, y se dirigió a la casa del Coronel que construyó en La Cañada, en Mesa de los Pavones, un sitio cercano a El Portachuelo (La Puerta) y Garabulla (Timotes) , donde tenía su custodia personal y el asiento de sus negocios. 

Varios estaban sentados en el corredor, y otros más en piedras, conversando, saludaron. Ella se puso algo nerviosa y entró a la cocina sollozando en silencio y le pregunto a  Toñita por su tío,  solo se le escuchó: - po’ allí está. Había muerto, a las 12 del mediodía, muy asoleado y fresco.  Cuando estuvo cerca de la cama del coronel, lo observó con mucho desánimo, se le iba el “taita”, el protector de la familia, de La Puerta y sus contornos, el varón de la Cordillera de la Culata, quien dio grandes enseñanzas de vida y valentía, allí se despedía. El estar cerca del cadáver, sin embargo, le dio cierta tranquilidad. Sandalio Ruz, murió a la edad de setenta y tres años.

Los restos mortales del Coronel Sandalio Ruz, los sacaron para enterrarlo en un sitio en el que no se le pudiera ubicar, así duró por más de 90 años. Ni siquiera los mismos familiares del Portachuelo, la Mucutí, Garabulla, Los Aposentos conocían el lugar de la tumba. Esto se mantuvo en secreto, quizás por el temor a que sus enemigos políticos y militares, saquearan o profanaran su tumba.  Era el miedo a que se enteraran sus enemigos y  aprovecharan de saquear su casa, bienes o cobrar venganza sobre sus familiares.  Esa y otras respuestas a interrogantes que se desprenden de este hecho, se lo llevaron como secreto a la tumba sus familiares, ya murieron, ninguno dijo dónde estaba enterrado el coronel Ruz. Los restos del Coronel Sandalio, fueron descubiertos, a comienzos de la primera década del siglo XXI. 

Nota 1.- Quien esto escribe, fue la primera persona que obtuvo una copia de la  Partida de defunción del Coronel Sandalio Ruz, para la elaboración de su biografía, que integra el libro <<Los tres varones de la Culata>>  

 Nota 2: Para la elaboración de este pequeño bosquejo biográfico, se contó con la colaboración de Ramón González Carrizo, nieto de doña Gregoria Ruz, de quien pudimos obtener parte de los datos y fotografías que aquí compartimos, y a quien damos nuestro agradecimiento. 


La Puerta, marzo de 2021.

omanrique761@gmail.com

6 comentarios:

  1. Excelente recopilación de datos. Me agradó mucho que le hayan hecho ese homenaje a mi tía Golla. Los hermanos Carrizo Ruz de Timotes Estado Mérida la apreciamos mucho. Un cuento infaltáble cuando visitábamos a Tía Golla, era el relato de como obtuvo el anillo del piloto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Saludos Unknown. Agradezco su valioso comentario. Mucho le agradeceré me escriba un poco, acerca de esa historia del <>, que usted me comenta. OM.

      Eliminar
  2. Amigo Oswaldo Manrique saludos, esta publicación en el Día Internacional de la Mujer enaltece el carácter bravío de las mujeres de nuestra comarca. Sin embargo, la foto en la que aparece Francisco "Chico" Carrizo y su mamá la Sra. Gregoria del Carmen Ruz Carrizo no es de los años 30 tal como la fechaste, ya que Chico Carrizo nació en 1940, por tanto no corresponde a la época gomecista.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Saludos Profesor Beltran. Agradecido por su valioso comentario. En efecto, por la cuenta de Instagram, algunos de los familiares de Ma'Golla, aportaron valiosa información que nos ayudó a despejar ciertas dudas y fechas, y a mejorar el articulo biográfico, que es interesante. Esto es lo bueno de esta herramienta, que se puede interactuar y hacer las correcciones de los datos de los personajes de nuestra parroquia. Un abrazo. OM

      Eliminar

Francisco Moreno y su ajicero de alto rango.

Por Oswaldo Manrique. En nuestros pueblos andinos, hay personas que vemos a diario en las calles, mostrando sus productos y desarrollando ...