domingo, 2 de enero de 2022

Encarnación Briceño, el decano de El Molino

 

          Encarnación Briceño, patrimonio cultural viviente de

        El Molino.

Oswaldo Manrique.


Encarnación Briceño, es un personaje como pocos, nativo del caserío El Molino, de la parroquia La Puerta, estado Trujillo en Venezuela. Tiene hoy, 95 años de edad, bien llevados, anda por sus propios medios físicos, y con la mente lúcida. Algunos de su confianza, le llaman "Canita". Atento, amable y buen conversador, de esos que siempre está presto a colaborar con su comunidad, o con quien lo ocupe. Es difícil encontrar una persona que conozca más de la historia de dicho caserío, como la conoce y la expone en forma diáfana el señor Encarnación. 

Don Encarnación Briceño, sentado al frente de la casa comunal del Molino. Cronografía propia de este blog, N° 4005.

Recordó que, sabe su edad, porque en tiempo de su juventud, era obligatorio inscribirse en el servicio militar, y <<tuve que sacar la cédula de identidad, eso sería como en 1943, estaba en el tribunal, Alberto Burelli, yo tenía un amigo de nombre Félix Olivares, que me entusiasmó y nos fuimos a inscribir. Cuando salimos de la jefatura, el finado Félix estaba alegre, y me dijo: - ¿alegó la excepción? Pues el que fue al Cuartel fui yo que no sabía de eso, y fui a parar al Conscripto, cerca del Cuartel Ribas Dávila, que lo estaban construyendo en aquel tiempo>>. Su padre Zoilo Briceño, natural de El Molino, y productor de caña dulce, realizó diligencias y logró sacarlo del Conscripto.  Le habían rapado la cabeza, tuvo que esperar a que llegara otro recluta para vestirse de civil, no tenía ropa, y poder salir. Llegó el hijo de un doctor que tenía tiempo huyendo y fue el que lo sustituyó, y con la ropa de ese recién llegado, se vistió y salió. 

De su infancia recuerda que hizo sus estudios de primeras letras, como en 1935, <<existía una escuela, de las llamadas mixtas, allí estudié, recuerdo que mi maestra fue doña Josefa Rivero, quedaba cerca del Trapiche>>; también estudió en dicha escuela, por ese tiempo, el señor Juan Olivares, vecino ejemplar de este caserío.

Lo mismo le ocurrió cuando fue a casarse con Carmen Abreu, una muchacha de La Mocoti, quien perdió a sus padres en un deslave y quedó damnificada con sus hermanos, <<Cuando me tocó ir a buscar la partida de nacimiento, no apareció, fui a buscar la partida de bautismo en la iglesia y tampoco, y me tuve que ir a la Curia en Trujillo, para que me dieran un permiso, y así pude casarme>>. Con Carmen Abreu, procreó dos hijos. 

Guiado por don Encarnación Briceño, el 1° de diciembre de 2021, por la Urbanización La Paz, sector el Molino, Parroquia La Puerta, Trujillo, en Venezuela. Cronografía propia de este blog, N° 3399. 

Su madre, Melania Briceño, había nacido <<en el "Alto el Peo", así llamaban ese sitio, por donde pasaba la antigua carretera a La Puerta, se entraba por la "Y", y salía al Zanjón de La Guadalupe>>; quiso mucho a sus padres y los respetó.


A los 14, se graduó de varón.

En su franca conversación, refirió el hecho, de una época en que había que apretarse los pantalones, aún cuando, los que se llevaran, fueran realmente, cortos. Tuvo dos hermanos y cuatro hermanas, Isolina, Carmela, Inocencia, Ramona y Candelaria, todas se fueron marchando a otros lugares a hacer sus vidas. Recordó que, siendo muy muchacho, usaba pantalones cortos, le tocó asumir las riendas de la casa, y comenzó a trabajar para ayudar a la familia. <<Tenía unos 14 años, y llegué muy agotado de la fornaleada, y cuando paso a la casa encuentro a uno de los novios de una hermana mía, con ella en la cama. Enseguida indignado, digo: - y aquí no hay hombre que haga respetar la casa, como no hubo respuesta, agarré el machete, para darle un escarmiento al novio, y cuando le voy a lanzar el primero,  velozmente salió huyendo, y a la hermana, la despaché>>; tuvo que llenarse de valor e imponerse de esa forma para que le respetaran la familia. 

