Manaú, con raíces indígenas brasileras.
Oswaldo Manrique.
Escribo estas líneas como un tributo
amistoso -en vida-, a uno de los personajes de nuestra localidad, que considero
muy empático, buen conversador, llama la atención por su manera silenciosa de
andar, humilde, trabajador y sincero en su
compromiso; me refiero al popular Manaú.
Su nombre completo: José Nicolás Manaú Araujo.
Nuestro conocido personaje, nació en el año 1936, cuando el bello pueblo de La Puerta, constituía el encanto de su vegetación exuberante, envuelto en el capullo neblinoso que le depara la Sierra de la Culata, y de unos campos cuidadosamente cultivados por sus laboriosos habitantes. Fue fruto de los amores de una joven nativa del Alto de San Juan, de nombre Cecilia Araujo, y de un descendiente de brasileros, Andalecio Manaú. Cecilia dio a luz en La Puerta, específicamente en la casa N° 31, de la Calle Sucre, antiguamente le decían a este sitio, el callejón de los Muertos.
En la gráfica, de cuerpo entero, nuestro amigo José Nicolas Manaú Araújo, el popular Manaú; a sus 85 años, todavía se siente útil y trabaja, como cualquier jornalero. |
Fue muy preciso
él, cuando dio su nombre completo, dijo
me llamó Nicolás, y mi apellido Manaú, con acento en la “U”. Seguidamente como
corriendo el velo, aclaró, no es un apellido de origen africano como parece,
sino brasilero; dejó entrever que en otras oportunidades había discutido sobre
esto. En efecto, la palabra Manaú, proviene de los Manaós, importante tribu indígena existente antes de la llegada de los colonizadores portugueses, ubicada en la
región de Manaos, República de Brasil. Como dato interesante Manaú, significa
«Madre de los Dioses», en lengua indígena.
Un día de este mes de mayo del 2021,
tuve la oportunidad de sentarme a conversar con Manaú, luego de dos años que le
pidiera me concediera unos minutos para “echar unos párrafos” sobre su vida.
Nos sentamos en la esquina del muerto, en la Avenida Sucre de La Puerta y
sostuvimos una amena “alegada”; es un hombre de contextura delgada, mediana estatura,
pelo hirsuto, trigueño, sin barba, buen conversador, usa gorra, y botas
charqueras; a pesar de sus años, que ya suma 85, tiene buena memoria, sostenía
un machete, envainado en hojas de papel; dentro de sus recuerdos familiares,
explicó cómo llegó su papá a nuestra Parroquia.
Andalecio, el padre, era un hombre
atrevido y de decisiones, cuando estaba cumpliendo el servicio militar durante
la dictadura de Juan Vicente Gómez, porque
fue reclutado forzosamente, era normal que se llevaran a niños y jóvenes, lo
enviaron a cumplir su obligación en el Central Azucarero Venezuela, propiedad
de capital norteamericano y venezolano, el primero en producir azúcar refinado
en Venezuela para exportación, ubicado en sector El
Batey, a orillas del Lago, Jurisdicción del actual municipio Sucre en el estado
Zulia, cansado de la vida inhóspita, era zona selvática, y hastiado de los castigos que recibía, se
rebeló y se fugó, viniendo a parar a La Puerta, donde comenzó a trabajar en los
trapiches. Laboró como “adorotador”, es decir, el obrero que envuelve la panela
con fajina, hoja de cambur u hoja de bolsas gruesas de papel; según nuestro personaje,
también se llegó a envolver en liencillo de bolsa de granos o de harina, de
esas con que las señoras se confeccionaban sus ropas intimas, y los hombres
usaban como pantalones; era época de mucha pobreza.
En el transcurso de la conversación, nuestro
personaje fue corriendo la cortina y testimonió que en su infancia, cursó sus
estudios de primeras letras con el Bachiller Stormes, en la Casa de teja, cerca
del trapiche; el maestro vivía donde la señora carmelita, en su “Hospedaje y
restauran Violeta”, ubicado en una casa contigua a la de la familia Palomares,
en la esquina calle 4 con avenida Bolívar. También recibió clases del bachiller
Carmelo y de la señora Ada Abreu.
Posteriormente, siguió sus estudios en la otra escuela hasta 3er grado, que hubo en donde hoy están los Ramírez, allí le impartieron clase las maestra Pepita Abreu, la Niña Carrasquero. Cuando la escuela Faure, se estableció en la esquina de la Plaza Bolívar, el bachiller Barrios, era el director, luego fue el maestro Julio Gómez, que mató a Chico Matheus. Recordó que el comedor estudiantil, era una casa donde hoy están los Monederos frente a la Plaza, a un costado del caminito que utilizaban las señoras del pueblo, para bajar a lavar la ropa al río Bomboy.