"Con el culo pelao"

Cuando le pregunté, cómo fue su juventud, como eran las festividades de su época,  respondió fácilmente, <<Para qué le digo de fiestas, yo era un viejo antes de tiempo. No iba a fiestas, pero cómo, si no tenía ropa, había mucha pobreza, trabajaba para comer la familia. Tenía un solo flux, muy deteriorado, andaba "con el culo pelao">>, esta última frase, la dijo sonriendo, significa que no tenia ropa para salir a fiestas.

El testimonio de sus vivencias, lo va dando, con cierta especificidad, rememoró que  iba los domingos a misa en La Puerta, tanto su papá como él, son devotos de la Virgen de la Paz, <<en aquellos tiempos era como obligación, buscar a los padrinos para pedirle la bendición, uno se arrodillaba ante el padrino, las palmas de ambas manos pegadas en alto y con la cabeza gacha, era como un rito de la familia católica, así nos acostumbraron. Yo tenía a mi padrino Felipe Viera, el viejo, él era hacendado, frente al hotel Guadalupe, se había cogido las tierras de la comunidad, y también, donde están los chalets, más arriba de la plaza, que se las peleaba Simancas, que también se había cogido las otras tierras, así fueron las cosas>>; seguro que así fueron, peleaban los hacendados por lo que no era de ellos, lo confirmamos en  documentos históricos importantes sobre la tenencia de las tierras de La Puerta.

Seguidamente, nos ilustró con una anécdota, referida a otro de sus afectos, <<Y tuve otro padrino, al que le quité el derecho de echarme la bendición. Un día, después de misa, lo busco para pedirle la bendición, se llamaba Antonio González, iba subiendo con unos "chivatones", me vió y pasó de largo, luego, volvió a pasar y volteó para otro lado, le dió pena echarme la bendición, porque andaba vestido pobremente, le tuvo a menos a un pobre. Desde ese día, no le volví a pedir la bendición. Él era el que tocaba el órgano en la iglesia, y fíjese que murió quemado. Eso es como castigo de Dios>>; es su criterio personal. 

El Trapiche del Molino.

Como todo un decano de su tierra, mientras me hablaba del viejo trapiche, hizo un inciso, recordó el otro molino, que era para trigo, al que -según su confesión-,  le daba miedo ir, porque tenía un enorme hueco donde se veía pasar las fuertes aguas del río (el Bomboy); cercano donde esta hoy el puentecito, en la entrada sur, de la Urbanización. A este molino, no lo vio en producción, solo recuerda una vez, que vió en la entrada una carga de harina que montaron en unas mulas. 

En relación a la historia de uno de los pocos sitios de trabajo en el caserío, dijo: <<El Trapiche del Molino, lo hicieron en el año 35, aproximadamente, estaba yo muy pequeño. Eso era propiedad de doña Eloisa Delgado y su esposo el Dr. Macrobio Delgado, eran los dueños, y se lo venden al señor Zacarías Araujo. En los años 50, había entre "Los Llanitos" y "Santa Bárbara", apenas 14 casas, ranchos de bahareque, esto era monte y caña>>; sin duda, también, pocos habitantes.

Panorámica llanos de El Molino. Cronografía propia de este blog, N° 4008.


El trabajo es compañero del hombre. 

En relación a las fuentes de empleo, en los tiempos de su juventud, dijo, <<en esta zona, no había trabajo, solo las haciendas y los trapiches.  Desde San Luis hasta La Puerta, existían 20 trapiches>>. Explicó, que en su caso particular no fue peón de hacienda, pero, <<el trabajo es compañero del hombre>>; así se lo enseñaron en familia, desde pequeño. Reveló,  <<yo no trabajé en haciendas, trabajé en la tierra de mi papá, tenía caña, la que sacaba y yo la llevaba en dos bestias, hacía 8 viajes hasta el Trapiche de Hilarión Gutiérrez, para la molienda, me pagaba un Bolívar por cada carga;  sembraba también maíz, caraota, arveja>>. Su padre Zoilo Briceño, trabajó su tierra, pero la caña la pagaban muy barato. Fue jefe de aldea, que era un cargo de mucho respeto en aquella época. 

Se refirió a otra hacienda, Los Llanitos, de Pío Tori, <<recuerdo cuando llegaron los franceses a trabajar esa hacienda, las mujeres trabajaban descalzas recogiendo piedras y también araban, preparaban la tierra, gente de mucho trabajo y de sacrificio. Se vestían con los fardos de harina del norte, una tela gruesa, de eso hacían los vestidos y pantalones, también los calzones>>. Gente europea muy sencilla, que vino a hacer cobres honradamente.

De su marusa de recuerdos, sacó que, estos franceses <<No iban a fiestas, ellos preguntaban qué celebrabamos los domingos, porque nos vestimos cuando vamos a misa, por costumbre. Luego ellos empezaron a vestirse, al igual que nosotros, los domingos y lo tomaban de descanso. Con ellos, veíamos películas mudas, cuando se reunían y nos invitaban. Después se fueron a trabajar a San Pedro, cerca de La Lagunita, donde hicieron cobres y regresaron a Francia. Eso fue alrededor del año 1946, no recuerdo el tiempo que estuvieron, fueron varias cosechas>>. Tenía Encarnacion unos veinte años de edad.

Las Rurales, un logro comunitario.

Vive con su familia, en una de las casas del desarrollo habitacional El Molino, que denominan Las Rurales, dijo <<Las hicieron en el 70 y las entregaron en el 71>>, fueron 37 casas, posteriormente, construyeron otras, con las mismas características de las anteriores. Narró que,  <<el terreno un pedregal, entre monte y caña, era de Tobías Briceño, y lo vendió a Isaías Rivas, este lo vendió a Zacarías Araujo, quien lo vende a Ramón Araujo, que a su vez, lo vendió a la Gobernación. Era Gobernador el Dr. Sánchez Cortés y la secretaria, la Dra. Dora Maldonado, que nos ayudó>>; la doctora les cumplió su promesa de ayudarles. 


La Piedra del viejo Molino, monumento y símbolo.

Gentilmente, me acompañó a recorrer la casa comunal, y a un pequeño y bonito monumento, que allí se encuentra, que pasan inadvertido los que lo transitan, habitantes y visitantes. Una pequeña plaza, con bancos de cemento y adobes de arcilla, jardineras, hay bajo un pequeño techo, una enorme piedra con forma de esférica, rojiza, con una inscripción que no pudimos descifrar, salvo una fecha: 1821. Es la piedra del antiguo molino de trigo que existió cerca del puentecito, por el antiguo camino de acceso a la hacienda; hoy están en pie las ruinas y el viejo torrejon, en ese lugar. 

Toma general del monumento Piedra del Molino, Urbanización La Paz, sector el Molino, Parroquia La Puerta, Trujillo, en Venezuela. Cronografía propia de este blog, N° 4000. 


En cuanto a esta piedra, recordó algo anecdótico de la inauguración del urbanismo, el dueño de la piedra del molino, con lo rápido que avanzó la construcción, máquinas, movimiento de tierra, agarra y la vende, la enorme piedra la sacaron y fue trasladada a otro pueblo.

Piedra del viejo Molino, detalle de la corona, se lee la inscripción: 1821; al parecer su año de transformación de piedra rustica a instrumento de trabajo o pieza de moler y triturar. No se pudo descifrar el nombre o casa fabricante. Cronografía propia de este blog, N° 4001. 


 Cuando de la Gobernación hacen una inspección, notan que no está la piedra del antiguo molino, que guarda relación con el nombre del sector de las casas  y obligan a Ramón Araujo que la busque y regrese la gran piedra, como en efecto lo hizo, lo que sirvió de símbolo en la inauguración y sigue siéndolo para esta comunidad, conservandola en el pequeño monumento, que aún se mantiene en este urbanismo rural. 