Apenas con pequeña formación, su papá Andalecio, así como era muy trabajador, fue hombre de severas disciplinas en la forma de trato y respeto a la gente, preocupado por los modales y la limpia indumentaria de los hijos, como por su educación; mientras, Nicolás con varios de sus hermanos y amigos, trazaba en sus sueños lo que quería, así como, en sus andanzas por los parajes mágicos de su terruño nativo. Luego, sus padres lo llevaron a estudiar en un plantel en Bachaquero, estado Zulia, donde cursó el primer año de bachillerato; aquí concluyeron sus estudios formales.
Desde muchacho le gustó trabajar, lo hizo en la bomba de gasolina
que estaba en la entrada del Hotel Guadalupe, por unos 4 años. Recordó que Manuel
la Torre, que era constructor y le daban trabajos para hacer zanjas para
puentes, y haciendo los desvíos se lo
llevó a trabajar en Timotes, le pagaban 7 bolívares por día; ya habían hecho la carretera La Flecha
–Timotes; no existían los desvíos de la “Y”, ni el de La Flecha, que los construían
para que los camiones de carga, no entraran al pueblo y dañaran la vialidad interna.
El jefe de toda esta obra era el Dr. Germán Ramírez.
Llegado a la mayoría de edad, comienza a sentir la necesidad de abrir nuevas perspectivas a su espíritu sediento de emociones y de necesidades económicas. En lo sentimental, descubrió el gran amor que profeso por una joven estudiante y vecina, María Cliofe Franco, quien padeciendo de las mismas estrecheces económicas y falta de oportunidades, se fue con una pariente a otra ciudad. Ya su novia, le había hecho padre, nació su hijo Alirio, que trabajó mucho tiempo en la Fuente de Soda y restauran El Valle, con Kike Matheus, posteriormente fue encargado de los billares. Nicolás, nunca se casó.
José Nicolas Manaú Araújo, el popular Manaú, con su machete bajo el brazo. |
La
mayoría de los puertenses y el resto de los trujillanos, tradicionalmente
siente un fuerte atractivo por la ciudad de Maracaibo. El joven Nicolás, conociendo
a una emprendedora mujer de nombre Francisca Barreto, aprovechó y junto con su
amigo Cruz Briceño, se fue con esta señora. Llegaron a un pequeña posada donde
los dejaron, pero no se alojaron. Su amigo, sabía la dirección de la casa de su
coterráneo Martín Rivero, padre de Antonio Lino, y lo buscaron, les orientó
para quedarse. En la tierra del Sol amada, vendió café, recordó que andaban con
sus termos por el centro de la ciudad, por el mercado, en los alrededores del hotel, al final del ferry,
tenía 24 años de edad. Le gustaba vender aquí, porque llegaba desde la Ceiba,
un barco de vapor que conducía a trujillanos contagiados de afanes andariegos y
en busca de mejorar económicamente.
Trabajó como jardinero del Club Náutico, solo para personas de la alta sociedad marabina. Buscando nuevas experiencias y opciones de mejoramiento laboral, vivió en Caracas, la Victoria y Tejerías en el estado Aragua, aquí trabajó en una beneficiadora de pollos, estuvo así unos 4 años, procreó con una muchacha de la zona, de nombre Beatriz, una hija.
Al concluir su periplo por varias ciudades del país, y cargado de experiencias, regresó a la Puerta, bregó en los únicos sitios donde daban trabajo, en las haciendas de caña dulce, la de Felipe vieras, en Los Barriales, la Cordillera, de Luis Ignacio Araujo, y la Esperanza, de los Carrasquero, aquí en donde está el Parque, la otra, estaba en Quebrada Seca y el Pozo. La de los González, era San Isidro, ubicada en La Flecha. Nos pagaban un real y cuartillo, por cada carga de panela que constaba de 48 panelas y de 24 de las grandes de a kilo. En la Champiñonera de Antonio Ramón Simancas y de un norteamericano que llamaban Mckellen, estuvo varios años.
Para aquellos tiempos, los
políticos eran por familias, la de Antonio González, que murió quemado, y Chico
Matheus, que pertenecían a AD, los Carrasquero que eran copeyanos, también lo
era el padre Verde, que se la pasaba armado con su revólver, y propietario de
la cuadra Sur de la Plaza, se la vendió a Luis Ignacio Araujo. Los del gobierno
fueron don Obdulio Palomares, como jefe civil del Municipio, dueño de la
propiedad El Higuerón, detrás del Guadalupe, que colinda con el zanjón del
Muerto, de Víctor González. Igualmente fueron Prefectos, Pancho Delgado y el
señor Materan esposo de Francisca Palomares, hermana de Obdulio.
La Puerta, mayo 2021.
omanrique761@gmail.com
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