Vista frontal de la enorme Piedra del Molino de 1821. Cronografía propia de este blog, N° 4001. 

 

Capilla San Pablo Apóstol y San Judas Tadeo.

Vista general de la capilla Nuestra Señora de la Paz y San Judas Tadeo, Urbanización La Paz, sector el Molino, Parroquia La Puerta, Trujillo, en Venezuela. Cronografía propia de este blog, N° 4009.

Después de estar en la piedra del Molino, me llevó a conocer por fuera la Capilla, que estaba cerrada, y comentó: <<Después de haber hecho Las Rurales, proyecto de viviendas, se construyó la Capilla San Pablo Apóstol y San Judas Tadeo>>. Su padre Zoilo Briceño, muy devoto de la Virgen de la Paz, participaba de todas las celebraciones religiosas, allí siempre estuvo presente. 

Fachada de la capilla Nuestra Señora de la Paz y San Judas Tadeo, Urbanización La Paz, sector el Molino, Parroquia La Puerta, Trujillo, en Venezuela. Al fondo el señor Encarnación Briceño. Cronografía propia de este blog, N° 4010.

El padre Francisco Verde.

Recordó el abuelo Encarnación, que siendo muy pequeño, su mamá lo llevaba a la iglesia. Lo montaba a cachute para llegar a La Puerta, recordó que al llegar a la Plaza, lo que había era un arbolón en el centro, y pasaba una acequia por la mitad de la plaza. La Prefectura era de bahareque, la cárcel también, estaban en el mismo lugar donde están hoy, en los alrededores había pocas casas. A él le comenzó a gustar ir a misa, porque  algo llamó su atención; observando a los que asistían a la eucaristía, quedó obnubilado cuando una persona simpática, de vestido largo, con una cara hermosa, blanca, ojos azules, se subía al púlpito y le agradaba la voz y las cosas bonitas que predicaba. Encarnación, le dijo a su mamá Melania, <<que mujer tan sabia>>; y se estaba enamorando, hasta que le dijeron que esa persona que le gustaba, no era una mujer, sino el padre Verde, el Párroco. 

Don Encarnación Briceño, no se le ve bien la cara. Cronografía propia de este blog, N° 4004.


Verde, según sus palabras, era un varón, a raíz de haber acompañado a las fuerzas leales al gobierno, que llegaron a Trujillo para dominar a los alzados oligarcas del general Araujo, vino como capellán del ejército y comenzó a andar armado. para culminar este simpático pasaje de su niñez, agregó, <<Me cercioré una vez que saliendo de la iglesia, el cura se levantó la sotana, se iba a rascar la pierna, y pude ver lo peluda que tenía la pierna, ahí confirmo que no era mujer>>; era el cura Verde, con piernas blancas.  


El Dispensario de la comunidad.

El Dispensario, lo hicieron después de construidas las casas. En cuanto a los asuntos de medicina, Briceño rememora que,  <<utilizabamos los curanderos de antes. En Betijoque atendía Antonio Rangel, médico de aguas, detectaba los males, los curaba, y en El Baño de Motatán, estaba uno muy bueno, Pancho Antonio Díaz, el que "sacaba los muertos", es decir, salvaba hasta aquellas almas desahuciadas, de aquí curó un señor que no tenía remedio, la hija lo llevó y lo curó, ese faculto trabajaba con 7 espíritus y además, adivinaba la suerte. Muy bueno>>. 

Aquí, concluyó nuestra conversa de hoy, 1° de diciembre de 2021, con don Encarnación Briceño "Canita", admirable patrimonio cultural viviente de la comunidad de El Molino, Parroquia La Puerta, estado Trujillo en Venezuela. 

La Puerta, diciembre 2021.

omanrique761@gmail.com


Otra toma fotográfica de la Piedra, al fondo don Encarnación Briceño.  Cronografía propia de este blog, N° 4002. 





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